Logo Studenta

descargable1_m6

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Módulo 6: Control y apoyo fisiológico al 
entrenamiento 
Tema 1: Organización y planificación del 
entrenamiento 
 
 
Introducción 
3 
 
En este tema revisaremos lo relacionado con la homeostasis glucosídica durante el ejercicio en 
condiciones normales y ante la presencia de diabetes mellitus. Para ello, comenzaremos por 
recordar la definición de diabetes. 
 
Es muy común, en el ámbito de la fisiología del ejercicio, encontrar una gran cantidad de material 
orientado a comprender tanto las respuestas como las adaptaciones que produce el ejercicio físico 
en adultos y en deportistas de elite. Sin embargo, en la actualidad, aún persiste cierto 
desconocimiento sobre las respuestas y adaptaciones que se producen en el cuerpo de las y los 
niños y adolescentes cuando practican ejercicio físico. Una importante consideración en este ámbito 
es que los niños no son adultos pequeños, sino más bien un organismo que día a día está 
cambiando, creciendo y desarrollándose. Frente a este punto, es necesario señalar que estos dos 
últimos conceptos no son sinónimos, son simultáneos e independientes. Cattani (1998), plantea 
que: 
 
(…) el crecimiento y desarrollo de un individuo es un fenómeno continuo que se inicia 
en el momento de la concepción y culmina al final de la pubertad, período durante el 
cual se alcanza la madurez en sus aspectos: físico, psicosocial y reproductivo. Esta 
transformación involucra cambios en el tamaño, organización espacial y diferenciación 
funcional de tejidos y órganos. El aumento en el tamaño y masa corporal es el resultado 
de la multiplicación e hiperplasia celular, proceso conocido como crecimiento. Los 
cambios en la organización y diferenciación funcional de tejidos, órganos y sistemas son 
el resultado del proceso de desarrollo o maduración. 
 
Es en ese contexto en el cual debemos entender cómo responde y se adapta al ejercicio un niño o 
una niña, lo que será revisado en este tema. 
 
En este tema nos enfocaremos en identificar la actividad física como un agente de salud; es decir, 
analizaremos dicha actividad, el ejercicio y el entrenamiento físico como herramientas para disminuir 
la incidencia y prevalencia de las enfermedades crónicas no transmisibles más prevalentes a nivel 
mundial. Asimismo, evaluaremos los aspectos epidemiológicos del síndrome metabólico y su 
relación con el ejercicio. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Metabolismo energético 
 
La energía química es clave para el movimiento humano. La posibilidad de realizar la unión entre 
actina y miosina depende de la habilidad que tiene el calcio por una parte para movilizar la troponina 
C y, por otra, la habilidad de la enzima ATPasa para catalizar la reacción química que libera al tercer 
fósforo del ATP (adenosin trifosfato), el cual está unido por un enlace de alta energía, y con esto se 
produce la transformación de energía química en energía mecánica. 
 
A primera vista, esto resulta muy sencillo, pero es importante considerar que el músculo esquelético 
no puede almacenar grandes cantidades de ATP debido al peso molecular del mismo; por este 
motivo, el organismo humano ha desarrollado la habilidad de resintetizarlo a partir de 
macromoléculas precursoras que ya están almacenadas en el músculo, o bien, que son 
transportadas por el torrente sanguíneo hacia él. Es así que la intensidad del esfuerzo físico genera 
una serie de señales químicas, las cuales, a su vez, generan una serie de señales moleculares que 
permiten a la célula muscular escoger qué sustratos utilizar en la formación del ATP. 
 
En comparación con un adulto en un ejercicio de alta intensidad y corta duración, esto es, menor a 
10 segundos, es posible observar que los niños para la resíntesis de ATP, al igual que los adultos, 
recurren a los compuestos fosforados como es la fosfocreatina (ATP-PC). En relación con esto, se 
ha observado que las concentraciones musculares de esta relación ATPPC no presentan 
diferencias significativas entre niños y adultos (Eriksson, 1974). De este análisis podemos deducir 
que la capacidad de producir trabajo anaeróbico aláctico no estaría disminuida en el niño con 
respecto al adulto. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿Qué sucede con el organismo de los niños cuando ejercitan a alta densidad 
por más de 10 segundos? 
 
Cuando el ejercicio de alta intensidad se prolonga por más de 10 segundos, los niños presentan 
limitaciones fisiológicas; estas se relacionan directamente con el crecimiento y el desarrollo. Al 
realizar un análisis y comparación con un adulto, esta debe atender a tal situación; es así que los 
niños presentan una menor capacidad glucolítica, lo que queda reflejado en la menor concentración 
plasmática de lactato, la cual tiende a incrementarse paulatinamente con la edad (ver figura); ello, 
al parecer, está explicado por dos situaciones: la primera tiene relación con el aspecto enzimático y 
surge de que se demostró que las dos enzimas más importantes de la glucolisis (fosfofructoquinasa 
y lactato-deshidrogenasa) se encuentran disminuidas en los niños al ser comparadas con los 
adultos (Eriksson, 1974). La segunda situación que explicaría este fenómeno se debe a la menor 
cantidad de glucógeno, tanto a nivel hepático como muscular. Umaña (2005) señala que el 
contenido de glucógeno muscular en niños representa entre un 50 a un 60% del contenido de 
glucógeno muscular de un adulto. 
 
En cuanto al ejercicio de tipo aeróbico, desde el punto de vista de la generación de ATP, se ha 
observado que los niños presentan mayor actividad enzimática para la enzima deshidrogenasa 
succínica. También se ha observado que los niños alcanzan antes el estado estacionario (equilibrio 
metabólico), lo que indicaría una mayor adaptación hacia el ejercicio aeróbico. 
 
Al analizar la información anterior puede que nos estemos preguntado ¿por qué los niños no corren 
maratones? O comencemos a revisar nuestra experiencia con niños ejercitándose y siempre que 
los recordamos son muy explosivos, de actividades de alta intensidad y corta duración; sin embargo, 
cuando analizamos cómo funciona la resíntesis del ATP, esta información nos pudiera parecer 
divergente e incluso hasta contradictoria; pues bien, la respuesta radica en los otros aspectos 
fisiológicos de los niños, tales como tamaño del corazón, consumo de oxígeno y una capacidad de 
termorregulación aún inmadura. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sistema cardiovascular 
 
Anatómicamente, los niños presentan corazones más pequeños, por lo que su frecuencia cardiaca 
(FC) en comparación con el adulto es mayor, tanto en reposo como en estado de realización de 
ejercicio físico. El volumen sistólico (VS), en comparación con el adulto, es menor, lo que podría 
estar explicado por un menor volumen sanguíneo total. 
 
El gasto cardíaco representa el flujo de sangre total durante un minuto; se calcula multiplicando la 
FC por el VS; este, comparado con el de un adulto, es menor tanto en reposo como en ejercicio. A 
pesar de que la frecuencia cardiaca aumenta, ello no es suficiente para compensar el menor flujo 
sanguíneo. Esta situación cambia a medida que el niño alcanza la maduración biológica. Sin 
embargo, se ha observado una menor resistencia periférica durante el ejercicio, por lo que el flujo 
sanguíneo llega con mayor facilidad hacia el músculo activo (Bar-Or, 1983). Respecto a la presión 
arterial, tanto sistólica como diastólica, ella es menor debido a la mayor cantidad de elastina, lo que 
ocasiona una mayor elasticidad en las paredes de sus vasos sanguíneos. Al momento de evaluar 
la presión arterial en la población pediátrica, es necesario considerar la estatura, además de seguir 
los lineamientos propuestos por la Academia de Pediatría en el año 2004. Ya que, insistimos, en 
este aspecto no se debe evaluar a los niños como a los adultos. 
 
 
 
 
Sistema respiratorioLa frecuencia respiratoria (FR) disminuye con el aumento de la edad. En cambio, 
el volumen corriente y la capacidad para difundir el oxígeno aumenta 
progresivamente hasta alcanzar la madurez. Durante el ejercicio físico submáximo 
y máximo se ha observado que los niños presentan una menor eficiencia 
ventilatoria, medida a través de la valoración del equivalente ventilatorio (VE/VO2). 
No obstante, muestran un aumento significativo de la capacidad de difusión 
alveolo-capilar, con lo que se sugiere que el proceso de difusión pulmonar es adecuado y, además, 
que no hay limitantes en el transporte de oxígeno. 
 
 
 
También ha sido observado durante el ejercicio que la ventilación aumenta de forma directamente 
proporcional hasta más o menos el 60% del consumo máximo de oxígeno, para luego aumentar, 
pero de manera desproporcionada (López & Fernández, 2006). 
 
 
Termorregulación 
 
Debido a que se encuentran en un proceso de crecimiento y maduración, el 
sistema de control de la temperatura corporal de niños y niñas se encuentra 
también inmaduro; por tal motivo, ellos y ellas son más proclives a las 
enfermedades ocasionadas tanto por el frío como por el calor. En el caso de 
ejercitarse en ambientes fríos, los niños presentan una mayor superficie corporal 
por kg de masa corporal, generan una mayor pérdida de calor por conducción, lo 
cual los expone, en tales condiciones, a una hipotermia. 
 
En cuanto al ejercitarse en ambientes calurosos, el mismo hecho de su mayor superficie corporal 
por kg de masa corporal, los expone a ganar más calor; además, es necesario señalar que sus 
glándulas sudoríparas son más lentas para generar sudor, por lo que su habilidad para perder calor 
por evaporación se encuentra limitada y, en consecuencia, deben recurrir a perder calor por 
convección-conducción (López & Fernández, 2006). 
 
 
¿Qué ocurre hoy en Chile? 
 
En la actualidad y sobre todo en el contexto nacional, al hablar de niños y ejercicio físico surgen 
varios puntos para ser analizados, puesto que en lo que hemos revisado hasta acá, solo hemos 
tratado generalidades y la mayoría de los estudios que se presentan fueron hechos en otro contexto 
y época, es decir, cuando a los investigadores les estaba permitido realizar biopsias musculares u 
otros exámenes invasivos a los niños; hoy en día, ningún comité de ética permitiría un estudio de 
este tipo. 
 
Retomemos el tema hoy y en Chile: alrededor de la mitad de la población infantil padece sobrepeso 
u obesidad; los párvulos presentan un 19,5% de obesidad y los escolares de educación básica un 
23,1% (JUNAEB). 
 
El Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE), en el subsector de Educación Física, 
reveló en el año 2010 que un 40,2% de los escolares de octavo básico presentó sobrepeso u 
obesidad (MINEDUC, 2011). Esta patología es un problema de salud pública a nivel mundial; 
constituye un factor de riesgo de padecer enfermedades crónicas no trasmisibles, como diabetes 
tipo 2 (Hannon et al, 2005), hiperlipidemias y osteoartritis. 
 
 
 
 
 
Fuente imagen: http://www.primeraedicion.com.ar/nota/210428/los-
desafios-de-abordar-la-obesidad-infantil.html 
 
Tratar la obesidad y el sobrepeso en la infancia resulta trascendental, porque el riesgo de ser obeso 
en la vida adulta se duplica en aquellos que tuvieron exceso de peso en la niñez, y es aún mayor si 
este se mantuvo en la adolescencia (Krebs et al, 2007). 
 
Respecto del nivel de actividad física, se ha observado que un 88,6% de la población entre 15 a 75 
años es sedentaria (MINSAL, Encuesta Nacional de Salud 2009-2010). Sin embargo, no tenemos 
un catastro nacional sobre esta realidad. Una aproximación se basó en una muestra de 1.036 niños 
y adolescentes de la comuna de Santiago, en la que se demostró que los niños permanecen 
diariamente inactivos alrededor de 8 horas y los adolescentes más de 11 horas (Burrows et al, 
2008). 
 
A nivel mundial desde la década de los 80 se fue evidenciando en niños y adolescentes la 
disminución de actividades vigorosas, pero mantenían su nivel de condición física (Armstrong, 
1989). En la actualidad, ambas variables han disminuido considerablemente. 
 
 
Potencia aeróbica y la fuerza muscular 
 
En adultos, las capacidades físicas que entregan mayor 
predicción de morbilidad y mortalidad son la potencia 
aeróbica y la fuerza muscular (Andersen et al, 2006; 
Kodama et al, 2009). La potencia aeróbica refleja la 
habilidad tanto del sistema cardiovascular como respiratorio 
para aportar oxígeno a los músculos y posponer la aparición 
de la fatiga durante el trabajo físico (Artero et al, 2011). Ha 
sido analizada la relación inversa existente entre el nivel de 
potencia aeróbica y la resistencia a la insulina, la obesidad, 
las dislipidemias y el síndrome metabólico en escolares. 
https://umayor.blackboard.com/webapps/blackboard/content/listContentEditable.jsp?content_id=_8587_1&course_id=_2087_1
 
 
 
También se ha evidenciado un empeoramiento de la potencia aeróbica en los últimos años; por lo 
tanto, su evaluación es fundamental en esta edad, debido a que si su nivel es adecuado se asocia 
con un buen estado de salud cardiovascular y metabólica en esta población (Ortega et al, 2005; 
Lobelo et al, 2010). 
 
Los rangos esperados de esta capacidad dependen del nivel de actividad física. Estudios recientes 
muestran que escolares europeos que realizan actividades con intensidad vigorosa, presentan 
valores mayores de VO2máx (Olds et al, 2006; Martínez-Gómez et al, 2010). En la población infantil, 
niveles adecuados de fuerza muscular y masa libre de grasa son asociados con salud 
cardiovascular y un adecuado contenido mineral óseo (Ortega et al, 2008), debido a que tal tipo de 
ejercicio físico incrementa el tamaño de las fibras musculares, la fuerza muscular y la función 
neuromuscular, con lo que favorece la disminución del tejido adiposo a nivel central (Melov et al, 
2007; Physical Activity Guidelines Advisory Committee Report, 
2008). 
 
 
Recuerda que para visualizar este recurso debes tener conexión a Internet 
 
 
Recuerda que para visualizar este recurso debes tener conexión a Internet 
 
 
Recomendaciones de actividad física en niños 
 
A partir de todo lo anterior, es que se hace imprescindible realizar una adecuada prescripción del 
ejercicio físico en niños. Para esto, en 2011, la World Health Organization (WHO) generó 
recomendaciones para la población mundial, incluyendo a niños de 5 a 18 años, y especificando 
 
 
 
que el tiempo diario puede ser logrado de manera acumulativa con 
ejercicios de 10 minutos como mínimo. El sustento teórico de estas 
guías considera que los niños deben realizar una hora diaria de 
actividad física con intensidad moderada a vigorosa, a fin de 
protegerlos de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular; 
además, 90 minutos de actividad física diaria son capaces de prevenir 
la resistencia a la insulina (Andersen et al, 2006). 
 
Todo lo dicho apunta, principalmente, a aquellos niños sedentarios o 
con problemas de nutrición por exceso, pero además tenemos un 
grupo de niños que son muy activos; este paulatinamente se forma 
como deportista de elite, entrena durante muchas horas y necesita 
también una mayor atención desde el punto de vista nutricional. Lo 
más importante, a la hora de prescribir ejercicio a estos niños es 
considerar el ámbito biológico: crecimiento y desarrollo; también 
considerar que deben tener una ingesta de calorías que permita el 
desarrollo del deporte junto con las funciones biológicas (crecimiento 
y maduración); asimismo, es muy importante considerar una 
adecuada hidratación debido a la menor capacidad que poseen para 
termorregular su temperatura corporal y considerar el momento 
oportuno para para la ingesta de las comidas también conocido como 
el timing (Cotunga et al, 2005).Referencias 
 
• Amstrong, N. (1989). Children are fit but not active! Education and Health 7(2):28-32. 
• Andersen, L. B., Harro, M. Sardinha, L., Froberg, K., Ekelund, U., Brage,S. & An-derssen, S. A. 
(2006). Physical activity and clustered cardiovascular risk in children: a crosssectional study 
(The European Youth Heart Study). Lancet 368(9532): 299-304. 
• Artero, E. G., España-Romero, V., Castro-Piñero J., Ortega, F. B., Suni, J., Castillo-Garzón, M. 
J. & Ruiz, J. R. (2011). Reliability of field-based fitness tests in youth. Int J Sports Med 32(3): 
159-69. 
• Bar-Or, O. (1983). Pediatrics Sport Medicine for the practitioner: from Physiological principles to 
clinical applications. New York: Springer-Verlag. 
• Burrows, R., Díaz, E. Sciaraffia. V, Gattas, V., Montoya. A. & Lera, L. (2008). Hábitos de ingesta 
y actividad física en escolares, según tipo de establecimiento al que asisten. Rev Méd Chile 
136:53-63. 
• Cattani, A. (1998). Características del crecimiento y desarrollo físico. Pediatría ambulatoria, 
Nutrición, crecimiento y desarrollo. Ediciones Universidad Católica de Chile. Disponible en 
http://escuela.med.puc.cl/paginas/publicaciones/manualped/crecdess.html 
 
 
 
• CDC (2008). Physical Activity Guidelines Advisory Committee. Physical Activity 
• Guidelines Advisory Committee Report. Washington, DC: U.S. Department of Health and 
Human Services. 
• Cotunga, N.; Vickery, C.; McBee S. (2005). Sports Nutrition for Youn Athletes. The Journal of 
School Nursing 21(6): 323-328. 
• Eriksson, BO. & Saltin, B. (1974). Muscle metabolism during exercise in boy aged 11 to 16 years 
compared to adults. Acta Paed Belg 28:257-265. 
• Hannon, T.S., Rao, G., Arslanian, S. (2005). Childhood obesity and type 2 diabetes mellitus. 
Pediatrics 116(2): 473-80. 
• Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, JUNAEB (sitio web). Mapa nutricional. 
• Recuperado de http://www.junaeb.cl/mapa-nutricional 
• Kodama, S., Saito, K., Tanaka, S., Maki, M., Yachi, Y., Asumi. M., Sugawara, A., Totsuka. 
• K., Shimano, H., Ohashi, Y., Yamada, N. & Sone, H. (2009). Cardiorespiratory fitness as a 
quantitative predictor of all-cause mortality and cardiovascular events in healthy men and 
women: a meta-analysis. JAMA 301(19): 2024-35. 
• Krebs, N. F., Himes, J. H., Jacobson, D., Nicklas, T. A., Guilday, P., & Styne, D. (2007). 
• Assessment of child and adolescent overweight and obesity. Pediatrics 120 Suppl 4: S193-228. 
• Lobelo, F., Pate, R. R., Dowda, M., Liese, A., & Daniels, S. (2010). Cardiorespiratory fitness and 
clustered cardiovascular disease risk in U.S. adolescents. J Adolesc Health 47(4): 352-9. 
• López. J, Vaquero, A. (2006). Fisiología del ejercicio. Madrid: Panamericana. 
• Martínez-Gómez, D., Ruiz, J., Ortega, F., Casajús, J., Veiga, O., Widhalm, K., Manios, Y., 
• Ghin, L., González-Gross, M., Kafatos, A., Espan, V., Romero, A., Molnar, D., Moreno, L., 
• Marcos A., Castillo, J., Sjostro M. (2010). Recommended Levels and Intensities of Physical 
Activity to Avoid Low-Cardiorespiratory Fitness in European Adolescents: The HELENA Study. 
American Journal of Human Biology 22:750–756. 
• Melov, S., Tarnopolsky, M. A., Beckman, K., Felkey K., Hubbard, A., (2007). Resistance exercise 
reverses aging in human skeletal muscle. PLoS One 2(5): e465. 
• Ministerio de Educación, MINEDUC (2011). Informe de resultados, Educación Física 8°. 
Santiago de Chile: Gobierno de Chile, Sistema de Medición de la Calidad de la Educación 
(SIMCE). 
• Ministerio de Salud, MINSAL (2011). Segunda Encuesta Nacional de Salud en Chile. 
• Recuperado de: http://web.minsal.cl/portal/url/item/bcb03d7bc28b64dfe040010165012d23.pdf 
• National High Blood Pressure Education Program Working Group on High Blood Pressure in 
Children and Adolescents (2004). The Fourth Report on the Di-agnosis, Evaluation, and 
Treatment of High Blood Pressure in Children and Adolescents, National High Blood Pressure 
Education Program Working Group on High Blood Pressure in Children and Adolescents. 
Pediatrics 114; 555-576. 
• Olds, T., Tomkinson, G., Léger,, L. & Cazorla, G., (2006). Worldwide variation in the 
performance of children and adolescents: an analysis of 109 studies of the 20-m shuttle run test 
in 37 countries. J Sports Sci 24(10): 1025-38. 
 
 
 
• Ortega, F. B., Artero, E., Ruiz, J. R., Vicente-Rodríguez, G., Bergman, P., Hags-tromer M., 
Ottevaere, C., Nagy5, E., Konsta, O, Rey-López, JP., Polito, A., Dietrich, S., Plada, M., Béghin, 
L., Manios, L., Sjostrom, M., & Castillo, M.J. (2008). Physical fitness in childhood and 
adolescence: a powerful marker of health. Int J Obes (Lond) 32(1): 1-11. 
• Ortega, F. B., Ruiz, J. R., Castillo, J., Moreno, L., González-Gross, M., Wärnberg, J., Gutiérrez, 
A., & The AVENA Group (2005). Low level of physical fitness in Spanish adolescents. Relevance 
for future cardiovascular health (AVENA study). Rev Esp Cardiol 58(8): 898-909. 
• Umaña, M. (2005). Nutrition for young soccer players. International Journal of Soccer and 
Science Journal Vol. 3 No 1. 
• World Health Organization, WHO (2011). Global Recommendations on Physical Activity for 
Health, 5-17 years Old. 
 
Fuente imágenes: 
• http://www.primeraedicion.com.ar/nota/210428/los-desafios-de-abordar-la-obesidadinfantil 
• html www.iconarchive.com 
• https://pixabay.com 
• http://www.flaticon.com

Continuar navegando