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Un hombre y una mujer después de análisis Qué es un hombre y qué es una mujer - Adriana Santillán

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FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
CARRERA: Psicología Clínica
ASIGNATURA: Teoría y clínica del adolescente
TEMA DE ENSAYO:
Un hombre y una mujer después de análisis: ¿Qué es un hombre y qué es una mujer?
AUTOR (A):
Adriana Santillán
DOCENTE: Rodolfo Rojas
PARALELO: B
2019
Los seres humanos nos distinguimos de las otras clasificaciones de seres vivos por nuestra complejidad estructural y sobretodo de nuestro raciocinio. Sin embargo, dentro de nuestra clasificación también nos diferenciamos biológicamente entre sí, pudiendo ser un hombre o una mujer. De ahí en adelante, el significado que cada uno le quiera dar a su ser o construir su identidad como tal, va a estar influenciado por experiencias en relación a otros sociales, al contexto en el que se ha venido desarrollando en específico. No obstante, el o la sujeto en cuestión siempre ha sufrido por no conocer del todo su verdadero ser, por no estar del todo identificado con lo que la sociedad establece de lo que debe ser cada uno de los dos sexos, de qué es un hombre o una mujer. 
El enfoque psicoanalítico destaca las experiencias históricas con los llamados gran Otros, ya sean parentales o institucionales, como las determinantes para la construcción de la subjetividad y, en ese sentido, de lo que para cada persona en singular es ser hombre o ser mujer. En el presente ensayo se va a tratar de profundizar en el tema de qué es ser un hombre y qué es ser una mujer, abordándolo desde concepciones psicoanalíticas; tomando como base el texto Una mujer y un hombre después de análisis de Leda Guimaraes y Luis Darío Salamone; el cual relata testimonios de los resultados que dejó el final de análisis para dos analistas.
Después del paso de varios años de haber finalizado la experiencia de análisis, Leda Guimaraes y Luis Darío Salamone, nombres de aquellos dos analistas que brindan su testimonio, decidieron mostrarnos y enseñarnos el saber que surgió de sus resultados experienciales. Hubo un interesante análisis de la funcionalidad del gran Otro y la influencia que tuvo en sus vidas. También surgió la importancia de la distinción entre el goce del superyó del goce femenino y cómo estos conmocionaron en su estructuración subjetiva, llegando así a cuestionar su sentido de ser.
Por una parte, históricamente el significado de ser mujer ha tenido un sin número de transformaciones y se puede decir que las sigue teniendo. La manera como debería de ser una mujer sigue causando inconformidad para la mayoría y todo ello debido a los significantes que la sociedad a impregnado para el sexo, fundamentado por un sistema patriarcal. De acuerdo al psicoanálisis, que es el enfoque que nos interesa analizar, el tema de la mujer sigue siendo indescifrable, incluso uno de los máximos exponentes de esta corriente, Lacan, concluyó con la frase “La Mujer no existe”. Con esta frase Lacan trató de explicar que la mujer no podrá ser descifrada como tal a nivel simbólico, no existen significantes como tal que puedan dar cuenta que es ser una mujer; no se podría decir, nombrar, enunciar a manera general y universal “esto es ser una mujer”. 
No obstante, lo que Leda Guimaraes nos trae en el texto es que desde un vocabulario neurótico, la mujer tendrá cuatro palabras para poder ser nombrada, siendo dichas palabras herederas del trascendental complejo de Edipo, en las cuales jamás encontrará una identificación por completo para su ser, pero tampoco podrá escapar de ser nombrada a través de estas por otros - Otros; aquellas palabras usadas para nombrar a la mujer son: La Madre, La Puta, La Santa y La Hija (Guimaraes y Salamone, 2016, p.19).
Leda nos va a relatar cómo la palabra “Mundana”, la cual tiene el significado de puta desde el discurso religioso, significó para ella un goce mortífero, un goce superyoico que le provocaba sentimientos de culpabilidad, que le ocasionaba síntomas cuando se relacionaba con el otro de diferente sexo, lo que la llevó a cuestionarse sobre su ser de mujer. Todo ello debido a una frase en particular que escuchó “entre la vida y la muerte”, comenta que aquellas palabras la habían venido arrastrando tres generaciones de su familia, tanto su abuela, como su madre, y finalmente ella; interpreta que esas seis palabras designaban un lugar para la madre en relación al padre, es donde se encontraba ubicada su madre como mujer en posición a su padre. De lo que se podría interpretar que la madre como mujer se encontraba en total pasividad, como en el limbo y a merced de su parteneire amoroso-sexual.
Para Leda esta frase con contenido histórico de las generaciones de su familia, quedó impregnada como huella en su subjetividad, transformando su goce femenino en superyoico, demandante de pasividad, de inhibición como mujer sexuada. Cuando en análisis ella logra enunciar la palabra mundana, que si nos percatamos, es lo contrario a la posición en la que se encontraba la madre, cabe resaltar que su madre ocupaba el lugar de gran Otro en la subjetividad de Lena, tomándola como referente de la gran Mujer, la que se supone que sabría sobre feminidad; se podría decir que sale a flote su goce sexual femenino, dejando al olvido o más bien reprimido el goce mortífero superyoico que le hacía sentirse degradada e inferior como mujer. 
Dando como resultado, cierta satisfacción parcial al ser de mujer, por haber elegido identificarse con el nombre de Mundana, que en su estructura representaba su manera de desear sexualmente como mujer, de gozar de esa manera. Es así como Leda logra finalizar con su experiencia analítica, cambiando su posición subjetiva sobre lo que significaba ser mujer. Es así como para Leda una elección logra darle cierto sentido al sinsentido que representa el ser.
Por otra parte, siguiendo aún el enfoque psicoanalítico, conocemos que, en el caso de los hombres, lo que les brinda la identidad de alguna forma es el falo, que va a estar en equivalencia con el pene de su cuerpo; tomando una posición con respecto al tener o no. Es decir, de cierta forma, la construcción de identidad para el hombre va a estar en relación con la posición subjetiva que asuma, ya sea femenina o masculina. De acuerdo al complejo de Edipo, el hombre neurótico se va a estructurar a partir de ese significante falo, debido a la angustia que provocaría su castración. En el hombre psicótico, debido a esta forclusión del mencionado significante, habrá cierto empuje hacia la mujer. Mientras que, en el caso de los hombres perversos de estructura, al desmentir la castración, la angustia no va por el sentido del ser, de la identidad como tal, tema que el presente ensayo no nos ocuparemos de analizar.
Pero y entonces, ¿de qué depende exactamente ser un hombre? De acuerdo a Santos (1998) “ser hombre dependerá, por un lado, de la posesión y el goce del órgano y, por otro, de la identificación con el ideal del yo paterno y sus 'insignias' fálicas: tener prestigio, mujer(es), hijos, poder” (p.256). Todo ello resalta la prevalencia que ha tenido el sistema patriarcal en la subjetividad de todos los sujetos a manera general, ya sea hombre o mujer. Sin embargo, la explicación del ser no resulta tan sencilla como se lee.
Se podría decir que son los ideales, los que permitirán condensar el goce en el hombre. De ahí a que, de alguna forma se ubiquen como superior, vean a su otro sexo como objeto y haya degradación a la mujer. De acuerdo a Luis Dar Salamone, el mejor papel que la mujer puede hacer en la economía psíquica del hombre es ubicarse como su síntoma, ya que solo así el hombre podrá aunar amor, deseo y goce (Guimaraes y Salamone, 2016, p.63). 
En el tema del amor, cuando el hombre se relaciona con una mujer y la ama, pero esta se niega a ser ubicada como objeto de deseo para él, se podría decir que pueden ocurrir dos cosas: que el goce fálico del hombre no cede y prefiera abandonar a la mujer antes que elegir perder aquel goce, o que se ceda y el goce cobre otro estatuto, provocando síntomas que podrán verse reflejados en el cuerpo, como la impotencia sexual. De ahíla importancia del trabajo en análisis, dado a que podría transformar ese síntoma nocivo en potencial y lograr cierta estabilidad con su partenaire amoroso. Como lo menciona Salamone en su testimonio, de acuerdo a su experiencia, aquel síntoma que lo tenía desgastado se transformó en un potencial.
En definitiva, la experiencia de análisis permite que el sujeto, ya sea hombre o mujer, pueda articular su deseo con su goce y encontrar así una manera de hacer con los síntomas. Terminar el análisis, tanto en hombres como mujeres, permite que aquel vacío de ser, que provoca un retorno del real en la subjetividad, pueda darle una lógica y ser llenado de sentido, y en ese sentido, gozar. Al final, es cuestión de una ética de derecho, de elección por parte del sujeto.
Referencias Bibliográficas
 
Guimaraes, L. y Salamone, L. (2016). Una mujer y un hombre después del análisis. Buenos Aires, Argentina: Grama Ediciones.
Santos, L. (1998). ¿Qué es ser hombre? Reflexiones sobre la masculinidad desde el psicoanálisis y la antropología. Revista Colombiana de Psicología, (7), 252-257. Recuperado de https://revistas.unal.edu.co/index.php/psicologia/article/view/16073/16965

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