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resumen - Sistemas psicológicos contemporáneos I

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Sistemas psicológicos contemporáneos I – Resumen
Vilanova, A. – Problemas fundamentales
Se abordarán los conflictos internos de la psicología desde 4 dimensiones: la histórica, la teórica, la metodológica y la profesional.
Problemas históricos: la mayor parte de los psicólogos entiende que su disciplina advino al mundo en 1879, cuando, en conflictiva ruptura con la filosofía, es creado por Wilhelm Wundt el primer laboratorio experimental en Leipzig, Alemania. Sin embargo, este mito creacionista se ha visto empañado, más de una vez, por argumentaciones y evidencias de signo contrario. En primer lugar, se ha señalado que si el laboratorio experimental habría de considerarse la divisoria de aguas entre una psicología especulativa (filosófica) y otra empírica, el hito fundacional debiera atribuirse a Gustav Fechner (1860). Pero otras dos objeciones, también importantes, ensombrecen la imagen del Wundt fundador. Los italianos, atentos a sus propios próceres, se encuentran en condiciones de probar que el primer tratado de psicología experimental (1873) y también el primer laboratorio (1876) fueron obra del antropólogo Giuseppe Sergi. Por último, en estudios documentales sobre los epistolarios y los escritos públicos de Wilhelm Wundt han demostrado, poniendo en evidencia que fue, en realidad, un vigoroso opositor a la idea de separar la psicología de la filosofía, ya que, según él, un psicólogo puro no sería sino un mero tecnólogo, víctima inveterada de filosofías implícitas e ingenuas. Sobre esta base, algunos historiadores sugieren que el verdadero nacimiento de la psicología como disciplina independiente es solidario al de su emergencia como carrera universitaria y como profesión, hecho ocurrido en la última década del siglo anterior en EE.UU. Si ésta fuera el criterio, sería insoslayable el reconocimiento al pionerismo de Stanley Hall, primer doctorado en psicología y organizador de la primera asociación de psicólogos en 1892. Pero si se prestara atención a la noción de autonomía, parece seguro que la psicología nace con Johan Friedrich Herbart, que fue en primer pensador que anunció que ésta era una ciencia autónoma. Ha llegado a afirmarse también, que la psicología como ciencia natural nace en las inferencias observacionales que Charles Darwin dedica, en un significativo escrito, a las convergencias entre el psiquismo humano y el de los grandes primates. Por último, la observación como sustituto del experimento fue propuesta por la psicología patológica, la que puede considerarse nacida en Théodule Ribot, quien postuló que el único recurso válido para comprender cómo se estructura el psiquismo es la observación longitudinal de su desestructuración, lo que sólo ocurre en la enfermedad mental. Así, esta “Escuela de París”, antagonista a la de Leipzig, inició una tradición medicalista en psicología (Charcot presidió el primer congreso mundial de psicología en 1889) continuada por Pierre Janet. 
Parece evidente, a la luz de lo expuesto, que la psicología asoma al escenario de las ciencias como una empresa plural, de contornos imprecisos. 
Problemas teóricos: frecuentemente se señala la escolasticidad (división en escuelas) de la psicología con la intención de resaltar su “inmadurez”, su advenimiento reciente al sistema de las ciencias. Conviene, en primer término, recordar que nunca se partió en ciencia de un saber ya unificado. La psicología, entonces, posee sistemas, modelos y “escuelas” como cualquier otro emprendimiento científico. La existencia de escuelas no es un indicador de inmadurez sino del estado de ebullición propio de toda ciencia viva. El segundo planteo merecedor de problematización es el de un objeto estable, único, aceptado por todos. Las ciencias, en su rumbo veloz, estudian muchos objetos a la vez, y todos ellos se imponen como aceptables. Es que el mayor problema de la psicología contemporánea no es el de recortar su especificad frente a otras disciplinas o el de proclamar su madurez sino el de interrogarse sobre si su inaudita expansión no conspira contra la idea original de disciplina única, y sobre cuánto tiempo podrá sostener el “control jurídico”, bajo el vocablo psicología, de la profusa y heterogénea masa de investigaciones en curso. Lo anteriormente señalado obliga a encarar otro aspecto problemático de la teorización psicológica: el de constituir el puente conceptual que une los informes provenientes de las ciencias naturales con aquellos oriundos de las ciencias sociales. La investigación psicológica, en efecto, transita desde los tópicos más “microscópicos”, como pueden serlo el comportamiento segmental de alguna especie animal o de algún sector aislado del sensorio humano, hacia los más “macroscópicos”, como los fenómenos de muchedumbre, público, auditorio, o representación colectiva. Pueden mencionarse otros factores que inciden en los planos teóricos de la psicología. Uno de ellos es el carácter nacional de las tradiciones científicas, que ha producido modelos de la mente solidarios con las culturas locales. Estos modelos regionales, a su vez, han impulsado investigaciones empíricas con hallazgos no discutidos. También aspectos de orden académico, tales como la formación profesional de origen, han laborado a favor de teorías antagónicas pero promotoras, sin embargo, de evidencias empíricas inomitibles. Además de las coloraciones nacionales y académicas, la teoría psicológica ha sido y es influida por factores ideológicos, en el sentido amplio de este término. Finalmente, debe ser destacada la creciente ingerencia de las disciplinas en el interior mismo de la teorización psicológica. Los sistemas y escuelas psicológicos, entonces, constituyen una matriz inicial en la elaboración de diseños investigativos, y mudan incesantemente sus formas bajo el impero de influencias diversas. 
Problemas metodológicos: de la inveterada discusión metodológica en psicología, se extraerán para su examen 3 aspectos descollantes: la rigidez metodológica o “metodolatría”, la posibilidad de un sincretismo en lo teórico y la gran bifurcación hacia lo natural y lo histórico.
Un rasgo distintivo de la teorización psicológica lo constituye, como fue señalado, la proclamación de un objeto único, consensuado, universal. Este enclaustramiento en lo objetal ha producido la tendencia al método único, y por esta vía, al modelo explicativo único. Las escuelas psicológicas, si se las estudia desde esta perspectiva, serán menos flexibles cuanto menos acepten la posibilidad de la multiplicidad de objetos y de métodos. Si el objeto es solamente uno, el método habrá de serle solidario, alimentando la teoría por él mismo creada y generando una circularidad “intraparadigmática” de la que no es posible salir. Si esta tendencia, en cambio, pudiera revertirse aceptando la pluriobjetualidad (y por tanto la fluidez metodológica), las teorías comenzarían a admitir, aunque se desbarate parcialmente su orden interno, hallazgo de otras teorías que, evidentes a los ojos del lego, no pueden ser reconocidas por el propio psicólogo. Un camino hacia este logro podría constituirlo el “cruzamiento” entre métodos y teorías, esto es, la investigación experimental de los descubrimientos observacionales y viceversa, y la combinación de pasos correlacionales, diacrónicos y experimentales en un solo proceso investigativo. La posibilidad del sincretismo teórico, de una concepción general (aunque siempre provisoria) del psiquismo que aúne sin contradicciones las evidencias aportadas por sistemas divergentes, constituye otro problema para el metodólogo, aunque más difícil de afrontar que el anterior. Descartando el eclecticismo como recurso propio de la filosofía o de las artes, queda en pie la posibilidad de un pluralismo sistemático, o un sincretismo que armonice, sobre un cimiento empírico, conceptualizaciones capaces de resistir las exigencias investigativas. El tercer problema a presentar es inherente a la naturaleza misma de la psicología, la cual, se ha indicado, constituye una interdisciplina en la que se intersectan lo biológicoy lo social. Esto significa que sin la imaginación metodológica necesaria para articular los procesos natrales (más bien universales, nometéticos) con los culturales (más bien epocales, idiográficos) no parece posible encontrar patrones comunes, regularidades, leyes que den cuenta del psiquismo como un todo. Incómoda, por tanto, es la posición del psicólogo al tener, como meta final, la articulación puntual del hombre natural con el hombre cultural, o, dicho en términos más precisos, el establecimiento de los componentes filogenéticos y sociohistóricos y la descripción minuciosa de su ensamble. 
Problemas profesionales: la tendencia a la diferenciación que distingue a las ciencias y profesiones se manifiesta con plenitud en la proliferación de especialidades psicológicas, las cuales, en algunas naciones, ya alcanzan la cincuenta. Sin embargo, no todas estas praxiologías cuentan con respaldo científico, y es cada vez mayor la brecha que se abre entre el psicólogo investigador y el “aplicado”. El primero, sumido en un piélago de problemas de carácter limitado, obligado a la lectura de un número creciente de informes y publicaciones especiales, no está en condiciones de dar respuesta científica a los complejos problemas que ocupan al profesional. Este, a su vez, presionado por la exigencia de respuestas urgentes no encuentra, en el estado actual de la investigación, un aval confiable a sus intervenciones. Todo sugiere la imposibilidad de que un mismo personaje social pueda constituirse en indagador de tópicos puntuales y resolutor de problemáticas amplias, y parece éste un camino de no retorno. Esta situación se ve agravada por las tendencias de los grupos “profesionalistas” a desplazar, en la conducción de las asociaciones y cuerpos colegiados, al investigador básico. Al mismo tiempo, los reproches son mutuos. El psicólogo de los procesos suele percibir en el profesional a un improvisado que va más lejos de lo que la investigación es capaz de respaldar, y que ignora si su conocimiento progresa o por qué lo hace. El práctico, a su vez, imputa al investigador un excesivo centramiento en las funciones elementales que ocurren en breves escalas de tiempo, cuando lo que la sociedad reclama es un abordaje de las situaciones humanas complejas en procesos de larga duración. Otro factor de complejiza el futuro profesional del psicólogo es el desmesurado incremento de la matrícula estudiantil en todas las universidades, fenómenos que, de mantenerse constante, llevará a un mundo poblado por más psicólogos que habitantes en un lapso de dos siglos. Por último, resulta pertinente una mención a la formación de psicólogos en la América Ibérica, y a sus principales problemáticas. Como profesión, la psicología nació a fines del siglo XIX en EE.UU., y bastante tardíamente erradió a Europa e Iberoamérica. Aun hoy, hay más psicólogos en aquel país que en todos los demás juntos. (en Argentina se crea la profesión en 1956). Existe acuerdo en que la psicología iberoamericana transitó tres ciclos definidos, si bien con modalidades regionales. En primer término el psicólogo fue definido como un psicómetra, esto es, un auxiliar de la pedagogía, la medicina y la ergología que trasladaba a estos ámbitos conocimientos presuntamente nacidos en la experimentación de laboratorio. A partir de la Segunda Guerra el psicólogo se transforma en un asistente a la práctica de la orientación terapia, quehacer éste desde siempre reclamado por el médico y que promovió no pocas querellas jurídicas. El tercer ciclo de la psicología profesional iberoamericana se distinguió por el énfasis en los aspectos preventivos y comunitarios, por la investigación sobre los efectos de ese tipo de intervención, y por la consolidación en los planos legal y deontológico, tendencias que aún perduran. Algunos de los inconvenientes más señalables de la capacitación de psicólogos en Iberoamérica los constituyen los avatares políticos, la escasez de presupuestos para la investigación básica, la carencia de bancos de datos y bibliográficos actualizadas y la imprecisión en la demarcación del rol profesional. 
Vezzetti, Hugo – Las psicología del fin de siglo a la luz de su historia
En el propio enunciado “psicología del fin de siglo”, están presentes dos proposiciones: la idea de una nueva etapa para la disciplina que vendrían a cerrar un ciclo y la proposición de que no hay una sino varias psicologías. La primera suposición se da en un clima, propio del “fin de siglo”, que parece intensificar cierta “conciencia de crisis”. Sobre esto hay que distinguir dos cosas. Por una parte, la consideración de la psicología como una disciplina “problemática”, caracterizada por una falta de unidad y una cierta inconsistencia científica ha acompañado el proceso de implantación y desarrollo de las disciplinas psicológicas a lo largo de este siglo. Por otra parte, esta “sensibilidad” presente frente a cambios profundos, sociales y políticos, culturales y de pensamiento parece corresponder a la vivencia del fin de un ciclo histórico y la transición, llena de incertidumbres, hacia un futuro sobre el que no sabemos casi nada. Cualquier ejercicio de anticipación de las psicologías del futuro requiere de una mirada al pasado, sobre todo al proceso “problemático” de su constitución como campo científico y profesional. En cuanto a la segunda proposición, la que habla de las “psicologías”, sin duda alude a un tópico central y enuncia un estado de la materia que ha sido, distintamente, caracterizado como pluralidad o fragmentación. Y por supuesto, como esas expresiones lo muestran, ha sido, también, valorizado de modos bien distintos, como un rasgo favorable al desarrollo y al futuro del campo disciplinar o, por el contrario, como un factor de inconsistencia y falta de cohesión que tiende a disolverla. 
Como sea, el uso plural es indicativo de un rasgo de “dispersión” y de tensiones que no es nuevo y que tiene que ver con la heterogeneidad de tradiciones teóricas, de “objetos”, métodos y ámbitos de aplicación. Como lo ha señalado Caparros en el artículo citado, el término “crisis” se presta a equívocos si se lo toma en el sentido de Kuhn, porque puede hacer suponer que hubo en algún momento algo así como una “ciencia normal”, un “paradigma” aceptado, respecto del cual el estado actual de la disciplina mostraría un estado de convulsión. Pero nunca hubo tal cosa. En todo caso, si algo ha cambiado hoy es que se admite más francamente esa heterogeneidad originaria, Creo que éste es un rasgo presente que va a perdurar y a acrecentarse: el reconocimiento y la admisión de la pluralidad constitutiva del campo. Ya no hay condiciones, afortunadamente, para proyectos que busquen constituir la “unidad” de la psicología.
Me interesa exponer y desarrollar esta tesis: hoy tiende a admitirse la pluralidad del campo y no puede evitarse cierto juicio sobre ella, aunque, por supuesto se la interpreta y se la valoriza de modos muy diferentes. 
La posición del historiador: ante todo, la historia, por lo menos, permitiría plantear las preguntas “genealógicas” acerca de cómo este campo disciplinar se fue formando. Ahora bien, planteada en general la relación de una disciplina, en sus realizaciones presentes, con su historia es diferentes en las ciencias naturales y en las ciencias humanas y sociales. En las ciencias naturales, la historia no parece cumplir un papel muy importante en el estado presente d la disciplina: basta estar “actualizado”. Es decir que los practicantes de las ciencias naturales tenderían a pensar que lo importante ha sido incorporado a las producciones científicas vigentes y que, en todo caso, la historia puede valer para confirmar lo que ya se sabe; de allí nace la búsqueda del “precursor” o del “antecedentes”. No habría necesidad de volver a tomar contacto con las investigaciones de un pasado que se considera remoto y superado; la idea subyacente es la del “progreso” de la ciencia. Ahora bien, la relación con la historia es distinta en las humanidades y, de algún modo, en las ciencias sociales.La consideración crítica de los trabajos pasados no sólo tienen un valor formativo para el que busca introducirse en la disciplina, sino que a menudo está incorporada en los trabajos presentes. En el caso de las ciencias sociales se da una situación intermedia; hay una amplia gama de investigación empírica, objetiva y cuantificable, según los patrones de un saber acumulativo, pero cuando se trata de interpretar, de conceptualizar los fenómenos, hay problemas y autores clásicos de la teoría social y política que no pueden ser eludidos. 
¿Y la psicología? En primer lugar, sería difícil ponernos de acuerdo acerca de quiénes son nuestros “clásicos”, eso que la literatura constituye como el “canon”; pero aun más difícil sería ponernos de acuerdo acerca de si deben ser leídos hoy, si se debe recurrir a ellos a partir de preguntas y de problemáticas actuales. Lo que surge, entonces, es la vieja cuestión de si la psicología debe ser considerada una “ciencia natural” o si es más parecida alas “ciencias humanas”. 
Me interesa proponer que la perspectiva del historiador, es decir de la “nueva historia”, a la vez que es capaz de advertir los signos de la “crisis” en las tradiciones historiográficas, al plantarse cómo escribir (o mejor reescribir) la historia de la psicología está incorporando algo de los interrogantes y de las incertidumbres presentes en el propio campo de la psicología académica. Si la historia, e un sentido, siempre s escribe desde preguntas que se formulan en el presente (pero las respuestas no deben estar ya dadas desde el presente) esas preguntas no dejan de formarse en un espacio de inquietudes y perplejidades que los historiadores, en cierto sentido, comparten con los científicos. La aparición de una impresionante producción historiográfica (y dl nacimiento de sociedades científicas, publicaciones, posiciones académicas) es un indicador a tomar en cuenta. En general, no sólo en la historia de las disciplinas, el recurso a la historia y a la revisión del pasado suele ser un indicador de las crisis y las incertidumbres en el presente.
La nueva historiografía: veamos qué ha producido la nueva historia y qué puede decirnos sobre las tendencias presentes. Ante todo, ha reconstituido las visiones sobre el pasado de la psicología en el sentido de reconocer, e indagar, el espacio de una ciencia problemática. 
1. La historia de la psicología no puede ser indagada de un modo aislado respecto de otras disciplinas y de la historia del pensamiento y la cultura. Las preguntas centrales de esta nueva historia entonces, no se refieren solamente a la constitución de la disciplina en el terreno de los conceptos, los métodos y los problemas (aunque hay mucho investigación en este sentido), sino cómo se constituye una comunidad académico-profesional.
2. Esa nueva historia busca, entonces, reescribir el proceso de formación y constitución de la disciplina y necesariamente tiene que remontarse a los comienzos para examinar, no una, sino varias “fundaciones conceptuales” a lo largo del siglo XIX. De acuerdo con el libro citado, ellas son: *Kant y la “fundación filosófica” que impacta fuertemente en toda la tradición alemana, hasta Wundt. *Fechner, la física y la Naturphilosophie, es decir el marco a la vez filosófico y científico que da nacimiento a la psicofísica y al desafío de medir “energías mentales” en términos de magnitudes físicas. *Darwin y la biología, es decir el impacto de la resolución darwiniana en la emergencia de problemas y modos de concebir el estudio de las funciones mentales y el comportamiento. Ahora bien, en su búsqueda de alcanzar legitimidad académica como una disciplina científica autónoma, buscó asimilarse a las ciencias naturales, aunque nunca dejaron de aparecer voces entre los mismos psicólogos que planteaban su preocupación por no alcanzar un estatuto suficientemente legítimo en términos de esos parámetros de cientificidad.
3. En el siglo XX las tensiones entre la disciplina científica y la dimensión “tecnológica” y profesional forman parte del desarrollo de la disciplina y acompañan su implantación en la sociedad. Lo dominante en este período ha sido la presencia del psicólogo en marcos no académicos y la red de apoyos y financiamiento que se teje en directa relación con las demandas de la sociedad: educación, prensa, gobierno e instituciones militar y judicial. Al mismo tiempo se edifica la implantación y la eficacia del psicólogo como “experto”. En ese sentido, al lado de la implantación institucional de la disciplina en ámbitos académicos, se reconoce una instalación más amplia y extendida en la sociedad: el reconocimiento de una dimensión subjetiva y la función de describir, interpretar y, eventualmente, “gestionar” los desequilibrios y “malestares” asociados al cambio social y la modernización. Se reconoce así una función “compensatoria” de las ciencias sociales y humanas en su dimensión aplicada. Ahora bien, en las dos dimensiones, el siglo XX muestra una verdadera “explosión” de la “investigación” y la “aplicación”, al mismo tiempo que la psicología se extiende por el mundo, a partir de los límites iniciales. Es bastante sabido que la “profesionalización” adquirió un perfil predominantemente orientado hacia la práctica y lo que podría llamarse la dimensión “tecnológica” en la clínica, la educación, la producción industrial, la criminalidad y la penalidad jurídica, etc.
4. La visión “revisionista” es crítica respecto al estatuto de “ciencia” alcanzado: en la medida en que han tomado prestado categorías y métodos de las ciencias naturales se habría fallado en la construcción de categorías explicativas y métodos de investigación apropiados a su “objeto”. El problema es la emergencia problemática y la autodefinición gradual de una disciplina entre otras y las relaciones que necesariamente establece con las tradiciones científicas, las comunidades y la organización académica y profesional, los usos tecnológicos y los requerimientos de las instituciones de la sociedad, incluyendo la amplia implantación de la psicología como discurso cultural. 
5. En cuanto al tema de las psicologías “en” la cultura, lo que sale a la luz es el indisociable entrecruzamiento de las tradiciones teóricas y metodológicas con rasgos culturales y situaciones nacionales diversas. 
Revisiones actuales sobre el estado de la disciplina: en cuanto a la “psicología académica” y la investigación, me interesa destacar una preocupación que se refiere a lo que se llama “tendencias centrífugas” en psicología. El proceso planteado se refiere al modo de concebir y presentar a la psicología, lo que supone enfrentar una oposición entre considerarla como una “disciplina unitaria”, con un núcleo central firme, o como una serie de áreas relativamente independientes. Ahora bien, surgen otras líneas de fractura, que se agregan a la grieta que separa la ciencia de la profesión. En efecto, habría, una “brecha cultural” dentro del campo de la psicología: en la disciplina conviven “dos culturas”. Me refiero a la separación entre la cultura científica y la cultura de las humanidades, consideradas como algo más que una distinción de enfoques y tradiciones de conocimientos en la medida en que separaría dos sistemas de valores, de creencias, de lenguaje. Esta segunda línea de fractura nace, entonces, de una suerte de visión “antropológica” de la disciplina: en el “territorio” de la psicología habitan dos tribus básicamente incomunicadas. De modo que esta separación ya no sigue estrictamente la oposición ciencia/profesión sino que se superpone y la atraviesa en diagonal. Y si se toma al pie de la letra la figura de las dos culturas tendríamos que admitir una disciplina “bicultural”, afectada de una surte de “bilingüismo” inherente y profundo. Las tensiones entre la tradición de las ciencias humanas y los modelos científicos y de investigación de las ciencias naturales reflejan, entonces, algo más que una confrontación metodológica. Se trata d una disociación más profunda, una incomunicación que, por supuesto, no se señala porprimera vez.
Existiría una tercera “tendencia centrífuga”. Destaca al algo que es hoy admitido en general: los avances en la investigación académica, en las últimas décadas (tanto en la investigación empírica como en la producción de nuevas teorías) se concentraron en las áreas de la cognición y las neurociencias. Y sin embargo, esos avances no produjeron una mayor unidad metodológica y disciplinar sino todo lo contrario: “una colección de áreas de investigación relativamente independientes”. Como consecuencia ve con preocupación que se hayan establecido en diversas universidades centros de investigación en “ciencia cognitiva”, por una parte y en “neurociencia”, por otra, como nuevas unidades académicas, por fuera de los departamentos de psicología y como polos que atraen a los investigadores y docentes psicólogos. En fin, el espacio académico de la psicología se vacía y se “desgrana” hacia otras áreas disciplinares. 
Al mismo tiempo, no deja de admitirse que, junto a esos riesgos (falta de unidad, fragmentación y “divisibilidad”), las tendencias “centrífugas” habrían beneficiado a la psicología a través de la interacción con otras disciplinas, con nuevos modelos de investigación y encuadres de formación más abiertos y extendidos. Es decir que no se trata simplemente de celebrar las tendencias “centrípetas” que si bien aseguran la unidad, la estabilidad y la armonía, a la vez pueden producir inmovilidad, esclerosis y una formación reproductiva y auto-protegida. Más bien se trataría de apostar al crecimiento de las áreas que “conectan”, que establecen puentes y abren nuevas perspectivas de investigación y aplicación.
Schneider, propone una formación interdisciplinaria y multidisciplinaria, en el estudio, la investigación y el compromiso con la comunidad, a través de un Colegio de Estudios Biopsicosociales. Como es ese campo epistémico la psicología es la disciplina que tiene raíces firmes tanto en lo biológico como en lo social, debería liderar esa empresa de pluralización, en un ámbito de formación que contendría: biología (especialmente del desarrollo), ciencia cognitiva, sociología, economía, antropología social y cultural, y algunas otras materias. Lo importante para este autor, en todo caso, es que se favorezcan los abordajes transdisciplinares. 
Aroza, Ana, Nóbrega, Elizabet, Orellano, Claudia – Crisis de seguridades ontológicas. Análisis crítico del poder, del saber y del ser en la formación científica-profesional.
De la lógica del poder: Tomás Ibáñez Gracia presenta una categórica tesis al plantear que la Psicología se ha transformado en un “dispositivo autoritario”, en un arma de dominación agrega el autor. La construcción y transmisión del conocimiento de la realidad psicológica debe interrogarnos en torno a este peligro que conlleva adjudicarnos el lugar del “supuesto saber” en la incidencia que la Psicología, como ciencia y profesión, tiene sobre la calidad de vida de las personas. La manera en cómo se construya e interprete el análisis de determinado fenómeno psicológico, nos habla de un proceso particular de producción, afectado necesariamente por una práctica de poder. En este sentido Maritza Montero propone explicitar las dimensiones que comprende un paradigma y no dar por sentado que cuando se realiza una investigación los valores, creencias, los términos de poder político y económico o los dogmas, adquieren por parte del investigador, carácter neutral para acceder al ideal en que se sustenta la objetividad científica. La dimensión política analiza las relaciones que se plantean en torno a la dinámica del poder. Todo conocimiento ese sustenta en una propuesta de acción política, decimos tal o cual cuestión acerca de la disciplina desde una posición, desde hacerse y decires entramados en discursos de poder. Saber es poder.
Algunos abordajes que hacen tambalear supuestos hegemónicos: pluralismo, pensamiento complejo y sincretismo.
Pluralismo: Frederic Munné observa con agrado la proliferación de teorías en el campo de la psicología, lo contrario responde a un enfoque monista apoyado en los ideales anteriormente mencionados de la verdad con mayúsculas y en el criterio de objetividad por correspondencia. El pluralismo esboza diferentes niveles de análisis en la formalización teórica. Munné plantea que cualquier teoría tiene un referente dado por una determinada concepción del ser humano, asociada a una determinada concepción sobre el conocimiento científico, en el primer caso se refiere al paradigma y en el segundo al metaparadigma. El pluralismo al analizar diferentes aspectos de la realidad, refleja la inabarcabilidad de la realidad por la teoría, no es que no se pueda conocer todo, sino que no se puede conocer todo a la vez. Tanto el principio de totalidad como el de inabarcabilidad nos muestran una realidad compleja e inconmensurable. 
Pensamiento complejo: se caracteriza a la realidad como ordenada, perfecta y armoniosa, sin embargo desde la complejidad, la realidad es caótica y a la vez ordenada, es irregular y a la vez regular, además de orden y caos en los objetos y procesos de la realidad, se dan regularidades e irregularidades. La realidad también es borrosa y a la vez contradictoria. La complejidad de la realidad no afecta al conocimiento de la misma y por lo tanto al conocimiento científico, “no solamente hay que hablar de una ciencia de la complejidad sino también de la complejidad de la ciencia. El alcance ideológico de la complejidad viene dado por su contenido, en el caso de los parámetros acerca de la normalidad, la ausencia de orden dada por el caos ya no resulta un fenómeno patológico sino un aspecto constitutivo de la realidad. 
Sincretismo: Marc Richelle denomina sincretismo a su propuesta integradora “la que no debe limitarse a retener de las teorías existentes los elementos más sólidos o más aceptados”. Examinar, apreciar y analizar los modelos teóricos atendiendo y priorizando los problemas como guía de las demandas sociales, tal examen se extiende a los métodos para que no se interpongan como pantallas interpretativas, por lo que resulta necesario el entrecruzamiento de los mismos. En cuanto a la formación de los futuros psicólogos promueve la posibilidad de asegurar en las universidades, un conjunto diverso de profesores para garantizar la oferta de las grandes orientaciones teóricas y metodológicas, modelos de enseñanza que ayuden a la confrontación por parte de docentes de diferentes corrientes y abordar juntos un mismo tópico con sus estudiantes, propiciando una transmisión de saberes centrada en los problemas. Tomando en cuenta la función que en la formación de grado académico, tiene la transmisión del propio saber de la disciplina, en este caso de la psicología, buscamos transmitir en los estudiantes, una disciplina científica pluriobjetal y plurimetodológica, en constante crecimiento y transformación, dentro de un contexto socio histórico, político, ético y económico, con lo cual, no hace más que revelar el carácter problemático de su territorio. Los modelos teóricos o paradigmas psicológicos que forman parte de nuestra propuesta pedagógica se presentan en base a la concepción de que cada modelo o paradigma responde a un marco que encierra un conjunto provisorio de afirmaciones y creencias, que guían al investigador en temas o tópicos en cuanto objeto, método y teorías. Esto nos lleva necesariamente a pensar un modelo de saber y hacer ciencia dentro de una epistemología compleja que implica aceptar una naturaleza múltiple y diversa, que nos permita articular “…saberes dispersos, diversos y adversos entre sí, pensamiento en el ámbito de la epistemología de la ciencia que se lo conoce como paradigma de la complejidad, que busca reconocer lo singular y lo concreto sin desunir, sino ligando en un juego dialógico entre orden-desorden-contexto-organización-incertidumbre”.
La complejidad se presenta como desafío, no como respuesta. Implica nuevos conceptos, nuevas visiones, descubrimientos y reflexiones. 
Montero expresa que todo paradigma conlleva cinco dimensiones:ontológica, epistemológica, metodológica, ética y política. Aceptar en toda forma de conocer, la mutua interrelación entre sujeto y objeto, implica necesariamente aceptar una otredad, no constituida necesariamente a partir del UNO, supone admitir formas distintas de conocer, totalmente otras y supone también el diálogo con ese Otro en un plano de igualdad basado en la aceptación de la distinción y no en la semejanza o complementariedad. Emmanuel Lévinas llama acontecimiento al encuentro con el Otro, lo califica de acontecimiento fundamental. Estas posiciones y reflexiones reflejan también nuestras propias concepciones con respecto al Ser de la psicología. La búsqueda del nuevo sujeto epistémico, devela la crisis de la episteme moderna, e invita a analizar las aporías heredadas del paradigma positivista. 
Subjetividad: que consiste básicamente en la interrogación de los sentidos, las significaciones y los valores, éticos y morales, que produce una determinada cultura y su forma de apropiación por los sujetos, es decir las propias maneras de ser y estar en la cultura. La subjetividad se forma en relación a la subjetividad de los otros. Es lo que se intercambia entre los Sujetos. No existe una subjetividad que pueda aislarse de la cultura y de la vida social, ni tampoco existe una cultura que pueda aislarse de la subjetividad que la sostiene. Cada época determina una forma de hacer interior lo exterior, y esa forma de plegar el afuera es lo que llamamos proceso de subjetivación. Ese espacio imaginario que no se sitúa en el interior no en el exterior del individuo, sino en el borde que vincula el adentro y el afuera de manera continua, rompiendo así, con las dicotomías entre el adentro y el afuera, entre lo mío y lo otro. La producción de subjetividad incluye todos los aspectos que hacen a la construcción social del sujeto en términos de producción y reproducción ideológica y de articulación con las variables sociales que lo inscriben en un tiempo y un espacio particular. El proceso de subjetivación se relaciona con la posibilidad de reconocernos en nuestra singularidad, los efectos subjetivantes tienen relación con la otredad que nos habita. 
Munné, Frederic – Pluralismo teórico y comportamiento social
El hecho de la pluralidad de teorías: el avance teórico en las ciencias y más particularmente en la psicología social se caracteriza por una imparable proliferación de teorías y la constante oferta de alternativas fundamentales. El pluralismo teórico no es un hecho nuevo, pero sí su exacerbación actual. Ante esto, cabe insistir en la vieja cuestión de ¿por qué no hay una sola teoría? Lo primero responde a un enfoque monista, empeñado en disponer de una teoría indiscutible, sostenida por todo el mundo. El mito de una teoría unificada tiene claras connotaciones de imperialismo metodológico.
Los niveles de formalización de la teoría: se entiende que toda teoría es una interpretación formalizada, más o menos general, que enmarca algún aspecto de la realidad. La teoría es significante de la realidad, al encerrarla en un marco y aprehenderla más o menos formalizadamente. Por supuesto, un marco (teoría) también puede enmarcar la realidad teórica (otras teorías). En su aceptación digamos mínima, el término teoría remite a las teorizaciones puntuales, en las que la concreción es máxima y la generalización escasa. Se trata de microteorías, que como tales están pegadas a los datos. En el otro extremo, o sea cuando el grado de generalización es máximo, tendríamos las grandes teorías, despreciadas por unos y encumbradas por otros. Entre ambas acepciones, las teorías de alcance medio protagonizan el actual desarrollo de las ciencias sociales. En un sentido más amplio, cualquier teoría, sea cual sea su alcance, tiene un referente más o menos implícito que, en las ciencias humanas, viene dado por una determinada concepción del ser humano asociada a una también determinada concepción sobre el conocimiento considerado científico de aquél. Llamaremos paradigma al primero y metaparadigma al segundo. Por último, toda teoría pertenece a un ámbito disciplinar, que aporta el contexto fenoménico al que aquélla se refiere. 
Modelo concéntrico de los niveles de formalización teórica:
Nivel I: las microteorías. Por ejemplo, la teorización que destilan muchas hipótesis experimentales o estudios empíricos.
Nivel II: las teorías de alcance medio. Por ej. El interaccionismo simbólico o el sociocognitivismo.
Nivel III: los paradigmas, por ej., el interaccionismo simbólico o el sociocognitivismo.
Nivel IV: los metaparadigmas, traducibles por ej., en el positivismo o el estructuralismo.
Nivel V: el ámbito disciplinar. Así, la psicología social, como un campo de teorización relativamente autónomo.
Cabría reservar un nivel a las grandes teorías. Pero, aparte de lo que se dirá más adelante, se prescinde del mismo porque carecen de relevancia o si la tienen se confunde con algún paradigma; como la teoría del psicoanálisis. No todos los niveles de formalización tienen la misma naturaleza epistemológica. Los dos primeros (marcos de alcance) forman un continuum de carácter escalar. Esto les confiere propiedades fractales, lo cual significa por ejemplo, que los sesgos o deformaciones de una microteoría se reproducirán aunque no idénticamente e la de alcance medio que la integre, y viceversa. Por su parte, los niveles III y IV (marcos de sentido) modelizan creencias y valores. En cuanto al último nivel, su naturaleza disciplinar revela una entidad configurada por las relaciones interdisciplinares, que son fuente constante de nuevo ámbitos. 
El nivel paradigmático: Grosso modo, el nivel de los paradigmas corresponde a lo que suele considerarse las grandes corrientes, tendencias u orientaciones de una disciplina, cada una de las cuales agrupa un conjunto, más o menos vasto, de teorías y excluye el resto. Se trata, pues, de unos auténticos marcos, que delimitan unos puntos de vista propios. Las teorías de un marco se interesan por una misma clase de cuestiones o problemas, tienen una terminología común o al menos intercambiable con sentido y los científicos que las sostienen forman una comunidad suficientemente diferenciada por sus raíces e intereses. Cuando estos marcos se diferencian por sostener diferentes supuestos epistemológicos con respecto al ser humano, estamos ante los paradigmas. Un paradigma es un patrón de investigación, definitorio de problemas y métodos, asumido por una comunidad científica para su práctica y que comparte unos presupuestos, incuestionados como tales, así como unos mismos canales de comunicación, terminología, métodos y valores. La acepción aquí empleada, en cambio, se centra en el referente de todo ello, dado por un modelo (teórico) del ser humano (en las ciencias de la naturaleza, un modelo del mundo natural), que se basa en la imagen que se tiene del mismo. Así entendido, el contenido de un paradigma consiste en un conjunto coherente y relativamente autónomo de premisas, que subyace en todas aquellas teorías que obtiene su significado de un mismo modelo. En la psicología social destacan básicamente los siguientes marcos paradigmáticos: 1. El marco psicoanalítico social: derivado del psicoanálisis. 2. El marco conductista social aplica al comportamiento social el esquema E R del conductismo psicológico, sobre todo en su versión mediacional. 3. El marco sociocognitivo se refiere a cómo el sujeto organiza en su mente el mundo social, y por lo tanto a los modos cómo llegamos a tener un conocimiento estructurado de ese mundo, conocimientos en el que la percepción de la realidad importa más que la propia realidad. La clave de la explicación reside en la mente. 4. Otro marco psicosocial proviene de la tradición del rol. 5. El marco psicosocial inspirado en el pensamiento de Marx ve el comportamiento social como un producto de relaciones de dominio y explotación, generadas dialécticamente por sendas contradictorias internas, o sea por la propia situación. 6. Por último, hay un paradigma humanista que enfatiza el desarrollointegral del ser humano como hacedor de si mismo
La descripción de los marcos paradigmáticos en psicología social pone de manifiesto las características del nivel III: a. el modelo del ser humano es el elemento nuclear de los paradigmas en las ciencias humanas. B. cada paradigma psicosocial se refiere a un aspecto determinado del comportamiento social. C. al tener cada marco un lenguaje propio, los conceptos temáticos de un marco no tienen sentido en otro, y si lo tienen no poseen el mismo sentido. D. cada marco empleará los métodos y las técnicas de investigación o intervención según el aspecto del comportamiento cuyo estudio o tratamiento se propone como objetivo. E. finalmente, cada marco tiene unas posibilidades y tiene también unas limitaciones: sus propias posibilidades y limitaciones.
El nivel paradigmático: varios paradigmas pueden coincidir y formalizarse en un mismo modelo de ciencia. El producto teórico así compartido enmarca diferentes aspectos de lo mismo, tratados desde una común concepción de la ciencia. Es un metaparadigma. Este nivel tiende a polarizarse, al menos en las ciencias sociales. En el caso de la psicología social, se detectan “claramente” dos grandes metaparadigmas, que a falta de una denominación mejor llamo interaccionismo psicosocial y personalismo.
	Interaccionismo psicosocial
	Personalismo psicosocial
	Mecanicismo
	Humanismo
	Ciencia natural
	Ciencia cultural
	Positivismo
	Antipositivismo
	Crítica técnica y formal
	Crítica axiológica e ideológica
	Énfasis en el objeto
	Énfasis en el sujeto
	aproximación micro
	Aproximación macro
	Unidad de análisis atomística: la interacción
	Unidad de análisis holística: la persona
	Análisis estructural y/o funcional
	Análisis causal: genético o dialéctico
	Setting artificial
	Setting natural (y cotidiano)
	Ciencia dura
	Ciencia blanda
	Cuantitativismo
	Cualitativismo
	Conocimiento nomotético
	Conocimiento ideográfico
	Fisicalismo
	Filosofismo
	Derecha ideológica
	Izquierda ideológica
	PSICOLOGÍA SOCIAL FRÍA
	PSICOLOGÍA SOCIAL CÁLIDA
El metaparadigma interaccionista es compartido por el sociocognitivismo y el conductismo social. Y el metaparadigma interpersonalista, por la psicología social marxista y la humanista. En una posición híbrida, intermetaparadigmática, que les acarrea innumerables problemas, están el psicoanálisis social y el marco de los roles y sus derivados.
Consideraciones generales sobre los niveles de formalización: ahora pueden comprenderse mejor las diferencias entre los paradigmas y los metaparadigmas. Aquellos son referentes previos sobre lo que conocemos, mientras que éstos sobre cómo lo conocemos.
Cuantitativamente, a más paradigmas más aspectos de la realidad pueden cubrirse. Pero cualitativamente, los paradigmas (casi como los metaparadigmas) son difícilmente encajables. Con unos y otros sucede como con aquella conocida figura guestáltica de la vieja y la joven: o se ve una o se ve la otra, pero no ambas a la vez. Uno no puede pensar o trabajar, simultáneamente, con más de un metaparadigma o paradigma. 
Trasfondo epistemológico del pluralismo teórico: el pluralismo teórico, al actuar por aspectos de la realidad, refleja la inabarcabilidad de la realidad por la teoría. La inabarcabilidad no significa que no podamos conocerlo todo, sino más bien que no podemos conocerlo todo a la vez. La inabarcabilidad muestra que el perspectivismo del pluralismo teórico se debe no tanto a la toma de posición y la circunstancia del sujeto y a la percepción sociohistórica como a una cualidad epistemológica del objeto. La inabarcabilidad, que manifiesta la complejidad de la realidad, constituye un principio epistemológico fundamental, que está en contradicción dialéctica con otro principio fundamental. Es el principio de totalidad, según el cual para no desvirtuar el objeto éste debe ser aprehendido en toda su realidad, o sea, en toda su dimensión y en todo su contexto. La totalidad es una contrapartida de la incertidumbre. En virtud de la inabarcabilidad, los paradigmas y metaparadigmas son aproximaciones, en el sentido literal del término, a la realidad. En otro aspecto de la incertidumbre también se manifiesta la inabarcabilidad. A más nivel de formalización teórica nos alejamos de la realidad; pero, en cierto sentido, nos acercamos a ella por ser más abarcador el nivel superior. 
Pluralismo teórico y ciencia crítica: por definición, toda ciencia es crítica. Pero esto únicamente es así en términos de crítica interna. El conocimiento dogmático, que crea una ilusión de totalidad, acecha al científico. El teórico tiende a la monogamia epistemológica. En cambio, el práctico recurre intuitivamente al pluralismo, moviéndose con cerita soltura y más o menos congruentemente entre los paradigmas e incluso metaparadigmas disponibles. Sería grave deducir que el pluralismo supone que se pueda sostener cualquier teoría. Todo lo contrario. Los diferentes paradigmas o metaparadigmas, al no referirse a lo mismo sino exactamente a aspectos de lo mismo, son en rigor incomparables. Por ello, puede no ser incoherente acogerse, en cuestiones diferentes, a diferentes marcos. Y ahí entra la dimensión crítica del conocimiento científico, exigida por la naturaleza epistemológica de los niveles superiores. Se trata de la crítica externa. La distinción entre crítica interna y crítica externa se refiere a si un marco es valorado desde dentro o desde fuera de si mismo, lo que en rigor afecta a los niveles superiores, ya que los inferiores discriminan relaciones de alance. Esta distinción es clave, porque en la crítica interna, el sujeto se adecua al objeto, mientras que en la externa es el objeto el que queda adecuado al sujeto. Si en el primer caso la objetividad parte del objeto, en el segundo parte del objetivo. 
El pluralismo teórico es una condición sine qua non para una ciencia plenamente crítica, es decir, para una ciencia que asuma la crítica externa, que es la sustantiva y la que produce reactancia. Los protagonistas de una ciencia crítica, en este sentido no más propio pero sí más fuerte, son los paradigmas y los metaparadigmas. Por eso una teoría unificada sería la muerte de la crítica externa. Dicho de otro modo, las microteorías y las teorías de alcance medio son relativamente inmunes a la crítica externa, mientras que los paradigmas y metaparadigmas lo con a la interna.
Balance del pluralismo teórico: el pluralismo teórico tiene un poso de ambigüedad. Cuando queda fuera del marco asumido carece de significado. Lo fundamental, es que el marco siempre lo ponemos nosotros. Por eso, a medida que más nos afecta, menos se acepta el pluralismo teórico: si en la intervención es habitual recurrir a él y en las técnicas se reconoce, en los enfoques metodológicos se plantea con resistencia y en la teoría se evita. El pluralismo teórico es la democratización de la ciencia y conlleva el precio y sobre todo el riesgo de la elección. En principio y epistemológicamente, no hay ninguna razón para preferir una teoría a otra, al menos en los niveles superiores. Otra cuestión es que el grado de evolución o madurez confiera más potencialidad a uno u otro paradigma o metaparadigma. Y que tanto el rechazo como la aceptación vayan orientados por el objeto y el objetivo. En consecuencia, el pluralismo teórico invita a reflexionar sobre la validez y la verdad de las teorías. El pluralismo teórico tiene repercusiones metaparadigmáticas. Es un modo alternativo de teorizar, que obliga a convivir con la contradicción epistemológica entre la inabarcabilidad y la totalidad. Porque si bien nuestro conocimiento no llega a agotar la realidad, ésta no deja de ser total. Por eso, aunque sólo cabe asumir la inabarcabilidad, hay que apostar por la totalidad, persiguiéndola como principio inalcanzable.
Postcriptum: pluralismo teórico y complejidad: la multiplicidad de teorías no se debe sólo a la formalización en diversos niveles del conocimiento científico no a que cada teoría abarque parcialmente la realidad. El universo de teorías existentes, en inacabablesurgimiento, refleja la complejidad de la realidad. A partir de las teorías e investigaciones que la tratan directa e indirectamente, sostengo un concepto de complejidad cualitativo, descriptivo y operativo referido al conjunto de propiedades no lineales de la realidad. Pues bien, en tanto las teorías forman parte de la realidad, la complejidad no les es ajena, siendo el pluralismo una manifestación de ello. 
Clase teórica Nº1
Sistemas en Psicología: conjunto provisorio de afirmaciones y creencias; nexos conjeturales de causación o correspondencia que guían al estudioso en temas o tópicos de la disciplina en cuanto al objeto, método y teorías para la producción de conocimiento y desarrollo de la ciencia. 
El concepto acuñado por Kuhn de paradigma se puede utilizar como sinónimo de sistema, ya que se concibe como: conjunto de concepciones más amplias y generales acerca de la realidad y del hombre, de los métodos que deben emplearse para abordar su estudio y las maneras legítimas de plantear las cuestiones. Afinando el término, llamamos paradigma a esa visión de la realidad que está internalizada en nosotros y que se expresa en nuestros modos de acercarnos con curiosidad a los fenómenos que observamos, a los conceptos que utilizamos, siendo nuestros supuestos más generales, recortan nuestros problemas, guían nuestras hipótesis y es el abono de nuestras teorías.
Es desmedido desarrollo de la psicología en los tiempos actuales; el abandono de la “gran teoría” a partir de los años 60, la hiperespecialización y la incomunicación entre los expertos de cada área, hace que el adherir a un sistema psicológico omniexplicador e insensible a los hallazgos de los demás, sea considerado parte del pasado histórico de la psicología. En un sentido epistemológico, la psicología es considerada como una interdisciplina biosocial, es decir, espacio de conocimiento que corresponde a la zona de fronteras entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. 
La psicología contemporánea abocada a la investigación cubre un aspecto temático que lleva desde la captación de los procesos bioquímicos del cerebro en la interpretación del lenguaje hasta los sucesos colectivos como la representación social, el público y los fenómenos de masa. El problema de la psicología contemporánea no es el de su discriminación con otras disciplinas, sino el interrogante acerca de si el inaudito crecimiento de sus áreas podrá ser contenida por un tiempo más dentro de una única disciplina y hasta cuánto tiempo podrá sostener el control jurídico y académico de la misma. El objetivo de estudio de la psicología también es motivo de controversias, ya que el dominio de su saber es muy amplio, puede centrar su interés de conocimientos en el comportamiento, objeto observable, único; otros prefieren un objeto formal y abstracto como el inconsciente, o procesos mentales, o fenómenos más inclusivos como la interacción social. Podemos encontrar dentro de la investigación psicológica contemporánea, 5 capítulos de la vida mental que han sido recortados para su estudio a lo largo del tiempo con más frecuencia: 1 comportamiento, no exclusivo del conductismo; 2. Cognición que a la vez es divisible en subtemas como: atención, memoria, inteligencia, percepción, etc.; 3.vida afectiva, emociones, deseos, tendencias, alojados bajo el concepto de motivación; 4- sicología de la personalidad, interesada en desentrañar lo singular y original de cada uno; 5. Fenómenos del comportamiento colectivo, programa tradicional de la psicología social, agregando la riqueza de novedosas ramas como la etnopsicología, psicología política, psicología ambiental, etc. La psicología posee entonces al igual que cualquier otra ciencia, múltiples objetos de estudio, múltiples fenómenos que pueden ser explicados por diferentes métodos empíricos, a saber: experimentación, observación, correlación y comparación. Si el objeto es uno, el método tendrá que serle solidario, alimentando la teoría por él mismo creada, generándose una circularidad intraparadigmática, cuya salida sólo podrá lograrse cuando las hipótesis básicas de la teoría haya soportado el paso de todos los métodos disponibles, sean que actúen sinérgicamente o por separado. La psicología dispone de todas las estrategias metodológicas.
Nóbrega, Elizabet – Ayer y hoy de la psicología
La historia de la psicología da cuenta de la aparición, fortalecimiento y también debilitamiento de muchas teorías en dominios específicos, sin que hasta el momento haya existido un punto de vista tan abarcador y con tantas implicaciones como el concepto kuhniano de paradigma. En esos términos habría que decir que no ha alcanzado status de “ciencia normal” y también, siempre siguiendo a Kuhn, constatamos que la psicología actual está conformada por una multiplicidad de “paradigmas” contrapuestos entre sí. 
Varias son las escuelas epistemológicas que plantean su posición en cuanto al origen del conocimiento. Estas doctrinas son: el racionalismo, el empirismo, la fenomenología y la hermenéutica. Las mismas habitan en los paradigmas de la psicología, que como ciencia hace uso de los fundamentos epistemológicos y se reflejan en la gran variedad y pluralidad teórica de su campo científico.
El racionalismo: el origen es la Razón. Un conocimiento es tal, cuando posee lógica y validez universal. La Razón capta principios generales de los cuales se desprenden otras verdades. Existen ideas innatas, es decir nacemos con ciertos contenidos ideacionales, estructuras, que son comunes en todos los hombres. Representan a esta escuela Platón, Descartes, Popper, etc.
El empirismo: en la Experiencia la causa del conocimiento, por lo tanto el espíritu humano está desprovisto de todo conocimiento. No hay ideas innatas, el hombre descubre a través de la experiencia sensible las leyes que rigen la naturaleza. Una de las corrientes del empirismo es el positivismo, que indica que la ciencia es el conocimiento de los hechos, de los sucesos observables, medibles. Bacon, Locke, Hume, Comte, etc.
La fenomenología: el conocimiento es el resultado de la Vivencia no es el resultado de la experimentación, ni de las impresiones sensibles. El observador no es pasivo, es parte del objeto de estudio, y la vivencia es parte del proceso de comprensión de un fenómeno. Husserl: la filosofía como ciencia rigurosa. Fundamentar la ciencia en la conciencia y en el mundo de la vida, hay que ir a las cosas en sí, los fenómenos, y éstos son las vivencias que suceden en la conciencia. Ser es aparecer en la conciencia, es siempre conciencia de un fenómeno y todo fenómeno está en la conciencia. Heidegger sostiene que es el estudio de la existencia humana en un mundo de significados, de sentido. La existencia es comprender e interpretar. 
La hermenéutica: es el estudio de los discursos, construcciones de un autor para entender o comprender el significado. Saber trasparente, objetivo y desinteresado sobre el mundo. Gadamer: intenta recuperar el diálogo humano y el debate público, busca rescatar un saber pre-científico, entendido como un saber del hombre que le da oportunidad de hacer ciencia. Es un saber interpretativo, construyendo una realidad propia, captando una realidad e interpretándola. Se dan dos realidades una es captada y la otra comprendida.
Cada una de estas escuelas epistemológicas se ordenan en los paradigmas que la psicología utiliza. Estos son: paradigma positivista, paradigma interpretativo, y paradigma sociocrítico (metaparadigmas).
Paradigma positivista: surge en las ciencias naturales, se extrapola a las ciencias sociales. Una de sus pretensiones es sostener que la predicción es una explicación del hecho. Sus características son: orientación “prediccionista”, plantea una serie de hipótesis, predice que algo va a suceder y luego comprueba o verifica que así sucedió; pretende desarrollar un conocimiento “nomotético”. Considera la vía hipotético-deductiva como válida para todas las ciencias. Está centrada sobre las semejanzas. Entre la investigación y acción hay un desligamiento o separación.Su premisa es que puede haber investigación sin acción inmediata. Se puede emplear a gran escala. Pretende alcanzar la objetividad. La realidad es una sola. Regida por leyes propias que le permiten controlar, explicar y predecir los fenómenos. Se arriba a formulaciones teóricas universales. Posición limitante para las ciencias sociales pues se aleja de los problemas reales. Extrapola resultados y segmenta. MONISMO METODOLÓGICO: unidad de método, homogeneidad doctrinal. EXPLICACIÓN CAUSAL: búsqueda de leyes generales que subsumen casos individuales. INTERÉS DOMINADOR DEL CONOCIMIENTO: control y dominio de la naturaleza. Reducir todo a objeto.
Paradigma interpretativo: aspira al descubrimiento y comprensión de los fenómenos en condiciones naturales. Interés dirigido al significado de las acciones humanas y de la práctica social. Realidad dinámica y diversa. Sustituye explicación, predicción y control por comprensión, significación y acción. Sus características son: su orientación es por el “descubrimiento”, busca la interconexión de elementos. La relación investigador-objeto de estudio es concomitante. Existe comunicación. Participativa y democrática entre ambos. Considera a la entrevista, el estudio de casos y la observación sistemática como el método-modelo de producción de conocimiento. Su lógica es el conocimiento que permite al investigador entender qué está pasando con su objeto de estudio, a partir de una interpretación ilustrada. Su objetivo es penetrar en el mundo interno y motivacional de las personas. Procura desarrollar conocimientos “ideográfico”. Se centra en la descripción y comprensión de lo individual, único, particular y singular de los fenómenos. Centrado sobre las diferencias. Entre investigación y acción existe una interacción continua y permanente. La acción es fuente de conocimiento y la investigación-acción transformadora. Se puede emplear en pequeños grupos o escala.
Paradigma sociocrítico: se traslada de las trasformaciones sociales y a las resoluciones de problemas derivados de éstas. Características: orientado a las “aplicaciones” de soluciones en escenarios naturales en vista a la transformación social, con implicancia del investigador. La relación investigador-objeto de estudio es de correspondencia. Este paradigma introduce la ideología de forma explícita. El método-modelo de conocimiento es la observación participante y la autorreflexión crítica para la resolución de los problemas. Aspira a la utilización del conocimiento para la emancipación del hombre. Su propósito es dar respuestas a sus problemas y modificar las prácticas cotidianas. Reivindica el desarrollo del conocimiento “sociocrítico”. Es decir apunta a la transformación de las relaciones sociales autorreflexivas. Está centrada en las diferencias. Es la investigación-acción existe una interacción permanente. Ambas y juntas constituyen una fuente transformadora orientada al cambio. Investigación naturalista (en su mundo real). Análisis inductivo (busca el detalle). Perspectiva holística (sistemas complejos). Datos cualitativos. Se estudian procesos. 
Aroza, Ana y Pérez Morando, Martín – El pluralismo teórico en psicología
Yela describe a la psicología como una ciencia pletórica, frustrante y desunida. Es pletórica ya que los psicólogos, las investigaciones y las prácticas psicológicas crecen sin cesar y aceleradamente. Pero el avance del conocimiento en esta disciplina no sólo tiene que ver con el propio desarrollo, sino que lo condicionan los saberes vecinos. Las fronteras que dividen actualmente a las ciencias se van desdibujando cada vez más, abriendo paso a las prácticas trans e interdisciplinarias que ya comienzan a fundar sus cimientos sobre saberes de origen heterogéneo que tienen como vértice una problemática específica. Según Yela, también es una ciencia frustrante debido a que “suele acontecer”, aunque no siempre, que cuanto más precisa es una investigación tanto más limitados son los resultados, y a la inversa, cuanto más importante es el asunto, más dudosa y polémica es la teoría, o la técnica o la interpretación de los resultados. Y aún mayor frustración puede traer aparejada la desunión que presenta nuestra disciplina. Esta se presenta en una gran diversidad de áreas, enfoques, sistemas teóricos y modelos, que se complejizan más allá de sus reyertas teóricas, invadidas por intereses políticos y de mercado. 
A lo largo de la historia se han alegado distintas razones de la diversidad en psicología. Por un lado, se ha hecho referencia a la juventud de la disciplina. Por otro lado, la complejidad propia del objeto de estudio de esta ciencia incluiría, desde una perspectiva muy general, tanto la experiencia como la acción humanas, encontrando el propio terreno disciplinar en las fronteras de lo biológico y lo social. Esto explicaría un crecimiento lento y laborioso, pero ocurre que el crecimiento es acelerado. Sin embargo, desde otro punto de vista, sucede que, lo que sobreviene con esta diversidad y desunión en el campo de la psicología no es distintivo de nuestra disciplina, sino que en el resto de las ciencias también existe un complejo de teorías, sistemas o modelos que intentan comprender, explicar y predecir los fenómenos que le son propios. Ante esta diversidad se ha recurrido a distintos enfoques que van más allá de las teorías y que, si bien son adoptados individualmente, suelen presentar formas institucionalizadas, ya sea de modo profesional, académico o investigativo. De entre ellos se intentará esquematizar la perspectiva dogmática, la unificadora y la pluralista.
El dogmatismo es el posicionamiento actitudinal y epistemológico de aquellos profesionales que propugnan por un objeto único, excluyente, y que a su vez defienden un método único, hipotéticamente indispensable para ese objeto. La dimensión teorética se impone así a los fenómenos a elucidar o sobre los cuales se desea intervenir. El sistema explicativo se alimenta desde una perspectiva, tienden a corroborar (acríticamente) lo que las hipótesis del paradigma ya han afirmado. Si bien se suele abogar a favor de esta postura planteando que adscribir a un modelo guía a la percepción, y que un psicólogo no puede conocer todos los modelos teóricos, creemos que esta parcialización o recorte de la realidad en torno a sólo un objeto de estudio es insuficiente para abordar la complejidad inherente al hombre. 
Ante el reconocimiento del estado escolástico de la psicología se han realizado diversos intentos de unificar los conocimientos en un sistema coherente, rastreando entre los distintos paradigmas algún esbozo de acuerdo tácito sin poner mucho énfasis en las diferencias. 
El pluralismo consiste en una actitud de apertura crítica y no selectiva a la totalidad de la producción teórica que se cobija bajo el vocablo psicología, siendo consientes de la diversa raíz social de cada pareja objeto-método. Así, se reconoce la utilidad de cada teoría, dada por su congruencia con el aspecto de la realidad que se desea conocer o en la que se quiera intervenir, es decir, por su contribución específica al aspecto del fenómeno en cuestión. Este proceso se caracteriza porque el problema es el que demanda a la teoría, y no viceversa. 
Boltzman afirmó que todas las teorías científicas no son nada más que representaciones de los fenómenos naturales. Siendo una representación, una teoría científica no puede explicar por qué los fenómenos naturales se muestras del modo en que nosotros los observamos, el conocimiento último es, y siempre será incognoscible. Como consecuencia, una teoría científica será completa o definitivamente verdad. La conclusión epistemológica a la que llegó Boltzman es el pluralismo teórico. Al ser la teoría una representación, los fenómenos pueden ser explicados a través de diferentes teorías. Éste es un mecanismo para prevenir los riesgos de estancamiento de la ciencia. Dentro de esta perspectiva, la verdad sólo puede ser provisional. 
Supuestos básicos al pluralismo teórico. Concepción de ciencia y verdad: podríamos intentar definira la ciencia desde una perspectiva pluralista como un sistema de conocimientos provisionales basados en la prueba empírica y experimental, pública y repetida a través del entrecruzamiento metodológico. La provisionalidad de los conocimientos es una consecuencia de la concepción que se tiene sobre la verdad. Desde el pluralismo se fomenta la participación del mayor número de teorías en el desarrollo del conocimiento, contraponiéndolas, comparándolas. Boltzman propuso otra definición de la verdad científica: la adecuación. Así, una teoría es más adecuada que otra si es capaz de explicar más racionalmente, más inteligentemente, un conjunto de fenómenos. Si adoptamos una postura pluralista, el progreso científico puede ser de distintos tipos. Acumulativo, ya que la ciencia es un emprendimiento social y los conocimientos que se obtienen suelen ser los cimientos de nuevos problemas a los que se buscan soluciones, y estas a su vez generan nuevos dilemas. Otro tipo de progreso científico, el rupturista, donde el avance es sinónimo del cambio de perspectiva.
Crítica, diálogo y racionalidad. También ejercen un rol importante como uno de los supuestos básicos del pluralismo el papel de la crítica, la racionalidad dialógica y el consenso/disenso. D´adamo y García señalan que el pluralismo es un elemento deseable e inevitable en la medida en que genera un clima continuo de debate necesario para la actividad y creatividad científica. Otros autores subrayan que el pluralismo nos permite reflexionar sobre las posibilidades y limitaciones de la tarea científica. En este punto creemos que para todo ello es imprescindible apoyar un debate centrado en criterios de racionalidad crítica que recupere el valor de la prueba científica y de la ética de procedimientos como ejes sobre los cuales tomar decisiones en el campo de nuestra disciplina. 
Concepción del hombre: el hombre puede conceptualizarse como un sistema abierto, en constante intercambio con su medio, esto lo hace un ser complejo y cambiante, y por lo tanto debería ser abordado a nivel hipotético, no con tesis apriorísticas ni con datos confirmatorios. 
A modo de cierre: las verdaderas entidades para un científico no son las teorías sino los problemas, y ellos son generados, a la vez, por muchas teorías. En la medida en que se considere a las teorizaciones de manera provisoria, la ciencia ha de basarse en los problemas. 
Alarcón, R. – Orientaciones teóricas de la psicología en América latina
La psicología es una disciplina de antiguo origen en los medios académicos latinoamericanos, que se remontan al período colonial ibérico, cuyo punto de partida puede ubicarse en la fundación de las primeras universidades en el siglo XVI. La primera escuela filosófica que se difunde es la escolástica. La filosofía escolástica preceptuaba la primacía de las verdades reveladas sobre las verdades de la razón, favorecía el fanatismo religioso, impulsaba la dialéctica para argumentar un favor de los principios de la religión y postulaba un abierto rechazo a la ciencia y a la naturaleza. Más de dos siglos dominó la escolástica, fue tiempo suficiente para improntar con sus postulados la joven mentalidad latinoamericana. Pasada la mitad del siglo XVIII se inicia un movimiento de reacción contra la escolástica, hecho que se precipita con la expulsión de los jesuitas. La renovación intelectual de las colonias ibéricas significó la difusión del racionalismo de Descartes, las ideas de Copérnico, Galileo, etc. Más adelante se introdujo el empirismo de Locke, el sensualismo de Condillac, la lógica de Leibniz, entre otras. Este movimiento antiescolástico implicaba el cuestionamiento y abandono de Aristóteles como autoridad suprema, la liquidación de la escolástica, aunque no su proscripción total, y el acercamiento al pensamiento experimental y a las ciencia naturales. 
El iluminismo latinoamericano conlleva serios reparos al modo tradicional de pensar. La propuesta del empirismo de encontrar la verdad a través de la observación de los hechos entraba en pugna con el dogma de las verdades reveladas. 
Hace su aparición en el siglo XIX, el positivismo, denominado la religión de la humanidad. Fundado por Augusto Comte, el positivismo produjo un fuerte impacto en Latinoamérica; su ideario impregnó la política, la educación, la sociología, la moral y el derecho en las jóvenes naciones iberoamericanas que buscaban ordenar sus destinos. La abierta postura cientificista del positivismo, su reducción de la investigación a la observación sistemática de los hechos, su recausamiento a la especulación metafísica y la exclusión de todo teologismo, pusieron en serios problemas al espiritualismo eclecticista. Su ideario era propicio para el desarrollo de una psicología que discurriera por cauces del método científico. Al positivismo se sumaron los sistemas evolucionistas de Darwin y de Spencer. Pero sobre todo fue la obra de Guillermo Wundt, el evento que avivó el interés por establecer una psicología científica de corte naturalista, independiente de la filosofía. En Argentina floreció un vigoroso y variado movimiento que dejó de lado la especulación filosófica y entró de lleno a la investigación experimental y empírica, sin dejar de lado las aplicaciones, en particular a la pedagogía. Victor Mercante, discípulo de Pedro Scalabrini, que había introducido el comtismo es este país, funda en 1891 el primer laboratorio de psicología en América Latina. 
Nuevas influencias del pensamiento europeo, que se advierten en las primeras décadas del novecientos, generan reacciones espiritualistas que conllevan a duros ataques al positivismo. Se busca un cambio de perspectiva que significará el abandono de las tesis positivistas. En este cambio de rumbo se encontró en la filosofía vitalista de Henri Bergson los argumentos más firmes en contra del comtismo que ahora se repudiaba. Metodológicamente implicaba la exaltación de la intuición como medio para penetrar hasta las profundidades de la realidad psíquica. Según Bergson, el método intuitivo había descubierto las características esenciales de lo psíquico: duración, cualidad y libertad. La reacción a la psicología experimental que había comenzado tímidamente en el década de 1920, se extendió a la pedagogía, tomando cada vez más importancia y se desarrolló con firmeza a partir de 1930. 
En la década de los 30 se advierte en América Latina el predominio de la filosofía alemana, que se inicia con la fenomenología de Husserl y continúa con la difusión de los sistemas de Scheler, Hartmann y Heidegger. Estas corrientes, consolidan la orientación espiritualista enriqueciéndola en muchos sentidos. Todas ellas rechazaban la pretensión de establecer una psicología científica experimental y cualitativa, concibiéndola como una ciencia del espíritu interesada en estudiar lo que los hechos psíquicos tienen de esencial e irreductible. 
La psicología espiritualista, intuitiva o fenomenológica, tuvo efectos negativos para el desarrollo de la psicología científica. El vitalismo de Bergson, la fenomenología de Husserl y otras tendencias del idealismo alemán, fueron las últimas corrientes filosóficas que influyeron en el proceso de la psicología latinoamericana. En adelante, serán escuelas psicológicas la orientación teórica de la psicología en Iberoamérica. La orientación objetiva de la psicología latinoamericana recibe un fuerte impulso en el curso de los años 30, por acción de un grupo de psicólogos europeos que llegan a estas tierras persuadidos de ideas modernas acerca de la psicología.
Nos interesa señalar que los pioneros europeos emprendieron en Latinoamérica investigaciones experimentales, establecieron laboratorios de psicología, ejercieron la docencia universitaria y difundieron las ideas y hallazgos más recientes de la psicología experimental europea. Impulsaron la orientación vocacional, la psicopedagogía y la psicometría y divulgan corrientes psicológicas como la Gestalt, la psicología topológica de Lewin y el psicoanálisis. La psicometría corresponde a la dirección más antiguaque adoptó la investigación en América Latina, y aún se mantiene en toda vigencia. La adaptación de tests trae consigo algunos problemas, tales como el monto de elementos culturales extraños que contiene una prueba extranjera con referencia a la cultura nativa de adopción, al punto que los resultados obtenidos con ellos no reflejen el real nivel de funcionamiento de la conducta medida. Esta situación se pretende superar mediante la creación de pruebas transculturales y el desarrollo de pruebas nacionales. La psicometría ha recibido el aporte de numerosos psicólogos en los diversos países latinoamericanos. 
En el curso de los años 60 y posteriores, adquiere un significativo impulso en América Latina la investigación transcultural, un enfoque que busca dilucidar problemas psicológicos que por su naturaleza son afectados por variables culturales. Las constancias y diferencias en el comportamiento por efecto de la cultura se pueden determinar mediante la comparación de datos recogidos de sujetos de diversas naciones. 
En el marco de esta línea culturalista, Díaz-Guerrero ha propuesto hipótesis muy originales respecto a la relación entre cultura y comportamiento. Sostiene que la conducta humana tiene sus raíces fundamentales en la “socio-cultura” a que pertenece el individuo, ésta es su marco y motor fundamental. La socio cultura establece normas o premisas histórico socioculturales que gobiernan los sentimientos, las ideas, estipulan roles sociales y la interacción de los individuos. Esta es la primera teoría científica sobre el comportamiento humano elaborada por un psicólogo latinoamericano.
Tres enfoques predominan en la psicología latinoamericana actual: el psicoanálisis, el conductismo radical y la psicología cognitiva. También se han hecho presentes, pero sin la misma fuerza, la psicología materialista dialéctica y la psicología humanista. La más antigua de estas corrientes es el psicoanálisis, cuyas primeras noticias en Latinoamérica fueron comunicadas por el psiquiatra peruano Honorio Delgado. Su entusiasmo por el pensamiento psicoanalítico se enfría, terminando por convertirse en uno de sus críticos más severos. Sin embargo, es a partir de la década de los años 1940 en que el psicoanálisis adquiere nuevo vigor en América Latina, particularmente en Argentina donde ha logrado reconocido nivel de elaboración original, al punto que se habla de una escuela psicoanalítica argentina. Hacia fines de 1960 y a partir de 1970, empieza a difundirse con mucho vigor en América Latina una corriente psicológica de vena científica, denominada análisis experimental del comportamiento, psicología operante o simplemente conductismo. Para su creador, Skinner, el conductismo no es el estudio científico de la conducta, sino la filosofía de la ciencia que estudia la conducta. México y Brasil han sido los líderes del conductismo en América Latina, pero también adquirió mucho vigor en Colombia, a partir de 1970. Hacia 1978 el análisis experimental del comportamiento era una de las áreas principales de investigación psicológica en Latinoamérica después de la social. Después de unos veinte años de predominio la influencia del conductismo empezó a decrecer. Hacia fines de los 80 algunas de las limitaciones y exageraciones del conductismo radical habían sido abandonadas por figuras representativas del conductismo latinoamericano. Ardilla ha propuesto un panorama unificador de la psicología que tiene por base el conductismo operante, al que suma áreas temáticas, aspectos epistemológicos y metodológicos que provienen de la psicología cognitiva, de la psicología humanista y el psicoanálisis. La “síntesis experimental del comportamiento”, que así denomina a su paradigma, busca superar la fragmentación que adolece la psicología actual mediante puntos de convergencia en los que haya consenso básico, de esta manera arriba a un electicismo psicológico de base conductual.
¿Qué significó el conductismo para la psicología latinoamericana? De hecho, influyó poderosamente en la conceptualización de la psicología como ciencia natural, la encauzó por senderos inequívocamente científicos, aunque con limitaciones. Abrió nuevos espacios de acción a la psicología aplicada, contribuyó a su definición como profesión autónoma en un tiempo en que se debatía los roles de la nueva profesión. Significó también la presencia de la psicología estadounidense en los medios académicos latinoamericanos. 
La última orientación teórica que se difunde actualmente en América Latina corresponde a la psicología cognitiva. El cognitivismo rescata como tema central de la psicología los fenómenos que ocurren en el interior del individuo, que fueron marginados por el conductismo radical. En América Latina los trabajos de investigación del enfoque cognitivo fueron escasos en los últimos veinte años. La psicología cognitiva ha encontrado en la educación un campo muy fértil de aplicación, tanto para explicar el desarrollo psicológico de niños y adolescentes, como para orientar el aprendizaje escolar. 
Maritza, Montero – Ética y política en psicología. Las dimensiones no reconocidas 
Las dimensiones de los paradigmas: paradigma, a los fines del tema que presento, es un modelo o modo de conocer, que incluye tanto una concepción del individuo o sujeto cognoscente, como una concepción del mundo en que vive y de las relaciones entre ambos. Esto supone un conjunto sistemático de ideas y de prácticas que rigen las interpretaciones acerca de la actividad humana, acerca de sus productores, de su génesis y de sus efectos sobre las personas y sobre la sociedad, señalando modos proferentes de hacer para conocerlos. El carácter ejemplar consiste, como dice Kuhn, en “proporcionar modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica”. Es decir, generar una corriente de opinión y de acción entre los quienes hacen ciencia. Así que para que haya un paradigma, usando las palabras de Munné, es necesario “generar una comunidad científica, informal, pero bien diferenciada, caracterizada por disponer de unos canales de comunicación propios, por compartir un mismo enfoque epistemológico, por emplear una terminología conceptual común, por utilizar un método o métodos particulares, e incluso por asumir una similar escala de valores”. En este sentido la noción de paradigma, paradigmáticamente, ha sido entendida como un ámbito del saber configurado por 3 dimensiones fundamentales: ontología, epistemología y metodología. En 1990, Guba, después de definir el concepto de paradigma como un “conjunto de creencias que guían la acción”, sea en la vida cotidiana, sea en una indagación sistemática, pasa a usar esta trilogía de elementos, diciendo que tanto los paradigmas pasados cuánto los emergentes, “pueden sr caracterizados por la forma en que sus proponentes responden a 3 preguntas básicas, que pueden ser caracterizadas como ontológica, epistemológica y metodológica” y que constituyen el punto de partida para determinar qué es la investigación y cómo se la lleva a cabo. La primera pregunta (ontológica) es: ¿cuál es la naturaleza de lo cognoscible? O dicho de otra manera, ¿cuál es la naturaleza de la realidad?; la segunda (epistemológica) se enuncia como: ¿cuál es la naturaleza de la relación entre quien conoce (el investigador o indagador) y lo conocido o cognoscible? La tercera (metodológica) plantea ¿cómo debe hacer el indagador/a para encontrar el conocimiento?. 
Estructura de los paradigmas: 
	ESTRUCTURA DEL PARADIGMA
	ÁMBITO
	PREGUNTAS CARACTERÍSTICAS
	Ontología
	“el ser como ser” (Aristóteles). El sujeto (activo) del conocimiento o ser del conocimiento. El ser del objeto que es conocido o lo que son las cosas
	Cuál es la naturaleza de lo cognoscible? Cuál es la naturaleza de la realidad? Quién conoce? Quién o qué es conocido?
	Epistemología
	Relación entre el sujeto cognoscente y objeto conocido. La construcción del conocimiento. El estudio crítico de la ciencia, del conocimiento
	Cuál es la naturaleza de la relación entre quien conoce y lo conocido (o cognoscible)?
	Metodología

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