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El fenosistema y el criptosistema

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El fenosistema y el criptosistema
El componente fenosistémico es aquel grupo de características que reúne todos los patrones visibles del paisaje, los cuales están compuestos ante todo por aspectos fisionómicos/estructurales externos; entretanto, el criptosistémico es el que corresponde a las características y procesos del paisaje que no son visibles o subyacen a la expresión del paisaje.
En este sentido, los patrones exteriores, visibles, observables (fenosistémicos) son una manifestación y reflejan partes, procesos o interacciones no visibles (interiores) llamados criptosistémicos.
En la práctica, los patrones fenosistémicos se presentan como indicadores de síntesis del paisaje. Análogamente, el fenotipo de un individuo, entendido como la expresión externa, incluida el comportamiento, indica muchas cosas acerca de su sexo, vitalidad, personalidad, estado de salud, edad, etcétera. 
Christian (1964), planteó que “es la interacción de los factores formadores del paisaje, más que el parecido o las diferencias de algunas de sus características más patentes, lo que determina la similitud o diferencia entre diferentes sectores del paisaje”. 
La necesidad de una aproximación integral, que facilite el estudio y la evaluación de las relaciones espaciales que se dan en el conjunto, resulta posible gracias a la detección y el análisis de la expresión sintética contenida en los patrones repetitivos, que a su vez nos permiten acumular experiencia y extrapolar situaciones y modelos”. 
De acuerdo con Etter (1991), la expresión de un paisaje se compone de dos partes principales:
a. “La Geomorfología, la cual se refiere a todos los aspectos que tienen que ver con el origen y las características de la morfología ligadas al desarrollo evolutivo de la superficie terrestre como son: relieve endógeno y exógeno (morfo-dinámica); arreglo y disposición fisiográfica y, tipos y pautas de patrones morfoclimáticos (Figura 4.1).
b. La cobertura que se refiere a todos los aspectos que forman parte del recubrimiento de la superficie terrestre, ya sean de origen natural o cultural. Generalmente es de origen biótico o bien producido por algún tipo de actividad biótica y/o antropogénica. Estos incluyen a la fisionomía y composición de la cobertura vegetal expresada por las formas de vida dominantes y sus formas de asociación; a coberturas naturales no bióticas (hielo, agua, formaciones superficiales, suelos); a la estratificación de biomasa y coberturas culturales (edificaciones, infraestructura…)”.
Marco fisiográfico, la noción de localización y diferenciación de los paisajes por su distinta composición
Según Etter (1991) y conforme a las ideas de González (1981), las características estructurales y funcionales de un paisaje están determinadas en su aspecto básico por tres propiedades generales:
- El arreglo fisiográfico (la estructura vectorial).
- El efecto de la localización en la distribución espacial (propiedad equipotencial).
- La estructura de los sitios o lugares (propiedad celular).
Estas cualidades conforman los ejes de ordenamiento y configuración o generan los patrones naturales básicos. En el aspecto funcional las propiedades referidas tienen un efecto marcado en la distribución y en los flujos de materia, energía y organismos en los paisajes como son:
a. Arreglo del ensamble fisiográfico (propiedad vectorial): está basado en la inseparabilidad de las relaciones de la estructura espacial en cuanto a la génesis y la combinación de conexiones entre los componentes. “Esta propiedad es la que define en forma general la disposición de las toposecuencias o asociaciones de relieve de las diferentes geoformas, las cuales determinan comportamientos o patrones repetitivos que en un momento dado son predecibles. Esto es similar al concepto de catena, que lleva implícitos patrones asociativos de topografía, suelos, vegetación y uso. Esta propiedad está directamente ligada al tipo de sustrato y a su génesis clima, litología, edad, geomorfología, hidrología”.
b. Efecto de la localización en la estructura espacial (propiedad equipotencial): por disposición de la localización, puede insertarse en cualquiera de las variaciones latitudinales y altitudinales de la Tierra, determinando las condiciones climáticas generales, pero con las características de zonalidad (solo para las franjas latitudinales). Etter (1991) establece que las “variaciones latitudinales dependen de la rotación y translación de la Tierra y tienen dimensiones planetarias; las variaciones altitudinales son intrazonales (factor puramente local) y azonales, se originan en las barreras orográficas que pueden acentuar o contrarrestar los patrones latitudinales”

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