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La escuela de los Annales y el análisis de las duraciones

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La escuela de los Annales y el análisis de las duraciones
La vigencia de los aportes de la escuela de los Annales es innegable en diversos ámbitos de las ciencias sociales a escala mundial. En el caso de la geografía histórica, la influencia de la corriente de los Annales fue definitiva, tal como lo reconoce Alan Baker (1984) en su trabajo sobre la influencia de esta escuela en el quehacer de la geografía histórica. Fue de tal envergadura este influjo, que la geografía histórica, en par- ticular de las tradiciones anglosajona y francesa, dejó de ceñirse a las geografías del pasado, a los cambios en el paisaje, y a la influencia de las condiciones geográficas en el curso de la historia, convirtiéndose en una geografía histórica que aspiraba a ser total, siguiendo los principios de los Annales. Por ello se transitó del argumento de que toda geografía es geografía histórica, a un discurso sustentado en una disciplina híbrida en permanente diálogo con otras disciplinas, lo que resultaba indispensa- ble ante la inclusión de agentes económicos y sociales subyacentes en la construcción y deconstrucción de los paisajes y formas de organización del territorio.
El lanzamiento de Annales d’histoire économique et sociale en Es- trasburgo por parte de Lucien Fevbre y Marc Bloch, dio inicio a la confi- guración de un nuevo tipo de historia:
… opuesta a la idolatría de hechos y al aislacionismo de la especiali- zación, y favorable a una historia enfocada al problema la cual explí- citamente emplea conceptos teoréticos, interpretaciones imaginativas y aproximaciones interdisciplinarias… (Ibid.:1-2).
Para Baker, el vínculo con la geografía es primordial en este proce- so, remarcando la cercanía de Fevbre y Bloch al trabajo de Vidal de la Blanche. Asimismo, nos recuerda que esta primera generación de los An- nales reconoció al resto de las ciencias sociales a través de la geografía; geografía que, cabe recordar, se desprendía de su vestimenta naturalista para transitar al regionalismo y el posibilismo. La siguiente generación, encabezada por Fernand Braudel, propuso una geografía que era algo más que un contendedor físico-biológico del quehacer humano, dando luz sobre la estrecha relación de la geografía y la historia, proponiendo un entorno en constante cambio, al cual se le percibe de diversas formas en el tiempo y en el espacio, de acuerdo con el grupo humano que en esa constante interacción sociedad-medio conduce la construcción y el cambio del paisaje y el territorio.
A principios del siglo XXI, la escuela de los Annales continúa sien- do un proyecto intelectual, unificado en lo teórico y lo metodológico, que ha mantenido sus principios incluyentes y de contraste con otras disciplinas sociales a lo largo de cuatro generaciones de historiadores (Aguirre, 1999:10-11). Su influencia y reconocimiento, en particular la obra de Fernand Braudel, han sido tales, que diversas aproximaciones historiográficas a escala mundial echan mano de sus postulados, sin que necesariamente lo reconozcan, por lo que existe una amplia y difundida vulgarización de los aportes de la escuela de los Annales. Por cierto, la categoría de escuela no es necesariamente reconocida por algunos de sus autores más emblemáticos. Los aportes provenientes de la escuela de los Annales han sido tratados por diversos autores en México, destacando en particular el análisis y propuestas elaboradas por el ya mencionado Carlos Aguirre Rojas. Sin embargo, a pesar de la clara vinculación que esta escuela del pensamiento hace entre la geografía y la historia, prácticamente no ha sido ponderada desde la geografía. Entre las vertientes de investigación que se han seguido desde el Instituto de Geografía-UNAM, a lo largo de la primera década del siglo XXI, tanto en el ámbito de la evo- lución del paisaje y el territorio, como en lo tocante a la climatología his- tórica, los aportes de la escuela de los Annales resultan fundamentales.
En este trabajo se reconocen dos vertientes que, desde una perspec- tiva teórica incluyente, no tienen que ser necesariamente contrapuestas: el estructuralismo y las visiones posmodernas que condenan la frialdad y parcialidad en la inclusión de las cuestiones culturales, y el predomi- nio de esquemas intelectuales de origen judeo-cristiano en el análisis de realidades ajenas a este orden civilizatorio. Aunque a primera vista la escuela de los Annales de la época de Braudel puede parecer de índole estructuralista, sin embargo, defendió constantemente la visión genéti- ca y procesual (Ibid.:45) de los hechos sociales ante la primacía de las estructuras económicas y sociales en la explicación de la historia. Entre las temáticas desarrolladas desde este perspectiva, resulta primordial a la construcción histórica de la relación sociedad-medio, el estudio de la organización territorial desde una perspectiva histórica en estrecha vin- culación con el conocimiento antropológico.
En un análisis del paisaje y del territorio desde la perspectiva del Sistema Mundo o Mundial, los aportes de Braudel resultan de lo más relevantes, en tanto que sus obras cumbre, ya por su mera extensión, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II y Civili- zación material, economía y capitalismo, siglos Xv - XvIII, tratan causas subyacentes en la evolución del paisaje y el territorio de México y Amé- rica Latina desde el siglo XVI, tales como su propio surgimiento en el contexto de la modernidad, la naturaleza del capitalismo y la relevancia dentro de la historia mundial de la cuenca mediterránea, así como los es- cenarios manifestados por la economía mundo a lo largo de su evolución. La plausibilidad de la explicación braudeliana descansa, asimismo,
en su manera de abordar el determinismo. Con anterioridad a Braudel el determinismo fincaba sus parámetros en una sola determinante (Ibid.:45), ya fuera económica, política o geográfica; en contraposición,
Braudel va a defender, el papel jugado por las estructuras de larga dura- ción, estructuras que son a su vez de diversa índole, ya socioeconómicas, ya geográficas, ya políticas o incluso culturales y sicológicas. En este sentido, el propio Aguirre (Ibid.:49), nos propone ser cuidadosos ante los estrechos límites del quehacer de las ciencias sociales en la actualidad:
… episteme que pretende justamente cuadricular, segmentar y autono- mizar a las distinta partes o esferas de lo social, encerrando luego su tratamiento y análisis, dentro de las rígidas fronteras de la economía, la ciencia política, la sicología, la antropología o la historia, ciencias especializadas y desarticuladas, que solo logran dar cuenta parcial, y por tanto necesariamente sesgada, de uno de los pequeños microcosmos de la realidad social.
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