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Zúñiga Ontiveros, una familia de libreros
El libro es considerado un objeto cultural ya que su valor reside en el cultivo del espíritu a través de las letras, también posee un valor estético en sí mismo, puesto que existen ediciones que con sólo mirarlas muestran su belleza. A la par, el libro también es un producto y como tal buscaba su mercado y formas de comercializarse. 
Es importante destacar que el valor estético del libro no solo se encuentra en su diseño y encuadernado, sino también en su contenido. El uso de diferentes tipografías, la selección de imágenes y la organización del contenido son elementos que pueden aportar a la belleza del libro y enriquecer su valor estético.
El libro presentaba algunas particularidades que lo diferenciaban de otros productos en la dinámica y mecanismos de distribución del comercio en la Nueva España del siglo XVIII. En primer lugar, la distribución del libro requería de un mecanismo propio, pues, aunque podía ser incluido en los envíos de cajas de otros productos, por su tamaño y susceptibilidad a dañarse con el agua, requería de un tratamiento especial en su transporte. Por lo tanto, su distribución requería de una red comercial establecida, es decir, una casa matriz que distribuía su mercancía, pero que también recibía la de otras grandes casas.
Asimismo, el libro era una mercancía difícil de transportar debido al tamaño de los cajones y a que eran susceptibles de recibir daños importantes al menor contacto con el agua, lo que se traduce en un lógico incremento en el costo de los fletes, se diferenciaba de otros productos en cuanto a que no pagaba alcabala.
La movilidad del libro se llevaba a cabo de dos maneras principales: por un lado, una vez que los libros eran importados por la ruta de Sevilla o Cádiz y llegaban a Veracruz, se les entregaban "Pases de libros" para su distribución en el interior del territorio novohispano. Estos pases eran documentos que autorizaban a los libreros a transportar los libros por el territorio, y que servían como control para las autoridades.
Por otro lado, los libros también se movilizaban como posesiones particulares en el interior de la Nueva España, en manos de individuos que los compraban o que los poseían por distintas razones. En este caso, la movilidad se realizaba sin necesidad de los Pases de libros, ya que se trataba de posesiones particulares.
La familia Zúñiga Ontiveros construyó un negocio librero en la Nueva España. Cristóbal Zúñiga, el primer integrante de la familia en participar en el comercio del libro, estableció un cajón de libros en el mercado El Parián de la Ciudad de México, uno de los centros comerciales más importantes de la época.
Con la entrada en vigor del libre comercio en la Nueva España, Mariano y Felipe Zúñiga aprovecharon las ventajas del nuevo sistema para convertirse en importadores de libros sin necesidad de intermediarios y sin ingresar al Consulado de Comerciantes, surtían constantemente su acervo a través de su agente madrileño Gabriel de Sancha. 
En cuanto a las librerías de los Zúñiga, Cristóbal tuvo una en la década de los cincuenta del siglo XVIII, mientras que Mariano y Felipe tuvieron una a partir de los ochenta del mismo siglo. 
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ReferenciasDescubriendo el negocio librero: Cristobal de Zúñiga y Ontiveros en El Parián. (2017). México. Adabi, pp. 163-173.

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