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Lecturas femeninas novohispanas

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Lecturas femeninas novohispanas e Índices
En la Nueva España, las leyes y la moral cristiana española determinaban qué libros se podían leer y cuáles, aunque la Corona española intentó regular y controlar los hábitos de lectura, éstos fueron insuficientes. Se permitían principalmente las lecturas religiosas y filosóficas, así como los textos académicos y especializados como matemáticas, gramática y derecho. 
Se prohibían los 'ociosos libros de ficción, poesías, novelas, dramas, etc.' que se consideraban no apropiados para los colonos americanos, sin embargo, existen registros de la presencia de obras de entretenimiento y diversión en el Nuevo Mundo a pesar de las restricciones.
Los Índices de Valdés y los Índices de los libros prohibidos se contenían la lista de los libros permitidos y prohibidos en la Nueva España. El Índice de Valdés fue elaborado por el inquisidor Pedro de los Ríos, y aunque se centró en la prohibición de libros en lengua romance y de temática religiosa, también incluyó obras de entretenimiento o diversión que se consideraban inapropiadas. Los Índices de los libros prohibidos, por su parte, fueron elaborados por la Iglesia católica y su objetivo era prohibir la circulación de aquellos libros que se consideraban heréticos o contrarios a la doctrina católica, como el luteranismo, el calvinismo, el judaísmo, entre otros. 
En la biblioteca de Sor Juana Inés de la Cruz se encontraban distintas categorías literarias y autores destacados de la época. Según el estudio de Abreu Gómez, su colección constaba de cuatro mil volúmenes, los cuales se pudieron reconstruir a través de citas y alusiones en sus obras, los libros que se podían distinguir en sus retratos, los autores incluidos en obras enciclopédicas. 
Entre los autores destacados se encuentran Garcilaso, Crinitio, Góngora, Horacio, Ovidio, Homero, Menandro, Argensola, Petrarca, Píndaro y Virgilio, así como las comedias de Eurípides, Esquilo, Calderón, Moreto, Rojas y Sófocles. 
También tenía textos de ficción de Apuleyo, Bocaccio y Luciano, y sobre oratoria sobresalían obras de Cicerón, Demóstenes, Persio, Silio Itálico y Vieyra, mientras que sobre retórica encontramos autores como Licurgo, Mirandulum, Nebrija y Quintiliano, y sólo un autor sobre música, Cerone. Como podemos ver, la biblioteca de Sor Juana Inés de la Cruz era muy variada y nutrida, y abarcaba tanto la literatura como otros temas de interés que reflejaban su pasión por el conocimiento.
La mujer novohispana también leía diversas obras, una de ellas fue La Instrucción de la mujer cristiana de Juan Luis Vives, la cual desempeñó un papel fundamental en la educación y formación de las mujeres de la Nueva España. Este documento no sólo establecía las cualidades que debían tener las mujeres educadas, sino también debía servir como libro de cabecera para las damas que buscaban aprender y cuyos estudios debían ser enfocados en las letras que promovieran la virtud y la mejor manera de vivir de forma santa.
La obra de Vives fue bien recibida y se convirtió en un libro de referencia en la educación femenina en la Nueva España. Su enfoque en la moralidad y el comportamiento correcto ayudó a imponer normas en la vida diaria de las mujeres, aunque está claro que estas normas estaban bajo la influencia de los valores de la Iglesia católica que les permitieron encontrar su camino en una sociedad cambiante.
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ReferenciasTreviño Salazar, E. (2021). Entre "letras, hilar y labrar, que son ejercicios muy honestos". Lecturas femeninas en la Nueva España. México. UNAM, pp. 232-247.

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