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Patronazgo Clientelismo

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Patronazgo & Clientelismo
Existen numerosos significados – cada uno en su respectiva competencia – para el término “patrón”: Protector y/o defensor, una unidad que se toma como referencia para la evaluación de la moneda en un sistema monetario, el dueño de la casa o pensión donde uno se hospeda, el amo o señor de una finca, quien dirige un pequeño buque mercante, un modelo de muestra textil, un Santo, Virgen o Cristo titular de la congregación de un pueblo, etc…
El sentido relevante del término en Antropología, sin embargo, es – a grandes rasgos – el de empleador: Comúnmente, se entiende como patronazgo la relación entre – al menos – dos individuos; uno con el poder o solvencia económica suficiente para proveer empleo y protección al otro, que se acoge a su servicio en busca de posición laboral o seguridades personales.
Hoy en día, en las ciudades y zonas metropolitanas, se considera el patronazgo como una práctica ampliamente extinta o relegada a las zonas rurales más alejadas, donde la modernidad apenas ha hecho mella en su modo de vida. Se reduce el patronazgo a las ideas romantizadas que presentan la literatura y las telenovelas, o en su defecto a los testimonios de opresión y abuso expuestos en textos históricos tanto medievales como relativamente recientes.
Esa concepción es inexacta e inadecuada: El patronazgo – sistema previo incluso a la Antigua Roma, donde se organizó en las bases que luego se trasladarían a su visión generalizada en el mundo occidental – no debe solo analizarse desde el popularizado punto de vista esclavista; sino que deben considerarse las variantes modernas – o no tanto – que marcan la sociedad actual, siendo clientelismo es un claro ejemplo de la evolución de la simbiosis patrón-cliente, en contraposición a la dinámica patrón-esclavo.
Remitiéndonos a una variante tristemente célebre; el clientelismo político – un intercambio extraoficial de favores en el que ambas partes poseen la potestad de arruinar a la otra, sea por haber influido detractores o regulado prestaciones o por beneficiarse de esto con apoyo electoral – es censurado privada y públicamente: Esta relación es un delicado equilibrio de poderes en la que ningún lado lleva realmente la delantera. Sin embargo, y a pesar de contravenir ideales de transparencia y leyes anticorrupción, una aplastante mayoría de personas con participación política manifestarán ver esta clase de práctica como una parte inherente de las campañas electorales y/o reelecciones. 
La duda recae entonces en la situación actual del patronazgo y el clientelismo: Más allá de las haciendas y la arena política, ¿Realmente persisten?

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