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LA FIESTA AJENA - LA VENTANA ABIERTA - Eileen Valentina Guebel Ortiz (13)

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LA FIESTA AJENA
 Autora: Liliana Heker
Nomás llegó, fue a la cocina a ver si estaba el mono. Estaba y eso la tranquilizó: no le hubiera gustado nada tener que darle la razón a su madre, ¿monos en un cumpleaños?, le había dicho; ¡por favor! Vos sí te crees todas las pavadas que te dicen. Estaba enojada pero no era por el mono, pensó la chica: era por el cumpleaños.
—No me gusta que vayas —le había dicho—. Es una fiesta de ricos.
—Los ricos también se van a cielo —dijo la chica, que aprendía religión en el colegio.
—Qué cielo ni cielo —dijo la madre—. Lo que pasa es que a usted, m’hijita le gusta cagar más arriba del culo.
A la chica no le parecía nada bien la forma de hablar de su madre: ella tenía nueve años y era una de las mejores alumnas de su grado.
—Yo voy a ir porque estoy invitada —dijo—. Y estoy invitada porque Luciana es mi amiga. Y se acabó.
—Ah, sí, tu amiga —dijo la madre. Hizo una pausa.
—Oíme, Rosaura —dijo por fin—, ésa no es tu amiga. ¿Sabés lo que sos vos para todos ellos? Sos la hija de la sirvienta, nada más.
Rosaura parpadeó con energía: no iba a llorar.
—Cállate —gritó—. ¡Qué vas a saber vos lo que es ser amiga!
Ella iba casi todas las tardes a la casa de Luciana y preparaban juntas los deberes mientras su madre hacía la limpieza. Tomaban la leche en la cocina y se contaban secretos. A Rosaura le gustaba enormemente todo lo que había en esa casa. Y la gente también le gustaba.
—Yo voy a ir porque va a ser la fiesta más hermosa del mundo, Luciana me lo dijo. Va a venir un mago y va a traer un mono y todo.
La madre giró el cuerpo para mirarla bien y ampulosamente apoyó las manos en las caderas.
—¿Monos en un cumpleaños? —dijo—. ¡Por favor! Vos sí que te crees todas las pavadas que te dicen.
Rosaura se ofendió mucho. Además le parecía mal que su madre acusara a las personas de mentirosas simplemente porque eran ricas. Ella también quería ser rica, ¿qué? Si un día llegaba a vivir en un hermoso palacio, ¿su madre no la iba a querer tampoco a ella? Se sintió muy triste. Deseaba ir a esa fiesta más que nada en el mundo.
—Si no voy me muero —murmuró, casi sin mover los labios.
Y no estaba muy segura de que se hubiera oído, pero lo cierto es que la mañana de la fiesta descubrió que su madre le había almidonado el vestido de Navidad. Y a la tarde, después de que le lavó la cabeza, le enjuagó el pelo con vinagre de manzanas para que le quedara bien brillante. Antes de salir Rosaura se miró en el espejo, con el vestido blanco y el pelo brillándole, y se vio lindísima.
La señora Inés también pareció notarlo. Apenas la vio entrar, le dijo:
—Qué linda estás hoy, Rosaura.
Ella, con las manos, impartió un ligero balanceo a su pollera almidonada: entró a la fiesta con paso firme. Saludó a Luciana y le preguntó por el mono. Luciana puso cara de conspiradora; acercó su boca a la oreja de Rosaura.
—Está en la cocina —le susurró en la oreja—. Pero no se lo digás a nadie porque es un secreto.
Rosaura quiso verificarlo. Sigilosamente entró en la cocina y lo vio. Estaba meditando en su jaula. Tan cómico que la chica se quedó un buen rato mirándolo y después, cada tanto, abandonaba a escondidas la fiesta e iba a verlo. Era la única que tenía permiso para entrar en la cocina, la señora Inés se lo había dicho: “Vos sí, pero ningún otro, son muy revoltosos, capaz que rompen algo” . Rosaura en cambio, no rompió nada. Ni siquiera tuvo problemas con la jarra de naranjada, cuando la llevó desde la cocina al comedor. La sostuvo con mucho cuidado y no volcó ni una gota. Eso que la señora Inés le había dicho: ”¿Te parece que vas a poder con esa jarra tan grande?”. Y claro que iba a poder: no era de manteca, como otras. De manteca era la rubia del moño en la cabeza. Apenas la vio, la del moño le dijo:
—¿Y vos quién sos?
—Soy amiga de Luciana —dijo Rosaura.
—No —dijo la del moño —, vos no sos amiga de Luciana porque yo soy la prima y conozco a todas sus amigas. Y a vos no te conozco.
—Y a mí qué me importa —dijo Rosaura—, yo vengo todas las tardes con mi mamá y hacemos los deberes juntas.
—¿Vos y tu mamá hacen los deberes juntas? —dijo la del moño, con una risita.
—Yo y Luciana hacemos los deberes juntas —dijo Rosaura muy seria.
La del moño se encogió de hombros.
—Eso no es ser amiga —dijo—. ¿Vas al colegio con ella?
—No.
—¿Y entonces de dónde la conoces? —dijo la del moño, que empezaba a impacientarse.
Rosaura se acordaba perfectamente de las palabras de su madre. Respiró hondo:
—Soy hija de la empleada —dijo.
Su madre se lo había dicho bien claro: Si alguno te pregunta, vos le decís que sos la hija de la empleada, y listo. También le había dicho que tenía que agregar: y a mucha honra. Pero Rosaura pensó que nunca en su vida se iba a animar a decir algo así.
—¿Qué empleada? —dijo la del moño—. ¿Vende cosas en una tienda?
—No —dijo Rosaura con rabia—, mi mamá no vende nada, para que sepas.
—Y entonces, ¿cómo es empleada? Dijo la del moño.
Pero en ese momento se acercó la señora Inés haciendo shh shh, y le dijo a Rosaura si no la podía ayudar a servir las salchichitas, ella que conocía la casa mejor que nadie.
—Viste —le dijo Rosaura a la del moño, y con disimulo le pateó un tobillo.
Fuera de la del moño todos los chicos le encantaron. La que más le gustaba era Luciana, con su corona de oro; después los varones. Ella salió primera en la carrera de embolsados y en la mancha agachada nadie la pudo agarrar. Cuando los dividieron en equipos para jugar al delegado, todos los varones pedían a gritos que la pusieran en su equipo. A Rosaura le pareció que nunca en su vida había sido tan feliz.
Pero faltaba lo mejor. Lo mejor vino después que Luciana apagó las velitas. Primero, la torta: la señora Inés le había pedido que la ayudara a servir la torta y Rosaura se divirtió muchísimo porque todos los chicos se le vinieron encima y le gritaban “a mí, a mí”. Rosaura se acordó de una historia donde había una reina que tenía derecho de vida y muerte sobre sus súbditos. Siempre le había gustado eso de tener derecho de vida y muerte. A Luciana y a los varones les dio los pedazos más grandes, y a la del moño una tajadita que daba lástima.
Después de la torta llegó el mago. Era muy flaco y tenía una capa roja. Y era mago de verdad. Desanudaba pañuelos con un soplo y enhebraba argollas que no estaban cortadas por ninguna parte. Adivinaba las cartas y el mono era el ayudante. Era muy raro el mago: al mono le llamaba socio. “A ver, socio, dé vuelta una carta”, le decía. “No se me escape, socio, que estamos en horario de trabajo”.
La prueba final era la más emocionante. Un chico tenía que sostener al mono en brazos y el mago lo iba a hacer desaparecer.
—¿Al chico? —gritaron todos.
—¡Al mono! —gritó el mago.
Rosaura pensó que ésta era la fiesta más divertida del mundo.
El mago llamó a un gordito, pero el gordito se asustó enseguida y dejó caer al mono. El mago lo levantó con mucho cuidado, le dijo algo en secreto, y el mono hizo que sí con la cabeza.
—No hay que ser tan timorato, compañero —le dijo el mago al gordito.
—¿Qué es timorato? —dijo el gordito.
El mago giró la cabeza hacia un lado y otro lado, como para comprobar que no había espías.
—Cagón —dijo—. Vaya a sentarse, compañero.
Después fue mirando, una por una, las caras de todos. A Rosaura le palpitaba el corazón.
—A ver, la de los ojos de mora —dijo el mago—. Y todos vieron cómo la señalaba a ella.
No tuvo miedo. Ni con el mono en brazos, ni cuando el mago hizo desaparecer al mono, ni al final, cuando el mago hizo ondular su capa roja sobre la cabeza de Rosaura. Dijo las palabras mágicas… y el mono apareció otra vez allí, lo más contento, entre sus brazos. Todos los chicos aplaudieron a rabiar. Y antes de que Rosaura volviera a su asiento, el mago le dijo:
—Muchas gracias, señorita condesa.
Eso le gustó tanto que un rato después, cuando su madre vino a buscarla, fue lo primero que le contó.
—Yo lo ayudé al mago y el mago me dijo: “Muchas gracias, señorita condesa”.
Fue bastante raro porque, hasta ese momento, Rosaura había creído que estaba enojada con su madre. Todo el tiempohabía pensado que le iba a decir: “Viste que no era mentira lo del mono”. Pero no. Estaba contenta, así que le contó lo del mago.
Su madre le dio un coscorrón y le dijo:
—Mírenla a la condesa.
Pero se veía que también estaba contenta.
Y ahora estaban las dos en el hall porque un momento antes la señora Inés, muy sonriente, había dicho: “Espérenme un momentito”.
Ahí la madre pareció preocupada.
—¿Qué pasa? —le preguntó a Rosaura.
—Y qué va a pasar —le dijo Rosaura—. Que fue a buscar los regalos para los que nos vamos.
Le señaló al gordito y a una chica de trenzas, que también esperaban en el hall al lado de sus madres. Y le explicó cómo era el asunto de los regalos. Lo sabía bien porque había estado observando a los que se iban antes. Cuando se iba una chica, la señora Inés le daba una pulsera. Cuando se iba un chico, le regalaba un yo-yo. A Rosaura le gustaba más el yo-yo porque tenía chispas, pero eso no se lo contó a su madre. Capaz que le decía: “Y entonces, ¿por qué no pedís el yo-yo, pedazo de sonsa?” Era así su madre. Rosaura no tenía ganas de explicarle que le daba vergüenza ser la única distinta. En cambio le dijo:
—Yo fui la mejor de la fiesta.
Y no habló más porque la señora Inés acababa de entrar al hall con una bolsa celeste y una rosa.
Primero se acercó al gordito, le dio un yo-yo que había sacado de la bolsa celeste, y el gordito se fue con su mamá. Después se acercó a la de trenzas, le dio una pulsera que había sacado de la bolsa rosa, y la de trenzas se fue con su mamá.
Después se acercó a donde estaban ella y su madre.
Tenía una sonrisa muy grande y eso le gustó a Rosaura. La señora Inés la miró, después miró a la madre, y dijo algo que a Rosaura la llenó de orgullo. Dijo:
—Qué hija que se mandó, Herminia.
Por un momento, Rosaura pensó que a ella le iba a hacer dos regalos: la pulsera y el yo-yo. Cuando la señora Inés inició el ademán de buscar algo, ella también inició el movimiento de adelantar el brazo. Pero no llegó a completar ese movimiento.
Porque la señora Inés no buscó nada en la bolsa celeste, ni buscó nada en la bolsa rosa. Buscó algo en su cartera.
En su mano aparecieron dos billetes.
—Esto te lo ganaste en buena ley —dijo, extendiendo la mano—. Gracias por todo, querida.
Ahora Rosaura tenía los brazos muy rígidos, pegados al cuerpo, y sintió que la mano de su madre se apoyaba sobre su hombro. Instintivamente se apretó contra el cuerpo de su madre. Nada más. Salvo su mirada. Su mirada fría, fija en la cara de la señora Inés.
La señora Inés, inmóvil, seguía con la mano extendida. Como si no se animara a retirarla. Como si la perturbación más leve pudiera desbaratar este delicado equilibrio.
· ANÁLISIS Y COMPRENSIÓN
Respondemos en la carpeta en oración completa
1. ¿Por qué Rosaura discute con su madre? ¿Qué le decía su madre respecto a los ricos?
Ellas discuten porque la mamá le dice que Luciana, como era rica, solo la estaba usando y no era su amiga, sino que era ella la hija de la sirvienta de su casa. Pero Rosaura lo niega y dice que son amigas. Su madre le decía que los ricos eran mentirosos. 
2. ¿Por qué Rosaura tenía tantos deseos de ir a esa fiesta?
Porque Luciana le había contado que iba a ir un mago con un mono, y a demás decía que no podía faltar a la fiesta de su amiga porque iba a ser una fiesta muy hermosa. 
3. ¿Cómo se prepara para ir a la tan esperada fiesta?
Para ir a la tan esperada fiesta se preparaba de la siguiente manera: se almidonaba el vestido blanco de Navidad, después su madre le lavó la cabeza y le enjuagó el pelo con vinagre de manzana para que le quedara muy brillante.
4. Luego de leer todo el relato y conocer el final, la frase “Era la única que tenía permiso para entrar en la cocina, la señora Inés se lo había dicho.” toma un sentido que al principio no se lo dábamos: ¿Por qué ella en particular sólo tenía permiso? Explicamos el título del cuento.
El título del cuento quiere referirse a que Rosaura fue a trabajar a la fiesta, y que Luciana solo se llevaba bien con ella porque la niña era la hija de la sirvienta de su casa. Y le hizo creer que eran amigas para que ella pensara que iba como invitada en vez de ir a trabajar. 
5. ¿Qué le dice la niña del moño respecto a su amistad con Luciana?
La niña del moño le dice que no eran amigas. Porque Luciana no la había nombrado nunca como amiga suya, y además como ellas eran primas, ella sabía quiénes eran sus amigas. 
6. ¿Cómo se venga Rosaura de los comentarios de la del moño?
Rosaura para vengarse de todo lo que le había dicho la del moño, ella le pateó el tobillo disimuladamente y se fue a hacer lo que le había pedido la señora Inés.
7. El mago que está animando la fiesta utiliza algunas expresiones y palabras que ya no usamos: ¿Cuáles son? ¿Dónde aparecen explicadas?
El mago usa gordito, para referirse a uno de los niños, y también usa timorato. Entonces el niño le pregunta ¿qué es timorato?, y el mago le contesta que significa cagón.
8. Cuando finaliza la fiesta y los chicos y chicas comienzan a irse, todos reciben un souvenir pero… ¿Qué sucede entre Rosaura y la señora Inés? ¿Cómo se siente ella y por qué?
Lo que sucede entre Rosaura y la señora Inés es que, la señora en vez de darle un souvenir le dio plata. Ella se siente muy mal porque la usaron para trabajar.
La ventana abierta 
(Saki)
-Mi tía bajará enseguida, señor Nuttel -dijo con mucho aplomo una señorita de quince años-; mientras tanto debe hacer lo posible por soportarme.
Framton Nuttel se esforzó por decir algo que halagara debidamente a la sobrina sin dejar de tomar debidamente en cuenta a la tía que estaba por llegar. Dudó más que nunca que esta serie de visitas formales a personas totalmente desconocidas fueran de alguna utilidad para la cura de reposo que se había propuesto.
-Sé lo que ocurrirá -le había dicho su hermana cuando se disponía a emigrar a este retiro rural-: te encerrarás no bien llegues y no hablarás con nadie y tus nervios estarán peor que nunca debido a la depresión. Por eso te daré cartas de presentación para todas las personas que conocí allá. Algunas, por lo que recuerdo, eran bastante simpáticas.
Framton se preguntó si la señora Sappleton, la dama a quien había entregado una de las cartas de presentación, podía ser clasificada entre las simpáticas.
-¿Conoce a muchas personas aquí? -preguntó la sobrina, cuando consideró que ya había habido entre ellos suficiente comunicación silenciosa.
-Casi nadie -dijo Framton-. Mi hermana estuvo aquí, en la rectoría, hace unos cuatro años, y me dio cartas de presentación para algunas personas del lugar.
Hizo esta última declaración en un tono que denotaba claramente un sentimiento de pesar.
-Entonces no sabe prácticamente nada acerca de mi tía -prosiguió la aplomada señorita.
-Sólo su nombre y su dirección -admitió el visitante. Se preguntaba si la señora Sappleton estaría casada o sería viuda. Algo indefinido en el ambiente sugería la presencia masculina.
-Su gran tragedia ocurrió hace tres años -dijo la niña-; es decir, después que se fue su hermana.
-¿Su tragedia? -preguntó Framton; en esta apacible campiña las tragedias parecían algo fuera de lugar.
-Usted se preguntará por qué dejamos esa ventana abierta de par en par en una tarde de octubre -dijo la sobrina señalando una gran ventana que daba al jardín.
-Hace bastante calor para esta época del año -dijo Framton- pero ¿qué relación tiene esa ventana con la tragedia?
-Por esa ventana, hace exactamente tres años, su marido y sus dos hermanos menores salieron a cazar por el día. Nunca regresaron. Al atravesar el páramo para llegar al terreno donde solían cazar quedaron atrapados en una ciénaga traicionera. Ocurrió durante ese verano terriblemente lluvioso, sabe, y los terrenos que antes eran firmes de pronto cedían sin que hubiera manera de preverlo. Nunca encontraron sus cuerpos. Eso fue lo peor de todo.
A esta altura del relato la voz de la niña perdió ese tono seguro y se volvió vacilantemente humana.
-Mi pobre tía sigue creyendo que volverán algún día, ellos y el pequeño spaniel que los acompañaba,y que entrarán por la ventana como solían hacerlo. Por tal razón la ventana queda abierta hasta que ya es de noche. Mi pobre y querida tía, cuántas veces me habrá contado cómo salieron, su marido con el impermeable blanco en el brazo, y Ronnie, su hermano menor, cantando como de costumbre "¿Bertie, por qué saltas?", porque sabía que esa canción la irritaba especialmente. Sabe usted, a veces, en tardes tranquilas como las de hoy, tengo la sensación de que todos ellos volverán a entrar por la ventana...
La niña se estremeció. Fue un alivio para Framton cuando la tía irrumpió en el cuarto pidiendo mil disculpas por haberlo hecho esperar tanto.
-Espero que Vera haya sabido entretenerlo -dijo.
-Me ha contado cosas muy interesantes -respondió Framton.
-Espero que no le moleste la ventana abierta -dijo la señora Sappleton con animación-; mi marido y mis hermanos están cazando y volverán aquí directamente, y siempre suelen entrar por la ventana. No quiero pensar en el estado en que dejarán mis pobres alfombras después de haber andado cazando por la ciénaga. Tan típico de ustedes los hombres ¿no es verdad?
Siguió parloteando alegremente acerca de la caza y de que ya no abundan las aves, y acerca de las perspectivas que había de cazar patos en invierno. Para Framton, todo eso resultaba sencillamente horrible. Hizo un esfuerzo desesperado, pero sólo a medias exitoso, de desviar la conversación a un tema menos repulsivo; se daba cuenta de que su anfitriona no le otorgaba su entera atención, y su mirada se extraviaba constantemente en dirección a la ventana abierta y al jardín. Era por cierto una infortunada coincidencia venir de visita el día del trágico aniversario.
-Los médicos han estado de acuerdo en ordenarme completo reposo. Me han prohibido toda clase de agitación mental y de ejercicios físicos violentos -anunció Framton, que abrigaba la ilusión bastante difundida de suponer que personas totalmente desconocidas y relaciones casuales estaban ávidas de conocer los más íntimos detalles de nuestras dolencias y enfermedades, su causa y su remedio-. Con respecto a la dieta no se ponen de acuerdo.
-¿No? -dijo la señora Sappleton ahogando un bostezo a último momento. Súbitamente su expresión revelaba la atención más viva... pero no estaba dirigida a lo que Framton estaba diciendo.
-¡Por fin llegan! -exclamó-. Justo a tiempo para el té, y parece que se hubieran embarrado hasta los ojos, ¿no es verdad?
Framton se estremeció levemente y se volvió hacia la sobrina con una mirada que intentaba comunicar su compasiva comprensión. La niña tenía puesta la mirada en la ventana abierta y sus ojos brillaban de horror. Presa de un terror desconocido que helaba sus venas, Framton se volvió en su asiento y miró en la misma dirección.
En el oscuro crepúsculo tres figuras atravesaban el jardín y avanzaban hacia la ventana; cada una llevaba bajo el brazo una escopeta y una de ellas soportaba la carga adicional de un abrigo blanco puesto sobre los hombros. Los seguía un fatigado spaniel de color pardo. Silenciosamente se acercaron a la casa, y luego se oyó una voz joven y ronca que cantaba: "¿Dime, Bertie, por qué saltas?"
Framton agarró deprisa su bastón y su sombrero; la puerta de entrada, el sendero de grava y el portón, fueron etapas apenas percibidas de su intempestiva retirada. Un ciclista que iba por el camino tuvo que hacerse a un lado para evitar un choque inminente.
-Aquí estamos, querida -dijo el portador del impermeable blanco entrando por la ventana-: bastante embarrados, pero casi secos. ¿Quién era ese hombre que salió de golpe no bien aparecimos?
-Un hombre rarísimo, un tal señor Nuttel -dijo la señora Sappleton-; no hablaba de otra cosa que de sus enfermedades, y se fue disparado sin despedirse ni pedir disculpas al llegar ustedes. Cualquiera diría que había visto un fantasma.
-Supongo que ha sido a causa del spaniel -dijo tranquilamente la sobrina-; me contó que los perros le producen horror. Una vez lo persiguió una jauría de perros parias hasta un cementerio cerca del Ganges, y tuvo que pasar la noche en una tumba recién cavada, con esas bestias que gruñían y mostraban los colmillos y echaban espuma encima de él. Así cualquiera se vuelve pusilánime.
La fantasía sin previo aviso era su especialidad.
FIN
Comprensión de lectura y análisis de “La ventana abierta”
1) Marca V de verdadero o F de falso según corresponda. Fundamenta las falsas:
a) Nuttel conocía la zona muy bien e iba periódicamente a veranear.F. Es falso porque su hermana había vivido ahí hacía cuatro años, pero el no conocía el lugar
b) Vera era sobrina del señor Sappleton. V
c) Era el aniversario de la muerte del señor Sappleton y sus cuñados. F. Es falso porque Vera lo inventó.
d) Nuttel tenía problemas de salud, relacionado con su estado anímico y nervios. V
e) La historia se ambienta en un pantano. F. La historia se ambienta en la casa de la señora Sappleton. 
f) Nuttel se pone muy nervioso por la conversación de la Sra. Sappleton y quiere cambiar de tema constantemente. V
 2) Ordená las oraciones para que quede un texto coherente:
· De pronto, Framton vio aparecer tres figuras que atravesaban el jardín y salió corriendo sin despedirse. 7
· En la sala había una ventana siempre abierta. 5
· Framton debía tomarse un descanso recomendado por sus médicos. 1
· Vera le dijo a su tío que Framton eran un hombre con terror a los perros y que seguramente se habría asustado por el spaniel. 8
· Fue a visitar a la Sra. Sappleton. 3
· Vera, la sobrina de la Sra. Sappleton, era una mentirosa profesional. 9
· Fue a un pueblo donde su hermana había vivido años antes. 2
· La Sra. Sappleton tenía una sobrina llamada Vera. 4
· Vera le contó a Framton que la ventana permanecía abierta porque su tía esperaba que su marido y sus hermanos volvieran después de perderse en el pantano. 6 
2) En la siguiente cita del primer párrafo, ¿cómo se puede interpretar la oración subrayada?
“Mi tía ya baja, señor Nuttel- dijo, muy segura de sí misma la jovencita, de unos quince
años-. Mientras tanto tendrá que conformarse con soportarme a mí.”
La oración subrayada se puede interpretar como que ser acompañado por Vera era igual a ser víctima de escuchar historias que parezcan verdaderas para asustar a las personas. 
 4) ¿Qué motiva a Vera a inventar la historia del aniversario de la muerte de su tío? ¿Qué elementos utiliza para armarla?
A Vera la motiva la pregunta que hace Nuttel acerca de por qué hay una puerta abierta si hace frío, que Para armar la historia describe la vestimenta del señor Nuttel y sus hermanos, el perro y la escopeta. También la canción que siempre cantaban y que mancharían con barro el suelo al entrar. 
 5) Luego de conocer a Nuttel, ¿qué opinó la señora Sappleton de él y por qué?
La señora Sappleton opinó que Nuttel era un tipo bastante raro y nervioso porque solo hablaba de sus enfermedades. Además, apenas aparecieron su marido y hermanos, se fue corriendo sin dar explicaciones. 
 6) ¿Cómo describirías a Nuttel y a Vera? Antes de hacerlo, relee el cuento buscando las respuestas a las siguientes preguntas (podés tomar apuntes en tu carpeta, hacer un resumen o un cuadro):
· Sobre el señor Nuttel: 
I) ¿Cómo reaccionó el señor Nuttel cuando vio al señor Sappleton y a sus cuñados?
 Le dio terror y salió disparado como un rayo.
II) ¿Por qué el señor Nuttel se fue a vivir al campo?
Porque era muy nervioso y necesitaba relajarse.
III) ¿Cuál era el tema favorito de conversación del señor Nuttel?
El tema favorito de conversación era su propia salud.
· Sobre Vera:
I) ¿Con qué intención Vera pregunta a Nuttel si sabe algo acerca de su tía?
Para poder saber qué historia le podía inventar a Nuttel para que se la creyera.
II) ¿Por qué la voz de Vera se vuelve temblorosa mientras habla con Nuttel?
Porque estaba actuando y tenía que aparentar pena.
III) ¿Cómo reacciona Vera cuando Nuttel se va?
Con tranquilidad e indiferencia respecto de Nuttel. Toma lo sucedido como punto de partida para inventar otra historia.
Según las respuestasque diste en la primera parte, describe en un texto coherente y cohesivo a Framton Nuttel y a Vera. 	
 El señor Framton Nuttel era un hombre que tenía varios problemas de salud. Aunque también era solitario y asustadizo. Pero estaba muy bien educado, no le faltaba el respeto a nadie ni nada por el estilo. 
Vera era una adolescente a la que le encantaba hacer bromas a la gente para que se asustara. Era muy mentirosa, desconsiderada, egoísta, y conversadora. No le importaba como se sentía la otra persona con su broma, ella solo mentía una y otra vez.
Hipocondríaco: 
7) ¿Qué características típicas del género realista se pueden identificar en este cuento? Enumeralas.
1. El lugar donde transcurre la historia (el pantano y la casa) son reconocibles.
2. Las descripciones son claras y precisas.
3. La caracterización de los personajes incluye los rasgos físicos y psicológicos.
4. Los hechos narrados son creíbles.
5. Se describen los hábitos del ambiente.
 8) ¿Qué creés que ocurrió realmente? ¿Framton veía fantasmas o Vera lo había inventado todo?
Para mí lo que ocurrió verdaderamente es que Vera al saber que el señor Framton tenía problemas, le hizo toda una historia inventada para que el tuviera miedo y se valla.
9) Escribí una nueva historia que pueda haber inventado Vera. (Podés utilizar los mismos personajes, tiempo espacio, modo de escribir, etc.)
Luego de que el señor Framton se haya ido de esa casa, la hermana de é comienza a alquilarla. Llega el primer inquilino y la hermana de Framton (muy entusiasmada) comienza a recorrer y mostrarle el lugar. Los inquilinos eran una pareja de enamorados, recién casados. A ellos les fascinó el lugar, todo tipo de cosas le encantaban. Se va la hermana de Framton y aparece Vera, ella intenta hacerse la simpática y buena con esta pareja. Ellos le preguntan quién es, hace cuánto estaba viviendo allí, etc. Vera muy mentirosa les dice, que solo hacía un par de años, que se había mudado porque su padre había fallecido en su casa. La pareja se lamenta con ella por preguntarle, y la invitan a tomar un café a la casa alquilada. 
Vera les cuenta una historia sobre esa casa, y le dice que ella escuchaba ruidos siempre pero nunca sabía si era su imaginación o era real. La pareja comienza a asustarse, pero le siguen preguntando por esos ruidos. Ella les explica que el señor Framton (el señor que estaba habitando esa casa antes de que ellos vinieran) estaba loco y se había ido sin saber por qué. Pero Vera asegura de saber que el señor Framton mataba gente. La pareja muy asustada le pregunta si ella vio personas entrar o si había visto algo sospechoso. Vera les dijo que todos los días a las 3am escuchaba personas gritar y también una sierra. Y que el día anterior a esto escuchó al señor Framton a los gritos discutiendo con alguien. Los inquilinos quedaron aterrorizados y la adolescente se fue a su casa como si no hubiese pasado nada.

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