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Reflexión sobre la enseñanza de la Historia

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Taboada Ordaz Ian Israel
Reporte de lectura 2
Como es bien sabido hoy en día, la disciplina histórica es un saber situado; es decir, que lejos de lo que en algún momento se pretendió, un historiador no puede colocarse a sí mismo fuera y ajeno a la dinámica de su sociedad; la forma en la que este o esta se desenvolverá en el oficio obedece a una serie de circunstancias, intereses y necesidades definidas por su propio tiempo. Por lo tanto, no es difícil imaginar que la enseñanza de la Historia sufre de la misma dinámica; cada sociedad determina, pensando en sus propios intereses y necesidades contextualizadas, qué se enseña, por qué se enseña, para qué se enseña, y través de qué herramientas, discursos y metodologías se enseña (cómo); osease, determina el currículum.
La vinculación de uno con otro ya no se encuentra muy lejos de este planteamiento; puesto que ambas son consecuencia de determinada intención social, tanto la forma en la que se ha escrito y estudiado Historia como la forma en la que se ha enseñado la misma. Pero en un sentido, creo yo, en el que la enseñanza es la primera afectada en esta relación, y es esta misma la que, entre otros factores, condiciona a la historiografía; en otras palabras, a través de la enseñanza, la sociedad logra insertar en la reproducción de sus intereses y necesidades al historiador, tal como lo hace con el pueblo en general. Todo esto queda planteado por Pagés cuando menciona que el currículum (como cualquier dinámica social) puede cambiar y reformarse dependiendo cuáles son los nuevos objetivos, el currículum es, después de todo, una “construcción social, históricamente determinada” y:
constituye un sistema a través del cual se toman decisiones sobre aquella parte de la cultura que se considera conveniente que las nuevas generaciones conozcan y aprendan en la escuela para integrarse en la sociedad.
Una vez mencionado esto, el autor procede exponer tres tipos de currículos y sus características; estos obedecen a determinado pensamiento temporal, y por lo tanto a un desarrollo historiográfico en específico, y unos son más antiguos que otros, aunque los tres en mayor o menor medida son vigentes.
El primero, el más antiguo y el que a mi parecer, sigue dominando la enseñanza de nuestro país, es el currículum técnico. Que por sus características me lleva a pensar que es fruto del pensamiento moderno y de la concepción positivista del conocimiento (pensamiento que por cierto, sigue permeando en el desarrollo de algunos historiadores incluso hoy) que probablemente haya encontrado su estabilidad y durabilidad en el hecho de que es el que mejor conserva los intereses de cualquier régimen, ya que como lo menciona Pagés; graba el nacionalismo en el alumnado y mantiene los valores tradicionales, sean cuales sean los valores que dicho régimen entienda. Y que, al preferir que la transmisión del conocimiento sea mecánica y solamente memorizada, más no reflexionada, elimina todo pensamiento crítico del alumnado. Es una enseñanza basada en el Saber del docente.
El segundo, consecuencia del primero, surge de toda esta crisis generada por las grandes guerras y el desencanto y desapego del pueblo en general hacia los regímenes autoritarios; es decir, los sesentas y setentas como bien menciona el autor. Y tanto este como el tercero pueden encontrar cierto paralelo con el posmodernismo y el llamado fracaso de la modernidad.
Como si fuera parte de una liberación personal este currículum pone énfasis en que el conocimiento es un instrumento para el libre desarrollo de cada individuo. Para el caso específico de la Historia, Pagés dice que: “se ha basar en la vida y en los problemas reales del alumnado y ha de permitirle pensar en el presente y en el pasado a la luz de sus propios intereses”. Con este currículum viene a mi mente el surgimiento de nuevos enfoques históricos como el de la Historia cultural ¿Qué tanta relación tendrá este cambio propuesto en la educación con la aparición de nuevas visiones que se alejan del discurso tradicional de la historia que habla sobre grandes personajes y las élites hegemónicas? ¿Son ambas fruto de la misma dinámica social? 
Cabe mencionar que este nuevo currículum ya pone énfasis en el Saber-Hacer, la metodología de enseñanza.
El tercero parece una continuación o expansión del segundo, puesto que no rompe tanto con él como sí lo hizo el segundo con el primero; rescata algunos elementos de este y sigue dentro de la misma dinámica de desencanto de la autoridad con su función emancipadora. Aparece el sentido crítico no sólo para comprender y explicar el conocimiento que se recibe (y ya no sólo memorizarlo) sino también para enforcarlo en la resolución de problemas sociales. Me atrevo a decir que este currículum brinda a la Historia su versión más humana y más apegada a su propósito social. Y tal como me lo cuestioné con el currículum pasado, sería interesante ver que tan apegada está este surgimiento con el de las visiones más contemporáneas de la Historia que aborda ciertos temas desde el lente de minorías o grupos relegados e invisibilizados del ojo histórico tradicional. 
Ahora bien ¿Cómo se relaciona la formación del docente de historia con la del historiador? Creo yo que la formación del historiador debe contemplar la didáctica y la enseñanza, y tal vez no necesariamente para que este dé directamente las clases, pero sí para que se involucre en el desarrollo del currículum y en las inquietudes de quien sí las da. Puesto que no sirve de nada (al menos no para la función social de la Historia) que los egresados desarrollen estas nuevas formas y enfoques de hacer sus investigaciones, si el grueso de la población sigue recibiendo una educación histórica tradicional llena de maniqueísmos, héroes y élites, nacionalismo y exaltación de valores que sólo le suman a un régimen que quiere ciudadanía acrítica; todo esto gracias a que el cuerpo docente sigue enseñando en su mayoría, con el libro del currículum técnico bajo el hombro. El historiador el entonces no sólo debe involucrarse en la teoría, porque como bien menciona el autor, el cuerpo docente termina aplicando cosas distintas, así que también debe involucrarse en la práctica escuchando las necesidades de estos últimos para satisfacer las del alumnado en pro de que sean más críticos.

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