Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Susana Castellanos De Zubiría nació en Bogotá, Colombia, donde cursó la carrera de Literatura en la Pontificia Universidad Javeria- na. Su tesis La bruja. verbalización de los poderes de la tierra. Estudio sobre la imagen de la bruja en la li- teratura, fue el inicio de su interés por las representaciones del mal en el arte y la literatura. Realizó una especialización en educación en la Universidad Externado de Colom- bia y algunos cursos de postgrado sobre religiones afroamericanas en La Habana, Cuba. Actualmente en- seña literatura, mitología e historia del arte y la cultura en el Colegio Nueva Granada en Bogotá, y dicta la cátedra de mitología clásica del cercano Oriente y Egipto en el Cen- tro de Estudios Teológicos y de las Religiones de la Universidad Nues- tra Señora del Rosario. Este es su segundo libro. Colección Documentos Mujeres perversas de la historia Mujeres perversas de la historia Susana Castellanos De Zubiría Grupo Editorial Norma www.librerianorma.com Bogotá Barcelona Buenos Aires Caracas Guatemala Lima México Panamá Quito San José San Juan San Salvador Santiago de Chile Santo Domingo Castellanos de Zubiría, Susana Mujeres perversas de la historia I Susana Castellanos de Zubiría. -- Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2008. 384 p.; 23 cm. -- (Colección documentos) ISBN 978-958-45-1536-0 1. Mujeres - Biografías 2. Mujeres - Historia 3. Mujeres en la historia 1. Tít. n. Serie. 920.72 cd 21 ed. A1194097 CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango © Susana Castellanos De Zubiría, 2008 © Grupo Editorial Norma, 2008 Avenida El Dorado No. 90-10, Bogotá, Colombia Imagen de cubierta: AllIs Wlnity, ilustración de Charles Allan Gilbert, 1892 Disefio de cubierta: Paula Gutiérrez Roldán Diagramación: Nohora Betancourt Vargas Ce. 26000549 ISBN 978-958-45-1536-0 Impreso por Cargraphics S.A - 9471 . Impreso en Colombia - Printed in Colombia Noviembre de 2008 Derechos reservados para todo el mundo de habla hispana. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin permiso escrito de Editorial Norma. Este libro se compuso en caracteres Adobe Garamond Agradecimientos Prólogo Introducción Contenido El mal y lo femenino, una entrañable relación desde el inicio de los tiempos Mujeres de tiempos bíblicos Lilith Eva Jael Dalila Jezabel Judit Herodías y Salomé La perfidia femenina en el mundo antiguo Pandora Circe Medea Clitemnestra Semíramis Olimpia de Epiro Cleopatra VII XIII xv 1 7 11 13 15 16 19 21 24 26 31 33 35 39 42 45 49 53 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA La perversión clásica o la clásica perversión Livia Mesalina Agripina Locusta Santas por lo perversas Helena Teodora Santa Irene de Atenas Acercándose a Su Santidad Marozia Lucrecia Borgia Isabel la Católica, la Führer del siglo xv Religión, hogueras y venenos María Tudor, la sanguinaria Erzsebet Báthory, la condesa sangrienta Catalina de Médicis, Madame Serpiente Margarita de Valois, reina de los corazones Venenos, hechizos y pactos diabólicos La amorosa marquesa de Brinvilliers La Voisin, reina de las brujas Madame de Montespan, la verdadera reina del Rey Sol VIII 61 63 72 82 95 99 101 113 130 145 147 157 168 18 5 187 202 21 5 229 239 241 257 265 CONTENIDO Temidas, crueles y lascivas gobernantes de la Rusia zarista 275 La asombrosa ginecocracia que antecedió a Catalina la Grande 277 Catalina 11 de Rusia 292 Mujeres·fatales 30 7 Trinidad Forero 309 La mujer fatal 316 Dolores, La Petenera 321 . Lou Andreas Salomé 324 LolaMontes 327 Viudas negras y asesinas en serie 33 1 Crueldad descarnada 337 Ilse Koch 339 Griselda Blanco, la Viuda Negra 344 Conclusiones 353 Bibliografta seleccionada 359 IX Dedicado a Mome y a las madres de Orestes, Tiberio, Nerón, Constantino ... entre otras. AGRADECIMIENTOS A Ja~k Goldstein, El Mono, le corresponde la paternidad responsable de este proyecto, que ahora es libro. Además debo agradecerle el recuperar las Car- tas perdidas de Haim Eliahu, valiosos documentos para la elaboración de este trabajo. Gran parte del encanto de desarrollar esta propuesta fue concebirla juntos. A Gonzalo Guillén, por toda su dedicación y su apoyo constante. Su co- laboración fue esencial para rescatar mucha información y poder culminar este trabajo. Contar con él ha sido definitivamente importante. A Gabriel Iriarte, por creer en este proyecto y darme la oportunidad de trabajar en el que considero uno de los temas más apasionantes que existen. Disfruté muchísimo el proceso de materializar la idea de las mujeres perversas en este libro. A Enrique Serrano, por su gran generosidad y su disponibilidad para ayudarme a resolver dudas e inquietudes. A Jaime Londofio Por ser él. A Papu por su apoyo incondicional para cada idea que le propongo. A Nico por su apoyo y por ser el motor de cada paso que doy. PRÓLOGO No te dejes engañar, corazón, por su mentir, por su llorar, no te olvides que ella es mujer, no te dejes convencer. Del tango "No te engañes, corazón" La perversión femenina produce una intensa fascinación entre los hombres, que serían sus víctimas propiciatorias, y una soterrada preocupación entre las mujeres -porque el fondo efectivo de toda perversión femenina no son los hombres mismos, sino las otras mujeres-, con lo cual el tema ha adquirido el encanto de lo que es rejor no tratar, o vadear de soslayo, en serio y en broma a la vez, y en el que cada palabra debe ser medida para no ofender, o no sufrir dolorosas retaliaciones. Por demás, el restrictivo pensamiento políticamente correcto ha convertido el feminismo-y sUs muchos derivados- en un asunto caliente, poco apto para conversaciones francas. El imperativo de su ética ambigua sostiene que es me- jor mantener la neutralidad navegando sin tregua en lo banal, y solazarse en sus menudos detalles. Este ensayo casi juguetón -o en cualquier caso jovial- abor- da el espinoso tema de las mujeres perversas sin pretensiones de estudio acadé- mico, con la desprevención y la neutralidad propias de una mujer que observa el legado de otras, y los mitos literarios que se han creado sobre ellas. Y es que cada género ha hecho su versión del otro y su caricatura, y en no pocos casos ha demonizado al otro, por ingenuidad o malignidad, haciendo por lo menos difícil la comp_rensión cabal de todo el intrincado asunto. Como resulta evidente, la vida sentimental de la humanidad ha transcu- rrido en dos esferas complementarias, más a menudo separadas que unidas. El misterio de los sexos, a través de la prolija historia de la humanidad, revela secuelas de autoengaiíos, recelos y mutua incomprensión, así como de las su- persticiones que unos y otras han tejido sin cesar a través de miles de aiíos. Y tal tinglado fantasma estaría todavía muy lejos de desaparecer, con el peligroso acicate de hacer uso hoy de muchas más formas de zaherir que antaiío. xv MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA Sin miedo a generalizar, y corriendo el riesgo entero que implica meterse en estas honduras, me atrevo a decir que la esfera de lo masculino ha estado adscrita a las realizaciones quiméricas, dispersas, potenciales y difusas, dota- das de un claro dejo metafísico, ámbito ligado a realidades manifiestamente evanescentes, y que están ahí por poco tiempo, pues no parecen dotadas de efectiva permanencia. Atmósfera pesada, especulativa, lejana, que no pareció nunca asirse con prontitud ni claridad a las efectivas realizaciones. Lo femenino, por el contrario, estuvo siempre vinculado a un mundo existente, de evidencia inmediata, tangible, exigente, precisa, contundente y, sobre todo, permanente. Universo poderoso en donde las fuerzas están repar- tidas de antemano, y las acciones tienen todas, sin excepción, consecuencias obvias y perentorias. La idea de que las mujeres sueñan siemprecon ilusorios paraísos sería, en ese contexto, parte de las fantasías que los hombres nos he- mos creado sobre ellas. La perversión femenina, en ese marco de lo concreto, sería una suerte de apuesta inacabada, llevada a cabo cada día de la vida, en lo privado y con elementos sutiles muy del mundo, por dominar y seducir, o por vengar los agravios de los hombres (en especial el más ofensivo de todos: su presunta indiferencia), o los muchos que les han hecho otras mujeres. La literatura ha sido, entre otras muchas cosas, un campo de experimenta- ción acerca de los efectos que sobre tal mundo suele tener la astucia femenina, considerada letal por todos los pueblos de la antigüedad. La hembra perversa lo es con la picardía festiva de las niñas, mezclada con alguna curiosidad o con la estudiada crueldad de la dama que hace desplantes o que traiciona con ale- vosía, que mata con premeditación y limpieza, o que abusa sin que su víctima emita un sonido de queja. La envidia, la ira y la venganza indirectas han sido siempre los elementos primigenios de toda perversidad, pero la versión femenina se caracterizaría por la implacable impudicia con la que se lleva a efecto, por la brillantez de sus mé- todos y por no tener que hacer uso recurrente de violencia explícita, sino sólo de la moral o psíquica, la fuerza del sino, como dirían algunos. Las misteriosas fuentes de tal perversidad son difíciles de rastrear, pero se puede especular sin duda con ellas. En las mujeres, aquellas formas de agresión indirecta tendrían origen en conocer el flujo de la vida, y tal vez en tener más tiempo para pensar en lo que las ha ofendido, menos actividades programadas y una preparación precoz para el engaño. En efecto, es la niña, y no el niño, la que primero tiene tiempo libre, horas de fantasía y ensoñación, pero también XVI PRÓLOGO la que primero comprende que no puede quedarse en tal cosa. Las labores do- mésticas de la hembra de marras, sin duda más simples que las que posterior- mente ella se impuso, la arrastraron por caminos de evasión, sendas de estudio detallado de las fragilidades de sus semejantes, con una sabiduría densa. La perversión es algo delicado y delicioso, un dulce fuego que se mueve casi inocentemente en el alma de los niños de cualquier sexo, pero la forma que toma luego supone la creación de un mundo paralelo, subterráneo, secreto, en el cual moverse con ligereza, :poseído por la gracia de lo oscuro, llena de sabores misteriosos, casi especiados. Esta segunda naturaleza es la faz oculta de estas perversas. El mal en sí mismo aparece en este libro como un fantasma que posee a algunas mujeres, acaso un poco a todas, pleno de sugestiones y de atractivos, y que lleva a cabo sus actos solapada e inconscientemente, o al menos eso parece, c~mo sin querer, movidas ellas al tiempo por la impiedad y la locura. Sorpren- dIdas por el poder que han alcanzado o el que encarnan, sin apego efectivo por su crueldad, pero sin piedad real actúan casi movidas por fuerzas externas que las conducen. Las mujeres serían por lo menos tan crueles como los hombres, pero la duración de su castigo mayor, y la tendencia a llevar sus implicaciones sobre la descendencia es una recurrente tentación. En la mujer excitada por la sombra de la perversidad habría cierto impulso natural e incontenible que se deriva de la encantadora sensación de incremento repentino de poder, de capacidad para influir sobre su mundo. Los personajes que este libro aborda son especialmente polémicos, por- que su perversidad no siempre brotó del ambiente en el que crecieron. Pero no estuvo determinada solo por tal ambiente, sino que yacía, por decirlo así, en clave desde antes del nacimiento. ENRIQUE SERRANO XVII Mujer, tú eres la puerta del Diablo Tertuliano ¿Cómo no temer a un ser que nunca es tan peligroso como cuando sonríe? Jean Delumeau '! INTRODUCCIÓN La verdad estd en los mdrgenes Ludwig Wittgenstein Los hechos malos ... son una parte auténtica de la realidad y podrian, después de todo, ser la mejor clave para el significado de la vida y posiblemente los únicos que abrirdn nuestros ojos para ver los niveles mdsprofUndos de la verdad. William James, The Varieties of Religious Experience ¡Si tan solo fUera tan simple! Si tan solo hubiera gente mala por ahí, cometiendo insidiosamente acciones malignas, y sólo fUera necesario separarlas del resto de nosotros y destruirlas. Pero la linea que divide el bien y el mal corta el corazón de todo ser humano. ¿ Y quién estd dispuesto a destruir su propio corazón? Alexander Solzhenitsyn, Archipiélago Gulag Este trabajo es el resultado de una particular fas~inación por la imagen que dejaron en mi memoria los relatos sobre de ciertas mujeres: soterradas, mani- puladoras, embaucadoras, caprichosas, crueies, sin corazón ... Los mitos, las leyendas, la literatura y el arte en general les han adjudicado estos adjetivos a algunos personajes del género femenino desde el inicio de los tiempos. La perversidad femenina tiene un halo envolvente, sutil, ambiguo; trae a la memoria el recuerdo de labios susurrantes y el olor de un buen perfume. Algunas de las mujeres recordadas aquí, cruzaron el margen de la historia y sus apasionantes historias se convirtieron en leyenda: Semíramis, reina asiria del siglo IX a. de C. cuya ambición y vida disoluta escandalizó a sus contem- poráneos; Clitemnestra, reina de los argivos, ultimó su resentimiento contra 1 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA Agamenón, SU esposo, héroe de la guerra de Troya, apuñalándolo mientras este tomaba un reconfortante baño. Jezabel, conocida como la enemiga de Dios; Herodías, esposa del tetrarca de Galilea, quien disfrutó el placer de la venganza al ver sobre una sangrante bandeja de plata la cabeza de Juan el Bautista que su obediente hija, Salomé, le ofrecía; Teodora, prostituta temida, que llegó a ser brutal emperatriz del imperio bizantino; Agripina, madre controladora, que ejerció, a través de su hijo Nerón, gran control sobre el Imperio Romano, y luego lo pagó con la vida. Mesalina, disoluta emperatriz recordada por su extravagante lujuria. Mujer~s que estamparon su sello personal a la posteridad. Si bien, algunas han sido más recordadas que otras, todas llevan el estigma de llevar el aroma del mal y la desgracia. Altivas, ambiciosas, seductoras y despiadadas, se abrie- ron paso en las esferas del poder, rompiendo esquemas convencionales. Fue- ron regentes, emperatrices, reinas, cortesanas o incluso mujeres del pueblo que hicieron un particular uso del poder que tuvieron en sus manos y disfrutaron ejerciéndolo. Todas las mujeres reseñadas en este libro contradicen la tradicional idea que relaciona lo femenino con la bondad, la ternura, la vida, el amor maternal y filial, pues fueron más bien encarnaciones de la crueldad, la falta de compa- sión, el deseo de venganza, la ambición y la muerte. Se trata de mujeres reales que, con el paso del tiempo y la exaltación de que fueron objeto, terminaron por convertirse en íconos sociales, en símbolos de la maldad femenina. En términos sicoanalíticos, que usualmente tienen un referente sexual, "la perversión en la mujer no existe", y solo se presentan en ella "rasgos perver- sos", como pretende explicar Lacan en "Ideas para un Congreso sobre la sexua- lidad femenina", donde dice que "muchos de los casos de perversión femenina descritos en la literatura analítica están en función del fantasma masculino". Por otra parte, clínicamente hablando, solo son considerados estrictamente perversos aquellos seres que llegan a la algolagnia (algos: dolor; lagneia: placer), es decir, aquellos que sienten placer produciendo dolor en carne propia o ajena. De conformidad con esto, de las mujeres aquí presentadas, sería catalogada "clínicamente" como perversa la Condesa Sangrienta, una noble húngara que, parece ser, sintió un particular placer al torturar a sus criadas jóvenes y luegobañarse en la sangre que recogía tras lacerarlas. Sin embargo, estas ideas no explican por qué, a lo largo de la historia, se ha establecido una particular relación entre lo maligno y lo femenino. ¿Hay una base histórica para establecer esa relación? ¿La imagen de la mujer malvada 2 SUSANA CASTELLANOS DE ZUBIlÚA es producto de la ficción artística e historiográfica? ¿O las mujeres que inspi- raron este imaginario fueron realmente malvadas? ¿Cuáles fueron, entonces, esas mujeres reales que llevaron a los poetas, los artistas y los historiadores a construir el ícono de la mujer malvada? Cuando, a lo largo de la historia, ciertas mujeres, trascendiendo sus tradi- cionales dominios·del ámbito de lo privado y lo cotidiano, como el hogar y la vida de familia, surgieron por algún motivo al espacio de lo público, rompie- ron un esquema tradicional. Dichas mujeres llegaron a diferentes niveles del poder y se aferraron a él con fiereza. Al alcanzar la cima, su ejercicio de dicho podér no fue más suave o compasivo en razón a su género; de hecho, muchas veces lograron equiparar a los más crueles gobernantes masculinos e incluso superarlos en barbarie. Es interesante que en su ejercicio del poder público, las mujeres conti- nuaran utilizando los elementos de dominio que usaban en el ámbito de lo privado, esto es, la manipulación de la maternidad, la sexualidad, los venenos mediante la comida y las intrigas y desprestigio de la honra ajena. La ambición, rigor y crueldad de algunas mujeres, con un cierto grado de gobierno sobre otros, fue aliñada muchas veces con su volubilidad y caprichos, así como con una marcada, peligrosa y particular tendencia a entremezclar lo público con lo personal y una mayor intransigencia ante lo que consideraban afrentas personales. Es pertinente, entonces, dejar en claro que la acepci6n de perversa en este libro es la que se utiliza socialmente y que abarca todas las definiciones relaciona- das, que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española son: Perversa: (del latín perversus, participio del verbo pervertere, que significa trastornar o subvertir) I. adj. Sumamente mala, que carece de la bondad que debe tener según su naturaleza, que causa daño intencionadamente. 2. Que contiene maldad o perversión. 3. Que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas. 4 .. Que tiene una pérdida total de escrúpulos morales .. Otras características relacionadas a la perversidad femenina son: Maldad soterrada: una maldad que se esconde o guarda de manera que \ no parezca. Astucia cruel: utiliza ardides para lograr algo, así se llegue a la crueldad, (cruel = cruor = sangre) Provocaci6n: excitación, incitación, inducción a alguien a hacer algo malo. 3 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA Las mujeres reseñadas a continuación han sido consideradas perversas a lo largo de la historia por algunos que las observaron, escucharon sobre ellas o tuvieron que padecer las consecuencias de sus actos. En algunos casos se pre- senta la paradoja de haber sido consideradas, también, santas o emblemáticas. De cualquier modo, nuestras realidades siempre serán, ante todo, una percepción personal de las mismas, incluso manipuladas inconscien- temente por nosotros. (Haim Eliahu, pensador judío, Cartas, volu- men II) Si bien es paradójico, es también usual que existan desacuerdos en este tipo de valoraciones. Salvo en casos muy precisos en los que el placer por pro- ducir daño, por asesinar y torturar fue producto de la diversión y no se encuen- tra velado tras argumento justificable alguno. Algunas de estas mujeres fueron emperatrices regentes o reinas y, al igual que todos los grandes poderosos, tuvieron seguidores que las sostuvieron en esa posición a pesar de lo reprobable de muchos de sus actos. A las que están aquí reunidas las cubre un manto de leyenda creado por artistas, escritores, pintores y poetas. Ellos las han recreado y han mantenido vivo su legado con un curioso matiz estético. Incluso a las de tiempos más re- cientes, cuya historia llegó a ser conocida a través de noticias sensacionalistas, los medios, lejos de presentar una realidad objetiva, construyeron morbosos melodramas con sus historias. Si bien existen móviles generales en todas, como la ambición, la venganza o el deseo de perpetuarse a través de sus hijos, cada una de las aquí presentadas difiere de las otras en sus ideales personales y en el particular legado que pre~ tendían dejar. Tienen en común no solo el ser mujeres, sino el ser conscientes de ello y haberlo utilizado, subvirtiendo el orden establecido, para satisfacer sus caprichos. En casi todas las culturas lo femenino siempre ha estado vinculado a la oscuridad, a la caverna, a la vagina, se ha relacionado con lo que recibe, lo que capta. Dentro de esta idea de lo femenino se considera natural el recibir y el elegir. Esto, por oposición a lo masculino que está asociado a la luz, a lo sobresaliente; en él se considera natural el dar y debe ganar méritos para ser elegido. Cuando nos referimos a comúnmente a hombres crueles o perversos, pensamos en algunos cuya mala fama se ha extendido hasta nuestros días, Ne- 4 1 SUSANA CASTELLANOS DE ZUBIRÍA rón, Calígula, Atila, Hitler, hombres poderosos todos ellos, cuya influencia sobre un gran número de personas y cuya soberbia y ambición ha dejado una sangrienta huella en la historia. En cualquier antología que se escriba sobre personajes malvados de la historia se encontrarán más hombres que mujeres. No obstante, desde el jardín del Edén, e incluso antes, si se quiere, en los albores de la civilización, desde las temperamentales diosas como Isthar o Ereskigal en la región de Mesopotamia, es constante la referencia en la mitología, la literatura y el arte a la particular relación de la mujer con los comportamientos desbordados, irracionales, crue- les y perversos. En el contexto aquí presentado, el hombre perverso sería aquel que llega a anular a los demás para sobresalir él por encima de todos, para ser reconocido. Por su parte, la mujer perversa será aquella que puede elegir sin límite, a dife- rencia de otras de su género, que no se aferra a un hombre y representa para las demás un peligro constante, ya que las excluye de ciertos beneficios. Si bien tradicionalmente se relaciona en el imaginario social a las muje- res consideradas popularmente perversas como liberadas sexuales, en algunos casos ninfómanas, en ocasiones la perversidad femenina es una expresión política para ser preferida por los hombres y temida por las mujeres. No obstante, algunas de las más particulares mujeres aquí presentadas pareciesen tener una ausencia total de urgencia por los hombres, imponiéndose ante los ""- demás en su frialdad absoluta: dominando a los hombres, humillando a las mujeres. Todas las aquí reseñadas tuvieron una capacidad de decisión por encima del común de su género. Deseaban decidir sobre todo y hacerlo a perpetuidad. Como mujeres, le temieron a las huellas que les dejase el tiempo, pero dieron fríos y calculados pasos para lograr que sus actos no se perdieran en la inmedia- tez, sino que duraran para siempre. Las mujeres que emergieron del tradicional ámbito de lo familiar y lo pri- vado suscitaron desconfianza, que se manifestó en una particular tradición de aversión, desencanto, desprecio y humillación. Prevención fundada en aquello que nunca se ha logrado comprender cabalmente, el secreto del poder femeni- no, no sustentado en la fuerza ni en la pretendida racionalidad. Las mujeres perversas, que aquí se relatan, se encuentran en un espacio móvil y tenso en el que, si bien, muchas de ellas han tenido actitudes crueles y atroces, la historia, usualmente contada por hombres, se ha ensañado contra ellas en razón del temor que lo femenino produce. 5 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA Diversas citas de prestigiosos pensadores ponen de manifiesto esa parti- cularvisión que sobre la mujer ha pesado a través de los tiempos. Mezcla de temor y asombro se siente en sus palabras: El alma tiene, por así decirlo, una morada, en parte alojamiento de la mujer, en parte alojamiento del hombre. Ahora, para el hombre existe un lugar donde habitan propiamente los pensamientos masculinos; estos son sabios, correctos, justos, prudentes, piadosos; llenos de liber- tad, audacia y apego a la sabiduría ... y el sexo femenino es irracional y afín a brutales pasiones, temores, penas, placer y deseo, de los que sobrevienen una debilidad incurable y enfermedades indescriptibles. Filón de Alejandría (hacia 25 a. de c.- 50 d. de C.) Es evidente que todos los desastres, o una enorme proporción de ellos, se deben al carácter disoluto de las mujeres. León Tolstoi,"Diario" (1828-1910). Si la mujer fuera buena, Dios tendría una. Sacha Guitry (1885-1957). Existen innumerables referencias que permiten entrever el ancestral te- mor que palpita en el corazón de ciertos hombres sobre el sexo opuesto y las ,mujeres aquí resefiadas, no harán más que confirmar sus temores. Esta es, entonces, una galería de mujeres sumamente malas, que carecie- ron de la bondad que debían tener según su naturaleza, que causaron dafio intencionadamente y corrompieron las costumbres o el orden y el estado habi- tual de las cosas, utilizando ardides astutos, provocadores, soterrados, crueles, y por ello se han hecho acreedoras al título de mujeres perversas. 6 El mal y lo femenino, una entrañable relación desde el inicio de los tiempos El monstruo mujer es aquella mujer que no renuncia a tener su propia personalidad, que actúa según su iniciativa, que tiene una historia que contar - en resumen, una mujer que rechaza el papel sumiso. Toril Moi, Teoría literaria feminista fconos sociales Los populares relatós de mujeres consideradas perversas a lo largo de la historia guardan profundas semejanzas con figuras femeninas de una antigüedad remo- ta, di~sas de la noche, reinas, cortesanas y hechiceras cuya existencia, en algu- nos casos, es dudosá y cuya leyenda, en otros, ha opacado casi por completo al personaje histórico que alguna vez fueron. Liljth, Semíramis o Cleopatra, más que mujeres, son el reflejo de una idea, de un suefio, son seres legendarios y, como tales, reflejos de un aspecto del inconsciente humano. Porque, aunque el hombre a lo largo de la historia ha procurado hacer una lectura racional del mundo, siempre hay algo que se le ha escapado, un fragmento del mundo que la razón parece no poder alcanzar. Lo desconocido, el misterio, permanece siempre dentro de la mente del hom- bre para asegurarle que sus más absolutas certezas son, en realidad, frágiles y deleznables. ' 7 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA Todo aquello que su raciocinio no le permite comprender, el hombre lo ha relacionado tradicionalmente con lo femenino. El reino de lo desconocido en la tierra y en los mundos inferiores, subterráneos, misteriosos y ocultos, guarda en diversas culturas especial relación con elementos asociados a la mu- jer. Se ha creído que ella está más cerca de la naturaleza y mejor informada que el hombre de sus secretos, por lo que se le ha adjudicado el poder de pro- fetizar y de curar o, también es el caso, de perjudicar por medio de poderosas recetas. El miedo que la mujer inspira al hombre se basa en el misterio de su sexualidad y de su temperamento, y ha sido fuente de tabúes, terrores y le- yendas, y la ha hecho un receptáculo ideal de todo lo que tiene que ver con lo extraño. Según Sigmund Freud, en su obra La feminidad, "en la sexualidad femenina todo es oscuro y difícil de estudiar en forma analítica". Los relatos sobre las mujeres de la antigüedad están teñidos de los miedos de los hombres, y de igual modo lo estarán los de tiempos posteriores. Re- cordadas como demonios con forma humana, amantes hechiceras, seductoras reinas arribiciosas, frías y disolutas, ciertas mujeres de la antigüedad han sido tema constante de artistas de todos los tiempos que al inspirarse en ellas fueron construyendo a través de los siglos la imagen de la mujer fatal. Pero, ¿qué tan cierto es esto? "Yo no soy mala, es que me dibujaron así", asegura la sensual Jessica Rabbit, aquella que trastorna al conejo Roger Rabbit. Tanto en la Biblia como en la literatura clásica, la imagen o el recuerdo de ciertas mujeres de épocas remotas han permitido entrever una continuidad de actitudes femeninas: insolentes, provocadoras, manipuladoras y crueles. Por ello, las mujeres han sido acusadas de traer el mal al mundo, de impedirle al hombre ser él mismo, de obstaculizar su espiritualidad y de interponerse en el camino de su salvación. Es una constante que cuando, las diversas culturas han buscado un culpable por la pérdida del paraíso o del mundo ideal, se ha encontrado a la mujer. La forma en que fueron relatadas o pintadas y legadas a la posteridad las acciones de ciertas mujeres permite entrever el temor personal de cronistas, pintores y poetas ante la malignidad femenina. Este temor, construido durante siglos, ha inspirado una iconografía particularmente malévola, en la que se refleja una relación estrecha de lo femenino con lo perverso. Sin embargo, se evidencia también la contradicción: deseo y miedo, atracción y rechazo. Ese es el imaginario de la mujer que pervive en las páginas de la historia antigua. Dicho imaginario se prolonga en la literatura medieval, pero ni siquie- 8 i '----- " , . EL MAL Y LO FEMENINO ••• ra esta literatura logra superar la fuerza de las figuras femeninas que aparecen tanto en los relatos bíblicos como en la literatura clásica e, incluso, en tradicio- nes anteriores. Las mujeres precristianas están, particularmente, cubiertas por el velo encantado de la leyenda y el mito, y gracias a ese velo pueden reflejar las características de lo femenino en su máxima expresión. Esas mujeres serán engendradoras, portadoras de vida, pero también anunciarán la muerte como sacerdotisas de li noche. El impacto de sus historias ha sido indeleble. El prestigio de los íconos femeninos es, en muchas ocasiones, el prestigio de la perversidad. Estos íconos van más allá de la maldad llana de las brujas de los cuentos de hadas. Algunas de esas mujeres, como Lilith, Semíramis, Circe, Dalila y Cleopatra, delinearon la imagen de la femme fotate que ha llegado hasta nuestros tiempos. Otras, como Medea y Clitemnestr~, por el horror que suscitan ante sus venganzas despiadadas y el hacer justicia por su cuenta, prefiguran las modernas mafiosas, asesinas en serie, abusadoras del poder de nuestros días. Todas estas mujeres han ganado la batalla contra el tiempo y parecieran haber reencarnado en féminas posteriores, como si acecharan desde la frontera de la muerte esperando el momento justo para destruir la vida apacible de los hombres. Ya en la Odisea, Agamenón advierte a Ulises claramente: Por eso ya nunca seas ingenuo con una mujer, ni le reveles todas tus intenciones, las que tú te sepas bien, mas dile una cosa y que la otra permanezca oculta. [ ... ] Te vaya decir otra cosa que has de poner en tu pecho: dirige la nave a tu tierra patria a ocultas y no abiertamente, pues ya no puede haber fe en las mujeres. El profundo temor que despierta la idea de tener un elemento maligno cerca, muy cerca en el ámbito de lo privado -la casa, la familia- adquirió forma de amante--esposa traicionera en la iconografía de la antigüedad. La amante y la esposa llevaban implÍcito un rasgo particular de maldad "natural", que muy pronto trascendió y se asoció a la mujer en general. Ansiosas de poder o dispuestas a saciar sus caprichos a cualquier costo y sin ninguna reverencia por los varones, sean dioses, esposos o hijos, las mujeres encarnaron la idea de una amenaza latente que se manifestó cuando ocuparon espacios tradicionalmente masculinos, de dirección y gobierno. Cuando llegaron hasta el crimen, lo hicieronde forma fría y deliberada, 9 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA en pleno uso de su conciencia y sopesando astutamente su provecho. Por eso, pueden definirse como actos perversos. Es importante acentuar que algunas mujeres tienen características físicas y de temperamento especiales que las hace acreedoras, sin más, al calificativo de malignas o peligrosas: ausencia de dependencia de un hombre, uso cabal de sus capacidades físicas e intelectuales, hermosura propia, independiente del parecer del hombre. Estos comportamientos aparentemente viriles llevaron a algunas a emprender aventuras, gobernar o manejar sicarios, generando un rechazo automático por parte de muchos de sus contemporáneos. Fueron consideradas soberbias y altaneras por atreverse a ingresar en el espacio masculino de lo público, de lo aventurero, de lo osado, de lo cruel, pues sus actos destruían la imagen maternal, abnegada, virtuosa y bondadosa que genera una sensación de protección y tranquilidad. Las leyendas femeninas más antiguas llegan a los albores de la civilización e incluso a los frondosos parajes del Jardín de Edén, y cabe aquí preguntarse: ¿cómo serían comprendidas todas las mujeres que aparecen en este libro si el Dios creador del Universo fuese una mujer? ¿Quién duda de que el Dios de infinita bondad sea un ser masculino? ¿Cómo se entendería la lectura dé las historias de estas mujeres si en cada ocasión en que aparece Dios, dijese la Diosa? La Divinidad puede ser femenina. 10 , I I "'. Mujeres de tiempos bíblicos Soberbias, manipuladoras, despiadadas y crueles Lilith Eva Jael Dalila Jezabel Judit Herodías y Salomé II Lilith Madre de las vampiresas Lilith es el nombre semitico de la .bella y licenciosa prostituta sin marido que seduce a los hombres en los caminos y en los campos. Stephen H. Langdon, Tammuz and Isthar Perdida en el tiempo de las primeras civilizaciones, asirio babilónicas, la de Lilith es una leyenda que pasó a la historia a través de algunos intérpretes de la demonología hebrea. Sus características de belleza y temperamento se funden con las de deidades mesopotámicas de tiempos remotos, como la diosa Isthar, conocida también como Astarté, e incluso como Hathor, en Egipto. Lilith fue, según ciertos exégetas antiguos de algunos pasajes del Génesis, la primera mujer de Adán, hecha de barro como él y, por lo tanto, con los mismos derechos de él. Pero ya entonces era una mujer no solo hermosa, sino siniestra. Se la representa con una larga cabellera rojiza y almendrados ojos ver- des, y se le atribuye un mal temperamento, altivo y caprichoso. En su cuerpo se encarnan todos los vicios. Ella representa ese tipo de mujer que terminará demonizando el cristianismo: Fausto. - ¿Quién es esa? Menstófeles. - Mírala bien. Es Lilith. Fausto. - ¿Quién? Mefistófeles. - La primera mujer de Adán. Guárdate de su hermosa cabellera, la única gala que luce. Cuando con ella atrapa a un jove~ no le suelta fácilmente. Goethe, Fausto Lilith se negó a obedecer a Adán, llegando al punto de no querer tener relaciones sexuales, salvo que fueran tal y como ella deseaba: ella sobre él y no a la inversa. Adán, por su parte, no se encontraba a gusto con esa situación; constantemente se quejaba y renegaba, diciendo que hubiese preferido un ser 13 , i I 1, 11 ' ¡ i ~ ¡II 1'1 ¡i, Ili" li ¡! li " li I , :,'1 1 :. " !¡i ,!, MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA más dócil por esposa. Consternada por los lamentos de Adán, la Divinidad envió a unos ángeles para que conversaran con Lilith y la convencieran de ce- der en sus pretensiones, pero ella no quiso llegar a ningún acuerdo. Cansados de razonar y de no encontrar una respuesta positiva por parte de ese indómito ser, los ángeles le advirtieron que ella debía cumplir las órdenes del Creador. Indignada, Lilith se rehusó y, pronunciando el nombre divino en vano, lo cual es un sacrilegio, enfatizó que no deseaba someterse a ningún hombre. Ante tan altivas palabras la tierra se estremeció y, abriéndose, se la tragó. Pero como en ese momento la muerte no había llegado al mundo todavía, en el fondo de las profundidades terrestres Lilith engendró -según algunos ella sola, según otros con el demonio Samael- unos hijos, llamados los unos íncubos, demonios lascivos que adoptaban una forma masculina para seducir, y otros súcubos, demonios que inspiraban ardientes pasiones en forma de mujer. Sin embargo, Lilith no solo era lujuriosa; también odiaba a los recién nacidos y, por eso, se la culpaba de la muerte de estos. Iba [Lilith] a dar el sueño de la Muerte, robar luego a un niño recién na- cido, beber su sangre, sorber la médula de sus huesos y comer su carne. Encyclopaedia Judaica Esta mujer con atributos de diosa representa el aspecto femenino maligno desde el inicio de los tiempos. Artísticamente se la ha representado muchas ve- ces con cola de serpiente, por lo que su imagen se ha llegado a confundir con la serpiente del Jardín del Edén. Este paralelo con la serpiente pone en evidencia su aspecto maléfico. La relación entre la mujer y el mal será representada cons- tantemente en la literatura y las artes visuales a través de ese animal. Lilith vuelve a la tierra en las noches, subrepticiamente, para aparecerse en los plácidos sueños de los hombres y ocasionarles profundos, inquietantes y, por lo general, adúlteros deseos sexuales. A ella le gusta mucho el semen del hombre, y anda siempre al acecho de ver a dónde ha podido caer (generalmente en las sábanas). Todo el semen que no acaba en el único lugar consentido, es decir, dentro de la matriz de la esposa, es suyo: todo el semen que ha desperdiciado el hombre a lo largo de su vida, ya sea en sueños, o por vicio o adulterio. Te harás una idea de lo mucho que recibe: por eso está siempre preña- da y no hace más que parir. Primo Levi, Lilith y otros relatos. 14 , 1-" t '~l ! r: Eva Su desobediencia dio origen al sufrimiento humano y es culpable de que el hombre deba ganar el pan con el sudor de su frente. La ~ujer que me diste ... Génesis 3,12 Eva nació para el hombre. Así lo dijo la Divinidad. Es mujer, "Ischa", que pro- . cede de "Isch", varón. Eva es, como exclama Adán, "carne de mi carne y hueso de mis huesos", pero aun así será la causa de la caída del primer hombre y la de todos sus descendientes. Mientras Adán dormía, Eva sostuvo una curiosa conversación con una serpiente. El animal, que según algunos intérpretes era Lilith, instó a Eva a co- mer de un fruto que le habían prohibido. La serpiente aseguró que si probaba el fruto del árbol del conocimiento, llegaría a ser como los dioses. Eva, tentada por la ambición desmedida, finalmente sucumbió: decidió, sola, comerlo, evi- tando así una posible confrontación con Adán acerca de sus motivaciones. Cuando Adán despertó, ya el daño estaba hecho; él, no se sabe si por temor a estar solo o a perderla, simplemente aceptó la sugerencia de la mujer que le habían dado como compañera. Algunos estudiosos bíblicos interpretan que siendo perfecta, como debió serlo todo en el Paraíso, su soberbia decisión y su manipulación posterior son de una maldad indiscutible. Fue Eva, al igual que la Pandora griega, quien de- terminó la asociación de la mujer con el mal, con la serpiente, con el pecado. En verdad todos los protagonistas recibieron el castigo divino: en adelante, la serpiente se arrastraría, el hombre trabajaría con el sudor de su frente, y la mujer tendría dolores de parto y como parte del castigo se le condenó a que su deseo vehemente sería por su esposo y él la dominaría. Pero el mal estaba iniciado y había sido Eva quien desató el conflicto. Por ella, todos sus descen- dientes son marcados, perdieron la cercanía con la Divinidad y sufrieron desde allí la imperfección, la enfermedad y la muerte. 15 I! ,1: 1I li. ~ . Jael Albergó a Sísara y quebrantó la sagrada ley de lahospitalidad: cuando dormía, usó un martillo y una estaca para atravesar su crdneo y dejarlo clavado al suelo. .. . y te recibí contenta, para matarte después, hoy daré fin a tu vida, y fama heroica daré a mi nombre, pues altiva he de triunfar y vencer. Antonio Mira de Amescua, El clavo de Jael Jael es un fuerte y frio personaje de la literatura bíblica. Al igual que muchas otras mujeres utilizó la debilidad masculina, engaño y seducción para hacer sucumbir a un enemigo que, incauto, creía estar a merced de una virtuosa doncella. Considerada heroína por salvar a su pueblo, Israel, de un enemigo, no reparó mucho en los medios que utilizó para conseguir su objetivo. Le dio muerte a ese enemigo, pero no lo hiw armada y en un campo de batalla, sino en su casa, rodeada de cántaros de leche tibia y telas de vestir. Hasta allí llegó Sisara, el enemigo, jefe cananeo, agotado, huyendo de las armas de los israelitas. Jaello invitó a entrar a su tienda y el aceptó, seguro en su fuerza de hombre frente a una mujer sola. Cuando él le pidió agua, ella le sirvió cuajada en un tazón. Después de beber, lo tapó con una manta. El ho~ bre estaba cansado, necesitaba reposo, recuperar fuerzas, pero fue un incauto al creerse seguro por ser un invitado. Sísara: A tu noble proceder estoy tan agradecido cuanto cansado y dormido; que no hay más que encarecer. Dióme la dulce bebida tanto gusto, Jael bella, 16 I l ¡. I- r I que pienso que estuvo en ella el remedio de mi vida. Jael: Duerme y descansa, señor, seguramente podrás, pues ya satisfecho estás de mi cuidado y amor. Sisara: Para que en nada repare, ponte, porque no me ofenda, a la puerta de la tienda, y si alguno preguntare si alguien está dentro, di que no hay nadie. Jael: Bien está. Sísara: El sueño importuno va triunfando en todo de mí. A tus manos [me] he ofrecido tras de tan adversa suerte; en la imagen de la muerte de la vida me despido. MUJERES DE TIEMPOS BfBUCOS (Antonio Mira de Amescua, El clavo de Jael) Jael quebró el mandamiento de protección al hospedado. Aprovechó el momento en que vio al guerrero durmiendo profundamente, y con el cual se- gún varios intérpretes ella misma yació, para acercarse cautelosamente, armada con un martillo y una estaca, y darle muerte atravesándole la cabeza. Así, Sísara quedó clavado al suelo. y te recibí contenta para matarte después, hoy daré fin a tu vida, y fama heroica daré a mi nombre, pues altiva he de triunfar y vencer. (Antonio Mira de Amescua, El clavo de Jael) 17 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA Jael, tras la muerte de Sisara, salió triunfante a contarle a Barac, uno de los jefes israelitas, la victoria obtenida. Con la izquierda tomó el clavo, y con la diestra el martillo de artesano, y golpeó a Sisara, buscando en su cabeza el punto donde hérirle, y hundiéndole con fuerza la sien y Sisara entre los pies de ella se desplomó, desvaneció y murió. Se retorcía ante sus pies, yacía exánime y miserable. Por la ventana se asomó una mujer y se quedó esperándolo. La madre de Sisara por entre las celosías decía: ¿Por qué tarda tanto en volver su carro? La pobre no sabía que su hijo había muerto, no gloriosamente en batalla, sino dormido y por manos de una engañosa mujer. (Antonio Mira de Amescua, El clavo de Jael) Ese fue el acto por el que Jael pasó a la historia y por el que la recordaron numerosos artistas que recrearon con pasión ese macabro instante. 18 Dalila Sedujo a Sansón a cambio de una buena cantidad de dinero, le quitó la fuerza que lo hacía invencible ~ así, lo llevó a la muerte. Dalita dijo a Samón, dime: ¿En qué estd el secreto de tu fuerza y con qué se te puede atar para dominarte? [. . .}Ella ahora le dijo: ''¿Cómo tienes el descaro de decir: 'De veras te amo: cuando tu corazón no estd conmigo?Estas tres veces te has burlado de mí y no me has declarado en qué estd tu gran poder': Jueces 16,15 El nombre de Dalila recuerda seductores encantos y ocultos peligros. Según el relato bíblico, esta mujer vivia en el valle de Soreq. El poderoso Sansón, uno de los jueces sobresalientes de Israel, se enamoró de ella cuando se aproximaba al fin de sus veinte años de judicatura y con ello puso en riesgo el más valioso de sus secretos: el origen de su fuerza. Ansiosos por mátar a Sansón, debido a su extraordinaria fuerza, los seño- res del eje de los filisteos, enemigos de Israel, le ofrecieron a Dalila una enorme suma de dinero para que averiguase dónde se originaba su enorme fuerza. Ella aceptó la oferta y utilizando sus más dulces caricias y mucha insis- tencia y lloros instó a Sansón a revelarle el secreto. No fue fácil que el Juez lo dijese. En las primeras ocasiones, Sansón le dijo mentiras a Dalila, y ella se las comunicó a los filisteos, quienes basados en esas informaciones buscaban la manera de que Sansón perdiese su fuerza. Luego de haber sido engañada tres veces, Dalila continuó exigiéndole como prueba de amor que le contase su secreto. Constantemente lo importunaba, "lo apremiaba con sus palabras en todo tiempo, y seguía instándolo, [de manera que] el alma de él se impacientó hasta desear morir" Oueces 16,16). 19 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA Temeroso de perder a la mujer que amaba, Sansón finalmente sucumbió: Por fin él le descubrió todo su corazón y le dijo: "Nunca ha venido na- vaja sobre mi cabeza, porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si de veras fuera afeitado, entonces mi poder ciertamente se apartaría de mí, y realmente me debilitaría y vendría a ser como todos los demás hombres Oueces 16,17). Satisfecha y segura de tener esta vez la verdad, Dalila mandó llamar a los jefes de los filisteos, quienes llegaron con grandes bolsas de dinero para pagar por el secreto. Una noche que Sansón dormía plácidamente sobre las rodillas de Dalila, ella llamó a uno de sus servidores para que le cortara las siete trenzas de su cabellera. Una vez cortados los mechones de pelo, Dalila dijo: "¡Los filisteos están sobre ti, Sansón!". Con eso él despertó de su suefio y dijo: "Saldré como otras veces y, sacudiéndome, me libraré". Y él mismo no sabía que era Jehová quien se había apartado de él. De modo que los filisteos lo agarraron y le perforaron y sacaron los ojos y lo bajaron a Gaza y lo sujetaron con dos grilletes de cobre; y vino a estar en la casa de encierro" Oueces 16,20-21). Si bien después de este suceso no se vuelve a mencionar a Dalila en el registro bíblico, los artistas posteriores continuaron difundiendo su leyenda. Ella fue representada por famosos pintores, como Rubens y Francesco Morone, del siglo XVI; Rembrandt y Mathias Stomer, del siglo XVII, como una hermosa filistea que muestra el cabello cortado de Sansón como un trofeo e ignora la mirada abatida del hombre que la ama. Según la Biblia, no es claro que Dalila fuese una prostituta, ni una filistea. Posiblemente era una bella y joven israelita a la que los filisteos le ofrecieron una cuantiosa suma de dinero para comprar su traición, mientras que si hubie- se sido una de los suyos es posible que hubiesen apelado a su patriotismo para obtener el deseado secreto. El hecho cierto es que Dalila ilustrará en todas las épocas posteriores el terrible peligro de sucumbir al encanto de lo femenino al que se enfrentan los hombres ya mayores. 20 1:.···· ., !' 1 ]ezabel Adoradora de Baal ¿Qué paz podría haber mientras haya las muchas fornicaciones de Jezabel tu madre y sus muchas hechicerías? Segundo libro de los Reyes 9, 22 Jezabel fue una reina cruel y dominante que prefería adorar a Baal, dios de los cananeos, antes que seguir a la Divinidad de los israelitas, a la cual se oponía enérgicamente. Según la Biblia, fue esposa de Acab, rey de Israel durante la segunda mitad del siglo x a. de C. Jezabel no solo adoraba por herencia a los dioses cananeos, tan repudia- dos por los israelitas, sinoque los crímenes le eran familiares. Esto también lo había heredado de su padre, Etbaal, rey de Sidón, sacerdote de Astarté, diosa de la fertilidad que reclamaba como parte de su adoración la prostitución ritual. Se dice que Etbaal asesinó a su propio rey con el fin de conseguir el trono. Aunque no era usual entre los israelitas casarse con mujeres extranjeras y la historia de Jezabel se convirtió en una advertencia más contra ello, es posible que su matrimonio con Acab se celebrase por razones políticas, sin prever las dramáticas consecuencias religiosas. Tras sus nupcias, para complacer a su esposa pero contraviniendo los de- seos de su Divinidad, Acab edificó un templo y un altar a Baal, erigió un poste sagrado con connotaciones fálicas y se unió a su mujer en el culto idolátrico. Según dice la Biblia, "de este modo Acab ofendió más a Jehová que todos los reyes de Israel anteriores a él" (1 Reyes 16,33). Pero esta muestra de lealtad por parte de su esposo no era suficiente para Jezabel, que había decidido encabezar la batalla contra el Sefior de Israel. Así que, además de propiciar la adoración a Baal y hacer que contase con la apro- bación oficial del rey, buscó la forma de desarraigar del reino el cultotradi- cional. Jezabelordenó entonces asesinar a todos los profetas de Israel, pero la Divinidad advirtió a Elías para que escapase y se refugiase al otro lado del Jordán, y con él otros cien profetas lograron huir y ponerse a salvo. Pero esta no 21 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA fue la única vez que el profeta Elías tuvo que evadir la persecución de la esposa de Acab, pues ella lo odiaba tanto como a la deidad de Israel. Durante el exilio de los profetas, los seguidores de Baal pulularon en el reino de Israel. En algún momento, por lo menos 450 profetas de Baal y 400 profetas del poste sagrado eran atendidos por Jezabel en su mesa. Sin embargo, esta reina impía no solo intervino en los asuntos religiosos, sino que también se inmiscuyó en la toma de decisiones administrativas, cosa que siempre hizo sin escrúpulos, caracterizada por una gran soberbia. Muestra de ello es la forma como resolvió un capricho insatisfecho del rey. Acab estaba disgustado porque Nabot, uno de sus súbditos, había rehusa- do venderle su viña. Jezabel, al enterarse, asumió altivamente el manejo de la situación, diciendo: "Yo misma te daré la viña de Nabot". Escribió entonces algunas cartas, las firmó y las selló con el nombre de Acab, y ordenó a los an- cianos y a los nobles del pueblo natal de Nabot que consiguieran que algunos hombres lo acusaran de un crimen que hiciera posible condenarlo a muerte. y así ocurrió. Nabot fue acusado sin ninguna prueba y, tras un juicio injusto, murió lapidado. De ese modo, Acab recibió de su esposa la posesión de la viña que tanto había deseado. Debido a actos injustos como este y a su desprecio por la justicia, el Señor de Israel determinó que la familia de Acab sería destruida y Jezabel sufriría un castigo ejemplar, en el que la divinidad ofendida mostró todo su desprecio por esta mujer. A través de Elías, dijo: En la porción de terreno de Jezreellos perr?s se comerán la carne de Jezabel. Yel cuerpo muerto de Jezabel ciertamente llegará a ser como estiércol sobre la faz del campo en la porción de terreno de Jezreel, para que no puedan decir: Esta es Jezabel. (11 Reyes 9, 6-37) Pero antes del cumplimiento de esta profecía y tras la muerte de Acab, Jezabel desempeñó el papel de reina madre y continuó promoviendo en el país, según dice la Biblia, la fornicación y la hechicería. Su influencia se extendió por toda la zona hasta llegar al sur, al territorio de Judá, donde su hija Atalía, según las referencias bíblicas tan perversa como Jezabel, perpetuó el espíritu de su madre tras la muerte de esta. Pero el tiempo de cumplimiento de la palabra divina llegó; era una época de guerra. El hijo de Acab, Jehoram, gobernaba. El ejército de Israel estaba reunido en Ramot-galaad vigilando las fuerzas de Hazael, el rey de Siria. Jehú 22 MUJERES DE TIEMPOS BÍBLICOS era uno de los comandantes militares. Él había estado presente cuando Elías denunció los manejos de Acab y profetizó que Jehová le pagaría en la porción de terreno que le pertenecía a Nabot. Mientras las fuerzas militares de Israel vigilaban en Ramot-galaad, el rey Jehoram de Israel; estaba en Jezreel recu- perándose de las heridas que le habían infligido los sirios en Ramá. Mientras tanto, el profeta Eliseo ungió a Jehú como rey de Israel, el ejército le apoyó de inmediato. Jehú cabalgó de inmediato hacia Jezreel y en el camino dio muerte a Jehoram y ordenó que arrojasen su cuerpo en el campo de Nabot. Cuando Jezabel tuvo noticia de que Jehú había matado a su hijo, el rey Jehoram, y que estaba en camino a Jezreel, donde ella se encontraba, se pintó los ojos, se arregló el cabello y se apostó en una ventana alta que daba a la plaza del palacio. Desde allí saludó al conquistador en su entrada triunfal. Jehú no sucumbió a los encantos de Jezabel así que, cuando algunos ofi- cialesde la corte se asomaron por la ventana desde la que miraba la mujer malvada, el comandante recién llegado les ordenó: "¡Échenla abajo!" Los hom- bres, sin pensarlo, acataron la orden y Jezabel terminó estrellándose contra el suelo: "parte de su sangre salpicó la pared y a los caballos, que la pisotearon". (11 Reyes 9,33). Después de un rato, cuando algunos hombres se acercaron para darle sepultura, puesto que Jehú lo había ordenado teniendo en cuenta que, a pesar de su maldad, se trataba de la hija de un rey, vieron que ya era tarde porque los perros se estaban. alimentando con sus restos. Continúa diciendo el libro de los Reyes: "no hallaron nada de ella, sino el cráneo y los pies y las palmas de las manos". Así se cumplió la profecía, las palabras que Dios había dicho por medio de Elías. La dramática muerte de Jezabel ha inspirado obras de gran fuerza, como La muerte de Jezabel ilustración de Gustave Doré. 23 Judit Heroína y símbolo de la seducción y el engaño Dios le castigó, poniéndole en manos de una mujer. Libro de Judit 13,15 Si bien el libro apócrifo que lleva su nombre presenta algunas inconsistencias respecto a los libros canónicos, en él encontramos esta hermosa viuda judía de la ciudad de Betulia, reconocida como heroína y liberadora de su pueblo, ya que con decisión y entereza venció al general Holofernes, provocando así la victoria de los judíos que habían sido conquistados. Sin embargo, un aura de sadismo se desprende de sus actos. El rey Nabucodonosor (en este libro aparece como asirio) había enviado a su oficial Holofernes, con más de 130 000 hombres, al territorio del pueblo de Israel para que destruyera toda forma de adoración que no fuese la oficial. Por este motivo, el militar se dirigió contra los judíos de Betulia. Después de 33 días de asedio a la ciudad, cuando esta estaba a punto de' caer en manos enemigas, la viuda Judit se presentó ante el sacerdote Ozías, ofreciéndole salvar a su pueblo. No le reveló el ardid que había ideado para hacerlo, pero contó con la bendición del sacerdote. De modo que, ataviada con hermosos vestidos y joyas y con la hermosura que la caracterizaba, Judit se dirigió al campamento de Holofernes. Estando allí, Judit le presentó al militar de Nabucodonosor un informe falso sobre la situación de la ciudad y le pidió asilo, con la condición de que le permitiera salir a rezar fuera del campamento. Holofernes, seducido por la belleza de la mujer, no sólo aceptó el trato sino que una noche, tras varios días de estancia de Judit en el campamento, ordenó una suntuosa cena para ella y, luego, una gran fiesta. Profundamente atraído por ella, Holofernes quería seducirla. En el transcurso de la noche el militar bebió más vino del que había bebido en toda su vida. Cuando se hiw tarde, todos los que habían asistidoa la fiesta, salvo Judit, se retiraron a descansar. Una vez sola en la tienda, mien- 24 ¿ MUJERES DE TIEMPOS BfBLICOS . tras el general dormía tras los excesos de la noche, Judith tomó su espada y lo decapitó. Así lo relata el Libro de Judit (13,2-9): Quedaron en la tienda sólo Judit y Holofernes, desplomado sobre su lecho y rezumando vino. Judit [ ... ] avanzó, después, hasta la columna del lecho que estaba junto a la cabeza de Holofernes, tomó de allí su cimitarra, y acercándose al lecho, agarró la cabeza de H~lofernes por los cabellos y dijo: "¡Dame fortaleza, Dios de Israel, en este momen- to!" y, con todas sus fuerzas, le descargó dos golpes sobre el cuello y le cortó la cabeza. Judith salió con cautela del campamento asirio, con la cabeza de Holo- fernes en una bolsa. No fue detenida por los guardias, ya que tenía permiso para orar en el campo. Así logró la viuda regresar a Betulia con la cabeza del enemigo como trofeo. A la mañana siguiente se produjo un desconcierto total en el campamen- to de los soldados de Nabuconodosor, y gracias a ese desconcierto los guerreros judíos consiguieron vencerlos de manera aplastante. Es innegable que una frialdad demente y fanática guió los actos de esta desconcertante mujer. Herodías y Salomé El placer de la venganza al compds de una danza macabra El mal entró al mundo por una mujer, ¡no me toquéis! Osear Wilde, Salomé y la cabeza [de Juan el Bautista] fUe traida en una bandeja y dada a la jovencita, y ella la llevó a su madre. Mateo 14,H Herodías, esposa del tetrarca Herodes Antipas, odiaba al profeta Juan el Bau- tista porque le había dicho en público que era una adúltera y esto le había traído el desprecio de todo su pueblo. Su padre, Aristóbulo, hijo de Herodes el Grande, y su madre eran primos hermanos. Herodías se casó primero con su tío conocido comúnmente como Herodes Filipo, quien era hermanastro de su padre Aristóbulo, hijo también de Herodes el Grande. Con él tuvo ~ ~alo~é, quien sería llamada la bailarina del demonio, y que al parecer fue su Ulllca hija. Sin embargo, Herodías vio un mejor futuro con el hermanastro de su esposo, Herodes Antipas, así que abandonó a su legítimo marido por el que era en ese tiempo gobernante de distrito o tetrarca. . . . Por ser inmoral e ilegal según las normas judías, y esta familla de políticos idumeos se hacia pasar por judíos aunque solo lo eran nominalmente, Juan el Bautista condenó el matrimonio de Herodías y Herodes Antipas. Sus denun- cias despertaron el odio de esta mujer, quien esperó la oportunidad propicia para dar muerte al profeta, ya que su marido no se atrevía a acceder a hacerlo por un supersticioso temor al Bautista. ~ Para ella no era suficiente la reclusión del profeta, que llevaba ya dos anos en prisión, ordenada por Herodes Antipas. No podía soportar la existencia de un harapiento mendigo que se atrevía a reprochar su conducta. MUJERES DE TIEMPOS BíBLICOS La ocasión llegó. El tetrarca celebró su cumpleafios bebiendo copiosa- mente con sus amigos, funcionarios de primer rango y oficiales del ejército, así como con ciudadanos prominentes de Galilea. Herodías indujo a su pro- pia hija a ejecutar un baile extremadamente sensual para turbar el juicio del rey: Sus pies pasaban uno delante del otro, al ritmo de la flauta y de un par de crótalos. Sus brazos arqtieados llamaban a alguien que siempre huía. Le perseguía más ligera que una mariposa, como una Psiquis curiosa, como un alma vagabunda, pareciendo dispuesta a echarse a volar. Los fúnebres sones de las gingras reemplazaron a los crótalos. El abatimiento había sucedido a la esperanza. Sus actitudes expresaban suspiros, y toda su persona tal languidez que ya no se sabía si lloraba - a un dios o se moría en su caricia. Con los párpados medio cerrados torda la cintura, balanceaba el vientre con ondulaciones de ola, hada temblar sus dos senos y su rostro permaneda inmóvil y sus pies no se detenían [ ... ]. Luego fueron los transportes del amor que quiere ser saciado. Bailó como las sacerdotisas de la India, como las nubias de las cataratas, como las bacantes de Lidia. Se volvía a todos los lados agita- da como una flor por una tempestad. Los brillantes de sus orejas salta- ban y la tela que le colgaba refulgía en tornasoles. De sus brazos, de sus pies y de sus vestidos brotaban invisibles chispas que inflamaban a los hombres. Cantó un arpa. La multitud la acogió con aclamaciones. Sin doblar las rodillas, separando las piernas, se arqueó tanto que la barbi- lla le rozó el suelo. Y los nómadas acostumbrados a la abstinencia, los soldados de Roma expertos en libertinajes, los avaros publicanos, los viejos sacerdotes agriados. por las disputas, todos, dilatando las aletas de la nariz palpitaban de deseo, (Gustave Flaubert, Herodías) Excitado por la actuación de Salomél Herodes no dudó en prometerle que cumpliría cualquier cosa que ella le pidiera: "Pídeme lo que quieras, y te lo daré -declara. Hasta jura-: Cualquier cosa que me pidas, te la daré, hasta la mitad de mi reino". Antes de contestar, Salomé sale a consultar con su madre. "¿Qué debo pedir?", pregunta con voz dulce. ¡Al fin la oportunidad esperada! -La cabeza de Juan el Bautista, responde sin vacilación Heródías. 27 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA Salomé regresa rápidamente a donde Herodes y solicita con una hermosa sonrisa, casi ingenua: "Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". Esto causa mucha angustia a Herodes. Sin embargo, porque sus hués- pedes han oído su juramento, no quiere quedar avergonzado por no otorgar lo que le han pedido, aunque esto signifique asesinar a un hombre inocente. Inmediatamente envía a un verdugo a la prisión con sus espantosas instruccio- nes. En poco tiempo este regresa con la cabeza de Juan en una bandeja, y la da a Salomé. Ella, a su vez, la lleva a su madre, quien la recibe profundamente satisfecha. Una de las más famosas recreaciones artísticas del personaje de la hija la hace Oscar Wilde. En la tragedia de un solo acto, llamada Salomé, ella está enamorada (obsesivamente incluso) de Juan, quien la rechaza. En un momento culmen, la muchacha besa con avidez los labios de la cabeza recién cortada, chorreante de sangre, para tratar de saciar así el deseo de su pasión frustrada. Uno de los aspectos más intrigantes de la personalidad de Salomé es el contraste entre la hija obediente, que acata sin cuestionar los deseos de su madre, y la lasciva bailarina, que lleva a su padrastro y sus amigos hasta el pa- roxismo del deseo sexual. Escritores, pintores, músicos, productores de cine han recordado de va- riadas formas esta pareja singular de mujeres, cuyas características difieren en estilo, pero son igualmente eficaces al momento de satisfacer sus deseos. Son muy conocidas las obras de Tiziano (siglo XVI), Francesco del Cairo (siglo XVII), Gustave Moreau, Gustave Doré y George Frederic Watts (siglo XIX) y Beltrán Massés (siglo xx). Dos obras de Gustave Moreau, Salomé y La aparición, que muestran en ambos casos al personaje bíblico en el espejo de la época, semidesnuda y con un ropaje fetichista, merecen atención especial pues marcan el clímax del ensue- ño. Así describe Joris-Karl Huysmans (seudónimo de Charles-Marie Georges Huysmans) al protagonista de su novela A Rebours (Contra natura) ante estas obras de Moreau: "Perdido en su contemplación, escrutaba los orígenes de ese gran artista, de ese pagano místico, °de ese iluminado, que podía abstraerse suficientemente del mundo como para ver resplandecer, en pleno París, las crueles visiones, las mágicas apoteosis de otras épocas". Y añade Huysmans: MUJERES DE TIEMPOS BíBLICOS La muerte de san Juan Bautista, la decapitación del precursor, la le- yenda de lujuria y sangre con la que se ha obsesionado todo el re- nacimiento italiano, Herodes y Salomé, las terribles figuras que han intentado plasmar todo los pintoresde esta época y de quienes los museos nos han legado la peligrosa obsesión. Goris Karl Huysmans, Contra Natura) 29 La perfidia femenina en el mundo antiguo Soberanas de estirpe divina y hechiceras Nuestro mundo es muy pequeño aliado del mundo antiguo, nuestras fiestas son mezquinas aliado de las suntuosidades de los patricios romanos y los príncipes asidticos { . .]. Nos cuesta trabajo concebir con nuestras miserables costumbres, esas existencias terribles que realizaban todo lo que la imaginación puede inventar de atrevido y extraño, y de monstruoso foera de lo posible. T. Gautier, Une Nuit de Cleopatre Pandora Circe Medea Clitemnestra Semíramis Olimpia de Epiro Cleopatra VII Pandora Kalon kakon, un mal hermoso. Hesíodo, Los trabajos y los dlas. Una peligrosa trampa para los mortales fue lo que los dioses pusieron en el mundo cuando enviaron a Pandora a vivir entre los hombres. Zeus, el padre de los dioses, indignado porque Prometeo le había robado el fuego para entre- gárselo a los hombres y temeroso por el poder que estos estaban adquiriendo, decidió castigarlos. Con tal fin, ordenó a los dioses idear una estrategia contra los mortales. Entre todos los seres divinos urdieron una estrategia sutil, pero arrolladora y perenne. Idearon la primera mujer, caprichosa, voluble, intrigan- te y peligrosa. Luego, la moldearon hermosa y todos los dioses le otorgaron algún don. Por este motivo se llamó Pandora, que significa "toda dones". Más sagaz que ninguno, te alegras de haber hurtado el fuego y enga- fiado a mi espíritu; pero eso constituirá una gran desdicha para ti, así como para los hombres futuros. A causa de ese fuego, les enviaré un mal del que quedarán encantados, y abrazarán su propio azote. Habló así y rió el Padre de los hombres y de los Dioses, y orde- nó al ilustre Hefesto que mezclara en seguida la tierra con el agua y de la pasta formara una bella virgen semejante a las Diosas inmor- tales, y a la cual daría voz humana y fuerza. Y ordenó a Atenea que le ensefiara las labores de las mujeres y a tejer la tela; y que Afrodita de oro esparciera. la gracia sobre su cabeza y le diera el áspero deseo y las inquietudes que enervan los miembros. Y ordenó al mensajero Hermes, matador de Argos, que le inspirara la impudicia y un ánimo falaz. Ordenó así, y los aludidos obedecieron al rey Zeus Cronión. Al punto, el ilustre Cojo de ambos pies, por orden de Zeus, modeló con tierra una imagen seqtejante a una virgen venerable; la Diosa Atenea, la de los ojos claros, la vistió y la adornó; las Diosas Cárites y la vene- rable Pito colgaron a su cuello collares de oro; las Horas, de hermosos 33 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA cabellos, la coronaron de flores primaverales; Palas Atenea le adornó todo el cuerpo; y el Mensajero matador de Argos, por orden de Zeus retumbante, le inspiró las mentiras, los halagos y, las perfidias; y final- mente, el Mensajero de los Dioses puso en ella la voz. Y Zeus llamó a esta mujer Pandora, porque todos los Dioses de las moradas olímpicas le dieron algún don, que se convirtiera en daño de los hombres que se alimentan de pan. (Hesíodo, Los trabajos y los días) Cuando Zeus le insufló vida a Pandora, le entregó una caja cerrada que contenía todos los males y miserias con las que pensaba vengarse de los hom- bres. Tras esto, condujo a Pandora a donde Epimeteo, hermano de Prometeo, a quien este le había hecho jurar que no aceptaría ningún regalo de los dioses. Pero Epimeteo fue incapaz de resistirse a los encantos de Pandora y la tomó por esposa. Ya entre los mortales, Pandora, encarnación de la perfidia, la adulación, los embustes, la impudicia y la falsedad, porque los dioses así la habían dotado, en un instante funesto, producto de su curiosidad, abrió la caja y así todos los infonunios se diseminaron por la tierra. Esta funesta mujer representa el origen del mal de la humanidad según la tradición griega, en lo cual se asemeja a la tradición bíblica, que también considera que los males de la humanidad provienen de una mujer. Pandora fue el precio que pagaron los hombres por acceder al fuego; ella, al igual que el candente elemento, es ambivalente y trae consigo dichas y desgracias. Hesíodo entrevió la compleja relación entre lo bello y el bien, presintió la inmoralidad del gusto estético opuesto al esfuerzo por su mera apariencia. Lo bueno es mediato; lo bello, inmediato. Por eso, para Hesíodo el adjetivo kalós se aplica primordialmente a la mujer, la cual es un kalón kakón, un "mal hermoso" . 34 Peligrosa hechicera, famosa por sus filtros y por su hermosura Pasó tu primavera; ya la madura edad te pide el fruto de gloria verdadera; ¡ay! pon del cieno bruto los pasos en lugar firme y enjuto, antes que la engañosa Circe, del corazón apoderada, con copa ponzoñosa el alma trasformada, , te ajunte nueva fiera a su manada. Fray Luis de León, Oda IX, Las Serenas Circe era hija del antiguo dios solar Helios y de la oceánide Pereis,' aunque oti:as leyendas la suponen nacida de la unión del día y la noche. Circe, la gran maga, poseía una extraordiharia inteligencia y un poder sobrenatural sobre los hombres y aún sobre los elemenetos. Podía hacer descender la luna hasta la Tierra, variar el curso de los ríos y metamorfosear a los seres vivientes. Conocía también las plantas venenosas y las empleaba en sus filtros. Un rey de los sármatas tuvo la locura de pretenderla en matrimonio y más aún el valor de desposarse con ella. Circe, que quería reinar sola, se libró muy pronto de él por medio de un brebaje venenoso en la copa nupcial; pero los sármatas no eran hombres a quienes les gustase la idea de ser gobernados por una reina homicida de su propio esposo, por lo cual le arrancaron el cetro y la expulsaron después de su país. Su padre Helios, una antigua divinidad del sol, para liberarla de la ira popular la transponó en su carro solar a la isla de Eea (lamento). Circe fijó allí su residencia en una magnífica morada, sobre un promon- torio del mar de Etruria. Tenía a su servicio a las ninfas de los montes y de 35 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA los ríos, pasaba el tiempo cantando, tejiendo telas maravillosas y preparando filtros mágicos y venenosos. Desde su palacio disfrutaba de las puestas de sol y los amaneceres, acompañada ocasionalmente por imprudentes marineros que anclaban su buque en aquellas costas. Los aventureros fueron cautivados por los encantos de la hechicera, quien disfrutaba un tiempo de ellos, durante el cual les robaba energía y sus pertenencias. Pero pasado el furor del idilio, antes de que ellos se percataran de las redes engañosas en que estaban atrapados, Circe los transformaba en diversos animales mediante un juego de análisis que disfrutaba intensamente, y del que deducía cuál sería el animal adecuado para metamorfosear a cada uno de sus hombres, finalmente convertidos en viles manadas de bestias. Los antiguos amados vigilaban la morada de la hechicera. Apolonio de Rodas, en Las argonduticas, indica que Circe poseía otro jardín en la Cólquide, una especie de cementerio ribereño, poblado de álamos y sauces consagrados a Hécate, en cuyas copas se exponían los cadáveres de los hombres, envueltos en cueros de buey sin curtir, para ser devorados por las aves, ya que los colcos únicamente enterraban a sus mujeres. Las pasiones de Circe eran brutales y arrolladoras. En cierta ocasión el dios marino Glauco, mientras bordeaba la orilla del mar, vio a Escila, hija de Forcis, y se enamoró perdidamente de ella. Pretendió hacerla su esposa, pero al ver que ella se mostraba hostil a sus propuestas amorosas, se dirigió a Circe con el fin de pedirle alguna bebida mágica o filtro que pudiese ablandar el corazón de Escila. Glauco, que era el más hermoso de los dioses del mar, despertó en Circe una violenta pasión. Entonces la hechicera, le aconsejó que olvidara a lahija de Forcis, ya que esta le despreciaba, para entregarse a ella, una diosa, hija del Sol, más digna de su amor. Pero Glauco no se interesó en la hechicera y decidió marcharse de allí. Circe, llena de indignación, juró destruir a su rival y preparó un líquido venenoso que ella misma vertió en la fuente en que se bañaba Escila. Apenas puso esta bella ninfa sus pies en el agua, se vio rodeada de monstruosas fieras que aullaban sin cesar; y por más que se esforzaba Escila en tratar de huir de ellas, las arrastraba consigo y se veía incapaz de hacerlo. Enloquecida por los aullidos de los monstruos, se arrojó al mar, quedando convertida en una diosa maléfica, tormento de los navegantes. A Pico, dios de la profecía, quien también rechazó su amor, Circe lo transformó en un pájaro carpintero. Como ave, sin embargo, retuvo los pode- res proféticos que había poseído. LA PERFIDIA FEMENINA EN EL MUNDO ANTIGUO Metamorfosear amantes desdeñados en diferentes animales, según su ca- rácter, es indudablemente una solución práctica, ya que con ella evitaba la incómoda situación de la ruptura, o lo que es peor, el abandono o desinterés por parte de los amantes. Ulises, héroe de Troya, y sus compañeros, arrojados por una tempestad, sobre las costas de ese promontorio, todos, salvo Ulises, se presentaron ante Circe y aceptaron el banquete que ella les ofreció. Las Metamorfosis de Ovidio contienen la descripción que Macareo, uno de los marinos compañeros de Odiseos (Ulises), hace de su llegada a la mora- da palacio de Circe,. situada en la isla de Eea, y de lo que vio al entrar allí: Ella está sentada en una habitación, sobre un solemne trono; viste una túnica brillante y se envuelve en un manto dorado. Hay junto a ella ninfas y nereidas, que no hilan copos de lana con el movimiento de sus dedos ni estiran sus hilos: clasifican hierbas y ordenan en cestillo s flores esparcidas en desorden y tallos de diferentes colores. Ella misma examina la labor que estas realizan, ella sabe qué utilidad tiene cada hoja y cuál es la armonía de las mezclas y controla atentamente las dosificaciones [ ... ]. La hechicera condimentó los platos con unos filtros mágicos gracias a los cuales, una vez terminada la cena, pudo convertirlos a todos en cerdos. Euríloco, el único de los·hombres que no comió, corrió inmediatamente al barco a contarle a Ulises la gran tragedia. Enterado de lo sucedido, el héroe no dudó en acudir a salvar a sus compañeros. Camino del palacio de Circe, el dios Hermes salió al encuentro de Ulises y le entregó una planta, llamada moli (ajo dorado) por los dioses, para que Circe no lo encantara. Le aconsejó, además, que cuando ella se acercase a tocarle con su varita, sacara su espada para que se atemorizara y no intentara nada contra él, y que acto seguido la obligara a jurar por los dioses que no faltaría a la costumbre de la hospitalidad con él y sus compañeros. Ulises entró, lleno de coraje, en el palacio de Circe y la obligó, espada en mano, a que devolviera a sus compañeros a su ser original. Tanta audacia y un carácter tan noble robaron el corazón de la hechicera, que se enamoró de Ulises y le colmó de muestras de simpatía y afecto. Encan- tado a su vez Ulises, y seducido por tan continuos halagos, permaneció junto a Circe durante un año entero, olvidando patria, esposa e hijos. 37 ,¡ li II! I li 11 [Ii ii! 1 ",', !: " :ii 11 ,,, 11' ,1 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA Pero los héroes no deben quedar atrapados en las redes de las hechiceras; es importante que continúen el camino que el destino les tiene asignado. Por lo tanto, finalmente, los dioses ayudaron a Ulises a retornar a su hogar, donde lo esperaba su esposa Penélope. Circe, quien durante cientos de afias había logrado conservar su belleza y juventud, tras el abandono de Ulises comenzó a perder sus poderes y a envejecer. Para una hechicera el juego de la seducción la obliga a no enamorarse, porque al hacerlo corre el riesgo de perder sus dones de encantamiento. Medea Pasión, desenfreno y destrucción Una mujer suele estar llena de temor y es cobarde para contemplar la lucha y el hierro, pero cuando ve lesionados los derechos de su lecho, no hay otra mente mm asesina. Eurípides, Medea. Medea era sacerdotisa de Hécate, diosa de la noche, de los maleficios y las apariciones espectrales. La deidad le dio a su seguidora el poder de hacer in- vulnerables a los jóvenes o restituir la juventud a los ancianos, así como de transformar los materiales. Es hija de Eetes, rey de Cólquide (país en el que se encontraba el velloci- no de oro, regalo de los dioses; que aportaba prosperidad a quien lo poseyera) y nieta de Helios. . Cuando Jasón, el argonauta:, llegó a Cólquide en busca del vellocino de oro, el rey Eetes se negó a entregarlo si antes Jasón no cumplía una prueba: debía domar dos toros de bronce que resoplaban fuego y luego utilizarlos como bueyes para arar el campo en el que tuvo que sembrar dientes de dragón y, luego, vencer a los guerreros que brotaron de allí. Inicialmente, Jasón no encontraba la manera de realizar semejante haza- fía. Entonces aparece Medea, quien custodiaba el vellocino que pertenecía a su padre. Medea había observado a Jasón desde su llegada a Cólquide y se había enamorado a primera vista de él; por eso se ofrece, no solo a ayudarle a superar las pruebas que su padre le había impuesto, sino a dormir al dragón que vigila- ba el vellocino para que Jasón pudiese tomarlo sin tener que enfrentarlo. Jasón logró tomar el vellocino con la ayuda de Medea y salió huyendo a su barco, el Argos. Por su parte, la hechicera y su hermano Apsitro, que la había secundado en su ayuda a Jasón, emprendieron también la huida con este para evitar la ira de Eetes, que estaba indignado no solo por haber perdido el vellocino, sino por haber sido traicionado por sus propios hijos. 39 MUJERES PERVERSAS DE LA HISTORIA En medio de la huida, Apsitro se sintió culpable y no quiso continuar en su carrera con Medea. Indignada por la actitud de su hermano y sintiendo que las naves de su padre se acercaban velozmente al Argos, la hechicera decidió degollar a Apsitro, cortar su cuerpo en pequeños pedazos y lanzarlos al mar para que su padre tuviese que detenerse a recogerlos y así no pudiera darles alcance. Al llegar a Yolco, ciudad desde la cual había partido ]asón en busca del vellocino, el rey Pelias, que había ofrecido el trono al argonauta si conseguía el vellocino, al ver el trofeo en su palacio ya no estuvo dispuesto a ceder su gobierno. Ante la actitud adoptada por Pelias, Medea volvió a intervenir para ayudar a ]asón. Convenció a las hijas del rey de que mataran y cocinaran a su padre, para que ella pudiese demostrar sus poderes mágicos devolviéndole la vida. Las princesas hicieron lo que se les pedía, pero en el momento en que de- bía revivir a Pelias, Medea aseguró haber olvidado los conjuros necesarios para hacerlo. El engaño, sin embargo, no tuvo el efecto ulterior esperado, pues fue uno de los hijos de Pelias, y no ]asón, quien asumió el gobierno tras la muerte del anciano rey. ]asón y Medea siguieron entonces hacia Corinto, en donde permane- cieron diez años y tuvieron varios hijos. Al cabo de este tiempo, la hechicera se dio cuenta de que su amado cortejaba a otra mujer, la princesa Creusa. El desleal explicó así la situación a Medea: casándose con Creusa podría volver a acercarse a heredar un reino. Medea estaba desolada, pero ante la indiferencia de ]asón a sus sentimien- tos, fingió comprender y aceptar que ]asón se casara con otra mujer, más joven y quizá más hermosa que ella. En demostración de su aparente reconocimiento y aceptación de las nuevas circunstancias, le envió un regalo de bodas a Creusa: un hermoso atuendo de novia que, cuando la incauta lo vistió, empezó a arder en llamas que no pudieron ser apagadas. Creusa se consumió hasta convertirse
Compartir