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Calidad de vida en la edad pediátrica

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Calidad de vida en la edad pediátrica 
Una buena calidad de vida (CV) del niño es, lógicamente, uno de los objetivos básicos 
de la pediatría, interesando en especial la CV relacionada con la salud (CVRS), pero 
también debe preocupar la CV ambiental, como la misma importancia de los servicios 
asistenciales. La mayor difusión de todo lo referente a CV es consecuencia, una vez 
más, del mismo desarrollo, por lo que se está pasando desde una exigencia cuantitativa, 
como tener de todo y una larga vida, a otra cualitativa, es decir, no basta con sobrevivir, 
hay que vivir bien. 
Condicionantes actuales de la calidad de vida 
Incluyen el ambiente y entorno sociocultural y sanitario, donde los viejos problemas van 
desapareciendo para dar lugar a otros más nuevos o reaparecidos. Cambian las 
enfermedades, el ambiente, las demandas y exigencias sanitarias y, por supuesto, los 
enfermos y los mismos responsables de la salud. También se modifica el orden de 
importancia de los síntomas, de manera que en las áreas de buena sanidad el viejo temor 
a la fiebre, diarrea o tos deja paso a otras nuevas “epidemias”, como pueden ser las 
consecuencias del estrés, la violencia y el dolor. Lógicamente, la CV del adulto está 
influenciada por lo que se haga o se deje de hacer en la edad pediátrica, incluso antes 
del nacimiento. Por ejemplo, la desnutrición fetal y la neonatal predisponen a la 
diabetes, hipertensión arterial o hipercolesterolemia y la masa ósea se constituye durante 
las dos primeras décadas de la vida. Por otro lado, el desarrollo psicosocial puede ser 
influenciado por la carencia afectiva y otros trastornos tanto de forma temprana como 
duradera. 
Peligros para la calidad de vida 
Se debe destacar el aumento de la patología por hipersensibilidad inmunológica como 
son el asma bronquial o las enfermedades autoinmunes, a las que se incorporó la 
enfermedad de Kawasaki. Esto sucede de forma paralela a la desaparición de la vieja 
patología infecciosa, la disminución del empleo de algunos fármacos antiinflamatorios 
ante el peligro del síndrome de Reye, la mejoría del nivel socioeconómico y la 
expansión continua del calendario de vacunaciones preventivas. En segundo lugar, la 
patología nutricional presenta el reto de una obesidad infantil creciente, que en pocos 
años ha pasado en España a superar el 15% de la población pediátrica y, en el extremo 
opuesto, el peligro de la anorexia nerviosa en la adolescencia. Por otro lado, la 
neonatología se enfrenta a la recuperación de prematuros extremos y otros RN con 
grave patología. 
Igualmente aumenta el número de adolescentes y adultos supervivientes de una 
neoplasia infantil con posibles consecuencias negativas para la CV. Destaca la patología 
psicológica y la social (drogadicción, fracaso escolar, déficit de atención con 
hiperactividad, ansiedad, depresión, carencia afectiva, patología crónica, etc), que 
configura en buena medida la nueva morbilidad y se suman los accidentes y sus 
secuelas. Una actitud terapéutica correcta tendrá una influencia decisiva en la CV, que 
debería ser considerada en el momento de seleccionar un determinado procedimiento 
terapéutico, sea quirúrgico o médico, lo mismo que al decidir el ingreso hospitalario o 
en una unidad de cuidados intensivos, o bien ante un método diagnóstico, cuando sea de 
naturaleza agresiva. 
Influencia de la asistencia pediátrica, estilo de vida y ambiente 
La actuación preventiva y terapéutica de la pediatría condicionan el principal contenido 
intrínseco de la CV, el estado de salud. Para conseguir una posible modificación 
favorable son puntos a considerar: disminución de la asistencia hospitalaria, ahora 
sobrecargada, lo que perjudica al sistema y al mismo menor. Establecimiento en sus 
justos límites de la atención por especialistas, procurando la colaboración con el 
pediatra general. Aceptación progresiva del trabajo en equipo, de conocidas ventajas, 
pero advirtiendo de sus inconvenientes. Reconocimiento pronto de las necesidades y 
demandas de salud del niño y adolescente. Lucha contra la yatrogenia. Utilización de la 
genómica cuando permita el diagnóstico, la prevención o el tratamiento de las 
enfermedades. No olvidar una correcta analgesia. Un estilo de vida saludable en el niño 
debe comprender: 
1. Familia estable. 
2. Alimentación correcta. 
3. Higiene escolar. 
4. Salud mental. 
5. Prevención de la adicción al tabaco, alcohol y drogas). 
6. Profilaxis de las enfermedades orgánicas con programas adaptados a cada etapa 
de la infancia. 
7. Suficiente actividad física, que mejora la función cardiocirculatoria, la 
respiratoria y el metabolismo (descenso de glucosa, elevación del colesterol 
HDL). 
En cuanto al ambiente, el más próximo es la vivienda. Diversos factores la hacen 
inadecuada o patógena, con un 25% más de morbilidad de la esperada. La ciudad 
constituye el mesoambiente donde vive la mayor parte de la población infantil, con 
riesgo de sufrir la contaminación del aire o del agua, lo mismo que contaminación 
acústica, lumínica o visual. La TV y otros medios similares producen deterioro de la CV 
a través del sedentarismo o fomento del erotismo y la violencia. 
Estudio de la calidad de vida 
Es posible un estudio formal, científico y objetivo, mediante cuestionarios o test, que se 
pueden sintetizar en dos grandes tipos: unos genéricos, o sea, aplicables a cualquier 
proceso o situación, y otros específicos para una determinada enfermedad. 
Métodos genéricos. Comprenden aspectos de salud física, es decir, la salud general, 
autosuficiencia o vida independiente, actividades ordinarias, ejercicio o deporte. Se 
incluyen además la sintomatología, valorando el número e intensidad de trastornos, 
recaídas o crisis, y la influencia del tratamiento. Se considera práctico el PedsQL 
aplicado por el entrevistador o por el paciente en su caso y al que responden el niño y 
los padres. Existe un módulo para estudiar mejor el impacto en toda la familia, de valor 
confirmado recientemente (PedsQL. Family Impact Module). 
Se completarán los cuestionarios con la importante repercusión social como es: 
actividad social, dinámica familiar, vida diaria, fundamental actividad escolar, 
repercusión sobre la vida de los padres (ej. el tiempo extra que requiere el cuidado del 
niño crónicamente enfermo), los problemas económicos, con la lógica sobrecarga que 
requiere ayuda, y la repercusión sobre el entorno social. Ejemplo de cuestionarios con 
suficiente atención a esta vertiente social son el mismo PedsQL y el CHQ (Child Health 
Questionnaire). No debe olvidarse la afectación psíquica, como alteración del 
comportamiento y conducta; situación de estrés y estado emocional; perturbación creada 
en la familia, padres y hermanos; pérdida de la autoestima; deterioro de la imagen 
corporal. Son cuestionarios que abarcan bien esta vertiente psíquica, de nuevo el 
PedsQL y uno dedicado al asma infantil, el PAQLQ (Pediatric Asthma Quality of Life 
Questionnaire). Estas pruebas pueden hacerse en la consulta de atención primaria o en la 
del especialista y suponen un dato más para conocer la evolución de la enfermedad y la 
eficacia de un tratamiento. Se consideran útiles para el estudio de la CV en el niño sano, 
en el adolescente, en el niño inmigrante, en el hijo del divorcio o de la familia 
uniparental (madre sola), en el retraso de crecimiento, en la pubertad retrasada o 
adelantada, en el hipercrecimiento, enfermedades crónicas como el sida, la invalidez 
resultante de procesos adquiridos, accidentes y malformaciones y una serie amplia de 
afecciones desde la enfermedad celíaca hasta las cromosomopatías. 
Cuestionarios específicos. Son adecuados a cada trastorno patológico, aunque se trata 
de una cuestión en continua renovación. Algunos ejemplos son los dedicados a la artritis 
idiopática juvenil, patologías neurológica y muscular, fibrosis quística y asma 
bronquial. 
Pediatría preventivaLlamada clásicamente entre nosotros puericultura, se ocupa del niño sano. Es tan 
cambiante como la referente al niño enfermo, obligando en consecuencia a modificar las 
actuaciones en cada época. El término puericultura etimológicamente significa “cultivo 
del niño” (puer = niño, cultura = cultivo). El criterio actual es equipararla a pediatría 
preventiva o higiene del niño en su más amplio sentido, desde antes de su concepción y 
nacimiento y tanto en los aspectos físicos como psíquicos. Por ello la puericultura 
comprende la prevención preconcepcional (asesoramiento genético), prenatal 
(intrauterina), intranatal y neonatal, del lactante, niño pequeño y preescolar, escolar, 
puberal y del adolescente. Su trascendencia se comprende analizando su intervención 
sobre la demografía, ya comentada. En los países de intenso crecimiento, según el 
concepto de lo que se viene denominando “explosión demográfica”, la pirámide de 
población tiene una base amplia, con la mitad de los habitantes menores de 20 años. La 
disminución de la mortalidad perinatal y de la infantil es un factor importante en este 
incremento de la esperanza de vida al nacer. Si de una parte se consideran la mortalidad 
y morbilidad infantiles y de otra los medios preventivos actuales, se ve claramente la 
importante repercusión de la pediatría preventiva sobre la demografía infantil. Se ha 
podido comprobar que el 75% de la mortalidad infantil de hace pocos años era evitable. 
La eficacia de los programas de promoción de la salud, sea en el hospital o de manera 
ambulatoria, está plenamente demostrada. 
Panorama actual de la pediatría preventiva 
La lucha contra las enfermedades infecciosas mediante inmunizaciones activas ha 
conseguido erradicar unas enfermedades y disminuir considerablemente otras. La 
morbilidad y mortalidad por infecciones son todavía importantes pero las predicciones 
de la OMS para Europa en el año 2020 señalan que debería desaparecer la infección 
como causa destacada de mortalidad. Otro capítulo destacado de la pediatría preventiva 
es la nutrición. Millones de niños padecen malnutrición y hasta 11 millones mueren 
cada año por causas evitables y la situación tiende a perpetuarse por el circulo vicioso 
“desnutrición-enfermedad-pobreza-desnutrición”, mientras se admite que la 
desnutrición conduce a un retraso del crecimiento somático y en el desarrollo psíquico. 
En los países desarrollados el interés no está en la deficiencia sino en los errores 
dietéticos con intervención en la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial o la 
arterioesclerosis. 
Los avances en patología prenatal esperan ir consiguiendo una disminución de las 
enfermedades genéticas (ej. diagnóstico y tratamiento precoz de metabolopatías), 
cromosomopatías (cariotipo y asesoramiento genético, diagnóstico prenatal), 
embriopatías (vacunación antirrubeólica) y fetopatías (CMV, SIDA). Se complementa 
con la importante pediatría preventiva intrapartum y neonatal, dadas las elevadas tasas 
de mortalidad perinatal y las graves secuelas de la patología de este periodo de la 
infancia. También es posible una actividad preventiva sobre trastornos diversos: 
afecciones cardiovasculares, neoplasias, defectos de visión y audición, pero sin caer en 
un triunfalismo sanitario, en cuanto siempre habrá problemas viejos y nuevos por 
resolver. Un ejemplo es la actividad de las recientes unidades de salud medioambiental 
pediátrica. 
Significado de la llamada pediatría del desarrollo 
Entre los años 60 y 80 del siglo XX tuvo un especial relieve, como reacción al relativo 
abandono de su contenido en una pediatría científica muy tecnificada. No es más que la 
parte de la pediatría que trata del proceso de maduración desde la vida intrauterina hasta 
su final en la adolescencia. Conviene distinguir entre desarrollo y maduración. Si el 
primero es la capacidad de manifestar la suma de todos los diversos niveles funcionales 
en cualquier momento de la vida, la maduración expresa el mecanismo básico del 
desarrollo, de modo que en su faceta más interesante se resume en el niño en la 
elaboración gradual de la estructura y función del SNC, como base biológica 
imprescindible para el proceso del desarrollo. A su vez, el desarrollo será el resultado de 
la interacción de la biología y el ambiente, lo que viene a ser equivalente a naturaleza y 
educación. Ambos están muy unidos: los factores ambientales, incluida la alimentación, 
pueden condicionar el desarrollo de algunas funciones, así como su ritmo general, 
mientras los factores biológicos del organismo pueden modular el estímulo ambiental, 
hasta bloquearlo, disminuir o aumentar según los casos. Gracias a esta orientación se 
han potenciado algunas actividades en la asistencia pediátrica: diagnóstico precoz y 
tratamiento de las posibles deficiencias físicas, sensoriales y psíquicas; causas de estos 
trastornos y los medios para prevenirlas. Esto significa para el pediatra un cambio de 
mentalidad para incluir en su trabajo diario técnicas para el estudio del desarrollo. El 
pediatra está en inmejorables condiciones para iniciar una detección precoz de los 
trastornos del desarrollo. Se plantea hoy si existe, lo mismo que en el crecimiento, una 
aceleración del desarrollo, es decir, una tendencia a alcanzar antes algunas 
adquisiciones (en algunos estudios se comprueba que en cada generación el CI aumenta 
10-15 puntos) o, lo que es más importante, si con programas adecuados es posible 
acelerar las adquisiciones y evitar los efectos perjudiciales de un ambiente familiar o 
social desfavorable e incluso las consecuencias de lesiones sufridas por el SNC en las 
épocas cercanas al parto o en los primeros meses de la vida. 
Los llamados programas de intervención primaria, es decir, dirigidos a niños normales, 
pretenden alcanzar dichos resultados. En ellos se aplica al niño algo más que el contacto 
habitual con la familia, guardería o parvulario, actuando al mismo tiempo en lo posible 
sobre la familia y el ambiente, pero es importante no confundir estimulación con 
excitación. Se puede hacer en el consultorio del pediatra, en la casa, en la escuela o en 
centros especiales. Por ejemplo, a todas las madres en su primer hijo o bien a las que 
proceden de un nivel socioeconómico bajo, les beneficia el contacto temprano y amplio 
con su hijo y que en la revisión del niño durante el primer mes, el pediatra practique una 
escala de desarrollo. En el lactante mayorcito, es fácil aprovechar la consulta de revisión 
de salud o por los habituales trastornos menores, para aplicar pruebas de desarrollo, 
discutir los comportamientos sociales o aplicar las normas de estimulación precoz. 
Cuando son niños de elevado riesgo de padecer un trastorno del desarrollo, sea 
biológico (prematuro, asfixia en el parto) o ambiental (problemas psíquicos en la 
familia, bajo nivel sociocultural, marginación) se recurre a la intervención secundaria, 
más activa. 
Interés de la Pediatría social 
No es idéntica a la pediatría socializada, que se ha ido imponiendo en un proceso algo 
lento. El seguro obligatorio de enfermedad se creó en 1942, pero tardó algo en 
funcionar. Ahora es universal a toda la población residente en España, si bien en 
bastantes sitios coexiste con los seguros privados. La pediatría social comprende los 
distintos aspectos que surgen al estudiar al niño en cuanto miembro de la comunidad o 
sociedad, es decir, todo lo concerniente a sus relaciones, sea enfermo o sano, con el 
entorno: familia, escuela, guardería, medio ambiente, colectividad en general. Al 
margen de su presencia a lo largo de toda esta obra y de un estudio detallado más 
adelante, parece conveniente dejar previa constancia de su trascendencia y de su 
panorama actual, cambiante como el de toda la pediatría. Para muchos más que una 
especialidad de la pediatría, es un enfoque especial y un estado de ánimo peculiar al 
tratar la problemática infantil.Es muy característico de ella el trabajo en equipo, 
considerar al niño en su totalidad y actuar, no sólo sobre el niño, sino sobre la familia y 
la comunidad. Si en pediatría clínica es básico el binomio “médico-enfermo” y en 
puericultura el binomio “niño-madre”, la pediatría social se fundamenta en el binomio 
“equipo sanitario-familia”, incluyendo el equipo, no sólo pediatras, sino otros 
profesionales sanitarios, como enfermeras, psicólogos, pedagogos, epidemiólogos, 
sociólogos. 
Aunque la preocupación social aparece en la pediatría, el panorama actual de la 
pediatría social en Europa está dominado por las enfermedades sociales y la patología 
ambiental. Se consideran enfermedades sociales las de una alta frecuencia, morbilidad y 
mortalidad, con las consecuencias correspondientes sobre la familia, la escuela y la 
sociedad, como pueden ser algunas enfermedades infecciosas y neoplásicas, a las que 
ahora se añaden las alérgicas, las psicológicas y los trastornos nutricionales; otras, por 
su larga duración y gran preocupación pública, por ejemplo, la epilepsia o la diabetes 
infantil; en otro grupo se trata de procesos de tratamiento con un coste elevado, y aquí 
conviene señalar las endocrinopatías, como el síndrome adrenogenital, el hipotiroidismo 
o el enanismo hipofisario. También influyen las importantes repercusiones económicas 
y la invalidez, con sus dificultades de adaptación: el retraso mental y la parálisis 
cerebral son dos ejemplos notorios. Finalmente, la enfermedad social es tal en cuanto 
afecta a un determinado grupo social, de ahí la importancia de la noción de riesgo: son 
grupos de alto riesgo los de países de baja renta, el cuarto mundo en las grandes 
ciudades, los niños de familias emigrantes, en paro, no escolarizados; grupos étnicos o 
sociales marginales, familias en crisis, madres adolescentes, padres con problemas de 
drogadicción y delincuencia. La patología ambiental reflejará la acción o consecuencias 
del entorno físico y humano. Ejemplos actuales son: la misma patología psicosocial, los 
accidentes e intoxicaciones, los efectos adversos de la separación matrimonial y 
divorcio de los padres, la carencia afectiva, posiblemente los hijos de “matrimonios” del 
mismo sexo, la inadaptación escolar y el maltrato. En suma, la vertiente social es uno de 
los datos definitorios de la pediatría en los comienzos del siglo XXI. Podría ser 
considerada como la nueva pediatría o, tal vez mejor, biopediatría que, como toda la 
biomedicina, parece ofrecer una cierta garantía de ver la salud como principal objetivo y 
advertir acerca de los riesgos de una excesiva tecnificación en el cuidado del niño sano 
o normal. 
Derechos del menor 
En 1989, al cumplirse el 30 aniversario de esta declaración, una convención sobre este 
tema amplió en cantidad y calidad los derechos del niño, es decir, del menor de 18 años. 
Los principales párrafos de la resolución adoptada el 20 de noviembre de 1959, en el 
curso de la 841 sesión plenaria, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, han 
sido ampliados y confirmados: el niño, en razón de su falta de madurez física e 
intelectual, tiene necesidad de una protección especial y de cuidados especiales, con una 
protección jurídica apropiada, tanto antes, como después del nacimiento. Esta 
protección especial ya fue enunciada en la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los 
derechos del niño y reconocida en la Declaración universal de los derechos del hombre. 
Destacan los siguientes conceptos: la humanidad debe dar al niño lo mejor de sí misma, 
a fin de que éste tenga una infancia feliz y se beneficie de una serie de derechos. Todos 
los niños deben gozar de unos especiales derechos sin distinción o discriminación 
fundada en la raza, el color, el sexo, la lengua, la religión, las opiniones políticas, el 
origen nacional o social, la fortuna o el nacimiento. El niño debe beneficiarse de una 
protección especial, en los planos físico, intelectual, moral, espiritual y social. Debe 
crecer y desarrollarse en forma sana gracias a una atención prenatal y postnatal 
adecuadas. Tiene derecho a una alimentación, a una habitación, a esparcimiento 
(juegos) y a cuidados adecuados. Debe recibir tratamiento y cuidados médicos 
especiales. Debe crecer bajo el cuidado y la responsabilidad de unos padres (padre y 
madre). El niño de corta edad no debe ser separado de su madre. El menor tiene derecho 
a una educación. Debe ser de los primeros en recibir protección y socorro y será 
protegido contra toda forma de abandono, de crueldad y de explotación así como ser 
protegido contra las prácticas que pueden llevar a la discriminación racial, religiosa o de 
cualquier tipo. 
Aspectos formativos y docentes en Pediatría 
La enseñanza de la pediatría va cambiando al mismo tiempo que su contenido. Para 
enseñar y aprender pediatría habría que contestar unas preguntas básicas: ¿Qué debemos 
enseñar?: el contenido actual de nuestra especialidad en sus diversas vertientes. ¿Para 
qué enseñar?: para alcanzar unos objetivos sanitarios de acuerdo con las necesidades de 
cada lugar y en cada momento. ¿A quiénes enseñar?: los destinatarios de la docencia en 
fase de grado, pero también en la especialización y en la imprescindible formación 
continuada, sin olvidar la educación sanitaria a todos los niveles, en especial los 
pacientes y familias. ¿Cómo enseñar?: modificando las estrategias metodológicas, sin 
limitarse a la clase teórica, aunque sea apoyada con métodos audiovisuales y con 
presentación de casos problema. Los objetivos básicos de la enseñanza de la pediatría en 
el pregrado o licenciatura (grado en la nueva nomenclatura) se resumen en el Cuadro 
1.1.2. 
 
Cuadro 1.1.2. Objetivos básicos persistentes de la enseñanza de la pediatría en el 
pregrado, grado o licenciatura 
 Bases de la ciencia y profesión médica 
 Destacar los conocimientos básicos, con los matices dados por las recientes 
adquisiciones 
 Unir a los conocimientos las aptitudes y actitudes, para establecer la base de la 
competencia 
 Primeras nociones para una buena relación con el paciente y su familia, lo 
mismo que para una buena comunicación 
 Dejar una huella con una semilla que puede dar su fruto en épocas lejanas, 
cuando aparezcan nuevos problemas 
 Normas para el diagnóstico clínico, diferencial y etiológico, indicando el papel 
de la historia clínica básica y las indicaciones de las pruebas complementarias 
 Introducir nuevos instrumentos de enseñanza, como la informática, la medicina 
basada en la evidencia y el valor de la tutoría (mentoring) 
 Seleccionar los problemas patológicos, iniciales o evolutivos, que requieren una 
derivación del paciente hacia un consultor, un especialista o un centro 
hospitalario 
 Conocimiento de los síntomas de las enfermedades más frecuentes en la edad 
pediátrica 
 Establecimiento de la prioridad de la prevención a sus distintos niveles 
(primaria, secundaria, terciaria) y tanto individual como colectiva 
 Aceptación de los problemas sociales, generalmente trabajando en equipo 
 Participación en las tareas de educación pediátrica, en la familia, la escuela y la 
comunidad 
 Normas elementales para la prescripción terapéutica adecuada, tanto en 
problemas urgentes, como agudos y crónicos 
 Puesta al día de las principales posibilidades de tratamiento, sean quirúrgicos 
como médicos, y de otros tipos. Peculiaridades de la farmacología pediátrica 
 Supervisión de la patología crónica, de baja prevalencia y compleja, que también 
recibirá asistencia en el hospital 
 Normas para la colaboración mutua con hospitales, centros de salud, otras 
instituciones y colegas diversos 
 Establecimiento del pronóstico funcional y vital en las diversas afecciones, con 
insistencia en las peculiaridades y modalidades de comunicación con el niño y la 
familia, especialmente útiles en este momento 
 Experiencia clínica supervisada sobrelos diversos aspectos indicados, 
procurando unir siempre enseñanza práctica y teórica 
 Revisión periódica de la legislación vigente y de las instituciones de ayuda al 
niño y a la familia 
 Formación básica en bioética 
 Distinción de lo normal y lo patológico en cada edad y en cada situación, 
recordando que todo lo realizado en la edad pediátrica puede tener influencia en 
el adulto 
 Advertencia de que los conocimientos adquiridos en la fase de grado deben 
ampliarse en el postgrado y en la obligada formación continuada 
 
Métodos más actuales son la enseñanza a través del caso problema y más aún la 
enseñanza a distancia, que no parece apropiada para la fase de licenciatura, pero puede 
tener un sitio cada vez más evidente en la formación de especialistas. 
 ¿Con qué enseñar?: aprovechando al máximo los recursos docentes, humanos, 
pero también materiales y no sólo dentro del hospital. 
 ¿Cuando enseñar?: en el tiempo dedicado específicamente para la formación 
médica y pediátrica, pero igualmente en toda oportunidad y con el ejemplo. 
 ¿Quién debe enseñar?: todos los médicos o pediatras de algún modo pero, para 
una mayor eficiencia, hace falta vocación, preparación y dedicación, es decir, 
también la enseñanza es una especialización. 
Se consideran 400 horas como tiempo ideal aceptado (mínimo de 300 horas), con 
adaptación a las directrices de Bolonia, para la enseñanza de la pediatría en el periodo 
de grado y de cuatro años como mínimo para los postgraduados que deseen 
especializarse como pediatras, a lo que habría que añadir un promedio de dos años para 
obtener la formación necesaria para una acreditación especial en una de las 
subespecialidades pediátricas. Por otra parte, la pediatría sufre las generales condiciones 
deficitarias para una enseñanza correcta, en la que se conjuguen con acierto la práctica y 
la teoría: el enseñar a hacer y el enseñar a pensar y discurrir. No obstante y a pesar de 
las deficiencias docentes, se comprueba que hay bastante paralelismo entre las 
calificaciones obtenidas durante la licenciatura y la eficacia posterior en la medicina 
clínica. 
Objetivos de la formación pediátrica 
Deben plantearse teniendo en cuenta los problemas sanitarios existentes y los recursos 
posibles. Así, destacan como objetivos generales los conocimientos teórico-prácticos de 
pediatría (básica para la fase de formación integral polivalente en pregrado), el estímulo 
de la investigación y establecer las bases para una posible y ulterior especialización 
postgraduada y, como objetivos particulares, el conocimiento del niño normal, el niño 
enfermo, el niño en la comunidad y las técnicas de diagnóstico y tratamiento en 
medicina infantil. Es imprescindible contar con un previo caudal de actitudes (capacidad 
psicofísica, cualidad innata, vocación, dedicación, aptitud adquirida) y conocimientos 
tanto de formación teórica, como de experiencia clínica. 
El programa debe sufrir una continua evaluación, tanto por los que forman parte de él, 
sean profesores o alumnos, como por los organismos de supervisión externos. Tal vez 
sería útil hacer tres grandes apartados, dividiendo el extenso terreno de la pediatría en: 
1. Problemas de alta prevalencia, incluido el niño sano y la mayor parte de la 
pediatría de atención primaria. 
2. Patología de mediana prevalencia, como la que obliga a la hospitalización, desde 
una apendicitis a una meningitis. 
3. Enfermedades raras o de baja prevalencia, excepcionales a título individual pero 
en conjunto de progresivo peso en la asistencia, como las metabolopatías 
congénitas. 
Enseñanza continua o continuada 
Es aspecto del mayor interés actual. Parece preciso también revisar e implantar, con 
carácter cada vez más formal. Un mínimo de 60 horas anuales ha sido preconizado por 
las instituciones encargadas de armonizar la formación y titulación de los pediatras en 
los países de la Unión Europea. Sus prioridades serán establecidas de acuerdo con las 
necesidades sanitarias, los recursos docentes y el rendimiento médico. Como en todo lo 
referente a la enseñanza, se tropieza con diversos obstáculos: excesivo 
conservadurismo, resistencia burocrática, falta de modelos conceptuales claros, la 
misma complejidad del cambio y siempre la escasez relativa de recursos. 
Puntos básicos para la enseñanza pediátrica 
Entre otros muchos se podrían destacar: 
1. fomentar la adquisición de actitudes, aptitudes y competencia, mediante la 
sucesión de tutores (mentoring) y entrenadores (coatching), que es la clave del 
discutido Espacio Europeo de Educación Superior o Directrices de Bolonia, 
enfocadas a la homologación de titulaciones y mayor movilidad de los 
estudiantes, para lo que se necesita más profesorado y con mayor dedicación, lo 
que significa igualmente mayor retribución; 
2. incorporar nociones suficientes de sociología, psicología, ecología, economía y 
bioética; 
3. dar mayor importancia a la enseñanza práctica, como es la solución de casos o 
problemas, facilitada ahora por el empleo creciente de simuladores, muy útiles 
en el caso de pacientes graves o críticos) y realizar la enseñanza integrada en 
aquellas materias en que sea posible; 
4. adaptar el número de alumnos, no sólo a las necesidades asistenciales, sino a las 
posibilidades técnicas científicas y docentes de cada centro; 
5. profesorado suficiente en número, preparación y, sobre todo, con probada 
vocación docente; 
6. estímulo del autoaprendizaje, ya que la misión del docente es ayudar a que otros 
aprendan y tal vez la clave sería “enseñar menos, para que el alumno aprenda 
más”; 
7. considerar todos los niveles de enseñanza, ya que los fracasos de la moderna 
pediatría pueden estar a veces en un empleo incorrecto o tardío de los eficaces 
métodos de diagnóstico y tratamiento, pero en otras ocasiones los resultados 
poco satisfactorios serán debidos a circunstancias adversas individuales, 
familiares o ambientales y a la cabeza de ellas en muchos países sigue estando la 
errónea educación sanitaria, que no es igual que información; 
8. no olvidar la ayuda docente prestada por la literatura y el cine, que pueden 
presentar un problema concreto pero también ayudar a una generalización, 
destacando la utilidad en lo referente a los principios profesionales, instituciones 
sanitarias, valores médicos en general, competencia emocional, actitudes, 
factores de bioética, situaciones en el principio y final de la vida. 
En suma, todo médico y, muy especialmente el que tenga bajo su responsabilidad el 
cuidado de niños sanos y enfermos, debería aceptar entre sus obligaciones la de enseñar. 
Perfil del Pediatra 
La pediatría es una de las especialidades médicas más estimulantes y cuyo ejercicio 
produce mayor satisfacción. De ahí que los pediatras sean generalmente médicos 
entusiastas, que cumplen sus misiones de buen grado, a pesar de su creciente 
complejidad, asumiendo sus tareas como abogados del niño, aunque esto suponga 
enfrentarse con los adultos que le rodean, a veces hasta con los mismos padres. Deberán 
luchar para que, además de todas las actuaciones clínicas y preventivas, la infancia siga 
siendo una etapa feliz y fabulosa de la vida, cuando todo es maravilloso y la ilusión, 
continua. En una época de pragmatismo y materialismo, el pediatra procurará conservar 
unas buenas dosis de romanticismo, de tolerancia, de paciencia, de sencillez e incluso de 
candor. 
Así conocerá mejor que nadie el mundo del niño, aunque a menudo éste le pague de 
entrada con su rechazo, mirándole en la primera consulta con extrañeza, curiosidad y 
casi siempre temor, lo que justifica reacciones bien conocidas y difícilmente superables 
por los que no tienen las cualidades del pediatra, un médico que entiende y ama a los 
niños (¡pero no demasiado!), que se encuentra a gusto entre los menores y que pronto se 
hace querer por ellos. Debe incluso aceptar la amplitud de su trabajo: no se tratasólo de 
curar las numerosas y pequeñas enfermedades, sino también de vigilar la alimentación y 
nutrición, controlar el crecimiento y desarrollo, velar por la adaptación a la familia, 
escuela y sociedad y protegerlo de infecciones, alergias, traumatismos y toda clase de 
agresiones. En su actividad diaria el “médico de niños” sabrá obtener, con rapidez y 
delicadeza, los datos de la peculiar sintomatología. Igualmente en el trato con las 
madres y familiares debe ser paradigma de paciencia, comprensión y humanismo. Tal 
vez deba existir para todo esto una tendencia previa, predisposición o vocación, pero la 
mayor parte de estas cualidades pueden ser adquiridas con la práctica y el ejemplo de 
los maestros. 
El pediatra es un médico con preparación especializada de postgrado durante un mínimo 
de 4 años (pronto serán, posiblemente, cinco), que le capacita para resolver los 
problemas clínicos, promocionar la salud de la población infantil y trabajar como 
integrante o coordinador de equipos multidisciplinarios de salud, cumpliendo las 
exigencias de toda preparación médica: formación adecuada, información actualizada y 
dominio de la tecnología. Cuenta con algunas ventajas: el paciente, la ayuda de la 
familia, el buen pronóstico de muchas enfermedades de los niños, los excelentes 
resultados terapéuticos. Incluso algún estudio ofrece otras connotaciones positivas: la 
enseñanza de la pediatría no es decadente, su comprensión intelectual es fácil, el grupo 
de pediatras resulta menos materialista, emocionalmente más estable, habla menos y no 
“conceptualiza” demasiado el objeto de su estudio. Pero, en la actualidad, el pediatra 
tropieza también con obstáculos: el continuo cambio de la morbilidad, los cambios en la 
composición de la población sometida a sus cuidados, la complejidad de los métodos de 
diagnóstico, los progresos acelerados en farmacología y también la interferencia de 
otros profesionales. Los médicos generalistas, los médicos de familia y los mismos 
cultivadores de diversas especialidades conocen cada vez mejor la patología pediátrica, 
y están en disposición de intentar la asistencia de niños, a lo que también se sienten 
atraídos por aquellos aspectos más gratificantes de la patología del menor. No obstante, 
el trabajo del pediatra se ha incrementado por el aumento reciente de la natalidad en 
parte por el acceso a la sanidad de los inmigrantes. Ahora hay exceso de trabajo y falta 
de pediatras. A pesar de todo, conviene prestar atención a otras edades (adolescencia) y 
otras áreas hasta ahora menos valoradas, como la preventiva, la social, la psicológica y 
del desarrollo. El hospital pediátrico actual debería atender los cuidados intermedios e 
intensivos, evitando la asistencia de trastornos leves, de mediana gravedad o mínimos. 
Éstos pueden corresponder a centros de asistencia primaria o bien a unidades de 
observación y hospital de día, residencias paralelas o la naciente hospitalización a 
domicilio. Es preciso que el pediatra siga siendo el médico más capacitado para atender 
al niño sano y al enfermo, ante los intentos de la administración de quitarle relieve y 
concederla a otros especialistas. A pesar de una cierta incomprensión, la pediatría 
general y la de atención primaria no pueden desaparecer. En realidad el pediatra es el 
mejor invento del siglo XX en relación con el niño. La incorporación creciente de 
mujeres como pediatras, hasta constituir una gran mayoría, debe influir en la orientación 
profesional del futuro, incluyendo la posibilidad de una dedicación parcial, compatible 
con otras obligaciones y tal vez remedio contra el creciente desgaste profesional 
(burnout). Se considera imprescindible una adaptación progresiva al cambio tanto en el 
niño como en el ambiente modificando, en consecuencia, el trabajo diario según el 
escenario donde tenga lugar. Las decisiones del pediatra deben tener en cuenta tanto al 
niño y su familia como al sistema en que se trabaja, sin dejar de ser crítico, competente, 
efectivo, seguro y capaz de ver a enfermos y no enfermedades. 
	Calidad de vida en la edad pediátrica
	Condicionantes actuales de la calidad de vida
	Peligros para la calidad de vida
	Influencia de la asistencia pediátrica, estilo de vida y ambiente
	Estudio de la calidad de vida
	Pediatría preventiva
	Panorama actual de la pediatría preventiva
	Significado de la llamada pediatría del desarrollo
	Interés de la Pediatría social
	Derechos del menor
	Aspectos formativos y docentes en Pediatría
	Objetivos de la formación pediátrica
	Enseñanza continua o continuada
	Puntos básicos para la enseñanza pediátrica
	Perfil del Pediatra

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