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Páez et al Memoria colectiva y social

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693
CAPÍTULO 25
Memoria colectiva y social
Darío Páez, Elza Techio, José Marques y Carlos Martin Beristain
• Mostrar que la memoria colectiva se refiere a cómo los grupos sociales recuerdan, olvidan 
o se reapropian del conocimiento del pasado social. La memoria social se concibe como 
la influencia que ciertos factores sociales tienen en la memoria individual, o memoria en la 
sociedad (Jodelet, 1992). 
• Hacer hincapié en que los psicólogos sociales se han interesado por ambos aspectos de la 
memoria, pero lo han hecho especialmente sobre este último. 
• Prestar más atención a los estudios sobre memoria colectiva que a discusiones teóricas y 
mencionar aquellos estudios más cercanos a la cuestión de la memoria colectiva, como 
los que muestran la inf luencia de los años de formación de la identidad para el recuerdo 
de hechos históricos. 
• Describir los trabajos recientes sobre la memoria social y colectiva, mostrar cómo han 
desvelado que el contenido de las representaciones sociales del pasado tienen una cierta 
estabilidad transcultural, lo que sugiere que existe una memoria colectiva compartida en 
diferentes sociedades y culturas. 
• Defender que estas representaciones sociales del pasado tienen su relevancia, en la medida 
en que las memorias colectivas demuestran ejercer impacto sobre las actitudes frente a 
nuevos hechos. Esta memoria colectiva se integra en un síndrome cultural jerárquico o 
autoritario, así como se ancla en el aprendizaje colectivo.
• Aplicar, finalmente, los resultados de estos estudios a los procedimientos de reconciliación 
y afrontamiento del pasado, como el recuerdo de hechos de violencia colectiva y comisiones 
de la verdad.
Objetivos
PSICOLOGÍA SOCIAL694
25.1 Definición de memoria colectiva
La memoria colectiva es el conjunto de representaciones del pasado que un grupo produce, conser-
va, elabora y transmite a través de la interacción entre sus miembros (Jedlowski, 2000). No se trata 
sólo de las huellas que el pasado ha dejado en nuestro presente, sino de lo que se ha producido 
precisamente para ser transmitido a generaciones sucesivas. Las posibilidades tecnológicas actua-
les de fijar y conservar huellas del pasado amplían enormemente la memoria social —las hacen 
más extensas, pero también más fragmentadas y circunstanciales— al mismo tiempo que facilitan 
una mayor elaboración de los recuerdos, al igual que nuevas dinámicas de recuerdo y olvido, para 
cuya consideración no puede dejarse de lado el estudio de la distribución del poder. 
No obstante, la actividad reconstructiva de la memoria tiene un límite que reside en la 
pluralidad de memorias colectivas que se hace presente en una sociedad, así como en la propia 
historiografía (Rosa, Belleli y Bakhurst, 2000; Jedlowski, 2000). Por ejemplo, a lo largo del 
capítulo se verá que, al margen de la posición política o de la cohorte generacional, la mayoría 
de entrevistados (en el estudio de Valencia y Páez, 1999) españoles en los 90 mencionaba la 
Guerra Civil Española como un evento colectivo importante durante el siglo XX. 
Las memorias colectivas no son sólo representaciones, sino que son también actitudes 
prácticas, cognitivas y afectivas que prolongan de manera irreflexiva las experiencias pasadas 
en el presente, como una memoria-hábito. Estos hábitos, estas prácticas sociales que vinculan 
el pasado y el presente, son costumbres operativas, cognitivas y relacionales que constituyen el 
tejido de la continuidad de cada grupo social, entrelazado con un universo de significados, de 
valores y de narraciones que la dotan de cierto automatismo, de una cierta inercia. Por ejemplo, 
los hábitos de comer y cenar tan tarde en España, comparados con los de otros países europeos, 
incluyendo países similares en desarrollo social como Portugal, aparentemente se originaron 
después de la Guerra Civil. Debido a la precariedad del mercado laboral, parte de la población era 
pluriempleada, por lo que trabajaba en un empleo por la mañana y en otro por la tarde. Esto lle-
vaba a comer no a mediodía, ni al final de la tarde, sino dos horas después. Pese al cambio de las 
condiciones de trabajo, esta tradición se mantiene y ha generado una polémica recientemente. 
25.2 La memoria como proceso colectivo
La memoria colectiva no se reduce a la influencia de los factores sociales en la memoria indivi-
dual, sino que postula la existencia de procesos psicológicos que superan la esfera individual e 
intersubjetiva de memoria. La memoria colectiva hace referencia a ese proceso interaccional y 
emergente del recuerdo de los grupos, naciones y etnias. La actividad de recordar compartida 
constituye un contexto que influirá sobre los antecedentes y efectos de la memoria individual 
(Páez, Valencia, Pennebaker, Rimé y Jodelet, 1998).
Cuadro 25.1: Individualismo metodológico y memoria colectiva.
Desde un punto de vista metateórico, es decir, filosófico y explicativo general, la aproximación a la 
memoria colectiva que se propone en este capítulo se opone al individualismo metodológico. 
El individualismo metodológico postula, desde una perspectiva individualista y racionalista, que los 
procesos psicosociales se explican mediante la simple suma de procesos y actos individuales; orientados 
a tomas de decisiones racionales; es decir, a minimizar los costes y a maximizar los beneficios. 
Continúa
Memoria colectiva y social 695
Frente al individualismo metodológico se alzan los análisis que presuponen constructos colectivos. 
Estos análisis se apoyan en tradiciones psicosociológicas que postulan que el todo es más que la simple 
suma de las partes. Para esta tradición existen hechos sociales que se autonomizan e imponen a los 
participantes, aunque se originen en sus interacciones o en el pasado histórico (Coleman, 1986). 
Esta perspectiva dentro de la Psicología social busca investigar cómo los procesos “macropsicológicos” 
producen efectos macroestructurales (sin necesidad de caer en entidades idealizadas como el “alma del 
pueblo” ni en la asignación de atributos psicológicos a entidades e instituciones). 
Hablar de memoria colectiva no niega que la memoria sea una actividad típica de los in-
dividuos, pero postula que existen procesos psicológicos que transcienden lo individual, aun 
cuando se manifiesten a través de los individuos. Esta trascendencia se da tanto en el input o 
insumo, ya que estos procesos se apoyan en actividades compartidas y en estilos de pensar y 
sentir dados por las prácticas y símbolos sociales, como en el output o producto, ya que se cris-
talizan en productos culturales formales (normas y reglas institucionales) o informales (normas 
implícitas y de grupos). Por ejemplo, la memoria colectiva de la Segunda Guerra Mundial se 
ancla en valores culturales previos tanto en Rusia como en los países anglosajones, así como 
resulta en producciones artísticas, monumentos y conmemoraciones institucionales.
Los elementos fundamentales de los procesos colectivos son los siguientes:
• Estos procesos son externos y no ocurren sólo “dentro de la piel” de la persona, es decir, 
no son intrapsíquicos, y están distribuidos socialmente: el proceso de memoria se apoya 
en el procesamiento interpersonal de la información y la información que se recuerda 
está distribuida entre los miembros del grupo. La memoria colectiva es más que la simple 
suma de los recuerdos individuales, ya que, por ejemplo, en el caso de una familia, el 
recuerdo del pasado se distribuye y complementa entre los miembros: la madre recuerda 
las enfermedades, el padre las actividades deportivas, los hijos conflictos con los padres 
que estos minimizan.
• Son procesos que se apoyan en interacciones, instituciones y representaciones comparti-
das socialmente (Wertsch, 1991; Garzón y Rodríguez, 1989). La memoria es un proceso 
colectivo, ya que objetos semióticos (obras de arte, esculturas y similares) e instituciones 
(como prácticas consolidadas, actividades de conmemoración) sirven de mediación y apo-
yo externo alrecuerdo y al olvido. El álbum de fotos de la familia, las cenas de año nuevo y 
navidad en sociedades occidentales, los cumpleaños, son actividades “institucionales” que 
soportan la memoria colectiva familiar, por ejemplo.
• Hay efectos globales del recuerdo y del olvido social que no tienen por qué depender 
directamente de actividades individuales conscientes y voluntarias. Por ejemplo, es fre-
cuente que las personas no quieran hablar de temas que se consideran tabú en una familia 
o grupo social (por ejemplo, un hecho traumático considerado vergonzante o un conflic-
to entre miembros de la familia). Estos silencios y tabúes pueden marcar la biografía de 
los miembros de la familia, al margen de la voluntad e intención de sus miembros (Páez y 
cols., 1998). 
Por otra parte, la memoria colectiva es un ejemplo de constructo colectivo macropsicológi-
co. Un constructo macropsicológico es aquel que postula que las percepciones, emociones e 
intenciones de los individuos tienen un impacto social, más allá de lo interpersonal e indivi-
dual. Dicho de otra forma, la agregación (suma o promedio) de las memorias, actitudes y las 
comunicaciones individuales en un grupo social constituye un indicador del clima social o 
colectivo. El siguiente ejemplo concreto ilustra esta perspectiva. En el siguiente modelo sobre 
PSICOLOGÍA SOCIAL696
la Guerra Civil Española se proponen los siguientes constructos colectivos macropsicológicos, 
construidos a partir de indicadores individuales agregados que se presentan en el Cuadro 25.2.
Cuadro 25.2: Constructos colectivos macropsicológicos, construidos a partir de indicadores 
individuales agregados propuestos en un modelo de memoria colectiva.
Constructo individual Constructo colectivo
Actitud ante la Guerra Civil Española
Hablar sobre la Guerra Civil Española
Recuerdo de hechos traumáticos
Conocimiento de la Guerra Civil Española
Media grupal (de la familia) de actitudes
Indicador de la norma social
Media grupal de hablar
Indicador de comunicación social
Media grupal de hechos traumáticos acaecidos al 
grupo en Guerra Civil Española y posguerra
Indicador del trauma colectivo
Media de conocimiento sobre un hecho histórico
Indicador de la memoria colectiva
En un estudio basado en estos constructos (Páez, Valencia, Basabe, Herranz y González,
2000), se encontró que las personas y familias en las que se hablaba y se recordaba más hechos 
traumáticos colectivos tenían una actitud más polarizada y mayor conocimiento sobre la Gue-
rra Civil Española —esto ocurría tanto a escala individual, es decir, cuando se analizaban las 
respuestas de las personas, como colectiva, cuando se analizaban las medias de cada familia. La 
actitud más polarizada y negativa se asociaba sobre todo al recuerdo de hechos traumáticos. 
Estudios cualitativos han mostrado que la mera transmisión de la experiencia de la vio-
lencia colectiva se asociaba a una evaluación negativa muy básica de la Guerra Civil Española, 
con poca elaboración. En cambio, el grado de conocimiento sobre la Guerra Civil Española, es 
decir, la memoria semántica sobre ella, dependía más de la frecuencia de hablar o compartir 
que del recuerdo de hechos. Esto no ocurría con la actitud ante el pasado, en la que influía 
la cantidad de hechos traumáticos recordados en la familia —a mayor recuerdo, actitud más 
negativa hacia este hecho (Páez y cols., 1998)—. Dicho de otra forma, un grado de trauma 
colectivo familiar fuerte se asociaba a una norma o actitud colectiva media polarizada sobre 
la Guerra Civil Española, mientras que un clima familiar con una media alta de comunicación 
social se asociaba a una memoria colectiva más rica y clara.
25.3 Procesos sociales de la memoria: actualidad de los postulados 
de Halbwachs 
Maurice Halbwachs (1877-1945)
Buena parte de los estudios actuales confir-
man y refinan la obra clásica de Halbwachs 
sobre la memoria colectiva (1950/1968). Esta 
perspectiva sugiere que los procesos sociales 
son esenciales para la memoria y acentúan el 
carácter social y constructivo de la misma. 
Memoria colectiva y social 697
Según Halbwachs, en primer lugar, la memoria es social por sus contenidos: siempre recorda-
mos un mundo en el que vive también otra gente. La memoria del pasado es una memoria de 
un pasado intersubjetivo, vivido con otras personas. Pillemer y White (1986, citado en Conway, 
1990) pidieron a estudiantes de los últimos cursos de Universidad que recordaran episodios 
de su primer año en la Universidad y a estudiantes más jóvenes que recordaran hechos de su 
segundo año. La gran mayoría de dichos recuerdos hacían referencia a interacciones con otras 
personas. Los recuerdos en los que las personas se encontraban solas eran comparativamente 
raros. Éste y otros muchos ejemplos apoyan la hipótesis de Halbwachs del contenido social 
dominante de la memoria. 
En segundo lugar, la memoria es social porque se apoya en los marcos sociales de referen-
cia, como los rituales, ceremonias y eventos sociales (es común que se empleen algunos puntos 
temporales de referencia para recordar sucesos específicos o ciertas ceremonias sociales como, 
por ejemplo, los cumpleaños). Diferentes grupos sociales usan diferentes puntos de referen-
cias temporales y espaciales para enmarcar los ciclos de meses y años. Bartlett (1932, 1973) 
planteaba algo similar cuando decía que las instituciones y las costumbres actúan como base 
esquemática para la memoria. Investigaciones sobre la memoria autobiográfica han confir-
mado que los ciclos sociales actúan como marco del recuerdo, por ejemplo se recuerdan más 
hechos autobiográficos al final de un ciclo de actividades sociales y los recuerdos lejanos se 
apoyan en las actividades sociales (Robinson, 1986) tales como el inicio del curso académico, 
las vacaciones, etc. 
En tercer lugar, la memoria es social porque las personas tienen memorias compartidas y 
recordadas conjuntamente (Halbwachs, 1950/1968). De forma complementaria, la memoria es 
social o intersubjetiva porque se basa en el lenguaje y en la comunicación lingüística externa e 
interna con otros significativos (Halbwachs, 1950/1968): el recuerdo está fijado en forma de fra-
ses y en el lenguaje. El recordar se realiza bajo la forma de un “dar cuenta”, es una reevocación 
pública con funciones sociales importantes, al menos a nivel simbólico.
25.4 La comunicación interpersonal y la reevocación 
por los mass media
Varios estudios han encontrado que la reevocación pública (por ejemplo, con qué frecuencia 
las personas hablan sobre un suceso) es un buen predictor de la vivacidad del recuerdo de 
sucesos personales importantes y/o de las memorias sobre hechos colectivos, como el atentado 
del 11 de marzo de 2003 en Madrid, referido colectivamente como “el 11-M” (Páez, Rimé 
y Bellelli, 2007). Niveles altos de reacción emocional cuando se recuerdan sucesos pasados 
personalmente importantes se asocian a altos niveles de reevocación interna y pública en el 
pasado. En general, la activación emocional provocada por hechos individuales o colectivos se 
asocia indirectamente a un mayor recuerdo, a través de un refuerzo de comunicar con otros o 
de exponerse a los mass media (seguir la información por la TV, radio, periódicos, Internet).
Los sucesos emocionales generan procesos cognitivos (como la rumiación o pensamientos 
involuntarios repetidos sobre un hecho) e interpersonales de comunicación o compartir so-
cial. El compartir social se define como una reevocación del suceso emocional en un lenguaje 
socialmente compartido y como un proceso comunicativo o de diálogo en el que la expe-
riencia emocional se comparte con otros (por lo menos a nivel simbólico, como cuando uno 
escribe una carta). Una serie de estudios muestran que el compartir social y los pensamientos 
PSICOLOGÍA SOCIAL698
rumiativos son una respuesta modal ante sucesos tanto autobiográficos como colectivos y que 
estos procesos se producen en distintas culturas y grupos de edad (Rimé, 2005).
Confirma la importanciade la comunicación y del compartir social para la memoria de 
hechos colectivos el hallazgo de que el conocimiento sobre la Guerra Civil Española se asocia 
al nivel de verbalización: las personas que más hablan sobre la Guerra Civil Española dicen 
tener más conocimiento sobre ella (Páez y cols., 2000). Esta evidencia apoya el postulado de 
Halbwachs (1950/1968) sobre el rol central de la actividad social para mantener la memoria.
El compartir social de sucesos autobiográficos y colectivos (por ejemplo, hablar sobre la 
muerte inesperada del rey Balduino en Bélgica), más que ayudar a la asimilación del suceso en 
cuestión, reactiva las emociones (véase Rimé, 2005). Los estudios de Tesser sobre la polariza-
ción de actitudes inducidas por el pensamiento sugieren que reevaluar y argumentar sobre un 
suceso conflictivo y relevante provoca la polarización de las actitudes sociales (citado en Fiske 
y Taylor, 1991, p. 428). En esta línea, un alto nivel de compartir social de traumas colectivos 
pasados polariza las actitudes porque las personas reflexionan más sobre ellos y se esfuerzan 
por que el suceso se ajuste de manera más consistente a su identidad social, lo que tiene el 
efecto de reforzar las actitudes positivas o negativas hacia el pasado y la sociedad actual. La 
misma lógica se aplica a la repetición interna de un evento colectivo o la rumiación. Ambas 
contribuirán a mantener la memoria de un suceso negativo y provocarán una evaluación ne-
gativa del clima emocional actual de país. 
Los datos de dos estudios con estudiantes de América (los Estados Unidos de Norteamérica, 
Chile, Perú, Venezuela, Argentina y México) y Europa (España e Inglaterra), confirman estas 
ideas en relación con los efectos de hablar y pensar sobre traumas colectivos (Páez y cols., 2000). 
En estos estudios se emplearon indicadores del clima emocional (compuesto de emociones 
positivas y negativas percibidas en el medio social y de evaluaciones generales sobre la situación 
económica, la confianza en las instituciones y el clima afectivo general). Asimismo, se hicieron 
preguntas referentes al nivel de compartir social (frecuencia de hablar), inhibición (frecuencia 
de evitar hablar), rumiación (pensamientos repetidos involuntarios) y reevaluación (pensar 
voluntariamente para entender lo ocurrido) sobre sucesos colectivos traumáticos. 
En el primer estudio se indagaba sobre hechos como torturas y violencia sufridas por 
miembros de la familia. En el segundo estudio se preguntaba sobre los mismos hechos, inde-
pendientemente de si el grupo de la persona había sufrido dichos eventos. En estos países y 
para sucesos sociopolíticos, como ser “víctimas de torturas, guerras, palizas”, y “haber tomado 
parte en guerras, huelgas o disturbios”, se encontró que enfrentarse a estos hechos hablando 
con otros y rumiando se relacionaba con una evaluación peor del clima del país (con la balanza 
o resta entre el clima positivo y el clima negativo) y, por el contrario, evitar hablar sobre estos 
hechos se relacionaba con una mejor evaluación del clima del país. Esto mostraba la eficacia 
ideológica o el papel estabilizador de la espiral del silencio que se da después de hechos colectivos 
traumáticos, es decir, de la frecuente tendencia a no hablar sobre hechos traumáticos recientes 
o amnesia voluntaria. Por ejemplo, en El Líbano actual apenas se habla y recuerda la reciente y 
sangrienta guerra civil.
A corto plazo, es decir en los países con un pasado cercano de violencia colectiva como 
los latinoamericanos, la reevaluación y el compartir social se relacionan con una visión más 
polarizada negativa de la sociedad. A corto plazo la inhibición o evitar hablar actúan como 
una forma efectiva de afrontar, vinculada a una visión más positiva de la sociedad actual. A 
largo plazo, es decir, en los países en los que la violencia colectiva era más distante, como el 
Memoria colectiva y social 699
caso de la Guerra Civil en España y la Guerra Mundial en Inglaterra y los Estados Unidos de 
Norteamérica, la reevaluación de sucesos pasados traumáticos se relacionaba con un punto 
de vista más positivo de la sociedad en el momento actual (Páez, Ruiz, Gailly, Kornblit, 
Wiesenfeld y Vidal, 1996).
Algo similar se encontró en el plano individual en relación con traumas vinculados a la 
Segunda Guerra Mundial en la investigación de Fairbank, Hasen y Fitterling (1991). Los vete-
ranos de guerra que afrontaban el recuerdo de sus experiencias de guerra y prisión mediante la 
reevaluación o la reflexión voluntaria y enfatizaban los aspectos positivos del hecho traumáti-
co, mostraban mejor ajuste psicológico. Los que hablaban y expresaban mucho sus emociones 
como forma de afrontar el hecho traumático tenían peor ajuste. Es decir, tanto con respecto al 
ajuste emocional personal, como al clima emocional, hablar mucho y reevaluar poco se asocia 
a una balanza de afectos negativa.
25.5 Identidad colectiva y funciones sociales de las memorias
Según Halbwachs (1952, 1968), la memoria es social por sus funciones. Convertirse en miem-
bro de un grupo significa asumir e internalizar las tradiciones comunes y las representaciones 
sociales compartidas por él, es decir, compartir la memoria colectiva del grupo. La memoria 
colectiva conduce a que la gente posea cierta identificación social, tanto a escala individual 
como social. Esto se asocia tanto a la retención de aspectos centrales para la identidad social 
de ciertos hechos, como a adaptar la imagen del pasado a las necesidades grupales actuales, así 
como a la construcción de una imagen positiva del pasado.
Cuadro 25.3: Retención de hechos del pasado colectivo y memorias destello.
Se denomina memorias destello al recuerdo claro y vívido del contexto en el que se recibió una noticia 
impactante, como el hecho de recordar quién, dónde y cómo se informó uno del asesinato del presidente 
Kennedy, o de la tentativa del golpe de Estado de Tejero en 1981 en España.
Por lo que respecta a la retención de hechos del pasado colectivo en función de la identidad social, 
diferentes investigaciones sobre las memorias destello han demostrado la influencia de la pertenencia 
grupal en el recuerdo: 
• En una investigación sobre dichas memorias destello en Europa y los Estados Unidos de Norteamérica, 
muchas personas, tanto blancos de origen europeo como afroamericanos, tenían memorias vívidas del 
asesinato de Kennedy. Sin embargo, sólo un número reducido de blancos, frente a un número elevado 
de afroamericanos, tenían memorias vívidas sobre el asesinato de líderes negros (13% frente a 30% en 
el caso de M. L. King y 1% frente a 14% para Malcolm X). 
• Sobre la renuncia al cargo de la Primera Ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, tenían un 
recuerdo detallado un número más alto de británicos que de norteamericanos y un número más alto de 
británicos de clase alta que de clase obrera.
• Sobre la muerte del presidente de Francia François Mitterand, más franceses que belgas francófonos 
tenían recuerdos más precisos (Páez, Rimé y Bellelli, 2007). 
En todos estos casos es evidente que se recuerdan más los hechos centrales para la identidad social 
nacional y política. Así, por ejemplo, lo muestra uno de los ejemplos anteriores: la Primera Ministra del 
Reino Unido, Margaret Thatcher, era de tendencia conservadora, al igual que las actitudes políticas de 
la clase alta británica.
En cuanto a las funciones de la memoria para la identidad social, Halbwachs planteaba una 
función global y una función grupal de la memoria colectiva. 
PSICOLOGÍA SOCIAL700
La función global 
Es la función de nostalgia: la sociedad del pasado aparece como parte de una Edad de Oro y 
proporciona una imagen positiva y estable sobre la que añadir nuevos elementos. Por ejem-
plo, un fenómeno general es ver a las familias del pasado como más cohesivas, y la vida 
social como menos peligrosa. La investigación histórica ha puesto en entredicho el mito de la 
existencia de una familia trigeneracional en Norteamérica,en la que los mayores convivían 
con las otras generaciones y eran apoyados por éstas (Hareven, 1994). Asimismo, la investiga-
ción histórica de Chesnais (1981) muestra que cada periodo es normalmente percibido como 
más peligroso que el pasado reciente, incluso cuando, desde un punto de vista objetivo, la 
violencia social disminuye. 
En una línea similar, ilustra la función nostálgica de la memoria colectiva una encuesta 
sobre los sucesos mundiales más importantes recordados de los últimos cincuenta años. Schu-
man y Scott (1989) encontraron que la visión “buena” y “victoriosa” de la II Guerra Mundial 
estaba más presente en la generación de la guerra “sucia” de Vietnam, los que habían sido ado-
lescentes y jóvenes en la época de la guerra, que entre los miembros de la propia generación de 
la II Guerra Mundial. La interpretación de los autores de este resultado encaja con la función 
nostálgica de la memoria colectiva planteada por Halbwachs: aquéllos de la generación de los 
años ‘60’ sienten nostalgia de un mundo social que no han vivido directamente, en contraste 
con su propia sociedad conflictiva (finales de los 60 y 70) y con la vivencia de una guerra más 
injusta y que provocaba el rechazo de fuertes grupos internos —además del rechazo interna-
cional por ser, para muchos, una guerra colonial o imperialista—.
La función grupal
La segunda función social se relaciona con las necesidades e intereses actuales del grupo. 
Como dice Halbwachs (1950/1968), la memoria colectiva es esencialmente una reconstrucción 
del pasado en la que se adapta la imagen de los hechos antiguos a las creencias y necesidades 
grupales del presente. Por ejemplo, la población israelí ha retomado los sucesos que tuvieron 
lugar en Massada, una aislada rebelión armada contra los romanos que había sido ignorada 
por la tradición clásica judía, e interpretan este suceso como si fuera un precedente histórico 
del Tsahal, el actual ejército israelí. Esta reapropiación de la historia es también una forma de 
legitimar la nación israelí (Schwartz, Zeruzabel y Barnett, 1986). 
Ross (1991) revisa distintas investigaciones que apoyan este punto de vista a escala indivi-
dual. Por ejemplo, se encontró en los años setenta que afroamericanos “recordaban” votar por 
los demócratas antes de la década de los treinta, ya que era congruente con la actitud actual, 
basada en la experiencia posterior a los años treinta, en la que los demócratas, a partir de F. D. 
Roosevelt decidieron defender el Estado de Bienestar y políticas de igualdad racial. La realidad 
era que antes de la década de los treinta los afroamericanos votaban por los republicanos, ya 
que éste era el partido de Lincoln y buena parte de los demócratas del Sur eran racistas. Igual-
mente, se ha encontrado que las personas recuerdan haber actuado en el pasado de acuerdo con 
la actitud que se les acababa de persuadir: a los que se les había dicho que cepillarse los dientes 
era bueno, informaban de una cantidad mayor de lavarse los dientes que al grupo control, y la 
inversa ocurría con los que se les había persuadido de lo contrario. La conclusión general de 
Memoria colectiva y social 701
esta revisión es que el recuerdo correlaciona más positivamente con las actitudes actuales que 
con las posiciones reales o el juicio evaluativo pasado. La gente exagera la consistencia entre 
sus actitudes presentes y sus opiniones pasadas. 
25.6 Memoria colectiva, cultura e identidad social: 
la insoportable levedad del pasado o una visión constructivista 
de la memoria colectiva
Los estudios antes citados sobre la influencia de la actitud actual en el contenido del recuer-
do alimentan una visión presentista y reconstructiva tanto de la memoria colectiva, de la 
cultura, como de la identidad social (Rosa y cols., 2000). Desde esta visión, la cultura 
es algo cambiante y en permanente reinvención. La identidad social (por ejemplo, étnica) es 
una construcción social contextual “oportunista”, que se adapta a la coyuntura actual, y la 
memoria colectiva es la reconstrucción del pasado a partir de las necesidades del presente. 
Algunos elementos considerados centrales en la expresión de la identidad social pueden 
haber sido algo totalmente inventado en un momento de la historia, y se ha transmitido 
posteriormente como elementos de la tradición, en la que elementos arbitrarios se toman 
como un elemento esencial y estable. Por ejemplo, tanto el kilt escocés, como las ropas típicas 
bolivianas y guatemaltecas no tienen nada que ver con las costumbres ancestrales. Provienen 
del siglo XVII, ya sea porque se originaron por necesidades económicas en el caso escocés, ya 
sea porque fueron imposiciones de los gobernantes españoles. Aunque se puede interpretar 
estos hechos como una forma de adecuarse a la imposición, manteniendo al mismo tiempo 
una identidad propia, no deja de ser un ejemplo de la invención de la tradición (Trevor-Roper, 
1983; Harris, 1997; Wilson, 1995). 
Desde esta perspectiva, el contenido cultural y la memoria colectiva de la identidad no son 
elementos inmutables y sus contenidos son secundarios. Los atributos que sirven para definir 
la identidad son fluctuantes, y se construyen en el presente en relación con otros grupos. La 
identidad india, maya o vasca, por ejemplo, se forman en oposición a los ladinos o españoles. 
Desde esta perspectiva, se supone que aunque desaparezca el quiché o el euskera, aunque la 
mayor parte de las costumbres ancestrales hayan sido eliminadas o reabsorbidas por centenares 
de años de dominación, la identidad étnica seguiría subsistiendo como una estructura relacional 
de diferencias ellos-nosotros. Es decir, que esta existe en cuanto diferenciación relacional al 
margen de su contenido sustantivo.
En oposición a esta concepción presentista existe una segunda aproximación, que consi-
dera la cultura como un conjunto de costumbres y valores que se mantienen durante años, a 
pesar de los cambios. Según esta perspectiva, la identidad se apoya en atributos compartidos 
y no sólo en la diferenciación “oportunista” con otros grupos, y se tiene una concepción de 
la memoria histórica en la que el pasado tiene un peso real, y no es sólo una reconstrucción 
arbitraria a partir del presente del pasado mítico (Aguilar, 1996). Es frecuente desde esta pers-
pectiva hablar de cultura e identidad maya mesoamericana o quechua andina o española o 
vasca, como si durante cuatrocientos o quinientos años un conjunto de costumbres y valores 
permanecieran estables, y se presupone que este legado cultural influye en la conducta social 
contemporánea (Hervik, 1992).
PSICOLOGÍA SOCIAL702
RECUADRO: La recuperación de la memoria colectiva 
como estrategia de construcción de la identidad etnonacional.
Esta segunda aproximación, en la medida en que acentúa la representación de la continuidad y la 
homogeneidad o, en su defecto, de pérdida y amenaza, se asocia al uso y recuperación de la etno-
historia o memoria colectiva. 
Conviene llamar la atención sobre el hecho de que la recuperación de la memoria colectiva ha 
constituido en el pasado, y constituye en la actualidad, una estrategia de construcción de la identidad etno-
nacional. La recuperación de una historia informal, folclórica e ignorada ha sido uno de los momentos 
fundamentales de desarrollo de los movimientos etnonacionales (Smith, 1991). En la concepción étnica 
de la identidad nacional, la igualdad legal entre los miembros es reemplazada por la cultura. 
Esta es la razón que explica que folcloristas y filólogos jueguen un papel importante en los 
primeros nacionalismos de Europa Oriental y Asia, así como en Europa Occidental.
• La etnografía y los filólogos han jugado un papel esencial en la construcción del movimiento na-
cionalista en el País Vasco. La Antropología, por ejemplo, “contribuyó a esencializar y enigmatizar 
lo vasco” y “la imaginación antropológica… reinventó lo vasco” (Zulaika, 1996, pp. 34-35). 
• La historia, la Antropología y el Folclore son disciplinasque tienden a acumular conocimientos 
orientados a recuperar y reforzar una identidad nacional.
• Estos conocimientos son a veces reales y a veces falsos, como en el caso de los supuestos cuentos 
folclóricos “alemanes”, que en realidad fueron creados o inventados por los hermanos Grimm. 
• En el contexto contemporáneo de América Latina, donde se asiste a un renacimiento de los 
movimientos indígenas, el trabajo de antropólogos e historiadores se valora en tanto que ayu-
den a identificar las continuidades históricas y los atributos esenciales de la “mayanidad” o 
“quechuidad” (Wilson, 1995). 
La importancia de una memoria colectiva que incluya un mito de origen común y de homo-
geneidad cultural son elementos que están relacionados con el nacionalismo. Empíricamente, la 
identificación alta vasca se asociaba a hablar más sobre las tradiciones y costumbres del pasado, lo 
que confirma la relación entre identidad social y mantenimiento de la memoria del pasado grupal 
(Páez y cols., 2000).
25.7 Defensa de la identidad social y memoria colectiva 
en el caso español: un estudio correlacional
La identidad social se asocia no sólo al recuerdo del pasado, sino al recuerdo de un pasado positi-
vo de la nación o grupo social. La defensa de la identidad social se refleja en un recuerdo selectivo 
de lo positivo, un olvido de los hechos negativos y una reconstrucción positivista del pasado del 
grupo étnico o nacional. Renan, uno de los ideólogos del nacionalismo francés, expuso esta idea 
de manera prístina hace más de cien años: “olvidar, incluso interpretar mal la historia, es un 
factor esencial en la formación de la nación…” (citado en Hobsbawn, 1998, p. 270). 
El estudio que se describe a continuación confirma estas ideas. En él se analizó la relación 
entre identidad nacional española y vasca y memoria colectiva: 
• La identidad nacional se midió a través de dos escalas de 5 puntos, de 1 (nada) a 5 (mucho). 
• La memoria colectiva se examinó:
• Primero, a través del recuerdo libre de eventos históricos que han tenido lugar en Espa-
ña durante el siglo XX. 
• Posteriormente, por medio de las preguntas sobre la frecuencia de hablar, actitud y 
conocimiento sobre el pasado. 
Algunos de los resultados obtenidos se presentan en el Cuadro 25.4.
Memoria colectiva y social 703
Cuadro 25.4: Resultados de la relación entre identificación y recuerdo. 
Alta identificación con España
Se asocia a menor recuerdo de eventos negativos Se asocia a mayor recuerdo de eventos positivos
Es decir, a un menor recuerdo libre o mención de: 
• La Segunda República 
• El bombardeo de Gernika 
• La dictadura de Franco 
• El juicio de Burgos en 1970 
• ETA y la violencia política 
• El asesinato de Carrero Blanco 
• La muerte de Franco 
• El final de la dictadura
• La transición a la democracia
• El Estatuto de Autonomía del País Vasco
Es decir, a un mayor recuerdo de: 
• La integración de España en la CEE
• La restauración de la democracia
En resumen, las personas con alta identificación nacional (española) recuerdan más que 
los de baja identificación los eventos positivos (la reinstauración de la democracia o la entrada 
de España en Europa), pero menos hechos negativos (ETA y violencia política, la posguerra, la 
dictadura de Franco o el Bombardeo de Gernika).
Las personas de alta identificación étnica (específicamente identidad étnica-vasca) recuer-
dan más hechos positivos como el estatuto de autonomía y la transición a la democracia; pero, 
cuando se los compara con los de baja identificación étnica, recuerdan más eventos negativos 
como el juicio de Burgos de 1970. La identidad étnica se asocia al recuerdo de hechos positivos, 
y también, aunque en menor medida, al recuerdo de hechos negativos.
Sobre la frecuencia de hablar y pensar sobre hechos del pasado, por ejemplo: 
• Tradiciones y costumbres
• La inmigración y emigración
• La vida familiar
• La Guerra Civil
• La posguerra
La identidad étnica-vasca se asoció con los procesos de mantener activo el hablar y el pen-
sar sobre el pasado de su grupo, especialmente en lo referido a sus costumbres. 
Por el contrario, la identidad nacional-española, que sí se asociaba al recuerdo de los usos 
y costumbres del pasado, hablaba menos o evitaba hablar, sobre aquellas cuestiones que cons-
tituyen una amenaza a la continuidad y homogeneidad de la comunidad imaginada nacional, 
como la emigración, o que son directamente negativas, como la Guerra Civil y la posguerra.
También se estudiaron los efectos del posicionamiento en el espectro político derecha-
izquierda sobre el recuerdo. Se encontró que la posición política de izquierdas se asociaba: 
• A un mayor recuerdo de sucesos positivos, como: 
• La Segunda República
• El fin de la dictadura de Franco
• El Estatuto de Autonomía del País Vasco
PSICOLOGÍA SOCIAL704
• A un mayor recuerdo de eventos negativos, como: 
• El bombardeo de Gernika
• La dictadura de Franco
• El juicio de Burgos de 1979
• ETA y la violencia política
Finalmente, los participantes de izquierdas hablaban más, tenían una actitud más polari-
zada y consideraba más relevante la Guerra Civil Española. 
A la vista de los resultados anteriores, está justificado concluir que se da un sesgo posi-
tivista de la memoria histórica de ambos tipos de identidades y que es más marcado en el 
caso español. El conocimiento de los usos y costumbres del pasado se asoció a una identidad 
nacional y étnica reforzada en nuestros datos:
• Tanto la identidad étnica vasquista como la nacional española se asociaron a los procesos 
de mantener activo el hablar y el pensar sobre el pasado de su grupo, especialmente sobre 
sus costumbres. 
• La identidad nacional-española se vinculó con el “olvido” de eventos colectivos negativos 
y no sólo de los que eran centrales en el régimen de Franco, con una menor verbalización 
de cuestiones que suponen una amenaza para la continuidad del grupo (emigración) o 
directamente negativas (Guerra Civil y la posguerra). 
• La identidad étnica-vasca se asoció con el recuerdo de eventos políticos referidos a luchas 
emblemáticas (juicio de Burgos de 1970) y a sucesos políticos relevantes (transición política 
y Estatuto de Autonomía). 
Esta relación entre identidad y memoria también se manifestó en el posicionamiento 
político: los participantes con una orientación política de izquierdas recuerdan más sucesos 
relacionados con la dictadura que los de orientación política de derechas. 
Estos datos son consistentes con lo que se ha encontrado que ocurría con los mass me-
dia nacionales. En estos medios de comunicación, los eventos negativos o traumáticos no 
se conmemoraban, aunque constituían la cuestión central de la situación. Por ejemplo, 
en un periódico típicamente representativo de la derecha, como el ABC, durante los años 
1975-1978 no se mencionó la Guerra Civil Española en los editoriales, aunque sí en otras 
secciones. Durante el mismo periodo, otros periódicos, como El País (posición política de 
centro-izquierda), mencionaban la Guerra Civil Española con cierta frecuencia en sus edi-
toriales, aunque hay que señalar que los aspectos más dramáticos y negativos de la guerra se 
silenciaban (Aguilar, 1996).
25.8 Generaciones, comunicación y memoria colectiva
El arqueólogo Assman afirma que se puede identificar una memoria comunicativa, que se basa 
en la experiencia generacional y se transmite a lo largo de tres generaciones (80-40 años), y que 
se diferencia de la memoria colectiva, fundamentada, más bien, en un conocimiento cultural 
más abstracto. 
Desde el punto de vista de las representaciones sociales, las memorias comunicativas, en 
particular de conflictos y traumas colectivos, oponen representaciones opuestas de lo ocurrido: 
• En el caso de los Estados Unidos de Norteamérica, la visión dominante de la Guerra Civil 
o de Secesión de los estados sureños se enfrentaba a la visión del Norte: los estados sureños 
Memoria colectiva y social 705
decían defender un estilo de vida, los del Norte asegurabanbuscar el progreso y unidad de 
todos los estados y acabar con la esclavitud.
• Por su parte, la representación social de la Guerra Civil Española como “respuesta mili-
tar al alzamiento socialanarcocomunista que impuso un régimen de orden y progreso, 
defendiendo la nación en una cruzada”, se opone a la “del golpe ilegítimo fascista, que 
llevó a cabo una guerra colonial contra su propio pueblo e impuso una dictadura atrasada 
y sangrienta, estéril culturalmente y cuyo desarrollo económico se hizo sólo durante la 
segunda mitad, a remolque de Europa”. 
Estas son representaciones polémicas, “enfrentadas”. Otras representaciones coexisten 
y son “emancipadas”. Un ejemplo clásico lo proporcionan las representaciones comunista y 
gaullista de la resistencia francesa, que si bien revindicaban aspectos diferentes, coincidían en 
la visión épica y heroica de la lucha del pueblo francés y negaban el colaboracionismo de las 
masas francesas con el invasor nazi durante la II Guerra Mundial. 
Finalmente, hay representaciones “consensuales”, aceptadas mayoritariamente, que se pueden 
considerar representaciones hegemónicas —veremos más adelante cómo hay una representa-
ción hegemónica eurocéntrica y anclada en la violencia política de la historia mundial—.
Dicho de otro modo, el paso de las memorias comunicativas a la memoria cultural o me-
moria abstracta basada en ritos, mitos y narraciones del pasado lejano es, en gran medida, 
resultado de la evolución de representaciones sociales polémicas hacia representaciones sociales 
emancipadas, es decir, que coexisten sin entrar en polémica abierta, para culminar después de 
tres generaciones en representaciones sociales hegemónicas (véase el Cuadro 25.5). 
Cuadro 25.5: Paso de las memorias comunicativas a la memoria cultural o memoria abstracta. 
Dinámica Tipo de memoria Característica
Tipo de 
Representación Social
Tipo de 
experiencia
Disenso,
conflicto
Comunicativa Vívida, 
memoria viva
Polémica Directa u oral
Generacional Autobiográfica 
y conocimiento 
semántica
Polémica y/o emancipada Directa o medios 
de comunicación
Consenso, 
reconciliación
Colectiva Abstracta Hegemónica Indirecta, 
mediada, rituales
En el estudio antes descrito se compararon las repuestas sobre la Guerra Civil Española de 
la generación formada culturalmente en la posguerra civil, de la generación de la transición 
y de la democracia. Los mayores informaban de mayor conocimiento, de hablar más y de 
basar más su conocimiento de la Guerra Civil Española en la experiencia directa, como era 
de esperar. A pesar del conocimiento, experiencia directa y compartida, le atribuían menor 
sentido a la Guerra Civil Española (M= 3,03), probablemente como una forma de distanciarse 
y minimizar su importancia. Los jóvenes, sin embargo, percibían la Guerra Civil Española 
como más relevante y significativa (M= 5,96) (véase el Gráfico 25.1, en el que los valores son 
puntuaciones factoriales, de modo que cuanto más alta la puntuación, más sentido, más im-
portante y más próxima se evalúa la Guerra Civil Española como evento histórico).
PSICOLOGÍA SOCIAL706
Gráfico 25.1: Importancia y sentido de la Guerra Civil Española por generación.
La nueva generación, formada en la democracia, hablaba menos sobre la Guerra Civil Es-
pañola y obtenía su información más por profesores y mass media que las anteriores. 
Hay una interacción interesante entre posición política y generación. Como ya se señaló, 
las personas ubicadas a la derecha del espectro político hablan menos sobre la Guerra Civil 
Española, comparten con el centro e izquierda una evaluación negativa de ella, aunque le 
asignan menos relevancia —les parece menos importante y significativa. Ahora bien estas 
diferencias son más fuertes en la generación de la posguerra. De hecho, en la generación 
más reciente lo que se da es una tendencia hacia una convergencia en la asignación de mayor 
relevancia, y esto ocurre en jóvenes de diversas posiciones políticas (véase el Gráfico 25.2; 
de nuevo hay que recordar que los valores son puntuaciones factoriales y cuanto mayor la 
relevancia mayor la puntuación). 
Gráfico 25.2: Relevancia de la Guerra Civil Española en función del posicionamiento político 
y generación.
Este patrón de respuestas ilustra el paso de representaciones polémicas a emancipadas y 
potencialmente a hegemónicas —la evaluación de la Guerra Civil Española es homogénea-
mente negativa y los participantes jóvenes la mencionan como hecho importante al margen de 
su posición política—. 
Memoria colectiva y social 707
Estos resultados ilustran la evolución de una memoria comunicativa y generacional hacia 
una memoria colectiva. Las generaciones de los mayores y los de mediana edad afrontan el 
pasado negativo a partir del compartir social y hablan más, pero también parecen recurrir a la 
negación del significado e importancia o relevancia de la Guerra Civil Española. Las creencias 
y actitudes de las generaciones de los mayores son memorias compartidas, basadas en la expe-
riencia directa y comunicación. 
Podemos concluir que la cercanía al hecho traumático colectivo o a la Guerra Civil Española 
tiene efectos ambivalentes: mayor vivacidad de la experiencia pero mayor distanciamiento. En 
cambio, la tercera generación acepta más la relevancia del hecho —se muestra más abierta para 
generar una visión consensual y negativa—. Autores clásicos como el dramaturgo griego Esquilo 
aseguraron que el impacto de la guerra dura tres generaciones. De forma similar, Marañón postuló 
que se necesitan tres generaciones para “curar” una guerra civil. Nuestros datos confirman esta 
hipótesis. Finalmente, la actual polémica sobre la ley de reparación de las injusticias, antes denomi-
nada ley de Memoria Histórica, muestra cómo la tercera generación de nietos puede reactivar las 
representaciones polémicas cuando se trata de restituir derechos en un contexto de represión de la 
memoria de los vencidos que no ha permitido abordar esas cuestiones durante generaciones.
25.9 Defensa de la identidad social y memoria colectiva: 
un estudio experimental en España y Portugal
Una serie de investigaciones confirman cómo la identidad se refleja en una actividad selecti-
va de recuerdo (Baumeister y Hastings, 1997), y este resultado se vuelve a encontrar en una 
investigación experimental (Marques, Páez, Valencia y Vincze, 2006). En dicha investigación, 
realizada en Portugal y España: 
• Los participantes escuchaban una historia.
• Transmitían luego esta historia por escrito a una segunda persona.
• Esta, a su vez, escribía un texto para una tercera. 
Es importante señalar que los segundos y terceros participantes recibían tres versiones 
escritas y que la variable dependiente principal eran las versiones finales escritas por las per-
sonas en la última posición. 
La historia narraba las atrocidades cometidas por una legión de colonos ibéricos sobre 
indios americanos en la época de la conquista. En una versión, la legión estaba compuesta 
PSICOLOGÍA SOCIAL708
por españoles para los portugueses y por portugueses para los españoles (exogrupo) y había 
actuado en Uruguay, mientras que en la otra se trataba de portugueses para los portugueses o 
españoles para los españoles (endogrupo) y habían actuado en Brasil. 
Un análisis del contenido de la versión de las últimas personas realizado por jueces ciegos 
confirmó que los participantes omitían, o reproducían menos, la información negativa cuan-
do ésta se refería al endogrupo portugués que al exogrupo español. Se confirmó que: 
• El paso de un agente de transmisión a otro aumentaba la nivelación u olvido. 
• La retención o fidelidad era mayor cuando la historia era protagonizada por españoles. 
• El agregado de información no presentada era mayor cuando la historia era referida al 
endogrupo. 
• El contenido de la versión final reflejaba una visión más positiva del endogrupo. 
Por ejemplo, el porcentaje de presencia del tema masacre fue siete veces inferior en el 
endogrupoportugués que en el exogrupo español cuando los participantes eran portugueses. 
De igual modo, los temas positivos se retenían más cuando los protagonistas de la historia 
eran portugueses: 
• Un 46 por cien mencionaba el Descubrimiento (tema positivo) de América en relación con 
portugueses y sólo un 26 por cien lo aplicaba a los españoles. 
• Un 17 por cien mencionaba la colonización (tema positivo) en la condición endogrupo 
portugués frente a 0 por cien en la condición exogrupo español. 
• En cambio, un 28 por cien mencionaba el tema de la Conquista (tema negativo) cuando los 
protagonistas eran españoles frente a un 9% cuando eran portugueses. 
Este experimento sugiere que se construye una versión positiva de la historia del endogru-
po (portugueses como descubridores menos violentos), mientras que se transmite una visión 
más exacta y negativa del exogrupo (españoles como conquistadores violentos). Resultados 
similares se encontraron con participantes españoles, con ciertos matices que describimos 
más adelante.
El contenido final reproducía la narrativa de los estereotipos culturales, del explorador 
portugués y del conquistador español, ya que incluso en la muestra española se mencionaba 
más la exploración y los descubrimientos cuando la información hacía referencia a los portu-
gueses que a los españoles. Un 50% de participantes residente en el País Vasco mencionaban la 
colonización y un 56% el descubrimiento en el caso de la información sobre portugueses, 16 
y 33% respectivamente para españoles y 53 y 17% para vascos. Finalmente, al igual que en los 
estudios sobre rumores, al final de la retransmisión sólo se retenía el 20-30% del contenido de 
la narración original —véase el Gráfico 25.5 (Marques y cols., 2006). En síntesis, se olvidaba 
una gran cantidad de información, la información que se retenía era congruente con los este-
reotipos culturales de la colonización portuguesa “blanca” y la “negra” conquista española.
No sólo el contenido de la narración final se veía afectado por quiénes eran los actores 
de la masacre y su pertenencia o no al grupo nacional. También lo eran las emociones y eva-
luaciones sobre la veracidad o credibilidad de la información, así como sobre la relevancia o 
importancia. Los participantes sentían más culpa y vergüenza, pero le atribuían menos rele-
vancia, credibilidad e informaban de menos emociones negativas, cuando escuchaban, leían 
y recontaban las masacres perpetradas por miembros nacionales (véanse los Gráficos 25.3 
y 25.4). Además creían más en la crítica al propio grupo y sentían más culpabilidad cuando 
la fuente era endogrupal (la Radio TV portuguesa para portugueses). Los participantes 
evaluaban la información como menos relevante en general cuando esta hacía referencia al 
grupo nacional. 
Memoria colectiva y social 709
Gráfico 25.3: Sentimientos de culpa y vergüenza en función de la naturaleza de la fuente.
Gráfico 25.4: Relevancia y credibilidad de la información y emociones negativas.
Recuerdo, olvido y asimilación de violencias colectivas
Como ya se señaló en un apartado anterior, sólo el 20-30% de la información original se man-
tiene en la tercera posición de la cadena de retransmisión de información, resultados similares 
a los estudios clásicos de Allport y Postman (véase el Gráfico 25.5). La posición se refiere al 
lugar de la persona en la transmisión de información. Como ya se señaló en un párrafo ante-
rior, en la primera posición la persona recibía la información grabada, en la segunda posición 
recibía tres informes escritos por las anteriores, y en la tercera recibía tres escritos por las 
personas en la segunda posición. 
Los resultados sugieren que el olvido, la reconstrucción y la asimilación son mayores en el 
endogrupo. Por otra parte: 
• La percepción de mayor culpabilidad y vergüenza hacia los perpetradores ocurría cuando 
estos pertenecían a la misma nacionalidad y la fuente de la información era interna —por 
ejemplo, el impacto de los juicios alemanes de los 60 contra los nazis fue mayor que el de los 
juicios de Nüremberg, realizados por los vencedores en la II Guerra Mundial, los Aliados, 
al final de ésta (Marques y cols., 2006)—.
PSICOLOGÍA SOCIAL710
• La menor importancia, menor credibilidad y menor emoción negativa hacia los perpetra-
dores se daban cuando estos pertenecían a la misma nación.
• La asociación más fuerte de credibilidad y culpa surgía cuando la violencia colectiva la 
perpetraban miembros del grupo nacional.
Gráfico 25.5: Comparación de los resultados de la transmisión de información en el estudio de 
Allport y Postman y en el experimento de Marques y cols. 
En un estudio de los antes mencionados se atribuyó la masacre a portugueses, vascos y 
españoles, siendo los participantes que leían y retransmitían la información residentes en el 
País Vasco (en el que la identificación nacionalista vasquista es mayor que con España). 
Un mecanismo frecuente de defensa de la identidad es considerar a los miembros del grupo que 
realizan acciones negativas poco representativos o parecidos al miembro medio del grupo. 
Una forma de evaluar el distanciamiento psicológico consiste en indagar si se considera a 
la persona representativa o típica del grupo. Si se considera a una persona como poco típica 
del grupo, se infiere que las personas se están distanciando de ella, que la consideran poco 
parecida y un mal representante del grupo en su conjunto. La pregunta, en concreto, era: 
• ¿Hasta qué punto son típicos estos participantes con respecto a su grupo nacional? El rango 
de respuesta iba de 1 (Nada) a 7 (Muy típicos). 
Los resultados fueron: 
• Para vascos M= 3,09
• Para españoles M= 4,5
• Para portugueses M= 4,1
Es decir, cuando los perpetradores de la masacre eran vascos, los participantes se distan-
ciaban más de ellos.
Otro mecanismo de defensa de la buena imagen del grupo muy usado es explicar lo ocurrido 
o conductas negativas por el contexto —atribuir las malas acciones de miembros del endogrupo 
a la circunstancias y condiciones externas—. En este caso, la pregunta, en concreto, era:
• La conducta de los agentes de la violencia colectiva era: Comprensible en el contexto (–4) o 
Incomprensible en el contexto (4). 
Los resultados muestran lo siguiente:
• Para vascos M= 1,37
• Para españoles M= 2,45
• Para portugueses M= 2,39
Memoria colectiva y social 711
Por lo tanto, la explicación que apela al contexto era relativamente más aceptada en el caso 
de los vascos. 
Otra forma de defensa de la buena imagen del grupo ante conductas negativas de este es 
rebajar la frecuencia de éstas. La pregunta, en este caso, se formulaba de la forma siguiente:
• ¿Hasta qué punto eran frecuentes estas conductas violentas en el pasado?, con 1 para baja 
frecuencia y 7 para alta. 
Estos fueron los resultados:
• Para vascos M = 5,5
• Para españoles M = 5,6
• Para portugueses M = 6
En resumen, en defensa de la identidad “vasquista”, los participantes residentes en el País 
Vasco consideraron menos típicos o representativos de su grupo a los masacradores y mos-
traron una mayor tendencia a acudir al contexto en busca de una explicación de la conducta 
en cuestión cuando los perpetradores eran vascos que cuando eran portugueses y españoles. 
Finalmente, afirmaron que estas conductas eran menos frecuentes cuando los actores eran 
vascos o españoles que cuando eran portugueses.
Identificación nacional y étnica asociada a más mecanismos de defensa
Participantes con alta identificación con los vascos evaluaron las conductas violentas de los 
miembros de su grupo como menos frecuentes, mientras que los participantes menos identifi-
cados con el grupo nacional hacían lo opuesto. En el Gráfico 25.6 las personas se dicotomizan 
a partir de sus respuestas a una escala de identificación con los vascos en personas de baja y alta 
identificación con el grupo. Sin embargo, mientras se constata un claro favoritismo endogrupal 
(menor frecuencia de las masacres), no se da una devaluación simétricadel exogrupo estatal 
(españoles). También se constata que los participantes pertenecientes al grupo usan mecanismos 
de defensa, como contextualizar la violencia colectiva y distanciarse de los miembros que habían 
participado en ella, al margen de su identificación (véanse los gráficos 25.7 y 25.8).
Basados en este estudio y en los estudios sobre la experiencia alemana (Marques y cols., 
2006) podemos deducir que los participantes de grupos nacionales y étnicos, al margen de su 
identificación, van a usar mecanismos de defensa cognitivos cuando se les presentan actos 
de violencia del endogrupo. Por otro lado, también se puede deducir que son las personas 
pertenecientes a esos grupos, pero menos identificadas con ellos, las más capaces de aceptar la 
culpa colectiva y aceptar lo ocurrido. 
Gráfico 25.6: Frecuencia de la violencia colectiva en función del grado de identificación y del 
tipo de perpetrador. 
PSICOLOGÍA SOCIAL712
25.10 Evaluación de la violencia colectiva: hechos frecuentes 
 en la historia
Diferentes casos históricos confirman los mecanismos cognitivos de defensa de la identidad 
antes descritos. A continuación, se describirán algunos ejemplos. Se suele percibir que la 
conducta de los perpetradores de violencias colectivas del endogrupo es menos frecuente y 
menos representativa. Por ejemplo, los alemanes harían afirmaciones como las siguientes: 
“nosotros fuimos luchadores más humanos y cometimos menos atrocidades que los rusos”, o 
“un puñado de miserables de las SS cometieron los crímenes frente a una Wehrmacht (ejército 
alemán) que no lo hizo”. En cambio, la conducta de los perpetradores de otras naciones son 
más incomprensibles e inexplicables. 
RECUADRO: Un ejemplo de explicación contextual y minimización de la violencia.
La versión de la represión dada de forma retrospectiva en 1984 por un militar que fue alcalde duran-
te la dictadura chilena de Pinochet ejemplifica muy bien los procesos de atribución de significado y 
de convencionalización de la memoria. El testimonio de este militar se presenta debajo:
“En cuanto a la Dina (policía política responsable de la desaparición y tortura de personas 
desarmadas)… creo que en un principio estuvo bien. Porque cuando se inició este régimen había 
una verdadera guerra”.
Esta afirmación representa una reconstrucción y una simplificación: después del golpe militar, 
que culmina con el asalto al Palacio Presidencial, el 11 de septiembre de 1973, los militares sólo 
tardaron dos días en controlar el país y no hubo resistencia armada real. La represión masiva se 
prolongó durante meses. La represión selectiva duró años, y en ese periodo no hubo ni militares 
ni policías muertos. En cambio, se contabilizan centenares de muertos y desaparecidos (Informe 
Rettig, 1991). 
Sigue afirmando el militar: “En esta época cayeron muchos por lado y lado, muchos carabine-
ros (guardias civiles)… fueron muertos”.
Esta afirmación es una amplificación: el total de policías y militares muertos en el momento del 
golpe es de 25 y el de civiles de 1.200.
“Y, desde el momento que se trata de una guerra cada cual asume su responsabilidad y muere 
el que muere”.
Esta afirmación es un recuerdo de justificación contextual o convencionalizado, que se ajusta 
al marco colectivo según el cual hubo una guerra y el mundo es justo. Lo cierto es que la mayoría de 
los desaparecidos y muertos durante la dictadura no estaban armados ni combatían. 
“Por eso”, sigue diciendo el militar, “en lo de los desaparecidos yo no le echo la culpa a nadie. 
Pienso que fue una estupidez, como la guerra sucia de Argentina. Pero allá pasaron de los 35.000 
desaparecidos y en Chile ¿habrá unos 600?”.
Esta cifra es una clara minimización. 
“Además pienso que toda esa gente desaparecida era como perros rabiosos, ¡con rabia! Y hay 
que eliminar la rabia aunque yo no lo justifico”.
En esta última afirmación, relativa a la cuestión de los desaparecidos, surge la atribución de 
responsabilidad a la víctima, (también denominada victimización secundaria) y una justificación 
ambivalente de lo ocurrido. 
Fuente: El testimonio se encuentra en Politzer (1991, p. 69). Los comentarios se deben a Páez y Basabe (1993, p. 27).
Como una confirmación de que minimizar la credibilidad o veracidad de la información 
es una forma de afrontar la culpa y vergüenza colectiva, en el estudio experimental antes 
descrito se encontró una asociación entre menor credibilidad y menor culpa/vergüenza. Esta 
Memoria colectiva y social 713
relación se daba más fuertemente cuando portugueses evaluaban a perpetradores portugue-
ses, españoles a españoles y vascos a vascos. Es decir, era más marcada cuando miembros del 
endogrupo evaluaban su pasado colectivo.
La comparación de los resultados según la posición (primero, segundo o tercero) en la 
transmisión de la información, permitió constatar que las personas que, a la vez, reciben y 
transmiten información sobre el endogrupo, minimizan la relevancia y la emocionalidad vin-
culada a las violencias colectivas cometidas por el endogrupo, pero no hacen lo mismo cuando 
las masacres se vinculan a otro grupo nacional.
Si se acepta que este estudio, en que los participantes retransmiten información, consti-
tuye una réplica experimental de la dinámica sociocultural de reconstrucción y elaboración 
positiva del pasado negativo de una sociedad, a la hora de enfrentarse al comportamiento 
colectivo negativo del propio grupo, los participantes, desde el inicio, atribuyen baja cre-
dibilidad y minimizan las emociones negativas y la relevancia de las masacres cometidas 
en el pasado lejano por sus compatriotas. Al final de “tres generaciones” (es decir, al final 
de la transmisión al participante que ocupa la tercera posición), la relevancia y emociones 
negativas relacionadas con el comportamiento negativo pasado del propio grupo disminuye 
(véanse los gráficos 25.7 y 25.8). 
Gráfico 25.7: Evolución de la relevancia de la conducta de endogrupo y exogrupo a lo 
largo de la cadena de transmisión de información.
Gráfico 25.8: Evolución de las emociones negativas generadas por endogrupo y 
exogrupo a lo largo de la cadena de transmisión de información. 
PSICOLOGÍA SOCIAL714
Si se unifican los resultados de este estudio experimental, los estudios de casos históricos 
y el estudio antes descrito sobre el recuerdo de hechos históricos relevantes del siglo XX, po-
demos afirmar que los grupos sociales elaboran el recuerdo de eventos sociales mediante un 
proceso de recuerdo selectivo. Este proceso consiste en un énfasis del grupo en ciertos eventos 
del pasado. Se recordarán ciertos eventos positivos o si son negativos, de sufrimiento, lucha y 
conquistas y se evitará recordar otros que no concuerdan con las necesidades actuales de los 
grupos (como en el grupo con alta identificación nacional española en el estudio sobre los 
hechos relevantes del siglo XX en España). 
Ahora bien, en el caso de violencias colectivas y hechos negativos del pasado, estos se 
reconstruirán a base de minimizar la credibilidad de la información, se atenuarán las emo-
ciones negativas asociadas a ellos y se disminuirá su importancia mediante la retransmisión 
de la información. También, para defender la identidad, se rebajará la frecuencia de los 
hechos, se rechazará la representatividad de los miembros del grupo implicados en las ma-
sacres o se atribuirán los hechos a un puñado de ovejas negras y se explicarán en función del 
contexto. Estas formas de afrontamiento o defensa cognitiva serán más fuertes en el caso 
de las personas altamente identificadas con el grupo nacional. Los estudios de encuesta en 
Alemania confirman la generalidad de estos resultados. Los participantes con baja identifi-
cación con el grupo nacional, con baja autoestima colectiva, son menos defensivos sobre las 
violencias colectivas cometidas por los alemanes en el pasado y están más dispuestos a asu-
mirlas y reparar lo ocurrido. Este perfil es más típico de la tercera generación de alemanesen relación a la II Guerra Mundial y muestra que esta generación siente más culpa colectiva, 
mientras que las generaciones implicadas directamente minimizan lo ocurrido y rechazan 
ser responsables de ello. 
En España, al igual que en Alemania, las generaciones que vivieron las dictaduras fascistas 
tienen una visión más positiva del régimen y los dictadores, en particular si son conservadores 
ideológicamente, que generaciones más recientes y menos implicadas en el hecho, como se 
ilustra en el siguiente extracto sobre el recuerdo de Franco. 
Memoria colectiva y social 715
RECUADRO: Juicios sobre el franquismo en función de la generación de pertenencia.
El grupo de quienes juzgan el franquismo como bueno para España se reduce al 23,5%, esto es uno de 
cada cuatro españoles. Entre las personas con una opinión positiva sobre la dictadura hay más perso-
nas mayores y también más votantes de derecha que de la izquierda según una encuesta del 2006. 
Otras dos encuestas realizadas en el año 2000 también encontraron que las personas mayores 
tenían un juicio menos negativo sobre la dictadura franquista. 
En la primera encuesta sobre 800 personas, tenían una imagen positiva de Franco:
• Un 43% de los mayores de 65 años el 2000. 
• El 29% de los que tenían entre 45-64 años. 
• Un 13% de los que tenían entre 30 y 44 años. 
• Un 7% de los que tenían 18-29 años. 
En la segunda encuesta sobre 1.000 personas, 
• Entre los mayores de 55 años el 32% informaba de sentimiento positivos y un 21% de disgusto 
ante Franco (los restantes eran indiferentes). 
• Entre las personas que tenían entre 36 y 54 años el 11% informaba de sentimientos positivos y 
un 38% de disgusto. 
• Entre los encuestados que tenían menos de 36 años, los más jóvenes, un 8% informaba de 
sentimientos positivos ante Franco y un 53% de disgusto. 
Se puede constatar que, regularmente, las personas que han vivido la dictadura, las de mayor 
edad, tienen un juicio si bien dominantemente negativo, más positivo que las generaciones más 
jóvenes que no lo han vivido. Haber vivido un periodo dictatorial, en particular si se comparten va-
lores ideológicos conservadores, conlleva una imagen menos negativa de este periodo. Resultados 
similares se han encontrado sobre la dictadura estalinista en Rusia y fascista en Alemania.
Fuente: EL MUNDO, 20 de julio de 2006. 
25.11 Resumen
El estudio de la memoria colectiva se centra en la forma en que los grupos sociales recuerdan, olvidan 
o modifican el conocimiento del pasado social. 
Numerosos estudios han descrito el papel de los factores sociales en la memoria autobiográfica y semánti-
ca. Se han revisado los estudios actuales y se ha visto que confirman las intuiciones clásicas de Halbwachs. 
Se ha prestado atención especial a la comunicación interpersonal y la reevocación por los medios de 
comunicación como antecedentes de la memoria colectiva y sus efectos sobre el clima social.
También se ha estudiado cómo se construye el pasado social o cómo se reconstruye en función de las 
necesidades y actitudes del presente, especialmente cuando se definen las identidades nacionales y 
sociales. Se han examinado estudios que ilustran estas ideas en los apartados sobre identidad colectiva 
y funciones sociales del recuerdo del pasado.
Otro aspecto considerado tiene que ver con los factores que influyen en que determinados sucesos 
sociales se retengan o se pierdan dentro de la memoria colectiva. Se recuerdan más los sucesos si se 
conmemoran, si son novedosos y tienen un gran impacto emocional, si son relevantes personalmente, y 
si tienen lugar durante la adolescencia y juventud de nuestra vida.
Se ha señalado que el contenido de las representaciones sociales del pasado tiene una cierta es-
tabilidad transcultural, lo que sugiere que existe una memoria colectiva compartida en diferentes 
sociedades y culturas. 
Estas representaciones sociales del pasado son relevantes. Tienen efectos sobre las actitudes frente a 
nuevos hechos. 
PSICOLOGÍA SOCIAL716
Mecanismos de defensa de la identidad grupal
Memoria colectiva
Memoria comunicativa 
Memoria social
Minimización de la credibilidad, relevancia y emocionalidad
Minimización de la frecuencia, distanciamiento y explicación contextual
Procesos colectivos
Representaciones sociales
Términos de glosario
Páez, D., Valencia, J., Pennebaker, J., Rimé, B. y Jodelet, D. (1998). Memoria colectiva de procesos 
políticos y culturales. Bilbao: Servicios Editoriales de la UPV. 
Pennebaker, J., Páez, D. y Rimé, B. (1997). Collective Memory of Political Events. Mahwah: 
L. Erlbaum.
Este libro reúne las discusiones teóricas sobre memoria colectiva y social, y los estudios 
empíricos más relevantes hasta fines de los 90. Los temas analizados son la relación en-
tre generación y memoria colectiva, los factores que permiten y mantienen las memorias 
colectivas, los procesos que refuerzan las memorias colectivas, así como los procesos psi-
cológicos vinculados a la formación de la memoria autobiográfica. Hay estudios sobre la 
Guerra Civil Española, la guerra colonial portuguesa y los periodos dictatoriales en España 
y América Latina. 
Rosa, A., Bellelli, G. y Bakhurst, D. (2000). Memoria colectiva e identidad nacional. Madrid: 
Biblioteca Nueva.
Este libro complementa al anterior, ya que hay una amplia discusión teórica sobre lo que 
es memoria colectiva, integrando aportaciones de las ciencias humanas y sociales, en par-
ticular de la Psicología social. Las memorias destello y los procesos de compartir social 
o de comunicación verbal sobre eventos emocionales, la influencia de la identidad en el 
recuerdo libre de hechos históricos, son temas nuevos que se integran teórica y empírica-
mente en este libro.
En la Revista de Psicología Política se han publicado monográficos sobre memoria colectiva 
en 1993 (Número 6), (Número 18) 1999 y 2006. Los dos primeros integran artículos sobre los 
asuntos de este capítulo y en ellos el lector podrá constatar cómo se han hecho los estudios 
empíricos en detalle. 
En la página web www.ehu.es/pswparod se encuentran disponibles en archivos pdf artículos 
en castellano e inglés sobre memoria colectiva.
Lecturas y otros recursos recomendados
	Psicología social
	Contenido
	Parte V Procesos colectivos
	25 Memoria colectiva y social
	Objetivos
	25.1 Definición de memoria colectiva
	25.2 La memoria como proceso colectivo
	25.3 Procesos sociales de la memoria: actualidad de los postulados de Halbwachs
	25.4 La comunicación interpersonal y la reevocación por los mass media
	25.5 Identidad colectiva y funciones sociales de las memorias
	La función global
	La función grupal
	25.6 Memoria colectiva, cultura e identidad social: (...)
	25.7 Defensa de la identidad social y memoria colectiva en el caso español: un estudio correlacional
	25.8 Generaciones, comunicación y memoria colectiva
	25.9 Defensa de la identidad social y memoria colectiva: un estudio experimental en España y Portugal
	Recuerdo, olvido y asimilación de violencias colectivas
	Identificación nacional y étnica asociada a más mecanismos de defensa
	25.10 Evaluación de la violencia colectiva: hechos frecuentes en la historia
	25.11 Resumen

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