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sicos llaman el Segundo Principio de la Termodinámica. En relación con ello el autor hace la siguiente manifestación: En Física tenemos la costumbre de intentar explicar un proceso físico des- componiéndolo en sus distintos elemen- tos. Consideramos todos los procesos complicados como una combinación de simples procesos elementales...; esto es, pensamos del todo que tenemos delante como la suma de sus partes. Pero este procedimiento presupone que la división de un todo no afecta el carácter de este todo... Ahora bien, cuando nos enfren- tamos de esta manera con procesos irre- versibles, la irreversibilidad se pierde simplemente. No pueden entenderse ta- les procesos si se presume que todas las propiedades de un todo pueden ser com- prendidas estudiando sus partes. Planck añade la siguiente frase, extra- ordinaria: "Me parece que la misma difi- cultad se presenta cuando consideramos la mayor parte de los problemas de la vida mental" *. 4 M. Planck. Acht Vorlesungen über Theoreti- sche Physik. Leipzig: S. Hirzel, 1910. Pp. 96-97. Cf. también la, traducción inglesa: Eight Lectures on Theoreticál Physics. Traducido por A. P. Wills. New York: Columbia University Press, 1915. Pági- nas 97-98. 90 También Eddington escribió: "Hay una forma de examen ideal que estudiaría cada una de las pequeñas divisiones del espacio, una por una, para ver qué con- tienen y, de esta forma, hacer lo que se consideraría como un completo inventa- rio del mundo. Pero este análisis falla ante cualquier rasgo del mundo que no esté si- tuado dentro de un minúsculo comparti- miento" 5. Estas citas espero que hayan dejado claro el que, lejos de proceder de una ma- nera ilusoria, los primeros psicólogos de la Forma (en aquel tiempo no familiari- zados todavía con estas notables afirma- ciones de los grandes científicos) trabaja- ron de un modo casi ingenuo, en una dirección que estaba enteramente de acuerdo con las tendencias que habían aparecido erí las Ciencias Naturales. En estas circunstancias no pueden sor- prenderse si a continuación expongo los conceptos básicos de las Ciencias Natura- les, no sólo de la Física, sino también de la Biología. Porque algunos conceptos de la Física y de la Biología deben entender- se claramente si se quieren evitar errores graves. s A. S. Eddington. The Nature of the Physical World. New York: Macmillan; y Cambridge: The University Press, 1929, P. 103. 91 vaciones que parecían tan misteriosas a los otros psicólogos. Porque ahora los psi- cólogos de la Forma han descubierto que su método les colocaba a la altura de los más avanzados, de los auténticos científi- cos, los físicos. Pero esto no era todo. Varios años des- pués descubrí que algunos físicos eminen- tes estaban de acuerdo con el método cien- tífico de los psicólogos de la Forma en un sentido mucho mas general. Por aquel en- tonces yo estudiaba los escritos de dos de aquellos físicos, Clerk Maxwell, la figura más destacada en el desarrollo de la físi- ca del espacio, y Max Planck, el primer fí- sico que introdujo el concepto del "quan- tum" en la Física. En la introducción a su Tratado de electricidad y magnetismo, Maxwell com- paraba los métodos de Faraday con los que entonces estaban en boga en la Física matemática. Los métodos de Faraday, de- cía Maxwell, recuerdan aquellos en que uno empieza con un "todo" dado, y sólo después llega a las partes por análisis, mientras que los métodos corrientes se basan en el principio de empezar por las partes y construir el todo, por síntesis3. Maxwell dejó claro que él prefería el sis- 2 J. C. Maxwell. A Treatise on Electricity and Magnetism. Oxford: Clarendon Press, 1873. Vol. 1, pp. x-xi. ' tema de Faraday, a saber: partir del todo dado hacia sus partes. En otro lugar del mismo tratado señala el autor: "Estamos acostumbrados a considerar el universo como compuesto de partes, y los matemá- ticos generalmente empiezan por conside- rar una única partícula y después imagi- nar su relación con otra partícula y así sucesivamente. Este ha sido considerado el método más natural. Concebir una par- tícula requiere, sin embargo, un proceso de abstracción, puesto que todas nuestras percepciones están relacionadas con cuer- pos extensos, de forma que la idea de to- talidad que está en nuestra conciencia en un instante dado es quizá una idea tan primitiva como la idea de cualquier cosa individual"3. Cuando Maxwell hizo estas manifesta- ciones no estaba, desde luego, influido por ningún psicólogo de la Forma. El párrafo que acabo de citar fue escrito enTS737cási cuarenta años antes de que los psicólogos de la Forma empezasen su trabajo. A continuación leí las conferencias que Max Planck había pronunciado en Nueva York en 1909. En una de estas conferen- cias, Planck expone el concepto de los pro- cesos irreversibles, un concepto que jue- ga un papel fundamental en lo que los fí- 3 Ibid., Artículo 529. Vol. 2, p. 163. 86 mente, Wertheimer descubrió'que se sigue este principio no sólo en el caso de agru- pamientos, sino a veces también en la for- mación de objetos perceptivos individuales y coherentes más sencillos. Más aún, este principio parece operar de la manera más convincente, cuando movimientos aparen- tes y fenómenos similares ocurren repe- tidas veces en un lugar dado: con frecuen- cia el modo en que se mueve un objeto y la forma de los objetos que se mueven puede cambiar, y tales cambios siempre parece que ocurren en la dirección de una mayor simplicidad y regularidad. ¿Es éste el mayor misterio con que tro- pieza una empresa que pretende ser cien- tífica? Acabamos de llegar a un punto muy importante en nuestra consideración de los hechos perceptivos. No hay ningún misterio. El tercer principio de Werthei- mer, que a primera vista puede parecer tan extraño, es prácticamente idéntico a las declaraciones hechas repetidas veces por famosos físicos que al formularlas no se refirieron, desde luego, a hechos psico- lógicos, sino a observaciones puramente físicas. Tales declaraciones proceden de Fierre Curie y de Ernst Mach. Mach, por ejemplo, formuló esta pregunta: Cuando un sistema físico se aproxima a un esta- do de equilibrio ó a un estado de estabili- dad, ¿por qué : se caracteriza con fre- cuencia este cambio por una creciente regularidad, simetría y simplicidad en la distribución del material y de las fuerzas dentro del sistema? Parece que hay una contestación muy sencilla. Cuando se es- tablecen estas distribuciones regulares, un número cada vez mayor de los componen- tes de las fuerzas que actúan parece ser que se equilibran unos con otros, lo que significa que bajo estas circunstancias se alcanza el equilibrio rápida o gradual- mente. Pero, en un sistema cerrado, la ac- ción de las fuerzas opera en la dirección de un equilibrio o de un estado de estabi- lidad. No es, por tanto, sorprendente el que durante esta operación las distribucio- nes dentro del sistema se hagan más re- gulares, simétricas y simples1. Esta es una explicación muy simplifica- da de la dirección hacia la simetría y re- gularidad que ocurre con frecuencia en los sistemas físicos cuando se aproximan a un estado de quietud. Ernst Mach nos ha dado una explicación mucho más adecua- da, en términos ligeramente más abstrac- tos, pero precisos. Está claro, por tanto, que los primeros psicólogos de la Forma no estaban equi- vocados cuando confiaban en unas obser- 1 Cf. E. Mach. Die Mechanik in ihrer Entwícke- lung. 3rd edn., 1897. Pp. 389-390. 87 rición de cualidades gestálticas y de cuali- dades parciales dependientes dentro de esos grupos, pueden parecer otros tantos misterios, como los que se decía que ex- trañamente interesaban a los primeros psicólogos de la Forma. ¿Cómo pueden su- ceder tales cosas cuando los miembros de un giupo están a menudo separados por distancias considerables? ¿Qué procesos serían capaces de lograr tan curiosos efec- tos? Sin embargo, .Wertheimer encontró más fácil formular simplesj)rincipios des- criptivos que^ gobiernan el agñtpamiento de~Tps.j6b jetos segregados, que descubriresos principios en el caso de objetos co- herentes individuales. Un primer principio: Aunque el agrupa- miento puede ocurrir cuando la distancia entre los objetos miembros es considera- ble, el agrupamiento se facilita cuando la distancia es menor. Todavía más, cuando un número de objetos individuales están más cerca entre sí de lo que están de otros objetos a su alrededor, entonces tiende a formarse no uno, sino dos grupos, como en la figura 7. Un_seí/undo_principio: Semejanzas tales como forma, color o las dos facilitan entre los objetos su aparición como grupo. Pero ocurre que cuando algunos de los objetos individuales tienen propiedades similares o iguales —mientras que otros objetos, a su vez similares o iguales entre sí, tienen otras formas o colores—, todo el conjunto tiende a dividirse; es decir, a aparecer como una combinación de dos subgrupos (fig. 8). Un_íercer^principio: Cuando objetos in- ' dividuales forman grupos o subgrupos, es- tos grupos o subgrupos tienden a estable- cerse como son, qua grupos, especialmente simples, simétricos y uniformes.: Uno tiene la tentación de decir, en tales casos, que las leyes que rigen el agrupamiento coin- ciden con una ley reconocida con frecuen- cia en la estética elemental. Incidental- O FIGURA FIGURA 8 • o o • • 85 82 transporta la melodía a otro nivel de la escala, adquiere otro tono, y la tónica an- terior pierde su carácter como punto de reposo. En una simple percepción visual apare- cen otras cualidades dependientes. Por ejemplo, cuando miramos a una unidad molar llamada cuadrado, cuatro puntos en el limite de su figura tienen el carácter de "esquinas". Precisamente los mismos pun- tos del limite de un círculo. Por tanto, el ser una esquina no es una propiedad que tengan estos puntos como tales, sino que es una propiedad que adquieren dentro de un contexto especial, más extenso. Un contemporáneo de los primeros psi- cólogos de la Forma, Rubín, en Dinamar- ca, llamó la atención sobre otro fenómeno que ocurre al separar un objeto visual de su entorno. Incluso cuando este objeto es físicamente perfectamente plano y des- cansa en el mismo plano físico que su en- torno, se presenta, como percepción, lige- ramente levantado; está situado delante de su entorno. Rubín no lo podía saber, pero en nuestros días su observación es muy importante para entender la pro- fundidad de la visión en general. \s tanto, Wertheimer había am- pliado sus observaciones de forma radi- cal. En el campo visual (aunque también en otros campos de la percepción) objetos • unitarios individuales forman parte, con frecuencia, de unidades perceptivas mayo- res a las que se les llama comúnmente "grupos". Cuando esto ocurre, uno observa a menudo en este nuevo y más alto nivel efectos de unificaciónj^ue son iguales que los que acabo de mencionar al examinar • las propiedades de los objetos individuales. Un ejemplo sencillo: cuando se coloca un amplio número de pequeños círculos en puestos equidistantes a cada uno, este con- junto de figuras segregadas aparece como una figura cuadrangular; en otras pala- bras, una de las cualidades de la Forma de Ehrenfels se ve ahora como una propiedad de todo el grupo, formado por objetos se- parados en el espacio. Más todavía, dentro del__grupQ, ciertos elementos - adquieren además, "cualidades parciales dependien- tes",, cualidades que deben a su colocación dentro de la entidad mayor: así, cuatro de los pequeños círculos aparecen como "es- quinas" del grupo-cuadrado. Por triviales que estos hechos puedan parecer al profa- no, han sido importantes para el ulterior desarrollo de la psicología de la Forma, es- pecialmente después de que Wertheimer hubiese investigado muchas formas de agrupamiento. La formación de entidades unitarias mayores, es decir, los grupos aparte de las unidades individuales segregadas, la apa- „ 83 a menudo en contra de la apariencia y de lQS_ob jetos que nos son familiares, txps hechos que acabamos de discutir no sólo prueban que la experiencia pasada no puede ser el factor principal responsable de la apariencia de los objetos en el cam- po visual; nuestras observaciones indican también que, al referirse a tales objetos, uno no debería simplemente calificarlos como "todos". Ciertamente, son "todos", más que simples regiones dentro de un mosaico general de sensaciones locales. Pero siempre deberíamos añadir un ad- jetivo, por ejemplo, "todos" "segregados" i o "todos" "separados". Porque acabamos de ver que los objetos aparecen en el campo visual sólo si sus límites son con- servados visualmente. Por tanto, los pro- cesos que hacen emerger los objetos en el campo visual son precisamente los que es- tablecen ciertas separaciones, separacio- nes de unidades visuales, puesto que son .procesos que hacen de los objetos entida- des unitarias. Esta faceta de lo que lla- mamos ahora "organización perceptiva" no fue siempre suficientemente recalcada en los comienzos de la psicología de la Formal] Y continuo el examen de la obra de Wertheimer. El era consciente de que ha- bía unidades extensas no solamente en el inmóvil campo visual, sino también en la sucesión de hechos perceptivos. Las pala- bras, las frases y las melodías que oímos son un ejemplo de conjuntos extensos. A continuación Wertheimer se dio cuenta de que las cualidades de la Forma de las que había hablado von Ehrenfels eran, en su mayoría, características de conjuntos per- ceptivos específicos. Esto es, a todas lu- ces, cierto de las formas visuales; pero también de las cualidades de la Forma que los músicos llaman "mayor" y "me- nor" son propias de frases musicales más bien que de los tonos individuales. Por tanto, el problema que von Ehrenfels ha- bía suscitado era sólo parte de este pro- blema más general. ¿Por qué hay, tanto en el espacio como en el tiempo, tales en- tidades molares? Este fue el problema que Wertheimer intentó resolver. Incidentalmente, completamente aparte de las cualidades de la Forma de Ehren- fels, encontramos otros hechos interesan- tes en entidades molares segregadas y so- lamente en esas entidades. Llamaré a estos hechos "cualidades parciales dependien- tes", porque deben su aspecto al papel que juegan en tales "todos". En una melodía, por ejemplo, un tono dado se llama la tónica. Se oye como una especie de punto de reposo en la melodía. Claro está que esta propiedad de un tono depende de su posición, dentro de la melodía. Porque si se 81 FIGURA 4 FIGURA 5 lar. Tampoco es ésta la única forma de demostrar que la experiencia pasada no puede ser el factor principal que nos hace ver objetos como unitarios o cosas. La fi- gura 4, sobre todo cuando la exposición es suficientemente breve, nos da la impre-^ sión de un diseño desconocido. Y, sin em- bargo, contiene una parte que nos es a to- dos familiar; esta parte aparecerá en ía figura 5. ¿Qué prueba esto? Prueba que las cau- sas que realmente establecen unidades visuales pueden operar de una manera que hagan desaparecer objetos muy cono- cidos, porque no están visualmente sepa- rados de entidades mayores, totalmente desconocidas, que nosotros sí vemos. Está claro, por tanto, que los principios según los cuales se establecen los objetos visua- les difieren de los procesos que una ex- plicación ' empírica, la explicación del aprendizaje, le hace a uno esperar o su- poner. 78 La figura 6 aclara el mismo punto; de momento parece un diseño totalmente desconocido al que podría, tal vez, descri- birse como una serie de formas alineadas horizontalmente que se parecen a corazo- nes. Pero este dibujo está formado por una palabra muy sencilla y muy bien conocida, de la que uno no se da cuenta de momen- to, de.la palabra "men". A la parte supe- rior del dibujo, compuesta por la palabra "men", se le añade su idéntica imagen como si estuviese reflejada en un espejo. Ahora bien; los procesos responsables de la formación de objetos visuales tienden a formar figuras cerradas y no simples fi- guras lineales. Por eso se ve una hilera de figuras cerradas que no se reconocen y queabsorbe las lineas de la palabra que, de esta forma, desaparece. Se pueden idear fácilmente miles de ejemplos en los que ocurre lo mismo. Objetos muy conocidos no se reconocen porque los procesos ver- daderamente activos en" la formación de entidades visuales, con frecuencia, operan FIGURA 6 79 me que el campo visual se compone de ;. elementos locales llamados sensaciones, ¿dónde están estos elementos locales?j ¿Nos ha dicho alguien, alguna vez, que para él el campo visual es un mosaico compuesto por piezas tan pequeñas? Si nunca hemos oído tales afirmaciones, ¿cuál es el fundamento empírico de la te- sis atomística en nuestro campo de inves- tigación? Lo que la gente menciona cuan- do se refiere a los contenidos de su cam- po visual son principalmente objetos vi- suales: vasos, platos, niesas, sillas, casas, árboles, otras personas, perros, gatos, et- cétera. Todos estos objetos son parte del campo visual; pero lejos de ser elementos minúsculos, la mayor parte de ellos son individualidades bastante grandes o "to- dos". En un primer intento de estudiar la percepción, ¿no sería un procedimiento más empírico empezar por estos hechos visuales evidentes, más bien que por el mosaico hipotético de las sensaciones lo- cales? A sus oponentes no les gustó oír, otra vez, la palabra "todos". "No queremos oir hablar más de misterios —decían—. Más bien queremos saber cómo explicar la existencia de sus 'todos-ob jetos'. No va- mos a negar que la gente habla de tales objetos. Pero existe una explicación senci- lla de esta tendencia comúnlpesde la pri- mera infancia el ser humano advierte el 76 hecho de que ciertas regiones del mosaico perceptivo se mueven juntas, se las puede manejar como unidades, y en ese sentido práctico se comportan como si fuesen en- tidades unitarias. Estas experiencias prác- ' ticas se imprimen en la memoria del J niño; por consiguiente, cuando aparecen de nuevo las mismas regiones del mosaico se rememoran las experiencias tempranas de su comportamiento unitario y, como resultado, esas regiones aparecen ahora como si fuesen unidades perceptivas mo- Iares?{Wertheimer era consciente de que, a vece"s7 experiencias previas influyen en la forma de presentársenos una escena vi- sual. Pero, por buenas razones, se negó a aceptar el uso que sus oponentes hacían de este hecho, como explicación de nues- tra ordinaria percepción de objetos mola- res o "cosas". Estas eran sus razones. A menudo vemos entidades visuales con las que no estamos familiarizados, a las que no reconocemos, y a las que, por tan- to, no hemos podido aprender a conside- rar como tales entidades unitarias. Esto sucede, por ejemplo, cuando nos encon- tramos en una habitación o ante un pai- saje escasamente iluminados. "¿Qué es aquella cosa oscura?", podemos preguntar, Y, sin embargo, al mismo tiempo, aquella parte desconocida del campo visual es vis- ta, probablemente, como una unidad mo- 77 cubrimientos eran siempre incompatibles . con la concepción atomística aceptada por los otros psicólogos;; sin embargo, ellos no ofrecieron ningún principio positivo que las explicase, ni cuando estudiaron el mo- vimiento, ni en el caso del movimiento "gamma", ni en el del contraste de colo- res, ni tampoco en el de las ilusiones geo- métricas. Ahora bien: ¿es suficiente en el campo científico encontrar ciertos hechos, muy interesantes, y decir sólo que una su- posición ampliamente aceptada no puede explicarlos? Está claro que los psicólo- gos de la Forma estaban fascinados por sus hallazgos. Los consideraban mucho más atractivos que las sensaciones locales tradicionalmente consideradas como el material perceptivo. Pero ¿acaso los psi- cólogos de la Forma se vieron también atraídos por el hecho de que nadie pudie- ra explicarse estos hallazgos y de que así sus observaciones continuasen siendo un misterio? Una vez, en una conversación, Karl Lashley, ya desaparecido, pero uno de los más importantes psicólogos de su tiempo, me dijo pausadamente: "Mr. Koh- ler, la labor realizada por los psicólogos de la Forma es ciertamente muy interesante. Pero a veces no puedo menos de pensar que ustedes se sacan una religión de la manga." Yo no sé si un cierto júbilo entre cien- tíficos que sienten que han llegado a un punto crucial en sus investigaciones es un sentimiento religioso. Pero es cierto que los psicólogos de la Forma no se opu- sieron a las tentativas llevadas a cabo para descubrir con exactitud qué proce- sos habían originado tan notables fenó- menos. Cuando más tarde se descubrid gradualmente la verdadera naturaleza de estos procesos, Wertheimer, Koffka y el que les está hablando, simplemente, sa- borearon el triunfo. Sin embargo, esta evolución no había empezado todavía cuando la psicología de la Forma dio su primer paso, y este pri- mer paso pareció a los otros psicólogos incluso más inquietante. Hasta entonces, los psicólogos de la Forma se habían inte- resado por algunas experiencias percepti- vas singulares. Pero ahora, Wertheimer volvió hacia los hechos perceptivos que se hallan prácticamente en todos los cam- pos visuales y que, por tanto, todo el mun- do los daba por sentados. El demostró que estos hechos tan comunes eran, en sí, tan desconocidos y tan notables como el movi- miento aparente, las cualidades de la For- ma, etc. Para sus oponentes esto sig- nificaba, desde luego, que tendrían que considerar en la percepción, prácticamen- te, todo como un misterio. Wertheimer formuló la pregunta siguiente: Si se asu- 7475 formas que aparecen en el campo visual. Estas formas pueden reducirse o aumen- tarse de tamaño; pueden mostrarse en cualquier parte del campo visual, y tam- bién puede cambiárseles de color: todas estas variaciones apenas afectan el ca- rácter perceptivo de las formas como ta- les —siempre que la relación espacial en- tre las partes permanezca inalterada—. Ahora bien, la palabra jUemana para for- ma es Gesialt. Así, von Éhrenfels; idsfldo" el nombre del ejemplo más claro a todas estas características, introdujo el término cualidades de la Forma. En este sentido, las cualidades de la Forma ocurren en to- das partes en la percepción. Incluso todo un campo visual puede parecer "claro" y otro casi "caótico"; y todavía más impor- tante: se ven los movimientos de una per- sona como "firmes" y los de otra como "inseguros"; las caras de ciertos indivi- duos nos parecen relajadas; en cambio, otras se nos presentan como tensas, o sa- gaces, o insulsas, o lelas, etc. Algunas de estas cualidades de la Forma desempeñan un papel importantísimo en las caracte- rísticas estéticas de nuestro entorno per- ceptivo y, naturalmente, en las obras de arte. A von Ehrenfels también le preocupaba el hecho de que sus cualidades de la For- ma no encajasen en el esquema tradicio- i nal del pensamiento científico, según el cual uno tiene primero que analizar las escenas perceptivas para descubrir sus elementos y así su verdadera naturaleza. Es probable que incluso Ehrenfels se hu- biese negado a aceptar como datos per- ceptivos algunas de las*cualidades de la Forma que acabo de mencionar. Pero no tenía dudas sobre la naturaleza percepti- va de las formas características de obje- tos o de las fascinantes propiedades de las melodías o de las cuerdas. Claramente, no se puede negar la dependencia de tales características perceptivas sobre las rela- ciones entre datos individuales estimulan- tes y no sobre estos datos tomados aisla- damente, y así el atomismo, que se presu- mía necesario en Psicología, aparecía de nuevo como un concepto equivocado. Aunque es éste un argumento de peso, resulta, desgraciadamente, sólo un argu- mento negativo. Demuestra que una in- terpretación particular de los campos perceptivos no puede explicar muchas propiedades de la percepción que son evi- dentes; pero los psicólogos de la Forma de ¡ aquel entonces no podían sugerir una in- terpretación mejor .^Debemos recordar que cuando hablemos de otros datos percep- tivos en los que se interesaron los psicólo- gos de la Forma, el resultado de su inves- tigaciónfue siempre el mismo. Sus des- 72 73 con esta convicción, entonces el desacuer- do tenía que "justificarse evasivamente" en la forma que acabo de esponer. Por la razón que fuese, los primeros psi- cólogos de la Forma hicieron poco caso de estas ilusiones como tales y de la in- terpretación, un tanto fantástica, de es- tos hechos como puros errores de juicio. Pero deberían haberlas tomado en cuenta, porque estas ilusiones geométricas son uña excelente demostración de que cuan- do ciertas formas aparecen juntas^ en el campo visual, su percepción puede defor- marse por fuertes interacciones. Esto sig- nifica, desde luego, quejcuando el_j)sicó- logo intenta entender ló~que pasa en la percepción, sus observaciones deben refe- rirse, desde el principio, a conjuntos con- siderablemente grandes, dentro de los cuales operan las interacciones defor- mantes. ¡Pero no! Ebbinghaus, el primer psicólogo que demostró cómo ciertos as- pectos del aprendizaje humano se pueden estudiar con experimentos sencillos, hizo la siguiente sorprendente observación: "No estoy seguro de si los datos psicoló- gicos son la simple suma o agregación de átomos psicológicos; pero, siendo cientí- ficos, debemos proceder como si esto fuese verdad."'¡Qué deprimente aserto! Parece decirnos que ciertas necesidades del pro- cedimiento científico son más importan- 70 tes que la naturaleza de los hechos o de los datos que investigamos, con la conse- cuencia de que podemos ignorar aquellos datos que están en desacuerdo con esas "necesidades científicas". Varios años antes, otro psicólogo, Chris- tian von Ehrenfels, de Austria, tuvo que enfrentarse con la misma dificultad. To- davía no estaba interesado en el problema de si se deben considerar ciertos hechos psicológicos como consecuencia de inter- acciones o llamar la atención sobre las propiedades, casi omnipresentes, de los objetos en ese campo —propiedades que parecían enteramente desconectadas de las propiedades atribuidas a los estímulos y sensaciones locales elementales—. Nues- tro campo sensorial, argumentaba, puede contener numerosas sensaciones simples que están relacionadas con estímulos lo- cales específicos y son, por lo tanto, ele- mentos mutuamente independientes de ese campo. Pero, añadía, otras caracterís- ticas del mismo campo no encajan dentro de este esquema elemental. Tomen una melodía o una cuerda de un instrumento. La melodía, al oírla, no cambia práctica- mente como tal melodía cuando los tonos suben o bajan en la misma proporción, de manera que sólo cambia la relación. Esto ocurre también con los acordes musicales. Pero quizá el ejemplo más claro son las 71 - mos familiarizados con ciertos fenómenos de este tipo. Por eso me limitaré a dos ejemplos especialmente sorprendentes to- mados de un antiguo número del British Journal of Psychology. Los dibujos están formados objetivamente por círculos tra- zados con toda exactitud. Pero estos círcu- los están rodeados de otros diseños, y co- mo resultado, las imágenes perceptivas de los círculos geométricos ya no son círcu- los. Por ejemplo, la figura 2 casi pa- rece un cuadrado. La figura 3, que con- siste materialmente en cierto número de círculos concéntricos, tiene el aspecto de una espiral. Pero estas curvas que pa- recen en espiral están realmente cerradas, como puede demostrarse siguiéndolas con un lápiz o un compás. Basta con estas sorprendentes ilusiones o distorsiones geométricas. Ustedes no se van a sorprender al oír que estas observa- ciones también fueron consideradas con- secuencia de juicios erróneos, ya que el observador se equivocaba al interpretar lo que veía, confundido por las formas del fondo. ¿Por qué? Porque los verdaderos datos de la percepción tenían que ser da- , tos locales independientes y su disposi- ción en el espacio tenía que estar deter- minada por la disposición geométrica de los correspondientes datos físicos. Si al- guna observación no estaba de acuerdo FIGURA 2: De J Fraser. Una RUÉ ilusión visual di dirección. Brilis Journal of Psychology, 2 ('. FIGURA 3: Del Erííisb Joartial , 2 ( más, este hecho es incompatible con el punto de vista de que los elementos loca- les descampo preceptivo son independien- • tes respecto a lo que aparece a su alrede- dor. Pero ¿por qué en el'presente caso, en el caso de un movimiento gamma, tiene la interacción el carácter de una repulsa? Desde luego, en aquel entonces era im- posible contestar a esta pregunta. Sólo ahora, muchos años más tarde, estamos empezando a comprender tales observa- ciones. La pregunta siguiente que se hicieron los psicólogos de la Forma fue sí interac- ciones de esta clase ocurren solamente en casos de movimiento. ¿Existen también observaciones que demuestran la depen- dencia de hechos locales de las condicio- nes ambientales cuando los objetos per- ceptivos observados permanecen quietos? La contestación a esta pregunta era muy sencilla. No se necesitaron nuevos descu- brimientos; tales hechos se conocían des- de hacía mucho tiempo. Tomemos la vi- sión del color: cuando se compara un objeto gris rodeado de una superficie blanca con un segundo objeto que, física- mente, tiene el mismo color gris, pero que está rodeado por una superficie negra, el objeto gris sobre blanco parece más oscu- ro que el gris sobre negro. Se pueden de- mostrar efectos similares del color del en- torno sobre un color local cuando los colores circundantes son los llamados co- lores vivos, es decir, rojo, amarillo, verde o azul. En un fondo rojo, por ejemplo, un objeto gris tiende a parecer verdoso. Por más que eran bien conocidos los ejemplos de brillo simultáneo y contraste de color, • a menudo fueron "evasivamente justifica- dos" (como el movimiento aparente) como meras consecuencias de un juicio equivo- cado —porque también eran incompati- bles con la tesis de que los datos visuales locales eran datos independientes—. Fue entonces cuando los psicólogos empezaron a darse cuenta de que tales "justificacio- nes evasivas" de claros fenómenos per- ceptivos no podían aceptarse por más tiempo como legítimos. Naturalmente, el contraste de color tenía que ser conside- rado como una prueba más de que las pro- piedades de los datos locales se ven efec- tadas por las condiciones presentes en su entorno; en otras palabras, que la in- teracción tiene lugar en el campo de la percepción. Ahora voy a volver a otro grupo de he- chos que prueba la misma cosa. Son las llamadas ilusiones geométricas, una ver- dadera multitud de distorsiones de las formas visuales debidas a otras formas que aparecen en sus entornos. Nos son co- nocidas la mayoría. De seguro que esta- 6667 bemos que las imágenes que vemos en el cine nunca se mueven al ser proyectadas las distintas fotografías en la pantalla. Una fotografía es sustituida rápidamente por otra; durante el cambio no se proyec- ta luz en la pantalla. Por lo tanto, una película consiste en una secuencia de dis- tintas fotografías en reposo. Los movi- mientos que el público ve son todos movi- mientos aparentes o estroboscópicos. No sería fácil convencer a la gente de que no ocurre de hecho, en la pantalla, nin- gún movimiento real y que los movimien- tos que les parece ver son el resultado de miles de errores de Juicio cometidos en unos minutos. Pero si el movimiento aparente es per- ceptivamente real, entonces esto prueba claramente que, cuando estímulos locales ocurren en distintos sitios, bajo ciertas condiciones temporales, los correspon- dientes procesos visuales no son en abso- luto hechos locales independientes. Más bien estos procesos se interaccionan, y así el axioma tradicional de que tienen que ser hechos locales independientes debe desecharse. Este era el punto de vista su- cintamente formulado por Wertheimer. Desgraciadamente, en aquel tiempo era difícil explicar de qué clase de interacción se trataba. Y por eso, en cierto sentido, el movimiento aparente continuó siendo un misterio. He empleado el movimiento aparente como un buen primer ejemplo de lo que interesó a los psicólogos de la Formay de sus procedimientos. Después de este ejem- plo, el examen de otros experimentos de la Forma puede ser mucho más breve. Los psicólogos de la Forma empezaron a investigar entonces muchos otros pro- blemas. Uno de tales experimentos, reali- zado en el laboratorio de Kurt Koffka, se refería a un nuevo enigma en el campo del movimiento visual, el llamado movi- miento gamma. Cuando un objeto aparece de repente en el campo visual, este objeto se agranda rápidamente, y cuando el ob- jeto de pronto desaparece, disminuye de tamaño. De igual manera, cuando no un objeto, sino un grupo de objetos se pre- senta repentinamente, los miembros del grupo se alejan unos de otros de tal for- ma que todo el grupo se agranda. Aquí nos preguntamos de nuevo ¿cómo puede explicarse la expansión del grupo si las figuras individuales son hechos locales in- dependientes? ¿Por qué se alejan entre si las figuras individuales? De nuevo nos enfrentamos con una interacción, pero ahora se trata de una acción recíproca que tiene el carácter de una repulsión mu- tua de las figuras individuales. Uña vez 64 servador y esto lleva a la ilusión de que un objeto único se mueva de un lado a otro. Como nadie se molestó en descubrir si era ésta, realmente, la interpretación ver- dadera del movimiento observado, la ex- plicación continuó como una mera esca- patoria, una "justificación" al aire de esta observación perturbadora. Estas "justifi- caciones" eran muy frecuentes en aquel tiempo siempre que aparecían observa- ciones de los psicólogos de la Forma u otros hechos que perturbaban la creencia de que las "sensaciones locales indepen- dientes" eran el verdadero contenido del campo perceptivo. Incluso ahora, el arte de una "escapatoria justificativa" no ha desaparecido del todo de la Psicología, y hace, probablemente, a esta ciencia jo- ven más conservadora y menos produc- tiva de lo que sería si las observaciones sorprendentes despertasen más interés y condujesen a investigaciones más minu- ciosas de esos hechos y no a justificarse de lo que no se comprende. Wertheimer no cometió este error. Tran- quilamente examinó, en muchos experi- mentos, el movimiento aparente. Permíta- seme que por lo menos, mencione uno de sus hallazgos que me parece completa- mente incompatible con la afirmación de que el movimiento aparente no es más 62 que el producto ilusorio de un Juicio ne- gligente. Cuando un movimiento real ocurre re- petidas veces en una parte dada del campo visual, una persona que haya observado durante algún tiempo los repetidos des- plazamientos y después mire a cualquier escena visual que está físicamente quieta, ve inmediatamente en esta escena un mo- vimiento que se desplaza en dirección opuesta al observado. A esto se le llama imagen posterior o post-imagen negativa del movimiento antes visto. Wertheimer (y con independencia de él el fisiólogo Ex- ner) vio aquí un problema. En condiciones óptimas, el movimiento llamado aparente y el movimiento real parecen exactamente iguales. Cuando los dos movimientos ocu- rren juntos no se puede decir cuál es el movimiento "aparente" y cuál es el "real". Por consiguiente, las observaciones con- tinuas de un movimiento aparente tam- bién pueden ser seguidas de una post- imagen negativa. El experimento fue hecho por Exner y por Wertheimer con éxito completo. También el movimiento apa- rente era seguido por otro movimiento en dirección contraria. Según esta prueba, el llamado movimiento aparente es, como hecho preceptivo, tan real como el llama- do movimiento "real". La mayoría de los que estamos aquí sa- FIGURA I Se colocan dos bombillas detrás de una pantalla transparente con una varilla rec- ta colocada verticalmente a la misma dis- tancia, pero más cerca de la pantalla que éstas. Una doble llave hace posible el en- cender y apagar alternativamente las lu- ces con rapidez. Cuando se enciende una de las bombillas una sombra de la varilla aparece en una parte de la pantalla, mien- L1,L2-Lamps1,2 sw-double swítch tras que la otra bombilla proyecta su som- bra en otro sitio distinto. Físicamente, cuando se apaga una de las luces la som- bra correspondiente también desaparece. Físicamente, por tanto, cuando se encien- de una bombilla y luego se apaga y se enciende la otra, sólo puede pasar que la primera sombra aparezca y desaparezca en un lugar y después que la segunda som- bra aparece y desaparece en otro lugar. Ciertamente, no se produce ningún movi- miento físico de un lugar al otro. De he- cho, se verá que una sombra se mueve de un lado a otro de la pantalla. Wertheimer investigó bajo qué condi- ciones aparece este fenómeno. Otros no | lo habían hecho porque creyeron que el movimiento estroboscópico o aparente no era más que una ilusión, no sólo porque no estaba de acuerdo con los hechos físicos observados, sino también porque estaba en desacuerdo con la tesis de que los he- chos perceptivos consisten en "sensaciones locales independientes". ¿Qué significaba la palabra "ilusión"? Significaba que el movimiento estroboscópico no era acepta- do, de ninguna manera, como un hecho perceptivo; se consideraba que era un error producido en el juicio del observa- dor., Dos hechos perceptivos idénticos vis- tos en sucesión tan rápida, decían, son identificados equivocadamente por el ob- 61 58 da ¿Por qué? La manera como procedían los psicólogos de la Forma les parecía a los otros incompatible con~Ios principios básicos de la ciencia. Se creía que una ciencia joven debía considerar primero los hechos más sencillos dentro de su campo, y sólo después el científico puede dedi- carse a" materias más complejas y tratar de descubrir cómo pueden entenderse como combinaciones de los elementos sim- ples ya conocidos. Cuando se aplicó esta norma al material perceptivo que estudia- ban los primeros psicólogos de la Forma, se formuló la regla, de una manera espe- cífica, de la siguiente forma. Al investigar la percepción uno tiene que examinar, primero, los hechos locales más simples que forman el campo perceptivo, como, por ejemplo, el campo visual, e ignorar o eli- minar de estos elementos todos los ingre- dientes y perturbaciones secundarias que tienden a enturbiar la verdadera natura- leza simple de estos elementos. Los primeros psicólogos de la Forma ignoraron esta regla. Procedieron de for- ma distinta porque no les interesaban los "elementos simples", las llamadas sensa- ciones locales. Primero, decían, tenemos que examinar con total imparcialidad si- tuaciones perceptivas e intentar encon- trar en ellas aquellos hechos que se apa- recen como más importantes; explicar su naturaleza, si es posible; compararla con ^Iá" "naturaleza de otros hechos de interés y ver si, de esta forma, podemos deducir reglas generales que sean válidas para muchos fenómenos. "Está claro que en este programa no se mencionaban nunca los elementos simples locales o sensaciones. - Por ésta y otras razones, los psicólogos de la Forma fueron acusados de misticismo. Ahora veremos qué consiguieron estos "místicos". Misterio número uno. El primer psicó- logo que trabajó de esta manera y así se convirtió en el primer psicólogo de la Forma fue Max Weftheimer., Encontró muy interesante el fenómeno llamado es- troboscópico o movimiento aparente. Otros que ya lo conocían, habían sido incapaces de estudiarlo de una manera psicológica- mente productiva. El fenómeno en sí es muy sencillo. Cuando se muestra por unos instantes en un lugar un objeto visual, por ejemplo, una linea, y casi inmediata- mente después aparece un segundo obje- to o línea en un segundo lugar, no muy distante, un observador no ve dos objetos que aparecen en sucesión rápida en dos lugares distintos, sino que ve un objeto que se desplaza velozmente desde el pri- mer lugar al segundo. El movimiento estroboscópico puede ser mostrado de forma bien sencilla (fig. 1). /. LOS PRIMEROS PASOS DE LA PSICOLOGÍA DE LA FORMA He sido invitado a hablar de la psicolo- gía de la Forma. Este nombre se supone referido frecuentemente no a una parte de la psicología general,singamos bien a una escuela particular.^ quizá, a .una sec- ta,^ejitro__de_esta^cie.ncia. Pronto verán por qué, y también por qué esta interpre- tación del nombre es enteramente con- fusa. No todos los asistentes a esta conferen- cia son especialistas de Psicología. Quiero por eso empezar no con una discusión de los principios más técnicos, sino con los problemas y observaciones psicológicas más sencillas. Cuando, hace unos cien años, la Psico- logia empezó a desarrojtoe__como_ una délicia'̂ ueva, fue la _percepciónf_.na|u.:, raímente, la materia más asequible. Los que llamamos ahora psicólogos de la For- ma empezaron a trabajar en ese campo. Y por eso voy a contarles ahora lo que pasó cuando investigaron la percepción. Casi inmediatamente, sus estudios tomaron un sesgo_cpn_el que la mayoría de los psicór logos de aquel tiempo no estaban de acuer- 57
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