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U3 Texto Kohler

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sicos llaman el Segundo Principio de la
Termodinámica. En relación con ello el
autor hace la siguiente manifestación:
En Física tenemos la costumbre de
intentar explicar un proceso físico des-
componiéndolo en sus distintos elemen-
tos. Consideramos todos los procesos
complicados como una combinación de
simples procesos elementales...; esto es,
pensamos del todo que tenemos delante
como la suma de sus partes. Pero este
procedimiento presupone que la división
de un todo no afecta el carácter de este
todo... Ahora bien, cuando nos enfren-
tamos de esta manera con procesos irre-
versibles, la irreversibilidad se pierde
simplemente. No pueden entenderse ta-
les procesos si se presume que todas las
propiedades de un todo pueden ser com-
prendidas estudiando sus partes.
Planck añade la siguiente frase, extra-
ordinaria: "Me parece que la misma difi-
cultad se presenta cuando consideramos
la mayor parte de los problemas de la vida
mental" *.
4 M. Planck. Acht Vorlesungen über Theoreti-
sche Physik. Leipzig: S. Hirzel, 1910. Pp. 96-97. Cf.
también la, traducción inglesa: Eight Lectures on
Theoreticál Physics. Traducido por A. P. Wills.
New York: Columbia University Press, 1915. Pági-
nas 97-98.
90
También Eddington escribió: "Hay una
forma de examen ideal que estudiaría
cada una de las pequeñas divisiones del
espacio, una por una, para ver qué con-
tienen y, de esta forma, hacer lo que se
consideraría como un completo inventa-
rio del mundo. Pero este análisis falla ante
cualquier rasgo del mundo que no esté si-
tuado dentro de un minúsculo comparti-
miento" 5.
Estas citas espero que hayan dejado
claro el que, lejos de proceder de una ma-
nera ilusoria, los primeros psicólogos de
la Forma (en aquel tiempo no familiari-
zados todavía con estas notables afirma-
ciones de los grandes científicos) trabaja-
ron de un modo casi ingenuo, en una
dirección que estaba enteramente de
acuerdo con las tendencias que habían
aparecido erí las Ciencias Naturales.
En estas circunstancias no pueden sor-
prenderse si a continuación expongo los
conceptos básicos de las Ciencias Natura-
les, no sólo de la Física, sino también de
la Biología. Porque algunos conceptos de
la Física y de la Biología deben entender-
se claramente si se quieren evitar errores
graves.
s A. S. Eddington. The Nature of the Physical
World. New York: Macmillan; y Cambridge: The
University Press, 1929, P. 103.
91
vaciones que parecían tan misteriosas a
los otros psicólogos. Porque ahora los psi-
cólogos de la Forma han descubierto que
su método les colocaba a la altura de los
más avanzados, de los auténticos científi-
cos, los físicos.
Pero esto no era todo. Varios años des-
pués descubrí que algunos físicos eminen-
tes estaban de acuerdo con el método cien-
tífico de los psicólogos de la Forma en un
sentido mucho mas general. Por aquel en-
tonces yo estudiaba los escritos de dos de
aquellos físicos, Clerk Maxwell, la figura
más destacada en el desarrollo de la físi-
ca del espacio, y Max Planck, el primer fí-
sico que introdujo el concepto del "quan-
tum" en la Física.
En la introducción a su Tratado de
electricidad y magnetismo, Maxwell com-
paraba los métodos de Faraday con los
que entonces estaban en boga en la Física
matemática. Los métodos de Faraday, de-
cía Maxwell, recuerdan aquellos en que
uno empieza con un "todo" dado, y sólo
después llega a las partes por análisis,
mientras que los métodos corrientes se
basan en el principio de empezar por las
partes y construir el todo, por síntesis3.
Maxwell dejó claro que él prefería el sis-
2 J. C. Maxwell. A Treatise on Electricity and
Magnetism. Oxford: Clarendon Press, 1873. Vol. 1,
pp. x-xi.
'
tema de Faraday, a saber: partir del todo
dado hacia sus partes. En otro lugar del
mismo tratado señala el autor: "Estamos
acostumbrados a considerar el universo
como compuesto de partes, y los matemá-
ticos generalmente empiezan por conside-
rar una única partícula y después imagi-
nar su relación con otra partícula y así
sucesivamente. Este ha sido considerado
el método más natural. Concebir una par-
tícula requiere, sin embargo, un proceso
de abstracción, puesto que todas nuestras
percepciones están relacionadas con cuer-
pos extensos, de forma que la idea de to-
talidad que está en nuestra conciencia en
un instante dado es quizá una idea tan
primitiva como la idea de cualquier cosa
individual"3.
Cuando Maxwell hizo estas manifesta-
ciones no estaba, desde luego, influido por
ningún psicólogo de la Forma. El párrafo
que acabo de citar fue escrito enTS737cási
cuarenta años antes de que los psicólogos
de la Forma empezasen su trabajo.
A continuación leí las conferencias que
Max Planck había pronunciado en Nueva
York en 1909. En una de estas conferen-
cias, Planck expone el concepto de los pro-
cesos irreversibles, un concepto que jue-
ga un papel fundamental en lo que los fí-
3 Ibid., Artículo 529. Vol. 2, p. 163.
86
mente, Wertheimer descubrió'que se sigue
este principio no sólo en el caso de agru-
pamientos, sino a veces también en la for-
mación de objetos perceptivos individuales
y coherentes más sencillos. Más aún, este
principio parece operar de la manera más
convincente, cuando movimientos aparen-
tes y fenómenos similares ocurren repe-
tidas veces en un lugar dado: con frecuen-
cia el modo en que se mueve un objeto y la
forma de los objetos que se mueven puede
cambiar, y tales cambios siempre parece
que ocurren en la dirección de una mayor
simplicidad y regularidad.
¿Es éste el mayor misterio con que tro-
pieza una empresa que pretende ser cien-
tífica? Acabamos de llegar a un punto
muy importante en nuestra consideración
de los hechos perceptivos. No hay ningún
misterio. El tercer principio de Werthei-
mer, que a primera vista puede parecer
tan extraño, es prácticamente idéntico a
las declaraciones hechas repetidas veces
por famosos físicos que al formularlas no
se refirieron, desde luego, a hechos psico-
lógicos, sino a observaciones puramente
físicas. Tales declaraciones proceden de
Fierre Curie y de Ernst Mach. Mach, por
ejemplo, formuló esta pregunta: Cuando
un sistema físico se aproxima a un esta-
do de equilibrio ó a un estado de estabili-
dad, ¿por qué : se caracteriza con fre-
cuencia este cambio por una creciente
regularidad, simetría y simplicidad en la
distribución del material y de las fuerzas
dentro del sistema? Parece que hay una
contestación muy sencilla. Cuando se es-
tablecen estas distribuciones regulares, un
número cada vez mayor de los componen-
tes de las fuerzas que actúan parece ser
que se equilibran unos con otros, lo que
significa que bajo estas circunstancias se
alcanza el equilibrio rápida o gradual-
mente. Pero, en un sistema cerrado, la ac-
ción de las fuerzas opera en la dirección
de un equilibrio o de un estado de estabi-
lidad. No es, por tanto, sorprendente el
que durante esta operación las distribucio-
nes dentro del sistema se hagan más re-
gulares, simétricas y simples1.
Esta es una explicación muy simplifica-
da de la dirección hacia la simetría y re-
gularidad que ocurre con frecuencia en los
sistemas físicos cuando se aproximan a
un estado de quietud. Ernst Mach nos ha
dado una explicación mucho más adecua-
da, en términos ligeramente más abstrac-
tos, pero precisos.
Está claro, por tanto, que los primeros
psicólogos de la Forma no estaban equi-
vocados cuando confiaban en unas obser-
1 Cf. E. Mach. Die Mechanik in ihrer Entwícke-
lung. 3rd edn., 1897. Pp. 389-390.
87
rición de cualidades gestálticas y de cuali-
dades parciales dependientes dentro de
esos grupos, pueden parecer otros tantos
misterios, como los que se decía que ex-
trañamente interesaban a los primeros
psicólogos de la Forma. ¿Cómo pueden su-
ceder tales cosas cuando los miembros de
un giupo están a menudo separados por
distancias considerables? ¿Qué procesos
serían capaces de lograr tan curiosos efec-
tos? Sin embargo, .Wertheimer encontró
más fácil formular simplesj)rincipios des-
criptivos que^ gobiernan el agñtpamiento
de~Tps.j6b jetos segregados, que descubriresos principios en el caso de objetos co-
herentes individuales.
Un primer principio: Aunque el agrupa-
miento puede ocurrir cuando la distancia
entre los objetos miembros es considera-
ble, el agrupamiento se facilita cuando la
distancia es menor. Todavía más, cuando
un número de objetos individuales están
más cerca entre sí de lo que están de otros
objetos a su alrededor, entonces tiende a
formarse no uno, sino dos grupos, como
en la figura 7.
Un_seí/undo_principio: Semejanzas tales
como forma, color o las dos facilitan entre
los objetos su aparición como grupo. Pero
ocurre que cuando algunos de los objetos
individuales tienen propiedades similares
o iguales —mientras que otros objetos, a
su vez similares o iguales entre sí, tienen
otras formas o colores—, todo el conjunto
tiende a dividirse; es decir, a aparecer
como una combinación de dos subgrupos
(fig. 8).
Un_íercer^principio: Cuando objetos in-
' dividuales forman grupos o subgrupos, es-
tos grupos o subgrupos tienden a estable-
cerse como son, qua grupos, especialmente
simples, simétricos y uniformes.: Uno tiene
la tentación de decir, en tales casos, que
las leyes que rigen el agrupamiento coin-
ciden con una ley reconocida con frecuen-
cia en la estética elemental. Incidental-
O
FIGURA
FIGURA 8
• o o • •
85
82
transporta la melodía a otro nivel de la
escala, adquiere otro tono, y la tónica an-
terior pierde su carácter como punto de
reposo.
En una simple percepción visual apare-
cen otras cualidades dependientes. Por
ejemplo, cuando miramos a una unidad
molar llamada cuadrado, cuatro puntos en
el limite de su figura tienen el carácter de
"esquinas". Precisamente los mismos pun-
tos del limite de un círculo. Por tanto, el
ser una esquina no es una propiedad que
tengan estos puntos como tales, sino que
es una propiedad que adquieren dentro de
un contexto especial, más extenso.
Un contemporáneo de los primeros psi-
cólogos de la Forma, Rubín, en Dinamar-
ca, llamó la atención sobre otro fenómeno
que ocurre al separar un objeto visual de
su entorno. Incluso cuando este objeto es
físicamente perfectamente plano y des-
cansa en el mismo plano físico que su en-
torno, se presenta, como percepción, lige-
ramente levantado; está situado delante
de su entorno. Rubín no lo podía saber,
pero en nuestros días su observación es
muy importante para entender la pro-
fundidad de la visión en general.
\s tanto, Wertheimer había am-
pliado sus observaciones de forma radi-
cal. En el campo visual (aunque también
en otros campos de la percepción) objetos
•
unitarios individuales forman parte, con
frecuencia, de unidades perceptivas mayo-
res a las que se les llama comúnmente
"grupos". Cuando esto ocurre, uno observa
a menudo en este nuevo y más alto nivel
efectos de unificaciónj^ue son iguales que
los que acabo de mencionar al examinar •
las propiedades de los objetos individuales.
Un ejemplo sencillo: cuando se coloca un
amplio número de pequeños círculos en
puestos equidistantes a cada uno, este con-
junto de figuras segregadas aparece como
una figura cuadrangular; en otras pala-
bras, una de las cualidades de la Forma de
Ehrenfels se ve ahora como una propiedad
de todo el grupo, formado por objetos se-
parados en el espacio. Más todavía, dentro
del__grupQ, ciertos elementos - adquieren
además, "cualidades parciales dependien-
tes",, cualidades que deben a su colocación
dentro de la entidad mayor: así, cuatro de
los pequeños círculos aparecen como "es-
quinas" del grupo-cuadrado. Por triviales
que estos hechos puedan parecer al profa-
no, han sido importantes para el ulterior
desarrollo de la psicología de la Forma, es-
pecialmente después de que Wertheimer
hubiese investigado muchas formas de
agrupamiento.
La formación de entidades unitarias
mayores, es decir, los grupos aparte de las
unidades individuales segregadas, la apa-
„
83
a menudo en contra de la apariencia y de
lQS_ob jetos que nos son familiares,
txps hechos que acabamos de discutir no
sólo prueban que la experiencia pasada no
puede ser el factor principal responsable
de la apariencia de los objetos en el cam-
po visual; nuestras observaciones indican
también que, al referirse a tales objetos,
uno no debería simplemente calificarlos
como "todos". Ciertamente, son "todos",
más que simples regiones dentro de un
mosaico general de sensaciones locales.
Pero siempre deberíamos añadir un ad-
jetivo, por ejemplo, "todos" "segregados"
i o "todos" "separados". Porque acabamos
de ver que los objetos aparecen en el
campo visual sólo si sus límites son con-
servados visualmente. Por tanto, los pro-
cesos que hacen emerger los objetos en el
campo visual son precisamente los que es-
tablecen ciertas separaciones, separacio-
nes de unidades visuales, puesto que son
.procesos que hacen de los objetos entida-
des unitarias. Esta faceta de lo que lla-
mamos ahora "organización perceptiva"
no fue siempre suficientemente recalcada
en los comienzos de la psicología de la
Formal]
Y continuo el examen de la obra de
Wertheimer. El era consciente de que ha-
bía unidades extensas no solamente en el
inmóvil campo visual, sino también en la
sucesión de hechos perceptivos. Las pala-
bras, las frases y las melodías que oímos
son un ejemplo de conjuntos extensos. A
continuación Wertheimer se dio cuenta de
que las cualidades de la Forma de las que
había hablado von Ehrenfels eran, en su
mayoría, características de conjuntos per-
ceptivos específicos. Esto es, a todas lu-
ces, cierto de las formas visuales; pero
también de las cualidades de la Forma
que los músicos llaman "mayor" y "me-
nor" son propias de frases musicales más
bien que de los tonos individuales. Por
tanto, el problema que von Ehrenfels ha-
bía suscitado era sólo parte de este pro-
blema más general. ¿Por qué hay, tanto
en el espacio como en el tiempo, tales en-
tidades molares? Este fue el problema que
Wertheimer intentó resolver.
Incidentalmente, completamente aparte
de las cualidades de la Forma de Ehren-
fels, encontramos otros hechos interesan-
tes en entidades molares segregadas y so-
lamente en esas entidades. Llamaré a estos
hechos "cualidades parciales dependien-
tes", porque deben su aspecto al papel que
juegan en tales "todos". En una melodía,
por ejemplo, un tono dado se llama la
tónica. Se oye como una especie de punto
de reposo en la melodía. Claro está que
esta propiedad de un tono depende de su
posición, dentro de la melodía. Porque si se
81
FIGURA 4
FIGURA 5
lar. Tampoco es ésta la única forma de
demostrar que la experiencia pasada no
puede ser el factor principal que nos hace
ver objetos como unitarios o cosas. La fi-
gura 4, sobre todo cuando la exposición es
suficientemente breve, nos da la impre-^
sión de un diseño desconocido. Y, sin em-
bargo, contiene una parte que nos es a to-
dos familiar; esta parte aparecerá en ía
figura 5.
¿Qué prueba esto? Prueba que las cau-
sas que realmente establecen unidades
visuales pueden operar de una manera
que hagan desaparecer objetos muy cono-
cidos, porque no están visualmente sepa-
rados de entidades mayores, totalmente
desconocidas, que nosotros sí vemos. Está
claro, por tanto, que los principios según
los cuales se establecen los objetos visua-
les difieren de los procesos que una ex-
plicación ' empírica, la explicación del
aprendizaje, le hace a uno esperar o su-
poner.
78
La figura 6 aclara el mismo punto; de
momento parece un diseño totalmente
desconocido al que podría, tal vez, descri-
birse como una serie de formas alineadas
horizontalmente que se parecen a corazo-
nes. Pero este dibujo está formado por una
palabra muy sencilla y muy bien conocida,
de la que uno no se da cuenta de momen-
to, de.la palabra "men". A la parte supe-
rior del dibujo, compuesta por la palabra
"men", se le añade su idéntica imagen
como si estuviese reflejada en un espejo.
Ahora bien; los procesos responsables de
la formación de objetos visuales tienden
a formar figuras cerradas y no simples fi-
guras lineales. Por eso se ve una hilera de
figuras cerradas que no se reconocen y
queabsorbe las lineas de la palabra que,
de esta forma, desaparece. Se pueden idear
fácilmente miles de ejemplos en los que
ocurre lo mismo. Objetos muy conocidos
no se reconocen porque los procesos ver-
daderamente activos en" la formación de
entidades visuales, con frecuencia, operan
FIGURA 6
79
me que el campo visual se compone de
;. elementos locales llamados sensaciones,
¿dónde están estos elementos locales?j
¿Nos ha dicho alguien, alguna vez, que
para él el campo visual es un mosaico
compuesto por piezas tan pequeñas? Si
nunca hemos oído tales afirmaciones,
¿cuál es el fundamento empírico de la te-
sis atomística en nuestro campo de inves-
tigación? Lo que la gente menciona cuan-
do se refiere a los contenidos de su cam-
po visual son principalmente objetos vi-
suales: vasos, platos, niesas, sillas, casas,
árboles, otras personas, perros, gatos, et-
cétera. Todos estos objetos son parte del
campo visual; pero lejos de ser elementos
minúsculos, la mayor parte de ellos son
individualidades bastante grandes o "to-
dos". En un primer intento de estudiar la
percepción, ¿no sería un procedimiento
más empírico empezar por estos hechos
visuales evidentes, más bien que por el
mosaico hipotético de las sensaciones lo-
cales? A sus oponentes no les gustó oír,
otra vez, la palabra "todos". "No queremos
oir hablar más de misterios —decían—.
Más bien queremos saber cómo explicar la
existencia de sus 'todos-ob jetos'. No va-
mos a negar que la gente habla de tales
objetos. Pero existe una explicación senci-
lla de esta tendencia comúnlpesde la pri-
mera infancia el ser humano advierte el
76
hecho de que ciertas regiones del mosaico
perceptivo se mueven juntas, se las puede
manejar como unidades, y en ese sentido
práctico se comportan como si fuesen en-
tidades unitarias. Estas experiencias prác- '
ticas se imprimen en la memoria del J
niño; por consiguiente, cuando aparecen
de nuevo las mismas regiones del mosaico
se rememoran las experiencias tempranas
de su comportamiento unitario y, como
resultado, esas regiones aparecen ahora
como si fuesen unidades perceptivas mo-
Iares?{Wertheimer era consciente de que,
a vece"s7 experiencias previas influyen en la
forma de presentársenos una escena vi-
sual. Pero, por buenas razones, se negó a
aceptar el uso que sus oponentes hacían
de este hecho, como explicación de nues-
tra ordinaria percepción de objetos mola-
res o "cosas". Estas eran sus razones.
A menudo vemos entidades visuales con
las que no estamos familiarizados, a las
que no reconocemos, y a las que, por tan-
to, no hemos podido aprender a conside-
rar como tales entidades unitarias. Esto
sucede, por ejemplo, cuando nos encon-
tramos en una habitación o ante un pai-
saje escasamente iluminados. "¿Qué es
aquella cosa oscura?", podemos preguntar,
Y, sin embargo, al mismo tiempo, aquella
parte desconocida del campo visual es vis-
ta, probablemente, como una unidad mo-
77
cubrimientos eran siempre incompatibles
. con la concepción atomística aceptada por
los otros psicólogos;; sin embargo, ellos no
ofrecieron ningún principio positivo que
las explicase, ni cuando estudiaron el mo-
vimiento, ni en el caso del movimiento
"gamma", ni en el del contraste de colo-
res, ni tampoco en el de las ilusiones geo-
métricas. Ahora bien: ¿es suficiente en el
campo científico encontrar ciertos hechos,
muy interesantes, y decir sólo que una su-
posición ampliamente aceptada no puede
explicarlos? Está claro que los psicólo-
gos de la Forma estaban fascinados por
sus hallazgos. Los consideraban mucho
más atractivos que las sensaciones locales
tradicionalmente consideradas como el
material perceptivo. Pero ¿acaso los psi-
cólogos de la Forma se vieron también
atraídos por el hecho de que nadie pudie-
ra explicarse estos hallazgos y de que así
sus observaciones continuasen siendo un
misterio? Una vez, en una conversación,
Karl Lashley, ya desaparecido, pero uno
de los más importantes psicólogos de su
tiempo, me dijo pausadamente: "Mr. Koh-
ler, la labor realizada por los psicólogos de
la Forma es ciertamente muy interesante.
Pero a veces no puedo menos de pensar
que ustedes se sacan una religión de la
manga."
Yo no sé si un cierto júbilo entre cien-
tíficos que sienten que han llegado a un
punto crucial en sus investigaciones es
un sentimiento religioso. Pero es cierto
que los psicólogos de la Forma no se opu-
sieron a las tentativas llevadas a cabo
para descubrir con exactitud qué proce-
sos habían originado tan notables fenó-
menos. Cuando más tarde se descubrid
gradualmente la verdadera naturaleza de
estos procesos, Wertheimer, Koffka y el
que les está hablando, simplemente, sa-
borearon el triunfo.
Sin embargo, esta evolución no había
empezado todavía cuando la psicología de
la Forma dio su primer paso, y este pri-
mer paso pareció a los otros psicólogos
incluso más inquietante. Hasta entonces,
los psicólogos de la Forma se habían inte-
resado por algunas experiencias percepti-
vas singulares. Pero ahora, Wertheimer
volvió hacia los hechos perceptivos que
se hallan prácticamente en todos los cam-
pos visuales y que, por tanto, todo el mun-
do los daba por sentados. El demostró que
estos hechos tan comunes eran, en sí, tan
desconocidos y tan notables como el movi-
miento aparente, las cualidades de la For-
ma, etc. Para sus oponentes esto sig-
nificaba, desde luego, que tendrían que
considerar en la percepción, prácticamen-
te, todo como un misterio. Wertheimer
formuló la pregunta siguiente: Si se asu-
7475
formas que aparecen en el campo visual.
Estas formas pueden reducirse o aumen-
tarse de tamaño; pueden mostrarse en
cualquier parte del campo visual, y tam-
bién puede cambiárseles de color: todas
estas variaciones apenas afectan el ca-
rácter perceptivo de las formas como ta-
les —siempre que la relación espacial en-
tre las partes permanezca inalterada—.
Ahora bien, la palabra jUemana para for-
ma es Gesialt. Así, von Éhrenfels; idsfldo"
el nombre del ejemplo más claro a todas
estas características, introdujo el término
cualidades de la Forma. En este sentido,
las cualidades de la Forma ocurren en to-
das partes en la percepción. Incluso todo
un campo visual puede parecer "claro" y
otro casi "caótico"; y todavía más impor-
tante: se ven los movimientos de una per-
sona como "firmes" y los de otra como
"inseguros"; las caras de ciertos indivi-
duos nos parecen relajadas; en cambio,
otras se nos presentan como tensas, o sa-
gaces, o insulsas, o lelas, etc. Algunas de
estas cualidades de la Forma desempeñan
un papel importantísimo en las caracte-
rísticas estéticas de nuestro entorno per-
ceptivo y, naturalmente, en las obras de
arte.
A von Ehrenfels también le preocupaba
el hecho de que sus cualidades de la For-
ma no encajasen en el esquema tradicio-
i
nal del pensamiento científico, según el
cual uno tiene primero que analizar las
escenas perceptivas para descubrir sus
elementos y así su verdadera naturaleza.
Es probable que incluso Ehrenfels se hu-
biese negado a aceptar como datos per-
ceptivos algunas de las*cualidades de la
Forma que acabo de mencionar. Pero no
tenía dudas sobre la naturaleza percepti-
va de las formas características de obje-
tos o de las fascinantes propiedades de las
melodías o de las cuerdas. Claramente, no
se puede negar la dependencia de tales
características perceptivas sobre las rela-
ciones entre datos individuales estimulan-
tes y no sobre estos datos tomados aisla-
damente, y así el atomismo, que se presu-
mía necesario en Psicología, aparecía de
nuevo como un concepto equivocado.
Aunque es éste un argumento de peso,
resulta, desgraciadamente, sólo un argu-
mento negativo. Demuestra que una in-
terpretación particular de los campos
perceptivos no puede explicar muchas
propiedades de la percepción que son evi-
dentes; pero los psicólogos de la Forma de
¡ aquel entonces no podían sugerir una in-
terpretación mejor .^Debemos recordar que
cuando hablemos de otros datos percep-
tivos en los que se interesaron los psicólo-
gos de la Forma, el resultado de su inves-
tigaciónfue siempre el mismo. Sus des-
72 73
con esta convicción, entonces el desacuer-
do tenía que "justificarse evasivamente"
en la forma que acabo de esponer.
Por la razón que fuese, los primeros psi-
cólogos de la Forma hicieron poco caso
de estas ilusiones como tales y de la in-
terpretación, un tanto fantástica, de es-
tos hechos como puros errores de juicio.
Pero deberían haberlas tomado en cuenta,
porque estas ilusiones geométricas son
uña excelente demostración de que cuan-
do ciertas formas aparecen juntas^ en el
campo visual, su percepción puede defor-
marse por fuertes interacciones. Esto sig-
nifica, desde luego, quejcuando el_j)sicó-
logo intenta entender ló~que pasa en la
percepción, sus observaciones deben refe-
rirse, desde el principio, a conjuntos con-
siderablemente grandes, dentro de los
cuales operan las interacciones defor-
mantes. ¡Pero no! Ebbinghaus, el primer
psicólogo que demostró cómo ciertos as-
pectos del aprendizaje humano se pueden
estudiar con experimentos sencillos, hizo
la siguiente sorprendente observación:
"No estoy seguro de si los datos psicoló-
gicos son la simple suma o agregación de
átomos psicológicos; pero, siendo cientí-
ficos, debemos proceder como si esto fuese
verdad."'¡Qué deprimente aserto! Parece
decirnos que ciertas necesidades del pro-
cedimiento científico son más importan-
70
tes que la naturaleza de los hechos o de
los datos que investigamos, con la conse-
cuencia de que podemos ignorar aquellos
datos que están en desacuerdo con esas
"necesidades científicas".
Varios años antes, otro psicólogo, Chris-
tian von Ehrenfels, de Austria, tuvo que
enfrentarse con la misma dificultad. To-
davía no estaba interesado en el problema
de si se deben considerar ciertos hechos
psicológicos como consecuencia de inter-
acciones o llamar la atención sobre las
propiedades, casi omnipresentes, de los
objetos en ese campo —propiedades que
parecían enteramente desconectadas de
las propiedades atribuidas a los estímulos
y sensaciones locales elementales—. Nues-
tro campo sensorial, argumentaba, puede
contener numerosas sensaciones simples
que están relacionadas con estímulos lo-
cales específicos y son, por lo tanto, ele-
mentos mutuamente independientes de
ese campo. Pero, añadía, otras caracterís-
ticas del mismo campo no encajan dentro
de este esquema elemental. Tomen una
melodía o una cuerda de un instrumento.
La melodía, al oírla, no cambia práctica-
mente como tal melodía cuando los tonos
suben o bajan en la misma proporción, de
manera que sólo cambia la relación. Esto
ocurre también con los acordes musicales.
Pero quizá el ejemplo más claro son las
71
-
mos familiarizados con ciertos fenómenos
de este tipo. Por eso me limitaré a dos
ejemplos especialmente sorprendentes to-
mados de un antiguo número del British
Journal of Psychology. Los dibujos están
formados objetivamente por círculos tra-
zados con toda exactitud. Pero estos círcu-
los están rodeados de otros diseños, y co-
mo resultado, las imágenes perceptivas de
los círculos geométricos ya no son círcu-
los. Por ejemplo, la figura 2 casi pa-
rece un cuadrado. La figura 3, que con-
siste materialmente en cierto número
de círculos concéntricos, tiene el aspecto
de una espiral. Pero estas curvas que pa-
recen en espiral están realmente cerradas,
como puede demostrarse siguiéndolas con
un lápiz o un compás.
Basta con estas sorprendentes ilusiones
o distorsiones geométricas. Ustedes no se
van a sorprender al oír que estas observa-
ciones también fueron consideradas con-
secuencia de juicios erróneos, ya que el
observador se equivocaba al interpretar lo
que veía, confundido por las formas del
fondo. ¿Por qué? Porque los verdaderos
datos de la percepción tenían que ser da-
, tos locales independientes y su disposi-
ción en el espacio tenía que estar deter-
minada por la disposición geométrica de
los correspondientes datos físicos. Si al-
guna observación no estaba de acuerdo
FIGURA 2: De J
Fraser. Una RUÉ
ilusión visual di
dirección. Brilis
Journal of
Psychology, 2 ('.
FIGURA 3: Del
Erííisb Joartial
, 2 (
más, este hecho es incompatible con el
punto de vista de que los elementos loca-
les descampo preceptivo son independien-
• tes respecto a lo que aparece a su alrede-
dor. Pero ¿por qué en el'presente caso, en
el caso de un movimiento gamma, tiene
la interacción el carácter de una repulsa?
Desde luego, en aquel entonces era im-
posible contestar a esta pregunta. Sólo
ahora, muchos años más tarde, estamos
empezando a comprender tales observa-
ciones.
La pregunta siguiente que se hicieron
los psicólogos de la Forma fue sí interac-
ciones de esta clase ocurren solamente en
casos de movimiento. ¿Existen también
observaciones que demuestran la depen-
dencia de hechos locales de las condicio-
nes ambientales cuando los objetos per-
ceptivos observados permanecen quietos?
La contestación a esta pregunta era muy
sencilla. No se necesitaron nuevos descu-
brimientos; tales hechos se conocían des-
de hacía mucho tiempo. Tomemos la vi-
sión del color: cuando se compara un
objeto gris rodeado de una superficie
blanca con un segundo objeto que, física-
mente, tiene el mismo color gris, pero que
está rodeado por una superficie negra, el
objeto gris sobre blanco parece más oscu-
ro que el gris sobre negro. Se pueden de-
mostrar efectos similares del color del en-
torno sobre un color local cuando los
colores circundantes son los llamados co-
lores vivos, es decir, rojo, amarillo, verde
o azul. En un fondo rojo, por ejemplo, un
objeto gris tiende a parecer verdoso. Por
más que eran bien conocidos los ejemplos
de brillo simultáneo y contraste de color, •
a menudo fueron "evasivamente justifica-
dos" (como el movimiento aparente) como
meras consecuencias de un juicio equivo-
cado —porque también eran incompati-
bles con la tesis de que los datos visuales
locales eran datos independientes—. Fue
entonces cuando los psicólogos empezaron
a darse cuenta de que tales "justificacio-
nes evasivas" de claros fenómenos per-
ceptivos no podían aceptarse por más
tiempo como legítimos. Naturalmente, el
contraste de color tenía que ser conside-
rado como una prueba más de que las pro-
piedades de los datos locales se ven efec-
tadas por las condiciones presentes en
su entorno; en otras palabras, que la in-
teracción tiene lugar en el campo de la
percepción.
Ahora voy a volver a otro grupo de he-
chos que prueba la misma cosa. Son las
llamadas ilusiones geométricas, una ver-
dadera multitud de distorsiones de las
formas visuales debidas a otras formas
que aparecen en sus entornos. Nos son co-
nocidas la mayoría. De seguro que esta-
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bemos que las imágenes que vemos en el
cine nunca se mueven al ser proyectadas
las distintas fotografías en la pantalla.
Una fotografía es sustituida rápidamente
por otra; durante el cambio no se proyec-
ta luz en la pantalla. Por lo tanto, una
película consiste en una secuencia de dis-
tintas fotografías en reposo. Los movi-
mientos que el público ve son todos movi-
mientos aparentes o estroboscópicos. No
sería fácil convencer a la gente de que
no ocurre de hecho, en la pantalla, nin-
gún movimiento real y que los movimien-
tos que les parece ver son el resultado de
miles de errores de Juicio cometidos en
unos minutos.
Pero si el movimiento aparente es per-
ceptivamente real, entonces esto prueba
claramente que, cuando estímulos locales
ocurren en distintos sitios, bajo ciertas
condiciones temporales, los correspon-
dientes procesos visuales no son en abso-
luto hechos locales independientes. Más
bien estos procesos se interaccionan, y así
el axioma tradicional de que tienen que
ser hechos locales independientes debe
desecharse. Este era el punto de vista su-
cintamente formulado por Wertheimer.
Desgraciadamente, en aquel tiempo era
difícil explicar de qué clase de interacción
se trataba. Y por eso, en cierto sentido, el
movimiento aparente continuó siendo un
misterio.
He empleado el movimiento aparente
como un buen primer ejemplo de lo que
interesó a los psicólogos de la Formay de
sus procedimientos. Después de este ejem-
plo, el examen de otros experimentos de
la Forma puede ser mucho más breve.
Los psicólogos de la Forma empezaron
a investigar entonces muchos otros pro-
blemas. Uno de tales experimentos, reali-
zado en el laboratorio de Kurt Koffka,
se refería a un nuevo enigma en el campo
del movimiento visual, el llamado movi-
miento gamma. Cuando un objeto aparece
de repente en el campo visual, este objeto
se agranda rápidamente, y cuando el ob-
jeto de pronto desaparece, disminuye de
tamaño. De igual manera, cuando no un
objeto, sino un grupo de objetos se pre-
senta repentinamente, los miembros del
grupo se alejan unos de otros de tal for-
ma que todo el grupo se agranda. Aquí
nos preguntamos de nuevo ¿cómo puede
explicarse la expansión del grupo si las
figuras individuales son hechos locales in-
dependientes? ¿Por qué se alejan entre si
las figuras individuales? De nuevo nos
enfrentamos con una interacción, pero
ahora se trata de una acción recíproca
que tiene el carácter de una repulsión mu-
tua de las figuras individuales. Uña vez
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servador y esto lleva a la ilusión de que
un objeto único se mueva de un lado a
otro.
Como nadie se molestó en descubrir si
era ésta, realmente, la interpretación ver-
dadera del movimiento observado, la ex-
plicación continuó como una mera esca-
patoria, una "justificación" al aire de esta
observación perturbadora. Estas "justifi-
caciones" eran muy frecuentes en aquel
tiempo siempre que aparecían observa-
ciones de los psicólogos de la Forma u
otros hechos que perturbaban la creencia
de que las "sensaciones locales indepen-
dientes" eran el verdadero contenido del
campo perceptivo. Incluso ahora, el arte
de una "escapatoria justificativa" no
ha desaparecido del todo de la Psicología,
y hace, probablemente, a esta ciencia jo-
ven más conservadora y menos produc-
tiva de lo que sería si las observaciones
sorprendentes despertasen más interés y
condujesen a investigaciones más minu-
ciosas de esos hechos y no a justificarse
de lo que no se comprende.
Wertheimer no cometió este error. Tran-
quilamente examinó, en muchos experi-
mentos, el movimiento aparente. Permíta-
seme que por lo menos, mencione uno de
sus hallazgos que me parece completa-
mente incompatible con la afirmación de
que el movimiento aparente no es más
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que el producto ilusorio de un Juicio ne-
gligente.
Cuando un movimiento real ocurre re-
petidas veces en una parte dada del campo
visual, una persona que haya observado
durante algún tiempo los repetidos des-
plazamientos y después mire a cualquier
escena visual que está físicamente quieta,
ve inmediatamente en esta escena un mo-
vimiento que se desplaza en dirección
opuesta al observado. A esto se le llama
imagen posterior o post-imagen negativa
del movimiento antes visto. Wertheimer
(y con independencia de él el fisiólogo Ex-
ner) vio aquí un problema. En condiciones
óptimas, el movimiento llamado aparente
y el movimiento real parecen exactamente
iguales. Cuando los dos movimientos ocu-
rren juntos no se puede decir cuál es el
movimiento "aparente" y cuál es el "real".
Por consiguiente, las observaciones con-
tinuas de un movimiento aparente tam-
bién pueden ser seguidas de una post-
imagen negativa. El experimento fue hecho
por Exner y por Wertheimer con éxito
completo. También el movimiento apa-
rente era seguido por otro movimiento en
dirección contraria. Según esta prueba, el
llamado movimiento aparente es, como
hecho preceptivo, tan real como el llama-
do movimiento "real".
La mayoría de los que estamos aquí sa-
FIGURA I
Se colocan dos bombillas detrás de una
pantalla transparente con una varilla rec-
ta colocada verticalmente a la misma dis-
tancia, pero más cerca de la pantalla que
éstas. Una doble llave hace posible el en-
cender y apagar alternativamente las lu-
ces con rapidez. Cuando se enciende una
de las bombillas una sombra de la varilla
aparece en una parte de la pantalla, mien-
L1,L2-Lamps1,2
sw-double swítch
tras que la otra bombilla proyecta su som-
bra en otro sitio distinto. Físicamente,
cuando se apaga una de las luces la som-
bra correspondiente también desaparece.
Físicamente, por tanto, cuando se encien-
de una bombilla y luego se apaga y se
enciende la otra, sólo puede pasar que la
primera sombra aparezca y desaparezca
en un lugar y después que la segunda som-
bra aparece y desaparece en otro lugar.
Ciertamente, no se produce ningún movi-
miento físico de un lugar al otro. De he-
cho, se verá que una sombra se mueve de
un lado a otro de la pantalla.
Wertheimer investigó bajo qué condi-
ciones aparece este fenómeno. Otros no
| lo habían hecho porque creyeron que el
movimiento estroboscópico o aparente no
era más que una ilusión, no sólo porque no
estaba de acuerdo con los hechos físicos
observados, sino también porque estaba
en desacuerdo con la tesis de que los he-
chos perceptivos consisten en "sensaciones
locales independientes". ¿Qué significaba
la palabra "ilusión"? Significaba que el
movimiento estroboscópico no era acepta-
do, de ninguna manera, como un hecho
perceptivo; se consideraba que era un
error producido en el juicio del observa-
dor., Dos hechos perceptivos idénticos vis-
tos en sucesión tan rápida, decían, son
identificados equivocadamente por el ob-
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da ¿Por qué? La manera como procedían
los psicólogos de la Forma les parecía a
los otros incompatible con~Ios principios
básicos de la ciencia. Se creía que una
ciencia joven debía considerar primero los
hechos más sencillos dentro de su campo,
y sólo después el científico puede dedi-
carse a" materias más complejas y tratar
de descubrir cómo pueden entenderse
como combinaciones de los elementos sim-
ples ya conocidos. Cuando se aplicó esta
norma al material perceptivo que estudia-
ban los primeros psicólogos de la Forma,
se formuló la regla, de una manera espe-
cífica, de la siguiente forma. Al investigar
la percepción uno tiene que examinar,
primero, los hechos locales más simples
que forman el campo perceptivo, como, por
ejemplo, el campo visual, e ignorar o eli-
minar de estos elementos todos los ingre-
dientes y perturbaciones secundarias que
tienden a enturbiar la verdadera natura-
leza simple de estos elementos.
Los primeros psicólogos de la Forma
ignoraron esta regla. Procedieron de for-
ma distinta porque no les interesaban los
"elementos simples", las llamadas sensa-
ciones locales. Primero, decían, tenemos
que examinar con total imparcialidad si-
tuaciones perceptivas e intentar encon-
trar en ellas aquellos hechos que se apa-
recen como más importantes; explicar su
naturaleza, si es posible; compararla con
^Iá" "naturaleza de otros hechos de interés
y ver si, de esta forma, podemos deducir
reglas generales que sean válidas para
muchos fenómenos. "Está claro que en este
programa no se mencionaban nunca los
elementos simples locales o sensaciones. -
Por ésta y otras razones, los psicólogos de
la Forma fueron acusados de misticismo.
Ahora veremos qué consiguieron estos
"místicos".
Misterio número uno. El primer psicó-
logo que trabajó de esta manera y así se
convirtió en el primer psicólogo de la
Forma fue Max Weftheimer., Encontró
muy interesante el fenómeno llamado es-
troboscópico o movimiento aparente. Otros
que ya lo conocían, habían sido incapaces
de estudiarlo de una manera psicológica-
mente productiva. El fenómeno en sí es
muy sencillo. Cuando se muestra por unos
instantes en un lugar un objeto visual,
por ejemplo, una linea, y casi inmediata-
mente después aparece un segundo obje-
to o línea en un segundo lugar, no muy
distante, un observador no ve dos objetos
que aparecen en sucesión rápida en dos
lugares distintos, sino que ve un objeto
que se desplaza velozmente desde el pri-
mer lugar al segundo.
El movimiento estroboscópico puede ser
mostrado de forma bien sencilla (fig. 1).
/. LOS PRIMEROS PASOS DE LA
PSICOLOGÍA DE LA FORMA
He sido invitado a hablar de la psicolo-
gía de la Forma. Este nombre se supone
referido frecuentemente no a una parte
de la psicología general,singamos bien a
una escuela particular.^ quizá, a .una sec-
ta,^ejitro__de_esta^cie.ncia. Pronto verán
por qué, y también por qué esta interpre-
tación del nombre es enteramente con-
fusa.
No todos los asistentes a esta conferen-
cia son especialistas de Psicología. Quiero
por eso empezar no con una discusión de
los principios más técnicos, sino con los
problemas y observaciones psicológicas
más sencillas.
Cuando, hace unos cien años, la Psico-
logia empezó a desarrojtoe__como_ una
délicia'̂ ueva, fue la _percepciónf_.na|u.:,
raímente, la materia más asequible. Los
que llamamos ahora psicólogos de la For-
ma empezaron a trabajar en ese campo. Y
por eso voy a contarles ahora lo que pasó
cuando investigaron la percepción. Casi
inmediatamente, sus estudios tomaron un
sesgo_cpn_el que la mayoría de los psicór
logos de aquel tiempo no estaban de acuer-
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