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El corazón del obeso: enfermedad cardiovascular y abordaje terapéutico Cardiología Ebook oceanomedicina.com Este contenido es un extracto del Curso Superior de Cardiología y pertenece al módulo 1- clase 9: “El corazón del obeso”. Está avalado por el Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires - Distrito III. https://oceanomedicina.com Buscamos promover el conocimiento a través de la tecnología, hacerlo tangible y accesible para todos los profesionales de la salud que quieran descubrir su verdadero potencial. Nuestro propósito es empoderar el conocimiento para transformarlo en reconocimiento. Ser reconocido depende de ti. Generar consciencia sobre la importancia de este problema. Describir todas las causas. Brindar conocimiento sobre los mecanismos fisiopatológicos y la estrategia terapéutica cardiovascular frente a un paciente con exceso de peso. Informar sobre la eficacia de la prevención. Introducción Etiología Transición nutricional Obesidad Índice de masa corporal Perímetro de la cintura Enfermedades cardiovasculares y exceso de peso Mecanismos indirectos 01 02 03 04 05 06 07 Pág. 03 Pág. 04 Pág. 06 Pág. 09 Pág. 10 Pág. 12 Pág. 13 Pág. 14 Objetivo / Índice 02 Introducción 01 Es prácticamente imposible que en el transcurso de un congreso o reunión científica de temática cardiológica no se mencione varias veces el término “obesidad”, uno de los factores de riesgo cardiovascular tal vez más señalados. En la comunidad médica actual el hecho de que el exceso de peso (EP) es perjudicial para la salud, especialmente para el corazón y la vasculatura, está fuera de discusión. Ahora bien, ¿cómo lo hace?, ¿cuál o cuáles son las vías fisiopatológicas a través de las cuales el sobrepeso y la obesidad ejercen su acción deletérea sobre el miocardio? son verdaderas incógnitas que, en los últimos 20 años, han movilizado a la comunidad a realizar minuciosas investigaciones. La prevalencia de la obesidad se ha elevado notablemente en las últimas décadas, así en niños como en adultos, con todo lo que esta enfermedad implica en cuanto a sufrimiento humano e impacto económico sobre los presupuestos de salud en las diversas sociedades. Ha aumentado de forma singular tanto en Occidente como en Oriente, en países desarrollados como en desarrollo, pero mayormente en las regiones urbanas pobres de Asia y América Latina. En estos lugares, la obesidad suele coexistir con desnutrición y ambas conforman la llamada «carga sanitaria dual del siglo XXI». A la tradicional malnutrición y enfermedades infecciosas de varias generaciones ahora se suma el exceso de reservas grasas y sus consecuencias cardiometabólicas, potenciadas por la disminución de la actividad física a niveles de sedentarismo. El enfoque es optimizar el abordaje interdisciplinario de la compleja situación del paciente portador de enfermedad cardiovascular (ECV) y exceso de peso (EP). Introducción 03 Etiología 04 Etiología 02 A continuación, se presentan las etiologías más transcendentales que desembocan en la epidemia cardiovascular mundial. Las enfermedades cardiovasculares se deben, fundamentalmente, a la práctica de estilos de vida poco saludables, es decir, factores de riesgo modificables. Así mismo, no se deben olvidar los determinantes subyacentes -las causas de las causas- que constituyen los cambios socioeconómicos y culturales, como se puede observar en pantalla. Estas costumbres impulsan el advenimiento de los factores de riesgo intermedios: hipertensión arterial, hiperglucemia y, sobre todo, sobrepeso y obesidad. Estos, a su vez, desembocan inexorablemente en patologías que disminuyen la calidad y esperanza de vida, en particular en los países de escasos y medianos recursos. 05Etiología Transición nutricional 06 Transición nutricional 03 La transición nutricional, demográfica y epidemiológica es un complejo proceso en el que convergen múltiples causas. Tal como se puede observar en el cuadro, en el margen derecho se encuentran los tres tipos de economías que existen hoy en día: países con bajos, medianos y altos ingresos. De acuerdo con ello, se traducen los porcentajes de incidencia de las enfermedades. Argentina se sitúa entre los países de medianos ingresos, a donde las enfermedades crónicas no transmisibles lideran las estadísticas. Los «nuevos obesos pobres» se contraponen con los «tradicionales obesos ricos» como dos modelos de la misma enfermedad que pueden convivir en una misma sociedad, entre naciones desarrolladas o en vías de estarlo. La paradoja de la malnutrición (es decir, por un lado la desnutrición y por el otro la obesidad) está relacionada, en gran medida, con el concepto de seguridad alimentaria. Para entender este sinuoso camino que la humanidad ha transitado, principalmente, durante los últimos 200 años hasta la actualidad, es menester recurrir al concepto de la transición nutricional (TN), la cual se refiere a los patrones generales de la dieta y la actividad física que han definido el estado nutricional en los distintos ciclos de la historia. Esta noción está indisolublemente ligada a las teorías de la transición demográfica (TD) y epidemiológica (TE). La TD explica el crecimiento de una población determinada a través de las variaciones en las tasas de natalidad y mortalidad; es decir, el traspaso de un modelo de alta fecundidad y mortalidad a otro de baja fecundidad y mortalidad. La TE describe las modificaciones en las causas de morbimortalidad, o sea, el cambio de los perfiles de insalubridad y deficiencias nutricionales con un nivel elevado de prevalencia de enfermedades infecciosas, parasitarias y malnutrición a otro en el cual las enfermedades crónicas no transmisibles (ECV, oncológicas, etcétera) y externas (accidentes laborales, de tránsito, etcétera) poseen prevalencia e incidencia dominantes. La TN, la TD y la TE no son sencillos reemplazos de los hábitos alimentarios y estilo de vida, variaciones en las tasas de natalidad y mortalidad y modificaciones en las causas de morbimortalidad, respectivamente, sino un complejo proceso en el cual convergen múltiples causas (migración, urbanización, industrialización, desarrollo económico, globalización, desestructuración familiar, consecuencias políticas, etcétera). A su vez, es esencial comprender el concepto de los «nuevos obesos pobres» de las regiones carentes de ingresos, los cuales se contraponen con los «tradicionales obesos ricos»: dos modelos de la misma enfermedad que pueden convivir en una misma sociedad, en naciones desarrolladas o en vías de estarlo. La paradoja de la malnutrición, es decir, por un lado la desnutrición y por el otro la obesidad, son caras de una misma moneda que está relacionada, en gran medida, con el concepto de seguridad alimentaria. Esto pone en peligro el futuro de una considerable porción de la población mundial, dado que la desnutrición afecta, principalmente, a los niños, comprometiendo su crecimiento, desarrollo y capacidad cognitiva, sumado a una alta probabilidad de que en la edad adulta sean obesos, con las graves consecuencias que esto representa. 07Transición nutricional Se ha definido a la pobreza como «la condición caracterizada por una privación extrema de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación e información». Desde hace tiempo se realizan infinidades de investigaciones epidemiológicas que aportan suficientes evidencias científicas sobre la difícil y fluctuante interrelación entre la obesidad y el estrato socioeconómico. Estas investigaciones muestran, generalmente, una asociación inversa entre el nivel socioeconómico y la obesidad y el perjuicio de pertenecer a un grupo societario de escasos recursos, en particular en los entornos urbanos. También exponen un problema de género, resultando más vulnerables las mujeres. Estos grupos sufren desenlaces perniciosos sustancialespara su salud. En esta instancia, es interesante referirse a la hipótesis de Barker; un modelo atrayente, intrincado y controvertido a la vez, que explicaría el desarrollo de la obesidad, las ECV y la DBT en la etapa adulta a partir de la malnutrición materna durante el embarazo, así como de la exposición a infecciones en la temprana infancia. En síntesis, esta teoría propone tres etapas: Inicial: las carencias nutricionales maternas originan desnutrición fetal que causa modificaciones estructurales y funcionales en diversos sistemas y aparatos. Intermedia: los cambios clínicos y bioquímicos contribuyen a la evolución de las ECV y la DBT. Final: instauración definitiva de las ECV y la DBT. 08Transición nutricional Obesidad 04 La OMS define al sobrepeso y la obesidad como acumulación anormal o excesiva de grasa que con el tiempo perjudica a la salud. Conceptualmente, se define como una enfermedad sistémica-multiorgánica, metabólica e inflamatoria crónica, multiderterminada por la interrelación entro lo genómico y lo ambiental, fenotípicamente expresada por un exceso de grasa corporal que conlleva mayor riesgo de morbimortalidad. Es de suma importancia comenzar a desmenuzar esta definición para poder iniciar la comprensión del problema en cuestión: Enfermedad sistémica-multiorgánica: la obesidad afecta de forma directa o indirecta, en algún momento, en mayor o en menor medida, a varios tejidos u órganos; es decir, el alcance es múltiple, complejo y diverso. Enfermedad metabólica e inflamatoria crónica: abarca un conjunto de perturbaciones metabólicas que desencadenan consecuencias deletéreas para la economía, contribuyendo a la aparición de un estado inflamatorio de bajo grado que, de perpetuarse en el tiempo, agrava el estado de situación. Enfermedad multiderterminada por la interrelación entro lo genómico y lo ambiental: es esencial, para que el bagaje genético-etiológico se manifieste, la interacción con un medio enmarañado, propicio y fértil, en el que interactúan un conjunto de factores de disímil naturaleza. Enfermedad fenotípicamente expresada por un exceso de grasa corporal, que conlleva mayor riesgo de morbimortalidad: el desenlace final entre la interrelación entre el genotipo obeso y el ambiente obesogénico tiene como resultado un fenotipo determinado, en el cual la acumulación anormal o el exceso de grasa corporal es visible y variable. Demográfica y sanitariamente, la proporción de individuos que padecen o mueren a raíz de la obesidad y las enfermedades asociadas en un espacio y tiempo determinado es considerable y ha aumentado de manera ostensible últimamente. La respuesta disfuncional adiposa, es decir, la pérdida de la homeostasis del conjunto de células que constituyen el tejido adiposo, y su consecuente Obesidad 09 Índice de masa corporal 05 La OMS define al índice de masa corporal como un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza con frecuencia para identificar sobrepeso y obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Adultos: Sobrepeso: IMC igual o superior a 25. Obesidad: IMC igual o superior a 30. El IMC proporciona la medida más útil del sobrepeso y la obesidad en la población, pues es la misma para ambos sexos y para los adultos de todas las edades. Sin embargo, hay que considerarlo como un valor aproximado, porque puede no corresponderse con el mismo nivel de grosor en diferentes personas. Obesidad/Índice de masa corporal 10 desregulación (individualmente variable) hacen que el aumento de peso y esta adiposidad (en especial, la abdominal) se tornen no solo en indicadores, sino también en riesgos para la salud, en particular, para el miocardio y la vasculatura. A la alteración en la composición corporal se le suman los efectos de la alimentación, que pueden constituir un riesgo independiente para las EVC. Los factores genéticos son los que proveen la propensión de ser obeso al individuo. En relación con el momento de presentación de la enfermedad y con su magnitud, sobre esta base interactúan determinantes ambientales (disponibilidad y oferta alimentaria, cuestiones socioculturales, medicamentos, infecciones, flora intestinal, sedentarismo, etcétera) generadores de sobrealimentación. Índice de masa corporal 11 Niños menores de 5 años: Sobrepeso: es el peso para la estatura con más de dos desviaciones típicas por encima de la mediana establecida en los patrones de crecimiento infantil de la OMS. Obesidad: es el peso para la estatura con más de tres desviaciones típicas por encima de la mediana establecida en los patrones de crecimiento infantil de la OMS. Niños de 5 a 19 años: Sobrepeso: es el IMC para la edad con más de una desviación típica por encima de la mediana establecida en los patrones de crecimiento infantil de la OMS. Obesidad: es mayor que dos desviaciones típicas por encima de la mediana establecida en los patrones de crecimiento infantil de la OMS. Los cambios en el IMC están reflejando variaciones en la masa grasa, con la condición de que no se haya modificado el grado de hidratación ni existan edemas, mixedema o cambios en la cantidad de masa magra. En estas condiciones, toda variación del IMC supone cambios en la cantidad de grasa y sobre esta base se puede clasificar a la población: Sujetos con bajo peso (IMC <18,5 kg/m2). Sujetos con normopeso (IMC entre 18,5 y 24,9 kg/m2) y con EP (IMC >25 kg/m2). Este, a su vez, se subdivide en sobrepeso (IMC entre 25 y 29,9 kg/m2) y obesidad (IMC >30 kg/m2). La obesidad puede ser de clase o grado I, II y III, según el IMC llegue a 34,9, 39,9 o alcance 40 o más, respectivamente. A esta última se la conoce como obesidad masiva o mórbida. Sin embargo, estos valores surgen de estudios realizados en población caucásica y no pueden ser crudamente extrapolados a una población genética diferente. Esto explica que sujetos de igual IMC puedan diferir en la cantidad de masa grasa. Un ejemplo de esto es lo que sucede con la prevalencia de la obesidad, que es mucho mayor en los occidentales respecto a los sudasiáticos, diferencia que tiende a reducirse cuando la obesidad es definida según el porcentaje de grasa y no por el IMC. De allí la importancia de agregar elementos clínicos y el análisis de la composición corporal para una mejor evaluación individual. Perímetro de la cintura 12 Perímetro de la cintura 06 Según la ubicación predominante de la grasa se definen las formas clínicas androide y ginoide, aunque en la práctica suelen verse otras intermedias. En la androide, la grasa predomina en la mitad superior del cuerpo (grasa torácica y abdominal), que a su vez puede ser superficial (subcutánea) y profunda (visceral); en la ginoide, lo hace en la mitad inferior del cuerpo (gluteofemoral) y es subcutánea en su totalidad. Estos patrones clínicos de distribución de la grasa son característicos de varones y mujeres, aunque no exclusivos. Una manera de distinguir las formas androides (que se asocian más asiduamente a mayor riesgo cardiovascular) de las ginoides es medir el perímetro de la cintura, siendo normal en el sexo femenino hasta 80 cm y en el masculino hasta 94 cm. Se considera arriesgado, dada su frecuente asociación con trastornos metabólico-vasculares, si alcanza o supera 88 cm y 102 cm, respectivamente. La medición del perímetro de la cintura (índice de distribución y riesgo metabólico) debe realizarse preferentemente tres veces: en posición vertical, descalzo con los talones unidos y los brazos colgando junto al cuerpo; al final de la espiración normal y con la musculatura abdominal relajada. Se debe emplear una cinta métrica inextensible, ubicada de forma perpendicular al paciente y horizontal al suelo. En general, se considera la cintura al nivel de la espina ilíaca anterosuperior derecha, aunque otros estudios han determinado la cintura en el sitio de menor perímetro en laregión comprendida entre la última costilla y el punto óseo de la cadera antes mencionado. Se puede definir también la obesidad por el porcentaje de grasa corporal (índice de composición): en el caso del sexo masculino, cuando es mayor al 25% y en el femenino al 33%. Entre la obesidad y las ECV existe una vasta interacción determinada por desórdenes fisiopatológicos compartidos e incluso potenciados entre sí que, en parte, explicarían la mayor morbimortalidad del paciente con EP. Para comprender las vías patológicas que interactúan y se entremezclan, es menester tener en cuenta dos conceptos de envergadura: El fenómeno de resistencia a la insulina como rasgo genético que se expresa fundamentalmente en el músculo esquelético y en el tejido adiposo, que en el primero se traduce en la disminución de los depósitos de glucosa y en el segundo en el impedimento de la antilipólisis, que consecuentemente lleva al incremento de ácidos grasos libres circulantes. El estado hiperinsulínico compensado como respuesta a la resistencia insulínica que dispara un conjunto de engranajes fisiopatológicos en los tejidos que mantienen la insulinosensibilidad normal. Específicamente en el miocardio, esta avalancha insulínica (el tsunami endocrinológico) será la que participará en gran medida en engendrar las bases patogénicas sobre las cuales se sustenta el desarrollo de las ECV. El adipocito, en especial el del tejido adiposo visceral (hipertrofiado), es una célula muy activa (hiperfuncionante) que sintetiza y segrega mensajeros que influyen en la sensibilidad a la insulina, favoreciendo la condición fisiopatológica de la insulino-leptinorresistencia. La permanente y sostenida estimulación simpática, agregada al tsunami endocrinológico derivado de la hipersecreción de la célula adiposa hipertrofiada y a múltiples sustancias intervinientes, interactúan con la genética del obeso, lo que aumenta aún más la resistencia a la insulina (círculo vicioso). Enfermedades cardiovasculares y exceso de peso 13 Enfermedades cardiovasculares y exceso de peso 07 Siendo el miocardio un efector de la insulina y la leptina, que las sustenta con su sensibilidad normal, se convierte en otra víctima tradicional de esta oleada y se altera su metabolismo, citoarquitectura y función, dando origen a: Hipertrofia ventricular Fibrosis intersticial Infiltración grasa Transformaciones microvasculares y subcelulares Los principales determinantes de la hipertrofia ventricular izquierda (HVI) son: Carga hemodinámica (volumen-presión) Factores genéticos y ambientales (edad, sexo, etnia, etcétera) Factores tróficos (angiotensina II, catecolaminas, insulina, endotelina, etcétera) De alguna manera, la obesidad incide en todos ellos. La HVI es el sustrato fisiopatológico más notorio que, agregado a los demás componentes señalados, incide de forma directa en el desarrollo de la isquemia miocárdica, la alteración de la contractilidad, el llenado ventricular izquierdo y las arritmias ventriculares que pueden dar paso a la insuficiencia coronaria, cardíaca y muerte súbita, respectivamente, del paciente con EP. Los efectos de la obesidad sobre el miocardio y su funcionalidad se deben a los mecanismos que se describirán a continuación. El tejido adiposo desempeña un papel endocrino e inmunitario trascendental. El adipocito (sobre todo, el de ubicación abdominal y específicamente el subepicárdico) y su estroma circundante pueden producir y liberar sustancias vasoactivas sobre el aparato cardiovascular. Son ejemplos la resistina, el factor de necrosis tumoral alfa, la leptina, el inhibidor de la activación del plasminógeno-1, la interleucina-6, el angiotensinógeno, la proteína transportadora de retinol 4, entre otras, en desmedro de la secreción de sustancias cardiovasoprotectoras fundamentalmente Enfermedades cardiovasculares y exceso de peso/Mecanismos indirectos 14 Mecanismos indirectos Mecanismos indirectos 15 representadas por la adiponectina, cuya producción es inversamente proporcional a la masa de tejido adiposo y directamente proporcional a la sensibilidad a la insulina. La grasa abdominal, por ser más sensible a los estímulos lipolíticos, sobrecarga de ácidos grasos libres la circulación portal y general y sienta, en parte, las bases fisiopatológicas de la dislipidemia aterogénica típica de la obesidad (incremento de triglicéridos con disminución de HDLc, hipercolesterolemia normal o ligera y predisposición a transportar el colesterol por medio de partículas de LDL más pequeñas y densas) que contribuye a la producción de arterioesclerosis. La isquemia resultante altera y disminuye la contractilidad del miocardio, lo que puede ocasionar con frecuencia la dilatación de las cavidades izquierdas, con distintos grados de disfunción. Asimismo, la elevación de los lípidos ocasiona proliferación de la capa arterial media de los vasa vasorum de las arterias coronarias y del resto del árbol arterial, con la consecuente migración de macrófagos, lo que produce la liberación de citocinas inflamatorias locales que se suman al estado inflamatorio general. Ambos efectos aceleran la apoptosis adipocitaria, que sustenta y aumenta el proceso inflamatorio ya instalado. La DBT tipo 2 es otro factor de riesgo cardiovascular que se enlaza sólidamente con la enfermedad coronaria (EC) y la obesidad es precisamente una predictora o disparadora de aquella. Varios estudios puntualizan que el EP se correlaciona con mayor riesgo de DBT tipo 2, cuyas consecuencias sobre el miocardiocito son ampliamente reconocidas. La miocardiopatía metabólica diabética afecta a un gran número de pacientes, parte de los cuales evolucionan a una miocardiopatía dilatada que conduce a fallo cardíaco. Junto con el efecto de la hiperglucemia persistente, la respuesta inflamatoria del corazón diabético y obeso acelera la apoptosis de las células cardíacas por efecto del factor de necrosis tumoral alfa, la interleucina-18 y el inhibidor del activador del plasminógeno-1. Este desequilibrio metabólico combina hiperinsulinismo y aumento de la resistencia a su acción, con provocación de estrés oxidativo y tendencia a anular la vasodilatación insulínica, acción localmente exacerbada por el neuropéptido Y. 16 La insulina: Estimula el sistema nervioso simpático y, con ello, el eje hipotalamohipofisario-adrenal (aumento del intercambio Na+/H+). Acrecienta la reabsorción renal del cloruro de sodio y agua. Modifica el transporte iónico de la membrana celular (estimulación de la bomba Na+/K+, acumula Ca++ intracelular, etcétera). Facilita la respuesta constrictora vascular periférica de los agonistas de la angiotensina II y de la noradrenalina y engendra, por su acción mitogénica, la hipertrofia de las células vasculares, con lo cual se crea el medio propicio para la aparición y el desarrollo de la HTA. La estimulación simpática permanente más el tsunami endocrinológico ocasionado por las células adiposas hipertrofiadas (intraabdominal-subepicárdica, etcétera) y los demás contribuyentes alimentan más al estado de resistencia a la insulina, que conduce al sustrato princeps para el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2. Así pues, la obesidad, la dislipidemia aterogénica, el hiperinsulinismo, la resistencia a la insulina, la HTA y la DBT tipo 2, sumados al estado inflamatorio crónico y protrombótico, constituyen los cimientos del síndrome metabólico. La hiperleptinemia y la resistencia a la leptina, frecuentes en el sobrepeso y la obesidad, que actúan sobre áreas hipotalámicas vinculadas con la regulación cardiovascular, producen estimulación sostenida del simpático, con consecuencias cardiovasculares y renales y elevación de la presión arterial. La obesidad y el síndrome metabólico comparten el estado de insulino-leptinorresistencia, derivado de, entre otras cosas, un incremento de la actividad secretoria de leptina por parte del adipocito hipertrofiado e hiperfuncionante. El sistemarenina-angiotensina se encuentra altamente estimulado en la obesidad; la abundancia de angiotensina II incrementa las cifras tensionales por intensificación de la poscarga del ventrículo izquierdo (vasoconstricción periférica) e hipertrofia del miocito y por aumento de la liberación de aldosterona. Estos dos últimos propician la fibrosis intersticial miocárdica. De esta maraña fisiopatológica surge la HVI que deriva en la disfunción diastólica que, junto al acrecentamiento de los receptores a la angiotensina II miocárdicos, la actuación de las citocinas inflamatorias y la merma de la Mecanismos indirectos 17 densidad de los capilares con alteraciones mitocondriales concomitantes, acelera el proceso de apoptosis de la célula miocárdica, también favorecido por la lipotoxicidad inducida por el exceso de ácidos grasos intracelulares. La confluencia de todos estos mecanismos conduce a la instalación de una miocardiopatía por obesidad. En el obeso, la función endotelial se halla alterada, pues presenta una reactividad endotelial anormal debida a una merma en la liberación y acción del óxido nítrico -a causa del estrés oxidativo y las citocinas proinflamatorias- que reduce sus efectos sobre la función miocárdica y vascular. Es decir, existe interferencia en la modulación del inotropismo y cronotropismo miocárdico, en el ciclo del Ca++, en la transmisión autonómica, en la respiración mitocondrial, en el consumo de oxígeno miocárdico, en la estimulación del tono vagal y en la actividad antitrombótica y antiinflamatoria. Alteraciones en el nivel de dimetilarginina asimétrica podrían contribuir al dismetabolismo del óxido nítrico en la pared arterial. Diversos ensayos comprueban que la oligoalbuminuria (marcador de daño endotelial renal) se relaciona tempranamente con la adiposidad central y con los estados de insulinorresistencia, lo que evidencia que la disfunción de la glándula endocrina más influyente del organismo, el endotelio vascular, está comprometida de forma grave en la obesidad. El descenso de los niveles de óxido nítrico se traduciría en un incremento de la vasoconstricción y, por tanto, de la resistencia vascular periférica, con lo cual se establece un terreno fértil para la aparición de la HTA y el aumento de los factores de riesgo cardiovasculares. Mecanismos indirectos Si aún no conoces tu verdadero potencial y quieres descubrirlo Síguenos en nuestras redes HAZ CLIC AQUÍ https://www.facebook.com/oceano.medicina.online https://www.instagram.com/oceano.medicina/ https://twitter.com/oceano_medicina https://www.youtube.com/channel/UCKtE8yeLq5jkZSbkJt3nFuA https://www.linkedin.com/school/oc%C3%A9ano-medicina/mycompany/ https://oceanomedicina.com/producto/curso-superior-de-cardiologia/ el corazón del obeso ultima hoja
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