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Lectura 1 - historia de emprendedor

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Hasta que por fin recibí el SMS: 
«Mañana a las 05:00 a. m., vuelo AZ610 de Roma a Nueva York». 
Un SMS que llegaba a mi BlackBerry los domingos en la noche solía decidir mi destino y 
el cliente de la semana que estaba por comenzar. 
Yo trabajaba para una de las tres firmas globales principales de consultoría estratégica. 
Una vida empacada en una maleta. Una vida de consultor donde te pierdes de todo y de 
todos, salvo las hojas de cálculo de Excel. Una vida de negocios extravagante, para la que 
nos preparan como esclavos ideales las escuelas de negocios más importantes, cuyos títulos 
estamos orgullosos de poseer. 
Después de dormir unas cuantas horas, el conductor privado me llevaría al aeropuerto 
Fiumicino de Roma para tomar mi sofisticado vuelo en clase de negocios a Nueva York. Al 
llegar, me registraría en un hotel cinco estrellas de lujo, y de ahí me iría a la oficina de mi 
cliente. 
¿Y el salario? También era elegante. La compañía estaba orgullosa de estar entre las más 
generosas de la industria. 
Mis padres 
Había algo sobre esta vida de consultor que no me llenaba. Ya no podía soportar más esta 
vida de mi*rda, y llamé a mis padres un día: 
«Papá, mamá, acabo de renunciar a mi trabajo. Quiero empezar mi propia empresa». 
A mi mamá casi le da un ataque cardiaco. No era lo que una madre perfeccionista quería 
escuchar después de haberme empujado a graduarme de las mejores escuelas de negocios 
del mundo, con las mejores calificaciones. 
Traté de calmar su angustia. No lo logré. 
«Mamá, lo odio. Todos estos consultores están fingiendo ser feliz y toman píldoras de la 
felicidad. Duermo solo tres o cuatro horas al día. Todos esos beneficios que la empresa me 
prometió no existen. ¿Recuerdas el lujoso hotel cinco estrellas? Trabajo casi veinte horas 
al día y ni siquiera lo disfruto. ¿Desayuno suntuoso? Nunca tenemos tiempo para eso. 
¿Almuerzo, cena opulenta? Es solo un sándwich frente a nuestras hojas de cálculo de 
Excel. 
»Oh, por cierto: durante el viaje entero, en lugar de disfrutar de una copa de champán, 
también clavo los ojos en hojas de cálculo en los vuelos en clase de negocios. ¿El salario 
maravilloso? Nunca tengo tiempo para gastar un solo centavo. 
»Odio mi vida, mamá, es la vida de un perdedor. Ni siquiera me veo con mi novia. No 
puedo fingir más. Quiero empezar mi propio empresa». 
Mis padres se habían jubilado después de trabajar por años de 9 h a 17 h como empleados 
del gobierno, en puestos seguros y aburridos. 
Sabía que viniendo de una familia sin antecedentes empresariales sería difícil explicarles mi 
situación; lo que no me esperaba fue la llamada de la mañana siguiente. 
Era mi mamá en el teléfono: 
«Y cuéntame, ¿cómo va tu negocio? 
¡¿Sí está creciendo?!» 
No importaba qué dijera; no pude hacerle entender que una empresa necesita más de un día 
para crecer. 
Novia, amigos y círculo social 
Tenía la novia más comprensiva del mundo. Dicho esto, había llegado el momento de 
compartir la noticia con mis amigos, los cuales se hallaban ocupados ascendiendo los 
escalones de sus carreras en el exclusivo mundo corporativo. 
Les dije a todos que acababa de dejar mi trabajo para seguir mi sueño de iniciar mi propia 
empresa. Algunos de mis amigos se fueron alejando poco a poco, probablemente porque 
pensaron que andaba mal de la cabeza ya que era el segundo trabajo «de ensueño» que 
dejaba en un corto período de tiempo. 
Aunque el resto de mis amigos me apoyó, había, sin embargo, algo extraño en mi relación 
con ellos: 
Pronto me di cuenta de que estaba 
evitando las reuniones sociales. 
Cada vez que me reunía con esos amigos, no tenía mucho que contar cuando me decían, 
una y otra vez, cosas como «Oye, ¿cómo va tu empresa? Vas a ser el próximo Zuckerberg, 
¿no?» y «Hombre, estamos muy orgullosos de ti y estamos segurísimos de que pronto 
llegarán los inversionistas». 
El crear mi propia empresa fue un viaje largo y estaba sometiéndome a una presión 
inmensa al darle tanta importancia a la opinión de los demás. 
Con el paso de los días, empecé a sentirme más solo y deprimido pues evadía las 
situaciones sociales. Mi compañía no progresó tan rápido como mi círculo social se 
imaginó que lo haría, y ya estaba harto de explicarle a la gente que tomó años para que 
empresas como Facebook y Twitter llegaran a donde hoy están. 
El único lugar en el que me sentía cómodo era cerca de mis pocos amigos empresarios. Era 
cierto, solo un empresario puede entender a un empresario. 
Dinero, dinero, dinero 
Como si la presión social y la soledad no fueran suficiente, me enfrentaba ahora a la madre 
de todas las aflicciones: me estaba quedando sin dinero mucho más rápido de lo que había 
imaginado. 
Esto afectaba mi productividad y la capacidad para tomar decisiones correctas. Entré en 
pánico y estaba desesperado por tener éxito y ganar dinero. 
Hasta tuve que pedirle a mi novia unos cuantos centavos un día porque no tenía dinero para 
comprar una botella de agua. No sabía que era solo el comienzo de una vida muy difícil, 
llena de altibajos... 
Hoy en día 
Ya no más drama: han pasado más de dos años desde aquellos días. Ahora estoy 
escribiendo este blog desde un hermoso centro vacacional en Phuket, Tailandia, mientras 
disfruto de un mojito. 
 
Un momento, no los estoy engañando. Y no, no soy el fundador de una empresa que se hizo 
millonario. 
No obstante, mi compañía produce un flujo de caja constante que me permite viajar por el 
mundo y trabajar desde donde haya wifi. 
Sin embargo, hay cinco cosas que hubiera querido preguntarme a mí mismo antes de haber 
iniciado este penoso viaje; cinco preguntas que considero todo futuro empresario debe 
responder antes de dar el primer paso hacia su propuesta empresarial: 
1. ¿Estás preparado para afrontar 
la presión social? 
Cuando uno tiene amigos y familiares que no son empresarios, estos no entienden 
realmente lo que uno está tratando de alcanzar, y la presión del resto de allegados será aún 
mayor. 
Me importaba demasiado lo que la otra gente opinara de mí: tanto, que arruinó mi vida. 
Era muy exigente conmigo mismo y me castigaba con largas horas de trabajo para poder 
anunciarle al mundo sobre mi éxito lo más pronto posible. Hasta que llegó el día en que me 
di cuenta de que a nadie le importaba un bledo lo que hacía. Entonces, ¿por qué debería 
importarme a mí? 
Te reduces a los pocos segundos de atención que otra gente le dedica a leer un estado que 
publicas en Facebook. En 2014, nadie tiene tiempo de preocuparse por los demás en un 
mundo tan atestado y bullicioso. 
Si te desvela lo que otros piensan de ti, desperdiciarás tu tiempo tratando de demostrar que 
eres exitoso en lugar de enfocarte en tu empresa emergente. 
Abre los ojos. Yo abrí los míos un poco tarde. 
2. ¿Eres soltero/a o tienes una 
pareja que te apoya 
incondicionalmente? 
A medida que crecemos, compartimos más tiempo con nuestra pareja que con nuestros 
amigos o familiares. Aunque tuve la suerte de tener una novia increíble, era triste ver cómo 
muchos de mis amigos emprendedores se separaban de sus novias a lo largo del camino. 
Tener tu propio negocio es duro: mucho más difícil de lo que pude haber imaginado. Andas 
hecho mi*rda con un millón de cosas en la cabeza que nadie, ni tu novia, podrá llegar a 
entender jamás. 
Si no eres soltero/a, asegúrate de que tu pareja entienda que es normal que a veces no se 
tenga la mentalidad ni para un simple beso. 
Sí, para un beso con lengua como debe ser. 
3. ¿Tienes suficiente dinero en 
efectivo que te dure por lo menos 
un año? 
¡Bien! Ahora multiplica esa cantidad por lo menos por tres porque vas a agotar tus ahorros 
más rápido de lo que crees. Habrá muchos gastos imprevistos: abogados, contables, 
iPhones o computadores rotos, etc. 
Prepárate para un departamento más chico, porciones más pequeñas de comida y a contar 
los centavos (que jamás en tu vida habías valorado). 
En los mesesjusto antes de que se te acabe el dinero, las cosas se tornarán especialmente 
difíciles y la presión aumentará tan drásticamente que no podrás conciliar el sueño. 
El éxito llegará a pasos lentos, y el dinero se esfumará con rapidez. Debes ser inteligente; 
empieza a planear desde el primer día. 
4. ¿Estás listo para dormir solo 
unas cuantas horas al día? 
Una vez librado del mundo de la consultoría empresarial, pensé que iba a cumplir mi sueño 
de poder trabajar cuando yo quisiera; eso fue hasta que leí una cita de Lori Greiner: 
«Los empresarios están dispuestos 
a trabajar 80 horas a la semana para 
evitartrabajar 40». 
 
Gracias por la foto, Ian, el fotógrafo increíble.http://ianmurchison.com 
Todo comenzó cuando empecé a despertarme varias veces a la medianoche. Al principio 
era porque estaba muy emocionado por mis ideas y porque tenía muchísimas. No podía 
esperar a que se hiciera de día para empezar a trabajar. 
Luego llegó la etapa de la exageración. Trabajaba demasiado porque nunca me bastaba lo 
que hacía para desarrollar mi idea, y quería hacer más. Sin embargo, cuanto más trabajaba y 
más tarde me iba a la cama, más difícil se me hacía quedarme dormido y peor era la calidad 
de mi sueño. 
A consecuencia de esto, por lo menos dos o tres días de la semana eran improductivos. 
No te dejes engañar por la increíble foto de Instagram de arriba. No creas el bombo 
publicitario de que quienes empiezan sus propias empresas se hacen millonarios. 
Entre bastidores hay días muy dolorosos, noches sin dormir y rechazo y fracaso constantes. 
El camino hacia el éxito es largo. Muy largo. A veces, demasiado largo. 
http://t.co/6xosIWi9Bm
5. ¿Cuál es tu definición de éxito? 
Cada uno de nosotros tiene prioridades diferentes en la vida. Para mucha gente el dinero es 
la número uno de la lista, mientras que el equilibrio entre el trabajo y la vida personal es 
imprescindible para muchos otros. Por tanto, la definición de éxito es distinta para todo el 
mundo. 
La complejidad de tu recorrido se verá afectada dependiendo de cuál sea la definición que 
tú le des. Si lo que buscas es el dinero y el reconocimiento del público, es muy probable 
que afrontes momentos difíciles en tu trayecto. 
Recuerda las sabias palabras de Hemingway: 
«Es bueno tener un destino al cual 
viajar; pero es el viaje lo que cuenta al 
fin y al cabo». 
Los empresarios exitosos no son necesariamente aquellos que recaudan millones en las 
rondas de inversión. Recuerda, son uno en un millón. 
Hay, sin embargo, miles de soñadores en el mundo que logran dar arranque a sus empresas 
emergentes o que viven muy cómodamente trabajando para sí mismos y nunca llegan a los 
titulares de las noticias de la tecnología. 
No importa qué tan jodido te deje tu nueva empresa o cuán difícil sea, disfruta el viaje y 
sigue tu pasión. Tony Guskin lo explica perfectamente: 
«Si no construyes tu sueño, alguien te 
contratará para que le ayudes a 
construir el suyo».

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