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Análisis Máscaras Mexicanas

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Celeste Alehlí Arenas Martínez
Grupo: 1-02 No. De lista: #02
Análisis de 
“Máscaras mexicanas”
El libro de “El laberinto de la sociedad” escrito por Octavio Paz, famoso poeta y ensayista mexicano, además de ser considerado uno de los autores influyentes del siglo XX, quien también fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1990; da la premisa dentro del segundo capítulo titulado “Máscaras mexicanas” que el mexicano usa máscaras para proteger su intimidad y de ahí desciende el cómo debe de comportarse cada miembro de la sociedad y, en este caso, hombres y mujeres que tienden a seguir el dictamen de la propia sociedad que los encierra a ser personas genéricas.
Ya mencionado con lo anterior, hay que decir que tristemente hasta la fecha, es el misma descripción que tienen las personas mexicanas y que, por ende, enseñan a que se siga existiendo este papel entre los individuos; por ejemplo, en el lenguaje popular, alguien que dice tener “hombría” se entiende que es un “macho” o que si es “hombre”, a lo que define Paz como “un ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía”, puesto a que el hombre mexicano prefiere encerrarse en su propia soledad, en su laberinto, pues no abrirse y confiar en los demás, escribe el autor, es el ideal de orgullo en la cultura mexicana y que, en el momento en que este confía y renuncia a su soledad, pasa a ser un “rajado”, en otras palabras, renuncia a su hombría.
Octavio Paz menciona que el “rajarse” es sinónimo a “abrirse”, el expresarse y demostrar de cierta manera, una vulnerabilidad, a lo que representa un machismo porque la vulnerabilidad la ligan con el carácter de la mujer; donde esta es “rajada” por naturaleza, pues si del hombre se espera la reserva, de la mujer se espera el recato, donde el pudor funciona como una máscara que protege la intimidad de la mujer y así la mujer queda como reflejo de la máscara de hombría en la que Paz señala que la concepción del recato femenino va ligado a la objetivación de la mujer a merced de los deseos del hombre, donde indistintamente se le atribuyen valores que la mujer conserva y transmite a partir de su propia máscara.
He de decirse que se respeta el concepto de la madre, pero no de la persona: la mujer como protagonista de su historia, y si esta se le da respeto es porque, y citando a Octavio Paz, “siempre está a la espera de lo que el hombre diga”, “es el reflejo de la voluntad y querer masculinos”, “es el producto de la vanidad del hombre heredada de los españoles”, es “un ser oscuro, secreto y pasivo, no se le atribuyen malos instintos: se pretende que ni siquiera los tiene”, ya que “en un mundo hecho a la imagen del hombre, la mujer es sólo un reflejo de la voluntad”, y desde luego, que el centro de atención de la mujer es su sexo, por lo que es una manera de sujetarlas e impedir que se expresen por lo que, a lo que si no sigue estas postulantes, se le considera una “mala mujer” y que va acompañada de imagen de una mujer activa.
Por si fuera poco, toda esta represión, mentiras, autoengaño y mecanismos de defensas que buscan a través de una falsa imagen protegernos del exterior, no obstante, lo único que logran es engañarnos a nosotros mismos y demostrar lo cerrado de una colectiva de la que se jacta la cultura mexicana
Ahora bien, las máscaras que ocultan la realidad, en donde el individuo muestra 2 caras: una donde muestra lo que sugiere la sociedad - pero que sabemos que debe de ser así- y otra que es su verdadero “yo”, debido a los estereotipos y/o etiquetas se les impregna a las personas; he ahí que apreciamos la similitud de 3 películas observadas y analizadas con anterioridad, como en “La Papisa”, película alemana de 2009, en el que se nos presenta a una niña con ganas de aprender pero se le impide por el hecho de ser mujer, sin embargo, durante el transcurso de la película, se muestra que llega al papado porque finge ser hombre, ya que el hombre y hasta nuestra fecha, es superior a la mujer; en “Los olvidados” donde la clase pobre era marginada por el hecho de no vivir como los demás y finalmente, “Patrick 1,5”, en la que por ser homosexuales eran catalogados como “cierta clase de personas”
En lo que respecta a mi parecer, la sociedad mexicana, asigna un rol específico y machista, porque separa completamente al hombre de la mujer y que cada quién debe comportarse de tal manera para ser aceptado y que, donde recae más peso es en la mujer, puesto a que actúa como el hombre espera. Sin embargo, existe algo que une a los 2 géneros sin importar nada, y es que la “máscara del mexicano” muestra no querer mostrar debilidad o resignación y prefiere reprimir, mentir, disimular para no caer ante la crítica, pues en esta cultura, el abrirse, mostrarse, es percibido como debilidad y traición; pero no sólo eso, también el que no querer que se traspase su mundo privado, prefiere aparentar, proteger su intimidad, aunque a final de cuentas, no pretendemos nada más engañar a los demás, sino a nosotros mismos.

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