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Aspectos psicológicos del ejercicio y la actividad física Cuando sufres de depresión o ansiedad, es común que el ejercicio sea lo último que desees hacer. Sin embargo, una vez que encuentras la motivación, el ejercicio puede marcar una gran diferencia. El ejercicio regular tiene el potencial de prevenir y mejorar diversos problemas de salud, como la hipertensión arterial, la diabetes y la artritis. La investigación sobre la relación entre la depresión, la ansiedad y el ejercicio ha demostrado que los beneficios psicológicos y físicos del ejercicio también mejoran el estado de ánimo y reducen la ansiedad. Aunque los vínculos entre la depresión, la ansiedad y el ejercicio aún no se comprenden por completo, está claro que el ejercicio y otras actividades físicas pueden mejorar los síntomas de depresión y ansiedad, y te ayudan a sentirte mejor. Además, cuando te sientes bien, el ejercicio puede ayudar a prevenir la reaparición de la depresión y la ansiedad. El ejercicio regular puede ayudarte a aliviar la depresión y la ansiedad al permitirte: 1. Liberar endorfinas y otras sustancias químicas cerebrales: El ejercicio estimula la liberación de endorfinas, que son sustancias químicas cerebrales naturales que te hacen sentir bien. También promueve la liberación de sustancias químicas cerebrales similares al cannabis (canabinoides endógenos) y otras sustancias que mejoran el bienestar y alivian el dolor. 2. Desviar tu mente de las preocupaciones: El ejercicio te ayuda a alejarte del ciclo de pensamientos negativos que alimentan la depresión y la ansiedad. Te brinda una distracción saludable y te permite enfocarte en el momento presente. El ejercicio regular también tiene numerosos beneficios psicológicos y emocionales. Puede ayudarte a: 1. Ganar confianza: Alcanzar metas o superar desafíos en el ejercicio, incluso pequeños, puede promover la confianza en ti mismo. Además, ponerte en forma puede hacer que te sientas mejor con tu aspecto físico. 2. Tener más interacción social: El ejercicio y la actividad física brindan oportunidades para conocer a otras personas y socializar. Incluso gestos simples, como intercambiar una sonrisa amistosa o un saludo durante una caminata por tu vecindario, pueden mejorar tu estado de ánimo y brindarte una sensación de conexión con los demás. 3. Afrontar los problemas de manera saludable: Hacer algo positivo para controlar la ansiedad o la depresión es una estrategia de afrontamiento saludable. En cambio, tratar de sentirte mejor a través del consumo de alcohol, obsesionarte con tus sentimientos negativos o esperar que la depresión o la ansiedad desaparezcan por sí solas puede empeorar los síntomas. Es importante destacar que no es necesario seguir un programa estructurado de ejercicios para obtener beneficios. La actividad física en general, como las caminatas regulares, también puede ayudar a mejorar el estado de ánimo. La actividad física se refiere a cualquier actividad que requiera esfuerzo muscular y gasto de energía, como las tareas laborales, las actividades hogareñas o las recreativas. Por otro lado, el ejercicio se refiere a movimientos corporales planificados, estructurados y repetitivos que buscan mejorar o mantener el estado físico. El ejercicio no se limita a actividades intensas como correr o levantar pesas. Incluso actividades menos intensas, como la jardinería, lavar el automóvil, dar una vuelta a la manzana u otras actividades que te hagan moverte, pueden mejorar tu estado de ánimo. Puedes incorporar pequeñas cantidades de actividad física a lo largo del día, como subir las escaleras en lugar de usar el ascensor, estacionarte un poco más lejos para caminar o incluso ir al trabajo en bicicleta si es posible. ¿Cuánto ejercicio es suficiente? Hacer ejercicio durante 30 minutos o más al día, de tres a cinco días a la semana, puede tener un impacto significativo en los síntomas de depresión y ansiedad. Sin embargo, incluso pequeñas cantidades de actividad física, de 10 a 15 minutos a la vez, pueden marcar la diferencia. Las actividades más vigorosas, como correr o andar en bicicleta, pueden tener efectos más rápidos en tu estado de ánimo. Los beneficios para la salud mental del ejercicio y la actividad física perduran si mantienes el hábito a largo plazo. Por lo tanto, es importante concentrarte en encontrar actividades que disfrutes y que puedas incorporar de manera regular en tu vida diaria. Para encontrar la motivación y mantenerla, considera seguir estos consejos: 1. Busca actividades placenteras: Elige actividades físicas que disfrutes y que sean más probables de realizar. Piensa cuándo y cómo sería más conveniente realizarlas. Ya sea jardinería por la noche, correr o andar en bicicleta por la mañana, o jugar al baloncesto con tus hijos después de la escuela, hacer lo que te gusta te ayudará a mantener la constancia. 2. Obtén el apoyo de un profesional de la salud mental: Habla con tu médico o con el profesional de salud mental que te atiende para obtener orientación y apoyo. Juntos, pueden analizar un programa de ejercicios o una rutina de actividad física que se adapte a tu plan de tratamiento general. 3. Establece metas realistas: No es necesario que te propongas metas demasiado ambiciosas desde el principio. Piensa en lo que puedes hacer de manera realista y comienza gradualmente. Adapta tu plan a tus necesidades y habilidades personales, en lugar de fijarte pautas poco realistas que es poco probable que cumplas. 4. No veas el ejercicio como una obligación: No pienses en el ejercicio o la actividad física como algo que debes hacer. Si lo percibes como una carga o un deber que no estás cumpliendo, lo asociarás con el fracaso. En cambio, considéralo como una herramienta más que te ayudará a sentirte mejor, al igual que las sesiones de terapia o los medicamentos. 5. Identifica tus barreras y busca soluciones alternativas: Analiza qué te impide ser físicamente activo o hacer ejercicio. Si te sientes cohibido, considera la posibilidad de hacer ejercicio en casa. Si te motiva más hacerlo en compañía, busca un amigo con quien ejercitarte o alguien que comparta tus mismas actividades físicas. Si tienes limitaciones financieras, recuerda que hay muchas opciones gratuitas, como caminar regularmente. Reflexionar sobre tus barreras te ayudará a encontrar alternativas. 6. Prepárate para contratiempos y obstáculos: No te desanimes si te enfrentas a dificultades o si un día no puedes ejercitarte. Cada pequeño paso cuenta, sin importar qué tan pequeño sea. Recuerda que puedes retomar tu rutina al día siguiente y mantén la determinación hasta alcanzar tus metas. Es importante que hables con tu médico antes de iniciar cualquier programa de ejercicios para asegurarte de que sea seguro para ti, especialmente si tienes condiciones de salud preexistentes o si estás tomando medicamentos. El médico podrá recomendarte las actividades más adecuadas para ti y brindarte consejos personalizados. Si a pesar de hacer ejercicio regularmente sigues experimentando síntomas que afectan tus actividades diarias, es recomendable que consultes con tu médico o un profesional de salud mental. El ejercicio y la actividad física son herramientas útiles para aliviar los síntomas de depresión y ansiedad, pero no deben reemplazar la terapia de conversación (psicoterapia) ni los medicamentos cuando sean necesarios.