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Licenciatura en Enseñanza y Aprendizaje de las matemáticas
Asesora: Asunción Cázares Gómez
REPORTE
DE LECTURA
“Desarrollo de las habilidades socioemocionales con relación al funcionamiento del cerebro adolescente.”
MIRIAM ARELY PEREZ VILLEGAS
 Dentro de la adolescencia hay diversos cambios tanto físicos como psicológicos, en esto el cerebro tiene una parte muy importante porque comienzan a desarrollarse ciertas partes de él, así mismo aumenta la materia gris lo cual de alguna manera nubla la mente y esto implica que a esa edad de la adolescencia no se tomen decisiones conscientes de lo que se está decidiendo, así como de la conducta que toma el adolescente, su postura ante ciertos puntos de la vida, como las normas y reglas en todos los lugares, puesto que no miden la gravedad de la situación y tampoco tienen como tal empatía hacia las personas, se centran más en su mundo, en estar bien ellos, en que lo que piensan, sienten y dicen, es lo correcto e importante a considerar por los demás, pero pierden interés por los demás por lo que les pasa, sucede, pareciendo que se comportan como personas egoístas, pero todo esto es parte de ese cambio y desarrollo que está sucediendo en el cerebro del adolescente y de esa materia gris que aumenta en esa etapa. También suelen querer encontrar un punto de referencia, también el sentido de pertenencia, como el apego hacia ciertas personas buscando un consejo o un refugio para disolver tanta confusión en sus vidas.
 Pero nacen diversas preguntas en torno a ello, como ayudar y apoyar a los adolescentes en esta etapa, como ayudarles a encontrar el equilibrio entre sus decisiones personales y las normas o preocupaciones que los adultos tienen en torno al futuro de los mismos, como apoyarles a encontrar sus propias voces, como marcarles límites y precauciones que a los adultos les han dado resultado, sin que se sientan agredidos o manipulados.
La ciencia llama a esto parenting democrático, un enfoque positivo que está basado en el afecto, el establecimiento de límites y el respeto a la autonomía en fases adecuadas para cada edad. Esta postura es también el enfoque equilibrado para un apego seguro: dar apoyo mientras se favorece también la independencia. De hecho, en eso consiste el apego, en esta forma de proporcionar refugio seguro al mismo tiempo que se facilita la exploración. Se debe procurar que al adolescente desde la infancia se le proporcione un ambiente seguro, de tranquilidad, de protección y que se sientan importantes, que tienen voz y voto, que pueden expresar sus sentimientos sin ser juzgados. Así sobre estos cimientos de apego seguro es como los adolescentes pueden más tarde navegar por los turbulentos rápidos de este tumultuoso viaje con las mejores perspectivas de equilibrio y agilidad.
Debemos recordar que los adolescentes están en continuo cambio y algunas veces se comportan de una manera, con un tipo de identidad, con sentimientos fuertes e intensos y a veces pueden ser de otra manera, sin expresar sentimientos y sin relacionarse con casi nadie. Hay que dejarlos ser como son en cada momento, no quienes los adultos pensamos que deberían ser.
Afortunadamente, los terremotos emocionales y de identidad de esos primeros años dan paso en muchos adolescentes a un estado más estable al superar los años de educación secundaria obligatoria
El bachillerato es el terreno de pruebas definitivo para estos actos de equilibrio de las relaciones, las pruebas de apego a los padres y los nuevos vínculos afectivos con los amigos. Necesitan que los amigos los vean, que se conviertan en importantes figuras afectivas, necesitan estar protegidos por ellos, que los tranquilicen, que los hagan sentirse seguros.
Así mismo lo que servirá mucho en esta etapa de la adolescencia es el ver y reflexionar sobre las cosas que pasan en el interior, en la vida mental subjetiva interna, desarrollando los circuitos que hacen los mapas mindsight los cuales traen percepción o visión interna, así como la habilidad para observar la vida mental interior propia. Permitiendo la penetración que a su vez ayuda a saber quiénes somos en este momento, quienes hemos sido en el pasado y quiénes nos gustaría ser en el futuro próximo. La percepción conecta el pasado, el presente y el futuro, incluyendo así una capacidad de viaje mental en el tiempo que puede aportar una idea clara y plena de quienes somos. También ayuda con la empatía o la habilidad para percibir la vida mental interior de otra persona. La empatía nos permite ver desde la perspectiva de la otra persona e imaginar cuáles son con mayor probabilidad los pasos que vaya a dar su mente. La empatía es una puerta a la compasión y a la amabilidad, y es también una llave a la inteligencia social, ya que nos permite entender las intenciones y necesidades de los demás y así podremos interactuar de una manera mutuamente satisfactoria. Así mismo está la integración, la habilidad para enlazar diferentes partes de una cosa en un todo interconectado. La integración permite que nuestras relaciones sean más gratificantes al respetar diferencias y favorecer las conexiones comprensivas en nuestra forma de comunicar. La integración interiorizada nos ayuda a ensamblar los distintos aspectos de la memoria conectando el pasado, el presente y el futuro de una manera coherente para que la historia de nuestra vida ofrezca una idea clara de quiénes somos.
Pero ¿cómo cambia la estructura física de nuestro cerebro lo que hacemos con el conocimiento de nuestra mente, el hecho de cobrar conciencia de nuestra vida mental subjetiva y hacer después mapas mindsight de nuestro mar interior? Esto ocurre gracias a un proceso que se llama plasticidad neuronal, la capacidad que tiene el cerebro para cambiar sus conexiones como respuesta a la experiencia. Y en este caso, experiencia significa la forma que uno tiene de enfocar la atención.
Cuando prestamos atención a nuestra vida mental interior favorecemos el crecimiento de esas fibras tan importantes para entendernos a nosotros mismos y a los demás. Ayuda a iluminar nuestro propio mar interior y el de los otros. 
Pero ¿qué es ese mar interior? Ese rico mundo interior incluye sentimientos, pensamientos, percepciones, recuerdos, imágenes y sensaciones, además de las intenciones, actitudes, creencias, esperanzas, sueños y deseos, entre otras cosas de las que no somos conscientes, como motivaciones, anhelos e impulsos.

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