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Apuntes sobre el trabajo 19 3

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Apuntes sobre el Trabajo.
Concepto y características
El trabajo y las tensiones producidas por los diferentes actores sociales que participan en el mundo laboral trascienden ámbito académico para instalarse en el centro de nuestra vida diaria. A menudo escuchamos en los medios de comunicación noticias relacionadas con el complejo mundo del trabajo: niveles de empleo, desempleo, negociación colectiva, organizaciones sindicales, salarios, condiciones y medioambiente laboral, ETC.
Se puede decir que esto sucede en un momento muy particular: la economía argentina ha mutado recientemente de un modelo de acumulación basado en la especulación financiera ( 1976-2002) a un proyecto de país que privilegia la producción y el desarrollo del mercado interno. Así es como se inauguró un período de creación de puestos de trabajo, de negociación colectiva, de aumento de salarios y las políticas sociales focalizadas y asistencialistas comenzaron a ser reemplazadas por programas de generación de empleo y capacitación orientada al mismo. Paralelamente la introducción de nuevas tecnologías de información y de comunicación ha modificado la organización del trabajo y la naturaleza e importancia de ramas y sectores económicos.
El trabajo es la actividad clave en la reproducción social de la vida del Hombre, ya que una parte importante de la historia tiene que ver con el problema de la supervivencia y las formas en que la humanidad lo ha resuelto en cada etapa. Se puede decir que la aplicación del trabajo a las formas de producción a efectos de procurar la supervivencia y el bienestar material es el elemento central que ha diferenciado al hombre del resto de los seres vivos.
El trabajo es: Un hecho social, es un proceso en el que se interactúa con otros seres cooperando de forma simple o compleja, procurando dominar a las fuerza de la naturaleza con el objeto de producir bienes y servicios. Una actividad, que realizada en condiciones dignas, permite dar un sentido a la vida y nos hace sentir útiles.
El resultado del trabajo, es un bien o servicio. Al mismo tiempo tiene sentido para quien lo ejecuta, dado que permite el desarrollo personal estableciendo una participación en el proceso productivo y una relación de identificación con el producto resultante.
Evolución histórica del trabajo o la historia como desarrollo de formas de organizar el trabajo humano
La historia de la humanidad es una sucesión consecutiva de modos de organizar el proceso productivo en donde la forma de organización del trabajo ha evolucionado con éstas. La humanidad ha conocido cuatro formaciones: comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo y capitalismo.
Comunidad primitiva: 
El régimen de la comunidad primitiva es, históricamente, la primera forma que la sociedad adopta después de que el hombre se separa del mundo animal, cuando, en un largo proceso de trabajo, adquirió las cualidades que le diferencian del resto de los seres vivos. 
Los instrumentos de trabajo con que la humanidad contaba en las fases iniciales del régimen de la comunidad primitiva no podían ser más rudimentarios: el palo, el hacha de piedra, el cuchillo y la lanza con punta del mismo material; más tarde son inventados el arco y la flecha. Los medios de subsistencia procedían de la caza y la recolección de frutos silvestres, mucho más tarde surgió la agricultura. La única fuerza motora que se conocía era el músculo del hombre. 
El nivel de las fuerzas productivas se encontraba en concordancia con las relaciones de producción que existían entre los hombres. Con aquellos instrumentos de trabajo y armas el individuo aislado era incapaz de hacer frente a las fuerzas de la naturaleza y de proporcionarse el sustento. Únicamente el trabajo en común (la caza, la pesca, etc.) de todos los miembros de la comunidad primitiva, su solidaridad y recíproca ayuda podían asegurarles la obtención de los recursos necesarios para su vida. El trabajo en común traía consigo la propiedad en común de los medios de producción, que era la base de las relaciones de producción en aquella época. No existía la propiedad privada. Las sencillas funciones del gobierno de la comunidad eran ejercidas colectivamente o encomendadas a los hombres más respetados y expertos. 
Con el tiempo, el régimen de la comunidad primitiva entra en la fase de su desintegración. Las causas fundamentales de su decadencia y desaparición residían en el desarrollo de las fuerzas productivas. Los hombres llegan poco o poco a aprender el arte de fundir el metal. Las armas y utensilios de piedra van siendo desplazados por los de metal. Se propaga el empleo del arado con reja metálica, las hachas de metal, las puntas de flecha y lanza de bronce y de hierro, etc. Siguió progresando la agricultura. La domesticación de animales y su empleo como fuerza de tiro para cultivar la tierra elevó considerablemente el rendimiento del trabajo. 
El desarrollo de las fuerzas productivas -de los instrumentos de trabajo y de los hábitos y experiencia de los trabajadores- da lugar a importantes cambios sociales. Cuando se produce la división social del trabajo: el pastoreo se separa de la agricultura; luego las industrias artesanas se constituyen como ocupaciones independientes. Comienza a ampliarse el intercambio de productos del trabajo, primero entre las tribus y después en el seno de la propia comunidad. Gradualmente se hace innecesario el trabajo en común de la comunidad entera. La tribus se descomponen en familias, cada una de las cuales se convierte en una unidad económica autónoma. El trabajo se concentra en dichas unidades, aparece la propiedad privada y se hace posible la explotación: la producción había progresado tanto que la fuerza de trabajo humana rendía ya más de lo necesario para el simple sustento del propio trabajador. 
La necesidad y el deseo de los hombres de aliviar su trabajo y de disponer de reservas para hacer frente a las calamidades naturales movieron a perfeccionar los instrumentos y desarrollar los hábitos de trabajo. Al cambiar los instrumentos de trabajo, preparaban una transformación radical de la sociedad: el paso de la comunidad primitiva al esclavismo. Las fuerzas productivas de la sociedad, al acrecerse, exigían nuevas relaciones de producción entre los hombres. 
El régimen de la esclavitud 
La base de las relaciones de producción de este régimen era la propiedad privada del esclavista no sólo de los medios de producción, sino también de los propios trabajadores: los esclavos. Esta propiedad del esclavista sobre los esclavos y cuanto ellos producían venía impuesta por el nivel del desarrollo de las fuerzas productivas de la época, suficientemente alto para que fuese posible la explotación de los trabajadores. Esto podía hacerse únicamente privando a los explotados de toda clase de derechos y aplicándoles las medidas de coerción más feroces. 
El cambio de las relaciones de producción revolucionó asimismo las esferas restantes de la vida social. 
Las relaciones de colaboración y solidaridad, propias de la comunidad primitiva, dejaron paso a relaciones de dominación de una parte de la sociedad sobre la otra, a relaciones de explotación, de opresión y de hostilidad irreductible. La sociedad se escindió en clases antagónicas: la de los esclavistas y la de los esclavos. 
La época de la esclavitud aportó a los trabajadores terribles calamidades y sufrimientos. “Los intereses más viles, la baja codicia, la brutal avidez por los goces, la sórdida avaricia, el robo egoísta de la propiedad común, inauguran la nueva sociedad civilizada; los medios más vergonzosos -el robo, la violencia, la traición- minan la antigua sociedad de las tribus, sociedad sin clases, y la conducen a la perdición” así describe Engels la época de transición del régimen de la comunidad primitiva al esclavista. 
La feroz explotación de que eran objeto los esclavos provoca en ellos una desesperada resistencia. Para aplastarla no servían los viejos órganos de gobierno de las tribus; se requería un aparato especial de violencia, y ésta fue la primeraforma que tomó el Estado. La nueva institución estaba llamada a proteger la propiedad de los esclavistas y asegurar la afluencia constante de esclavos; a esta situación eran reducidos los prisioneros de guerra y los deudores insolventes. A la vez que el Estado, nació el Derecho, o sistema de normas y prescripciones jurídicas que expresaban la voluntad de la clase dominante y estaban respaldados por la fuerza coercitiva del Estado. Entre los opresores se fue extendiendo poco a poco el desprecio al trabajo físico, en el que empezó a verse una ocupación indigna del hombre libre; se fue arraigando la idea de la desigualdad de los hombres. 
Y a pesar de todo esto, el régimen esclavista significaba un gran paso adelante en el progreso de la humanidad. Prosiguió la división social del trabajo: entre la agricultura y las industrias urbanas y entre estas últimas también. La división del trabajo significaba, a su vez, la especialización y perfeccionamiento de los instrumentos y un nuevo caudal de experiencia de trabajo. En la agricultura, junto al cultivo de cereales aparecieron ramas nuevas (horticultura, fruticultura, etc.). Se inventaron nuevas herramientas como el arado de ruedas, la guadaña y otros. La fuerza muscular del hombre se ve completada en gran escala por la de los animales. El trabajo de masas de esclavos permitía la construcción de presas y sistemas de riego, de caminos y de barcos, de conducciones de agua y de grandes edificios urbanos. Y cuando parte de los miembros de la sociedad quedaron libres de la participación directa en la producción, se crearon las condiciones para el progreso de la ciencia y de las artes. 
Pero llegó, sin embargo, un tiempo en el que se agotaron las posibilidades de progreso que el modo esclavista de producción implicaba; sus relaciones de producción se convirtieron en una traba que dificultaba el desarrollo de las fuerzas productivas. Los esclavistas, disponiendo como disponían del trabajo barato de los esclavos, no mostraban interés por el perfeccionamiento de los instrumentos de producción. A mayor abundamiento, no se podía confiar al esclavo instrumentos complicados y costosos, puesto que no tenía el menor interés en el resultado de su trabajo. El desarrollo de las fuerzas productivas imponía cada vez más imperiosamente el desarrollo de nuevas relaciones de producción. 
El régimen feudal 
La base de las relaciones de producción de este régimen es la propiedad de los señores feudales sobre los medios de producción, y, en primer lugar, sobre la tierra. Esta era distribuida por el rey entre sus allegados, a cambio de lo cual éstos habían de prestarle apoyo militar. Los campesinos dependían personalmente de los señores, pero ya no constituían propiedad de ellos. En la sociedad feudal se conocía también la propiedad de los campesinos y artesanos. El siervo recibía un lote de tierra, tenía su economía individual cuyos productos, una vez satisfechas las cargas debidas a su señor, quedaban a disposición de él. 
Esta característica de las relaciones de producción abría nuevas posibilidades para el incremento de las fuerzas productivas. El productor directo tenía ya cierto interés material en el resultado de su trabajo. Por eso no rompía ni estropeaba los aperos e instrumentos, sino que, al contrario, los cuidaba celosamente y los perfeccionaba. La agricultura conoció nuevos progresos y se extendió el abonamiento de los campos. 
Aún fueron más importantes los éxitos de las industrias artesanas, que proporcionaban aperos para el campo, objetos para el uso de los señores feudales y comerciantes, utensilios, armas y pertrechos militares. El progreso de las industrias artesanas y del comercio favoreció el crecimiento de las ciudades, que con el tiempo se convirtieron en grandes centros económicos, políticos y culturales, en la cuna del nuevo modo capitalista de producción. 
En la época del feudalismo se hicieron numerosos descubrimientos relevantes que ejercieron gran influencia en la historia de la humanidad: los hombres aprendieron a construir barcos de vela apropiados para largos viajes, a preparar sencillos instrumentos ópticos (anteojos, catalejos), inventaron la brújula, la pólvora, el papel, la imprenta y el reloj de cuerda. Se perfeccionó la fabricación de metales. A la energía muscular del hombre y de los animales se fue sumando cada vez más la fuerza del viento (molino de viento, barco de vela) y de las caídas de agua (molino de agua, rueda hidráulica, el motor más primitivo que se empleó extraordinariamente en la Edad Media). 
El cambio de las relaciones de producción propias del esclavismo por las feudales trajo consigo grandes modificaciones en toda la vida de la sociedad. 
Cambió la estructura de clase. La clase dominante pasó a ser la de los señores feudales, que eran los propietarios de la tierra. La otra clase fundamental de la sociedad feudal era la de los campesinos siervos. Las formas de la explotación, aunque un tanto suavizadas en comparación con la esclavitud, eran extraordinariamente duras. Los siervos trabajaban movidos por estímulos puramente económicos, por su interés material, únicamente en sus lotes de tierra. Sin embargo, la mayor parte del tiempo lo dedicaban a trabajar para el señor, sin que por ello percibiesen remuneración alguna. Lo que principalmente les hacía trabajar en este caso era el temor al castigo, la pena que ello acarreaba y la amenaza de perder todos sus bienes personales, de los cuales podía desposeerlos el señor. 
Para explotar y mantener sujetos a los campesinos, el Estado feudal había de recurrir a la fuerza armada de que disponía no sólo el poder central, sino también cada señor. Este, dentro de sus feudos, era el dueño absoluto, señor de horca y cuchillo. 
Con el tiempo, el desarrollo de las fuerzas productivas choca con las relaciones de producción imperantes en el feudalismo y la superestructura política e ideológica que tales relaciones predeterminaban. Los campesinos fueron luchando con más empeño cada vez contra la opresión feudal por obtener el derecho a disponer libremente de los productos de su trabajo. Aspiraban a eximirse de las cargas feudales a fin de obtener medios para mejorar su hacienda, etc. Junto a los pequeños talleres artesanos aparecen grandes manufacturas basadas en el trabajo artesano, pero en las cuales las distintas operaciones estaban muy especializadas y se empleaba a operarios no sometidos a servidumbre. 
Las ciudades, bastión de la joven burguesía, experimentaron un intenso desarrollo. El comercio fue alcanzando mayor amplitud cada vez. Con ayuda de las tropas reales los mercaderes se apoderaban de nuevos mercados en ultramar. El incremento del intercambio condujo, a su vez, a un rápido progreso de la producción. A esto contribuyeron también los descubrimientos científicos y técnicos realizados en los siglos XVI y XVII. 
Poco a poco, en el seno del régimen feudal se fue estructurando el nuevo modo capitalista de producción. Para que se desenvolviera libremente hacía falta que se pusiera fin al sistema feudal. La burguesía -clase portadora del nuevo modo de producción- necesitaba un mercado de trabajo «libre», es decir, hombres emancipados de la servidumbre y sin propiedad, a los cuales empujase el hambre a las fábricas. Necesitaba un mercado nacional. Pugnaba por la supresión de los impuestos destinados al sostenimiento de la Corte, con los numerosos nobles que vivían a su arrimo, y la anulación de los privilegios estamentales. Pugnaba por imponer libremente su voluntad en todos los órdenes de la vida social. 
Alrededor de la burguesía se agrupaban todas las clases y capas sociales descontentas con el feudalismo: desde los siervos de la gleba y la gente humilde de las ciudades, víctimas de la miseria, la humillación y toda clase de desafueros, hasta los hombres de ciencia y escritores avanzados a quienes, cualquiera que fuese su origen, asfixiaba el yugo espiritual del feudalismo y de la Iglesia. 
Comenzó la época de las revoluciones burguesas. 
El régimen capitalista 
La base de las relacionesde producción del capitalismo es la propiedad privada de la clase capitalista sobre los medios de producción. Los trabajadores en esta etapa están emancipados de la dependencia personal, pero obligados a vender su fuerza de trabajo, como medio de vida puesto que carecen de medios de producción. 
Las relaciones de producción del capitalismo abrieron amplias posibilidades de desarrollo a las fuerzas productivas. Apareció y progresa rápidamente la gran producción maquinizada, basada en el aprovechamiento de fuerzas tan poderosas como el vapor y, más tarde, la electricidad, y en la amplia aplicación de la ciencia. El capitalismo llevó a cabo la división del trabajo no sólo dentro de cada país, sino también entre los distintos países, creando así el mercado mundial y, luego, el sistema mundial de economía. 
Y una vez más, el cambio del modo de producción trajo consigo modificaciones en toda la vida social. 
Las clases fundamentales de la sociedad son ahora los capitalistas y los obreros. A diferencia de los sistemas anteriores ( feudalismo y esclavismo) el capitalista no suele necesitar la fuerza para obligar a que trabajen en su beneficio. El obrero, carente de medios de producción, se ve reducido a hacerlo «voluntariamente» por no tener otro medio de vida. Las relaciones de dominación se hallan ahora encubiertas por la libre contratación de los obreros por los patronos, por la libre compraventa de la fuerza de trabajo. 
Estos cambios en lo económico tienen como correlato cambios en las formas de organización política. El poder ilimitado del monarca hereditario desaparece, deja paso a la república democrática; se proclaman las libertades políticas de los ciudadanos y la igualdad de todos ante la ley. Esto es lo que mejor correspondía a los principios de una libre competencia, del libre juego de las fuerzas económicas que durante largo tiempo sirvieron de base al capitalismo. 
Se da un fuerte antagonismo entre un sistema político que supone “gobierno de todos y para todos” y un sistema económico que no puede resolver la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma privada de la apropiación generando una cada vez mayor concentración de riqueza en pocas manos.
En este contexto se produce un debate entre dos corrientes: una liberal que sostiene que el estado no debe intervenir en la economía, que el mercado a través del libre juego de la oferta y la demanda resolverá los principales problemas de asignación de recursos en una economía, que ésta tenderá naturalmente al pleno empleo y que luego de la acumulación de riquezas se producirá un efecto derrame por medio del cual los frutos del crecimiento llegaran a todos.
Otra corriente que sostiene, que el rol del estado es fundamental para corregir una serie de problemas que el mercado por sí solo no soluciona básicamente la desigualdad, la tendencia al desempleo y a las crisis y la tendencia a la monopolización de la producción.
El debate entre estas dos corrientes, es el punto neurálgico de cualquier discusión en el mundo actual capitalista contemporáneo, y la síntesis de da en cada país, con distintas combinaciones de estado y mercado.
El trabajo como generador de valor
Existen distintas teorías que intentan explicar la causa del valor de las mercancías. Algunas de ellas son de naturaleza subjetiva y guardan relación con la satisfacción, el placer o con la utilidad que brinda un determinado bien a su consumidor. En otros casos, el valor estaría dado por la relativa escasez de un bien. Por otro lado, se asigna al mercado la función de señalar los precios, considerando a éstos como la expresión del valor. En estas teorías el trabajo es uno de los dos o tres factores de producción.
Desde el surgimiento de la Economía Política, en la obra “La Riqueza de la Naciones” el escoses Adam Smith comenzó a identificar al trabajo como la verdadera razón de la existencia de valor. Esta teoría fue perfeccionada por David Ricardo y profundizada por Karl Marx quien desarrollo la teoría de valor afirmando “que el trabajo socialmente necesario para producir una mercancía es el principal fundamento de valor de la misma”. O sea detrás de cualquier intercambio de mercancías se están intercambiando distintas cantidades de trabajo, y este trabajo es el que ha generado el valor de las mismas.
Esta teoría tiene un fundamento fuerte ya que identifica una fuente objetiva de valor, que no dependa de los gustos o de la moda que son inestables, ni del poder de compra de los eventuales consumidores, sino del esfuerzo realizado, el tipo de trabajo y del tiempo aplicado. Dentro de un determinado valor pueden haber oscilaciones de precios dadas por factores subjetivos pero el valor es el dado por la cantidad de trabajo socialmente incorporada que tiene el bien. 
Los bienes, en tanto que valores de uso, tienen también valor de cambio por el hecho de ser la materialización del trabajo humano. Dicha magnitud de valor se mide por la cantidad de sustancia generadora de valor que contienen, es decir de trabajo, y la cantidad de trabajo se mide principalmente por el tiempo de su duración en sus diversas unidades de medida: día, horas, meses, etc. 
El tiempo de trabajo convertido en unidades de trabajo, pasaría a constituir la unidad de valor. 
A medida que aumenta la productividad del trabajo, disminuye el tiempo necesario para producir una misma unidad de mercancía. Si la mercancía es el trabajo, puede decirse entonces que se ha logrado una cierta desvalorización de la fuerza de trabajo y, con ello, un aumento del excedente. 
Distintos enfoques de análisis de la economía laboral
El análisis económico del trabajo, las variables que en él intervienen y sus interrelaciones son fundamentales tanto para poder comprender el funcionamiento del mundo del trabajo como para el diseño de la política económica de un país. 
 
Enfoque neoclásico
 La teoría neoclásica analiza el fenómeno del mercado laboral, sin considerar el contexto histórico y estructural en el que dicho fenómeno se desarrolla. Es decir que sus análisis tienen la particularidad de ser ahistóricos y realizados en una suerte de vacío institucional. En este contexto de determinismo económico con que se realizan los abordajes, no hay lugar para la acción gubernamental, ni para la consideración de otro tipo de cuestiones sociales o políticas. A su vez, está implícita la idea de armonía y la consecución del equilibrio.
El análisis evoluciona en términos de una sucesión de equilibrios estáticos en cada uno de los mercados de que se trate (mercado de bienes, de capital, de dinero, etc.). En línea con esta idea, el mercado laboral es entendido como uno más que se suma a la aplicación de la teoría del precio (por interacción entre oferta y demanda) y el principio de la escasez (todo lo que abunda es barato y todo lo que escasea es caro). 
La idea subyacente a la operatoria del mercado laboral es el pleno empleo, vale decir que en caso de existir desempleo este será voluntario debido a que los trabajadores no aceptan trabajar por un salario inferior al determinado en el equilibrio del mercado. La subutilización de la fuerza de trabajo sólo se admite en el modelo en un sentido restringido, a partir de las excepciones a la regla de la competencia denominados casos “especiales”, los cuales serán analizados más adelante en el presente capítulo.
El trabajo, una mercancía más: supuestos y determinantes 
En el mercado laboral, al igual que en cualquier otro, interactúan la oferta y la demanda de trabajo, los asalariados son los oferentes y los empleadores los demandantes. El salario real equilibra las cantidades ofertadas y demandadas, representando entonces el precio del trabajo o de la fuerza de trabajo. Los recursos del trabajo son, de esta manera, tratados como cualquier otro recurso.
Los conceptos de utilidad y productividad marginales son centrales. Por una parte, el trabajador se encuentra ante una diversidad de opciones (incluida la del ocio) y elige una de ellas a efectos de maximizar su utilidad.Así, ofrecerá su trabajo hasta el punto en que el salario sea igual a la desutilidad marginal del trabajo, punto en el cual preferirá el ocio. Por su parte las empresas contratan personal intentando maximizar sus beneficios, siempre que la productividad marginal de un trabajador sea mayor a su costo de contratación (salario). Es decir que, la demanda de mano de obra es función del salario (y este último es función de la productividad marginal del trabajo). Asimismo, el marco teórico neoclásico, supone una elevada sustitución tecnológica en la producción (entre la mano de obra y el capital). Queda claro, entonces, que la demanda de empleo es elástica con respecto al salario.
Dicho de otra forma, los salarios igualan a la productividad marginal (desde el punto de vista del empresario) y también a la desutilidad marginal del trabajo (desde el punto de vista del trabajador, el costo de elegir una unidad adicional de trabajo en lugar del ocio). Las empresas no pagarán mayores costos salariales que el producto marginal del trabajo, y los trabajadores ofrecerán una cantidad de horas tal que el salario real que obtengan les compense la desutilidad marginal de trabajar.
Las fuerzas inherentes al mismo se desplazan mediante las curvas de oferta y demanda a lo largo del tiempo, determinando diferentes niveles de equilibrio en cada momento del tiempo. Los resultados variarán según los desplazamientos que se vayan dando en la oferta y la demanda del mercado del trabajo, en función de diversos factores. Por ejemplo: volumen de la población en edad de trabajar, preferencias de los individuos, volumen de capital acumulado, etc.
La idea de competitividad en el mercado laboral indica que cuando los salarios reales se elevan por encima del nivel de equilibrio, la fuerza de trabajo se halla voluntariamente desocupada porque se niega a aceptar una reducción del salario real. 
El mercado de trabajo según el equilibrio neoclásico 
Existe un nivel de salario de equilibrio (WE) al cual le corresponde la igualación de la oferta (LS) y la demanda de trabajo (LD). Este nivel de salario induciría un nivel de contratación de mano de obra propio del pleno empleo (E). En la situación de equilibrio todos aquellos que deseen trabajar encontrarán ocupación. A su vez, el salario de mercado es igual a la productividad marginal del trabajo en ese punto. Si el mercado no se encontrara en dicha posición pero fuera competitivo, surgirían fuerzas de mercado que llevarían a la economía a la posición de equilibrio (observar el sentido de las flechas desde los puntos A y B hacia el punto de equilibrio). Por ejemplo, un exceso de mano de obra en el mercado inducirá competencia entre los trabajadores ocupados y los desocupados, así estos últimos se dispondrán a trabajar por un salario inferior al vigente y el ajuste final implica que se llega al punto de equilibrio. Un proceso similar se daría, pero en dirección opuesta, si el salario estuviera por debajo de su valor de equilibrio. El déficit de mano de obra que se generaría haría que los empresarios se dispongan a elevar el salario que ofrecen y que compitan entre ellos por la fuerza de trabajo existente.
Situaciones atípicas de alejamiento del pleno empleo
El esquema neoclásico considera que las situaciones que se alejen de lo planteado anteriormente son atípicas y generan desempleo abierto o estructural. Estas pueden ser las siguientes:
· ausencia de competencia en el mercado: se produce cuando las fuerzas endógenas propias del mercado no operan libremente llevando la economía a la situación de equilibrio y el desempleo se manifiesta en forma crónica.
· fijación del nivel de salario determinado por disposiciones legales o negociaciones sindicales.
· oferta y demanda del mercado de trabajo no tienen punto de intersección: se trata de una situación extrema, que implica una disponibilidad de mano de obra excedente a cualquier nivel de salario. 
Enfoque Keynesiano
Crítica al supuesto del pleno empleo 
La Teoría General de Keynes parte de una crítica a la teoría que él denomina “clásica” pero en realidad se refiere a los autores que hoy conocemos como neoclásicos. Keynes cuestiona el supuesto básico de pleno empleo, por cuanto este autor enmarca su obra en el período de entreguerras durante el cual se produjo la Gran Depresión (década del ’30), un desempleo estructural respecto del cual la teoría imperante en ese entonces no podía brindar explicaciones.
En tal sentido, Keynes intenta demostrar que la situación normal de la economía no es el pleno empleo, sino que el nivel de actividad económica es fluctuante y que existe posibilidad de intervenir en la economía para modificar dicho nivel. Introduce de esta forma la noción de desempleo involuntario, el cual se origina principalmente por una insuficiencia de inversión. 
Cuestionamientos a los postulados “clásicos” 
Keynes analiza dos postulados centrales de la teoría “clásica”, con respecto al primero plantea objeciones y el segundo es rechazado de plano. Tales postulados ya mencionados son:
· el salario real es igual a la productividad marginal del trabajo (visión del empresario)
· el salario real -la utilidad del salario- es igual a la desutilidad marginal del trabajo (visión del trabajador)
Con relación al primer postulado, Keynes plantea que el producto marginal del trabajo disminuye a medida que la ocupación aumenta debido a que opera la ley de la productividad marginal decreciente. Entonces existiendo rendimientos decrecientes para las empresas, los salarios reales deben disminuir cuando la ocupación aumenta.
En cuanto al segundo postulado, Keynes lo rechaza debido a que daría cuenta de una desocupación “voluntaria”, cuestionando la idea de que los trabajadores no aceptan trabajar por debajo de un mínimo de salario real existente. Para Keynes los trabajadores reclaman un salario nominal y no un salario real. Asimismo, rechaza la idea de que los trabajadores pueden modificar sus salarios reales a partir de los contratos celebrados con los empresarios, con lo cual los trabajadores podrían reducir su salario real a efectos de ajustarlos a la productividad marginal de su trabajo. 
La introducción del dinero en los contratos de trabajo es para Keynes el factor explicativo de la no igualación del salario real con la desutilidad marginal del trabajo en el momento en que oferta y demanda concurren al mercado. Keynes niega que el poder adquisitivo del salario pueda ser conocido con perfecta certidumbre al celebrarse los contratos.
Para Keynes ocurre lo contrario: la fuerza de trabajo está dispuesta a incrementar y no a reducir su oferta, debido a la situación de paro general existente en la economía.
El desempleo involuntario y el principio de la demanda efectiva
Para Keynes, la desocupación involuntaria se define de la siguiente forma: “Los hombres se encuentran involuntariamente sin empleo cuando, en caso de que se produzca una pequeña alza en el precio de los artículos para asalariados, en relación con el salario nominal (o sea disminuye el salario real) tanto la oferta total de mano de obra dispuesta a trabajar por el salario nominal corriente como la demanda total de la misma a dicho salario son mayores que el volumen de ocupación existente” 
De esta forma, el desempleo involuntario surge a consecuencia de una demanda efectiva insuficiente como para requerir un volumen de producción que posibilite el pleno empleo de la mano de obra disponible. Queda claro que para Keynes el desempleo no se debe, como sostenían los neoclásicos, a un problema de funcionamiento del mercado de trabajo sino que es un desequilibrio propio del sistema económico que no consigue espontáneamente elevar la producción a un nivel de utilización plena de los recursos.
El desempleo involuntario implica que existe mano de obra desempleada que desea trabajar incluso aceptando un nivel de salario inferior al vigente. Según la teoría neoclásica al disminuir los salarios reales el volumen de empleo aumentaba (la demandade fuerza de trabajo sería mayor), vemos que para Keynes esta situación no se da. Todo lo contrario, la postura keynesiana no ve en la baja de los salarios norminales la solución para el desempleo sino que en realidad aumentaría el desempleo involuntario, ya que al disminuir la demanda efectiva también disminuiría la producción y luego la demanda de fuerza de trabajo.
La situación del mercado de trabajo depende directamente de la situación que prevalece en el mercado de bienes y en el mercado de dinero, debido a la aplicación del principio de la demanda efectiva. En palabras de Keynes: “es la propensión a consumir y el monto de las nuevas inversiones lo que determina conjuntamente el volumen de empleo, y es el volumen de empleo lo que determina de manera única el nivel de los salarios reales, y no a la inversa”.
La situación del mercado de trabajo en términos keynesianos
En el eje vertical se mide el salario monetario (W), la oferta de trabajo a dicho nivel de salario monetario es perfectamente elástica hasta alcanzar el pleno empleo. 
La pendiente negativa de la demanda de trabajo refleja el hecho de que el sistema económico opera con costos marginales crecientes. Dado que los costos marginales crecen conforme aumenta el empleo, la ocupación puede expandirse hasta el punto que se cruzan la oferta y la demanda de trabajo. En la intersección se determina el salario real de equilibrio, satisfaciéndose así el primer postulado clásico (salarios reales = productividad marginal). El nivel de empleo resultante Eo no tiene por qué coincidir con la ocupación plena. A diferencia de la propuesta neoclásica, en este esquema la política de salarios monetarios flexibles no brinda solución para el desempleo. La demanda monetaria global D1 cae proporcionalmente al descenso de la unidad de salarios, dejando intacto el empleo y los salarios reales. Por esto, el mercado de trabajo no contiene mecanismos autoequilibrantes como supone la economía neoclásica. De esta forma, la propuesta desde el keynesianismo consiste en el adecuado manejo de la demanda agregada.
Diferencias en las recomendaciones de política económica a partir de la visión neoclásica y de la keynesiana
Las diferencias entre neoclásicos y keynesianos en lo que hace a recomendaciones de política económica son, entonces, notables. Es claro que para los neoclásicos la desocupación surge por cuestiones atípicas, alejadas de la competencia del mercado que se autorregula y siempre llega al equilibrio. En línea con esta visión toda interferencia estatal o sindical en materia salarial es siempre mal vista. 
El enfoque neoclásico ve como negativa la participación de sindicatos y gremios en la negociación salarial, ya que impiden que los trabajadores entiendan la conveniencia de una caída de su ingreso real para hacerlo compatible con la productividad marginal del trabajo acorde al pleno empleo.
Cabe entonces la recomendación de atenuar todas aquellas restricciones que atenten contra la libre competencia. Entre ellas, evitar la formación de coaliciones de empresarios o de trabajadores u otras prácticas industriales restrictivas, o bien eliminando de pleno cualquier tipo de intervención estatal. 
Es un concepto central la promoción de la competencia en el mercado de trabajo, en el sentido de profundizar sobre la idea del libre funcionamiento de los mercados económicos. Los intentos por disminuir la desutilidad marginal del trabajo y propiciar la flexibilidad salarial surgen por derivación de este andamiaje de ideas. La solución al desempleo se da a partir de la disminución de los salarios reales, lo cual supone una reducción generalizada de los salarios nominales acompañada por una disminución menos que proporcional de los precios.
Toda política dirigida a resolver el problema del empleo debe concentrarse en el abaratamiento de los costos de contratar trabajo, ya sea vía reducción de salarios o mediante el otorgamiento de subsidios a los empresarios que les permitan reducir la incidencia del costo del trabajo.
Otro tipo de medidas tendientes a combatir el desempleo no tienen lugar dentro del esquema neoclásico, es decir que la generación de empleos vía el estímulo del nivel de actividad económica es desestimado en este planteo.
Keynes, a diferencia de lo anterior, pone el énfasis en la necesidad de la intervención estatal para lograr un nivel de demanda agregada que permita aumentar la producción y consecuentemente el empleo. 
Para Keynes no existe un verdadero mercado de trabajo en el sentido que lo entendían los clásicos y neoclásicos. Para Keynes el trabajo no se considera una mercancía más, entonces el salario no es verdaderamente su precio sino que éste es fijado exógenamente por los convenios colectivos de trabajo (CCT), se trata de un salario monetario y no de un salario real. El salario se fija independientemente del volumen de empleo, no hay entonces una relación directa o funcional entre salario y cantidad de empleo. Por esto Keynes no aceptaba la propuesta de bajar los salarios nominales para reducir el desempleo. Si bajan los salarios los empleadores no van a tomar más personal porque ya tienen la mano de obra necesaria para hacer frente al volumen de producción establecido por la demanda efectiva.
En la postura keynesiana, el salario real no puede determinar el nivel de empleo ya que este último depende del volumen de la producción, que a su vez es determinada por la demanda efectiva.
Keynes propone intervenir sobre el nivel de demanda agregada, incrementando la inversión para que se genere de esta forma un aumento de la producción y del empleo que redundan en un incremento de ingresos para la sociedad, por ende aumenta el consumo y la demanda efectiva. Se requiere una activa intervención del Estado regulando entre otras cosas la tasa de interés, que es un determinante fundamental de la inversión, a efectos de estimular la demanda agregada para que ésta alcance una posición de pleno empleo que no podría alcanzar de no ser por la intervención gubernamental.
Enfoque Marxista.
La categoría de trabajo productivo es central en Marx y la premisa básica de la cual parte todo su análisis vinculado al mercado de trabajo. Es a partir del trabajo productivo del cual surge un excedente susceptible de ser acumulado como capital, por ende el origen de la desigualdad social que encuentra su raíz en el mercado laboral.
El enfoque marxista es, a todas luces, lo opuesto a la visión neoclásica por cuanto la evolución del contexto histórico y estructural son centrales a la hora de indagar sobre la naturaleza del fenómeno laboral. No se trata de una teoría que puede aplicarse a cualquier circunstancia histórica tal como lo establece la visión neoclásica.
En virtud de la complejidad de la evolución del cambio social se desprende la idea de desequilibrio y conflicto, no existe armonía en materia de distribución del ingreso y el mercado laboral es foco de tales pujas.
Funcionamiento del mercado laboral: centralidad de la acumulación de capital, inexistencia de pleno empleo, ejército industrial de reserva, caída de salarios, incremento de la ganancia del capital
En lo que hace a la demanda de trabajo, la misma está liderada por la acumulación de capital lo cual implica que no tienen cabida en este esquema las decisiones individuales con respecto al nivel de salario como ocurre en el planteo neoclásico. Para Marx la capacidad de las economías industriales para crear puestos de trabajo parte de la disponibilidad de equipos productivos. 
A su vez, las opciones tecnológicas de cada período influyen en la relación capital-trabajo modificando el carácter de la misma a lo largo del tiempo. Marx destaca que el avance tecnológico hacia formas más intensivas en capital, propiciado por los capitalistas, reduce paulatinamente la capacidad de crear empleo. De aquí se desprende la idea de la generación de un “ejército industrial de reserva” y un consecuente progresivo decrecimiento de los salarios. La contrapartida de estasituación consiste en el incremento de la tasa de ganancia de los capitalistas.
Por el lado de la oferta de trabajo, esta se ve incrementada por el crecimiento vegetativo de la población y a su vez por la expulsión de mano de obra producto de la tendencia del capitalismo a concentrar la producción en pocas manos. Este flujo permanente y sistemático de excedente de mano de obra redunda en situaciones crónicas de desempleo e instala una presión constante hacia la baja del salario. Por todo esto, la idea de desequilibrio es central y se vincula con un avance a lo largo del tiempo en la pauperización progresiva de los trabajadores. A diferencia del planteo neoclásico, en el esquema marxista los salarios bajos no inducen mayor ocupación sino únicamente una mayor tasa de ganancia para los capitalistas.
Determinación del salario: la lucha de clases
Como se mencionó, el salario se determina entonces de manera autónoma con respecto al nivel de empleo. El proceso de ajuste determina que el mismo se aproxime al denominado “valor de la fuerza de trabajo”, si bien el mercado induce presiones alcistas y bajistas siempre rondará en torno de ese valor. Este último se relaciona con la cantidad de medios de consumo que se consideran necesarios en diferentes momentos históricos para garantizar la supervivencia y reproducción de la clase trabajadora, lo cual implica que su definición puede variar con el tiempo.
Marx postula como factor regulador del nivel de salario la oposición de intereses entre clases sociales. Así, trabajadores y el capitalistas dirimen su conflicto de distribución en base a la lucha de clases. Es decir que se introduce una variable de tipo social y política, no tenida en cuenta en los anteriores enfoques, que permitirá introducir cambios en el concepto salarial de subsistencia para cada período.
Desempleo
La presencia de un elevado desempleo es un problema tanto económico como social. Como problema económico, es un despilfarro de valiosos recursos. Como problema social es una fuente de enormes sufrimientos, ya que los trabajadores desempleados tienen que sobrevivir sin una fuente de ingresos. Durante los períodos de elevado desempleo, las dificultades económicas también afectan a sus emociones y a la vida familiar.
De cuando en cuando, los países experimentan un elevado desempleo que persiste durante largos períodos, a veces hasta diez años. Es lo que ocurrió en Estados Unidos durante la Gran Depresión, que comenzó en 1929. En unos pocos años, el desempleo aumentó afectando a casi una cuarta parte de la población trabajadora, mientras que la producción industrial se redujo a la mitad. Otro ejemplo y más cerca de nuestra realidad se encuentra de la mano del modelo económicos llevado a cabo en la argentina durante la década del 90.
Tasa de desempleo 
Las cifras sobre el trabajo y el desempleo se encuentran entre los datos económicos más minuciosos y más amplios de un país. Se obtienen periódicamente mediante un procedimiento conocido con el nombre de encuesta de población activa o permanente de hogares. 
La encuesta divide a la población de 16 años o más años en cuatro grupos:
· Ocupados. Son las personas que han realizado trabajo remunerado, así como las que tienen empleo pero están ausentes por enfermedad, huelgas o vacaciones.
· Desempleados. Son las personas que no están ocupadas, pero que han buscado trabajo activamente o están esperando volver a trabajar. Más exactamente, una persona está desempleada si no está trabajando y ha realizado esfuerzos específicos por encontrar empleo durante las cuatro últimas semanas, 2) ha sido suspendida de empleo y está esperando a ser llamada nuevo o 3) está esperando a ocupar un trabajo el mes siguiente. Además debe declarar que ha hecho un esfuerzo concreto (como acudir a empresas locales responder a anuncios de ofertas de trabajo) por encontrar un empleo.
· Inactivos. Esta categoría comprende el porcentaje de la población adulta que está estudiando, realizan tareas domésticas, jubilada, demasiado enferma para trabajar o que simplemente no está buscando trabajo
· Población activa. Comprende las personas que están ocupadas y las desempleadas.
La tasa de desempleo se calcula como el número de desempleados dividido por la población activa, y se expresa en forma de porcentaje. Es decir, no es una proporción entre el total de la gente desempleada y el total de la población, sino entre el total de gente desempleada y el de aquélla que se denomina "económicamente activa".
3. Causas  	
Los economistas han descrito las causas del desempleo como friccionales, temporales, estructurales y cíclicas.
El desempleo friccional se produce porque los trabajadores que están buscando un empleo no lo encuentran de inmediato; mientras que están buscando trabajo son contabilizados como desempleados. La cuantía del desempleo friccional depende de la frecuencia con que los trabajadores cambian de empleo y del tiempo que tardan en encontrar uno nuevo. El cambio de empleo se produce a menudo y un importante porcentaje del desempleo es friccional y sólo dura un corto espacio de tiempo. Esta clase de desempleo se podría reducir de alguna manera con servicios de colocación más eficientes. Sin embargo, siempre que los trabajadores puedan abandonar libremente su trabajo se producirá un desempleo cíclico.
El desempleo temporal o estacional es el que varía con las estaciones del año debido a fluctuaciones estacionales en la oferta o demanda de trabajo se produce cuando las industrias tienen una temporada de baja, como durante el invierno en la industria de la construcción o en otros sectores de producción cuyas tareas se realizan a la intemperie. También se produce al finalizar el año escolar, cuando muchos estudiantes y licenciados se ponen a buscar trabajo. 
El desempleo estructural corresponde técnicamente a un desajuste entre oferta y demanda de trabajadores. Esta clase de desempleo es más pernicioso que el desempleo estacional y el desempleo friccional. En esta clase de desempleo, la característica de la oferta suele ser distinta a la característica de la demanda lo que hace probable que un porcentaje de la población no pueda encontrar empleo de manera sostenida. Estos desequilibrios pueden deberse a que la capacitación, la localización o las características personales no sean las adecuadas. Por ejemplo, los desarrollos tecnológicos necesitan nuevas cualificaciones en muchas industrias, y dejan sin empleo a aquellos trabajadores cuya capacitación no está puesta al día. Una fábrica de una industria en declive puede cerrar o desplazarse a otro lugar, despidiendo a aquellos trabajadores que no pueden o no quieren desplazarse. Los trabajadores con una educación inadecuada, o los trabajadores jóvenes y los aprendices con poca o ninguna experiencia, pueden no encontrar trabajo porque los empresarios creen que no producirán lo suficiente como para que merezca la pena pagarles el salario mínimo legal o el salario pactado en el convenio colectivo con los sindicatos. Por otro lado, incluso los trabajadores muy cualificados pueden estar desempleados si no existe una demanda suficiente de sus cualificaciones. Si los empresarios discriminan a algún grupo en razón de su sexo, raza, religión, edad o nacionalidad de origen, se puede dar una alta tasa de desempleo entre estas personas aunque haya muchos puestos de trabajo por cubrir. El desempleo estructural es especialmente relevante en algunas ciudades, profesiones o industrias, para aquellas personas con un nivel educativo inferior a la media y para otros grupos de la fuerza laboral. Las características principales que advierten de un desempleo de tipo estructural son:
· Desajuste sostenido entre la calidad y características de la oferta y la demanda.
· Desadaptación del conjunto de los actores económicos respecto a la economía externa e incapacidad del mercado interno para paliar esa diferencia.
· Obsolescencia de un modelo productivo determinado.
El desempleo cíclico o por insuficiencia de demanda es el resultado de una faltade demanda general de trabajo. Cuando el ciclo económico cae, la demanda de bienes y servicios cae también y, por lo tanto, se despide a los trabajadores.
Un aspecto político muy relevante se refiere a la relación entre el desempleo y la inflación. En teoría, cuando la demanda de trabajo se eleva hasta el punto de que el desempleo es muy bajo y los empresarios tienen dificultades a la hora de contratar a trabajadores muy cualificados, los salarios aumentan, y se elevan los costes de producción y los precios, con lo que se contribuye al aumento de la inflación; cuando la demanda se reduce y aumenta el desempleo, se disipan las presiones inflacionistas sobre los salarios y los costes de producción.
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