Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Dr. Fernando D. Saraví Todos experimentamos estados mentales diversos que llamamos alegría, tristeza, tranquilidad, enojo, euforia, miedo y muchos más. Estas vivencias, que pueden llamarse estados emocionales, son parte importante de nuestra experiencia y con frecuencia afectan además a quienes nos rodean. Además de su interés fisiológico, el estudio de los estados de ánimo reviste gran interés médico porque los trastornos del ánimo – en particular la depresión – son frecuentes y causan mucho sufrimiento. Aunque una experiencia emocional se vivencia como un todo integrado, desde el punto de vista neurofisiológico los estados de ánimo pueden considerarse compuestos por sentimientos y emociones. Estas últimas se refieren a la reacción corporal (neuroendocrina, autonómica y somática) ante un estímulo, mientras que los sentimientos son la experiencia consciente de la reacción psicológica al estímulo. Como veremos, la distinción entre emociones y sentimientos es útil pero hasta cierto punto artificial, porque ambos aspectos se relacionan e interactúan entre sí en forma compleja. Un ejemplo es que sentir nuestro corazón palpitar incrementa la sensación de miedo que experimentamos frente a una situación potencialmente peligrosa. Otro ejemplo es que la expresión facial que adoptemos (seria o sonriente) puede modificar nuestra valoración de la expresión de otros rostros. Al igual que las sensaciones somáticas y los actos motores, las experiencias emocionales involucran ciertos centros y circuitos nerviosos relativamente específicos. Las reacciones vegetativas y somáticas a estímulos con carga emocional son iniciadas y organizadas por áreas subcorticales como la amígdala y ejecutadas por el hipotálamo y el tallo cerebral. Por su parte, en la experiencia consciente participa sobre todo el lóbulo frontal, incluyendo la parte anterior de la circunvolución del cíngulo (en la cara interna o medial del hemisferio). Diversas hipótesis se han formulado sobre la dinámica de los estados emocionales. La concepción clásica es que el estímulo percibido de manera consciente origina simultáneamente el sentimiento y la correspondiente emoción. Una segunda hipótesis es que la reacción emocional (inconsciente) al estímulo es lo que origina el sentimiento correspondiente. En tercer lugar, el recuerdo de situaciones cargadas de afectividad puede provocar respuestas emocionales. Debe notarse que las tres secuencias citadas (simultaneidad, emoción primero o sentimiento primero) no se excluyen entre sí. Cabe considerar la emoción como resultado de la evaluación inconsciente de una situación potencialmente beneficiosa o perjudicial, y el sentimiento como producto de la evaluación consciente sobre la anterior, acompañado de una tendencia a actuar de determinada manera. La motivación para la acción puede ser causada en el caso más simple por refuerzos primarios innatos (alimento, bebida, necesidad de regulación térmica e impulso sexual) y también por refuerzos secundarios adquiridos a través de la experiencia (recompensas más abstractas o diferidas, especialmente en el humano). EL SISTEMA LÍMBICO Paul Broca llamó en 1878 “el gran lóbulo límbico” al conjunto de estructuras corticales que se hallaban próximas al tronco cerebral. En 1937, James Papez propuso la existencia de lo que llamó sistema límbico, responsable de la generación de estados emocionales (Fig. 1). Este sistema estaba, según Papez, formado por la circunvolución del cíngulo, la circunvolucion parahipocampal y la formación del hipocampo (hipocampo, subiculo y circunvolución dentada). Posteriormente Paul MacLean llamó cerebro visceral a las estructuras relacionadas con emociones y motivaciones primitivas, relacionadas con la supervivencia y la reproducción. MacLean corrigió y amplió el esquema de Papez incluyendo otras partes del hipotálamo, el septum, el núcleo accumbens, la corteza órbitofrontal (parte ventral del lóbulo frontal) y el complejo de la amígdala (Fig. 2). Emociones e instintos Posgrado-00 Sello Emociones e instintos Dr. Fernando D. Saraví 2 LA AMÍGDALA Papez suponía que la coordinación de la expresión somática y visceral de los estados emocionales era una función del hipocampo. En realidad esta función corresponde a la amígdala, que coordina la expresión somática y contribuye a la vivencia consciente de los estados emocionales. El papel central de la amígdala se dedujo a partir de observar, en monos, que la remoción de los lóbulos temporales (que incluía las amígdalas) causaba un drástico cambio en la conducta de los animales. Dejaban de ser agresivos, y se volvían mansos y difíciles de atemorizar, exhibían hipersexualidad e hiperoralidad (tendencia a llevarse a la boca toda clase de objetos). Otras alteraciones observadas se atribuyen a déficit cognitivo. Este conjunto de signos se denominó síndrome de Kluver-Bucy. Posteriormente un síndrome similar se describió en un paciente al cual se le extirparon los lóbulos temporales por epilepsia refractaria a otros tratamientos. El síndrome de Kluver- Bucy es raro, pero se ha descrito luego de encefalitis y otras agresiones al sistema nervioso. En el ser humano, el síndrome se caracteriza por placidez excesiva, aplanamiento afectivo, tendencia a atender cualquier estímulo visual con incapacidad de concentrarse en ninguno, hipersexualidad, hiperoralidad, agnosia visual y trastorno de la memoria (los dos últimos causados por la lesión de la corteza temporal). Por el contrario, la estimulación eléctrica de la amígdala en humanos conscientes causa sentimientos de miedo y aprensión. La amígdala es un complejo formado por diez núcleos, entre los cuales se destaca un conjunto de núcleos basolaterales (NBLA) y un núcleo central. Emociones e instintos Dr. Fernando D. Saraví 3 Los NBLA reciben aferencias de todas las modalidades sensoriales, tanto subcorticales como procedentes de áreas corticales de procesamiento sensorial y de asociación. A su vez las eferencias del NBLA se dirigen al núcleo central, que por una parte realimenta a la corteza y por otra estimula efectores autonómicos, endocrinos y somáticos de la respuesta emocional (Fig. 3). La amígdala media tanto respuestas emocionales innatas (por ejemplo a un sonido intenso y amenazador) como respuestas emocionales aprendidas (por ej., reacción a un sonido no amenazante en sí que se asocia con un sonido ensordecedor posterior). La amígdala participa además en: 1. Determinar el nivel de sensibilidad a un estímulo; 2. Aprender y retener asociaciones aprendidas entre un estímulo y los aspectos gratificantes de una recompensa y 3. Asociar determinados lugares con ciertas recompensas o castigos (condicionamiento de contexto o preferencia de lugar; esta forma de aprendizaje requiere también la integridad del hipocampo). La amígdala posee conexiones recíprocas con el hipotálamo lateral, el núcleo paraventricular del hipotálamo, el núcleo accumbens, el núcleo del lecho de la estría terminal y diversos núcleos del tallo cerebral que son efectores de las respuestas autonómicas, endocrinas y somáticas (respiración, tono muscular, expresión facial) en los estados emocionales. Las reacciones autonómicas y neuroendocrinas comprenden aspectos generales y especiales. Por ej., estímulos que causan excitación activan el sistema simpático en general y preparan el organismo para enfrentar una situación, pero si se trata de un estímulo sexual también activarán la descarga parasimpática que produce erección del pene o del clítoris. La activación del músculo esquelético también responde a una reacción emocional, y cumple un importante papel social, pues permite que otros perciban nuestras emociones. Las expresiones faciales de placer, tranquilidad, disgusto o miedo son reconocidas universalmente. Por ej., la sonrisa es un gesto de amabilidadque se produce espontáneamente al reconocer una cara amiga. Al mismo tiempo, existe una interacción entre lo que expresamos con el rostro y el cuerpo y la valoración que hacemos de los demás. Adoptar una pose desafiante facilita una conducta similar. En experimentos donde se obliga a la persona a fruncir el ceño o a sonreir (Fig. 4), la expresión facial adoptada influye en su estado de ánimo y modifica su valoración (positiva o negativa) de otros rostros. Por otra parte, si se bloquea la expresión facial y corporal de estados emocionales, éstos se perciben como menos intensos. PROCESAMIENTO DE UN ESTADO EMOCIONAL Los aspectos cognitivos de los estados emocionales determinados por las proyecciones de la amígdala a la corteza del cíngulo y orbitofrontal. Estas áreas corticales permiten no sólo la experiencia consciente sino que ésta sea valorada por la experiencia previa (memoria) e incluso que las memorias y la imaginación Emociones e instintos Dr. Fernando D. Saraví 4 produzcan experiencias emocionales. Como se muestra esquemáticamente en la Fig. 5, el recuerdo de una experiencia con carga emocional (en este caso un oso rugiente) activa las mismas áreas sensitivas y de asociación que la experiencia original. En el ser humano, la amígdala es importante en el reconocimiento de la expresión facial de las emociones, en especial ira o miedo. La presentación de una cara temerosa (Fig. 6 A) produce una activación de la amígdala izquierda mayor (mancha amarilla brillante en la Fig. 6 C) que no se produce por el mismo rostro con expresión neutra (Fig. 6 B). Las conexiones recíprocas entre la amígdala y el sistema visual (Fig. 7 A) permiten que la información procesada en la amígdala retroalimente la corteza visual, particularmente en el área inferotemporal que interviene en el reconocimiento de rostros. Como se muestra en la Fig. 7 B, esta retroalimentación causa una respuesta más intensa de la propia corteza visual a un rostro temeroso que a un rostro neutro (inexpresivo). En la Fig. 7 B se incluye también la reacción a la observación de una casa para comparación. La interacción entre diferentes áreas de asociación en la valoración de emociones se evidencia también en que la forma en que se La circunvolución del cíngulo La circunvolución del cíngulo o callosomarginal comprende las áreas 23 y 24 de Brodmann, en la cara interna del hemisferio. La circunvolución del cíngulo es heterogénea desde el punto de vista ciroarquitectónico y funcional (Fig. 8). La parte anterior tiene un papel importante en el procesamiento de las emociones y la modulación de la respuesta visceral (organizada en la amígdala). La parte media participa en la valoración de si un estímulo representa una amenaza o una ventaja, y en la instrumentación de la respuesta apropiada. La parte posterior participa en la orientación del sujeto en el espacio y en la evaluación de la relevancia o interés de un estímulo para el propio sujeto. La corteza órbitofrontal Comprende las áreas 10 a 14 de Brodmann. Recibe (como la amígdala) aferencias del área temporal inferior, donde se procesa el reconocimiento de objetos y rostros. Además hay en ella áreas secundarias para el gusto, el olfato, el tacto, el dolor y la audición. Las áreas relacionadas con el gusto y el olfato determinan el valor (positivo o negativo) de sabores y olores. Las relacionadas con la visión permiten valorar objetos visuales y sus Emociones e instintos Dr. Fernando D. Saraví 5 asociaciones placenteras o desagradables (refuerzos primarios), como también modificarlas según el contexto, y reconocer la expresión facial de las emociones. En el ser humano, las lesiones de la corteza órbitofrontal alteran la capacidad de modificar el comportamiento según la situación social o los resultados de una determinada acción. Por tanto, la corteza órbitofrontal tiene un papel central en: 1. Decodificar y representar algunos refuerzos primarios como el gusto y el tacto; 2. El aprendizaje y la modificación de asociaciones visuales y de otros estímulos con estos refuerzos primarios. 3. Controlar y corregir comportamientos relacionados con recompensas y castigos, de manera estrechamente vinculada con las emociones. La corteza órbitofrontal, especialmente en su parte ventromedial, está relacionada con la toma de decisiones y el procesamiento de las emociones. Las lesiones de la corteza órbitofrontal no solamente debilitan la experiencia emocional, sino que incapacitan para reexperimentar un sentimiento cuando se recuerda la experiencia correspondiente. También contribuye indirectamente a la memoria en la medida en que los hechos que conllevan cierta carga emocional se recuerdan mejor (aunque si dicha carga es excesiva puede producir el efecto contrario). Los pacientes con lesiones orbitofrontales no sólo muestran escasa afectividad, sino comportamiento social inapropiado, falta de empatía con otros, imprevisión de las consecuencias de sus acciones e incapacidad de planificar su futuro. Finalmente, hay que destacar el papel de la corteza órbitofrontal y del sistema límbico (en sentido amplio) en la motivación y los estados adictivos. En estos últimos aspectos tiene una participación central una porción de los ganglios de la base denominada núcleo accumbens. MOTIVACIÓN Y NÚCLEO ACCUMBENS El núcleo accumbens forma parte del striatum, junto con el putamen y el núcleo caudado. El núcleo accumbens recibe aferencias del talla cerebral, corticales y de la amígdala. La estimulación eléctrica de ciertas áreas cerebrales, como la corteza prefrontal, el núcleo accumbens y el tegmento ventral, produce sensaciones tales que los animales con electrodos implantados en ellas presionan repetidamente una palanca para recibir una descarga eléctrica, dejando incluso de alimentarse y beber agua con tal de seguir recibiendo la estimulación eléctrica. De esto se deduce que tal descarga en esas áreas debe de producir sensaciones extremadamente placenteras, y que dichas áreas y sus conexiones forman un circuito de recompensa. Emociones e instintos Dr. Fernando D. Saraví 6 Si bien diversas vías neurales están involucradas en este circuito de recompensa, la más importante es una vía dopaminérgica que se origina en el tegmento ventral y proyecta al núcleo accumbens, la amígdala y la corteza frontal (Fig. 9). La dopamina estimula el núcleo accumbens, cuya proyección gabaérgica suprime la inhibición tónica que el pálido ventral ejerce sobre el tálamo mediodorsal. Al liberarse este último de la inhibición, estimula a su vez a la corteza. La activación de esta vía dopaminérgica se relaciona directamente con la motivación tanto ante refuerzos primarios como secundarios. Su función biológica básica se relaciona con las conductas que promueven el bienestar del individuo, las relaciones interpersonales placenteras y la reproducción de la especie. Lamentablemente, los fármacos adictivos (Fig. 10) y otras conductas compulsivas (como la adicción a la pornografía) producen una sobreactivación de esta vía y por lo tanto refuerzan intensamente comportamientos autodestructivos o antisociales. Los aferentes serotonérgicos originados en el rafe del tallo cerebral y otras vías (noradrenalina, histamina y acetilcolina) también participan en la modulación de los estados emocionales y de motivación.
Compartir