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75_Renal_Organizacion

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Dr. Fernando D. Saraví 
 
ANATOMÍA RENAL 
Los riñones son órganos pares situados en la 
cavidad abdominal en situación retroperitoneal. 
Tienen forma de guisante, de 10 a 12 cm de 
largo, 5 a 6 cm de ancho máximo y 3 cm de 
espesor máximo. Cada riñón tiene una masa 
media de 150 g. Los riñones están rodeados de 
una cápsula delgada pero resistente al 
estiramiento y una capa de grasa perirrenal. El 
hilio renal, situado en la curvatura interna 
(cóncava) del riñón, es el sitio por el cual ingresa 
la arteria renal y egresan la vena renal, los 
linfáticos y el uréter (Fig. 1). 
 En un corte longitudinal se aprecia una 
capa externa o corteza y una capa interna, la 
médula renal. La médula renal se subdivide en 
una porción externa y otra interna. Está formada 
por las pirámides, estructuras cónicas cuyo 
vértice, la papila, se abre hacia un espacio 
llamado pelvis renal, que se continúa con el 
uréter. El uréter transporta la orina desde la pelvis 
renal hacia la vejiga urinaria. 
 La unidad funcional del riñón es la 
nefrona, una estructura tubular formada por 
epitelio, con el extremo ciego (llamado cápsula 
de Bowman) en la corteza y el otro extremo 
abierto a un túbulo colector, que drena en la 
pelvis renal. La cápsula de Bowman forma parte 
del corpúsculo renal, el sitio de ultrafiltración 
del plasma, que se describe en FILTRACIÓN 
GLOMERULAR. La cápsula tiene un epitelio 
parietal (externo) continuo, que se refleja en una 
capa visceral como células especializadas 
llamadas podocitos, provistos de múltiples 
extensiones citoplásmicas (pedicelos) que rodean 
los capilares glomerulares. En los corpúsculos 
renales hay además células mesangiales de 
origen mesenquimatoso, cuya apariencia es 
semejante a la de monocitos. Las células 
mesangiales poseen actividad contráctil y 
fagocítica. 
 La nefrona se divide en una serie de 
porciones con diferentes propiedades funcionales, 
llamadas sucesivamente –desde la cápsula de 
Bowman hacia la papila – túbulo contorneado 
proximal, asa de Henle, túbulo contorneado distal 
y túbulo colector. Varias de estas porciones 
tienen subdivisiones, como se indica en la Fig 2. 
Existen dos tipos principales de nefronas. 
Las que poseen su cápsula de Bowman más 
próxima a la cápsula se llaman nefronas 
corticales y las que poseen la cápsula de 
Bowman cerca de la corteza se denominan 
nefronas yuxtamedulares (Fig. 3). Las nefronas 
corticales se subdividen a veces en superficiales y 
mesocorticales. Existe cerca de 1 millón de 
nefronas en cada riñón. 
 El asa de Henle se orienta radialmente y 
penetra en la corteza. En las nefronas corticales 
superficiales, el asa de Henle es corta y está 
íntegramente situada en la capa medular externa, 
mientras que el asa de Henle de las nefronas 
yuxtamedulares es larga y desciende hasta la 
Organización del 
aparato urinario 
Fig. 1 
Fig. 2 
Posgrado-00
Sello
Organización del aparato urinario 
Dr. Fernando D. Saraví 
2
papila. Las nefronas 
mesocorticales pueden 
tener asas de Henle cortas 
o largas. 
 
IRRIGACIÓN RENAL 
La masa de ambos riñones 
equivale a 0.5 % de la 
masa corporal, pero 
reciben de 20 a 25% del 
gasto cardíaco. Cada 
arteria renal, rama de la 
aorta abdominal, se divide 
en arterias segmentarias, 
que se dirigen radialmente 
hacia la corteza y se 
ramifican originando las 
arterias interlobares, que 
se anastomosan entre sí 
como arterias arcuatas, de 
las cuales emanan las 
arterias interlobulares 
(también llamadas arterias 
radiales corticales). De 
estas arterias 
interlobulares surgen las 
arteriolas aferentes que 
irrigan cada corpúsculo 
renal. 
 En el corpúsculo, 
la arteriola aferente se ramifica en una densa red 
capilar que está rodeada por la cápsula de 
Bowman y fue llamada por Marcello Malpighi 
glomérulo (latín glomerulus, ovillito o madeja). 
Es en este sitio que se produce la ultrafiltración 
del plasma. Los capilares glomerulares se reúnen 
en una arteriola eferente. Esta disposición, con 
dos arteriolas con una red capilar intercalada, es 
única del riñón. 
 La arteriola eferente forma una segunda 
red capilar, los capilares peritubulares, que 
irrigan los túbulos de la corteza renal. Las 
arteriolas yuxtamedulares dan además ramas que 
descienden radialmente hacia las papilas, 
llamados vasos rectos. Los vasos rectos forman 
una red capilar en torno de las asas de Henle. Los 
capilares peritubulares y de los vasos rectos se 
reúnen nuevamente formando vénulas y venas, 
que siguiendo un recorrido inverso al de las 
arterias (excepto en los corpúsculos renales) 
desembocan en la vena renal. 
 Los riñones también poseen vasos 
linfáticos que forman tres plexos: uno en el 
parénquima, otro subcapsular y un tercero en la 
grasa que rodea al riñón. Los plexos 
parenquimatoso y subcapsular convergen en 
vasos linfáticos que salen por el hilio y drenan en 
los ganglios aórticos laterales. 
 
INERVACIÓN RENAL 
El riñón recibe eferentes simpáticos que inervan 
los vasos intrarrenales, las células mesangiales, 
los túbulos contorneados y la porción gruesa de la 
rama ascendente del asa de Henle. Además de 
contribuir a la regulación del flujo sanguíneo 
renal, la inervación simpática estimula la 
liberación de renina y modifica la función 
tubular. 
La inervación aferente al sistema 
nervioso viaja por los nervios autónomos. Se trata 
de fibras amielínicas (C) y mielínicas delgadas (A 
δ) que proceden de mecanorreceptores que 
sensan la presión vascular y ureteral, y de 
quimiorreceptores localizados en el intersticio 
renal. Algunos mecanorreceptores son 
nociceptores responsables de la sensación 
dolorosa causada por la distension de la pelvis 
renal. Otros aferentes pueden originar reflejos 
intrarrenales o sistémicos. Los relevos de estos 
aferentes alcanzan el núcleo del tracto solitario y 
pueden modificar la descarga simpática y la 
secreción hipotalámica de vasopresina. 
Fig. 3 
Organización del aparato urinario 
Dr. Fernando D. Saraví 
3
FUNCIONES DE LOS RIÑONES 
Los riñones son considerados órganos excretores 
o emuntorios, lo cual es una noción correcta pero 
incompleta por dos razones. En primer lugar, la 
función excretora está cuidadosamente regulada 
de modo que tiende a mantener constante la 
composición del líquido extracelular. En segundo 
lugar, los riñones tienen varias funciones que no 
se relacionan directamente con su papel como 
órgano depurador. Las numerosas funciones 
renales pueden resumirse como sigue. 
 
1. Regulación del equilibrio hidrosalino. 
El riñón es capaz de modificar la 
composición final de la orina producida 
de modo que, dentro de ciertos límites 
bastante amplios, elimina exactamente 
las cantidades de agua y de cada 
electrolito que se requiere para mantener 
constante la osmolaridad y composición 
de los líquidos corporales. La 
composición de la orina es muy variable, 
ya que la cantidad de cada sustancia 
excretada depende del aporte dietario o la 
producción metabólica. Por ejemplo, en 
término medio se elimina 1500 mL de 
agua por día, pero en condiciones de 
escasez de agua el volumen diario de 
orina puede reducirse a un tercio (500 
mL), mientras que si se ingiere gran 
cantidad de agua el volumen diario puede 
alcanzar cerca de 20 L. 
2. Excreción de desechos metabólicos. 
Diversos productos finales del 
metabolismo se forman de manera 
continua, carecen de valor para el cuerpo 
y pueden ser tóxicos si se acumulan. 
Muchos de estos desechos son 
eliminados en la orina. Por ej., la urea 
procedente de la desaminación de 
aminoácidos, el ácido úrico producido en 
la metabolización de las purinas, la 
creatinina procedente de la degradación 
de la creatina muscular, y el 
urobilinógeno procedente del 
metabolismo del grupo hemo (ver 
ERITROCATERESIS). 
3. Excreción de hormonas. Aunque el 
hígado es el principal órgano de 
degradación de hormonas, diversas 
hormonas intactas y sus metabolitos se 
eliminan por la orina, al igual que otras 
sustancias endógenas con actividad 
biológica. 
4. Excreción de fármacos.La mayoría de 
los fármacos que ingresan al organismo 
(como también contaminantes 
ambientales) se elimina por la orina 
intactos o previa biotransformación. Por 
esta razón, es a menudo necesario reducir 
las dosis a ser administradas a pacientes 
cuya función renal está reducida (el 
ajuste se realiza sobre la base de la 
magnitud de la FILTRACIÓN 
GLOMERULAR). 
5. Regulación de la presión arterial. El 
riñón participa en la regulación de la 
presión arterial por múltiples 
mecanismos. Por una parte, por su papel 
directo en la excreción de sodio y agua, 
de los cuales depende el grado de 
repleción intravascular, y por otra parte 
porque es el principal productor de la 
enzima renina. La renina estimula la 
producción de angiotensina I, que tras 
convertirse en angiotensina II , tiene 
importantes efectos vasoconstrictores 
periféricos y estimulantes de la secreción 
de dos hormonas centrales para la 
regulación hidrosalina: aldosterona y 
vasopresina. 
6. Regulación de la producción de 1,25 
dihidroxivitamina D. La vitamina D 
tiene un papel fundamental en el 
metabolismo fosfocálcico (además de 
otras funciones). Su forma activa, 1,25 
dihidroxivitamina D o calcitriol, es 
producida por una alfa-1 hidroxilasa 
renal. 
Fig. 4 
Organización del aparato urinario 
Dr. Fernando D. Saraví 
4
7. Regulación de la eritropoyesis. El riñón 
es la principal fuente de eritropoyetina, la 
hormona que regula la producción de 
eritrocitos. Uno de los problemas clínicos 
en pacientes con insuficiencia renal 
avanzada o anéfricos es precisamente una 
anemia que se debe en gran parte al 
déficit de eritropoyetina. 
8. Gluconeogénesis. Durante el ayuno se 
requiere la generación de glucosa a partir 
de diversos sustratos no glúcidos 
(gluconeogénesis) con el objeto de 
mantener la glucemia dentro de límites 
normales, ya que la glucosa es un 
substrato indispensable para el cerebro. 
El principal órgano gluconeogénico es el 
hígado, pero aprox. 20 % del total de 
glucosa aportada a la sangre durante el 
ayuno proviene de la corteza renal. 
 
PROCESOS BÁSICOS EN LA FORMACIÓN DE 
ORINA 
La formación de orina depende de tres procesos 
que se combinan en grado variable para el agua y 
para cada soluto, para determinar la composición 
final: filtración, reabsorción y secreción (Fig. 4). 
Cerca de 20% del plasma que 
llega a los glomérulos se filtra. 
La composición del filtrado es 
similar a la del plasma, excepto 
que está virtualmente libre de 
proteínas. El agua y muchos de 
los solutos filtrados son 
reabsorbidos en alta proporción 
(Tabla 1). Se llama excreción 
fraccional a la proporción del 
filtrado que se excreta, 
expresada como porcentaje. 
Algunas sustancias, 
como ciertos metabolitos 
orgánicos y fármacos, se 
secretan hacia la luz tubular. 
Para algunas sustancias, como 
el ácido úrico, la excreción fraccional es el 
resultado del balance entre filtración glomerular, 
reabsorción y secreción tubulares. En la Fig. 5 se 
esquematiza el manejo renal de diversos solutos a 
lo largo de la nefrona. 
Los túbulos renales están formados por 
un epitelio simple, cuya altura varía a lo largo de 
la nefrona. Las células epiteliales están unidas 
entre sí por uniones adherentes. Las células 
epiteliales están funcionalmente polarizadas, lo 
que significa que las propiedades de transporte de 
la porción de membrana que da a la luz (apical) 
son diferentes de las de la porción de membrana 
que limita con el intersticio (basolateral). Las 
uniones adherentes constituyen la frontera entre 
ambas porciones de membrana (Fig. 6). 
Las sustancias pueden transferirse 
mediante mecanismos ya mencionados en 
TRANSPORTE PASIVO Y ACTIVO: difusión 
simple, difusión facilitada, transporte activo 
primario y transporte activo secundario. 
Las sustancias pueden pasar del túbulo al 
intersticio (o e las hendiduras entre las células, 
llamada vía paracelular por transporte 
convectivo o por diferencias de concentración y, 
en el caso de iones, por gradiente electroquímico 
Fig. 5
Organización del aparato urinario 
Dr. Fernando D. Saraví 
5
si existe un diferencia de potencial 
entre la luz tubular y el intersticio. 
La vía paracelular es más 
importante en el túbulo 
proximal, cuyas uniones 
adherentes son relativamente 
permeables, pero también 
contribuye a la reabsorción de 
Ca2+ y Mg2+ en el segmento 
grueso de la rama ascendente del 
asa de Henle. 
 El otro camino posible es 
a través de las células (via 
transcelular), lo que exige que la 
sustancia sea transferida a través 
de las membranas apical y 
basolateral. Las sustancias 
liposolubles pueden atravesar las 
membranas por difusión, pero las 
que no son liposolubles requieren 
mecanismos de transporte relativamente 
específicos, en general diferentes para la 
membrana apical y para la basolateral. 
 La tasa de transporte tubular puede ser 
limitada tanto para el transporte difusional como 
para el mediado por transportadores. En la 
transferencia difusional la tasa de transporte está 
limitada por el gradiente máximo que puede 
crearse, el cual depende inversamente de la 
permeabilidad de la vía paracelular. En la 
transferencia mediada por transportadores, la 
limitación se debe a que éstos son saturables. La 
tasa de transporte cuando se alcanza la saturación 
se denomina transporte máximo (Tm). En el caso 
de sustancias que se reabsorben, la cantidad que 
excede el Tm es excretada en la orina. Para 
sustancias que se secretan, al superarse el Tm el 
excedente permanece en el plasma y el 
intersticio. 
 En los siguientes segmentos se producen, 
de manera regulada hormonalmente, procesos 
selectivos de secreción y reabsorción de 
electrolitos y de reabsorción de agua, que 
determinarán la composición final de la orina. 
 
TRANSPORTE, ALMACENAMIENTO Y 
ELIMINACIÓN DE LA ORINA 
Desde los túbulos colectores, la orina ya formada 
drena hacia el sistema pielocalicial y circula por 
el tracto urinario (Fig. 7). La orina es 
transportada hacia la vejiga gracias a la 
contracción cíclica de los uréteres, comandada 
por marcapasos localizados en la pelvis renal. 
 La vejiga es un órgano hueco que, 
cuando está relajado, permite almacenar la orina. 
Durante dicho almacenamiento, 
los esfínteres uretrales interno y 
externo permanecen contraídos. 
La vejiga y la uretra están bajo 
control nervioso, que permite en 
forma voluntaria el paso de la 
condición de almacenamiento a 
la condición de evacuación, por 
relajación de los esfínteres 
uretrales y contracción del 
músculo liso vesical (detrusor). 
Fig. 7
Fig. 6 
Fig. 7

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