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Cómo Biodescodificar la Depresión y la Ansiedad APRENDÉ A DOMINAR TUS PENSAMIENTOS, EMOCIONES Y CONDUCTAS PARA CREAR FELICIDAD

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PABLO VAZQUEZ KUNZ
CÓMO BIODESCODIFICAR
LA DEPRESIÓN
Y LA ANSIEDAD
APRENDÉ A DOMINAR TUS
PENSAMIENTOS, EMOCIONES Y CONDUCTAS
PARA CREAR FELICIDAD EN TU VIDA
SAMADHI88
© 2021, Pablo Nicolás Vazquez
@pablovazquezkunz
Todos los derechos reservados.
Publicado bajo el sello Pablo Nicolás Vazquez.
Diseño de tapa: Sofía Levi
Diseño de interior y cubierta: Juan Ventura
Edición de textos: Sofía Levi
Adaptación a eBook: Sofía Olguín
Hecho el depósito que previene la Ley 11.723
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el
alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma
o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias,
digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su
infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República
Argentina.
Para mi abuelo Patricio, para mi padre, Patricio y para el niño que fui.
¿Quizás seamos una respuesta a una pregunta que se hicieron nuestros
antepasados?
Si así fuese, aquí mi respuesta y mi gratitud.
ANTES DE QUE COMIENCES
Quiero advertirte lector que este libro va a desafiar tus creencias más
profundas sobre las emociones, los comportamientos humanos y el
funcionamiento del cerebro.
Cuestionaré y te invitaré a cuestionar:
✓ las creencias sobre tu cuerpo
✓ las creencias sobre tu psicología
✓ las creencias sobre la enfermedad
✓ las creencias sobre las relaciones humanas
✓ las creencias sobre la espiritualidad
Mi maestro decía: “cuanto más amargo el remedio, mayor es su beneficio”.
Escribo este libro con la intención de brindarte una herramienta útil para
que aprendas a dominar tus emociones y no que tus sentimientos te
dominen. Deseo que la información que encontrarás en «Cómo
biodescodificar la depresión y la ansiedad » sea una guía práctica para que
recuperes tu poder.
Yo fui dominado por la tristeza durante años y sé lo que es estar
completamente perdido, frenado y tumbado en la cama sin encontrar
motivación ni respuestas para seguir adelante. Viví años deprimido sin
saber qué hacer, ni a quién pedirle ayuda.
La primera vez que me encontré hundido en mis pensamientos sin ganas de
vivir fue a los 12 años. Recuerdo que ideas oscuras se apoderaron de mi
mente, sólo podía pensar sobre la muerte, la eternidad y la idea de un Dios
castigador. No me gustaba un ápice la idea de vivir eternamente en un cielo
de nubes algodonadas sin la posibilidad de hacer otra cosa más que tocar el
arpa. Pasé semanas sufriendo en silencio por aquellos pensamientos. Volvía
del colegio cada tarde sin motivación alguna por la vida a contemplar el
cielo en un banco verde que había en el patio de mi casa. Si me veías desde
afuera yo parecía un niño normal en silencio pero en mi interior era un caos
de ideas fatales, miedos al futuro, desesperanza y dolor.
Con el correr de los días me acostumbré a la tristeza y a su energía oscura.
No hablé sobre mi estado de ánimo con mis padres ni con mis amigos.
Decidí seguir adelante cargando con ese estado emocional en soledad. Por
momentos me sentía triste y en otros momentos sentía una gran ansiedad y
bronca. Continué en ese estado durante todos los años de mi adolescencia
alternando entre la tristeza y la ansiedad.
Hoy mientras escribo estás líneas agradezco y reconozco que esos estados
emocionales de sufrimiento fueron el motor que me impulsó a mi búsqueda
interna, el sufrimiento me llevó a querer entender mi psicología y la
psicología humana. Cuando descubrí, gracias a la biodescodificación, que
detrás de mi tristeza y mi ansiedad se ocultaba una intención positiva sentí
que todo cobraba sentido. Comprender que mis estados emocionales eran
consecuencia de mis pensamientos inconscientes fue la llave para empezar
a transformar mi vida.
El viaje de transformación había comenzado muchos años antes, pero
practicar <Biodescodificación> fue la consagración de mi entendimiento
emocional. Gracias a la Biodescodificación aprendí a identificar los
pensamientos que activaban el estado emocional de tristeza y comprendí
cuáles eran las creencias inconscientes que me llevaban a los estados de
ansiedad. Al tomar consciencia de “esos pensamientos” pude empezar a
elegir qué contenido mental quería conservar en mi mente y cuál deseaba
transformar. Con conciencia, trabajo y dedicación mis emociones negativas
dejaron de poseerme y tomé el control de mis reacciones emocionales.
Este libro es una invitación a que tú puedas vivir la misma experiencia de
transformación que yo viví. Conozco el camino y te voy a acompañar a que
lo recorras. Yo seré tu guía en este proceso de identificar las creencias que
producen la tristeza, la ira y la depresión para que cambies tus estados de
ánimo.
Y antes de comenzar debo confesarte una de mis mayores descubrimientos
en el mundo de la psicología:
Heredamos los programas mentales
de nuestros ancestros.
Si, como lees. Repetimos inconscientemente los patrones mentales de
nuestros ancestros. Y en mi caso, sin saberlo, repetí la depresión de mi
padre y de mi abuelo paterno. Nuestras creencias subconscientes crean
nuestros estados de ánimo y las respuestas bioquímica que producimos. Las
creencias se forman por consecuencia de cómo elegimos significar las
experiencias de la vida, y además, cargamos con las creencias inconscientes
de nuestro árbol genealógico.
Una tarde mientras indagaba en mi árbol genealógico junto a mi madre, le
pregunté si alguien en la familia había sufrido de depresión. Me respondió
que sí. Mi madre me contó por primera vez en ese momento que mi abuelo,
Patricio, el padre de mi padre, que también se llama Patricio como mi
padre, había estado en cama durante dos años por un cuadro de depresión.
Yo me sorprendí por la historia ya que la desconocía. Mi madre agregó que
mi padre también había sufrido de depresión cuando yo era un niño
pequeño luego de que él perdió un importante negocio.
Después de conversar con mi madre sobre algunos otros aspectos
personales de las historias de mi padre y de mi abuelo me quedé meditando
sobre cómo estamos sin saberlo atados al pasado y a las historias de
nuestros ancestros. Y cómo la información inconsciente se expresa en
nosotros sin que tengamos consciencia de que así sucede. En conclusión,
nos guste o no nos guste, hay historias, conductas y emociones que se
manifiestan en nuestra personalidad producto de la historia inconsciente que
cargamos de nuestros ancestros que nos limita más allá de nuestra voluntad.
Durante un tiempo reflexioné sobre mi propio estado de depresión y el de
los hombres de mi clan. Tomé consciencia sobre el sufrimiento que produce
a la mente estar encerrada en pensamientos fatalistas y desesperanzadores
sin encontrar respuestas. Sentí el deseo de hacer algo con lo que sabía y con
mi propia experiencia. En ese momento, surgió la idea de escribir un libro
en donde volcar toda mi experiencia emocional, mis descubrimientos
personales sobre la psicología y las herramientas de la biodescodificación
que a mí me habían llevado a ser el dueño de mis estados emocionales.
Este libro surgió como una respuesta a una llamada que quizás se hizo mi
abuelo o mi padre. Pienso en cómo ellos dos llevaron sus cuadros de
depresión, imagino las tardes en donde desearon tener respuestas y no las
tuvieron, en las noches en donde hubiesen dado su vida por comprender qué
les estaba pasando y cómo salir de ese estado de melancolía.
Así como ellos hay miles de personas alrededor del mundo que padecen de
depresión y de ataques de pánico. Quiero aportar mi grano de arena para
que todas las personas que hoy están sufriendo estados emocionales
negativos tengan la posibilidad que no tuvieron mi abuelo y mi padre:
✓ Tomar consciencia que la depresión y la ansiedad no son un
designio maligno.
✓ Entender que no es una falla genética sino que es una respuesta
que ofrece la mente a causa de un impacto emocional sin
resolución.
✓ Saber que existe una intención positiva detrás de los síntomas que debe
ser comprendida.
LA BIODESCODIFICACIÓN COMO FORMA DEENTENDER LAS EMOCIONES
Ya me conoces, sabes que me dedico a enseñar biodescodificación.
Pero hagamos un repaso por si es la primera vez que lees uno de mis libros:
¿Qué es la Biodescodificación? ¿Para qué sirve? ¿Cómo me ayuda?
La biodescodificación es un entrenamiento mental para enseñarle a la mente
a pensar en la dirección que deseamos. Las creencias no son ni verdaderas
ni falsas, las creencias son útiles o inútiles. La biodescodificación es un
modelo de pensamiento que tiene el potencial para que empieces a vivir
como deseas y dejes de sufrir la vida o las emociones que ya no quieres.
Todos estamos condicionados por las creencias que aprendimos en el
pasado. Y el problema surge cuando las creencias a las que le damos el
estatus de verdades contradicen lo que está sucediendo en nuestras vidas.
¿Por qué? Porque nos limitan a pensar en una determinada dirección. Y
quizás esa dirección a la cuál vamos no es la que deseamos y no lo
cuestionamos porque estamos acostumbrados a pensar de una determinada
forma.
¿Te gustaría identificar qué piensas sobre?
✓ psicología
✓ medicina
✓ depresión
✓ ansiedad
✓ ataques de pánico
✓ emociones.
Mi laboratorio de investigación es mi propia vida y la vida de más de diez
mil personas a las cuales acompañé a biodescodificarse en los últimos diez
años. Puedo decir sin miedo que lo he visto todo. Sé cómo funciona la
mente humana, las conductas emocionales y las reacciones emocionales.
Desde la perspectiva de la biodescodificación te invito a comprender que
todo tiene una causa mental.
El pensamiento humano es la causa
que crea a las emociones, a las conductas y los resultados
que obtenemos en la vida. Si cambia la causa, cambia el efecto.
TODO TIENE UNA INTENCIÓN POSITIVA
Escribo este libro con la intención de invitarte a tomar consciencia que todo
tiene una intención positiva. Estoy convencido que vivimos en un universo
benévolo por más que a veces parezca lo contrario. Quizás a simple vista no
se vea pero cuando profundizamos el entendimiento descubrimos que todo
tiene un para qué. ¿Por qué no se ve a simple vista? Porque estamos
entrenados a ver los problemas y no las soluciones. Detrás de todo lo que
sucede se esconde una causa que busca el crecimiento, el desarrollo y la
expansión. Creo que nuestro trabajo como humanos es descubrir cuáles son
los motivos secretos que mueven nuestras vidas, nuestras emociones y
nuestros deseos. Obviamente, creer en esto es una elección de vida. Y
mientras sea una elección yo elijo pensar que todo tiene una intención
positiva.
Lo elijo porque me es útil para seguir creciendo como ser humano, porque
me brinda paz y me inspira a compartir con el mundo un paradigma de
pensamiento en donde todos somos responsables y dueños de crear la vida
que deseamos.
Estoy convencido que la depresión y la ansiedad tienen una intención
positiva y a lo largo de este libro te lo voy a demostrar. Al finalizar la
lectura espero que seas una nueva voz ofreciendo esperanza al mundo.
CÓMO SE ESCRIBIÓ ESTE LIBRO
Este libro es una reedición de mi primer libro “La depresión como
solución”. El contenido es exactamente el mismo pero su presentación es
distinta. Cuando publiqué “La depresión como solución” yo no tenía
experiencia literaria y dejé en manos de mis editores el nombre del título
del libro. Pero al momento de la publicación sentí que fue un error porque
el título no expresa el contenido real de la obra. No es un libro sobre
depresión, es un libro sobre la consciencia humana, la transformación
personal y la autogestión emocional. Va más allá de la depresión. Va más
allá de la ansiedad. Se centra en resolver el dilema humano: ¿Qué es la
mente y cómo usarla para mejorar nuestras vidas?
Este libro te enseña:
✓ Qué es la biodescodificación y cómo aplicarla en tu vida
✓ Qué es la nueva medicina germánica y cómo usarla para sanar
✓ Qué son las neurociencias y cómo potenciar el cerebro
✓ Cómo superar una depresión o una ansiedad
✓ Cómo sanar el pasado y crear el futuro
✓ Y mucho más.
Por tal motivo, decidí tomar lo viejo y crear lo nuevo.
Bienvenido a “Cómo biodescodificar la depresión y la ansiedad”.
EJERCICIOS
A lo largo de las páginas de este libro encontrarás ejercicios, meditaciones,
herramientas y técnicas mentales para que incorpores el método de la
biodescodificación y entiendas cómo aplicar las herramientas que te enseño
para biodescodificar: la tristeza, la depresión, la ansiedad y los ataques de
pánico.
También tendrás experiencias mentales para soltar el pasado, dejar de tener
miedo al futuro y aprender a crear la vida que deseas en el presente.
EXPERIENCIA EN LÍNEA
Para quienes deseen profundizar sobre la biodescodificación y sus
herramientas compartiré contenido adicional en mis redes sociales sobre los
principios fundamentales de este libro. Encontrarás horas de contenido de
calidad y recursos adicionales que te facilitarán la comprensión de esta obra
en mis redes sociales.
Me encanta encontrarme con mis lectores y conectar con cada uno de ellos
para seguir expandiendo el mensaje de amor y responsabilidad de la
biodescodificación. Principalmente uso Instagram, donde comparto mis
ideas y experiencias de vida.
Me encantaría conectar con vos.
Instagram.com/pablovazquezkunz
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ACLARACIÓN
El autor de este libro no ofrece asesoramiento médico ni recomienda el uso
de ninguna técnica como tratamiento de problemas físicos o médicos sin el
consejo de un profesional de la medicina, ya sea directa o indirectamente.
Solo pretende ofrecer información de naturaleza general para ayudar en la
búsqueda del bienestar emocional y espiritual. Si el lector desea utilizar
cualquier información de este libro, ya que está en todo su derecho de
hacerlo, ni el autor ni los editores se responsabilizan de las acciones de
dicha persona.
ÍNDICE
Capítulo 1 
Abrazando tus estados emocionales
Capítulo 2 
Mitos sobre la depresión
Capítulo 3 
Mitos sobre la ansiedad
Capítulo 4 
La depresión y la ansiedad son
una solución a tus problemas
Capítulo 5 
Cómo dejar de mirar el pasado
y el futuro para sanar en el presente
Capítulo 6 
Entrenamiento mental
para crear paz y felicidad
Capítulo
ABRAZANDO TUS ESTADOS EMOCIONALES
“El secreto para salir adelante es simplemente empezar”.
Mark Twain
Quiero decirte que te mintieron, que nos mintieron, sobre qué son la
depresión y la ansiedad, y cuáles son sus verdaderas funciones en nuestra
vida. Es un engaño absoluto hacerte creer que sólo debes ser feliz y que
tienes que rechazar tu tristeza, tu ira y tu miedo. No hay en esta experiencia
humana estados emocionales positivos y negativos, sólo existen estados con
mayor o menor intensidad, y todos ellos son aceptables.
Lo cierto es que hemos sido programados desde pequeños para
fragmentarnos, para dividirnos en muchas partes, para estar constantemente
en lucha contra aquellas emociones que nuestros padres y la medicina
contemporánea consideran indeseables. Nuestros padres lo hicieron sin ser
conscientes, la medicina lo hizo con ciertos intereses.
Para empezar, tus progenitores te transmitieron las mismas creencias que
ellos recibieron de tus abuelos, y ellos de sus padres. Así, podríamos
rastrear en tu genealogía el mecanismo de cómo se construyeron tus
creencias acerca de la depresión y la ansiedad. Y si bien cada persona es
única, generalmente todos coincidimos en pensar que la tristeza y la
ansiedad son estados de ánimo inadecuados para los seres humanos.
Luego, la medicina, encabezada por la psiquiatría y la psicología, se
encargaron de reafirmar que cuando te sientes intensamente triste o
intensamente ansioso, ciertamente no estás bien de salud y necesitas un
tratamiento químico y/o psicológico para restablecerel equilibrio.
Por un lado tus padres y por el otro la medicina te hipnotizaron para que te
rechaces, para que pienses que eres incorrecto, para que creas que necesitas
ser distinto a lo que eres para entonces ser amado. Esto es una gran mentira,
pero ya la has creído. Internamente te convenciste de que hay algo
defectuoso en ti si estás experimentado un estado de tristeza, incluso te
sientes culpable por no ser feliz. Como te percibes incorrecto piensas que
eres indeseable para el resto de la humanidad. La creencia inconsciente de
que eres incorrecto también surge en tu mente cuando te juzgas a ti mismo
como ansioso y crees que corres el riesgo de quedarte solo en el mundo.
Necesitas recordar que, por lo general, las verdades sociales de hoy han
sido mentiras en el pasado. En algún momento de distracción, una
generación anterior adoptó como cierta la mentira de que hay que ser
únicamente feliz y que debemos rechazar la tristeza y la ansiedad,
incorporando como única verdad la idea de que algunas emociones son
adecuadas y otras incorrectas. Cuando una generación acepta una mentira
como verdad se la trasmite a la siguiente generación, y esta la concibe como
una verdad heredada. Luego, la transmite a la siguiente generación, y esa
verdad heredada se convierte, finalmente, en una verdad cultural.
El ejemplo más cercano que podemos usar para reflejar cómo una mentira
se puede convertir en una verdad masiva es el consumo de leche de vaca.
Actualmente, los humanos bebemos leche de vaca, constituyéndonos en los
únicos mamíferos que nos alimentamos de la leche de otro animal. En un
primer momento empezamos a beberla porque los médicos la recomendaron
argumentando que la leche de vaca aporta calcio y proteínas a los niños.
Nuestros padres, que obviamente tomaron leche de vaca toda su vida
porque sus padres se la dieron, no dudaron en darnos a nosotros este mágico
elixir. Nuestras neuronas se acostumbraron al sabor, a la textura y al aroma
de la leche, por lo que la incorporamos como una necesidad. ¿Pero es
realmente cierto que necesitamos beber leche de vaca?, ¿está
científicamente comprobado que necesitamos su calcio y proteína?, ¿es
beneficiosa la leche de vaca para nuestro organismo? Muy pocas personas
se hacen estas preguntas, porque beber leche de vaca se ha convertido hace
ya varias generaciones en una verdad cultural.
La realidad indica que hay miles de investigaciones que confirman que
tomar leche de vaca no produce ningún beneficio. Por cierto, la leche de
vaca está diseñada para los terneros, y la leche de mujer, para los cachorros
humanos. Sólo quiero mostrarte una diferencia biológica contundente entre
las vacas y los seres humanos. Creo que este ejemplo puede mostrarte que
quizás tus creencias y las creencias colectivas no sean tan ciertas como las
creemos. La vaca a diferencia de los humanos tiene su estómago constituido
en cuatro partes, y allí se lleva a cabo un proceso de digestión
extremadamente lento. La leche vacuna está diseñada para ese tipo de
estómago, y no para el de un humano, compuesto por una sola cavidad
concebida para digestiones más rápidas. Las digestiones lentas de las vacas
las llevan a moverse poco. Imagino que las habrás visto rumiando en el
campo. Su comportamiento es calmo, porque necesitan administrar su
energía para digerir las moléculas de celulosa del pasto que consumen.
Ahora bien, ¿alguna vez viste a un humano rumiar? A diferencia de los
terneros, los niños pequeños son explosivos en su comportamiento.
Además, como en la niñez se produce un enorme crecimiento biológico, los
niños necesitan alimentos ligeros para desarrollarse. Sin embargo, nosotros
los adultos, que ya nos encariñamos con la leche de vaca, igualmente
seguimos suministrando esta leche a los niños, sin ser conscientes de las
consecuencias negativas que esto puede ocasionar. Del mismo modo en que
aceptaste la falacia de que necesitas consumir leche de vaca, también
accediste a creer la mentira de que la depresión y la ansiedad son estados
negativos de los cuales deberías huir inmediatamente. Quiero aclarar que el
objetivo de analizar y cuestionar las creencias no es para decir lo que es
correcto o incorrecto, sino para ser conscientes y poder elegir qué es útil o
inutil para nuestro bienestar mental y físico. La Biodescodificación no
busca descartar absolutamente nada, es un método que está a favor de la
libertad de elección y de que los seres humanos puedan decidir con plena
consciencia.
La Biodescodificación nos invita a ver la depresión y la ansiedad desde un
nuevo punto de vista. Nos vamos a embarcar en la misión de derribar mitos,
creencias y paradigmas establecidos de la medicina y la psicología para
abrir una nueva puerta que nos permitirá considerar otra perspectiva
respecto al funcionamiento de la tristeza, la angustia, la ansiedad y las
emociones. Es verdad que cuando derribamos un muro durante un tiempo
debemos caminar sobre los escombros, pero si no lo hacemos, ese muro nos
impedirá seguir adelante.
La cultura, la ciencia y tus seres queridos te dicen que tu depresión o tu
ansiedad no son estados de ánimo correctos, y que debes hacer algo para
salir ya de esa situación emocional. Los psicólogos te hablan que el
problema se encuentra en tu infancia, razón por la cual te llevan a revivir
los traumas de manera que los puedas expresar verbalmente. Por un
momento parece que algo se calma en la catarsis, pero luego el estado
emocional cobra más fuerza que antes, y tú sigues sin encontrar una
solución. Los psiquiatras, por su parte, te medican, anestesiando con
fármacos lo que sientes. Incluso los maestros esotéricos te recomiendan una
variedad de técnicas que, en definitiva, nunca terminan de saciar tus
necesidades. Una vez que pasaste por todas esas metodologías y continuas
desahuciado, reflexionas: “Maldición, ¡¿será posible que nadie tenga una
respuesta que me dé paz?!”.
Luchamos y nos esforzamos por salir de la depresión, pero no lo logramos.
Probamos diferentes caminos, pero no nos conducen a nada. Leemos libros
sobre cómo combatir la ansiedad, pero nuestro estado permanece invariable,
destruyéndonos la vida. Luchamos por lograr vencer a la depresión o
superar los ataques de pánico pero parece que la depresión, la ansiedad y
los ataques de pánico, vinieron para quedarse. Y con el paso del tiempo se
refuerzan más y más. Sentimos como de a poco nos vamos hundiendo en la
desesperación, alejándonos de nuestros seres queridos, de nuestros
proyectos y metas, como si nuestra vida se apagase en la melancolía y fuese
arrasada por el miedo.
La propuesta que ofrece el trabajo de biodescodificación es que aceptes sin
juzgarte tus estados emocionales como pueden ser la depresión, la ansiedad,
y todos los sentimientos y emociones que estés atravesando. Te invito a
dejar de luchar contra ellos.
Quiero contarte que desde el paradigma de la Biodescodificación la
depresión y la ansiedad son en verdad una forma de solución a tus
conflictos.
Estos dos estados de ánimo son opciones de comportamiento que el cerebro
nos ofrece como soluciones a nuestros conflictos emocionales que no
estamos pudiendo resolver desde la perspectiva desde la cual veníamos
intentándolo. Cuando nuestra mente inconsciente reconoce que no estamos
teniendo éxito desde nuestro enfoque, nos brinda un nuevo enfoque
psicológico y emocional para que podamos analizar el conflicto desde otro
punto de vista, desde una óptica diferente a nuestra visión cotidiana.
La unidasd mente-cerebro ofrece siempre dos estados psicológicos
alternativos en menor o mayor dosis a las situaciones que no logramos
resolver desde el estado psicológico que comúnmente llamamos “normal”.
Estas alternativas son la tristeza o la ansiedad. Al estado emocional de
tristeza prolongado la psiquiatría lo llamó “depresión”. Esta es una etiqueta
arbitraria que encasilla a las personas que presentan síntomas lógicos en
cualquier ser humano que está atravesando un conflicto que considera que
no puede o no sabe resolver.
Ya hablaremos de la psiquiatría cuandoabordemos el tema de los mitos que
envuelven a la depresión. Por lo pronto, es indispensable aclarar que por
más que intenten vendernos la tristeza como depresión, la tristeza sigue
siendo tristeza. Más adelante veremos que en menor o mayor grado todas
las personas estamos constantemente fluctuando entre la tristeza y la
ansiedad.
El estado emocional de tristeza tiene un sentido positivo, que es impulsarte
a ser más reflexivo. En otras palabras, tu mente-cerebro te está pidiendo que
te detengas y observes desde la quietud, para así intentar asimilar tus
conflictos y resolverlos desde una nueva perspectiva.
“La tristeza es una de las vibraciones
que prueban que estamos vivos”.
Antoine de Saint-Exupéry
La segunda opción psicobiológica que el cerebro ofrece es el estado de
ansiedad. Cuando estamos ansiosos nos sentimos con excesiva energía, por
eso, esta alternativa tiene el propósito contrario a la depresión. El cerebro
nos da una dosis extra de energía para que nos lancemos a hacer eso que
queremos hacer y que nuestras creencias nos están impidiendo.
La búsqueda de la mente-cerebro es que nos movamos rápidamente a fin de
solucionar los conflictos que nos afectan. Generalmente estos conflictos son
de índole territorial, situaciones de las cuales no nos estamos haciendo
cargo ya sea porque creemos que no deberíamos hacer nada o porque
pensamos que no podemos lograr lo que deseamos.
Estos estados, contrariamente a lo que creíste hasta hoy, no son incorrectos
ni indeseables para tu vida. La tristeza y la ansiedad son simplemente una
solución que tu sistema te propone para que encuentres nuevas alternativas
de pensamiento y de comportamiento para resolver los diferentes problemas
que la vida te pone delante, pero como no le das lugar a esa nueva
perspectiva psicológica y buscas por todos los medios deshacerte de ellos,
nunca terminas entendiendo el origen de esos estados ni resolviendo el
conflicto que los provocó. La clave para lograr trascenderlos es primero
comprender la intención positiva que se esconde, el “para qué vivo lo que
vivo”. No se puede resolver un problema si antes no lo reconocemos como
tal. Solo aquello que admitimos se puede solucionar o negar. Pensemos en
las personas que se dicen ateas (Teos , del latín “Dios” + a en latín, “sin”:
“sin Dios”). ¡Para poder ser ateo primero hay que reconocer a Dios! En este
punto cabe aclarar que cuando en esta obra me refiero a Dios, estoy
haciendo alusión a la “Conciencia”, al “Universo” o al “Amor” que vive en
nuestra mente, y no a un señor con barba viviendo en algún cielo remoto
que busca culpables entre sus hijos mortales para castigarlos si no hacen lo
que él considera que deben hacer.
El objetivo clave de este capítulo es que comprendas que sólo podemos
resolver aquellos conflictos que nos permitimos asumir, pero para que esto
ocurra, previamente debemos aceptar nuestros estados psicológicos de
tristeza o ansiedad. Ciertamente, no podemos ver qué esconden estos
estados emocionales si no profundizamos en ellos. Cuando los rechazamos
y buscamos salir a cualquier precio de la depresión o de la ansiedad,
cargamos con el conflicto que los desató. El conflicto original queda
escondido, y el estado de tristeza o ansiedad pasa a ser el aparente
problema, cuando en realidad el problema sigue siendo el conflicto que le
dio origen al síntoma, que siempre es mental.
Dado que nadie nos enseñó que estos estados son una solución a nuestros
problemas y no un conflicto, inevitablemente los rechazamos y empezamos
a luchar contra ellos con todo tipo de herramientas: psicología, psiquiatría,
yoga, meditación, sexo, viajes, etc. Sin embargo, todos esos intentos por
escapar o rechazar lo que sentimos solamente nos hunden más, porque
nuestra atención se enfoca en lo que no queremos sentir en vez de buscar
comprender qué es lo que dió inicio al síntoma.
Si en nuestro diálogo interno nos decimos constantemente: “No quiero
sentir tristeza”, lo único que logramos es experimentar más tristeza, ya que
aquello a lo cual resistimos persiste, porque el foco de nuestra atención está
puesto en el conflicto. El logos no en la lengua madre sumeria significa
“luz, energía”. Al expresar: “No quiero sentir tristeza”, estoy diciendo,
“quiero sentir tristeza con energía”.
El camino para disminuir la intensidad de la depresión o la ansiedad es
permitirnos abrazar nuestros estados psicológicos, para así, entender qué
nos quieren decir. Cuando nos abrimos a ver qué situación de conflicto o
trauma está produciendo el estado de la depresión, podemos ver aquello que
debemos transformar en nuestras vidas.
Un ejemplo de la importancia que tiene cambiar nuestro diálogo interno
sobre nuestros estados emocionales para mejorar la calidad nuestra vida es
explicado por la psicóloga Kelly McGonigal, quien propone cambiar
nuestra opinión sobre el estrés. Al cambiar la visión sobre el estrés de
maligno a benigno hacemos que nuestro estado emocional se modifique.
McGonigal se pregunta: “¿Cambiar nuestra perspectiva sobre el estrés
puede hacernos más saludables?”. Los estudios científicos arrojaron una
respuesta positiva. Adicionalmente, ofrecieron datos sobre una
investigación realizada en EE.UU. con 30.000 adultos. La investigación
dice que el riesgo de muerte se incrementó en un 43% entre quienes decían
haber experimentado “mucho estrés”, pero eso solo fue cierto para la gente
que también creía que el estrés es perjudicial para la salud. La probabilidad
de morir, en cambio, era mínima para aquellos que no lo consideraban algo
nocivo. McGonigal destaca que quienes se habían amigado con el estrés
presentaban el menor riesgo de muerte en todo el estudio.
El punto no es tener o no tener estrés, sino aceptar tus estados emocionales
para que tu percepción sobre ellos se transforme. Cuando incluimos
nuestros estados emocionales empezamos a sentir la fuerza más poderosa
del Universo, que es el amor.
“Amarse a uno mismo
es el comienzo de un romance para toda la vida”.
Oscar Wilde
Quiero contarte algunos casos de consultantes con los que trabajé hace años
para ofrecerte referencias reales de cómo comprendiendo el estado
psicológico en vez de juzgarlo, se producen cambios extraordinarios en
nuestras vidas. Pero antes de comenzar quiero comentarte que en este libro
vas a encontrar casos clínicos reales. No uso el nombre verdadero de mis
consultantes por una obvia cuestión de secreto profesional, y no los llamaré
“pacientes” porque considero que la palabra “pacientes” es un término de
desvalorización que la medicina acuñó para tener el poder sobre las
personas que acuden en busca de ayuda. Cuando nos identificamos con la
palabra “paciente” asumimos el rol del que espera el saber de otro, es decir,
nos hipnotizamos creyendo que nosotros no tenemos el poder sobre nuestro
cuerpo.
La psicología tradicional adoptó el término “pacientes” de la medicina con
la intención de que el terapeuta tenga más poder y la persona espere su
saber. No me parece una expresión justa para una relación de trabajo
terapéutico ni para una consulta médica, ya que cada uno de nosotros tiene
el poder para curar su mente y su cuerpo . Obviamente, esto no significa
que no necesitemos un médico que nos diagnostique y nos ofrezca un
tratamiento, pero es muy distinto que el médico cumpla su función y
nosotros tengamos el poder de decidir qué hacer con aquello que nos sucede
tanto en el plano físico como en el plano psicológico.
CASO DE OLGA (54 AÑOS)
Olga se presentó a mi consulta con una maleta de mano similar a las que se
pueden subir a la cabina de un avión. Curioso como un niño, antes de
invitarle un té, le pregunté qué era eso. Me respondió que eran los
medicamentos psiquiátricos para su depresión. Mi cara de sorpresa fue
enorme. Ella, muy satisfecha, remarcó que iba a todos lados con su maleta
de medicamentos.
—¿Cuánto hace que tomas todo eso? —le pregunté.
—Veinte años, Pablo —me respondió.
Olga tenía un coctel de quince pastillas diferentes. La valija era porque
tenía provisiones para un año. Su miedo y sudependencia a esos fármacos
eran tales que prácticamente mantenía una relación amorosa con ellos. Olga
me contó que por más que cumplía a rajatabla su plan de medicación, su
vida no mejoraba. Ella seguía sintiéndose en el mismo letargo en el que
estaba sumida hacía veinte años, con el agravante de que los medicamentos
le habían producido síntomas orgánicos por doquier.
La cantidad de químicos que había ingerido había impactado drásticamente
en su cerebro y sus hormonas. Desde mi percepción, podría afirmar que si
bien Olga estaba viva, parecía estar rozando el mundo de los muertos. Sus
ojos estaban blancos, prácticamente vacíos, y su cuerpo, su actitud, eran
similares a las de los zombis que vemos en las series.
Cuando trabajo un caso como el de Olga tomó conciencia del nivel de
adormecimiento en el cual a veces elegimos vivir. Reflexionó sobre cómo
es posible que ciencias como la psicología y la medicina no se pregunten si
es verdad que medicar con antidepresivos siempre tiene sentido.
Muchos podrían asegurar que gracias a ellos se reduce el índice de
suicidios, y estoy de acuerdo, ¿pero podemos quedarnos tranquilos por ese
único logro? Quiero decir, aquellos que no se suicidan, ¿qué calidad de vida
llevan? ¿Es mejor estar muerto en vida que muerto en la muerte?
Personalmente, no me quedo tranquilo con el hecho de que mi cliente no se
muera. Considero que cada ser humano está lleno de amor, y quiero
favorecer a que esa energía, ese amor y esa magnitud se expresen. Y,
justamente, ese fue mi desafío con Olga.
Olga empezó su tratamiento psiquiátrico luego de la pérdida de su hija,
Emilia. Emilia tenía nueve meses cuando falleció de muerte súbita. Creo
que la muerte de un bebé debe ser uno de los acontecimientos más
dolorosos y traumáticos para la mente humana. Olga vivía con su marido y
con sus dos hijos mayores en Buenos Aires. Su vida se había convertido en
un infierno desde la muerte de la pequeña Emilia. El tratamiento
psiquiátrico la mantuvo adormecida, anestesiada, durante años. Cuando
empezó a despertar y adaptarse a las drogas, inició su búsqueda para sanar,
pero hasta el momento de la consulta no había dado con ninguna terapia que
la hiciera sentir mejor. Descongelar un cerebro que está en reposo durante
tantos años con una carga de antidepresivos tan alta es una misión
compleja. Pero Olga y yo estábamos dispuestos a hacer el intento.
—¿De qué te sientes culpable, de la muerte de tu bebé? —le pregunté. —
No, Pablo. Te dije que murió de muerte súbita.
—Tú y yo sabemos que te sentiste culpable de la muerte de Emilia. Y aún
hoy te sigues sintiendo así —respondí.
Para que el cerebro de Olga se congelara por veinte años era evidente que
tuvo que haber habido un shock, un evento contra el cual Olga no pudo
luchar ni pudo huir. Y ese evento era la muerte de su hija. Sí, había ocurrido
hacía dos décadas, pero aun así Olga no había encontrado respuestas que le
brindaran paz. Por ese motivo el estado de depresión había continuado en el
tiempo.
—No. Te digo que no. Yo no tengo nada que ver en la muerte de Emilia —
insistió Olga.
—Sé que crees que sí, y lo vamos a ver. Quiero que me describas la escena
en donde te enteras o ves que tu hijita está muerta.
Le pedí a Olga que se centrara en la escena del shock, reviviéndola en
primera persona y en presente.
—Estoy volviendo de la casa de una amiga. Cuando entro a mi hogar veo a
mi marido llorando, mientras llama por teléfono. Corro a la habitación y
veo a Emilia tirada boca abajo. La tomo en mis brazos. Inmediatamente sé
que está muerta.
—¿Qué pensaste en ese momento?
“—¡Se murió! ¡Mi bebé se murió!” —respondió Olga entre lágrimas.—
¿Cuáles fueron tus sentimientos? —indagué.
—Desesperación, impotencia, angustia, culpa.
—¿Cuál fue la emoción que te permitiste expresar?
—Tristeza, mucha tristeza, porque mi bebé se había muerto —contestó sin
dudar.
—¿Qué emoción quedó congelada detrás de esa tristeza? ¿Qué emoción no
te permitiste expresar en ese momento?
—Ira. Ira contra mi marido que se había quedado con ella y no la cuidó,
pienso que por eso se murió... También sentí ira contra Dios que se la había
llevado. Más que ira fue odio. Sí, sentí odio contra Dios porque se había
llevado a mi hija.
—¿Y cuál es el miedo que hay detrás de esa ira? —continué.
—Tengo miedo de ser culpable de su muerte por no haber estado ahí. Siento
culpa por haber salido de mi casa unas horas para visitar a mi amiga. Quizás
Emilia se murió porque tenía hambre o porque me necesitaba, y yo no
estuve.
—¿Cuál es el pensamiento sobre ti misma en ese momento?
—Que soy una mala madre; que no soy capaz de cuidar a mi bebé; y que mi
bebé se murió por mi culpa.
Olga empezó a llorar desconsoladamente. Respeté su momento por unos
minutos y cuando se calmó le dije:
—Olga, tienes que enterrar a ese bebé y conectarte con el alma de tu hija
que vive en tu corazón. En el amor no hay separación ni culpa, sino unidad.
Emilia vivió lo que necesitó vivir en este plano, y después su alma continuó
su viaje eterno.
Por primera vez Olga me miró. Sus pequeños y vacíos ojos se iluminaron.
Se abrió a sentir el miedo y la culpa sin juzgarse. Respirando
tranquilamente, se dispuso a perdonarse por el pasado y, sin saber bien
cómo, se abrió a ver el drama de su vida desde el amor.
Ese fue el principio del fin del congelamiento que arrastraba su cerebro.
Luego hicimos un trabajo para liberar las emociones ocultas que habitaban
en la mente de Olga. Este ejercicio le permitió expresarse y reconocer que
había estado ocultando todos aquellos sentimientos durante años.
El cerebro de Olga finalmente encontró alternativas. Se permitió pensar que
podía dejar atrás el cuerpo de Emilia y conectarse con el alma de su hija.
Olga encontró nuevas respuestas en su interior y ya no necesitó más el
estado de depresión para sobrevivir al dolor y la culpa. Ahora sentía la paz
que estaba buscando, y la depresión ya no era necesaria. Olga logró
descongelarse completamente en aproximadamente doce meses. Juntos
trabajamos la culpa que sentía por no estar cuando Emilia murió y la bronca
contra su marido, que venía incluso de antaño y continuaba. Ella
comprendió cuál fue el aprendizaje que vino a hacer junto a Emilia en esos
dieciocho meses que vivieron juntas. Pudo soltar el apego a su hija y
desearle un buen viaje, y sobre todo, entendió que su vida continuaba, que
aún le quedaban muchos años por vivir, y lo más importante, que deseaba
disfrutarlos.
“Ha sido mi filosofía que las dificultades se desvanecen cuando las
encaramos”.
Isaac Asimov
En el caso de Olga la tristeza tenía la intención positiva de protegerla del
castigo mental que se autoinfringía por creerse culpable de la muerte de su
hija. Además, la tristeza le proporcionaba un tiempo para que reflexionara
al respecto, pero como no se lo permitió ni tuvo en sus manos las
herramientas necesarias para hacerlo, la tristeza le duró veinte años. Ese
estado emocional buscaba que Olga frenara el ritmo de su ciclo mental para
que pudiera ver más allá de sus dogmas, pero como no fue así, la tristeza se
mantuvo a pesar de los medicamentos que su psiquiatra le administraba.
La medicación alivia la tristeza pero no llega a las raíces psíquicas del
conflicto. Incluso la psiquiatría condena a la tristeza y a la ansiedad. En
cambio la Biodescodificación “usa” los estados emocionales de las personas
para comprender cuáles son las creencias conscientes e inconscientes que
crean los estados emocionales. En resumen: La Biodescodificación no
rechaza los estados emocionales, propone verlos como resultados de una
causa mental, busca cuál es la intención positiva detrás de ellos y cómo
cambiar la percepción interna para disminuir la intensidad y volver al
equilibrio emocional.
Para su familia, para la medicina y para sí misma Olga estaba enferma
(ferme en francés es “cerrar”, en-ferme significa, entonces, “encerrado en sí
mismo”. “Enfermedad” significa “estar encerrado en sí mismo”). Pero el
tratamiento que hicimos verdaderamente la liberó.
Los estados emocionalesde Olga empezaron a fluctuar entre la tristeza, la
ansiedad, la alegría, la calma, pero lo importante fue que ya no rechazó
ninguno de ellos. Por el contrario, ella comenzó felizmente a usar esos
estados para aprender de sí misma, para descubrirse. Olga emprendió su
nueva vida sin culpas sobre el pasado. Se permitió abrazar el amor que
había en la relación con su hija Emilia más allá del cuerpo físico, y le
agradeció a la tristeza por darle la oportunidad de llevar su vida a un nuevo
estado de conciencia.
“La palabra ‘felicidad’ perdería su significado si no estuviera
equilibrada por la tristeza”.
Carl Gustav Jung
PARTE PRÁCTICA
Te propongo que te animes a asumir tus estados emocionales, que te abras a
ser consciente de cuáles son tus pensamientos y tus emociones. En mis
PROGRAMAS EN LÍNEA DE BIODESCODIFICACIÓN, los cuales
puedes encontrar en www.pablovazquezkunz.com , enseño que para
transformar un estado emocional o un comportamiento desadaptativo
primero es indispensable reconocer qué queremos cambiar. Para abrazar tus
estados emocionales con honestidad te pido que respondas con sinceridad
las siguientes preguntas. Sé consciente que una parte de tu mente se va a
resistir a la toma de conciencia porque quiere permanecer oculta y en
conflicto, sin embargo, tu trabajo es llevar a la luz a esa parte de tu mente
para iluminarla y empezar a experimentar paz.
1. ¿Qué experiencias de tu vida te producen miedo?
2. ¿Qué pensamientos cotidianos te producen estrés?
3. ¿Cuáles son tus emociones a lo largo del día?
4. ¿Cómo y dónde reconoces que el miedo está afectando tu vida?
5. ¿Qué te estás privando de hacer, dar, crecer o vivir por miedo?
Una vez que tengas las respuestas, simplemente no te juzgues por los
resultados. No hagas juicios de tus juicios. Estás llevando el miedo a la luz.
http://www.pablovazquezkunz.com/
Abraza a tu mente sin condenarla como a un niño que tiene miedo a los
fantasmas que no existen en su habitación. Practica ser amoroso contigo
mismo.
MEDITACIÓN PARA ASUMIR LA VIDA
Te abrirás mentalmente a la posibilidad de cambiar tu enfoque.
Contemplarás tus pensamientos y emociones desde la mirada del amor.
Empiezas por observar simplemente tu respiración. No tienes la intención
de cambiarla, solo la observas.
Observas la inspiración y la expiración.
Comienzas a asumir lo que sientes, dándote cuenta de que no hay nada que
temer en el acto de sentir tu vida tal como es ahora. Te abres a aceptar lo
que sientes en este momento presente. Sin importar qué sientas, lo permites.
Te abres a ser consciente de lo que vive en ti ahora. Observas las
emociones, los pensamientos, las sensaciones, sin condenar absolutamente
nada. Simplemente eres testigo del baile mental.
Sigues dispuesto a contemplarte, a atenderte, y te conectas con tu
respiración. Te darás cuenta de que la respiración siempre está asumiendo la
vida. Inspiras y expiras. En cada inhalación asumes lo que sientes y en la
exhalación lo puedes soltar.
Poco a poco reconoces que todo lo que sientes es una interpretación
personal, y que tú eres el creador de eso que sientes. Y si eres el creador de
tus pensamientos, entonces les darás la bienvenida. Asumes tus
pensamientos, tus sentimientos y tus emociones.
Estás abriendo tu corazón en favor de lo que está sucediendo. Estás
reconociendo la inocencia de lo que sucede en ti en este instante. Y a
medida que asumes lo que sientes sin luchar con ello, vas descubriendo que
detrás del miedo, detrás de la culpa, detrás de la tensión, hay un espacio de
paz.
Inhalas y amas lo que sientes. Exhalas y lo sueltas. Estás dándote cuenta de
que en este instante no hay nada malo en ti. Usas tu consciencia para
amarte.
El amor acepta cualquier cosa que ocurre en ti porque el amor no juzga, no
se queja y no intenta cambiar nada. La consciencia del amor da la
bienvenida a la experiencia presente.
Respiras. Sientes cómo tu mente se relaja y el amor simplemente fluye en tu
respiración. Sigues aceptando, continúas mirando tu vida desde la
inocencia. Te das cuenta de que cuando dejas de amar es solo porque estás
distraído, pero ahora sabes que puedes volver a la inocencia asumiendo tu
sentir.
Descansas en la idea de que solo estás aquí para amar. Permites que el
silencio interior se expanda en tu mente.
En el amor no hay amenazas, porque en el amor lo puedo comprender todo.
Empiezas a darte cuenta de que siempre eres amor. Inspiras y te das cuenta
de que el amor ama tu vida, que en el amor te perdonas y que en el amor
existes como una consciencia que no lucha, sino que descansa.
Das las gracias por seguir siendo inocente, por seguir conectado a la fuente
del amor que eres.
Inspiras y sientes. Expiras y sueltas.
Capítulo
MITOS SOBRE LA DEPRESIÓN
“Para evitar las críticas, no digamos nada, no hagamos nada, no
seamos nada”.
Aristóteles
Querido lector, muy probablemente este capítulo pondrá patas para arriba tu
sistema de creencias. El objetivo es que despiertes de la hipnosis mental en
la cual te han —y te has— sometido durante muchos años. Mi intención es
brindarte información que quizás puede abrirte una puerta para que te
liberes de los bloqueos mentales que están impidiendo vivir con alegría y,
sobre todo, en paz.
Después de analizar los mitos sobre la depresión, algunas de tus creencias
más antiguas, probablemente las mismas que causaron tu estado de
angustia, serán reemplazadas o, al menos, puestas en revisión. Este capítulo
busca iluminar las creencias limitantes sobre la depresión con las cuales me
encontré en mi vida personal y con mis consultantes en los años que llevo
como terapeuta. Te sugiero que te animes a leer todos los mitos. Intenta
contemplar con una mirada inocente, sin juicio, la falta de cordura que estas
fábulas acarrean. No te pido que saltes al vacío y creas inmediatamente lo
que estas futuras líneas expondrán a la luz del entendimiento de quien
quiera ver. Solamente te animo a que leas con humildad de niño. Tal vez esa
conciencia amorosa que hay en ti te guíe, mediante esta nueva información,
a despertar.
“La psiquiatría es el arte de enseñar a la gente cómo mantenerse en sus
propios pies mientras
descansas en sofás”.
Sigmund Freud
A la comunidad psiquiátrica le ofrezco mis mayores respetos y le solicito
permiso para expresar mi visión sobre su trabajo. Deseo resaltar que la que
estoy a punto de exponer es mi visión sobre la depresión y la ansiedad, es
decir, no es verdadera o falsa, sino una perspectiva distinta desde la cual se
puede analizar el tema. No les pido tolerancia por mí, sino por sus
“pacientes”. Entiendo que sus dogmas les brindan poder y confianza
personal, por lo que es comprensible que algunos de los médicos que tengan
este ejemplar en sus manos reaccionen defendiéndose o quizás incluso
atacando este libro. Sin embargo, es mi anhelo —tal vez un tanto ingenuo
por estar obviando algunas fuerzas mayores que la medicina, como la
farmacéutica y los gobiernos—, que entre todos algún día podamos crear
una psiquiatría humana y no estadística.
“El zapato que le ajusta a un hombre le aprieta a otro;
no hay receta para la vida que funcione en todos los casos”.
Carl Gustav Jung
¿Qué son los mitos?
El logos “mito” proviene del griego mythos, que significa “historia o
relato”. El mito es una fábula para explicar de forma exagerada
acontecimientos reales o irreales. Los mitos están envueltos por historias
legendarias que, en muchos casos, fueron metáforas de hechos acontecidos,
y que luego construyeron verdades en generaciones posteriores. Los mitos
tienen la función de crear identidad en la mente de las personas y, en
consecuencia, en las sociedades. Con esta dificultad nos encontraremos al
observar los mitos sobre la depresión.
Para muchas personas resulta difícil cambiar la significación mental sobre
el estado de depresión en el que se encuentran, porque sienten que la
enfermedad les brinda un valor especial, ya que al estar enfermos ganan de
forma inconsciente —y en algunos casos de forma muy consciente— que
otros les presten suatención, y les regalen su amor y su tiempo. Esta es una
de las razones principales por la que no desean cambiar su forma de pensar
la depresión.
El primer mito que observaremos es el Trastorno de Depresión Mayor,
llamado así en el Manual de Psiquiatría DSM-V (siglas que en español
significan —Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría—). La depresión es
diagnosticada actualmente en base a nueve sintomatologías o
comportamientos definidos por la medicina como disfuncionales para el
bienestar general de un ser humano.
“No miente tan sólo aquel que habla en contra de lo que sabe, sino
también aquel que habla en contra de lo que no sabe”.
Friedrich Nietzsche
MITO 1
Trastorno Depresivo Mayor
Criterios de diagnóstico
A. Cinco (o más) de los siguientes síntomas han estado presentes durante el
mismo período de 2 semanas, que representan un cambio respecto a la
anterior, por lo menos uno de los síntomas debe ser (1) estado de ánimo
depresivo o (2) pérdida de interés o placer. Nota: No incluir los síntomas
que son claramente atribuibles a otra condición médica.
1. Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo
indica el propio sujeto (por ejemplo, se siente triste, vacío, sin esperanza) o
la observación realizada por otros (por ejemplo, parece lloroso).
Nota: en los niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable.
2. Marcada disminución del interés o placer en todas o casi todas las
actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio
sujeto o quienes lo observan).
3. Pérdida de peso significativa sin hacer dieta o ganancia de peso (por
ejemplo, un cambio de más del 5% del peso corporal en un mes), o
disminución o aumento del apetito casi todos los días.
Nota: en niños hay que valorar el fracaso para hacer la ganancia de peso
esperada.
4. Insomnio o hipersomnia casi todos los días.
5. Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por
los demás, no meras sensaciones de inquietud o de estar enlentecido).
6. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.
7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que
pueden ser delirantes) casi cada día (no solo remordimiento o culpa por
estar enfermo).
8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión,
casi cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena).
9. Pensamientos recurrentes de muerte (no solo temor a la muerte), ideación
suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un
plan específico para suicidarse.
B. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro en
las áreas sociales, ocupacionales, u otras importantes del funcionamiento.
C. El episodio no es atribuible a los efectos fisiológicos de una sustancia o a
otra enfermedad médica.
Nota: Criterios de A-C representan un episodio depresivo mayor.
Nota: Las respuestas a una pérdida significativa (por ejemplo, pérdida,
ruina económica, las pérdidas por un desastre natural, una enfermedad
grave o discapacidad) pueden incluir los sentimientos de intensa tristeza,
reflexión sobre la pérdida, insomnio, falta de apetito y pérdida de peso
señalados en el Criterio A, que puede parecerse a un episodio depresivo.
Aunque tales síntomas pueden ser comprensibles o se consideren
apropiados para la pérdida, la presencia de un episodio depresivo mayor,
además de la respuesta normal a una pérdida significativa debe ser
considerado cuidadosamente. Esta decisión requiere inevitablemente el
ejercicio del juicio clínico basado en la historia del individuo y las normas
culturales para la expresión de angustia en el contexto de la pérdida.
D. La aparición del episodio depresivo mayor no se explica mejor por un
trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, trastorno delirante, trastorno
esquizofreniforme, u otro del espectro esquizofrénico especificados y no
especificados y otros trastornos psicóticos.
E. Nunca ha habido un episodio maníaco o un episodio de
hipomanía. Nota: esta exclusión no es aplicable si todos los episodios
maníacos o hipomanía son inducidos por sustancias o son atribuibles a los
efectos fisiológicos de otra enfermedad médica. 1
Todo mito busca exagerar las características de lo relatado para resaltar
aquello que se quiere transmitir. En el mito del Trastorno Depresivo Mayor
se busca con la exageración del miedo generar respeto entre aquellos que
escuchan. Pero afinemos el ojo para ver qué nos muestra y qué nos esconde
este primer mito sobre la depresión.
Empecemos por la génesis, que es el Manual de Psiquiatría, en el cual los
médicos se apoyan. Muchos médicos, algunos de manera consciente y otros
inconscientemente, piensan que son la voz de Dios. Tal vez creas que me
volví loco al hacer esta afirmación, y que ellos son simplemente humanos
ayudando a la comunidad. Pero no, no me volví loco. Considero que
deberían ser humanos con conocimientos biológicos y técnicas que ayuden
a la comunidad, pero en realidad, para nuestro inconsciente son mucho más,
y esto tiene un motivo concreto.
¿Pensaste alguna vez por qué en nuestra cultura la palabra de un médico es
tan importante? Nunca, ¿verdad? Hoy te enterarás por qué les entregas todo
tu poder a los hombres de guardapolvo blanco.
¿Cuál es la función básica de un médico? Coincidirás que es diagnosticar e
intervenir cuando es necesario. ¿Cierto? Observemos la etimología del
logos “diagnosticar”. La raíz día proviene del latín dies , y su raíz
indoeuropea es dyeu, que significa “Dios”. El segundo logos que compone
la palabra “diagnóstico” es gnóstico , que quiere decir “conocimiento”, y
que proviene del vocablo griego gnóstikos. Por lo tanto, “diagnóstico”
significa “conocimiento de Dios”.
Cuando el médico te diagnostica depresión, por ejemplo, para tu
inconsciente está hablando Dios. ¡Cómo no le vas a creer! ¡Tu mente
inconsciente asume el diagnóstico sin oponer resistencias! Mi propósito es
que a partir de leer esto empieces a darte cuenta por qué le entregas tu poder
al médico. ¡Para tu inconsciente no hay palabra mayor que la de Dios! La
única forma de recuperar tu poder y tomar la palabra del médico como un
dato más y no como la verdad suprema es siendo consciente de esta
información.
Sigamos analizando el mito de la depresión. Observemos primero el
Criterio A. Este criterio estipula que se necesitan cinco o más síntomas que
debieron estar presentes durante las últimas dos semanas en la vida del
paciente para diagnosticar un cuadro de depresión mayor. El Criterio A
ofrece nueve puntos que ciertamente se parecen mucho entre sí. Por otra
parte, algunos de estos puntos son bastante conformistas en el hecho de que
ya sea que estés de un lado del conflicto o del otro, de todas formas estás
mal. Por ejemplo, los Criterios 3 y 4.
La intención de estos puntos es que cualquier matiz de tu tristeza sea
condenable y justifique estadísticamente el diagnóstico de depresión
avalado por el DSM, y así poder ofrecerte el mejor consumo de
antidepresivos que las farmacéuticas te brindan para apagar tu cerebro y
“sacarte” en el menor tiempo posible de tu estado depresivo con un
porcentaje bajísimo de efectividad. El psiquiatra no está interesado en
acompañarte a que observes cuál es la génesis del conflicto ni el propósito
que enciende la tristeza.
Los conflictos psicológicos que experimentamos dan inicio a los estados
emocionales al igual que un interruptor enciende la bombilla de luz. La
psiquiatría no conoce el motivo de tu tristeza. A través de lo que te estoy
contando y lo que te voy a contar en este libro de neurociencia básica
descubrirás que no lo conoce porque no tiene interés en conocerlo . Es
decir, no estoy hablando de conocimientos esotéricos descubiertos en el
Mar Muerto, sino de los descubrimientos científicos de los últimos
cincuenta años.
Los nueve puntos del Criterio A hablan de estados de tristeza, falta de
interés o de placer, cansancio, disminución en la capacidad de pensar como
sepensaba antes de la tristeza, sentimientos de culpa e indecisión.
Basándonos en estos síntomas, el noventa por ciento de la población
mundial debería ser diagnosticada de depresión.
Veamos ahora los puntos 3 y el 4. El punto 3 dice que se considera
relevante la pérdida de peso o la ganancia de peso. ¿En serio? ¿Una opción
o la otra conforman al DSM para diagnosticar? El punto 4 sigue la misma
línea y asegura que si la persona sufre de insomnio o de hipersomnia
también está dentro de los parámetros. Estos puntos te califican como
depresivo si tomas la pastilla roja o la azul. Son versátiles con la intención
de amplificar las posibilidades de que cuadremos dentro del criterio de
diagnóstico. En otras palabras, podemos decir que si el médico observa que
tenemos 4 de 7 puntos y le falta uno para encasillarnos en el diagnóstico,
con los puntos 3 y 4 probablemente lo logre.
Quiero hacer una salvedad con el punto más importante del criterio A que
es el punto 9, el cual habla de los pensamientos recurrentes de muerte e
intentos suicidas. En primer lugar, dividamos los pensamientos de muerte
de los intentos de acabar con la vida biológica. La gran mayoría de los seres
humanos piensan cada día que les gustaría ser otro ser humano distinto al
que son. Estos pensamientos, aunque estén contemplados como normales,
son pensamientos de muerte. En este punto todos deberíamos considerar
seriamente el hecho de empezar un trabajo terapéutico para observar por
qué no queremos ser como somos, antes de que los pensamientos pasen a
convertirse en acciones.
Sobre los intentos de suicidio puedo decir a partir de mi experiencia con
muchos de mis clientes que han intentado suicidarse que son un pedido de
ayuda, un pedido de amor desesperado. Entiendo que nuestra cultura no
acepte que las personas elijan cuándo terminar con su vida, pero sé que
diagnosticándolas y medicándolas no se resuelve su dolor: solo hacemos
que su cuerpo físico dure más tiempo sobre el planeta, pero sin amor y
comprensión no hay sanación posible.
El criterio B habla de la tristeza como un síntoma que provoca malestar
clínicamente significativo, y que altera o afecta las diferentes áreas de
nuestras vidas. Esto es correcto en la mayoría de los casos, pero la intención
de la psiquiatría detrás de este criterio es asustarte y mostrarte que tu vida
está en peligro, cuando en verdad ya estaba en peligro antes de la depresión.
Por cierto, el estado de tristeza tiene la intención positiva de ayudarte a que
encuentres un nuevo punto de vista sobre la vida que estabas llevando . ¡Tu
mente quiere que se altere significativamente tu existencia porque así como
estabas ya no querías seguir!
El criterio C creo que es el más dañino de todos los puntos. Afirma que hay
ciertos eventos en tu vida que son tolerables para que te permitas estar
triste, pero hay otros que no. Obviamente, siempre bajo la interpretación del
profesional que te está diagnosticando. Por lo tanto, este criterio te está
diciendo que puedes estar triste por aquellas cosas que la sociedad médica
considera correctas para estar triste, pero que algunas situaciones son
incorrectas para estarlo. Este criterio reduce tu autoestima y tu confianza a
la nada misma para que te sientas vulnerable, y de esta forma acatar
sumisamente el diagnóstico y el tratamiento químico correspondiente.
Los criterios D y E siguen buscando explicar cuándo eres un depresivo
mayor y cuándo no entras en esa calificación arbitraria. Estas
clasificaciones, recordemos, siguen siendo siempre desde la subjetividad de
un par de señores que mediante sus estudios estadísticos decidieron cuáles
son las características psíquicas de una persona para ser medicada con los
medicamentos que ellos mismos fabrican. Medicamentos que sus
empleados, llamados doctores, suministran a los pacientes desesperados por
la ayuda que sus ídolos de guardapolvo blanco tienen para ofrecerles.
MITO 2
Una vez que una persona
cae en depresión no termina de salir nunca.
Este es el mito que más escuché durante mis años como terapeuta y
acompañante en biodescodificación, y se trata de una creencia limitante
sostenida en una falsa percepción.
Las creencias son enunciados que construimos mentalmente para darle
significado a todo lo que percibimos, tanto externamente como
internamente. Las creencias literalmente dirigen nuestra vida, aunque pocas
veces nos planteamos a dónde nos llevan, dónde las construimos y en qué
nos apoyamos para sostenerlas.
La creencia de que una persona con depresión no termina de salir nunca de
la sintomatología de ese estado, se apoya en meras estadísticas personales
que las personas hacen al escuchar a otras repetir la misma frase. La
estadística se basa simplemente en lo que dicen otras personas. Como le
damos un enorme valor a lo que los otros piensan, tomamos esas creencias
como propias. Y una vez que fijamos la creencia en nuestro sistema de
pensamiento, encontramos en el mundo evidencia para corroborar nuestra
forma de pensar. A pesar de que nos quejamos del mundo en el cuál
vivimos y de nuestro estado emocional, muy pocos seres humanos desean
cambiar su manera de pensar por miedo a salirse de su zona de confort.
Pero cuando pensamos una y otra vez de la misma forma, terminamos
creando siempre la misma vida. Entonces, si no modificamos el mecanismo
mental que fabricó el estado emocional de tristeza —llamado “depresión”
para la medicina—, es obvio que nuestras emociones tampoco cambiarán.
Son nuestros pensamientos, dirigidos por nuestras creencias, los que
generan nuestros comportamientos, y estos comportamientos, al ser siempre
los mismos en relación a cómo percibimos la vida afectiva y las relaciones,
crean las mismas emociones. Estas emociones sostienen las mismas
creencias que iniciaron el círculo. Este ciclo reproducido por miles de
personas construye el Mito 2. Pero recuerda que es un mito, y los mitos se
pueden cambiar gracias a aquellas personas que se animan a rever sus viejas
creencias y a pensar distinto.
MITO 3
Las personas que tienen depresión son idiotas y no se dan cuenta todo
lo bueno que tienen en la vida. Si se dieran cuenta no estarían
deprimidos.
Algún tiempo atrás, mientras regresaba a mi casa en un Uber luego de uno
de mis seminarios sobre cómo despertar, conversaba con Ricardo, el chofer,
sobre la depresión. Mientras manejaba por la autopista Ezeiza- Buenos
Aires este hombre me contó que hacía meses que estaba deprimido, pero lo
que le provocaba más sufrimiento no era la tristeza, sino que sus familiares
lo trataban de estúpido. Diariamente recibía frases como: “Déjate de
embromar con la depresión, ¡tienes toda la vida por delante!”, “Estás así
porque no te das cuenta de que tienes una familia maravillosa” o “Tienes
que ser feliz, ¡mira todo lo que lograste en la vida!”.
Ricardo estaba muy angustiado. Le era suficiente pesar con estar triste y sin
ganas de hacer nada, para también soportar que lo acusaran de que no se
daba cuenta de que tenía todo para estar contento. No poder disfrutar a sus
hijos, no saber cuál era la causa de su tristeza ni el sentido que la depresión
tenía en su vida eran cargas enormes para Ricardo como para soportar,
además, que sus seres queridos en vez de acompañarlo, buscarán
desesperadamente y con supuesta buena intención, animarlo. Y digo “con
supuesta buena intención” porque no hay buenas ni malas intenciones, hay
intenciones desde el miedo o intenciones desde el amor. Las intenciones
desde el miedo siempre buscan cambiar al otro, dado que ese otro pone en
evidencia nuestros propios miedos, esos que no queremos experimentar. A
fin de evitar asumir lo que sentimos buscamos que el otro cambie
urgentemente.
“A lo único que le debemos
temer es al miedo como tal”.
Franklin D. Roosevelt
En cambio, cuando las intenciones son desde el amor comprendemos que
todas las necesidades que vemos en los otros en verdad son nuestras propias
necesidades. En lugar de buscar cambiar al otro, lo acompañamos en su
sentir, que es también nuestro sentir. Nos permitimos experimentaraquello
que nos produce ver al otro sintiendo lo que siente. Al acceder a sentir lo
que experimentamos cuando estamos en presencia de quienes sufren,
dejamos de condenarlos y condenarnos. En ese acto de conciencia amorosa
empezamos a abrirnos a las relaciones. Cuando nos encontramos con otra
persona asumiendo lo que ella siente y lo que nosotros sentimos, en ese
instante es cuando ocurre la verdadera relación. Únicamente desde ese
estado de conciencia podemos amar a todo aquel que olvidó amarse.
Así como la tristeza tiene el sentido de ayudarnos a ver la vida desde otra
perspectiva, la tristeza sostenida en el tiempo significa que no nos estamos
amando, y por ende, tampoco estamos amando a nadie. Esta sensación
produce la experiencia de sentirnos solos, por lo que salimos a buscar amor
desde las formas culturales y familiares que aprendimos, generalmente
asumiendo el rol de víctimas. La víctima busca obtener el amor que cree
que no tiene por sí misma. Cada vez que no nos amamos encontramos
alguna forma de pedir amor. En este caso, la forma es estando tristes.
Cuando comprendemos que la persona que está triste durante un período
considerable de tiempo es porque no encontró aún la reflexión que necesita
para cambiar su estado, podemos advertir que su estado es un pedido de
amor. Es entonces cuando tenemos la oportunidad de recibir esa llamada y
brindar nuestro amor.
¿Cómo brindar amor a una persona que está deprimida? No juzgando su
estado y acompañándola. Esto significa que debemos tener pensamientos
amorosos hacia ella y decir, por ejemplo:
• “Tranquilo, aquí estoy para acompañarte en silencio todo el tiempo que
necesites”.
• “Te veo, veo tu tristeza, veo tu dolor, y los respeto”.
• “Te amo, y no necesito que seas feliz. Puedes ser como quieras ser”.
• “No veo nada erróneo en ti cuando estás triste. No estás fallado,
simplemente estás en un proceso de reflexión”.
Si estas frases son acompañadas con un sentimiento sincero, sin duda se
convertirán en un bálsamo para aquellas personas que estén sumergidas en
la tristeza.
MITO 4
Si estás deprimido es porque
eres mentalmente débil.
Las personas más creativas y poderosas del planeta siempre han vivido —y
viven— tanto en la depresión como en la angustia o la alegría. Como
dijimos anteriormente, las emociones que experimentamos son producto de
nuestros pensamientos, y constituyen verdaderas soluciones a los conflictos
que atravesamos.
La tristeza no es exclusiva de las personas débiles o de aquellos que no
tienen fortaleza mental. La tristeza es una energía propia del ser humano.
Tanto la tristeza como el asco, la ira, el miedo y la alegría son energías que
fluctúan dependiendo de los pensamientos que decidamos pensar. Una de
las mentes más brillantes que caminó sobre la Tierra, el filósofo alemán
Friedrich Nietzsche, sufrió de depresión casi la mitad de su vida. ¿Y quién
podría decir luego de leer sus escritos que Nietzsche era un débil mental?
Nietzsche escribió es su impecable libro “La Gaya Ciencia” lo siguiente:
“La gratitud fluye continuamente, como si algo inesperado acabara de
ocurrir —la gratitud del convaleciente— pues la convalecencia fue
inesperada”. “La ciencia gaya”: eso significa la saturnalia de un
espíritu que ha pacientemente resistido una terrible presión continua
—con paciencia, severidad, fríamente, sin ceder, pero sin esperanza—
y quien de súbito se ve atacado por la esperanza, la esperanza de la
salud, y la embriaguez de la convalecencia. Qué puede tener de
extraño que ahí salga a la luz mucho de irracional e insensato, mucha
intencionada ternura, derrochada incluso en problemas que tienen una
piel llena de púas y que no dejan acariciar ni atraer. Todo este libro no
es otra cosa que una diversión tras una larga indigencia e impotencia,
la exultación de la fuerza que vuelve, de la fe nuevamente despertada
en un mañana y en un pasado mañana, del repentino sentimiento y
presentimiento de futuro, de cercanas aventuras, de mares que
vuelven a estar abiertos, de metas que vuelven a estar permitidas y en
las que se vuelve a creer”. 2
Nietzsche es uno de los filósofos más reconocidos de nuestra historia, y a
pesar de su poder mental, la tristeza golpeó sus puertas, visitándolo durante
años. Quizás gracias a su tristeza, y a la capacidad que esta ofrece de
autoindagación y reflexión, este hombre se convirtió en un pensador
magistral.
Otro ejemplo de una mente poderosa sumergida en la depresión más
cercana en nuestros tiempos es el caso del futbolista Andrés Iniesta. Es de
público conocimiento la historia de Iniesta con la depresión. El ex jugador
del Barcelona F.C. y de la Selección Española de Fútbol, Don Andrés, como
se lo conoce en el mundo futbolístico, vivió en un estado de depresión
durante años luego de la muerte de su mejor amigo, Dani Jarque. Por más
talentoso y mentalmente fuerte que Iniesta es —y sus estadísticas lo
demuestran, ya que es uno de los cinco mejores jugadores del planeta—
durante diez años sufrió de tristeza por la necesidad de poder contemplar la
muerte de su amigo desde un punto de vista distinto. Probablemente Iniesta
juzgó que la muerte de su amigo no tendría que haber ocurrido, o que esa
pérdida no le permitiría volver a ser feliz. Al no encontrar una respuesta a
un conflicto sin solución como es la muerte, su cerebro entró en “modo
congelamiento”.
El cerebro ofrece tres respuestas ante situaciones de conflicto: ira, miedo y
tristeza. Analicemos brevemente cada una de ellas:
La primera posibilidad es atacar al depredador que tenemos enfrente. Ese
“depredador” puede ser un ser querido, un extraño o tal vez una situación
laboral. El cerebro biológico evalúa si tenemos chances de vencer al
depredador. Cuando la respuesta es positiva sentimos ira y rápidamente
atacamos a nuestro adversario.
La segunda opción del cerebro es el miedo. Cuando el cerebro identifica
que el depredador es más hábil o más fuerte que nosotros huimos. El miedo
nos lleva a escapar para sobrevivir y volver en otra oportunidad.
La tercera alternativa se produce cuando concluimos que no podemos atacar
y a la vez nos encontramos atrapados porque no tenemos dónde huir. Bajo
estas circunstancias el cerebro se congela, se deprime, para pasar
inadvertido y así poder sobrevivir. Este es el estado de tristeza.
Si consideramos el caso de la muerte de un ser querido entenderemos que
no hay posibilidad de luchar contra la muerte y tampoco hay dónde huir, es
por eso que nos congelamos. El congelamiento es para poder soportar el
dolor por la muerte. Al congelarnos tenemos la posibilidad de meditar
cuáles son las creencias que nos producen el sufrimiento. El dolor por la
muerte de alguien durante un tiempo es biológico, pero sufrir años por esa
circunstancia es una elección.
En muchas oportunidades vivimos situaciones que producen dolor —la
pérdida de un ser querido, una separación, un negocio que entró en quiebra
—. El dolor es natural, pero prolongarlo es una decisión. Todos tenemos la
posibilidad de cambiar nuestra manera de interpretar los dramas personales
y cambiar nuestros estados emocionales.
“Nadie te puede hacer sentir inferior sin tu consentimiento”.
Eleanor Roosevelt
Los ejemplos del filósofo Friedrich Nietzsche y del futbolista Andrés
Iniesta desmantelan el Mito 4. La depresión no se relaciona con la debilidad
o la fortaleza mental. La tristeza es consecuencia de la manera en que
interpretamos la vida. Para ponerlo en términos más simples y explícitos,
podríamos comparar la debilidad mental con sostener creencias basadas en
la culpabilidad y en el resentimiento. Estas creencias nos desvalorizan y nos
producen incertidumbre, pero la fortaleza mental, por el contrario, se asocia
con la capacidad de crear pensamientos amorosos, ya que estos nos liberan
del miedo y nos producen certidumbre.
Una mente firme en la percepción del amor es una mente que no necesita
atacarse ni atacar, tampoco huir ni congelarse, porque tarde o temprano
puede comprender la situación de conflicto. Todo lo que ocurre en la vida se
puedeentender, ya que todas las circunstancias en la vida de quien elige
amar son para su aprendizaje. Alguna vez leí que la indefensión es la mayor
de las fortalezas, porque cuando cesamos de atacar ya no necesitamos temer
ningún ataque, y podemos sentirnos en paz sin la necesidad de estar
defendiéndonos.
MITO 5
Como nuestros padres sufrieron de depresión, nosotros también
seremos depresivos.
“Nada es para siempre excepto el cambio”.
Buda
Este mito proviene de la psicología determinista unida al paradigma
genetista. La psicología determinista y la genética nos hablan de que
heredamos los genes buenos y malos de nuestros ancestros, como sus
comportamientos y actitudes. Muchas veces habrás escuchado a un médico
decir que la enfermedad o el síntoma que una persona presenta es producto
de una herencia genética. En mis años como terapeuta me he encontrado
con cientos de casos en los que mi cliente presentaba un cáncer de mama,
por ejemplo, enfermedad que coincidentemente su madre y su abuela
materna también habían padecido. Al no conocer el origen de ciertas
enfermedades —el cáncer, entre ellas—, la medicina tradicional intuye por
mera estadística que el origen de ellas debe ser una cuestión de genes que
están fallados.
Querido lector, debes saber que la medicina contemporánea no es científica
sino estadística. Es una medicina que va en contra de sí misma. Se apoya en
el modelo darwiniano de la evolución de las especies, pero al concluir que
algunas de nuestras enfermedades son de origen genético, están infiriendo
que hay genes que van en involución.
La teoría de Darwin básicamente expresa que los genes van de mutación en
mutación, evolucionando hasta constituir organismos más complejos. Desde
un pez, pasando por un reptil, hasta el homo sapiens sapiens. Pero entonces,
¿cómo es posible que en nuestro cuerpo encontremos genes que vayan en
involución, produciendo síntomas? Tranquilo, en el Capítulo 4 de este libro
descubrirás el origen y el sentido biológico de todas las enfermedades
orgánicas y psíquicas. Verás que el cáncer es una respuesta a un conflicto
emocional producido por nuestra forma de interpretar y sentir la vida. Sí,
leíste bien: el cáncer es una respuesta a las necesidades psicológicas que no
logramos dar respuesta.
Ahora bien, si el cáncer es una respuesta a nuestros pensamientos, entonces
lo que heredamos no es el cáncer (genes), sino la forma de pensar de
nuestros ancestros. La misma estructura de pensamiento que llevó a
nuestros antepasados a vivir ciertos síntomas o conflictos nos lleva a
nosotros a repetir las mismas historias.
Con la depresión ocurre exactamente lo mismo. Heredamos una manera de
pensar que nos lleva a luchar con la vida e intentar poner nuestras creencias
por encima de los acontecimientos. Este mecanismo nos conduce a vivir
estados de tristeza para encontrar nuevas soluciones. En algunos casos, las
mismas respuestas que no encontraron nuestros ancestros son las que
buscamos nosotros. Por lo tanto, lo que heredamos son los modelos
mentales de nuestros padres y no los síntomas. Es mentira que si un padre
sufrió de depresión el hijo también la padecerá, siempre que el hijo decida
pensar de una forma distinta a su padre. No obstante, si el hijo mantiene por
lealtad inconsciente los mismos modelos mentales que su progenitor, el
Mito 5 se vuelve verdadero. Cada uno de nosotros tiene la libertad de elegir
de qué forma pensar y sentir la vida, y conforme a ese modelo mental
producirá resultados emocionales distintos a los de sus ancestros o los
repetirá.
Afirmaciones para experimentar libertad emocional con nuestros
ancestros
• “Me libero de mi pasado porque no soy mi pasado”.
• “Soy libre de las expectativas de los demás porque tengo mis propias
expectativas”.
• “Soy libre de mendigar respeto porque me acepto como soy”.
• “Soy libre para fingir una sonrisa y para reír a carcajadas”.
• “Soy libre para sentirme triste y alegre”.
• “Soy libre para fracasar y para triunfar”.
• “Soy libre para ser yo”.
“Lo que la oruga llama el fin,
el resto del mundo le llama mariposa”.
Lao Tse
La intención de este capítulo es que puedas tomar consciencia de la mala
información que hay detrás de estos cinco mitos para que disminuyas el
nivel de intensidad del conflicto interno que te produce el estado de
depresión y te permitas ser quien eres a cada momento sin juzgarte. La
información es poder. Ahora tu trabajo es revisar tus creencias sobre la
depresión y construir una nueva idea sobre ella. Cuando reducimos el nivel
de estrés y la culpabilidad por sentirnos tristes, el estado de tristeza
disminuye. Al dejar de juzgar tus estados emocionales, inevitablemente
empezarás a sentir alivio y paz.
PARTE PRÁCTICA
Estoy dispuesto a ver el estado de depresión de otra manera.
Observa tu estado de tristeza, de apatía, de baja autoestima y de miedo.
Permítete en este momento ser quien eres ahora sin buscar cambiarte. Haz
una lista con todos los pensamientos fatalistas y limitantes que vengan a tu
mente. Recuerda incluir todas las mentiras que escuchaste sobre la
depresión durante años. Toma un bolígrafo y escribe libremente todo lo que
venga a tu mente sin juzgarte.
Una vez que tengas la lista terminada, lee uno por uno tus pensamientos y
repite mentalmente:
“Estoy dispuesto a ver esto de otra manera”.
¡No hace falta que encuentres la solución! Tu disposición mental de
apertura a ver distinto es suficiente para que se produzca un verdadero
cambio de percepción.
1 . DSM-5. Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
DSM-5®, American Psychiatric Association, 2014
2 . Nietzsche, Federico, La Gaya Ciencia, Editorial Bedout, Medellín, 1980.
Capítulo
LOS MITOS SOBRE
LA ANSIEDAD
“Ocultar o reprimir la ansiedad produce, de hecho, más ansiedad”.
Scott Stossel
La ansiedad es un programa psicobiológico que ofrece una dosis de energía
extra para resolver una situación específica que a la persona le está
produciendo estrés. La mente-cerebro nos brinda ese estado alterado para
ayudarnos a solucionar nuestros problemas cotidianos, de la misma forma
que la depresión es una solución a un drama que nos supera
emocionalmente. Es decir, que así como la depresión es la búsqueda de un
nuevo punto de vista frente a los diversos conflictos que vivimos pero que
no logramos solucionar por creer que no tenemos los recursos necesarios
para transformar esa situación, en los estados de ansiedad, nuestra mente
inconsciente —o supraconsciente— sabe que sí podemos hacerlo, y por eso
nos conduce a un estado de energía extra. La ansiedad es una dosis de
energía adicional para impulsarnos a actuar frente a situaciones
amenazantes de las cuales en nuestro estado “normal” de comportamiento
no encontramos salida.
La ansiedad es la energía, el ímpetu que nos lleva a actuar, a hacer aquello
que estamos postergando, a romper las cadenas que nos están atrapando o a
emprender el proyecto de nuestros sueños. Aunque es condenada
socialmente y carga sobre sí misma mitos que limitan su utilización
consciente, la ansiedad es un estado natural de la mente-cerebro.
En este capítulo voy a ayudarte a derribar los cinco mitos más comunes
sobre la ansiedad y los famosos ataques de pánico. Considero, querido
lector, que la información es poder. Cuanto más conozcas sobre el
funcionamiento de tu mente, mayor facilidad tendrás para derribar creencias
limitantes viejas sobre la ansiedad, y así, podrás elegir y tomar decisiones
en tu vida de forma consciente. Las viejas creencias sobre la ansiedad no
hacen más que intensificar el estado de desesperación que produce una
situación de ansiedad o un ataque de pánico. Estoy seguro que la lectura de
estos cinco mitos te brindará un nuevo entendimiento y confort sobre
aquellos momentos en donde alcanzas un pico elevado de ansiedad.
Probablemente, si ya has sufrido uno, temes volver a experimentarlo.
MITO 1
Trastorno de Ansiedad Generalizada
Criterios del DSM-V
Ansiedad y preocupaciones excesivas (anticipación aprensiva), que se
produce durante más días de

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