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SASKIA SASSEN: Territorio, autoridad y derechos. (2010)
Estamos atravesando una transformación llamado globalización. El territorio, el derecho, la economía, la seguridad, la autoridad y la pertenencia son elementos que en la mayor parte del mundo se han construido en lo nacional. Esa transformación transcurre en el ámbito nacional. El plano nacional funciona como espacios que posibilitan y materializan el orden global emergente. La globalización consta de micro procesos que comienzan a desnacionalizar aquello que se ha constituido históricamente como nacional. Tales procesos permiten la construcción de nuevos tipos de órdenes globales para esas dinámicas e instituciones. Su función es reorientar hacia la lógica global ciertas prácticas específicas y ciertos componentes particulares de las instituciones, tanto en la esfera pública como en la privada, alejándolos de la lógica nacional. Tanto las dinámicas globales como los procesos de desnacionalización desestabilizan los significados y los sistemas existentes. 
La perspectiva histórica de los ensamble de territorio, autoridad y derechos:
Existen dos conjuntos diferenciados que impulsan la globalización. Uno de ellos supone la formación de procesos e instituciones globales como la OIT (organización internacional de trabajo), los mercados financieros globales, los tribunales penales internacionales, etc. Segundo conjunto, procesos que se dan en el centro de los territorios y los dominios institucionales considerados parte de lo nacional en casi todo el mundo orientado hacia sistemas y programas globales. Se trata de redes transfronterizas que conectan procesos, instituciones y actores sub nacionales o nacionales. (Medio ambiente, derechos humanos, políticas monetarias y fiscales para la formación de los mercados globales). Una de las dificultades de estos procesos y actores como elementos de la globalización es la que surge cuando se intenta decodificar aquello que aún se considera nacional en términos de experiencia y representación. Las nuevas tecnologías de las telecomunicaciones para comprimir el tiempo y el espacio forman parte del orden global. 
A fin de evitar la endogeneidad (resultado de un error de medición, autorregresión con autocorrelación de errores y variables omitidas) y ubicar históricamente lo nacional y lo global, se han tomado tres componentes transhistóricos (que traspasa la historia) presentes en casi todas las sociedades y se ha examinado cómo se ensamblaron en estructuras históricas diferentes. Son el territorio, la autoridad y los derechos, los tres se forman mediante procesos específicos y surgen luchas e intereses. Son interdependientes y mantienen su especificidad condicionada por el nivel de formalización e institucionalización. Usar esos tres componentes como camino de análisis hacia los dos ensamblajes diferenciados (lo nacional y lo global) que ayuda a evitar la trampa de la endogeneidad que tanto afecta a los estudios publicados sobre la globalización. 
En el pasado la mayoría de los territorios se encontraban sujetos a múltiples sistemas de gobierno, con el Estado nacional soberano surge la autoridad exclusiva sobre un territorio determinado. El Estado soberano adquiere la capacidad de funcionar como el otorgante exclusivo de los derechos. Se puede afirmar entonces que la globalización actúa como un factor desestabilizador. La perdida de la autoridad territorial exclusiva que sufre el Estado nación por obra de las nuevas instituciones globales. 
Elementos del territorio, la autoridad y los derechos se están reensamblando en configuraciones globales. Las interacciones e interdependencias que existen entre ellos se ven alteradas. Lo que antes se agrupaba como condición unitaria, hoy se muestra cada vez más como un conjunto de elementos separados, con distintas capacidades de desnacionalizarse. 
Las transformaciones fundacionales en el seno de los sistemas complejos
Un elemento para el análisis es la posibilidad de que algunas capacidades se desplacen hacia objetivos diferentes de aquellos para los que fueron desarrolladas originalmente. Al analizar las transiciones históricas sobre las dinámicas que les dan forma pueden contribuir a elevar el nivel de complejidad para estudiar y comprender las transformaciones actuales para aislar algunas causas. La autora propone hacer todo lo contrario. Consiste en usar la historia como un experimento natural que siguió su curso, por lo tanto, comprender el carácter de las discontinuidades, es decir, su capacidad de dar cabida a la transferencia de capacidades anteriores hacia una lógica organizadora novedosa. Para este análisis de los procesos de transformación se vale de 3 elementos: las capacidades, los puntos de inflexión y las lógicas organizadoras. 
Las capacidades
Producciones colectivas cuyo desarrollo requiere de tiempo, construcción, competencia y conflictos. Al estudiar las cuyunturas históricas, se puede corroborar si las transiciones importantes que generaron órdenes novedosos, como el desplazamiento del sistema feudal al Estado nación, dependieron de las capacidades varias del orden anterior y, en caso afirmativo, de qué manera se dio tal dependencia. El asunto clave es la mediación que efectúan esas capacidades entre el orden nuevo y el orden anterior: en la medida en que cambian de rumbo. 
El papel del Estado nación en la era global. Primero, el Estado nación no atraviesa en su totalidad el proceso de desnacionalización, sino con algunos de sus componentes. Segundo, la valencia de las capacidades deriva de la lógica organizadora en la que se encuentran insertas. Las capacidades cambien de rumbo y se vuelvan parte de la nueva lógica organizadora. 
Los puntos de inflexión
En estos se destacan tres rasgos específicos. En primer lugar, el punto histórico de inflexión para el análisis será el que articula el desplazamiento de una era caracterizada por el ascenso del Estado nación y su captura de los principales componentes sociales, económicos, políticos y subjetivos a otra era marcada por la expansión de órdenes. En segundo lugar, el análisis debe dar cabida a la posibilidad de que los actores y las prácticas informales sean parte de los procesos en cuestión, aunque a la larga puedan llegar a formalizarse. Que los sectores excluidos también hacen historia. Este concepto se profundiza mediante un estudio de los burgueses en la Baja edad Media y de su lucha por constituirse como titulares de derechos y obligaciones formales mediante la instauración del derecho urbano. En tercer lugar, debe observar la distinción entre aquello que prevalece y aquello que aún no prevalece. 
Las lógicas organizativas
Existen dos componentes en la lógica organizativa de lo nacional y en la de lo global: Estado y el Imperio. Resulta central el posicionamiento analítico de la escala estatal y de la escala global. 
La historia como herramienta para un estudio analítico de las transformaciones
La observación de etapas anteriores sirve para elevar el nivel de complejidad en el análisis de las transformaciones actuales. Rastrear la formación de las capacidades que en efecto han “cambiado de rumbo”. Las capacidades que se han reubicado en nuevos ensamblajes. La internacionalización que se genera entre los estados mediante la elaboración y la aplicación del tratado de Bretton Woods (que constituye una escala mundial totalmente distinta a la que surge con la era global de la década de los 80. 
Bretton Woods, son las resoluciones de la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas, realizada en el complejo hotelero de Bretton Woods (EU), en 1944. La clave era que los países acreedores y los deudores estarían obligados a mantener una balanza comercial equilibrada y, en caso de incumplimiento, a pagar intereses sobre la diferencia. El principal objetivo fue poner en marcha un Nuevo Orden Económico Internacional y dar estabilidad a las transacciones comerciales a través de un sistema monetario internacional, con tipo de cambio sólido y estable fundado en el dominio del dólar.
La forma másavanzada de la globalización actual no existiría de no haber sido por el uso de las capacidades altamente desarrolladas correspondientes a las economías nacionales. Además, por su alto grado de desarrollo, esas mismas capacidades funcionaron en el pasado más cercano como elementos que fortalecían al Estado nación. Esta nueva etapa implica la eliminación o el debilitamiento de aquello que fortalece al Estado nación. Esas capacidades son producciones colectivas cuyo desarrollo lo requiere de tiempo, construcción y conflictos. 
Existen entonces dos categorías analíticas que surgen de todo esto y que podrían considerarse contradictorias: una de ellas es la noción de que es mucho lo que ha cambiado, y la segunda es la idea de que hace falta estudiar las características de los periodos anteriores para comprender en profundidad la etapa actual. 
Los puntos de inflexión contribuyeron con una dinámica mucho más fundacional, entre las lógicas organizadoras previas y las actuales. Durante los periodos anteriores, esa lógica estaba orientada a la construcción de los estados nacionales, mientras que en la fase actual está orientada a la construcción de un sistema global dentro de los Estados nacionales. 
La formación de los sistemas globales de nuestro tiempo ha servido para someter las diferencias nacionales a la lógica de la economía global, puesto que los principales actores son económicos. Este fenómeno deriva en la elaboración de sistemas cada vez más integrados, tanto para el funcionamiento como para la regulación y las funciones normativas de la economía global, en estado de surgimiento y expansión. Los sistemas globales de la actualidad pretenden superar los conflictos militares interestatales. 
El punto de inflexión que abriría paso a la era global requería de extensas combinaciones de elementos, las cuales se concretaron recién en la década del 80. Existe una diferencia constitutiva entre el sistema inicial de la 2da posguerra y el sistema global de la actualidad. Esta diferencia se encuentra las transformaciones internas del Estado nación que comenzaron a fines de la década del 70 y se consolidaron en la década siguiente. Las variables intermedias que se constituyen como resultado son la privatización, la desregulación y la mercantilización de las funciones públicas. 
Estas tres dinámicas suscitan un interrogante sobre qué es lo nacional en esos componentes institucionales del Estado nación ligados con la implantación y la regulación de la globalización económica. El territorio nacional y la autoridad del Estado nación asumen nuevos significados. 
Un proceso que desdibuja la particularidad distintiva de ciudadano y extranjero, en ciertas transformaciones que afectan a algunas características de la ciudadanía en tanto institución. Esto no supone como condición necesaria la desterritorialización ni la ubicación de esa institución fuera del Estado nación. Las transformaciones se dan en el seno del Estado nación y por lo tanto, deben distinguirse de esas concepciones. En adelante, las denominaremos “formas desnacionalizadas de ciudadanía”. Esa desnacionalización se ve plasmada en fenómenos como la globalización, la digitalización, el auge de los derechos humanos y las causas ambientalistas, la desarticulación de los marcos normativos unitarios, y la transnacionalización de las identidades y de las experiencias de pertenecía, pero cada uno de estos fenómenos representa y favorece la desnacionalización de manera específica y parcial.

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