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EL SENTIDO DE LA VIDA Y LOS VALORES

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EL SENTIDO DE LA VIDA Y LOS VALORES
El concepto de vida puede ser definido desde diversos enfoques. La noción más habitual está vinculada a la biología, que sostiene que la vida es la capacidad de nacer, crecer, reproducirse y morir. Otra forma de interpretar la vida está vinculada a la capacidad de un ser físico de administrar sus recursos internos para adaptarse a los cambios que se producen en su medio.
El sentido, por su parte, según Efrén Martínez se define como “La percepción afectiva y cognitiva de valores que invitan a una persona a actuar de un modo y otro ante una situación en particular o la vida en general, brindando una sensación de identidad y coherencia personal”.
Partiendo de estos conceptos, nos preguntamos ¿qué o cuál es el sentido de la vida? Puede que nunca sepamos responder esta pregunta tan maravillosa, profunda y trascendental porque muchas veces nosotros mismo no tenemos o no sabemos qué sentido darles a nuestras propias vidas o cuál es el sentido de ellas. Sin embargo, teniendo claro que la vida es esa capacidad básica de crecer, reproducirse y morir, pero que además, es aquella capacidad que nos permite adaptarnos al entorno en el que vivimos; que el sentido es aquello que nos lleva a actuar de un modo u otro ante diversas situaciones, se podría determinar que el “sentido de la vida” radica en aquello que nos impulsa a interpretar de cierta manera las situaciones y actuar con el fin de que estas nos permitan desenvolvernos de manera correcta en nuestro entorno.
Pero, eso no responde a la pregunta inicial, eso no nos determina a nosotros el sentido de nuestras vidas, eso simplemente nos da un amplio concepto que muchas veces ni siquiera podemos interpretar. Para entender realmente el sentido de la vida, debemos tener en cuenta los diferentes componentes que conforman a la misma y aquellos que le “dan sentido”. Entre ellos encontramos la emocionalidad, que hace referencia a toda esa parte sensible y perceptible que cada persona desarrolla; la parte cognitiva, que es aquella parte intelectual que nos permite llegar a la raíz de esas emociones o esas percepciones; la invitación a la acción, que radica en esa parte en que la persona adquiere la capacidad de combinar de manera correcta la emocionalidad con esa parte intelectual para actuar frente a diversas situaciones que se puedan presentar; la adquisición de identidad y coherencia personal, donde cada individuo puede formar su identidad propia a raíz de lo que siente, lo que piensa y la manera en la que actúa de manera coherente frente a una situación.
Finalizando, podemos decir que el sentido de la vida se basa en la combinación de todos estos componentes, donde nosotros elegimos que sentido principal darle a nuestra vida personal, es decir, en qué enfocarnos, en el amor, en el trabajo, en la escuela, y qué valor darle a esto. Somos nosotros quienes decidimos qué hacer, cómo hacerlo y la importancia que le damos a esas acciones que tenemos.

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