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Carrera: Medicina 
Área: Trabajo y tiempo libre.
Unidad: 8. Materia: Psicología
Comunidad humana
El ser humano habla, utiliza palabras, significantes que se aprenden y son de otra naturaleza que el signo innato que puede reconocer el animal. La imagen del otro, de su semejante, sostiene al ser hablante en una ilusión de ser. Y con la imagen de esos otros, y con el lazo que se constituye a partir de hablarles, se asegura un minimo de ser. Ese bien precioso, el Ser, es el motivo principal de la vida en sociedad. El individuo no existe antes de que se establezca la relación con el semejante.
Freud afirma que lo que hace el vinculo entre los humanos es la libido. Se trata asi de pensar el papel de lo pulsional en lo que hace que el hombre viva en sociedad. Pero estas pulsiones deben acotarse, lo que se realiza a través de la interiorización de la ley, que regula entonces las relaciones sociales. El “malestar” propio de la vida en sociedad deriva de este acotamiento de las pulsiones, de su regulación por la ley interiorizada. Sin acotamiento pulsional no existe sociedad. Por lo tanto, esta es la razón por la cual el humano, para estar con otros, debe renunciar a una parte de la satisfacción pulsional. La pulsión, entonces, nunca es satisfecha por completo; en ella coexisten satisfacción parcial e insatisfacción.
Entre los humanos hay tendencias que llevan a la unión, asi como otras que separan. Eros y Tanatos se mezclan en proporciones variables, para constituir las fuerzas que sostienen ese equilibrio inestable de las relaciones de los hombres entre si. La conformación de un grupo social requiere de una fuerte tendencia a la unión, es decir, de un gran componente de Eros, pero que debe ser acotado por Tanatos. Tanatos, produciendo la separación, es entonces indispensable para mantener la singularidad de los integrantes de un grupo. Amamos al prójimo porque su mirada ofrece un apoyo a la existencia del cuerpo; y lo detestamos, no solo porque reclama de nosotros el mismo servicio sino también porque nos advierte que podríamos reducirnos a nada. La vida en sociedad ofrece una ventaja incontestable, ya que permite dividir esta doble función del semejante, y distribuir el odio y el amor en funciones diferentes.
Es importante remarcar que en el hombre adulto, el mundo del trabajo constituye el lugar donde puede desarrollar sus relaciones sociales. El otro colaborador, en la figura del compañero, constituye un importante soporte para la existencia. Si admitimos que el ser humano no puede vivir en el aislamiento o la soledad absoluta, estamos entonces admitiendo la importancia del trabajo para la vida del hombre, y los efectos del desempleo en su subjetividad.
Alan Altamirano
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