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Pavlovsky, E Tercero Incluido

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TERCERO INCLUIDO 
Eduardo Pavlovsky 
 
Cama camera rodeada por diez espirales encendidas, un gran mosquitero algo 
deteriorado. 
 
ANASTASIO: ¿Estás dormida Carmela? 
CARMELA: No, no puedo dormir. 
ANASTASIO: ¿Desde cuándo estas despierta? 
CARMELA: Desde que nos acostamos. 
ANASTASIO: ¿Y por qué no me avisaste? 
CARMELA: Y para que… 
ANASTASIO: (Expresa fastidio – se levanta, iluminándose con una pequeña linterna, 
enciende tres espirales más.) 
CARMELA: ¿Tres más? 
ANASTASIO: Y sí, se morfó cinco la otra vez: 
CARMELA: Es porque ahora vienen con gusto azucarado, son una tentación ¿no las 
probaste? 
ANASTASIO: No, me repugnan, pero… pensándolo bien ¿no te las habrás mandado 
vos? ¿Cómo te sentís? 
CARMELA: Bien, pero… tengo miedo. 
ANASTASIO: ¡Ah! ¿Creés que vendrán? 
CARMELA: Estoy segura. 
ANASTASIO: A lo mejor hoy no vienen… ya son las tres. 
CARMELA: Vendrá, estoy segura, tienen la dignidad de los que no faltan a las citas. 
ANASTASIO: ¡Dignidad! ¡Con qué facilidad te llenás la boca de palabras! 
CARMELA: No va a faltar, tiene buen estómago, se comió dos fuentes de ravioles el 
día que dejaste la heladera abierta. 
ANASTASIO: Tengo mis dudas, ¿no te las habrás mandado vos? 
CARMELA: ¿Yo?, bien sabés que estoy a régimen para adelgazar. 
ANASTASIO: Por lo mismo, cuando estás a dieta la heladera tiembla… 
CARMELA: ¡Ah, pero que gracioso! Te consta que se las mandó enseguida de llegar. 
ANASTASIO: ¿Y como sabés que fue él? 
CARMELA: ¿Y por qué decís él? 
ANASTASIO: ¿Y como querés que diga? 
CARMELA: Podrías decir ella por ejemplo. 
ANASTASIO: Podría decir ella pero voy a decir él. 
CARMELA: Pero yo voy a decir ella. 
ANASTASIO: ¿Por qué hablás en singular? ¿Estás segura? 
CARMELA: ¡Claro! 
ANASTASIO: ¿Por qué estás segura? 
CARMELA: Porque soy mujer… 
ANASTASIO: ¿Pero viste algo alguna vez? ¿Podrías asegurar que es uno solo? Hemos 
comprobado que las espirales que ponemos para ahuyentarlos no dan mucho resultado y 
eso que son de las especiales, de las que vos sabés… 
CARMELA: ¡Ah! ¿Son de ésas? Tenés razón; muchas veces fallan… 
ANASTASIO: ¿Podrías asegurar que son seres humanos o algo parecido? 
CARMELA: Y… podrían ser monstruos, insectos voladores, torturadores o boy-
scouts… 
ANASTASIO: Sí, sí o súper hombres o marcianos… ¡No! ¡No! Nada de eso, ¡es el 
enemigo en pie de guerra que nos quiere aniquilar! 
CARMELA: Y si fuera un ejercito de perversos sexuales… 
ANASTASIO: ¡Otra vez con el sexo!... ¿pero hasta cuando? ¡Tiene una idea fija! 
CARMELA: Bueno, no quiero discutir estupideces. Voy a dormir, ¡es tarde! 
ANASTASIO: ¿Qué hora es? (Carmela enciende la luz.) Apagá. (Carmela apaga.) 
¿Pero que hacés? ¡Te volviste loca! 
CARMELA: Prendí para miara la hora. 
ANASTASIO: ¡La luz tiene que estar apagada hasta la llegada del enemigo! 
CARMELA: ¡Estamos demasiado pendiente de ese asunto y eso no es bueno, nos 
pasamos el día hablando de lo mismo. 
ANASTASIO: ¿Y de que otra cosa vamos a hablar a estas horas de la noche? ¿Sos 
loca vos? 
CARMELA: Serafín y Agustina hablan de amor… 
ANASTASIO: ¿Ves que estás loca vos? ¡Con el problema que tenemos y encima 
vamos a hablar de amor! 
CARMELA: Bueno pero mientras esperamos podríamos… 
ANASTASIO: ¡No podemos nada!, ¡descuidarnos sería un error imperdonable! 
CARMELA: ¿Pero cuanto hace que esperamos? 
ANASTASIO: Dos meses más o menos. 
CARMELA: A mí me parece mucho. 
ANASTASIO: Los negros neozelandeses podían esperar tres meses en una trinchera y 
no protestaban, ¡lo hacían por la patria! 
CARMELA: ¡Pero yo no soy negro! 
ANASTASIO: Pero sos argentina. 
CARMELA: ¿Y eso que tiene que ver? 
ANASTASIO: ¡Sabés esperar! 
CARMELA: ¿Y que tiene que ver? 
ANASTASIO: ¡Hay que tener paciencia! 
CARMELA: Pero estoy cansada de esperar… soy joven… ya no salimos más, no me 
llevás ni al cine ni al teatro… 
ANASTASIO: ¡Estamos en guerra! 
CARMELA: ¡Estás! 
ANASTASIO: ¡Estamos! ¡No son tiempos para divertirse ni para gastos1 ¡Son tiempos 
excepcionales! 
CARMELA: ¡Hasta cuando! ¡Soy joven no puedo morir así! (Llora.) 
ANASTASIO: ¡Hay que esperar! ¡La espera nos volverá dignos! 
CARMELA: ¡Pero yo quiero hacer el amor de una vez en cuando! 
ANASTASIO: ¡No podemos! 
CARMELA: ¿Por qué? 
ANASTASIO: ¡Y si nos agarran en pleno acto! 
CARMELA: ¡Los escucharíamos y podríamos interrumpir! 
ANASTASIO: A mí no me gusta interrumpir, me hace mal. 
CARMELA: ¡A mí me hace mal esperar tanto! 
ANASTASIO: ¡A mí me hace mal interrumpir! ¡El coito interrupto produce 
neurastenia! 
CARMELA: ¡Esperar! 
ANASTASIO: ¡Sí esperar! ¡Conozco los detalles de la guerra total! ¡He pasado 
leyendo las técnicas, posturas y estrategias modernas! 
CARMELA: ¿Las técnicas posturas sexuales? 
ANASTASIO: ¡Como vamos a ganar la guerra así! ¿Solo pensás en el sexo? 
CARMELA: ¡Sí! ¡Y me lo imagino a Breznev corriendo a las secretarias por la Plaza 
Roja!, a Reagan, recién convaleciente manoseando a las enfermeras, a la sra. Thatcher 
tirándose a algún latin lover, a Indira desesperada por algún musulmán o a Fidel… 
ANASTASIO: ¿Qué dijiste? 
CARMELA: Nada. 
ANASTASIO: ¡Cuidado con lo que decís! ¡Tenés que comprender que los grandes 
estadistas han optado: o se gobierna el país o se hace el amor, las dos cosas no se 
pueden hacer al mismo tiempo! 
CARMELA: ¡A mí no me interesa gobernar a nadie, yo solo quiero hacer el amor… 
¡quiero gritar de placer! 
ANASTASIO: ¡Cómo se nota que sos de la Capital Federal y alrededores! ¿Qué poco 
te interesan los correntinos y los santiagueños! 
CARMELA: ¡Ah! a propósito ¿Que te parece si nos vamos de vacaciones por las 
provincias? 
ANASTASIO: ¡De vacaciones! ¡Buen momento! ¡Y vamos a dejar la cosa así sin 
defenderla! ¿Acaso los ingleses se fueron de Londres cuando los alemanes 
bombardeaban?, no, ¡se quedaron a defenderla! 
CARMELA: ¡No es lo mismo! 
ANASTASIO: ¡Sí, es lo mismo! ¡Nuestra casa y nuestra familia forman una pequeña 
ciudad, son como un país que puede ser atacado, por lo tanto tenemos que prepararnos 
para defendernos! 
CARMELA: ¿Pero vos creés que los inglese no hacen el amor? 
ANASTASIO: ¡Durante los bombardeos!, ¡estás loca! 
CARMELA: Pero pueden hacerlo antes o después… 
ANASTASIO: ¡Antes tienen que preparase en espera tensa! 
CARMELA: ¿Y qué es espera tensa? 
ANASTASIO: Espera tensa… espera tensa… y bueno quiere decir la tensión de la 
espera frente al ataque. ¡En espera tensa no se puede hacer el amor! 
CARMELA: ¿Y después? 
ANASTASIO: Después del bombardeo hay que ocuparse de los heridos. ¡No es el 
momento para diversiones! 
CARMELA: ¡Pero nosotros no estamos en guerra! 
ANASTASIO: ¡Cómo no estamos en guerra! ¿Qué clase de argentina sos? ¿Como 
pensás así llevar el país adelante? ¡Es el odio que le tenés a Martínez de Hoz lo que te 
envenena! 
CARMELA: Yo no llamaría a esto una guerra, a lo sumo es una pequeña batalla 
familiar, algo privado… 
ANASTASIO: ¡No hay cosas privadas! Una suma de cosas privadas hacen una batalla 
familiar y muchas batallas familiares hacen una guerra total ¡Estamos en guerra! 
CARMELA: ¿Vos hablaste con los vecinos? 
ANASTASIO: ¡Yo no hablo con los vecinos! 
CARMELA: Entonces, ¿Cómo sabés que están en guerra? 
ANASTASIO: ¡Porque es la primera vez que cada familia es una célula de una gran 
nación! 
CARMELA: ¿Entonces vos creés que doña Consuelo y el Tito no hacen el amor desde 
hace dos meses? 
ANASTASIO: ¡Esos hace años que no hacen el amor? 
CARMELA: Pero no será por la guerra… 
ANASTASIO: Claro que no, el Tito me contó que ella tiene la psicastenia. 
CARMELA: ¿Por la guerra? 
ANASTASIO: ¡No!, de nacimiento. 
CARMELA: ¿Y qué es la psicastenia? 
ANASTASIO: La psicastenia… la psicastenia… y… ¡cansancio general! 
CARMELA: ¡Ah! claro, ¡pobre! ¡Esa nació cansada! (Ruido indeterminado.) 
ANASTASIO: ¡Silencio! (Carmela enciende la luz, se los ve con la cabeza cubierta 
con protectores. Las espirales encendidas.) ¡¡¡Apagá!!! 
CARMELA: ¿Qué pasa? (Apaga.) 
 ANASTASIO: Escuchá (Ruido.)CARMELA: Es un avión. 
ANASTASIO: No, ¡no es un avión! 
CARMELA: ¡Es un avión! 
ANASTASIO: ¿Por qué decís que es un avión? 
CARMELA: Porque los aviones zumban, hacen así. (Imita ruido.) 
ANASTASIO: No es por el zumbido la diferencia. 
CARMELA: ¿Y por qué es entonces? 
ANASTASIO: Porque los aviones hacen un solo sonido y éstos hacen dos. 
CARMELA: ¿Cómo dos sonidos? 
ANASTASIO: Claro, el primer sonido es sordo y el segundo sonido es como un aleteo. 
(Imita ambos sonidos.) 
CARMELA: Para mí es un zumbido y el segundo sonido que hacés con la boca 
también es un zumbido y no un aleteo. 
ANASTASIO: Zumbido es esto (Imita.) y yo hago esto (Imita.) ¡Aleteo!, ¡aleteo! 
CARMELA: ¡Es un zumbido! 
ANASTASIO: ¡Aleteo! 
 CARMELA: ¡Es un zumbido! 
ANASTASIO: ¡Aleteo! 
CARMELA: ¡Zumbido! 
ANASTASIO: ¡Aleteo EL! 
CARMELA: ¡Zumbido ELLA! (Ruido ensordecedor, gritos de ambos. Se aleja ruido 
– Carmela enciende la luz - la cama esta revuelta.) 
CARMELA: ¡Anastasio! , ¡Anastasio! ¿Dónde estás? (Lo busca, Anastasio sale de 
debajo de la cama, maltrecho con un ojo negro.) ¡Qué te hicieron! ¡Qué te hicieron! (Se 
abrazan.) 
ANASTASIO: Nada, me metí debajo de la cama y ¡me pegué con un barrote! 
CARMELA: Era un zumbido, ¿no? 
ANASTASIO: ¡Aleteo! 
CARMELA: Sos de mala fe, ¡el zumbido era clarísimo! (Hace zumbido.) 
ANASTASIO: ¡Aleteo! (Se tapa el ojo con la mano.) 
CARMELA: ¿Vos creés que es muy grande? 
ANASTASIO: No es el tamaño lo que me asusta, el problema es el ataque imprevisto. 
Un ejercito que ataca de improviso lleva es sesenta por ciento de ventaja sobre el 
enemigo, según Clausewitz, el autor de “Las Estrategias Modernas en la Guerra”, el que 
pega primero pega dos veces. 
CARMELA: ¿Quién es ese? 
ANASTASIO: ¡No conocés ni el nombre del gran estratega moderno y pensás en 
triunfar! Pero, ¡qué clase de patria vamos a hacer así! Ya no peleamos con palos. Para 
ser soberanos hay que ser ¡verdaderos técnicos, verdaderos científicos! Hay que conocer 
las nuevas matemáticas, Einstein ya es caduco, Dagnino Pastore ya no se lee, la 
Academia Gaeta ¡ya no nos sirve más! 
CARMELA: ¡La única guerra que me interesa es hacer el amor! ¡No soy belicista! 
ANASTASIO: Vos sos de las que piensan que pueden ser espectadores, que van a 
mirar los acontecimientos sentadas en una silla. ¡No! ¡En la guerra moderna hay dos 
bandos y no hay espectadores!, ¡todos somos soldados! ¡Ya no hay tercera posición! 
¡Eso terminó para siempre! 
CARMELA: Y si en lugar de atacarnos sólo quisiera… visitarnos… conocernos… 
ANASTASIO: (Riendo.) ¡Conocernos! ¡Visitarnos! ¡Vos crees que los alemanes 
visitaban a los ingleses cuando los bombardeaban!... ¿Qué los rusos entraron en Berlín 
para tomar el té con los alemanes? ¡Que los norteamericanos tiraban bombas de crema 
en Hiroshima y Nagasaki! (Ríe.) ¿Qué los ingleses de las invasiones venían para darnos 
clases de inglés? ¡¡¡Visitarnos!!! ¡Sí, como los chilenos nos visitan en el Sur! (Ruido 
intenso.) ¡¡¡Silencio!!! (Ruido más intenso. Baja la luz. Carmela se mete debajo de la 
cama.) 
CARMELA: (Sensual.) ¡Ay!... ¡ay!.. 
ANASTASIO: ¿Qué pasa? 
CARMELA: ¿Me tocaste? 
ANASTASIO: ¿Qué decís? 
CARMELA: ¿Quién me toca? ¿Sos vos? 
ANASTASIO: (Muy alarmado) ¿Quién te toca? ¡Debe ser el enemigo! 
CARMELA: (Muy sensual.) ¿Seguro que no sos vos tesorito?... 
ANASTASIO: Y yo no soy tan largo… además tengo guantes, ¡me reconocerías! 
CARMELA: (Feliz.) Entonces ¿no sos vos?... (Ruido.) 
ANASTASIO: ¿Quién te toca?, ¡quién te toca! ¡Voy a matarlo! ¡Prendo la luz! 
¡Preparados! ¿Viva la patria aunque yo perezca! 
CARMELA: ¡No prendas! ¡Esperá un ratito! 
ANASTASIO: Para qué esperar, según Clausewitz las indecisiones son las causa de las 
grandes derrotas. ¡No se puede esperar más! 
CARMELA: (Agitada.) Esperá un poquito… 
ANASTASIO: ¡No aguantó más! 
CARMELA: ¡Un poquito nada más y ya está!... 
ANASTASIO: ¡Por poquito los polacos perdieron Varsovia! ¡Me voy! ¡me voy! 
CARMELA: ¡Espera un poquito y nos vamos juntos! 
ANASTASIO: ¡No espero más!, ¡estoy harto de esperarte! ¡Esto se acabó! ¡Viva la 
patria! 
CARMELA: ¡Esto es maravilloso Anastasio! (Jadea.) ¡Es increíble! (Ruidos.) 
ANASTASIO: ¡Por fin hablás en lenguaje guerrero! ¡Es la exaltación del lenguaje 
guerrero! Clausewitz lo define en el capítulo V. (Ruidos.) 
CARMELA: Si esto es la guerra, ¡viva la guerra! ¡Que siempre estemos en guerra! 
ANASTASIO: ¡Mi amor! ¡Ahora somos ejército! ¡Juntos venceremos! 
Ruido intenso y en aumento. Luces quebradas no permiten ver qué pasa. Se atenúa el 
ruido. Luz normal. Carmela y Anastasio duermen plácidamente en la cama. Se inquieta 
Anastasio. Carmela se despierta. 
CARMELA: ¿Qué te pasa? 
ANASTASIO: ¡Nada! (Se coloca protector en la cabeza.) 
CARMELA: Te conozco, ¿qué te pasa? 
ANASTASIO: Creo que deberíamos prepararnos, podría volver a atacar de improviso 
y ya sabés lo que dice Clausewitz… (Carmela harta.) 
CARMELA: ¡Ya hace un mes que no viene, no podemos seguir viviendo así! 
ANASTASIO: ¿Vivir como? 
CARMELA: Así en este estado permanente de alerta, pasando noches enteras 
esperando un posible ataque. ¡Yo quiero dormir, quiero hacer el amor y dormir, no doy 
más! 
ANASTASIO: ¡Repito que estás loca! ¡loca! ¡Es absurdo suponer que no va a venir 
más! 
CARMELA: ¡Ah!, ya sé, ¿lo extrañás? 
ANASTASIO: ¿Cómo? 
CARMELA: Te pregunto silo extrañás. 
ANASTASIO: ¡No ves que estás loca vos! ¿Cómo podés pensar que pueda extrañar al 
enemigo? ¿Te imaginás a los ingleses extrañando a los bombarderos alemanes? ¿Al 
enemigo no se lo extraña! ¡Se lo mata! 
CARMELA: Es que te noto más nervioso desde que no viene. 
ANASTASIO: Porque estoy como en una trinchera esperando el ataque. ¡Nuestra cama 
es nuestra trinchera! 
CARMELA: Yo preferiría que fuera una cama de amantes… 
ANASTASIO: ¡Los negros senegaleses no podían esperar en las trincheras, salían 
corriendo para atacar y los mataban a todos! ¡Esperar al enemigo es una templanza del 
guerrero! 
CARMELA: Pero yo siento que mi cuerpo no puede esperar más, hace un año que 
estamos en esto, ¡solo hicimos el amor el nueve de julio del año pasado y me hiciste 
cantar el himno!... ¿Y si no viene más? Si esto hubiera terminado ya… para mí que se 
aburrió. 
ANASTASIO: ¡Como se aburrió! ¡Qué ya no viene más! ¿No señora! ¡no! Las guerras 
no terminan así. ¡Aquí no hay ni vencedores ni vencidos! ¡De no ser así seria una guerra 
idiota, sin ideales! 
CARMELA: ¡Las guerras son siempre idiotas! 
ANASTASIO: ¿Pero qué decís? La guerra es la esencia de la vida de la humanidad, 
¿por qué creés que hay tantos técnicos en cohetes en el mundo? ¡No será para jugar al 
ping-pong ni al ajedrez! ¡Según Clausewitz no hay guerra que no lleve a una paz 
duradera! ¡Un técnico moderno no puede estar desprevenido frente al enemigo! 
CARMELA: ¿Y si no tiene o si el enemigo no pelea más como pasa ahora? 
ANASTASIO: ¡Se lo inventa! ¡Te imaginás un boxeador sin rival! ¡O un dentista sin 
torno! ¡Sin una sola muela picada! ¿Qué hace con el torno? ¿Dónde se lo mete? ¡Pero 
qué querés decir en qué pensás! 
CARMELA: ¡En el torno vibratorio! 
ANASTASIO: Sabelo, el torno es el instrumento de la vida del odontólogo, su razón 
de ser. ¡No hay dentista sin su torno! 
CARMELA: ¿Y no sería mejor prevenir las caries? 
ANASTASIO: ¡Absurdo! Si se previenen las caries no habría dentista. Si no hay 
dentistas no hay tornos… ¿Y las industrias? ¿Y los obreros? ¿Y los hijos de lo obreros 
qué comen? ¡Qué poco te interesan la gente pobre, los menesterosos! ¿De qué viven los 
dentistas, los torneros? ¿De la venta de dólares? ¡No! No. (Ruido muy fuerte.) ¿Oíste un 
ruido? 
CARMELA: Es un ómnibus. 
ANASTASIO: No, no es un ómnibus. 
CARMELA: Te digo que es el diez. 
ANASTASIO: ¡No! ¡Es el enemigo! 
CARMELA: ¿Ves que el loco sos vos? Es el 10 que está dando vuelta la plaza. 
ANASTASIO: ¡Es el enemigo! ¡Atención! ¿Dónde está la escopeta? 
CARMELA: ¡Loco! ¿Qué vas a hacer con la escopeta?ANASTASIO: ¡Voy a aniquilarlo! 
CARMELA: ¡Pero si es un ómnibus lleno de gente pacífica! Mirá, viene dando la 
vuelta para aquí. (Mirando por la ventana.) 
ANASTASIO: (Va a la ventana.) ¡Qué absurda sos! ¡Es el enemigo disfrazado adentro 
de un tanque albanés, los conozco muy bien! ¡Son tanques camuflados de ómnibus lleno 
de soldados disfrazados de gente! 
CARMELA: ¿Y el colectivero? 
ANASTASIO: ¿El colectivero? ¡Es el general! Así entraron los rusos a Varsovia… en 
cuanto pasen los acribillo… 
CARMELA: ¿Pero que vas a hacer? ¿Cómo le vas a tirar al 10! ¿Viene repleto de 
gente! ¡Hoy es domingo y viene repleto del oeste! 
ANASTASIO: ¡Del oeste viene el enemigo! (Gritando.) Han invadido los templos, las 
escuelas y ahora vienen a destruirnos aquí, a nuestra propia casa. (Toma la escopeta, 
apunta.) 
CARMELA: No tirés, no tirés, es el diez. 
ANASTASIO: Viva la patria. (Dispara. Se mete debajo de la cama.) 
CARMELA: (Mirando por la ventana.) Le pegaste al colectivero y a una vieja. 
ANASTASIO: (Riendo a carcajada.) Al capitán, al capitán. 
CARMELA: Se lo llevan entre varios, está herido. 
ANASTASIO: Y la vie… y la señora… 
CARMELA: A la vieja la sacan muerta. Que en paz descanse. La gente está 
desesperada. Corren por la plaza desesperados. 
ANASTASIO: ¡Cobardes, cobardes! 
CARMELA: Son inocentes. 
ANASTASIO: No hay inocentes. (Ríe.) En la guerra no hay inocentes. Son accidentes 
de rutina. 
 
Llora. Un ruido muy intenso. Anastasio temblando de miedo sube a la cama y se 
arrincona con ella. Carmela cambia de actitud, se siente vencedora. Tira la escopeta, el 
casco, se saca el deshabillé y se va acercando a Anastasio que se entrega. Se oye el 
sonido del principio que se empalma con una música brillante.

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