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Manual práctico de enfermedades venosas Manual práctico de enfermedades venosas Jorge Hernando Ulloa Herrera, MD, FACS Jefe adjunto del Departamento de Cirugía Vascular, Fundación Santa Fe de Bogotá Profesor asociado, Universidad de los Andes Presidente, Sociedad Colombiana de Cirugía Vascular Chairman del International Committee of the American Venous Forum Bogotá, Colombia Andrés Felipe Marín Giraldo, MD, FACS Cirujano general, vascular y de intervención endovascular Profesor asociado de posgrado de Cirugía Vascular, Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) Miembro fundador y expresidente, Sociedad Dominicana de Cirugía Vascular y Endovascular (SDCVE) Miembro fundador y presidente, Sociedad Centroamericana y del Caribe de Cirugía Vascular (SOCIVECC) Santiago, República Dominicana BUENOS AIRES • BOGOTÁ • MADRID • MÉXICO Visite nuestra página web: www.medicapanamericana.com ISBN: 978 958 8443 86-7 Todos los derechos reservados. Este libro o cualquiera de sus partes no podrán ser reprodu- cidos ni archivados en sistemas recuperables, ni transmitidos en ninguna forma o por ningún medio, ya sean mecánicos o electrónicos, fotocopiadoras, grabaciones o cualquier otro, sin el permiso previo de Editorial Médica Internacional Ltda. © 2022 EDITORIAL MÉDICA INTERNACIONAL LTDA. Cra. 7ª A N° 69-19 Bogotá, D. C., Colombia Corrección de estilo: Gustavo Patiño Díaz Diagramación: Yolanda Velásquez Carátula: Elkin Pimienta Índice analítico: Gustavo Patiño Díaz Las ciencias de la salud están en permanente cambio. A medida que las nuevas investigaciones y la experiencia clínica amplían nuestro conoci miento, se requieren modificaciones en las modalidades terapéuticas y en los tratamientos farmacológicos. Los autores de esta obra han verificado toda la información con fuentes confiables para asegurarse de que esta sea completa y acorde con los estándares aceptados en el momento de la publicación. Sin embargo, en vista de la posibilidad de un error humano o de cambios en las ciencias de la salud, ni los autores, ni la editorial o cualquier otra persona implicada en la preparación o la publicación de este trabajo, garantizan que la totalidad de la información aquí contenida sea exacta o completa y no se responsabilizan por errores u omisiones o por los resultados obtenidos del uso de esta información. Se aconseja a los lectores confirmarla con otras fuentes. Por ejemplo, y en particular, se recomienda a los lectores revisar el prospecto de cada fármaco que planean administrar para cerciorarse de que la información contenida en este libro sea correcta y que no se hayan producido cambios en las dosis sugeridas o en las contraindicaciones para su administración. Esta recomendación cobra especial importancia con relación a fármacos nuevos o de uso infrecuente. Los editores han hecho todos los esfuerzos para localizar a los poseedores del copyright del material fuente utilizado. Si inad- vertidamente hubie ran omitido alguno, con gusto harán los arreglos necesarios en la primera oportunidad que se les presente para tal fin. Gracias por comprar el original. Este libro es producto del esfuerzo de profesionales como usted, o de sus profesores, si usted es estudiante. Tenga en cuenta que fotocopiarlo es una falta de respeto hacia ellos y un robo de sus derechos intelectuales. Visite nuestra página web: http://www.medicapanamericana.com ARGENTINA Marcelo T. de Alvear 2145 (C1122AAG) Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel.: (54-11) 4821-2066 / 5520 Fax: (54-11) 4821-1214 cinfo@medicapanamericana.com COLOMBIA Carrera 7a A Nº 69-19 Bogotá, D. C. Tel.: (57-1) 345-4508 / 314-5014 Fax: (57-1) 314-5015 / 345-0019 infomp@medicapanamericana.com.co ESPAÑA C/ Sauceda 10, 5ª Planta 28050 Madrid Tel.: (+34) 91 1317800 Fax: (+34) 91 4570919 info@medicapanamericana.es MÉXICO Av. Miguel de Cervantes Saavedra No. 233 - Piso 8, Oficina 801 Col. Granada, Del. Miguel Hidalgo C.P. 11520, Ciudad de México Tel.: (5255) 5250-0664 Whatsapp: (5255) 4381-6460 infomp@medicapanamericana. com.mx Dedicamos este Manual a nuestros pacientes, quienes día a día nos enseñan qué hacer y qué no hacer en patología venosa. Dedicatoria Queremos agradecer a quienes durante su vida nos apoyaron en nuestras carreras, para encontrar las oportunidades que nos dieron las directrices para ejercer el liderazgo en nuestra región geográfica. A nuestros viejos, a nuestros menores y a nue stras familias, el más grande de los agradecimientos. Agradecimientos Miguel Ángel Amore (capítulos 5, 10) Médico, Fundación Barceló, Buenos Aires, Ar- gentina. Cirujano general y vascular, Hospital Militar Central de Buenos Aires. Jefe de Servi- cio, Hospital Militar Central Buenos Aires. Pro- fesor, cátedra III de Anatomía, Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina. Javier A. Bravo (capítulo 19) Médico, Universidad de los Andes. Asistente de Investigación en Cirugía Vascular, Fundación Santa Fe de Bogotá. Bogotá, Colombia. Javier Cabezas Loria (capítulo 7) Médico cirujano, Universidad de Ciencias Médi- cas. Cirujano vascular periférico, Universidad de Costa Rica. Médico asistente especialista, Servi- cio Vascular Periférico. Jefe de Clínica, Hospital San Juan de Dios. Coordinador Nacional de Pos- grado y profesor de pregrado y posgrado. Hospi- tal La Católica, San José de Costa Rica. Douglas Aldemar Cáceres Castrillón (capítulo 20) Médico y cirujano general, Universidad Militar Nueva Granada. Cirujano vascular y angiólogo, Universidad Militar Nueva Granada. Subdirector médico, Hospital Militar Central. Cirujano vas- cular y angiólogo, Hospital Militar Central. Profe- sor de Cirugía vascular y angiología, Universidad Militar Nueva Granada. Bogotá, Colombia. Carolina Calderón Parra (capítulo 13) Médica, Universidad de los Andes. Médica, Fundación Universitaria Santa Fe de Bogotá. Bogotá, Colombia. Ómar Antonio Callejas Sandoval (capítulo 15) Médico y cirujano general, Universidad del Sal- vador. Cirujano vascular, Universidad de Chile, Santiago. Médico cirujano vascular, Servicio de Cirugía Vascular, Instituto Salvadoreño del Se- guro Social. San Salvador, El Salvador. Juan Guillermo Chalela Mantilla (capítulo 16) Médico cirujano e internista, Universidad del Rosario. Dermatólogo, Pontificia Universidad Javeriana. Médico especialista en Dermatolo- gía, Fundación Santa Fe de Bogotá. Bogotá, Colombia. Juan Agustín Chunga Prieto (capítulo 19) Médico cirujano, Universidad Científica del Sur. Flebólogo, Universidad Nacional de Tum- bes. Director médico, Glomach Medic Varices. Vicepresidente, Sociedad Peruana de Flebolo- gía y Linfología, Perú. Lima, Perú. Juan Sebastián Cifuentes (capítulos 1, 5, 14, 18, 22) Médico general, Universidad de los Andes. Asis- tente de Investigación en Cirugía Vascular, Fun- dación Santa Fe de Bogotá. Bogotá, Colombia. Colaboradores Manual práctico de enfermedades venosasxii Martín Felipe Contreras Contreras (capítulo 20) Médico, Universidad Militar Nueva Granada. Cirujano general, Universidad Militar Nueva Granada. Fellow Cirugía vascular y angiología, Universidad Militar Nueva Granada. Bogotá. Colombia. Noel Ernesto Corrales V. (capítulos 2, 6, 22) Médico cirujano, Universidad Francisco Ma- rroquín, Guatemala. Cirujano general, Hospital General San Juan de Dios, Guatemala. Cirujano vascular, Hospital Saint Thomas, Londres, In- glaterra. Jefe, Clínica Privada de Cirugía Vas- cular y Flebología. Jefe, Angiolab (Laboratorio vascular no invasivo). Profesor, Cirugía general, Universidad Francisco Marroquín. Ciudad de Guatemala, Guatemala. Tomás Cortez Bardales (capítulo 19) Médico cirujano, Universidad Nacional San Luis Gonzaga, Ica, Perú. Director médico, Clínica Flebomedic. Past President Sociedad Peruana de Flebología y Linfología, Perú. Lima, Perú. Marcelo A. Dándolo (capítulo 21) Médico, Universidad de Buenos Aires (UBA). Cirujano general, Universidad Asociación Argen- tina de Cirugía. Cirujano vascular periférico,Co- legio Argentino de Cirujanos Cardiovasculares. Médico Staff Flebología, Hospital Universitario Fundación Favaloro. Staff Cirugía Vascular, Hos- pital Presidente Perón. Buenos Aires, Argentina. Rodney Díaz Blanco (capítulo 7) Médico cirujano y máster en Cirugía general, Universidad de San Carlos, Guatemala. Fellow, Cirugía vascular periférica, Instituto Mexicano de Cardiología. Especialista, Flebología y linfo- logía, Instituto Mexicano de Flebología, IPN. Cirujano en jefe, Medicina Corporativa de Diá- lisis, S.A. Cirujano director y fundador, Centro Várices Guatemala. Profesor, cátedra Cirugía general y vascular, Universidad de San Carlos. Ciudad de Guatemala, Guatemala. Marcial Fallas-Camacho (capítulo 4) Médico, Universidad de Ciencias Médicas (Uci- med). Cirujano vascular, Universidad de Costa Rica. Director, Centro Vascular Avanzado. Coor- dinador, Cirugía vascular, Hospital Clínica Bíbli- ca. San José de Costa Rica. Valentín Figueroa (capítulos 17, 18, 19) Médico, Universidad de los Andes. Médico, Fun- dación Santa Fe de Bogotá. Bogotá, Colombia. Bradley Montague Fitzarthur Edwards (capítulo 16) MBBS FRCSED, Universidad de las Indias Oc- cidentales, Jamaica. Cirujano general, Colegio Real de Cirujanos de Edimburgo. Director clíni- co, Hospital May Pen. Administrador hospital, Southern Regional Health Authority. Decano asociado del Hospital, Escuela de Medicina de la Universidad de Windsor, Ciudad May Pen, Clarendon. Profesor asociado, Universidad de las Indias Occidentales. Kingston, Jamaica. Pablo Gallo González (capítulo 3) Especialista en Angiología y cirugía vascular, Hospital Universitario Ramón y Cajal de Ma- drid. Máster Universitario en Flebología y lin- fología, Universidad de Alcalá de Henares. Jefe de Servicio de Angiología y Cirugía Vascular, Hospital Ruber Internacional. Profesor, Máster Universitario en Flebología y Linfología, Uni- versidad de Alcalá de Henares. Madrid, España. Sergio Gianesini (capítulo 23) MD PhD FACS, Universidad de Ferrara (Italia). Cirujano general y de emergencia, Universi- dad de Ferrara, Italia. Habilitación de la Cátedra Asociada de Cirugía Vascular, Universidad de Ferrara, Italia. Profesor adjunto, Universidad de Ciencias de la Salud de Servicios Uniformados. Ciudad Bethesda, Estados Unidos. Lorena Grillo Chinchinlla (capítulo 6) Médica cirujana, Universidad de Ciencias Médi- cas (Ucimed). Cirujana general, Universidad de Costa Rica. Cirujana vascular periférico, Univer- sidad de Costa Rica. Profesora, Cirugía, Universi- dad Ucimed. San José, Costa Rica. Valente Guerrero González (capítulo 12) Angiólogo y cirujano vascular, Universidad Autó- noma de Guadalajara. Cirujano vascular y angio- Colaboradores xiii lógo, Universidad Nacional Autónoma de Mexico (UNAM). Director, Foro Venoso Mexicano. Di- rector, Centro de Enfermedades Circulatorias. Profesor, cátedra Angiología, Universidad Quet- zacoatl, Irapuato Gto., México. Irapuato, México. Andrés R. Hernández Morales (capítulo 15) Médico cirujano, Universidad de El Salvador. Cirujano vascular y de trasplante, Universidad Puerto Rico, San Juan. Jefe, Servicio de Cirugía Vascular, Instituto Salvadoreño del Seguro Social. Coordinador, Programa de residencia vascu- lar, Universidad de El Salvador. San Salvador, El Salvador. Pedro Pablo Komlos (capítulo 7) Angiólogo y cirujano vascular, Universidad Fe- deral de Rio Grande do Sul, Porto Alegre. Pre- ceptor, Universidad Federal de Ciencias de la Salud de Porto Alegre (UFCSPA). Porto Alegre, Brasil. Alejandro Latorre Parra (capítulo 10) Médico cirujano, Universidad Javeriana. Ciru- jano general y cirujano vascular angiólogo, Uni- versidad Militar Nueva Granada. Jefe, Servicio de Cirugía Vascular y Clínica de Linfedema, Complejo Médico Foscal. Director, Escuela Co- lombiana de Linfología. Profesor, Universidad Autónoma de Bucaramanga. Bucaramanga, Colombia. Javier Leal Monedero (capítulo 3) Especialista en Angiología y cirugía vascular. Director y profesor, Máster Universitario en Flebología y Linfología, Universidad de Alcalá de Henares. Presidente, Grupo IberoAmerica- no de Estudio Pélvico. Investigador principal, Grupo IberoAmericano de Estudio Pélvico. Madrid, España. Dale A. Maharaj (capítulo 11) MBBS, FRCS, CWS, RPVI, FICS, The Univer- sity of the West Indies St. Augustine, Trinidad y Tobago (UWI). Cirujano vascular, Albany Medical College. Especialista en Heridas y en Cuidado de Heridas. Director médico, Ca- ribbean Vascular & Vein Clinic. Trinidad y Tobago. Andrés Felipe Marín Giraldo (capítulo 15) Médico, FACS. Cirujano general, vascular y de intervención endovascular. Profesor asociado, posgrado de Cirugía Vascular, Universidad Au- tónoma de Santo Domingo (UASD). Santiago, Republica Dominicana. Fernando Javier Martínez Irigoyen (capítulo 17) Médico, cirujano general, Universidad Evangé- lica de El Salvador. Cirujano general y flebólo- go, Hospital Circulación El Salvador. Experto, Pie diabético y úlceras, Hospital Circulación El Salvador. San Salvador, El Salvador. Marta Marty Roda (capítulo 3) Licenciada, Bioquímica y química. Doctora, Quí- mica avanzada, Universidad de Burgos. Jefe de Servicio, Unidad de Investigación del grupo de Patología Vascular, Hospital Ruber Internacio- nal. Manager, Oficina de Investigación, Centro Nacional Investigaciones Cardiovasculares Car- los III (CNIC). Madrid, España. Gabriel Fernando Mejía Villate (capítulo 24) Médico, cirujano general, Universidad Militar Nueva Granada. Cirujano vascular y angiólogo, Universidad Militar Nueva Granada. Jefe, Servicio Cirugía Vascular y Endovascular, Clínica Univer- sitaria Colombia. Profesor, Cirugía vascular, Fun- dación Universitaria Sanitas y Universidad Militar Nueva Granada. Bogotá, Colombia. José Antonio Mérida Peralta (capítulo 1) Médico cirujano, Universidad Francisco Marro- quín. Cirujano general, Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. Presidente, Asociación Guatemalteca de Flebología. Ciudad de Guate- mala, Guatemala. Eduardo José Miranda Sáenz (capítulo 8) Médico cirujano, Universidad Nacional Autóno- ma de Nicaragua. Cirujano general, flebólogo, Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Director médico, Várices Nicaragua. Managua, Nicaragua. Sandra Milena Núñez Gómez (capítulo 25) Médica general, Fundación Universitaria San Martín de Porres. Médica residente, Cirugía de Manual práctico de enfermedades venosasxiv Tórax y Cardiovascular, Universidad Ricardo Pal. Médico civil, Fuerza Aérea del Perú. Lima, Perú. Juan Carlos Pacheco Cardona (capítulo 17) Médico, cirujano general, Universidad de El Salvador. Diplomado en Flebología y linfología, Universidad Autónoma “Benito Juárez” Oaxa- ca. Director médico, Centro de Cirugía Ambu- latoria Sonodigest. Director médico, Clínica de Várices y Úlceras (Varixclinic). San Salvador, El Salvador. Alejandro Luis Pedrazzoli (capítulo 13) Médico, Universidad Católica de Córdoba. Fle- bólogo y linfólogo, Universidad Nacional de Córdoba. Director médico, Centro Pedrazzoli. Profesor, Universidad de Safyl Ama. Buenos Ai- res, Argentina. Reynolds Jossef Pérez Stefan (capítulo 21) Médico, Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Cirujano general, Hos- pital Universitario General José María Cabral y Báez. Cirujano vascular y angiólogo, Fun- dación Favaloro y Baptist Hospital. Decano, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Católica del Cibao. Encargado, Servicio de Flebolinfología y Angiología, Instituto Domi- nicano de Dermatología. La Vega, República Dominicana. Julissa Indett Rodríguez Dufau (capítulo 9) Médica, Universidad de Panamá. Cirujana vas- cular periférica y angióloga, Universidad de Panamá, Hospital Santo Tomás. Funcionaria, Clínica de Accesos Vasculares, Hospital Susana Jones Cano CSS. Profesora, Cirugía general, Co- lumbus University. Ciudad de Panamá, Panamá. Luis Francisco Rodríguez Reyes (capítulo 24) Médico, Universidad Nacional de El Salvador (UES).Cirujano general y videolaparoscopista, Universidad Evangélica de El Salvador. Máster, Flebología y linfología, Universidad de Andalu- cía, España. Fellow, Cirugía vascular, Baptist Hos- pital, Miami Fl. Director médico, Varicentro El Salvador. Presidente, Aflebovasal. San Salvador, El Salvador. Laura María Sabogal Ángel (capítulo 26) Médica, Universidad de los Andes. Internista, Hospital Fundación Santa Fe de Bogotá. Bogo- tá, Colombia. Guilherme Santiago Da Cunha (capítulo 7) Médico, cirujano vascular, Universidad Federal de Ciencias de la Salud de Porto Alegre. Profesor, Servicio de Cirugía General, Hospital Ernesto Dorneles. Profesor, Clínica de Patología Venosa, Irmandade Santa Casa de Misericórdia de Porto Alegre. Teleconsultor, Proyecto Regula Mais Bra- sil, Hospital Sirio Libanês. Porto Alegre, Brasil. Antonio Solano Avendaño (capítulo 26) Médico, Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia. Héctor René Stricker Larios (capítulo 13) Médico cirujano, Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). Cirujano general, Uni- versidad de San Carlos de Guatemala (USAC). Fundador, posgrado de Cirugía Vascular, Insti- tuto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS). Cirujano flebólogo, reconocido por el Colegio Médico. Ciudad de Guatemala, Guatemala. José Ramón Taleno Monje (capítulo 12) Médico cirujano, Universidad Nacional Autó- noma de Nicaragua. Cirujano general, UNAN Managua. Cirujano general, Hospital Carlos Roberto Huembes. Flebólogo, Varimedic Clíni- ca de Varices. Managua, Nicaragua. Lorenzo Tessari (capítulo 23) Médico, Universidad Padua, Italia. Cirujano ge- neral, Universidad de Verona, Italia. Cirujano emergenciólogo,, Universidad de Verona, Italia. Flebólogo, Fundación Bassi-Tessari. Trieste, Italia. Jorge Hernando Ulloa H. (capítulos 5, 14, 25, 26) Jefe adjunto, Departamento de Cirugía Vas- cular, Fundación Santa Fe de Bogotá. Profesor asociado, Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia. Emelyn Van Uden Manjarrés (capítulo 25) Médica general, Universidad de los Andes. Asis- tente de investigación, Cirugía vascular, Funda- ción Santa Fe de Bogotá. Bogotá, Colombia. Gerardo E. Victoria M. (capítulo 1) Cirujano general, Universidad de Panamá. Ci- rujano cardiovascular, Universidad Central de Venezuela. Director médico, Clínica Vascular de Panamá. Cirujano cardiovascular, Hospital Santo Tomás. Profesor, Cirugía, Universidad de Panamá. Ciudad de Panamá, Panamá. Gilberto A. Vigil Dávila (capítulo 8) Médico cirujano, Universidad Nacional Autóno- ma de Nicaragua. Cirujano general, Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Cirujano car- diovascular y torácico, Universidad Autónoma de México. Médico Especialista Base, Instituto médico Botonia. Profesor, Cirugía cardiotoráci- ca, Universidad Autónoma de Managua. Mana- gua, Nicaragua. Luis Carlos Villalaz Emmen (capítulo 9) Cirujano vascular periférico, Universidad de Panamá. Cirujano vascular periférico y angió- logo, Universidad de Panamá. Cirujano general y laparoscopista, Universidad de Panamá. Ciru- jano vascular periférico, Caja de Seguro Social y Clínica San Juan Bautista, Chipre, Herrera, Panamá. Provincia de los Santos, Panamá. Santiago Zubicoa Ezpeleta (capítulo 3) Licenciado, Medicina y cirugía, Universidad de Zaragoza. Jefe, Unidad de Radiología Vas- cular Diagnóstica e Intervencionista, Hospital Ruber Internacional y Clínica Ruber, Madrid. Codirector y profesor, máster en Flebología y linfología, Universidad de Alcalá de Henares. Profesor honorario, Facultad de Medicina Uni- versidad Militar Nueva Granada, Colombia. Madrid, España. Valentina Abril García (capítulos 5, 8, 14) Estudiante, 10º semestre de Medicina, Universi- dad de Los Andes. Bogotá, Colombia. Paula Pinto Rodríguez (capítulo 18) Estudiante de Medicina, Universidad de los An- des. Bogotá, Colombia. Colaboradores xv Es un gran honor y un privilegio presen- tar el Manual práctico de enfermedades veno- sas. Este libro es una revisión concisa de la información más reciente sobre evaluación diagnóstica, médica, quirúrgica y tratamiento endovascular del amplio espectro de los tras- tornos venosos. La enfermedad venosa crónica es una de las condiciones más prevalentes de la población adulta; afecta a millones de personas al disminuir su calidad de vida, su actividad física, su salud psicológica y sus relaciones sociales, y las conduce a discapacidad. Sin embargo, también es una de las enfermedades más infradiagnosticadas y subtratadas. En resumen, sigue siendo un problema de salud pública desatendido, a pesar de la tremenda carga económica que impone sobre los siste- mas sanitarios de todo el mundo. Los trastornos venosos agudos son la prin- cipal causa de mortalidad hospitalaria; incluso en su forma más benigna, dichos trastornos con frecuencia resultan en enfermedad pos- trombótica crónica discapacitante. Durante la propagación mundial del COVID-19 se hizo evidente la falta de conocimiento de fisiopatología, así como la falta de terapias efectivas de la enfermedad venosa aguda. Más de dos millones de personas han perdido la vida principalmente debido a complicacio- nes pulmonares, cardiacas y vasculares, por lo que hoy es más importante que nunca la prevención efectiva y el tratamiento eficaz de las enfermedades venosas agudas y crónicas. Este libro analiza el manejo actual, basado en la evidencia, de la enfermedad venosa cró- nica; incluye técnicas mínimamente invasivas, escleroterapia, técnicas de ablación térmi- cas y no térmicas de las venas superficiales y perforantes, y el abordaje endovascular para obstrucciones crónicas iliofemorales y de la vena cava inferior. Igualmente, proporciona una descripción detallada de la evaluación clínica, así como de las opciones de diagnós- tico más avanzadas para pacientes con estos trastornos. En sus capítulos se abordan las condiciones patológicas esenciales para el manejo de pacientes con trastornos venosos, incluyendo flebolinfedema, linfedema y ano- malías congénitas. Este manual proporciona una guía de ma- nejo práctica, actualizada y basada en la evi- dencia, de gran valor para los prestadores de servicios de salud, desde médicos familiares hasta cirujanos vasculares. Uno de los retos del siglo XXI es la sobre- carga de información. Una gran cantidad de información pública difunde cada vez más consejos poco fiables, no probados y, a veces, claramente errados para pacientes y proveedo- res de atención médica. Asimismo, cada vez es más difícil seguir el número creciente de pu- blicaciones revisadas por pares, especialmente para los profesionales que manejan pacientes con múltiples condiciones y trastornos. El Manual práctico de enfermedades venosas es un recurso excepcional que, de forma clara, Prólogo Manual práctico de enfermedades venosasxviii acertada y práctica, guía a los profesionales de la salud a través de esta jungla informativa. Los autores y el editor de este libro pueden estar orgullosos de los logros de su experien- cia colectiva en el manejo de pacientes con trastornos venosos. Estoy seguro de que este manual beneficiará a los pacientes y elevará el estándar del cuidado venoso. Fedor Lurie, MD, PhD Vicepresidente asociado, Jobst Vascular Institute Profesor de investigación adjunto Sección de Cirugía Vascular, Universidad de Michigan, Ann Arbor Las enfermedades venosas se agruparon en 1947 en una nueva especialidad de la me- dicina, llamada flebología. El origen de estas patologías, como el de muchas otras, se pierde en la noche de los tiempos; en el caso de las várices, la historia nos refiere que hace 3 o 4 millones de años el Pithecanthropus Erectus se puso de pie (no en vano lleva ese nombre) y se transformó en el Homus Flebopaticus, de Glauco Bassi. Durante mucho tiempo se contó solamente con el empirismo y la intuición —y, por qué no decirlo, también con el chamanismo— en los que prevalecían los conceptos mágicos. La primera referencia histórica es elPapiro de Ebers —llamado así por el médico alemán que lo descubrió en Egipto en 1878—, que data del año 1500 a. de C., y contiene la primera imagen de una enfermedad varicosa. Pasó mucho tiempo antes de que las en- fermedades venosas recibieran la atención adecuada; muchos de los especialistas decían que se trataba de una patología que todos “manoseaban”, pero que nadie sabía tratar. Sin embargo, en la actualidad hay muchos estudiosos en diversos países, que han logrado convertir la medicina vascular en una verdade- ra ciencia, y han confirmado que el concepto de enfermedad “puramente estética” ha sido un gran error. Diversos autores latinoamericanos han posicionado la especialidad en los últimos años —dándonos la oportunidad de competir científica y académicamente con las diferentes sociedades científicas del mundo—, lo que muestra una evolución sólida y firme, que cada día profundiza más para beneficio de nuestros pacientes. Quiero destacar, especialmente, a mi que- rido hijo, Jorge Hernando Ulloa, una persona inquieta, que logró reunir profesionales de la especialidad de varios países centroamericanos para publicar este libro, que se constituye en un compendio del conocimiento y la experiencia de todos ellos, con el objetivo de mostrar en forma amplia las diversas manifestaciones clínicas de la patología venosa: sus caracte- rísticas comunes, su elevada prevalencia, su cronicidad y su repercusión en la calidad de vida de quienes sufren esta enfermedad. Pero estoy seguro de que esta misión no termina ahí, sino que será el inicio de un programa educativo que estoy convencido de que competirá académicamente y despertará el interés de muchas especialidades de la me- dicina, así como el deseo de conocer a fondo esta problemática, de forma actualizada. Los versados y los no expertos encontrarán en este libro una descripción clara de las en- fermedades venosas y los avances que a través del tiempo han surgido. Jorge Ulloa Domínguez, MD Cirujano vascular Miembro fundador del Fórum Venoso Latinoamericano Introducción Colaboradores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xi Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xvii Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xix Capítulo 1 Insuficiencia venosa superficial: safena mayor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 José Antonio Mérida Peralta, Gerardo E. Victoria M., Juan Sebastián Cifuentes Capítulo 2 Insuficiencia venosa superficial: safena menor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Noel Ernesto Corrales V. Capítulo 3 Insuficiencia venosa pélvica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Javier Leal Monedero, Santiago Zubicoa Ezpeleta, Pablo Gallo González, Marta Marty Roda Capítulo 4 Obstrucción venosa profunda crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Marcial Fallas-Camacho Capítulo 5 Flebolinfedema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Juan Sebastián Cifuentes, Valentina Abril García, Jorge Hernando Ulloa Herrera, Miguel Ángel Amore Capítulo 6 Trombosis venosa profunda aislada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Noel Ernesto Corrales V., Lorena Grillo Chinchinlla Capítulo 7 Trombosis venosa superficial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Pedro Pablo Komlos, Guilherme Santiago Da Cunha, Javier Cabezas Loria, Rodney Díaz Blanco Capítulo 8 Trombosis venosa profunda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 Eduardo José Miranda Sáenz, Gilberto A. Vigil Dávila, Valentina Abril García Capítulo 9 Trombosis de miembros superiores: axilar y subclavia . . . . . . . . . . . . . . 65 Julissa Indett Rodríguez Dufau, Luis Carlos Villalaz Emmen Contenido Manual práctico de enfermedades venosasxxii Capítulo 10 Linfedema de miembros inferiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 Miguel Ángel Amore, Alejandro Latorre Parra Capítulo 11 Malformaciones venosas congénitas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Dale A. Maharaj Capítulo 12 Úlceras venosas en miembros inferiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Valente Guerrero González, José Ramón Taleno Monje Capítulo 13 Insuficiencia de las venas perforantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 Héctor René Stricker Larios, Alejandro Luis Pedrazzoli, Carolina Calderón Parra Capítulo 14 Telangiectasias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .103 Jorge Hernando Ulloa Herrera, Valentina Abril García, Juan Sebastián Cifuentes Capítulo 15 Varicorragia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .107 Ómar Antonio Callejas Sandoval, Andrés R. Hernández Morales, Andrés Felipe Marín Giraldo Capítulo 16 Lipodermatoesclerosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .113 Juan Guillermo Chalela Mantilla, Bradley Montague Fitzarthur Edwards Capítulo 17 Venas prominentes de miembros superiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .117 Fernando Javier Martínez Irigoyen, Juan Carlos Pacheco Cardona, Valentín Figueroa Capítulo 18 Impacto de la COVID-19 en la práctica de cirugía vascular . . . . . . . . . .121 Valentín Figueroa, Juan Sebastián Cifuentes, Paula Pinto Rodríguez Capítulo 19 Dolor en miembros inferiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .127 Juan Agustín Chunga Prieto, Tomás Cortez Bardales, Javier A. Bravo, Valentín Figueroa Capítulo 20 Trauma venoso en miembros inferiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .133 Martín Felipe Contreras Contreras, Douglas Aldemar Cáceres Castrillón Capítulo 21 Falla de bomba venosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .143 Reynolds Jossef Pérez Stefan, Marcelo A. Dándolo Capítulo 22 Complicaciones agudas de la escleroterapia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .153 Noel Ernesto Corrales V., Juan Sebastián Cifuentes Capítulo 23 Complicaciones crónicas de la escleroterapia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .163 Sergio Gianesini, Lorenzo Tessari Capítulo 24 Evaluación ultrasonográfica de la insuficiencia venosa superficial . . . . .167 Luis Francisco Rodríguez Reyes, Gabriel Fernando Mejía Villate Capítulo 25 Manejo quirúrgico del síndrome postrombótico . . . . . . . . . . . . . . . . . . .175 Jorge Hernando Ulloa Herrera, Emelyn Van Uden Manjarrés, Sandra Milena Núñez Gómez Capítulo 26 Terapia híbrida para la insuficiencia venosa superficial . . . . . . . . . . . . . .179 Jorge Hernando Ulloa Herrera, Laura María Sabogal Ángel, Antonio Solano Avendaño Índice analítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 DefiniciónLa Unión Internacional de Flebología (UIP, por las iniciales de International Union of Phlebology) definió la insuficiencia venosa crónica como el conjunto de cambios produ- cidos en las extremidades inferiores como resultado del aumento crónico de la presión en las venas de las mismas. Otros la definen solo como cambios visibles y/o funcionales del sistema venoso periférico. La insuficiencia se puede manifestar de diferentes maneras, ya sea solamente con dilatación de las venas —sínto- mas referidos por el paciente como pesadez, cansancio, sensación de hinchazón, calambres nocturnos— o con ciertos signos clínicos —edema, eccema, cambios tróficos en la piel, atrofia blanca o lipodermatoesclerosis—. Historia Los problemas en las venas se han reco- nocido desde tiempos antiguos y han sido descritos de alguna manera en el Antiguo Testamento, en el Papiro de Ebers y por Hi- pócrates. Vesalio logró una adecuada descrip- ción de la anatomía del cuerpo humano, y su alumno Fabricius reseñó las valvas venosas, su ubicación y la función de mantener un flujo unidireccional de la sangre. Pero fue William Harvey —bajo la tutela de Fabricius— quien por primera vez describió con exactitud el sistema circulatorio. Hubo muchas propuestas de tratamientos que eran principalmente “locales”, especial- mente algún tipo de compresión. Los primeros tratamientos quirúrgicos modernos los realizó Tommaso Rima, quien propuso la ligadura de la vena safena mayor (VSM). Posteriormente, Trendelenburg propuso una doble ligadura de la VSM justo por debajo de la unión safeno- femoral. Así mismo, Charles Mayo fue quien primero sugirió el stripping o safenectomía de la VSM utilizando un dispositivo extralumi- nal y, posteriormente, Keller, un dispositivo intraluminal. Sin embargo, en años recientes, los mé- todos mínimamente invasivos han tomado auge y son los que actualmente dominan en el tratamiento de este tipo de padecimientos. Epidemiología Las estadísticas varían geográficamente, pero es una patología muy frecuente en el mundo. En el hemisferio occidental se ha calculado que entre el 25-33 % de las mujeres y 10-20 % de los hombres tienen várices. La prevalencia general de la insuficiencia venosa crónica es mayor al 20 %. Cerca del 5 % de la población llegará a manifestar un estadio C3 (edema de origen venoso) o mayor. También, se estima que entre el 1-3 % de la población de este hemisferio tendrá un problema veno- so considerable en algún punto de su vida. Se están desarrollando nuevos estudios para calcular prevalencias estadificadas utilizando la clasificación CEAP (Clinical Etiological Anatomical Pathophysiological). Entre los factores de riesgo se encuentran los no modificables —como la edad, historia familiar, raza y sexo— y los modificables Insuficiencia venosa superficial: safena mayor Capítulo 1 José Antonio Mérida Peralta, Gerardo E. Victoria M., Juan Sebastián Cifuentes Manual práctico de enfermedades venosas2 —como el sobrepeso, sedentarismo, embara- zos y tratamiento hormonal—. Semiología Algunos pacientes son asintomáticos y consultan solo por la presencia de várices. Sin embargo, no se puede menospreciar el impacto psicológico que dicha condición tiene en la cali- dad de vida de la persona. La experiencia clínica ha sugerido que a pesar de elaborar la historia clínica con un exhaustivo interrogatorio, algu- nos pacientes no relacionan ciertos síntomas con la presencia de várices y es solo hasta des- pués de recibir tratamiento que refieren alivio de las molestias. La historia clínica debe estar dirigida a identificar la etiología de las várices, clasificándolas en primarias, secundarias o congénitas. El paciente se debe examinar de pie, en una habitación con temperatura cálida y buena luz para identificar la localización, tamaño y dis- tribución de las várices, telangiectasias o venas reticulares presentes. Es muy importante la palpación de los pulsos distales, acompañados del cálculo del índice tobillo-brazo. De igual manera, se debe evaluar si hay edema —con o sin fóvea—, induración, pigmentación o cica- trices de úlceras sanadas. No se debe olvidar una minuciosa evaluación de la movilidad del tobillo. Por último, se debe utilizar la clasificación CEAP para catalogar al paciente, así como herramientas que permitan una valoración de calidad de vida —se sugiere VCSS—, para tener una idea objetiva del beneficio/impacto del tratamiento recibido. Fisiopatología La descripción detallada de las teorías de los cambios fisiopatológicos de la insuficiencia venosa es muy extensa y se encuentra fuera del objetivo de este manual. Sin embargo, es importante mencionar que la teoría más acep- tada actualmente para la insuficiencia venosa primaria establece que hay degeneración de la pared venosa, lo cual produce debilidad y ectasia del vaso, al igual que incompetencia valvular. Este proceso causa una falla en el retorno sanguíneo e hipertensión venosa, con subsecuente daño endotelial, y desencadena una reacción inflamatoria local que compro- mete el territorio perivascular. Diagnóstico La herramienta de estudio de primera elección para los pacientes con insuficiencia venosa crónica es el Doppler color o dúplex, o más sencillamente llamada ultrasonido venoso, que es una alternativa segura, no invasiva, costo-efectiva y confiable. Cuenta con reco- mendación 1A en todas las guías terapéuticas consultadas, sugiriendo que a todo paciente con sospecha de insuficiencia venosa se le debe realizar un ultrasonido venoso que evalúe objetivamente el estado del sistema superficial, profundo y las venas perforantes. La evaluación se debe realizar con el pa- ciente de pie, con la pierna en ligera rotación externa, apoyando el talón con el pie en ab- ducción, con el sustento del peso corporal en la extremidad contralateral (figura 1.1). El parámetro para clasificar una insuficien- cia de la VSM es un reflujo mayor a 500 ms (milisegundos) en cualquier porción de su trayecto. Tratamiento médico Está demostrada la utilidad del trata- miento médico de la insuficiencia venosa. El uso de medias de compresión graduada es ampliamente recomendado por las guías terapéuticas, aunque algunas con un grado bajo de evidencia. Sin embargo, se ha encon- trado que en países tropicales, la adherencia al tratamiento —entiéndase este como terapia tópica, uso de venoactivos orales o medidas elastocompresivas— es solo del 31,8 %. Las guías terapéuticas también recomien- dan la administración de medicamentos ve- noactivos. La fracción flavonoide micronizada purificada (FFMP) actúa sobre los leucocitos y la pared venosa disminuyendo la reacción inflamatoria y el edema. Este es uno de los medicamentos con mejor grado de evidencia, CAPÍTULO 1 Insuficiencia venosa superficial: safena mayor 3 pues ha demostrado su utilidad para disminuir los signos y síntomas de la insuficiencia venosa crónica, lo que mejora la calidad de vida de los pacientes. El tratamiento con FFMP ha demostrado efectividad en los pacientes con reflujo de la VSM. La prescripción de 1.000 mg/día, duran- te 90 días, logró reducir en un 76 % el grado de reflujo de la VSM, evaluado al final del día, por lo cual, el uso de estos medicamentos en estadios tempranos de la enfermedad venosa crónica previene también su progresión. Tratamiento quirúrgico Hasta finales de los años 90, el método recomendado era la ligadura y stripping —ciru- gía abierta—. Sin embargo, desde principios de 2000 han surgido procedimientos menos trau- máticos para los pacientes, como las ablaciones con radiofrecuencia (RF) y láser (EVLA). En 2011 se realizó por primera vez un consenso sobre el manejo de esta entidad, que desarrolló las guías terapéuticas del American Venous Forum, en las cuales se recomiendan estos procedimientos (RF y EVLA) sobre la cirugía convencional por tener un menor periodo de convalecencia, menos dolor y morbilidad, con grado 1B deevidencia. Adicionalmente, este tipo de técnicas a mediano plazo han demos- trado una menor recidiva por neovasculari- zación que la cirugía convencional. A pesar de algunas diferencias técnicas y de costos, su efectividad y seguridad permiten considerarlos equivalentes, unificándolos en un grupo de tratamientos conocido como ablación tér- mica endovascular (EVTA, por sus siglas en inglés). Ambos requieren la administración de anestesia local y tumescencia del trayecto venoso que se va a intervenir. Se recomienda que tanto la cirugía convencional como las ablaciones térmicas se realicen desde la unión safeno- femoral hasta cerca del pliegue de la rodilla, para evitar lesiones del nervio safeno. Principalmente en Europa se ha desarrolla- do el método de ablaciones con vapor. Algunos estudios han demostrado que la vena presenta mayor disminución inmediata de su calibre con este tipo de energía que con EVLA o RF; sin embargo, los estudios aún son incipientes y no permiten realizar una recomendación basada en la evidencia de este tipo de proce- dimientos. Una opción que ha vuelto a tomar auge en los últimos años es la escleroterapia con espuma guiada con ecografía (ENOF, por sus siglas en inglés de Endovenous Occlusion Foam). A pesar de que este método presenta más recidivas que las ablaciones térmicas, los propulsores del mismo aducen la facilidad de repetir el tratamiento a un bajo costo como una de sus grandes ventajas, además de poder tratar el segmento infragenicular de la VSM sin temor a producir lesiones nerviosas. Una combinación de métodos es la abla- ción mecánico-química que se logra con un catéter de punta giratoria que se introduce en la vena para producir daño en el endotelio y al mismo tiempo se administra alguna solución esclerosante como clorhidrato de lapirio, po- lidocanol o tetradecil sulfato de sodio. A pesar de ser un método innovador por no necesitar administración de anestesia tumescente y ser Figura 1.1 Posicionamiento adecuado del pa- ciente y el médico para el estudio de ultrasonido venoso. Manual práctico de enfermedades venosas4 no térmico (NTNT, por sus siglas en inglés), se le reconocen limitaciones para tratar venas de calibre muy grande. La necesidad de un abordaje minimalista de la enfermedad venosa ha permitido desarrollar una novedosa combinación de métodos: la téc- nica híbrida de ablación de VSM con espuma esclerosante y láser endovascular o radiofre- cuencia. Esto se realiza mediante un único puerto de acceso a través de una punción en- dovenosa guiada por ecografía. La combinación de los buenos resultados de la ablación láser y la escleroterapia con espuma guiada por catéter convierte a la técnica híbrida en una opción ambulatoria óptima con excelentes resultados y mínimas complicaciones postoperatorias. Al- gunas de las ventajas de esta estrategia incluyen: aumento de la tasa de oclusión de la safena al combinar láser y espuma, permite intervenir en el mismo tiempo quirúrgico las afluentes safenas infrageniculares con un mínimo de punciones, se elimina la necesidad de sesiones posteriores para la oclusión de los segmentos infrageniculares de la safena mayor. Los estu- dios han demostrado una tasa de recanalización a 6 años del 1,7 % en técnica híbrida, significa- tivamente menor que la descrita en la técnica de espuma esclerosante sola (12-15 %). Y una tasa de efectividad entre el 98 y 100 %. Más recientemente, se ha propuesto el procedimiento de obliterar las venas con cianoacrilato. Por medio de una punción con anestesia local, se introduce un catéter que permite aplicar el cianoacrilato en la unión safeno-femoral y en el resto del trayecto de la VSM, el cual se polimeriza rápidamente produciendo la oclusión venosa. Dentro de sus ventajas se encuentran la no utilización de técnicas térmicas, no necesidad de tumes- cencia ni el uso de compresión posterior al procedimiento. Por esto, se puede tratar todo el trayecto de la VSM desde la unión safeno- femoral hasta el tobillo. El mejor método es aquel con el que el médico tratante esté más familiarizado y tenga más experiencia. Todos estos procedimientos conllevan una curva de aprendizaje; sin embar- go, ninguno está libre de fallos o recurrencias. Se recomienda adquirir habilidades con más de una técnica, para poder individualizar la terapéutica a las necesidades de cada paciente. Pronóstico La insuficiencia venosa crónica es una entidad progresiva con significativos cambios en la calidad de vida, más aún cuando la en- fermedad se encuentra en fases avanzadas; por ello, el pronóstico está relacionado con la etapa en que se diagnostica y se trata al paciente. El alcance de la enfermedad abarca desde la dimensión estética y emocional hasta estados tromboembólicos que ponen en riesgo la vida del paciente. Todos los tratamientos están en- caminados a mejorar los síntomas y disminuir la velocidad de progresión de la enfermedad. Si bien los estudios de seguimiento de las terapias intervencionistas han mostrado una alta eficacia de estos tratamientos por periodos de hasta 10 años, dado el carácter incurable y progresivo de la enfermedad, siempre existe el riesgo potencial de recidiva. Por esto, la edu- cación del paciente sobre el autocuidado y la promoción de medidas de prevención son un pilar en el manejo de la insuficiencia venosa crónica. Medidas como la actividad física re- gular, mantener un peso corporal adecuado, evitar el tabaquismo y no permanecer de pie por periodos largos, son acciones simples de realizar que generan un impacto positivo en la calidad de vida de las personas y no deben ser olvidadas al abordar estos pacientes. Ayala A, Guerra J, Ulloa J, Kabnick L. Compliance of compression therapy in primary venous disea- se: results from a tropical country. Phlebology. 2018;34(4):272-7. Bergan J, Bunke-Paquette N. The vein book. 2nd ed. Oxford: Oxford University Press; 2014. Gloviczki P, Camerota A, Dasling M, Eklof B, Gille- spie D, Gloviczki M et al. The care of patients B i B l i o g r a f í a CAPÍTULO 1 Insuficiencia venosa superficial: safena mayor 5 with varicose veins and associated venous di- seases: Clinical practice guidelines of the society for vascular surgery and the American Venous Forum. J Vasc Surg. 2011;53(5):2-48. Gloviczki P. 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Medidas superiores a esta representan un mayor riesgo para presentar reflujo. La VSMe se origina en la cara posterior del maléolo externo (figura 2.1), en el surco retromaleolar, como continuación de la vena marginal lateral del pie. Asciende verticalmente en una posición medial y suprafascial por la cara posterior de la pierna, donde se encuentra en íntima relación con el nervio sural, sobre todo en el tercio distal de la pantorrilla. A medida que asciende, el tronco safeno viaja entre los dos tendones de los músculos gastrocnemios, inicialmente suprafascial, y luego penetra la fascia crural en el tercio medio de la pierna en el 60 % de los casos, 15-20 cm por arriba del maléolo lateral (figura 2.2). Continúa ascendiendo en el canal gemelar hasta que alcanza la fosa poplítea. A esta altura entra en contacto con el nervio sural lateral en su cara anterior y hacia lateral con el nervio tibial (figuras 2.3 y 2.4). Sus relaciones arteriales de mayor impor- tancia son con la arteria safena menor y con la arteria sural, ramas de la arteria poplítea. La Fuente: Tomado del Atlas of anatomy of the superficial veins of the lower limbs. Figura 2.1 Origen de la vena safena menor (VSMe). Insuficiencia venosa superficial: safena menor Capítulo Noel Ernesto Corrales V. Vena safena 2 Manual práctico de enfermedades venosas8 Figura 2.2 Vena safena menor (VSMe) perforan- do la fascia crural en el tercio medio de la pierna. Figura 2.3 Desembocadura de la vena safena menor en la fosa poplítea y su relación con estructuras nerviosas. Fuente: Tomado del Atlas of anatomy of the superficial ve- ins of the lower limbs. Semitendinoso Nervio tibial Arteria y vena poplítea Semimembranoso Arteria y vena genicular medial superior Cabeza del gastrocnemio medial Nervio cutáneo medial Vena safena menor Nervio sural Nervio comunicante sural Nervio cutáneo lateral sural Cabeza del gastrocnemio lateral Arteria y vena genicular lateral superior Bíceps femoral Nervio fibular común (peroneal) Nervio ciático arteria safena menor es una rama inconstante que proporciona flujo a la piel, mientras que la rama sural puede ser responsable de la necrosis de los músculos gastrocnemios, como conse- cuencia de una inyección accidental de agente esclerosante dentro de la misma. La terminación de la VSMe es muy variable. En su forma clásica asciende unos cuantos centímetros por encima del pliegue poplíteo y forma un arco anterior antes de terminar en la cara posterolateral o posterior de la vena poplí- tea. Se han propuesto distintas clasificaciones anatómicas para la unión safeno-poplítea (USP). Entre estas se encuentra una descrip- ción práctica de la zona basada en hallazgos quirúrgicos, realizada por Lemasle y Uhl, quienes la clasifican con base en la presencia o ausencia de la USP y la altura y sitio donde desemboca la VSMe. Se considera que la de Lemasle y Uhl es la clasificación más completa y se describe a continuación (figura 2.4). ● Tipo A: Desembocadura safeno-poplítea (SP) clásica a menos de 5 cm por encima del pliegue poplíteo (83 % de casos). ◆◆ A1: Sin tronco común, con venas geme- lares mediales. CAPÍTULO 2 Insuficiencia venosa superficial: safena menor 9 Fuente: Tomado del Atlas of anatomy of the superficial veins of the lower limbs. ◆◆ A2: Con tronco común, con venas ge- melares mediales. ● Tipo B: Desembocadura SP alta, a más de 5 cm del pliegue poplíteo (6 %). ● Tipo C: No existe USP. VSMe con extensión por vena de Giacomini a la vena safena mayor (VSM) en el muslo (5 %). ● Tipo D: No existe USP. Terminación plexifor- me en las venas profundas del muslo (5 %). ● Tipo E: No existe USP. Terminación corta hacia la VSM por medio de la vena comu- nicante en la pierna. Es de suma importancia resaltar que la VSMe tiene una relación anatómica mucho más estrecha con terminaciones nerviosas que la VSM: tanto en su trayecto distal —ramas sen- sitivas— como en el proximal —ramas sensi- tivas y motoras—, tiene relación con los ner- vios sural, tibial y peroneo. El nervio sural (figura 2.5) es un nervio axial localizado debajo de la fascia muscular, está formado por las ramas sensitivas de los nervios tibial y peroneo, y da inervación a la parte lateral de la pierna, tobillo y pie. En la parte proximal de la pantorrilla no acompa- ña el trayecto de la VSMe, pero guarda una relación íntima con la misma cerca de la USP y en su tercio distal. Se ha descrito lesión del nervio sural en el 19,6 % de casos después de cirugía de stripping o safenectomía; en el 9,7 % después de ablación endovascular con radio- frecuencia; en el 4,8 % después de ablación endovascular con láser y en el 0 % de casos después de ablación endovascular no térmica, tipo MOCA (ablación mecánico-química con catéter ClariVein, por sus siglas en inglés). El nervio tibial, rama del nervio ciático, guarda una relación estrecha con la VSMe en la parte proximal, sobre todo a nivel de la USP, Figura 2.4 Clasificación de la terminación de la vena safena menor (VSMe) de acuerdo con Lemasle y Uhl. SPJ No USP Manual práctico de enfermedades venosas10 Figura 2.5 Nervio sural. con una distancia promedio de 4,4 mm entre ellas. Proporciona inervación motora a los músculos de la pantorrilla y a los plantares. Su lesión ocasiona una deformidad del pie deno- minada valgus calcáneo, una posición man- tenida de dorsiflexión y eversión del mismo. Sus ramas sensitivas dan la sensibilidad de la parte posterolateral de la pierna y de la planta del pie. Aunque no se han descrito lesiones permanentes del nervio tibial durante la cirugía endoluminal, se han registrado casos en los que la VSMe se “enrolla” alrededor de este nervio justo antes de terminar en la vena poplítea, por lo tanto, es importante para el cirujano recordar esta relación en su porción proximal (figura 2.6). Epidemiología La incompetencia de la vena safena mayor (VSM) es la causa más frecuente de enferme- dad varicosa en miembro inferior; se acom- paña de insuficiencia de la vena safena menor (VSMe) en el 13-25 % de los casos. Aproxima- damente, un tercio de las extremidades infe- riores con reflujo superficial tiene enfermedad en la VSMe. En un estudio desarrollado en la población guatemalteca en 2000 se encontró una prevalencia del 13,6 % en una muestra de 1.000 pacientes. Esta patología puede estar asociada al reflujo de la VSM en un 18 %-20 % de casos. La prevalencia aumenta con la edad, desde 10 % en pacientes menores de 30 años hasta 22 % en mayores de 60 años. La prevalencia de reflujo de la VSMe está asociada a un aumento en la gravedad de la enfermedad, ya que está presente en 30 % de los pacientes C2 (várices) y C3 (edema de origen venoso) de acuerdo con la clasificación CEAP, pero en 53 % de los pacientes C4 (cambios tróficos de piel) y -C5 (úlcera cicatrizada). Además, el reflujo de la VSMe se considera un factor de riesgo importante para el desarrollo y la recurrencia de úlceras venosas. Semiología Las maniobras de inspección, palpación y percusión pueden revelar dilataciones va- ricosas, tanto del tronco safeno como de sus tributarias, en la parte posterior de la rodilla y/o de la cara posterior y lateral de la pierna —territorio de la VSMe—. Los cambios trófi- cos de la piel y/o úlceras venosas en la región perimaleolar lateral están estrechamente aso- ciados con reflujo de este tronco. Las pruebas de torniquete son de poca uti- lidad, dada la dificultad de su interpretación. La ecografía venosa puede revelar reflujo en la fosa poplítea, pero brinda limitada infor- mación acerca de los detalles anatómicos. La experiencia clínica sugiere quea todo paciente con sospecha de reflujo en VSMe se le debe realizar una ecografía venosa para definir, caracterizar y cuantificar la enfermedad de la VSMe. Fisiopatología La insuficiencia venosa primaria está ligada a una degeneración de la pared del vaso que ge- nera debilidad, ectasia e incompetencia valvu- lar. Actualmente, se considera que el daño valvular y el reflujo de los troncos safenos Nervio sural CAPÍTULO 2 Insuficiencia venosa superficial: safena menor 11 Figura 2.6 Origen del nervio sural El nervio sural se origina de dos ramas: una medial cutánea —rama del nervio tibial— y una lateral cutánea —del nervio peroneo común—. La VSMe pasa por debajo del nervio tibial para desembocar en la vena poplítea. progresan en sentido anterógrado —de distal a proximal— desde sus tributarias y respectivas perforantes hacia el tronco safeno, y no desde la unión safeno-femoral o safeno-poplítea hacia distal. Sin embargo, la mayoría de la evidencia proviene de estudios en la VSM. No existe evidencia que permita diferen- ciar la fisiopatología de la incompetencia de la VSMe de la de la VSM; sin embargo, dada la interrupción del flujo en la unión safeno- poplítea, rara vez se restaura la función venosa normal. Se cree que existe una compleja inte- racción de flujos anterógrados y retrógrados en este tronco, provenientes de sus conexio- nes con venas profundas, sus perforantes y tributarias. Es difícil precisar esta interacción durante un estudio dúplex convencional, y da muestra de la complejidad de la red venosa de los miembros inferiores. Diagnóstico En la sección de semiología se describie- ron los posibles hallazgos al examen físico de pacientes con reflujo de VSMe, haciendo énfasis en la necesidad de la ecografía venosa para definir y caracterizar con exactitud esta patología. Es inaceptable que un paciente con insuficiencia de VSMe sea sometido a cual- quier tipo de tratamiento intervencionista sin un mapeo previo con dúplex. Ecografía venosa La descripción técnica detallada de la ecografía venosa o dúplex venoso está fuera del objetivo del presente capítulo, pero sí conviene mencionar que es fundamental que sea realizado por personal médico o técnico con el entrenamiento y los conocimientos suficientes en patología venosa. El estudio dúplex debe definir con precisión los siguien- tes aspectos: ● Presencia o no de la unión safeno-poplítea (USP). ● Presencia de extensiones de la VSMe hacia el muslo. Vena poplítea Unión safeno- poplítea Nervio cutáneo medial sural Vena safena menor Nervio cutáneo lateral suralNervio tibial Nervio peroneo común Manual práctico de enfermedades venosas12 ● Competencia proximal y distal de la vena poplítea. ● Competencia y desembocadura de venas gemelares. ● Competencia y diámetro del tronco de VSMe a la altura de la USP, tercio proximal, tercio medio y tercio distal de la misma. ● Presencia o no de arterias accesorias acom- pañando la VSMe o las venas gemelares. ● Relación del nervio sural con respecto al tronco de VSMe. Tratamiento médico En pacientes sintomáticos se debe imple- mentar el uso de venotónicos por un periodo mínimo de 3 meses, asociado al uso de medias de compresión graduada, similar al manejo de la incompetencia de la VSM. Este manejo pue- de funcionar como monoterapia en aquellos pacientes que no deseen o no sean aptos para recibir un tratamiento invasivo, como técnicas de ablación endovascular. La escleroterapia es una alternativa míni- mamente invasiva y efectiva para el tratamien- to de la enfermedad. Se puede llevar a cabo mediante la inyección del agente esclerosante en forma líquida o en espuma. En la inyec- ción de los troncos safenos, la escleroterapia con espuma es la alternativa más idónea. Los esclerosantes más usados son el polidocanol, el clorhidrato de lapirio y el tetradecil sulfato de sodio. La trombosis venosa profunda (TPV) es una complicación asociada a la escleroterapia, vista más al utilizar espuma en la VSMe que en la VSM. Un estudio multicéntrico condu- cido por Gillet que involucró 1.025 pacientes con reflujo de VSM y VSMe, estableció una frecuencia de TVP de 2,41 % postesclerotera- pia de VSMe contra 0,61 % de VSM. El éxito informado de la escleroterapia con espuma en VSMe es de 63,6 % después de 3 años. Tratamiento quirúrgico Dentro del manejo quirúrgico para la pa- tología venosa se encuentran disponibles las siguientes opciones: ● Cirugía convencional: Stripping más fle- bectomías. ● Técnicas endovasculares: ◆◆ Con ablación térmica y tumescencia • Ablación endovascular con láser • Ablación endovascular con radio- frecuencia ◆◆ Sin ablación térmica ni tumescencia: • Ablación endovascular químico-me- cánica (MOCA) • Ablación endovascular con cianoacri- lato • Escleroterapia con espuma guiada por ultrasonido Hasta hace unos años, la cirugía abierta con- vencional (stripping) era el único tratamiento disponible para el manejo de esta patología; sin embargo, han aparecido nuevas técnicas, menos invasivas, con tasas de mantenimiento de la oclusión a 3 años superiores a las de ciru- gía abierta. De igual modo, las complicaciones asociadas, como TVP y lesión nerviosa, son significativamente menores que aquellas oca- sionadas por la técnica de stripping (tabla 2.1). Por otro lado, la cirugía convencional, al ser una técnica invasiva, presenta mayor morbilidad, requiere anestesia regional y hospitalización, además representa días laborales perdidos. Por lo anterior, es una técnica poco atractiva frente a las nuevas estrategias endovasculares. Describir la técnica quirúrgica de cada uno de los procedimientos abiertos y endolumina- les está fuera de los objetivos de este capítulo, pero se debe resaltar que cuando existe reflujo de la VSMe, la inclinación terapéutica debe dirigirse hacia los métodos menos invasivos, por la variabilidad de la anatomía de este tron- co venoso y, por consiguiente, las potenciales complicaciones neurológicas con métodos abiertos. Como se puede observar en la tabla 2.1, ac- tualmente no es posible determinar si alguno de los métodos endoluminales es superior al resto en su efectividad a largo plazo; no obstante, sí está claro que los métodos no térmicos ofrecen menor riesgo de lesiones neurológicas. Al seleccionar alguna técnica endovascular, es fundamental enfocarse en prevenir lesiones nerviosas. Para definir la zona más segura de CAPÍTULO 2 Insuficiencia venosa superficial: safena menor 13 ablación endovascular de la VSMe es muy importante identificar la distancia entre el tronco safeno y los nervios adyacentes, así como la presencia de fascia entre el nervio sural y la VSMe. Los dos tercios distales del tronco de la VSMe son las áreas con más riesgo de lesión nerviosa, ya que la distancia entre la VSMe y el nervio sural es menor de 1 mm en este segmento y casi nunca hay fascia entre ambos. El tercio proximal es la mejor zona, ya que en este segmento la fascia profunda provee una barrera natural. La región más cercana a la unión safeno- poplítea es la que se debe manejar con mayor precaución, debido a la gran cantidad de variantes anatómicas y a la proximidad con los nervios peroneo común y tibial, lo cual hace que sea una zona peligrosa para ablación endovascular térmica. Esto puede aumentar la frecuencia de recurrencias debido a que se incrementa la posibilidad de dejar zonas no tratadas. En los casos en los que sea posible, se debe hacer tumescencia dentro de la fascia del tronco safeno para separarla del nervio previamente identificado. Pronóstico Al igual que con la incompetencia de la VSM, el pronóstico dependerá en gran medida de la etapa en la que se diagnostica la enfer- medad y el método de tratamiento elegido. Es importante tener en cuenta que el reflujo de la VSMe tiene una mayor asociación con recidivas y úlceras localizadas en la región perimaleolar lateral, lo cual genera un impacto negativoen la calidad de vida de los pacientes. La sintoma- tología de la VSMe usualmente es más fuerte que en casos de insuficiencia de la VSM, por lo cual su abordaje temprano es fundamental; es necesario recordar que las estrategias invasivas de tratamiento, como la técnica abierta o endo- luminal, tienen mayor tasa de complicaciones que en la VSM, por la proximidad del vaso con los nervios. Estrategias simples, como el uso de medias de compresión, la elevación de las piernas durante 15 minutos 3 veces al día y la disminución de factores de riesgo —como el cigarrillo y la obesidad—, deben hacer parte de las recomendaciones brindadas a estos pacientes. Tabla 2.1. Comparación de resultados a mediano plazo entre las diferentes opciones terapéuticas para la VSMe Procedimiento Tasa de oclusión a 3 años TVP Lesiones nerviosas Cirugía stripping 58-93 % 0-3 (0,9 %) 6,8-27 (19,6 %) Endoláser 93-98,5 % 0,8-5,7 (0,8 %) 0,1-11,2 (4,8 %) Radiofrecuencia 92-97 % 0-8 % (1,2 %) 0,1-26,1 (9,7 %) MOCA 92 % 0 % 0-0,8 % Cianoacrilato 94,4 % 0 % 0 % Escleroterapia con espuma (ENOF) 63,6 % 2,4 % 0-0,2 % Atlas of anatomy of the superficial veins of the lower limbs. Phlebologia.com Boersma D, Verena N, Kronman N, Ramon RJ, Ekeren JP et al. Treatment modalities for small saphenous vein insufficiency: systematic review and meta-analysis. J Endovasc Ther. 2015;23(1): 199-211. Caggiati A, Rosi C, Heyen R. Franceshini M. Age-re- lated variation of varicose veins anatomy. J Vasc Surg. 2006;44:1291-5. Cavezzi A, Labropoulos N, Partsch H, RicciS, Ca- ggiati A, Myers K, et al. 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Definición La insuficiencia venosa se define como una incompetencia del sistema venoso para cum- plir sus funciones fisiológicas. Las venas son incapaces de transportar el volumen sanguíneo en el sentido correcto —flujo anterógrado—, lo que dificulta el retorno venoso. Las causas pueden ser defectos de la vena en sí —permea- bilidad y valvulación—, hipertensión o fallos de la bomba muscular relacionados con la bi- pedestación. Afecta principalmente al sistema venoso periférico, y dentro de él, al sistema de perforantes que comunican el sistema venoso superficial (SVS) con el sistema venoso pro- fundo (SVP). La circulación sanguínea tiene como ob- jetivo final el intercambio metabólico de sustancias entre las células y los tejidos; tiene lugar principalmente en el lecho capilar, donde ocurre una microcirculación de vital impor- tancia desde el punto de vista fisiopatológico, que puede dar lugar a alguno de los síntomas observados en el desarrollo de la enfermedad de la insuficiencia venosa. Historia La insuficiencia venosa es una de las afec- ciones médicas más comunes, que compro- mete aproximadamente un 10-30 % de la población occidental. Su origen se remonta a la adopción de la posición de bipedestación en el ser humano, que obliga a la sangre de los miembros inferiores (MMII) a retornar al corazón en contra de la gravedad. El conocimiento de la anatomía del siste- ma venoso era relativamente preciso antes de entender el concepto de circulación sanguínea, incluso, ya en el siglo XV, se habían descrito las válvulas presentes en las venas, su localización y su función de evitar el reflujo. Su historia se remonta al principio de los tiempos. En Egipto (1550 a. de C.), en el Papiro de Ebers —uno de los tratados médicos más antiguos que se conocen—, se describen varios tipos de “hinchazones” en las piernas, una de las cuales puede referirse a várices. Muchas son las contribuciones hechas en este campo. El fisiólogo y cirujano inglés Brodie, en 1846, fue el primero en describir científicamente de forma breve los signos y síntomas de la insuficiencia venosa crónica. En el siglo XX, Linton, en 1953, elocuente- mente describió lo que se ha convertido en la teoría fisiopatológica más aceptada de insufi- ciencia venosa crónica. Aunque, con el paso de los años y los grandes avances en técnicas diagnósticas y operativas el conocimiento y tratamiento de esta enfermedad ha mejorado, hay que tener en cuenta lo bien desarrollado que estaba el conocimiento de la fisiopatología y el tratamiento de las enfermedades venosas antes de la edad científica. Epidemiología La prevalencia de la enfermedad venosa es muy alta y los estudios epidemiológicos refle- jan altos porcentajes de población afectada: entre el 10-40 % de la población adulta presen- ta alguno de estos problemas, sobre todo en Insuficiencia venosa pélvica Capítulo 3 Javier Leal Monedero, Santiago Zubicoa Ezpeleta, Pablo Gallo González, Marta Marty Roda Manual práctico de enfermedades venosas16 las extremidades inferiores, según los últimos estudios. La insuficiencia venosa crónica (IVC) aumenta su prevalencia con la edad, afecta al 50-60 % de la población mayor de 50 años, de la cual un 20-25 % son mujeres y un 10-15 %, hombres. Además, se ha demostrado en el estudio de várices de MMII que hasta un 32 % de los casos se originan en la pelvis, por lo que es esencial valorar este sector. Se estima que hasta un 14 % de mujeres y un 2 % de hombres sufren várices pélvicas. El sexo—ya que los embarazos son causa crítica para la IVC—, la ocupación de las personas o la ubicación geográfica y las cos- tumbres de la población son algunos factores que se tienen en cuenta en los estudios epide- miológicos. Fisiopatología y semiología Las venas son vasos sanguíneos membra- nosos en forma de red con ejes preferenciales y otros secundarios; su pared es más delgada y frágil que la de las arterias, lo que les permite una mayor capacidad de distensibilidad. Son cilíndricos y de aspecto nudoso por las estre- checes y dilataciones que presentan. La sangre de los MMII y la parte media del cuerpo (ca- vidad abdominopélvica) es transportada por la vena cava inferior hacia la aurícula derecha del corazón. La presencia de un sistema val- vular asegura un gradiente de presiones que permite el flujo ascendente. La sangre venosa tiene, además, un régimen estacionario, es decir, que la velocidad con que circula entre los espacios intervalvulares es constante. A pesar de su diseño simple, cada sección valvulada de las venas puede actuar como una bomba im- pulso-aspirativa (BIA) que tiene la capacidad de distenderse aumentando su volumen o de retraerse reduciéndolo, según la presión trans- mural que le afecte. Por lo anterior, es de gran importancia considerar la afectación del siste- ma valvular como una de las causas principales de la enfermedad venosa crónica y reflujos o derivaciones. De igual manera, también pueden estar relacionados otros trastornos venosos, como los debidos a compresiones extrínsecas de los vasos; estos generan una oclusión del flujo en los ejes principales, lo que lleva a la formación de vasos colaterales para derivar dicha oclusión. Como se mencionó, para evitar una en- fermedad venosa será necesario asegurar un buen retorno sanguíneo, condicionado por diferentes factores intrínsecos de la vena —como las características y anomalías de su pared— y extrínsecos —como las condicio- nes hemodinámicas sistémicas a las que se encuentra sometida, entre ellas, la volemia y la presión venosa—. Algunas características de la pared venosa son la distensibilidad y capacitancia vascular. Las venas son una reserva hemodinámica del organismo, pueden contener entre el 60-80 % de la volemia y gracias a su distensibilidad pue- den aumentar su diámetro cuando aumenta la presión en su interior. Estas dos características permiten que grandes cantidades de sangre puedan almacenarse en las venas con solo cam- bios leves de presión a la que están sometidas. Otro fenómeno importante es la capacidad de relajación de los vasos, determinada por la pérdida gradual de la presión dentro de ellos, posterior a la entrada o salida súbita de sangre de las venas. Debido al estiramiento o acomo- dación propia del vaso, denominada relajación por estrés, los plexos anastomóticos del sistema abdominopélvico desarrollan hipertensión ve- nosa, influenciados por la variación de presión intraabdominal durante la inspiración. Una de las principales causas de la insu- ficiencia venosa crónica es la hipertensión venocapilar. Cuando se adopta la postura de bipedestación, la columna de sangre entre el corazón y el pie ejerce sobre las paredes veno- sas una fuerza denominada presión hidrostáti- ca, influenciada por la gravedad. Esta presión estática que se ejerce desde cualquier punto del sistema venoso tiene su valor máximo en el pie en bipedestación (100 mmHg) y su va- lor mínimo en la aurícula derecha, en la vena cava superior (0 mmHg). La presión hidros- tática se ve fraccionada dinámicamente por la presencia del sistema valvular en las venas. Como se mencionó, las válvulas venosas ga- rantizan que el flujo ascienda hacia el corazón y en condiciones normales dirigen la sangre del sistema venoso superficial al profundo a CAPÍTULO 3 Insuficiencia venosa pélvica 17 través de las venas perforantes. Las válvulas regulan la presión hidrostática en los cambios de posición, evitando que el cambio de presión venosa sea muy alto. Las venas además reciben una presión residual transmitida por la pre- sión arterial mediante la bomba ventricular izquierda, sístole, al sistema venoso; también, una presión dinámica ejercida por el efecto de la bomba muscular de las piernas, la bomba toracoabdominal y la resistencia periférica. Finalmente, las venas también reciben presión externa, como resultado de la sumatoria de las presiones tisular, atmosférica y transmural, que puede ser ejercida por las pulsaciones de las arterias que van junto a las venas. La suma de estas presiones permite el co- rrecto funcionamiento del sistema venoso, por lo que cualquier alteración en alguna de ellas, bien por incompetencia valvular o insuficien- cia de las venas perforantes —que drenan los segmentos inter valvulares— resultará en un funcionamiento incorrecto del retorno venoso, producirá hipertensión venosa y cambios en el sentido del flujo —fugas— o cambios en la correcta circulación por los ejes venosos —se desarrolla una colateralidad al no fluir la san- gre por sus venas preferentes—. El deficiente funcionamiento de las válvulas desempeña un papel importante en el desarrollo de la insufi- ciencia venosa crónica; sin embargo, no es la única causa de este síndrome. Las anomalías en la pared venosa, la incompetencia del sistema perforante y las compresiones anatómicas, así como factores congénitos, hereditarios y am- bientales, son otras causas de la insuficiencia venosa crónica, lo que convierte este síndrome en el más frecuente dentro de los trastornos venosos. Se caracteriza por dos síntomas prin- cipales: pesadez y dilatación venosa. También pueden presentar dolor, hormigueo, prurito, sensación de presión, calambres nocturnos y ardor, o sensación de frío, o edemas leves o moderados incluso úlceras, si se presentan complicaciones. Debido a que el sistema venoso pélvico y el de los MMII se considera una unidad funcio- nal conjunta —subdiafragmática—, se puede considerar que la insuficiencia venosa crónica afecta a todo el sistema venoso infratorácico —pelvis y MMII—. Así pues, al estudio y evaluación de la insuficiencia venosa crónica se tendrá que incorporar la evaluación de los troncos venosos pélvicos, tanto principales como secundarios, para evaluar un posible caso de síndrome de congestión pélvica. El síndrome de congestión pélvica es una patología que consiste en el aumento del número y calibre de estructuras venosas in- trapélvicas de morfología varicosa, tortuosas, ectásicas, derivativas y con flujo retardado, dependientes de los ejes gonadales, tributa- rias ilíacas internas y/o sistema paravertebral, también dilatados, avalvulados y con flujo invertido. Es un trastorno vascular que pre- senta un cuadro doloroso característico que involucra los órganos genitales y que puede ser la manifestación de diferentes patologías, pero cuyo origen es la hipertensión venosa pélvica. Esta hipertensión puede ser limitada a uno de los dos sistemas venosos (superficial o profundo) ocasionada por incompetencia de los vasos comunicantes o troncos princi- pales, generando de esta forma derivaciones colaterales a la zona afectada, ya sea por síndromes compresivos o postrombóticos. O puede deberse a la incompetencia de los vasos perforantes, permitiendo reflujo y fugas de la sangre hacia el sistema superficial, como en el caso de insuficiencia de las venas gonadales y/o ilíacas internas. Existen varios factores que pueden de- sencadenar una hipertensión venosa pélvica, dentro de los cuales se encuentran variaciones anatómicas, edad, sexo, factores hormonales, embarazos, factores congénitos, como agenesia valvular o venosa, e idiopáticos Puede ocurrir que la hipertensión genere várices pélvicas sin fugas, porque las válvulas del sistema perforante no están dañadas y el suelo pelviano es continente, lo que re- sulta en un reflujo en el eje gonadal o en el ilíaco interno que produce dilataciones del sistema comunicante
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