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Origen del idioma español (Ensayo Corto)

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Tabla de Contenido
Introducción……………………………………………………………………………..3
1. La familia Indoeuropea…………………………………………………………….. 4
2. La Lengua de los Romanos……………………………………………………...... 7
3. Latín hablado y latín escrito………………………………………………………... 8
3.1 El latín vulgar……………………………………………………………………..... 9
4. Influencia árabe en el español……………………………………………………... 9
5. El Nacimiento del Castellano……………………………………………………… 10 
6. El español moderno………………………………………………………………… 11
6.1 La lengua al día de hoy………………………………………………………….. 11
Conclusión……………………………………………………………………………… 13
Bibliografía……………………………………………………………………………… 14
Introducción
El español, ese idioma nuestro, del cual muy pocas o ninguna vez nos cuestionamos su origen y lo utilizamos en el día a día para poder llevar a cabo nuestras relaciones sociales. Muchas han sido las teorías de su surgimiento e incontables los autores e investigadores que han hablado sobre ellas. No deberíamos hacer una distinción entre el español de América y el de otras partes del mundo, el de España por ejemplo; ya que es tan importante como todos y merece un lugar en el que no se estereotipe de menos bueno o menos correcto.
Es imposible dar una fecha precisa al nacimiento de una lengua y el español no es la excepción ya que al ser un proceso paulatino no se puede saber cuándo, las deformaciones, o mejor dicho variaciones dialectales dejan de ser parte de un mismo idioma y dan paso a uno nuevo. Sin embargo, existen documentos escritos en español que a pesar de no tener fecha, Ramón Menéndez Pidal los creía escritos en la segunda mitad del siglo X, hacia el año 975, y aunque se cree que más bien son de la primera mitad del siglo XI, en homenaje al maestro, los primeros mil años de nuestra lengua se han celebrado alrededor de 1975; y así podemos decir de manera arbitraria que nuestro idioma español nació en la segunda mitad del siglo X.
De ese modo, podemos afirmar que el español es un idioma “joven” comparado con la historia de la humanidad, y que no fue la primera lengua en surgir. Así que en estas páginas vamos a tratar abordar los antecedentes históricos y geográficos que dieron origen a nuestra lengua madre, tratando de esta manera poder comprenderlo mejor y darle el lugar tan significativo que en la historia tiene.
1. La Familia Indoeuropea
Existen individuos que son capaces de mostrarnos una historia continua de su familia en el tiempo, tal es el caso de los árboles genealógicos, los cuales anteriormente llegaban a ser demasiado grandes y sumamente raros, sin embargo, de los que se tienen registro en la actualidad llegan a ser muy pequeños. Pero ese fenómeno llega a ser muy frecuente en las instituciones sociales, tales como: el derecho, las religiones, las costumbres, las artes y todo lo que solemos llamar fenómenos culturales. Y de estos fenómenos, los que tienen la más larga historia continua son las lenguas del mundo.
Para hablar del surgimiento de un idioma tenemos que conocer sus antepasados, para eso debemos hacer referencia a un idioma viejísimo, incluso anterior al invento de la escritura y de cuyo idioma se siguen conservando ciertas raíces en las palabras, claro está, nos referimos al indoeuropeo. Lengua de la cual se deriva, entre otras, nuestra lengua madre, el latín.
Los primeros indoeuropeístas, alemanes sobre todo, creían que el indoeuropeo había nacido en la porción germánica de Europa. La primera teoría seria, fundada en ciertos hallazgos arqueológicos, situó la cuna del indoeuropeo entre el Mar Negro y las llanuras del Volga y el Ural. Aunque parece ser que esa teoría pudiera ser suplantada por otra igual de seria y arqueológicamente documentada, según la cual el indoeuropeo tuvo su origen en el territorio que se extiende desde el sur del Mar Negro hasta el Cáucaso y las fuentes del Éufrates, o sea la porción oriental de la península Anatolia o Asia Menor. Fue en esta región donde por primera vez hubo agricultura. Los anatolios fueron ya un pueblo sedentario, en el que los excedentes de la producción se tradujeron en riqueza y en expansión geográfica, difundiendo de ese modo su invento (la agricultura) y la forma en cómo nombraban a las cosas. De ese modo, el nacimiento de la agricultura queda firmemente ligado con el nacimiento de las lenguas indoeuropeas.
Así podríamos identificar al anatolio con el protoindoeuropeo[footnoteRef:1]; pero teniendo en cuenta las fragmentaciones que se deben haber dado, solo han podido delimitarse cuatro ramas principales: [1: Lengua que, según investigaciones, fue la lengua madre en las primeras poblaciones asentadas en la mayor parte de Asia y Europa.] 
1.-Anatolio: su variedad más conocida es el hitita, dueños de toda Anatolia hacia el año 1400 a.C. y parecen haber sido los hititas los primeros en escribir una lengua indoeuropea.
2.- Greco-armenio-indo-iranio: fue la primera rama que salió de Anatolia; en el tercer milenio antes de cristo se había dividido en dos: greco- armenio y el indo-iranio. Grupo al cual pertenece el romaní (idioma de los gitanos).
3.-Celto-ítalo-tocario: los tocarios avanzaron hacia el oriente y su lengua se extinguió con relativa facilidad debido a la presión fino-ugria y los celto-ítalos se mantuvieron juntos por un tiempo, bordeando el mar Caspio y llegando hasta Europa desde finales del tercer milenio antes de Cristo.
4.-Balto-eslavo-germánico: el germánico fue el primero en separarse y la división entre el báltico y eslávico tardó un poco más.
A continuación se utiliza un recurso gráfico que nos permite tener un mejor panorama del origen de las lenguas y las derivaciones que cada una llega a tener.Árbol genealógico de las lenguas del mundo
 El parentesco que existe entre las lenguas romances o neolatinas (hijas del latín) sale a relucir de inmediato, ya que, aunque tienen enormes diferencias ente sí, resultan mucho más fáciles de entender que idiomas con los que no tienen parentesco. 
La historia de la lengua española no se inicia hace 1001 años, sino muchos antes. Nuestra lengua es el indoeuropeo. Aun cuando con el paso del tiempo de hayan alterado, olvidado y adoptado muchas otras palabras, el núcleo del vocabulario sigue siendo el mismo. Es claro que los hablantes del protoindoeuropeo no crearon de la nada su lengua, sino que la heredaron, así como nosotros heredamos la nuestra.
2. La Lengua de los romanos
Los primeros documentos que nos permiten ver palabras escritas en español, y que constituyen así el acta de nacimiento de nuestra lengua datan de alrededor de 1000 años; mismos documentos que están escritos en latín. Las palabras españolas son glosas[footnoteRef:2] marginales que explican o traducen cierta palabra difícil. [2: Explicación o comentario que se pone al margen o entre las líneas de un libro.] 
	Uno de los documentos que contienen palabras en español es atribuido a san Agustín, escritor de influencia en la cultura medieval. Cabe mencionar que el latín de san Agustín es básicamente el mismo de Cicerón, tomando en cuenta que el latín de Cicerón era el paradigma del “buen latín” o del latín deseado en su época. A primera vista no se pueden observar cambios significativos entre el latín de Cicerón y de san Agustín, pero esto es prácticamente imposible, ya que existe entre ellos un periodo de casi cinco siglos de diferencia y una lengua no puede estar tanto tiempo sin modificarse aunque sea un poco. La razón que se da es que el latín agustiniano es una lengua escrita. La lengua hablada por el propio santo a la hora de decir sus sermones ya no era el latín de tiempos de Cicerón. De esa manera, posterior a su época, el latín agustiniano llegó a ser el modelo del “buen latín” tal como en su momento fue el de Cicerón.
	En el siglo X hacía ya mucho que tanto el latín de Cicerón como el de san Agustín eran una lengua muerta. Las “glosas” españolas que alguien puso en el sermón atribuido a san Agustín 1001 años atrás dan testimonio del paso de una lengua a otra, del nacimiento de una “lengua vulgar” sin nada del prestigio del latín, pero con una “pequeña” ventaja, era la lengua viva de ungrupo humano.
	La conquista de Hispania marcó el comienzo de la expansión del poderío romano fuera del territorio de la península itálica. Los pueblos sometidos bajo el yugo romano perdieron mucho, hasta su propia lengua. Pero a la larga, también ganaron mucho, comenzando con la lengua latina, la cual hicieron suya. 
Finalmente, en todas partes resonó la lengua latina, aunque no en todos los lados con la misma intensidad. En Lusitana, todas las lenguas anteriores a la conquista romana fueron desaparecidas ante el empuje del latín, En Armenia, el único latín que resonó fue seguramente el que utilizado por soldados y funcionarios enviados desde Roma. Desde luego, el latín no significó el menor peligro de desaparición para el griego, y es que los romanos no buscaban eso, al contrario, siempre estuvieron fascinados por la lengua y la cultura griega, e incluso tenían la ambición de ser tratados como iguales a ellos.
3. Latín hablado y latín escrito 
La lengua literaria y la lengua hablada pueden estar muy cera la una de la otra, alimentándose mutuamente, pero también pueden estar a una grandísima distancia; en cualquier caso, el lenguaje que utiliza la literatura suele ser una elección y estilización del lenguaje, un lenguaje mediante el cual se dicen cosas que no se han dicho en el idioma común y corriente, o se dicen de una forma en que nadie las había dicho y que difícilmente refleja la realidad de la época y el entorno social en que desenvolvieron, sino que son productos refinados, hechos sin ninguna intención de realismo lingüístico.
	La literatura latina estuvo, desde sus comienzos, especialmente divorciada de la lengua hablada por el común de la gente. La lengua literaria tuvo desde el principio sus leyes especiales. En muy poco tiempo se marcó en el interior del mundo romano la diferencia entre una “cultura superior” y hábitos toscos entre lengua literaria y lengua coloquial. Esto nos da antecedentes para reconocer una realidad del idioma e importancia de español y de las demás lenguas romances: la diferencia entre “latín clásico” y “latín vulgar”.
	El español y las demás lenguas romances no descienden del latín empleado por los supremos artífices de la lengua, sino del latín utilizado por la gente corriente, el que se hablaba en las casas, en las calles, en los talleres y cuarteles. 
En el momento de más auge de del latinismo hubo cientos de variaciones de la lengua hablada, comparada a la lengua escrita, que era defendida por los estudiosos de la época y buscaban un purismo en ella, por lo que tenían horror a las modificaciones del idioma, siempre iban por la calle con una estandarte ideológico en el que iba metafóricamente escrito un “no se debe decir así, sino de esta manera”, acción que difícilmente les funcionó, ya que el poder de cambio de la lengua los superó. 
	La lingüística moderna nació en el momento en que los profesionales de la lengua del siglo XIX, en lugar de intentar seguir profesionalizando el horror del cambio, inculcaron la voluntad de no temerle al cambio. Esto podría ser aplicado a nuestros días en terminologías como “haiga” y “haya”, par de palabras en las que podría considerarse “correcta” la conjugación “haya”, pero no por eso debemos menospreciar el término “haiga”, que aunque es utilizado con menor frecuencia es parte de léxico español, solo debemos sabe diferenciar los ámbitos en los que se debe usar uno y otro. La expresión latín vulgar se ha convertido en un término de inmensa utilidad para quienes reconstruyen las etapas iniciales de las lenguas romances, de esa manera el latín vulgar puede llamarse también lengua protorromance.
3.1 El latín vulgar
Las funciones que en latín clásico se habían expresado mediante desinencias de “casos”, incorporadas a la palabra respectiva, en latín vulgar se expresaron mediante preposiciones. De los seis casos del latín clásico no sobrevivió el “acusativo”, que originalmente solo servía para indicar objeto; desapareció el “nominativo”, que indicaba el sujeto de la oración. Nuestros artículos definidos él y la proceden de los pronombres ille, illa, que significaban ‘aquel, aquella’, que tenían un valor demostrativo que se perdió al convertirse en una mera articulación gramatical.
	Sobrevienen dos fenómenos en el latín vulgar. El primero se refiere al acento. El latín clásico era riquísimo en palabras esdrújulas, cuya penúltima sílaba tenía una vocal breve, de tan corta duración que llegó a ser imperceptible. El otro fenómeno que se muestra se refiere a la duración de las vocales. En latín clásico había diez vocales, cinco largas y cinco breves. En teoría, una larga duraba en su pronunciación el doble que una breve. Datos que nos ayudan a comprender cómo la modificación del lenguaje es un proceso paulatino y que conlleva cientos de años para que pueda nacer una nueva “lengua “. 
4. Influencia árabe en el español
La influencia del árabe en nuestro idioma no siempre llega a ser perceptible para la mayoría de los hablantes, sin embargo, para lo estudiosos de la lengua, al hablar del surgimiento del español es imposible desligarlo de la influencia árabe. Desde la llegada del ejército “moro” en lo que después se llamó Gibraltar, llegando a la caída de Hispania. 
	Existen ciertas peculiaridades que se fueron dando tales como que para las cosas que tomamos de los moros no existen vocablos latinos para nombrar las cosas, sino las mismas que ellos introdujeron, y que para las que tenían vocablos en latín, decidíamos seguir usando los arábigos por costumbre.
El numeroso vocabulario español de origen árabe procede principalmente de la época de expansión y florecimiento en que todas las grandes ciudades cristianas (Tarragona, Zaragoza, Toledo, entre otras) ricas y populares desde tiempos romanos vivieron bajo el dominio islámico. Los arabismos de nuestra lengua son testimonio duradero de la convivencia de siglos con la cultura árabe. Los 4000, gran cantidad de arabismos que pocas veces nos detenemos a ver y no conocemos, tienen su razón de ser: corresponden a 4000 objetos o conceptos cuya adopción era inevitable.
5. Nacimiento del castellano
El impacto árabe sobre España le cambió el rostro en muy poco tiempo; pero hubo mucha gente, nobleza principalmente, que no veían con ojos de agrado ese cambio, al cual no tardaron en oponer resistencia. La historia de la lengua castellana no puede entenderse bien sin esbozo de historia política y bélica que la precede. Las acciones bélicas de Castilla toman lugar como una cuña que fue taladrando desde el norte hasta el sur y desde el este hacia el oeste hasta crearse un espacio grandísimo, totalmente desproporcionado a su inicial significancia.
	La palabra Castilla viene de castella, plural de castellum, que en tiempos visigóticos significaba ‘pequeño campamento militar’, de ese modo el nombre de castilla recuerda las pequeñas fortificaciones que los romanos mismos, posteriormente los visigodos y más tarde los leoneses construyeron para controlar a los descendientes de los cántabros rusos, rudos y orgullosos. Idea totalmente diferente de cualquier castillo, como se pudiera imaginar en su percepción literal de la palabra.
	Hace 1001 años Castilla era un pequeño rincón. El castellano era un pequeño dialecto arrinconado en la mal romanizada Cantabria. Lugar en el que surgieron diferencias fonéticas que fueron dando paso al surgimiento y auge de un nuevo idioma. Entre las peculiaridades del castellano frente a las demás lenguas iberromances salen a relucir diferencias tales como:
· h: letra que utilizada en palabras como “herir” y “alhelí” tiene un papel mudo, pero anteriormente esas palabras eran pronunciadas como “jerir” y “aljelí”, pero con una j totalmente marcada, sino más bien suave, tal como se puede ejemplificar en la h del inglés house.
· x: anteriormente las palabras ‘jabón’ ‘queja’ se escribían con una x ‘xabón’ y ‘quexa’, teniendo la pronunciación shabón y kesha con una sh inglesa.
· g (ante e, i): las palabras gentes y consejo se pronunciaron en un momento como dyentes y consedyo, en el quela d formaba un solo sonido con la y. 
6. El español Moderno
Es sabido que nuestro idioma fue traído desde España con las expediciones realizadas hacia nuevas tierras por la corona española. Nuestra tierra se encontraba habitada por las culturas prehispánicas, término bien utilizado, ya que tuvieron su etapa antes de la conquista española. Entre las culturas más sobresalientes se encuentran las azteca, maya, purépecha, culturas que tenían su propio idioma, sus propias costumbres y por tanto una autonomía. La adaptación o mejor dicho la imposición a un nuevo idioma fue un proceso de siglos, hasta que se unificó y todos los hablantes del territorio de la entonces Nueva España tenían un mismo idioma. Pero, el nacimiento de las repúblicas hispanoamericanas no tuvo mucha trascendencia desde el punto de vista de la historia de nuestra lengua, ya que tanto en el siglo XIII como en el XIX se habló una sola lengua principal. Aunque como en toda lengua surgieron modalidades de pronunciación (madrileña, antillana, mexicana, peruana, etc.) 
Es decir, así como el latín se fragmentó en las lenguas romances, de esa manera el español podría seguir diversificándose, tanto geográficamente como culturalmente hasta poder dar origen a otras lenguas. Es imposible dejar a un lado el papel que ha jugado la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en la concepción de nuestro idioma, su papel ha sido un tanto controversial, ya que en ciertos momentos ha querido imponer formas gramaticales de los hablantes de España a los hispanohablantes de América, hecho que estos últimos no terminaron por aceptar y la Academia tuvo que ceder para poder aceptar como “correctos” ambos términos, tal es el caso de vosotros y ustedes, aunque no está mal conocer cómo se dice en otro lado para poder identificar y no caer en una confusión.
6.1 La lengua al día de hoy
Ahora bien, enfocándonos a tiempos más actuales, la lengua española goza de una buena salud, es decir, a lo largo y ancho del mundo hispanohablante tiene una diferenciación bastante rica; pero al mismo tiempo conserva su unidad básica y estructura gramatical, de modo que todos pueden entenderse sin mayores dificultades que las del significado que se le puede dar a una palabra en diferentes lugares o contextos sociales. 
El ideal de uniformidad de la lengua se ha ido perdiendo, esto nos ayuda a que cada vez menos son los españoles que se extrañen de cómo lo que para ellos es acera, en México y Argentina se pueden nombrar como banqueta y vereda respectivamente. Esto nos da un mejor ideal de convivencia y tolerancia, dejándonos como resultado que nuestra lengua es la suma de nuestras maneras de hablarla, que contiene miles de actores que la reproducen cada quien de manera diferente dependiendo de su lugar de origen y su estrato social, entre otros. Que no hay buenas ni malas maneras de utilizar la lengua, siempre y cuando sea entendible, lo que varía es el contexto, ahí pudiera haber una diferencia de los lugar donde “deben” decirse o no ciertas palabra y que no hay actores de la lengua que la reproduzcan completamente.
En resumen, actualmente en el español no existen ‘normas’ que no hayan sido anteriormente innovaciones o maneras diferentes de nombrar las cosas. La lengua, como lo ha sido toda su historia es un hervidero de innovaciones, de las cuales unas suelen propagarse con mayor facilidad que otras, ‘formando’ o ‘deformando’, depende de un punto de vista personal, la manera de comunicarnos.
Conclusión
Ahora sabemos que como todo fenómeno las lenguas tienen un origen, una razón de ser. El primer indicio que tenemos de lengua hablada es el protoindoeuropeo, del cual desciende el latín, del cual a su vez desciende el ‘protorromance’ o ‘latín vulgar’ hasta llegar a nuestro español. 
Podemos llegar al tanto de que el proceso de formación de una lengua toma cientos de años en gestarse; que la difusión de la lengua no se puede tomar como el ideal o lo que las civilizaciones que nos precedieron tenían como propósito realizar, sino que es una acción secundaria, completamente circunstancial de otros hechos como fueron conquistas territoriales o encuentros bélicos, en los cuales la necesidad de comunicarse obligó al ser humano a adoptar la manera de hablar del más fuerte, en este caso el de la mayor cantidad de hablantes que por lo general eran los pueblos que más riqueza tenían.
Bibliografía
ALATORRE, Antonio. Los 1001 años de la lengua española. Tercera edición, algo corregida y muy añadida. 9na reimp. México, Fondo de Cultura Económica. (2002)
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española [en línea], España, 2002. 22ª edición [citado 06/09/2014].
 Disponible en internet: http://www.rae.es/recursos/diccionarios/drae

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