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Reflexiones preliminares sobre lingüística

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Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo 
Raúl Martín Hernández Juárez 
Reflexiones sobre lingüística 
Imaginemos que un día despertamos, tarde desafortunadamente, porque no escuchamos el 
sonido de nuestro despertador, maldecimos al celular, molestos porque llegaremos tarde a 
hacer nuestras actividades. Notamos algo raro en el ambiente pero no percibimos nada. 
Bajamos a desayunar lo más rápido que podemos para no ir más retrasados de lo que ya 
vamos, enviamos un apresurado saludo a la persona con que compartiremos el desayuno, 
pero no obtenemos respuesta alguna, no ponemos mucha atención en eso pues ya debemos 
salir de casa. Abordamos nuestro carro para dirigirnos a la oficina, y encontramos nuestro 
lugar de trabajo apacible y silencioso aun con una buena cantidad de gente, llegamos y 
saludamos al jefe, otro saludo sin respuesta; ahí es cuando notamos que algo no anda bien, 
salimos a querer resolver nuestra duda con el compañero de la oficina de al lado, pero de 
nuestra boca no emana sonido alguno y nuestros oídos no perciben nada, sólo nuestros ojos 
notan las muecas de las personas que se están intentando comunicar con nosotros: estamos 
“desconectados”. Incomunicados en un mundo en que predomina la comunicación, suena 
mortal, y es que realmente nunca nos ponemos a reflexionar sobre esa capacidad del ser 
humano que nos diferencia y ofrece tantas ventajas en relación a otros seres vivos. 
A lo largo de estas páginas intentaremos darle el lugar que se merece a nuestra 
capacidad de hablar, de comunicarnos con las demás personas, de transmitir nuestras ideas y 
sentimientos a través de la oralidad y es que si esta habilidad no se hubiera desarrollado 
¡quién sabe que hubiera sido de nuestra especie! Veamos, no muy lejos de nosotros, aquellas 
personas que carecen de esta capacidad: los sordomudos. Son personas que tiene un 
raciocinio, que piensan de tal o cual manera, que tienen su lengua de señas, pero que 
desafortunadamente es muy limitada en relación a la capacidad oral de toda la demás 
población. Esto no es un impedimento para poder realizar actividades cotidianas de manera 
eficiente, pero sí limita mucho sus oportunidades tanto en el mundo escolar como en el 
mundo laboral. 
También hablaremos sobre la diversidad lingüística que existe nuestro mundo, y las 
diferencias ideológicas, a veces políticas, que se hacen en cuanto al tema de lengua y dialecto, 
y algunas de las discusiones que se han generado entre lingüistas y no lingüistas sobre este 
tema. 
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Raúl Martín Hernández Juárez 
Comencemos intentando esbozar una definición acerca de qué es el lenguaje, esa 
capacidad que es común a todas las lenguas y que nos permite comunicarnos mediante el uso 
de un sistema de símbolos orales y arbitrarios. Debemos tenerlo bien claro, pues nos será 
vital para comprender contenido posterior. No hay que confundirlo con el concepto de 
lengua, al que también llamamos idioma. La lengua es un concepto algo difícil de definir, 
puesto que nadie en ningún lugar habla completamente la lengua, sino una parte de ella. Y 
es que una lengua se define en relación al punto en el que un hablante de ella ya no logra 
decodificar lo que alguno en otra lengua está tratando de decirle. Es fundamental decir que 
la lengua solamente existe en sus variaciones: sociales, regionales, de edad, sexo; y que 
siempre se va a referir al ámbito oral, como realmente existe, puesto que llega a tenerse la 
idea de relacionarla con la escritura, cosa errónea pues la escritura es un invento muy 
posterior al lenguaje e incluso existen lenguas que no cuentan con un sistema de escritura y 
siguen vivas oralmente. 
La lengua es un consenso social y como tal debe ser regulado de alguna manera, y 
con esto no digo que exista una institución que nos diga qué debemos y no debemos decir, y 
nos castigue por no seguir sus instrucciones, aunque la Real Academia Española de la Lengua 
puede ser lo más parecido a ese concepto, pero a fin de cuentas la RAE lo que hace con 
ciertas palabras es aceptar su uso, que ya se ha difundido entre los hablantes(pues de ellos es 
la lengua) de tal manera que no les queda de otra. Este consenso social del que hablamos nos 
otorga lo que denominamos “lengua estándar”, que no es más que la variante más aceptada 
de una lengua para su uso en la educación, administración y los medios de comunicación. 
La sociedad actual tiene un concepto erróneo de lo que los lingüistas reconocen como 
dialecto, pues con este concepto hacen referencia a lenguas como el maya, purépecha, 
zapoteco, entre otras; y nos damos cuenta de que en este percepción van incluidos tintes 
políticos, pues se les denomina dialectos a lenguas que cuentan con pocos hablantes y en el 
que su modo de vida puede no estar del todo a la par de la sociedad actual. Nosotros nos 
ocuparemos del dialecto como una variación de una misma lengua, ya sea de tipo diatópica 
(geográfica), diastrática (sociocultural), diafásica (contexto o situación) o diacrónica (en el 
tiempo). 
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Otro problema que nos encontramos en la concepción de los no lingüistas es pensar 
que existe una manera correcta de usar la lengua y todo lo demás es incorrecto o malo. Esta 
percepción es completamente subjetiva al punto en el que uno se encuentre, pues en ciertos 
ámbitos el uso de una palabra pasará desapercibido pues es una más en su dialecto, pero en 
otros ámbitos, al no ser utilizada con frecuencia, causará, tal vez, un problema. Tal es el caso 
de la palabra”güey” en nuestro país, hace varios años era considerada como altisonante, era 
prohibida en medios de comunicación y los padres reprendían a sus hijos cada vez que 
escuchaban que las decían. Hoy, ya pasado un buen tiempo, se extendió tanto su uso que 
incluso la RAE terminó por aceptar el término para referirse a una persona tonta, pero aunque 
haya sido aceptado, es casi imposible escuchar que un maestro de educación primaria se dirija 
a su alumno como “güey”, pues este término resulta ofensivo en ese contexto; sin embargo, 
si en un salón de clases de educación secundaria algún chico pronuncia esta palabra para 
corregir el error de un compañero, nadie va a poner mucha atención en eso, dado que su uso 
es mucho más común en ese contexto. Con eso podemos afirmar que no existen palabras 
buenas o malas, sino palabras utilizadas de manera correcta o incorrecta en diferentes 
contextos. 
En los estudios del lenguaje, siempre ha sido una constante tener el número más 
cercano de las lenguas que existen, pero la diversidad lingüística es un misterio pues no se 
sabe cuántas lenguas existen ni será posible saberlo. Algunos autores manejan una cifra 
promedio de 5000 lenguas e incluso unos la amplían a 6700 lenguas, pero eso puede llegar a 
ser una exageración, ya que en muchas ocasiones la frontera lingüística llega a ser tan 
pequeña que no sabemos dónde termina una lengua y comienza otra. La lengua es una gran 
parte de la cultura de un pueblo, pues a través de ella podemos conocer un poco de la manera 
de pensar de los hablantes; tanta es la fuerza de lengua de los hablantes que en muchas 
ocasiones al integrarse a un nuevo contexto o incluso aprender otro idioma siguen 
manteniendo algo de ella. Pero en la cuestión de definir qué es una lengua no sólo entran 
aspectos puramente lingüísticos, sino de, una vez más, aspectos políticos, en los que se puede 
diferenciar una lengua de otra en base al territorio que ocupan los hablantes de ella, aunque 
las lenguas en cuestión tengan una diferencia mínima y más bien parezcan dialectos uno del 
otro. 
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Raúl Martín Hernández Juárez 
La frase “una lengua es un dialecto con un ejército” es una constante en muchos de 
los textos sobre estudios lingüísticos; y es que no es para menos,ya que desafortunadamente 
una lengua se determina mayormente por motivos sociales (como la cantidad de hablantes 
‘el ejército’) y políticos, no lingüísticos. Pues los lingüistas utilizan este término de manera 
diferente a como lo utiliza la mayoría de la gente e incluso los medios de comunicación. 
La discusión entre lingüistas y no lingüistas se amplía tanto hasta el punto de que 
algunos se atreven a considerar una lengua mejor que otra porque tiene tal o cual 
característica. En este punto debemos afirmar que a pesar de todo lo que se diga, todas las 
lenguas poseen gramática1 y que sin ella no puede existir ninguna lengua. El concepto, 
completamente despectivo, de si una lengua es buena o mala puede tener su origen desde el 
siglo XVIII en que se hacía bien clara la diferencia en Europa entre pueblos civilizados y 
pueblos salvajes, esto porque no estaban a la par tecnológica que en ese momento se daba, 
incluso decían que las lenguas de estos pueblos no poseían literatura, pues ellos la concebían 
sólo escrita y con los géneros bien definidos; hoy sabemos que todo pueblo, en mayor o 
menor volumen tuvo literatura aunque no posea un código escrito, pues esta se puede 
transmitir oralmente de generación en generación y de pueblo a pueblo. 
Por otro lado tenemos el cuestionamiento de si hay lenguas primitivas y lenguas 
civilizadas. Sobre este tema podemos agregar que no, no hay lenguas primitivas ni 
civilizadas, pues aunque no se sepa con exactitud su fecha de origen (cosa que es imposible 
saber), sabemos que reúnen todas las características de una lengua. Lo que varía es el 
vocabulario utilizado en las lenguas que se creen primitivas pues en él se refleja la manera 
de vivir de la población y es un lenguaje especializado en las actividades que ellos realizan, 
así como en nuestra sociedad actual existe un vocabulario especializado para expresarse en 
un ámbito científico, legal, político, escolar, entre otros. 
Durante buena parte del siglo XIX se creía en un proceso lingüístico que nos llevaba 
de lo simple a lo complejo, de lo primitivo a lo civilizado, es decir, las lenguas que han ido 
surgiendo posteriormente serán más fáciles: completa falacia. E incluso se pensaba que a 
 
1 Reglas estructurales de una lengua que el hablante está entrenado para reconocer. 
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mayor complicación de una lengua, es decir, en sus aspectos morfológicos, léxicos, mayor 
perfección, creencia que carece de toda base lingüística. 
Hemos visto que el hablante hace con su lengua lo que quiere, lo que lleva a la lengua 
a un proceso de constante adaptación al cambio, normalmente la lengua logra adaptarse y 
sobrevivir, pero en algunos casos, cuando el cambio es bastante brusco y le pega casi de 
sorpresa, la lengua no tiene el tiempo para adaptarse a la nueva realidad y corre el peligro de 
desaparecer para dar paso a una nueva lengua. Así se dio el caso en nuestro país en la etapa 
de la conquista, en la que los españoles llegaron de una manera tan violenta que arrasaron 
con todo lo que se le puso en frente, religión, cultura, riqueza y claro está, la lengua. Muchas 
de las lenguas indígenas no se pudieron conservar debido al cambio tan brusco que se dio 
con la imposición del idioma español, pero debemos agradecer que a pesar de eso todavía se 
conservan en nuestro país una gran variedad de lenguas como en ningún otro país. 
A pesar de todas las diferencias que existen en las lenguas, todas cumplen la función 
de comunicar, entre otras tantas funciones. Sería muy complejo centrarnos en medir el nivel 
de complejidad de una lengua, se tendrían que hacer estudios sobre el esfuerzo mental que 
se lleva a cabo en una u otra estructura lingüística; cosa que no considero necesaria, pues esto 
no se trata de un juego para ver qué lengua es más difícil. El verdadero objetivo está en 
comprender la diversidad de las lenguas y que no todas están preparadas para decir las 
mismas cosas, que aunque todas son diferentes, siempre habrá una manera para expresa 
aquello que tienes en mente y si no, la lengua se encargará de crearlo. 
Ya que tenemos un panorama más amplio sobre las lenguas, debemos hacer un 
apartado para mencionar qué sucede con las lenguas a través del tiempo, Es un hecho que las 
lenguas pueden desaparecer, pues comparadas con algún ser vivo, también sufren cambios, 
tanto internos como en su entorno, aunque para esto se necesiten cientos e incluso miles de 
años. La desaparición de una lengua puede tener dos vertientes: 1.- la desaparición en sí de 
la lengua, no volverse a hablar, dejar de existir y 2.- la desaparición aparente, esa en la que 
existe un cambio tan grande en una lengua que ya no es lo que fue en un inicio, pero se siguen 
teniendo vestigios de ella. En el continente americano la desaparición de las lenguas fue casi 
siempre de la mano de la desaparición de pueblos entero debido a conquistas territorial, como 
lo ya antes mencionado en la etapa de La Conquista. 
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Raúl Martín Hernández Juárez 
Siguiendo con el tema de la desaparición de lenguas, nos ocupa mencionar el caso 
que se ha dado en los Estados Unidos, caso en que aplicaron una política gubernamental 
intentó una homogeneización lingüística procurando llevarse a los niños indios a internados 
donde les hacían olvidar su cultura, tradiciones y obviamente su lengua. Al regresar ya 
presentaban dificultades para poder comunicarse, pues la lengua de su pueblo ya no era la 
que dominaban y como las lenguas exigen mucho tiempo de estudio y contacto directo con 
ella, decidían abandonarla debido a que ya no les iba a servir en el entorno en el que se 
desarrollarían. Este caso nos confirma una vez más como las cuestiones políticas están más 
metidas en la lengua que lo que podemos llegar a creer e influyen de manera tan fuerte que 
muy pocas veces se puede hacer algo en contra de ello. 
Así como existen lenguas que desaparecen, también las hay muy vivas. La cifra 
mínima de hablantes para que una lengua no presente un riesgo de desaparecer es de 100,000 
y no cabe duda que el escaso número de hablantes de una lengua representa un peligro para 
la conservación del idioma. Pero no todo está perdido con las lenguas que cuentan con pocos 
hablantes, pues es posible tomar la decisión de utilizar la lengua en cuestión de una manera 
que los de las nuevas generaciones también la puedan aprender, será un proceso largo y 
sumamente complicado pero valdrá la pena al promover la diversidad lingüística. 
Con base en todo lo que aquí hemos mencionado, podemos afirmar que el lenguaje 
es una de los principales rasgos del ser humano, pues es el que nos diferencia abismalmente 
de los animales, y que como tal debe ser valorado. Que existen infinidad de lenguas y que 
muchas, desafortunadamente, desaparecerán con el paso del tiempo, que no hay un 
primitivismo lingüístico, sino una especialización en el uso del lenguaje en relación al ámbito 
en que lo uses. Pero con la afirmación que más me quedo es que como no hay una manera 
correcta o incorrecta de hablar la lengua, tampoco debería haber buenos o malos hablantes, 
pero en lo que a mí respecta, el buen hablante de la lengua es aquel que tiene una concepción 
más tolerante de las variaciones dialectales y sabe adaptar mejor su lengua a los contextos en 
los que se desenvuelve y sabe sacar partido de la misma para poder transmitir sus ideas, así 
no importa los problemas de variantes que se le puedan presentar, con un buen conocimiento 
sabrá sacarlos adelante.

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