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DESARROLLO 3 Primer parcial
Psicología del ciclo vital: hacia una visión comprehensiva de la vida humana. Dulcey Ruiz y Valdivieso
Estos autores refieren que: 
· La psicología del ciclo vital es más amplia que la psicología del desarrollo.
· Coherente con una visión integral del curso del ciclo vital enfatiza: la irrelevancia de la edad, los cambios permanentes, la multidimensionalidad, la plasticidad como también la importancia del contexto y la historia. 
· Refiere al proceso de envejecimiento, a la adultez, la vejez y la muerte en el marco del ciclo vital.
· Enfatiza posibilidades relacionadas con el envejecimiento exitoso, el bienestar subjetivo y la sabiduría, posibles de lograr mediante el aprendizaje durante toda la vida o la educación vitalicia (permanente). 
Aludir a una psicología del ciclo vital implica postular una perspectiva más amplia que la habitualmente considerada psicología del desarrollo. Más que una teoría, se convierte en un marco de referencia de tipo contextual y dialectico, que considera la totalidad de la vida como una continuidad con cambios, destacando parámetros históricos, socioculturales, contextuales, y del acontecer cotidiano e individual, como parámetros que prevalecen por sobre cualquier clasificación etaria, o en la que predomine la edad como criterio. 
La perspectiva del ciclo vital representa un intento para superar la dicotomía crecimiento-declinación, reconociendo que en cualquier momento de la vida hay pérdidas y ganancias. 
Postulados relacionados con la perspectiva del ciclo vital 
1-Ciclo vital como envejecimiento diferencial y progresivo. Envejecimiento como un proceso de diferenciación progresiva, el cual comienza con la vida y termina con la muerte. Su complejidad difiere de las distintas especies, individuos y épocas de la vida, y las formas de envejecer son tantas como individuos existen. 
2- Re conceptualización del desarrollo y envejecimiento. Tanto el desarrollo como el envejecimiento tienen significados, no solo biológicos, sino culturales que, muchas veces, superan concepciones unidimensionales, estáticas y limitantes. Desarrollo y envejecimiento han de entenderse como procesos simultáneos y permanentes durante la vida, en los cuales se conjugan ganancias y pérdidas, así como influencias y orientaciones. 
3- Irrelevancia de la edad cronológica. Neugarten afirma, que la importancia de la edad cronológica (constructo demográfico más que funcional) es relativa, debido a que la edad por sí misma no es un factor causal, explicativo o descriptivo, ni tampoco una variable organizadora de la vida humana. Es menos importante el tiempo que pasa, que lo que ocurre durante ese tiempo. Esto permite a que cualquier clasificación de la vida por etapas, pierda importancia. 
4- Revisión del modelo deficitario y de estereotipos sobre el envejecimiento y la vejez. Es importante tener en cuenta como las expectativas de otros, influyen en el concepto que cada persona tenga de sí misma. Esta revisión es en base a fundamentos científicos que refutan el énfasis deficitario y las generalizaciones injustificadas y sugiere la revisión de la imagen que tenemos de la vejez y de las personas ancianas. Los problemas relacionados con la vejez no empiezan a una edad o a una época determinada, sino cuando se comienza a etiquetar a las personas como “de edad madura” o como “trabajador retirado” (Lehr y Thomae). “Nos comportamos en las situaciones y con las personas de acuerdo con la imagen que tengamos de las mismas”. 
5- Multidimensionalidad, multidireccionalidad, plasticidad y discontinuidad. Quienes comparten la perspectiva del Ciclo Vital (Thomae, Lehr, Birren, Neugarten, Baltes, entre otros) consideran a estos términos como rasgos característicos del curso de la existencia. Diferentes factores y sistemas se conjugan e interactúan en disimiles direcciones, en la construcción de la vida de cada persona: cada vida individual implica, al mismo tiempo, continuidad y discontinuidad o rupturas: algunos aspectos se mantienen, a la vez que en cualquier tiempo surgen otros nuevos. 
6- Selectividad, Optimización y Compensación (SOC). La selectividad equivale a darse cuenta de oportunidades y restricciones específicas en los distintos dominios de funcionamiento (biológico, social e individual) y actuar en consecuencia, ya sea diseñando en forma intencional metas alcanzables (selección centrada en las ganancias), o cambiando metas y acomodándose a pautas distintas (selección centrada en las perdidas) La optimización significa “identificar procesos generales involucrados en la adquisición, la aplicación y el refinamiento de medios para el logro de metas relevantes”. Significa optimizar la utilización de recursos necesarios para lograr cualquier meta. Mientras que la compensación se refiere a la posibilidad de regular las perdidas (capacidades o recursos) diseñando alternativas centradas en formas de superar dichas perdidas sin necesidad de cambiar las metas. En todas las épocas de la vida, incluso en la vejez, esto es factible, porque el self (si mismo) puede continuar siendo un sistema de afrontamiento y mantenimiento de la integridad poderoso y resiliente. 
7- Importancia del contexto y de la historia. Algunos autores plantean 3 conjuntos de factores que inciden en el curso del ciclo vital: expectativas sociales relacionadas con la edad, influencias históricas y acontecimientos personales únicos. A los dos primeros tipos de influencias se las considera normativas, en el sentido de incidir en la conformación de una identidad social, en términos de pertenencia a una sociedad. Las últimas (no normativas) son de carácter individual, más no general, pero inciden igualmente en el ciclo vital de las personas. 
· Influencias normativas relacionadas con la edad y también con el género. Se refieren a expectativas sociales que tienen en cuenta “relojes biológicos”: edad de caminar, hablar, de la pubertad, de la menopausia; así como también “relojes sociales”: edad de ir a la escuela, al colegio, de dejar la casa materna/paterna, de trabajar, de jubilarse, de ser independiente económicamente, de conformar una familia, etc. Toda sociedad controla el desarrollo individual teniendo en cuenta criterios de edad y de género. En toda sociedad se resuelven numerosas tareas convirtiéndolas en roles de edad o de género. Sin embargo, tanto lo biológico como lo socio-cultural son realidades cada vez más cambiantes y flexibles, y por esto mismo, las influencias normativas en cuanto a la edad y el género van quedando carentes de sentido. 
· Influencias normativas relacionadas con la historia. Tienen que ver con hechos históricos que ocurren durante el ciclo de vida de una generación, los cuales tienen impacto (positivo o negativo) en quienes la conforman. Hechos que pueden ser socioculturales o geográficos: guerras, desastres naturales, etc. 
· Influencias no normativas, o de carácter individual. Desde el punto de vista de la psicologia social cognoscitiva, Bandura se refiere a “determinantes fortuitos del curso de la vida” haciendo referencia a acontecimientos cotidianos, “encuentros imprevistos”, los cuales ejercen un papel determinante en el moldeamiento de la vida posterior, inclusive cambiando su rumbo. Algo análogo plantean Lehr y Thomae al mencionar la importancia de investigar los “eventos críticos de la vida” cotidiana, entendidos como sucesos que interrumpen el curso habitual de la misma y exigen re-estructuraciones en las vivencias y en el comportamiento (cambios de trabajo, de lugar, de ciudad, país). 
Envejecimiento, adultez, vejez y muerte en el contexto del ciclo vital.Proceso de envejecimiento. Vivir es envejecer. En nuestro mundo, lleno de diversidad y constante cambio, el envejecimiento es una de las pocas características que nos definen y nos unifican a todos. 
Más allá de su significación biológica, comúnmente asociada con disminución progresiva de la capacidad funcional orgánica, envejecer significa aumentar la edad y volverse más viejo por el hecho de haber vivido más tiempo. Así, cada año más de vida es también un año menos que vivir. 
Algunos autores diferencian entre envejecimiento primario, como proceso orgánico y envejecimiento secundario como relacionado con aspectos psicológicos y sociales: “aunque tengo 70 años, me siento como de 50”. A propósito de esto, un estudio realizado en España acerca de la relación entre la edad cronológica y la subjetiva, encontró que el número de personas que consideran que su edad subjetiva coincide con su edad cronológica, decrece a medida que se incrementa esta última. 
¿Qué significa ser adulto? Ser adulto significa haber crecido. Desde la perspectiva del ciclo vital, es la consecuencia de un proceso de desarrollo durante la vida, en el cual inciden múltiples influencias en permanente interjuego. Se pueden tener en cuenta diferentes criterios para señalar la adultez:
Desde el contexto socio-económico, en contextos económicos y socio-culturalmente más pobres, se asumen mas temprano en la vida los roles considerados adultos, como los reproductivos y laborales. 
Desde el punto de vista psicológico existen diversos criterios, como los cognoscitivos (referidos a la posibilidad de desarrollar un pensamiento abstracto y formal, inclusive post-formal- confianza en la intuición, posibilidad de entender y asumir las contradicciones), afectivos (posibilidad de intimidad y la responsabilidad del cuidado, tanto de otros, como de si mismo); morales (pensamiento autónomo y responsable de si mismo y de otros).
Culturalmente, la adultez se relaciona con los “relojes sociales”, así como con múltiples transiciones. La adultez es quizá la época de la vida en que se presentan mas transiciones y cambios en general, en la que se viven mas ritos de paso (salidas de los hijos del hogar, retiro del empleo formal, viudez, etc) y en la que pueden surgir las más diversas interacciones, así como muchos nuevos factores y posibilidades. La definición cultural de la adultez depende de la propia historia y biografia, del contexto y del espíritu cambiante de los tiempos. 
¿Qué es la vejez? Adultez mayor. Es la cualidad de ser viejo. Ser viejo significa haber envejecido o haber vivido mas que otras personas, comparativamente hablando. Sin embargo, la vejez depende del contexto y del grupo de personas al que se refiera. 
La vejez carece de límites, excepto el de la muerte y varia, no solo de un individuo a otro, sino de acuerdo con las expectativas sociales y culturales, con la posición social y económica de la persona. (Marc Fried).
La muerte como estadio final del ciclo vital. ¿Por qué la muerte y el morir se considera solo al terminar de estudiar la psicología del desarrollo, y justamente después de la vejez? ¿acaso los niños y los jóvenes son inmortales? Este interrogante surge con mayor fuerza en un país donde por causa de la violencia se han perdido generaciones enteras de jóvenes. 
La muerte provee la clave para entender el significado de la existencia, al mismo tiempo que, la aceptación de la propia finitud permite el crecimiento personal. 
El desafio es poder pensar “patrones de envejecimiento exitoso”, en términos de salud, funcionamiento cognoscitivo y ajuste personal positivo, en contraste con salud y funcionamiento intelectual pobres, bajo grado de actividad social y baja moral. Lehr observa que el bienestar subjetivo o la satisfacción con la vida durante la vejez es indicador de envejecimiento exitoso. 
En busca de independencia y productividad: cómo influyen las culturas occidentales en las explicaciones individuales y científicas del envejecimiento- Rice, Carstensen y Corina Lockenhoff
Este artículo analiza y sobre todo cuestiona, la influencia de la cultura occidental en expectativas culturales, teorías implícitas y estereotipos acerca del envejecimiento y la vejez; en dichas formas de vivir y envejecer; así como en la formulación de políticas públicas. 
El propósito es explorar las formas mediante las cuales la cultura moldea y dirige las vidas y el envejecimiento de las personas. Específicamente como las expectativas culturales acerca del envejecimiento influyen sobre las metas y las motivaciones individuales y construyen trayectorias del curso de la vida. En este sentido, se define cultura, como una constelación de estructuras sociales e institucionales, de prácticas comportamentales y características psicológicas comunes compartidas por un determinado grupo social. Su influencia sobre los individuos puede muchas veces, no reconocerse conscientemente, derivando muchas veces en profundos efectos sobre ellos. Las creencias y valores culturales también influyen directamente en las expectativas de la gente acerca del envejecimiento, así como sobre sus metas, decisiones y trayectorias en la vida. 
El análisis se estos autores se centrara fundamentalmente en las culturas Occidentales (Europa, EE.UU, y Canadá) sobre todo porque sus consideraciones sobre el envejecimiento se han convertido en la voz predominante dentro de la gerontología. Sus investigaciones se han divulgado mundialmente. 
Estas culturas tienen profundamente arraigados valores de independencia y productividad, lo que hace que el envejecimiento sea visto desde el lado donde se acentúan las pérdidas, y disminuye lo relacionado con al autoeficacia y las realizaciones. 
Expectativas culturales acerca del envejecimiento
Desde el punto de vista demográfico, la vejez ya no es lo que solía ser. Hay una mayor longevidad y una declinación de las tasas de nacimiento, que significan que familias y comunidades estarán constituidas cada vez más por adultos mayores. No solo aumentaran en tamaño, sino también serán más saludables y mejor educadas que las de generaciones precedentes. Se piensa desde esta perspectiva que las sociedades podrían comenzar a desarrollar políticas para aprovechar una base poblacional más madura. Infortunadamente, las expectativas culturales occidentales sobre el envejecimiento no han cambiado; la respuesta cultural predominante ha sido negativa. En la sociedad, el envejecimiento se considera una amenaza al sistema de cuidado de la salud y una carga para las familias. En el plano individual la vejez es una época de pérdidas ubicuas y muy pocas ganancias. Parecería que la mejor manera de llegar a la vejez es evitar del todo envejecer, o al menos, aparentar que no se envejece. 
Todo esto, parece ser producto de las perspectivas culturales que dan prioridad a la productividad y la independencia por sobre todos los demás aspectos de la vida. La contribución productiva, la ética protestante del trabajo y el foco del funcionamiento independiente, son sellos del pensamiento occidental. 
Envejecimiento cognoscitivo
El estatus cognoscitivo de los adultos mayores se evalúa con base a estándares que se desarrollaron para utilizar con personas más jóvenes (pruebas de inteligencia). Pasados los años escolares, tales pruebas se transforman, y el estatus cognoscitivo se mide con el grado de éxito en el trabajo y en las relaciones personales. 
Debido a que esta cultura idealiza la eficiencia, no sorprende que en las investigaciones sobre envejecimiento cognoscitivo se haga énfasis en la rapidez con que se aprende un material nuevo. En las mediciones tradicionales se toma el tiempo y se califica según la rapidez con que se terminan las tareas. Y en este sentido, podemos decir que una disminución en la velocidad del procesamiento relacionada con la edad, explica la reducción de la inteligencia en la edadmediana y avanzada. 
Tal observación estímulo al investigador John Horn a preguntarse si sería posible pensar, al mismo tiempo, despacio y bien. Horn y sus colegas argumentan que la declinación en la inteligencia o en el procesamiento de la información nueva, que esta biológicamente determinado, se compensa frecuentemente con lo que se llama “inteligencia cristalizada” o “conocimientos o habilidades adquiridos”. Este último tipo de inteligencia aumenta a lo largo del ciclo vital en función de la experiencia acumulada y la aculturación. 
El énfasis puesto en la rapidez como indicador principal de la inteligencia acentúa la idea sobre la declinación relacionada con la edad. 
Envejecimiento socioemocional 
Durante décadas se presumía que la constante declinación que se observa en la cantidad de contactos sociales de las personas mayores reflejaba otra pérdida gradual (junto a la salud física, la importancia social, la habilidad mental). La teoría de la actividad y la de la continuidad, veían las disminuciones de los contactos sociales a medida que se envejece, como resultado de un prejuicio: el edadismo social, el cual reduce las posibilidades de continuar desempeñando papeles y actividades sociales. La teoría de la desvinculación afirmaba que la disminución de contactos sociales era señal de una retirada adaptativa de los roles sociales, como preparación a la muerte. Por su parte, la teoría del intercambio social, sugería la disminución de la participación social porque los ancianos tienen menos recursos y se vuelve menos atractivo interactuar con ellos, debido a que se reduce su habilidad para tener reciprocidad en las relaciones. 
El denominador común de estas perspectivas teóricas es el supuesto de que la declinación social con la edad es un desarrollo problemático, asociado con soledad y con la proximidad de la muerte. Sin embargo, las investigaciones empíricas han demostrado que contactos sociales poco frecuentes no se relacionan necesariamente con sentimientos de soledad. Es más, la declinación del tamaño de las redes sociales aparece como un proceso continuo que comienza mucho antes de la vejez.
La teoría de la selectividad socioemocional (Cartensen) explica que cambios en la composición de la red social relacionados con la edad no constituyen una perdida, sino que son el resultado de un cambio motivacional en las metas sociales. El principio social de dicha teoría es que la gente, regularmente, considera el tiempo que tiene por delante en su vida y fija sus metas de acuerdo con esto. Cuando el tiempo se percibe como algo abierto, son más importantes las metas relacionadas con el futuro y con la información. Cuando el tiempo por vivir parece limitarse cada vez más, como resultado del avance en la edad cronológica, las metas emocionales se vuelven más importantes y las personas prefieren interactuar con quienes mantienen relaciones más estrechas. Si esta interpretación es acertada, la preocupación acerca de los altos niveles de soledad entre los adultos mayores y los intentos por aumentar superficialmente sus redes sociales son errados. Podría incluso pensarse que hay efectos perjudiciales en los programas que estimulan más contactos sociales entre los adultos mayores, porque pueden sentirse presionados por las expectativas sociales a participar en actividades que no satisfacen sus necesidades propias. 
Con respecto a la vida social, con frecuencia se supone que el bienestar emocional empeora con la edad. Clínicos e investigadores interesados en la salud emocional de los adultos mayores creen con frecuencia que las tasas de depresión aumentan con la edad, pero la evidencia empírica no apoya estas hipótesis. Existen bases para creer que los síntomas depresivos aumentan en edades muy avanzadas, pero es probable que esto se relacione con enfermedades próximas a la muerte, más que con el envejecimiento en si mismo. Incluso, con excepción de los casos de demencia, los adultos mayores parecen tener tasas más bajas de todo tipo de psicopatología, en comparación con todos los demás grupos de edad. 
Influencia de las creencias culturales en las trayectorias del desarrollo individual
Las expectativas culturales acerca del proceso de envejecimiento tienen la tendencia a convertirse en profecías que se cumplen a sí mismas, preservando las miradas negativas con respecto al envejecimiento, a pesar de sus fallas fundamentales. 
Las teorías implícitas sobre el envejecimiento abarcan tanto las teorías sociales internalizadas, como las experiencias personales relacionadas con el propio desarrollo. Inicialmente, las teorías se derivaron de las expectativas culturales acerca del envejecimiento, más que de experiencias individuales. Aquellas teorías que ponen de relieve los cambios y no reconocen las continuidades, en última instancia pueden traer como consecuencia percepciones distorsionadas del propio proceso de envejecimiento. 
Las teorías implícitas pueden también ejercer influencia sobre la autoevaluación, al proporcionar referencias para procesos de comparación social. Algunas investigaciones llegaron a la conclusión de que era mas probable que los adultos jóvenes se compararan a sí mismos con coetáneos que se encontraban mejor que ellos, lo cual les llevaba a trazarse metas de auto mejoramiento e inspiración, pero los adultos mayores se comparaban con sus coetáneos que estaban en peores circunstancias, lo cual les proporcionaba emociones positivas de auto valía, como resultado de su mejor estatus. Sin embargo, esto puede traer consecuencias también negativas, si la misma se percibe como un estado futuro en el propio desarrollo, mientras que, si la situación con la cual se compara tiene estatus mas elevado, puede llegar a percibirse como inaccesible. 
Las expectativas culturales van a influir en muchas esferas de la persona. En cuanto a las metas y aspiraciones, se ha demostrado que aquellas metas que representan un reto, pero que son alcanzables, aumentan la persistencia y mejoran la ejecución de un amplio rango de dominios. Puede resultar beneficioso para el adulto mayor fijarse determinadas metas, pero teniendo en cuenta sus limitaciones, evaluando sus destrezas y habilidades en forma realista. En lugar de adoptar expectativas culturales de una declinación continúa. Las expectativas culturales también van a influir en la salud física durante la vejez. El énfasis en las culturas occidentales es puesto en la independencia y la confianza en sí mismo, cosa que llevaría a los adultos mayores a sentirse responsables por optimizar su estado de salud. Dado que la probabilidad de dependencia aumenta con la edad, sobre todo en los más viejos, la definición de una “vejez exitosa” como salud física óptima y funcionamiento independiente, es un ideal que puede disponer al fracaso. El ejercicio y un estilo de vida saludable pueden contribuir a mejorar el funcionamiento de la persona. Algunos autores sugieren que muchas declinaciones en lo físico en edad avanzada realmente se deben a un estilo de vida sedentario. También, el sentir que ya no están en capacidad de trabajar al mismo nivel de antes, puede llevar a los adultos mayores a trabajar menos, o a retirarse por miedo a mostrar evidencias de la inadecuación con la cual se percibe. Aunque sus habilidades físicas y mentales sean todavía suficientes para hacer un buen trabajo, en las sociedades occidentales los trabajadores más viejos probablemente se desvinculan del trabajo, legitimando así el retiro como vía deescape por disminución de las habilidades. 
¿Puede la cultura ayudarnos a envejecer? 
Los ideales y creencias culturales influyen bastante en la experiencia de envejecer, produciendo con mucha frecuencia, resultados lamentables. Sin embargo, de ninguna manera se trata de un proceso determinista. La cultura puede ayudarnos, no solo a vivir vidas más largas, sino también a que estas sean mejores.
No solo debe evitarse las miradas negativas acerca del envejecimiento, sino ante todo, cualquier circunstancia en que se utilice inapropiadamente la edad como variable explicativa. Los estudios no deben originarse en la expectativa de pérdidas y de declinación, como sucede con tanta frecuencia. 
Las autoras creen que el aumento en la esperanza de vida en el siglo XX demanda cambios culturales profundos que impliquen el desarrollo de concepciones más amplias sobre lo que son las contribuciones productivas. Si se continua relacionando el envejecimiento con perdidas y manteniéndolo como opuesto a valores culturales fundamentales, las personas seguirán temiendo, evitando y negando el proceso de envejecimiento. Si en cambio, los valores y creencias culturales comienzan a cambiar, los años que se han aumentado a la propia vida podrían anticiparse como la culminación de aquellos que le precedieron. Consideran que es necesario fortalecer las narrativas de vida que caracterizan el envejecer como un proceso continuo y no como un estado prefijado, como opuesto a la juventud. 
Para que los individuos optimicen su propio proceso de envejecimiento parece ventajoso fijarse metas que constituyan retos conseguibles, y realizar comparaciones sociales realistas con lo que se considera superior. 
Para optimizar la experiencia de envejecer se requiere a los investigadores cuestionen sus propias creencias y suposiciones sobre el envejecimiento y permitan surjan diversos modelos sin sesgos implícitos al respecto. Deben desarrollarse definiciones mas realistas y completas del envejecimiento y diseñarse sociedades al servicio de las personas de todas las edades. 
Psicología de la mediana edad y la vejez- Ricardo Iacub y Luisa Acrich
En primer lugar, estos autores destacaran la importancia de la dimensión cultural en el proceso tanto de envejecimiento como de vejez, ya que tendrá una incidencia directa sobre esta problemática. Además, de que ambos estén caracterizados por cambios bio psicológicos, resulta fundamental señalar que son interpretados a la luz de una cultura que le da una significación en un contexto particular y cambiante. 
Este texto va a hacer referencia a las identidades. Dentro de las identidades se deben tener en cuenta ciertas dimensiones, como lo cultural, lo contextual, y el cambio bio.psico-social. Identidad viene del latín “Ídem” que alude a “el mismo”, o “lo mismo”. La configuración de la identidad, en un sentido psicosocial, es necesaria pensarla en contextos donde la multiplicidad de interacciones mantiene al sujeto, o a una cultura en permanente agitación y cambio. Lacan destacara al otro en toda elaboración de la propia identidad. El mero acto de mirarnos, desde el esquema básico del espejo, es situarnos en relación a otro que nos da significados. Este Otro al cual Lacan describe con mayúsculas (por el nivel de determinación que tiene sobre el sujeto) incidirá permanentemente en nuestras autopercepciones y autoconceptos. Ciertas lecturas del otro, particularmente en la infancia aunque continúen a lo largo de la vida, podrán centrarnos, dándonos la ilusión de una identidad más o menos estable y reconocible que permita enfrentar la vida sin temor de perder el hilo subjetivo.
La identidad narrativa para Ricoeur
Para Ricoeur la vida nos muta, nos cambia. Todo sujeto es escritor y lector de su propia vida. Desde este sentido, podemos pensar que la identidad narrativa acontece en su interpretación, es la propia interpretación. No es precisamente lo real, lo idéntico, no es importante si los hechos que se relatan son mas o menos verdaderos, lo que se valora es que sean verosímiles en el relato. Este relato tiene dos características esenciales: la dimensión lingüística (que le proporcionamos a la dimensión temporal de la vida), y la posibilidad de encadenar historias discontinuas de la propia vida que dificultarían reconocer un sentido de identidad. Todo relato para ser comprensible y verosímil debe seguir las leyes de completud: del comienzo al fin; totalidad: debe incluir el conjunto de los elementos; y unidad de la trama: que este texto sea seguible a través de nexos narrativos claros. De este modo, el conocimiento de sí mismo consiste en una interpretación, mediante la cual uno se apropia del personaje. 
Transformaciones y crisis frente al envejecimiento
Si pensamos que la crisis transcurre en un individuo y que le afecta a este solamente, desconoceríamos un ámbito en el cual la dinámica de la vida humana transcurre. Haciendo con ello el padecimiento individual el principio de una patología. Pero si hiciésemos recaer la noción de crisis en lo social, irresponsabilizariamos absolutamente al sujeto padeciente. 
El termino crisis deriva de la palabra griega “krinein”, que significa separar, separación o abismo. Para los existencialistas en los momentos de crisis se revela ante el hombre lo que este siempre había tenido ante sí y lo desplazaba con creencias, roles e ideales sociales: la desesperación. Si el hombre se desespera es porque esta desorientado, porque ha perdido referentes sociales que lo guiaban. Ante la inminencia de un cambio en la continuidad de cierto orden subjetivo, aparece la desesperación. Ante la crisis, nuestra propia significación se encuentra alterada. Nuestra identidad fue construida desde ciertos limites que nos alojaban en un mapa conocido, ya sea por los roles laborales o familiares. El límite significa entonces identidad, ya que nos dice quiénes somos, diferenciándonos de aquello que no somos. La crisis se define como una experiencia límite o una experiencia en el margen de lo aceptable. Frente a esto, quedan dos opciones: encontrar una vía de retorno, o ir mas allá penetrando en otro dominio que incluya nuevas formas identitarias que no promuevan la sensación de exclusión. 
¿Qué encontramos en el proceso de la mediana edad? 
Según Dittmann- Kohli no existen factores biológicos o funcionales claramente diferenciables que permitan delimitar la mediana edad. A fines prácticos, se define como el periodo entre los 40 y los 60/70. La elección de estas edades es producto de las reglas en el interior de una sociedad, entre las que se ponen en juego variables socio-psicológicas, económicas y culturales. La mediana edad puede tomarse generalmente como el inicio de la vejez y como el punto final de la juventud o temprana adultez. 
Es importante destacar la presencia de algunos cambios biológicos propios de la edad que afectan las facultades y capacidades que interfieren directamente la ejecución de planes y obligaciones, los cuales van a permitir reconocer al sujeto de mediana edad. 
Las culturas que acentúan la edad cronológica como marcador de los periodos de la vida tienen un efecto diferente en la reconstrucción del yo, que aquellas culturas que tienen reglas indiferentes a la edad. Lo que es de fundamental valor es que la percepción de cambio, se relaciona principalmente con una situacion de ruptura con un cierto equilibrio anterior, que pone en juego un nuevo sentido de la identidad personal. Por ello, se puede entender a la aparición de la mediana edad con una crisis, sin que por ello seponga en juego una vivencia depresogena. 
Ciertos autores se refieren a la mediana edad como un momento paradójico de cierta estabilización económica y afectiva, pero a su vez, como un momento de ruptura con este equilibrio que emerge desde las preocupaciones por los cambios corporales, en cuanto a aspecto físico, laborales u otros, que suponen un cambio de posicionamiento personal y en relación a los otros. 
Factores claves que aparecen en personas de mediana edad: 
· Roles familiares. Una de las temáticas más divulgadas, coincidentes con esta etapa, es el “síndrome del nido vacío”, el cual describe la sensación de desamparo que vive la mujer ante la ida de sus hijos del hogar. La vivencia suele describirse como de tristeza frente a la perdida, no solo de la cercanía de los hijos sino de un rol social que justifique su existencia. El trabajo de elaboración será el de duelo, ya que deberá ir separándose de ese espacio con el dolor que implica, al tiempo que buscar nuevos espacios personales. La resolución dependerá de las capacidades personales, consideraciones acerca de las posiciones relativas al género, así como de los diversos roles sociales que lleve a cabo. La abuelidad suele aparecer como uno de los logros de esta etapa vital, ya que se logra recuperar una posibilidad de vínculo afectivo intenso, renovar la relación con sus hijos, reparar situaciones que no pudieron compartir con los mismos, y sentir que la vivencia de finitud y de perdidas físicas se compensa con la continuidad que brindan los más jóvenes. También es posible hallar celos y envidia, tanto del lado de los padres como de los hijos por perder un espacio sin sentir que los nietos sean una reparación. 
· Las vivencias personales: el cuestionamiento sobre el rol seguido en la vida parece hacer referencia a un cuestionamiento existencial sobre el cómo seguir y hacia dónde. La preocupación por el cuerpo envejecido toma un lugar especial, particularmente a nivel estético. Pero por otro lado, la menopausia, más allá de sus molestias, las libera del miedo a quedar embarazadas. En los hombres la preocupación sobre el incremento de la presión en sus trabajos o, un hastio o aburrimiento en sus trabajos y el sentimiento de estar prendido con alfileres en un camino que tanto puede llevar al éxito como al fracaso. También otra categoría es el desempleo, tanto su temor como sus consecuencias. 
Características de los informes narrativos del yo y de esta etapa vital
Crecimiento del yo existencial. Una característica de la mediana edad es la percepción emergente del si mismo con una existencia temporal y dependiente de su propio cuerpo. Estos aspectos se vuelven cada vez más frecuentes en los pensamientos, contenido sentimental, y en las propias narrativas. 
El yo físico. Se relaciona con la tarea de adaptación a la edad biológica. Desde el comienzo hasta el final del periodo de la mediana edad, el paso de la edad biológica se experimenta con más fuerza y resultan más frecuentes en el relato. Ciertas incertidumbres sobre las enfermedades, la salud son fuertes en la mediana edad y van aumentando hacia el final de esta etapa. En la cultura Occidental el énfasis en verse joven resulta una problemática para las mujeres de mediana edad que para los hombres. 
El yo temporal. Este concepto tiene que ver con el incremento que realiza el sujeto, en la mediana edad, de referencias temporales para dar cuenta de su identidad. (Cuando yo era, cuando yo tenía). 
Memorias autobiográficas y reminiscencias. La mediana edad es el momento en que el pasado de uno es largo y una considerable parte de la vida se ha materializado (vivido). El conocimiento acerca de cómo será la vejez aumenta, y también lo hace la conciencia de tiempo. 
Perspectivas futuras. La perspectiva a futuro es un factor motivacional y del comportamiento muy importante a lo largo del curso de la vida. A partir de los 45, los pensamientos acerca de la edad perturban cada vez más. Las personas del grupo mayor de edad reflejan un estado de “ser viejos” en vez de estar envejeciendo. 
Identidad en el trabajo. Para todas las personas, la identidad laboral es un aspecto central de la vida. Generalmente, se observa que la segunda etapa del trabajo en la vida se caracteriza por una mayor satisfacción laboral, motivación positiva, experiencia social y profesional, madurez en las relaciones sociales y responsabilidad. Sin embargo, la identidad laboral puede verse amenazada en la temprana y en la tardía mediana edad. Bajo tales circunstancias se puede ver afectado la autoestima y la satisfacción de vida. 
La perspectiva de Neugarten
Desde una perspectiva fenomenológica, la psicóloga norteamericana describe 3 características claves de este momento: el incremento de la interioridad, el cambio en la percepción del tiempo y personalización de la muerte. El incremento de la interioridad supone una mirada introspectiva frente a alguna limitación personal subjetivamente vivida. Esta mirada implica un balance acerca de lo que uno fue, acentuándose la función de la memoria como defensa. Aparece la reminiscencia como un trabajo psíquico necesario para mantener la economía mental en un estado equilibrado, a través del acto o hábito de pensar sobre, relatar eventos o el recuento de experiencias pasadas, especialmente las más significativas de la vida personal. 
La reminiscencia es fundamentalmente un proceso reflexivo, a través del cual el individuo es capaz de definirse y redefinirse introspectivamente, también es altamente simbólico y significativo. Hay dos tipos de recuerdos: el recuerdo reminiscente, en donde hay un balance de lo sucedido y a pesar de ello, sigo. Mientras que el recuerdo nostalgioso, tiene que ver con un recuerdo de un pasado que fue mejor y que no volverá. En este sentido, la memoria como posibilidad de reconstrucción positiva falla y es por ello que aparece la sensación de vulnerabilidad por no haber alcanzado los objetivos esperados. 
El cambio en la percepción del tiempo es la inversión que se produce al pensar el futuro como “lo que me queda por vivir”. Jacques dice que se pierde el lirismo (expresión profunda de sentimientos) de la adultez joven para pasar a un sentido trágico de la existencia. La tragedia implicaría saber el final de la historia. 
La personalización de la muerte aparece como la apropiación de un saber que siempre estuvo aunque no aparecía como cierto. 
Teorías y enfoques sobre la personalidad en el envejecimiento y vejez
Estas teorías buscaron situar o volver comprensibles ciertos cambios que se sucedían en las personas mayores. Dieron lugar a múltiples investigaciones y debates en las que se pusieron sobre la mesa concepciones diversas tanto psicológicas como ideológicas. Cada una de estas teorías respondió a lecturas sociales sobre la vejez a las que hoy debemos leerlas no solo desde su grado de verificación empírica sino también en su ubicación histórica. 
· La teoría de la desvinculación. Teoría presentada por Cumming y Henry (1961). Esta teoría se basa en la disminución de contactos sociales que ocurren con la vejez. Sus autores en base a una pequeña investigación concluyeron que existe una retirada gradual y natural de los contactos sociales, como un proceso lógico y universal de adaptación a las nuevas circunstancias vitales y a sus disminuciones capacidades sensorio motrices. Este proceso seria por lo tanto, deseable y normal. Según esta teoría,la retirada social “está acompañada” por una preocupación creciente por el yo y por una disminución de vínculos emocionales en personas y objetos del ambiente. La desvinculación seria así un proceso natural más que impuesto. La desvinculación tiene 3 factores fundamentales: uno más del orden de lo social, que tiene que ver con las pérdidas de roles al cambiar la posición del individuo en la sociedad (Jubilación); otro más del orden de lo psicológico, en donde el aumento de la conciencia de que el futuro es limitado y que la muerte no solo es inevitable sino que está cercana, el individuo quizá se centre más en si mismo y en aquello que él considere lo más importante para él, dejando aparte lo que no es importante; el ultimo es más del orden de lo biológico, y tiene que ver con que el asumir las perdida de las capacidades sensorio motrices, esto no permitiría mantener el nivel de actividades, produciéndose con ello una desvinculación biológica. Esta teoría recibió muchas críticas, ya que lleva a la segregación de este grupo poblacional, apartándose del mundo social, para enfocarse en lo individual, y dar paso a nuevas generaciones. 
· La teoría de la actividad. Planteada por Havighrst (1963), sostiene la importancia de los contactos sociales y de las actividades que realizan los sujetos. Lemon, Bengston y Peterson entendían que “cuanto más actividad más satisfacción vital”. Describían 3 tipos de actividades: la informal (con amigos y vecinos); la formal (participando en grupos voluntarios o socio-recreativos); la solitaria, que tiene que ver con aquella que se realiza de forma independiente, como el ocio por ejemplo. En este sentido, se puede decir que una gran parte de cierto retraimiento por parte de los viejos, es causado por determinados prejuicios existentes, pero que la continuidad en estas actividades dependen sumamente de motivaciones personales, y del ajuste de esas actividades a las posibilidades y deseos. No es la actividad por si misma lo que es provechoso, sino el sentido que le da el individuo. 
· Teoría de la continuidad. Planteada por Rosow, Neugarten y Atchley. Esta teoría propone que no hay una ruptura radical ni transición brusca entre la edad adulta y la tercera edad, sino que mas bien, solo se tratan de cambios menores que surgen de las dificultades de la adaptación a la vejez. Proponen que se mantiene cierta continuidad y estabilidad entre estas 2 etapas. Esta teoría se basa en dos postulados básicos: El primero sostiene que, el paso a la vejez es una prolongación de experiencias, proyectos y hábitos de vida. A veces se mantienen, a veces cambian y otras veces se abandonan. Pero prácticamente la personalidad así como el sistema de valores se mantiene intacto. El segundo, sostiene que al envejecer los individuos aprenden a utilizar diversas estrategias de adaptación que los ayudan a reaccionar eficazmente ante las dificultades de la vida. 
· Teoría del ciclo vital. Esta teoría tiene como precursor a Erikson y Neugarten. Esta teoría es fundamental, porque rompe con lo decrepito de la vejez, proponiendo una visión en la cual cada etapa del ciclo vital tiene crecimientos y perdidas, la cual según Erickson se postularan como “crisis”. Según la resolución de cada una de estas crisis, permitirá afrontar otras nuevas y dejaran al sujeto con diversas limitaciones en su desarrollo personal. Entre sus postulados básicos aparecen: la multidimensionalidad, multidireccionalidad, discontinuidad y plasticidad. 
· Teoría del intercambio social. Dowd y Bengtson consideraban que la razón por la cual había una disminución en la interacción entre los viejos y los jóvenes, era que los viejos tenían menos recursos para ofrecer en el intercambio social y de esa manera tenían menos para contribuir al encuentro. El presupuesto central del “intercambio social” es que los actores involucrados contribuye con determinados recursos para la interacción o el intercambio, y que esos recursos no necesariamente tienen que ser materiales. Un segundo presupuesto es que los actores solo continuaran participando del intercambio en la medida en que los beneficios sean mayores que los costos y mientras no haya mejores alternativas. Tercero, se supone que los intercambios están sometidos a normas de reciprocidad: en la medida en que damos, recibimos. Se sostiene que los lazos facilitan la integración social. La carencia de integración, debido a carencias en cuanto a intercambios con los demás, produce falta de integración en la comunidad, quita sentido a la vida y genera depresión y estrés. 
· Teoría de la selectividad socio emocional. Planteada por Cartensen (1992), explica que los cambios en la red social no son resultado de una perdida, sino de un cambio motivacional en las metas sociales. La gente considera el tiempo que tiene por delante y fija sus metas de acuerdo a esto. Cuando el tiempo se percibe como abierto, las metas tienden a ser hacia el futuro; sin embargo, cuando el tiempo es más limitado, las metas emocionales se vuelven más importantes y las personas prefieren interactuar con quienes mantienen relaciones más estrechas. Clínicos e investigadores creen con frecuencia que existen mayores tasas de depresión con la edad, pero la evidencia empírica no apoya esta hipótesis. Existen bases para creer que hay mayores síntomas depresivos en la vejez, pero estos se deben a enfermedades relacionadas a la muerte, más que al envejecimiento. Por otro lado, los adultos mayores parecen tener tasas más bajas de todo tipo de psicopatología que los demás grupos de edad. Los adultos mayores, según un estudio, parecen vivenciar una mezcla de emociones más compleja que los más jóvenes, por lo cual es probable que indiquen sensaciones positivas y negativas. Esto es denominado “patetismo”, lo cual tiene que ver con qu algo del orden emocional es exagerado como muy positivo o muy negativo. 
· Teoría del apego. Bianchi (1992) toma este concepto para poder pensar el apego como un vínculo afectivo muy fuerte, que demarca situaciones, estados, signos asociado a objetos. Vinculo que puede tomar las formas extremas del amor de objeto y de identificación, recorriendo el abanico de modos de amor intermediarios. Lo que caracteriza al apego es su carácter incondicional e imperativo. Bianchi sostiene que a cada edad le corresponden determinados objetos, los cuales serán sustituibles a lo largo de la vida, y que aquello que parecería no sustituirse es el apego. En el momento de la vejez, aparecen menos vías de apegos posibles, por la carencia de objetos (duelos, perdidas, etc), entonces lo que postula es si el duelo a realizar no debiese ser el del objeto vida. Pero muchas veces, esto no es elaborado tan fácilmente. Y muchas veces frente a esto aparece el retorno al apego primario. La sublimación mantendría una carga libidinal del mundo tan amplia como sea posible que dé lugar a un yo activo, manteniendo soportes identificatorios, es decir, la posibilidad de encarnar roles o figuras, y que encuentre en ellas una gratificación suficiente que lo haga permanecer con deseo e interés vital. 
Psicología del desarrollo. Enfoques y perspectivas del Curso Vital- Claudio Urbano y Jose Yuni
Yuni y Urbano, hablan de ciclos de desarrollos, entendiendo a los ciclos como una línea de continuidad. 
Ciclo de la adultez. La adultez surge de la juventud y su trabajo psicosocial consiste en abandonar paulatinamente la moratoria psicosocial y en asumir el compromiso de participar en la vida social, ejecutando una tarea que le otorgue una posición dentro de una comunidad. Ocupar una posición social posibilita que el adulto se responsabilicede sus propias necesidades y deseos, en un trabajo que concilie las demandas sociales con los ideales personales, respecto de lo que es ser un adulto. 
En este ciclo, el sujeto pone en juego la integridad conseguida en el trabajo de elaborar su propia identidad, como también la flexibilidad de sus autoconceptos y expectativas para ir al encuentro afectivo con otro que lo complemente en aquello que le falta. Vinculo que requiere descentrarse de las propias necesidades y deseos para idear un proyecto compartido. Elaborar este proyecto compartido exige establecer una relación de intimidad en donde se conjugue la convicción de establecer una alianza e estilo de vidas diferentes que tiendan solidariamente a generar un espacio común gobernado por pautas de reciprocidad. Este proyecto se sustenta en la idea de que para ir al encuentro con otro se debe sacrificar algo de sí. El no poder descentrarse de sí mismo puede provocar en el adulto un ensimismamiento egoísta que no promueva la intimidad en el amor con otro. 
El adulto ya maduro psicosexualmente, busca satisfacer una necesidad psicobiologica de “procrear” junto con la persona con la que ha establecido una adhesión de mutua solidaridad afectiva. Generar una nueva vida es sintetizar en un nuevo ser el producto del proyecto compartido y es abrir un espacio para canalizar la necesidad de cuidar de otro ser al cual se le transfiera el anhelo de los ideales propios. (Se puede cuestionar). 
Los adultos se encuentran dispuestos a ofrecerse como “modelos ejemplares”, capaces de preocuparse de la generación anterior (los padres) y de ocuparse de la generación próxima (los hijos), en un intercambio donde se trasmitan los valores ideales aprendidos en el trabajo de hacerse cargo de si mismo. 
La adultez, en tanto ciclo generacional que se encuentra entre la adolescencia juvenil y la vejez, exige al adulto la comprensión “amorosa” de estas dos generaciones antagónicas: la comprensión paciente respecto de la “moratoria psicosocial de los jóvenes”; por el lado de la relación con los mayores, se le exige una tolerancia y una reserva en los juicios respecto de los modos en que esta generación ha ejercido la función de cuidado. De lo contrario, el adulto se convierte en un juez autoritario y crítico que señala con el dedo las equivocaciones ajenas y que no favorece pautas de cuidado tendientes a la convivencia y comunicación intergeneracional. 
El trabajo psicosocial de la adultez consiste en gestar creativamente algún producto que represente y refleje el trabajo realizado en pos de un proyecto. De ahí, deriva la urgencia por “generar” algo productivo que dé cuenta de que el movimiento de la energía no se estanca. Estancarse representa no ser productivo, no manifestar en el afuera la concreción de un proyecto. 
El aprendizaje psicosocial del ciclo vital de la adultez, está dado en el aprender a cuidar aquello que se genera. El cuidado supone ocuparse de aquello que es objeto de preocupación. Sin embargo, no se puede cuidar de aquello que no signifique algo familiar a sí mismo; es decir, se incluye dentro del cuidado aquello que es valorado como afín a las metas e ideales considerados productivos. 
En definitiva, la adquisición psicosocial en la adultez se resume en “tener cuidado, cuidar de, preocuparse por” si mismo, por los productos, ideas y seres que genera; y, por el sostenimiento de los intercambios comunicativos entre las generaciones. 
Ciclo de la vejez. El ciclo de la vejez supone un arduo trabajo psicosocial consistente en permanecer “integrado” en un cuerpo que manifiesta el desgaste natural de los años; una psiquis que ha tenido que afrontar y enfrentar una sucesión de pérdidas y, un lugar social que ha variado históricamente en donde su productividad ha disminuido y se le ha restado poder social en la participación comunitaria. 
En la vejez el continuar ligado a un compromiso vital es posible en la medida en que el “yo psicosocial” consolidado da paso al “yo existencial” que posee la autoconciencia comprensiva de la historia vivida y que puede asignarle a la vida un nuevo sentido, conforme a la ganancia que le provee la comprensión de lo vivido. Es decir, se tiene una conciencia de lo vivido, y mediante esa ganancia que se tiene de lo vivido, se le puede asignar un nuevo sentido a la vida. 
El sujeto que atraviesa la vejez sabe de sí mismo y comprende los procesos vitales en la medida en que ha tenido un procesamiento de los cambios que se han ido dado con el paso del tiempo. El vivir más cantidad de años no garantiza el aprendizaje y la comprensión del sí mismo; es la acción de saborear los acontecimientos vividos lo que permite entender/comprender de una manera más integrada la vida y elaborar un sentido filosófico que transcienda la experiencia sensible. El riesgo del ciclo de la vejez esta dado en que el sujeto movido por la creencia de que los años traen aparejados sabiduría, puede ubicarse en una posición omnipotente y actuar con respecto a las generaciones próximas como aquel caminante que ha recorrido todos los caminos. 
Durante este ciclo el sujeto realiza una re-visión evaluativa de los acontecimientos vividos hasta el presente. Esta re-visión tendrá como objetivo el intentar comprender la propia experiencia de vida a fin de intentar interpretar el sentido de aquello ganado a partir de lo perdido. La posibilidad de extraer ganancias de las perdidas dependerá del bienestar subjetivo que sienta el sujeto y de la sensación de esperanza que surja frente a aquello que se presente como no adquirido. Erikson en relación a esto, dira que, en esta re-vista de la propia experiencia de vida es inevitable atravesar por un sentimiento de desesperanza, ya que “la desesperanza expresa el sentimiento de que el tiempo es corto, demasiado corto para intentar empezar una nueva vida y para emprender vías alternativas”. 
En esta re-visión de experiencias vividas, el sujeto intenta poner en la “balanza” aquello a lo cual le ha extraído rédito de aquello que le ha dado perdida. El futuro constituye aquel espacio en el cual se pretende ubicar el proyecto esperanzador de adquirir el logro de aquello que se evalúa como faltante. Esto constituye el último intento que realiza el yo sustentado en un “mediano plazo”. 
La sabiduría de la vejez consiste en la captación atenta de los acontecimientos que hay que atravesar y la escucha conciente de los sentimientos que despierta la vivencia de los mismos. Mirar y escuchar atentamente las señales internas es el trabajo que requiere del sujeto el situarse en una posición comprensiva de su realidad. 
Durante la vejez el trabajo por sostener la integridad del yo se intensifica y la re-visión de la experiencia se hace de una manera panorámica, a fin de “saborear” atenta y conscientemente los logros y las vicisitudes del diario vivir, confrontando reflexivamente los ideales pasados con los logros presentes y proyectando expectativas futuras. 
Ciclo de la ancianidad. La ancianidad como ciclo evolutivo sumerge al sujeto en una posición de retraimiento y contracción; de ahí que, mantener su integridad es un trabajo arduo y solo puede lograrse en la medida en que el yo utilice debidamente sus defensas y potencie sabiamente sus recursos. 
Se toma conciencia del debilitamiento producido en el cuerpo en ciclos anteriores. Esto genera en el sujeto cierto extrañamiento y desconfianza de sus capacidades. Esta desconfianza hace que haya dudas respecto de lo que se puede hacer y resolver, se instaura la duda respecto de la autonomía del cuerpo y de las decisiones para emprender alguna actividad que exija cierto esfuerzo. 
Durante la ancianidad surge la pregunta psicosocial de ¿Cuál es mi función y mi posición dentro de esta estructura comunal? Enfrentar los cambios de valores, de roles, de posiciones de poderdentro de una estructura familiar y comunitaria exige al anciano resolver la pregunta existencial de ¿Cuál es mi finalidad? De la calidad de esta respuesta dependerá la posibilidad de que el yo re signifique su proyecto para sí y re-ubique sus acciones respecto de los otros. De esto que, el intimar “con el si- mismo” pueda parecer a la gente del exterior, un signo de retraimiento y aislamiento y, sin embargo, es una nueva manera de utilizar la energía productiva. 
La preocupación esta puesta en la ocupación por resolver los avatares inmediatos que se presentan en la vida diaria. Es necesario tener en cuenta que un sujeto de 80-90 años ha experimentado variadas perdidas en lo que hace a vínculos de relaciones lejanas y de relaciones próximas como padres, hermanos, esposos e incluso hijos. Estas pérdidas, hacen que el sujeto se enfrente cara a cara con la idea de muerte como una posibilidad cercana. Para afrontar esta sucesión de perdidas, el anciano apelara a su confianza básica: que constituye el motor de la esperanza y el soporte donde se asienta la fe en cuanto a la trascendencia y continuidad más allá de la urgencia de la vida. 
La posibilidad que tendrá el anciano para afrontar el deterioro de su cuerpo y los déficits crecientes de ciertas facultades dependerá del trabajo tendiente a desarrollar lo que Tornstam llamo “gerotrascendencia”. Esta tiene que ver con un cambio que realiza el sujeto respecto de la perspectiva del tiempo, la vida, la muerte y, por ende, constituye la re significación que realiza el yo en relación con el ecosistema no solo contextual sino universal. El sujeto gerotrascendente experimenta una intimidad consigo mismo que lo sitúa en la experiencia vivencial de un proyecto a “corto plazo” que se manifiesta en un espacio cuyo radio se reduce a la exploración de acuerdo a las posibilidades que le permiten sus capacidades físicas. Se metaboliza la idea de muerte ya no como quiebre sino como una continuidad del libre fluir del curso de la vida. 
Tanto la vejez intermedia (70-80), como la ancianidad, le exigen al sujeto que la transita una re- definición de los autoconceptos que elabora el yo de sí mismo, lo cual pone a prueba la “identidad temporal”, pues, ya no se cuenta con la posibilidad de poner en un tiempo futuro aquello que no se tiene en el presente. 
El trabajo de la ancianidad consiste en caminar despojándose de la preocupación por la huella dejada. Tiene que ver mas bien, con un compromiso que el yo establece con su propio deseo. El yo comprende que para elevarse de la materialidad de la vida tiene que desprenderse de sus posesiones, de ese modo puede entregarse confiadamente a los otros significativos como una manera de asegurar que al partir de este mundo permanecerá aquello que entrego. La muerte se transforma en la “dádiva final” que disuelve la tensión de estar aferrado a las posesiones 
Todo lo expuesto, pone en evidencia que la síntesis yoica es un trabajo que ocupa al sujeto durante todo su proceso de desarrollo evolutivo y que no cesa hasta los momentos finales de la vida o, por lo menos, del uso de las capacidades mentales, que proporcionan las herramientas para el ejercicio de la autonomía y la búsqueda de libertad personal. Este proceso se da de manera solidaria con los procesos somáticos y condicionado por los procesos de interacción comunitaria propios de un contexto en el marco de una época determinada. 
La síntesis yoica es asi el producto del proceso de subjetivación iniciado de un modo de funcionamiento basado en la dependencia primaria de otro, para pasar a una progresiva independencia y lograr una autonomía capaz de reconocer la inter-dependencia con los otros como la base del propio desarrollo. 
Crisis vital- Fernández Mouján 
1. Que es crisis para el autor. Que tipos y como las describe.
1. Como define Estructura. Por qué estructura Psicosocial, describa.
1. Cuáles son los niveles de estructurales. 
1. Como relaciona la crisis con los cambios evolutivos y accidentales.
1. Como fundamenta crisis y vital, para hablar de crisis vitales.
1. En que tres pilares teóricos del psicoanálisis se extienden las crisis vitales, esplique por qué.
· El ideograma chino de crisis une el significado de peligro con el de oportunidad. Entonces, crisis podría ser una ocasión favorable o un campo de posibilidades que nos desafía no solo a poner coraje para enfrentar lo desconocido, sino especialmente a poner en acción nuestra capacidad creadora. 
· Un autor norteamericano, Caplan, agregaba a crisis el adjetivo “evolutiva”. Las crisis evolutivas no son accidentales, sino inherentes a momentos de cada ciclo vital. Se adjudica el término “crisis accidental”, a toda situación de cambio impuesta, como una muerte, un accidente, un exilio, una mudanza, etc. 
· Crisis vital. Crisis porque nos saca de estructuras deterministas que nos dan seguridad, y porque nos pone ante el peligro de lo desconocido. Vital porque dicha transformación consiste en la creación de algo naciente en cada ciclo de vida, o situación traumática asumida. La crisis es el desprendimiento de una estructura que hasta ese momento nos determinaba, generando un acontecimiento. 
· La crisis se produciría cuando los problemas superan las fuerzas reequilibradoras más tiempo de lo tolerable. Otros recursos deben ser movilizados para recuperar el equilibrio, con el consiguiente desgaste de energías y sobrecompensaciones patológicas. Este enfoque de crisis que propone Caplan, es similar al síndrome del estrés o de adaptación que Selye definió en el campo médico. En ambos enfoques un organismo en equilibrio es afectado por momentos evolutivos (crisis evolutivas) o situaciones accidentales (crisis accidentales), modificaciones estructurales para restablecer la estabilidad perdida: situaciones de riesgo que es necesario enfrentar. De ellas se saldrá transformado, sobreadaptado o desorganizado. 
· El concepto de crisis vital da importancia a todo proceso de transformación que supone desarrollo de la identidad. Desarrollo entendido como movilidad de potencial humano. Crisis vital es un momento dentro del proceso de búsqueda de la identidad y de la creación humana en el devenir histórico. Cuando se habla de identidad, se habla de un sentir sobre quien es uno, dado que existe un desajuste entre uno y la realidad, entre nuestra imagen y lo que somos. No hay coincidencia entre el ideal y la persona; por esto surge la pregunta ¿Quién soy? El hombre necesita del sentimiento de identidad porque es incompleto y esta desajustado. La “falta” con la que nacemos nos hace esencialmente humanos y moviliza una búsqueda que jamás concluye. 
· En el psicoanálisis la noción de crisis ha sido por así decirlo, abordada indirectamente. El concepto de duelo, especialmente entendido como “trabajo de duelo” toma en cuenta las situaciones de perdida, tanto accidentales como evolutivas. Los “objetos” psíquicos forman configuraciones estructurales que el yo trata de fijar por identificación introyectiva y proyectiva, revistiéndolos libidinalmente con la finalidad de establecer vínculos afectivos duraderos y una organización interna coherente y estable. Estos objetos poseen particularmente valor en sí mismos, por las fantasías que suscitan y por los aspectos del yo (identificación) incluidos en ellos. Esta teoría también plantea una energía libidinal que recubre dichos objetos: es decir que el equilibrio se establece entre una estructura narcisista dual y otra edípica triangular, abierta a lo social. Es el cambio objetal, no importa el motivo, el que pone en crisis toda la estructura, haciendo perder el equilibrio generando ansiedades y defensas. 
· Se diferencian 3 niveles estructurales. El primero definido por las relaciones y configuraciones psicosociales que constituyen sistemas de interacción inestables. El segundo nivel es más psíquico: en él lo estructural inconciente está dado por las configuraciones “objetales” o mundo representacional. El tercer nivel, mítico, está estrechamente ligado a lo cultural. La estructura estaconformada por partes o “funciones” que crean un “campo de posibilidades o contexto de creación que promueve la imaginación activa”. 
El ciclo vital completado- Erickson 
El noveno estadio. La vejez a los 80-90 años conlleva nuevas exigencias, revalorizaciones y dificultades diarias. Este noveno estadio permite clarificar los nuevos retos. 
Incluso los cuerpos mas cuidados empiezan a debilitarse y no funcionan como antes. A pesar de los esfuerzos por mantener el control y las fuerzas, el cuerpo va perdiendo su autonomía. Al ponerse en tela de juicio la independencia y el control, se debilita la confianza y la autoestima. 
Erickson al revisar el ciclo vital, da cuenta de que los 8 estadios muchas veces se presentan con el cociente sintónico, mencionado en primer lugar, seguido del segundo elemento, el distónico; por ej., confianza vs desconfianza, autonomía vs vergüenza y duda, etc. Las cualidades sintónicas nos sostienen mientras nos amenazan los elementos más distónicos que nos depara la vida. La vejez, suele ser una circunstancia que pueden situar lo distónico en una posición más dominante. Erickson situó en el noveno estadio, lo distónico en primer lugar, para subrayar su importancia y su fuerza. 
Desconfianza básica vs confianza: esperanza
Los ancianos desconfían de sus propias capacidades. El paso del tiempo hace sentir sus efectos incluso en aquellos que estuvieron sanos y que fueron capaces de conservarse bien físicamente. La esperanza puede dar paso fácilmente a la desesperanza ante la continua y creciente desintegración. Incluso las actividades simples de la vida cotidiana pueden presentar dificultades y conflictos. 
Autonomía vs vergüenza y duda 
Desde el momento en que nacemos y durante todo nuestro desarrollo vamos ganando independencia. Cuando el control sobre algunas cosas se pierde, puede darse una reversión hacia la inseguridad y la pérdida de confianza en si mismos, que acaba produciendo vergüenza y dudas sobre sus capacidades. 
Iniciativa vs culpa 
La iniciativa tiene que ver con una salida hacia una nueva dirección. Cuando fracasa, le sigue una sensación de desánimo. Los ancianos que en su vida, se han tomado en serio el liderazgo, puede que años mas tarde evadan la culpa que acompaña la iniciativa demasiado exigente. Aunque tempranamente estuviéramos llenos de ideas creativas, a los 80 todo lo que queda es un entusiasmo memorable. Con los años, los sentimientos de finalidad y entusiasmo se apagan. 
Industria vs inferioridad: competencia
La industria, que era una fuerza motriz a los 40 años, es algo que quizás apenas recordaremos a los 80. Aquella exigencia ha desaparecido y muy probablemente ello sea una bendición, porque a esta edad ya no se tiene la fuerza para mantener el ritmo de entonces. 
Identidad vs confusión de identidad
La identidad marca, aclama y distingue a cada niño al nacer y se confirma inmediatamente al ponerle un nombre. Todos interpretamos papeles, y ensayamos papeles que deseamos poder interpretar en la vida real, especialmente en el periodo de la adolescencia. 
La confusión sobre esta identidad plantea un enigma a uno mismo y a la mayoría de las personas. Con la edad, uno puede sentir una incertidumbre real sobre el estatus y el rol. ¿Cómo queremos que nos llamen cuando seamos viejos? ¿Hasta qué punto podemos ser independientes? ¿Quién somos con 80 años o mas? Nuestro rol no esta tan firme cuando nos comparamos con la firmeza de nuestra anterior postura y finalidad. Incluso, quizás estemos confusos sobre el rol y la postura que debemos adoptar en este periodo en el que los viejos valores se vuelven de repente imprecisos y se desmoronan. 
Intimidad vs aislamiento 
Amar y encontrarse con otra persona es dar satisfacción y placer. Pero no todo el mundo es tan afortunado. Los que no atraviesan este rico periodo experimentan una sensación de aislamiento y de privación. Sin duda los ancianos pueden sentirse muy aislados y abandonados al envejecer si la vida no les ha dado la oportunidad de recordar y saborear tales riquezas. 
Los ancianos que están en el noveno estadio pueden sentirse incapaces de confiar en la manera en que solian hacerlo al relacionarse con los demás. La forma usual de comprometerse y de establecer contacto con los demás puede verse eclipsada por nuevas incapacidades y dependencias. Es posible que algunos necesiten iniciar interacciones mas a menudo y otros, en cambio, puedan sentirse poco decididos o incomodos, inseguros por como romper el hielo. 
Generatividad vs estancamiento
El estadio de generatividad es aquel donde se establecen compromisos de trabajo y tal vez, se inicie una familia, dedicando el tiempo y la energía a fomentar una vida sana y productiva. Durante todo este tiempo, nos enfrentamos a una amplia gama de obligaciones y responsabilidades, intereses y celebraciones. 
Hacia el final de este periodo se puede sentir la necesidad de retirarse un poco para experimentar una pérdida de los estímulos de pertenencia, de ser necesitados. A los 80, se puede empezar a sentir menos energía, menos capacidad para adaptarse con rapidez a los precipitados cambios impuestos. La generatividad ya no se espera necesariamente en la vejez. Esto libera a los ancianos de la labor de velar por los demás. Sin embargo, no ser necesitado puede ser sentido como signo de inutilidad. Cuando ya no se presentan nuevos retos, puede apoderarse de nosotros una sensación de estancamiento. 
Integridad vs desesperanza: sabiduría 
Sabiduría es la capacidad de ver, mirar y recordar, asi como escuchar, oir y recordar. La integridad, exige tacto, contacto y toque. Aprender a tener tacto es una tarea que ocupa toda una vida y exige tanto paciencia como habilidad. 
En el noveno estadio los ancianos generalmente no tienen una buena vista o el oído fino que exige la sabiduría, a pesar de los progresos en la tecnología que sin duda ayudan. 
La vida en el estadio octavo incluye una mirada retrospectiva de la vida de uno mismo hasta el momento presente. El grado de disgusto y de desesperanza que uno experimenta dependerá en gran parte del grado en que uno considera que ha vivido bien la vida frente a lamentarse de las ocasiones perdidas. 
A los 80- 90 no se puede disfrutar tal vez del lujo de tener desesperanza retrospectiva. El centro de atención puede circunscribirse totalmente a los problemas de la vida diaria, de manera que pasar un día incólume (a salvo) sea suficiente preocupación, tanto si uno esta satisfecho como si no lo esta respecto de su historia pasada. 
Una persona mayor, a los 90 años, puede haber experimentado muchas pérdidas, algunas de relaciones lejanas y otras de relaciones mas próximas y más profundas: padres, compañeros, hijos, etc. Hay muchos pesares, junto a un claro anuncio de que la muerte esta abierta y no demasiado lejos. 
Para vivir y hacer frente a todos los obstáculos y pérdidas a los 90 años, tenemos un pie firme en que apoyarnos: desde el principio se nos ha dado una confianza básica. Sin ella la vida es imposible y con ella hemos resistido. Cualesquiera que sean o hayan sido las fuentes específicas de nuestra confianza básica, y al margen de cuan peligrosa se haya puesto a prueba la esperanza, esta no nos ha abandonado nunca completamente. La vida sin ella es impensable. Erickson piensa de que si los ancianos se pueden adaptar a los elementos distónicos de sus experiencias vitales en el noveno estadio, pueden avanzar en el camino que conduce a la gerotrascendencia. 
Tal como Erick lo señala, un ciclo vital individual, no puede comprenderse satisfactoriamente fuera del contexto social en el que se realiza. El individuo y la sociedad están íntimamente ligados, entrelazados, en un intercambio continuo. En consecuencia, nuestra sociedad no sabe realmente como integrar a los ancianos en sus normas o en su funcionamiento vital. En vez de incluir a los ancianos, a menudo se los margina, se los abandona, no son considerados como los portadores de la sabiduría, sino como encarnaciones de la vergüenza. Tenerconversaciones francas con los nietos es una de las deliciosas experiencias de los ancianos. 
Vejez y comunidad. 
En nuestro país las cosas viejas que no sirven para nada se echan a la basura. A nuestros viejos y viejas no lo echamos a la basura, pero ciertamente no hacemos demasiado para reciclarlos. La actitud general a los ancianos en nuestra sociedad resulta desconcertante. Mientras que los documentos religiosos, antropológicos e históricos atestiguan que la gente de larga vida era antaño respetada e incluso venerada, la respuesta de este siglo a los individuos ancianos es a menudo la burla, el desprecio. Cuando se ofrece ayuda, tiende a ser exagerada: se hiere el orgullo y peligra el respeto. 
Cuando en nuestro país, y especialmente en las ciudades muy pobladas empezamos a considerar como ofrecer ayuda y atención a nuestros ancianos, dimos un paso gigantesco hacia adelante. Dentro de los límites de la ciudad se empezaron a proyectar algunas residencias geriátricas, se hizo algún esfuerzo para alojar a los ancianos en los barrios de las afueras. Grandes áreas fueron destinadas a centros para ancianos, que fueron cuidadosamente planificados y construidos. Es evidente que en tales hogares para ancianos se pretende cubrir todas sus necesidades, y por ende quedan fuera de discusión y de critica, excepto que su coste es elevado, demasiado elevado para la mayoría. 
Todo ser humano va con rumbo a la vejez, con todas sus alegrías y con todos sus pesares. Pero ¿Cómo vamos a aprender de nuestros ancianos la manera de prepararnos a este final de la vida, al que todos debemos enfrentarnos solos, si nuestros modelos a imitar no viven con nosotros?
Gerotrascendencia. 
Lars Tornstam define a la gerotrascendencia como: “partiendo de estudios así como de teorías y observaciones de otros investigadores, sugerimos que el envejecimiento humano, el mero proceso de acercarse a la vejez, se acompaña en general de un potencial de gerotrascendencia. Es un cambio, en la metaperspectiva de una visión materialista y racional a una cosa más cósmica y trascendente, acompañada, por lo general, de un incremento de satisfacción vital”. La gerotrascendencia se contempla como el estadio final en un proceso natural hacia la madurez y sabiduría. Según esta teoría, el individuo gerotrascendente experimenta un sentimiento nuevo de comunión cósmica con el espíritu del universo, una redefinición del tiempo, la vida y la muerte, asi como una redefinición del yo. Este individuo también puede experimentar una pérdida de interés por cosas materiales y una mayor necesidad de meditación solitaria. 
Los historiadores de épocas anteriores han probado que en Oriente los ancianos eran tenidos en alta estima por su larga vida de servicios y por su buen juicio. Se elogiaba que los ancianos dejaran el bullicio de la vida comunitaria y se retiraran a la montaña y a lugares remotos para continuar sus vidas. Si bien el retiro podía implicar soledad, no implicaba en modo alguno perdida de respeto. Este tipo de “alejamiento” en el cual uno se retira deliberadamente de los compromisos de la vida diaria, es un alejamiento conscientemente elegido. Afortunados son aquellos que se permiten el lujo de retirarse libremente. Muchos ancianos son retirados forzosamente. Las dificultades físicas, infligen una reducción inevitable del contacto con los demás y con el mundo externo. 
Las diferencias entre el retiro elegido y el obligado en el plano de los centros de atención son claras. Alcanzar la trascendencia en el caso de un retiro obligado tal vez sea menos probable, aunque ciertamente no es imposible. 
Alcanzar la trascendanza es elevarse, sobrepasar, exceder, ir mas allá y sentirse independiente del universo y del tiempo. Implica sobrepasar todo conocimiento y experiencia humanas. Puede ser una recuperación de viejas habilidades, incluyendo el juego, la actividad, la felicidad, y por encima de todo, un salto enorme por encima y más allá del miedo a la muerte. Nos ofrece una apertura hacia lo desconocido con un salto de confianza. 
Llegar a anciano es un gran privilegio. Permite retroalimentar una larga vida al poder revivirla en retrospectiva. Con los años, la retrospectiva se hace más inclusiva, la escena y la acción se hacen más reales y presentes. 
La vejez. Para no caer en la vejez. Zarebski, Graciela 
Hay básicamente dos modos de no “caer en la vejez”. Uno es suicidándose antes, el otro, evitando el suicidio. ¿Por qué se habla de suicidio? Porque pensar en el envejecimiento implica necesariamente percibir el transcurso del tiempo de la propia vida, implica pensar en su final. Una vida que se va acabando. De acuerdo a como la vivamos y como vivamos la muerte, soportaremos o no la idea de envejecer. Aquellos que no la soportan son los que dicen: a los 70 me mato. Y efectivamente, de alguna u otra manera lo hacen. Algunos literalmente se suicidan para no caer en la vejez; otros la atraviesan como una caída en picada; y otros son aquellos que toman precauciones para evitar la caída, para que la vejez forme parte de la vida. 
Se habla de diferentes modos de enfrentar el envejecimiento: 
· Los que piensan que es inevitable la caída y no quieren llegar a viejos. 
· Los que “caen” en la vejez, cayéndose. 
· Los que piensan que es inevitable la caída y se cuidan, para no caerse.
· Los que aprenden, en la vejez, a no caer. 
Proponer esta clasificación como una verdad del acontecer humano, no hay una mejor evidencia que la literatura: “el amor en los tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez. Esta brillante novela, es un tratado acerca de la vejez y de los distintos modos de envejecer. Se analizara cada uno de los personajes que nos permite ver los distintos modos de llegar a viejos. Porque los factores de deterioro biológico y de maltrato social no alcanzan a explicar las distintas maneras de enfrentarlos y atravesarlos. 
Jeremiah de Saint- Amour: “no caer en la vejez” la novela transcurre a finales del siglo pasado en un país caribeño y comienza con un suicidio. Un doctor del pueblo es convocado a fin de certificar un deceso. En uno de sus encuentros con su amada, Jeremiah le dice de pronto, “nunca seré viejo”. Ella lo interpreto como un propósito heroico de luchar contra los estragos del tiempo, pero él había sostenido esta afirmación con otro sentido: su deseo era suicidarse a una edad que para él significaba el comienzo de una caída. 
La problemática en relación al envejecimiento tiene que ver con un problema de identidad. Cuando se vive toda la vida tapando algo que no debe aparecer, que no se debe dar a conocer, la vejez se vive como siniestra. ¿Por qué? Porque si toda la vida se trabaja para sostener una imagen engañosa en cuanto a tapar las propias fallas y debilidades, la vejez, con la declinación de las fuerzas que acarrea, se supone que llegara el momento en que esta imagen ya no se podrá sostener, que arrasara con todas las máscaras, revelara todo lo malo, lo inútil, lo despreciable, que no se pudo integrar ni asumir como propio. Esta es la definición de lo siniestro: revelando algo que debería haber permanecido oculto.
Poder aceptar el propio envejecimiento requeriría entonces un doble desengaño: de que por ser jóvenes poseemos todo: la vida, el poder, la belleza, la completud; de que por ser viejo se carece de todo: nada de vida, nada de poder, nada de belleza, nada de completud. Para lograr un buen envejecer deberemos superar las dicotomías absolutas del todo o nada entre la juventud y la vejez, y deberemos cuestionar nuestra idea de adultez, de plenitud, de que es ser un adulto acabado. Si creemos que todo lo débil, lo deficitario debe ser totalmente tapado, la fuerza que realicemos para no dejarlo hablar, nos hará vivir en una tensión permanente. Cuando se nos aparezca algo que nos lo evoque, en un instante nos hará caer de ese lugar idealizado

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