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Salvarezza L - Psicoterapia teoría y clínica

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I 
I 
. Biblioteca de PSICOLOGIA PROFUNDA 
Algunos títulos publicados: 
20. A. Ganna - Psicoanálisis de los sueños 
21. O. Fcnlchel - Teoría psicoanalftica de 
las neurosis 
22. Maric Langcr -Maternidad y sexo 
24. Hanna Segal - Introducción a la obra 
de Me/ante Klein 
2S. W. R. Bion -Aprendiendo de la expe-
riencia 
29. C. G. Jung - P1icologia y rlmbólica 
del arqueripo 
30. A. Ganna - Nuevas aportaciones al 
psicoandlisis de los sueños 
31. Annlnda Aberutury - Aportaciones 
al psicoanálisis de niffos 
32. A. Garma - El psicoanálüis. Teoría, 
c/fnica y técnica 
33. R. W. Whitc - El yo y la realidad en la 
teorfa p!TicoanaUtica 
3S. W. Reich - La función del orgasmo 
36. J. Bleger - Simbiosis y ambigüedad 
3 7. J. Sandlcr, a.·:-~- Holder - El 
pacitm te y el analista 
40. Anna Freud - Normalidad y patologt'a 
en la nfflez · 
41. A. Ganna - El dolor de cabeza. Géne· 
sis psicosomdtlca y tratamiento pd· 
coanalftico 
42. S. Leclaire y J. D. Nulo -Desenmas-
carar lo real. El objeto en psicoanálisis 
43. D. Llbennan y D. Maldavsky - Psicoa-
nálirls y semiótica. Sentidos de reali· 
dad y categorlmciones esti/fsticas 
44. l. Berenstein - Familia y enfermedad 
mental 
4S. l. Berenstein - El complejo de Edipo. 
Estructura y significación 
46. A. Annando - LA vuelta a Freud. Mi· 
to y realidad 
47. León Grlnberg - Teoría de la ldentifi· 
cación 
48. J. Bowlby-EI vinculo afectivo · 
49. J. Bowlby -1.A separación afectiva 
Sl. E. H. Rolla - Familia y personalidad 
S 2. M. Shepa.rd - Fritt Peris. l.A terapia 
guestáltica 
S3. León Grlnberg (comp.) - Prácticas 
psicoanalíticas comparadas en las ne¡1-
. rosls 
S4. León Grinberg (comp.)- Prácticas psi· 
coana/fdcas comparadas en las psicosis 
SS. León Grinberg (comp.)- Prácticas p:tl· 
coanalitlcas comparadas en niños y 
adolescentes 
S6. l. Bcrenstcin - Psicoanálisis y semióti· 
ca de los sueño:r 
S1. Anna Freud - Estudias psicoanalíticos 
S8. P. L. Assoun - Freud: la filosof1'a Y 
los filósofos ·'.:,. 
S9. O. J(cmberg - Lq teori'a de la1 relacio-
nes objeta/es \ · 
61. M. Sapir, F. Rcvcrchon, J. J. Prévost •. 
y otros - La relajación. Su enfoque "f 
psicoanalítico ;1 
62. W. R. Bion - Seminarios de psicoaná· ~ 
lisis ~~· 
63. J. Chuseguet-Smirgel - Los caminos '~ 
del anti-Edipo •!f.f 
64. G. Groddeck - Conferencias pslcoana· · ~~· 
líticas para enfermos - · -.~· 
6S. M. A. Mattoon - El análisis funguiano . ~;· 
de los sueños ' l~ 
66. D. Foulkes - Gramática de lo:r sueños ·~',¡n 
67. Anna Freud - El yo y los mecanismos . :~~ 'i 
de defensa ~1\: 
68. Heinz Kohut - La restauración del ti- ;~ 
69. ~~s;'~ch y otros - Escritos psicoana- l'.I?. 
líticos fundamentales . ~?! 
70. Georl!es Amado - Del niffo al adulto . . :\!' ~ 
El psicoanálids y el ser ,~;11~t~ . . .,,. 
71. Jean Guillaumin - Lo1 sueñot y el yo. ·1~\Hg 
1
._ .. ~. 
Ruptura, continuidad, creación en la .;~~fl , · · · 
vida psíquica .. ; 
72. l. Bcremteln - Psicoanálisis de la es· ;' 
tructura familiar ·: 
73. M. A. Mauu - Paradojas psicoanaliti·· 
cas 
74. M. Yampey-Psicoanálisis de la cultura 
76. L. Grlnberg - Psicoanálisis. Aspectos .. 
teóricos y clínicos 
77. D. J. Feldfogel y A. B. Zimemian. 
(comps.) - El psiquismo del niño e'!-.' 
f ermo orgánico ·: 
78. C. G . Jung - Energética psíquica y 
esencia del sueflo · 
(Continúa en la última págini/ 
Leopoldo Salvarezza. 
PSICOGERIATRIA 
Teoría y clínica 
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Cubierta de Gustavo Macri 
Impresión de tapa: Talleres Gráficos JC 
Carlos Maria Ramírez 2409, Buenos Aires 
1 a. edtcibn. 1 988 
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina 
Queda hecho el depósito que prevtene la ley 11 723 
La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, 
ldentlca o modificada, escrita a máquina, por el sistema "multlgraph", 
mimeógrafo, Impreso, por fotocopia, fotodupllcactón, etc., no autoriza-
da por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utlll.zaclón 
debe ser previamente solicitada. 
© Copyright de todas ediciones by 
Editorial Paidós SAICF 
Defensa 599; Buenos Aires 
Ediciones Paidós Ibérica SA 
Mariano Cubí 92: Barcelona 
Editorial Paldós Mexicana SA 
Guanajuato 202-A; MWco 
ISBN 950 - 12 - 4124 - 6 
INDICE 
INTRODUCCIONY PRESENTACION 
1. VIEJISMO. LOS PREJIBCIOS CONTRA l.A VEJEZ 
l. Las dos teorías ..................... .. .................................... . . 
2. Prejuicios contra la vejez ............................................. . 
3. Prejuicio más común contra la vejez .......... . ............... .. . 
4. Bibliografia .......................... .. ..... . .............................. . 
2. FACTORES BIOLOGICOS Y SOCIALES QUE INCIDEN 
EN l.A PSICOLOGIA DEL Ef\.'VEJECIMIENTO 
1. Introducción ................ ..... ..... ............................... ..... . 
2. ¿Qué es larnedtanaedad? .. ... ............................... ... ... . 
3. Características de la mediana edad ... .... ..... ................ . 
4. Distintos tipos de envejecimiento ........................... .... . 
5. Factores psicológicos en el envejec1rniento ................ . . 
6. Factores biológicos en el envejecimiento .. ....... .. .. .... . . . . 
7. Factores sociales en el envejecimiento ....................... . 
8. Conclusiones ..................... . ....... ... ............................ .. 
9. Bibliografía .......... ..................................................... .. 
3 . l.AS DEPRESIONES EN l.A VEJEZ 
1. Introducción ..... .... ..... .... ........ .... ............................... .. 
2. G!?~lf.!~ac!_q_n_g~_ J?s gepresiones ........ ......................... . 
3. Depresiones neuróticas ...................................... ....... . 
4. Depresiones psicóticas .............................................. . 
5 . Depresiones secundarias ....... ...................... . ... ......... . . 
6. ·Diagnóstico diferencial .............................................. . 
7. Apéndice ......................................... .......................... . 
8. Bibliografía ................................................................ . 
4. EL CONCEPTO DE NARCISISMO EN l.A VEJEZ 
Y SU CONEXION CON LAS DEPRESIONES. 
UN ESTIJDIO PRELIMINAR 
l. El narcisismo en la teoría psicoanalítica . ................... .. 
2. La interioridad ................................ .. ........ .. ..... .......... . 
3. Los destinos de la interioridad .......................... .. ........ . 
4. La perfección narcisista . ............................................ . 
5. La moral culposa .... . .. .... : . .......................................... . 
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102 
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115 
120 
6. EJemplillcación de la teoria con un viejo 
conocido: Fausto............................................................ 123 
7. Conclusiones................. . .. ........ ....... .......................... 132 
8. Bibliografia ..............................•................................. 132 
5. l.ASEXUAUDAD EN LA VEJEZ 134 
l. Introducción............................................................... 134 
2. DatosestaaíStlcos .......... ·............................................. 143 
3. Datos fisiológicos................................ ....................... 145 
4. Consideraciones psicológicas .................................... ~ 149 
5. Consideraciones clínicas . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . ... . .. . .. 152 
6. Conclusiones.............................................................. 164 
7. Bióllogralia . . . . . . ... . .. . . . . . . .. .. . ... . . . . .. .. . . .. . . .. .. . . . ... .. . ... . ... ... . 166 
6. PSICOTERAPIA EN· LA VEJEZ. 
REVISION BIBLIOGRAFICA COMENTADA 168 
a . Revisión bibliográfica .. . ... . . .. .. . .. . .. . . . . ... . . . .. .. . . .. .. . ... . ... . . . 1 70 
b. Comentartos critlcos y actualizaciones .. . . . . .... . .......... .. 187 
· c. Bibliografiacomplementarta ...... ..................... ........... ! 210 
7. ELTRABAJOENLASFAMIUAS 
EN LA CLINICAPSICOGERIATRICA 212 
l. Teorias psicológicas..... . . . . .. . . . . .. . . .. .. .. . . .. . . . . .. .. .. .......... 213 
2. Teoría cultural ........................................ ;.................. 217 
3. Teoría sociológica....................................................... 218 
4. Conclusiones . . . . . ... . . .. .. . . . . .. . . . . .. . . . . .. .. . .... .. . ... . . . ..... ... . . . .. 220 
5. Bibliografia ........................ :".... ... ... ... ....................... .... 221 
6 
Para RaqtJelita. 
con quien será muy lindo 
enuejecer juntos. 
INTRODUCCION Y PRESENTACION 
Wtll you sttU need me, will you sttllfeed me, 
when rm stxty fow? 
THE BEATLES ... década del sesenta. 
Cuando me ubico como lector frente a una publicación 
científica, además de su contenido me interesa saber 
quién es su autor, cómo llegó a desarrollar su pensamien-
to sobre eCtema y en qué momento histórico-socia l lo 
hizo. No siempre encuentro respuesta a estos Interro-
gantes, y entonces tengo la sensación de que a m1 lectura 
le falta algo. Como supongo que esta inquietud puede ser 
compartida por muchos de mis lectores, les ahorraré el 
trabajo y me presentaré personahnente. 
En primer lugar - cronológicamente hablando- soy 
médico. A través del estudio de la medicina aprendí mu-
chas cosas ilnportantes, pero una sobresale entre las 
demás: la gente que padece viene en busca de los médicos 
para que curemos o aliviemos su padecilntento, y noso· 
tros estamos obligados, por nuestro conoclmiento y por 
nuestro juramento, a hacer todo lo posible para lograrlo. 
Esta convicción ha regido mi actuación durante toda mi 
vida profesional, y es lo que ahora pretendo transmitir 
en este libro, el cual ha sido pensado para ayudar opera-
tivamente a los colegas ante el requerlmlento sufriente de 
sus pacientes viejos. · 
En segundo lugar -siempre cronológico- soy psicoa-
nalista. No me alcanzaba solamente con curar - o tratar 
de hacerlo- . sino que tuve necesidad de saber cómo y por 
qué enfermaba la gente. El psicoanálisis me brindó los 
instrumentos necesarios para procesar el conoclmiento 
extraído del eontacto y observación de otros seres huma-
nos. sufrientes o no, desde .una perspectiva distinta de la 
que me habían enseñado mis maestros en la Facultad. El 
9 
'
apasionamiento por esta nueva ciencia me llevó a cursar 1 
los estudios en el Instituto de la Asociación Psicoa-
nalítica Argentina. 
En aquella época, tanto el aprendizaje como el ejerci-
cio del psicoanálisis eran bastante distintos de como son 
a hora. Una pequeña élite monopolizaba ambas activi-
dades y distribuía conocimientos y posibilidades de tra-
bajo dentro de un círculo muy estrecho. lo que les asegu-
raba el ejercic io continuado del poder. Pero lo que sobre-
salía como resultado de esta estructura era que los psicoa-
nalistas desempeñaban su profesión casi exclusivaxnente 
en sus consultorios privados, lo gue llevaba a un desco-
nocimiento de las necesidades reales de an arte de la 
Eoblación. Como consecuenc . rea a an sus o serva-
ciones en el pequeño mundo de sus pocos pacientes y lue-
go, a partir de allí. sacaban conclusiones que luego no 
siempre demostraron ser aplicables fuera del consulto-
rio. Demás está decir que su. repercusión social era casi 
n ula. 
Sin embar go, algunos psicoanalistas visionarios , 
imaginativos y creadores decidieron rebelarse contra 
esta estructura· de poder centralizada y en la segunda nú-
tad de los años 50 comenzaron una apertura intelectual y 
pedagógica desde las aulas de la Facultad de Medicina, 
a uspiciada por los Jóvenes directivos del Centro de Estu-
diantes. Esta apertura tuvo una enorme e inmediata re-
percusión, .sobre todo entre la intelectualidad joven, 
constltu~da principalmente por estudiantes de medicina .. 
médicos recién recibidos y. un poco más ~delante, por los 
primeros estudiantes de psicología que cursaban sus-estu-
dios en la Facultad de Filosofia y Letras. Arnalqo Ras-
covsky, Angel Garma, Enrique Pichón-Riviere, Arminda 
Aberastury, José Bleger y David Liberman entre otros, 
fueron los maestros de esta generació :i que hJzo su irrup-
ción masiva dentro del enorme fermento intelectual que 
fue la década de 1960. 
Por influjo de la tecnología. con la 1V a la cabeza de los 
medios de comunicación masiva, Buenos Aires dejó de ser 
p rovinciana y todos nos vhnos envueltos, y más o menos 
c omprometidos, con situaciones y personajes de otras 
latitudes: la Cuba de Fidel Castro y del Che Guevara, Ken-
nedy, los Beatles. la guerra de Vietnam. los hippies, la 
marihuana. la revolución s exual, Luther Klng •. el mayo 
francés, Althuss er, Marcuse, Lacan, las guerras de libera-
c ión naciona l. Argelia, Fanon, la s ideologías, la guerri-
lla. Nuestro país t a mbién tuvo lo suyo: Frondiz1, la resis-
10 
tencia, Illla, Onganía. la noche de los bastones largos, el 
secuestro y muerte de Aramburu, el cordobazo, la guerri-
lla. el Perón de Madrid, Lanusse. Nadie quedó afuera de 
esta corunoción y. por supuesto, tampoco el psicoanálisis 
y los psicoanalistas. 
Al tomar conciencia de la problemática soc ial en la 
que estaban Ullñersos. la re ercuslon ue esto tenía so-
re u men e o a a o ación, comenzaron a 
a rtrse en su a or erapéutica acia a comu a Y se 
insertaron en los pocos seí'Vlclos ollclales que entonces 
exishan. El prlirier lfitento CX!toso de acción comülllta-
ria resultante del encuentro de la psiquiatría y el p s i-
co~isis, fue el servicio del Hospital de Lanús, bajo la 
dirección de Mauricio Goldemberg. No sólo debe recono-
cerse la labor asistencial alli realizada, sino que en ese 
tiempo y lugar se formó un grupo Importante de jóvenes 
profesionales que marcaron nuevas pautas ·en el nianejo 
de la salud mental en nuestro medio. Muchos de ellos. lue-
go del período de oscurantismo que hemos vivido recien-
temente, han retomado su actividad directiva en alas de 
la democracia. 
Esta apertura hacia la comunidad, este salirse d el en-
cierro del consultorio privado. llevó a los psicoanalist as 
a manejar masivamente situaciones terapé':1ticas ,distin~ 
tas y que necesitaban un nuevo abordaje teorico-tecnico. 
adolescentes, parejas, familias, comunidades .• instit u-
ciones y hospitales de día pero, como de costumbre, un 
ran sector de la oblación uedó. olVidado, los. v os. 
u o. usto es reconocerlo, a unos tentos ind ivi-
duales de aplicación del psicoanálisis a la aten ción . 
geriátrica. pero que lamentablemente no trascendieron 
en una ex.tensión comunitaria adecuada. No obstante es 
importante recalcar la visión antlcipatoria que tuvieron 
Edgardo Rolla y Natalio Cvicls_-del grave problema social 
Involucrado y el enorme esfuerzo solitario que realiza-
ron. · 
Así llegamos·a 1970. En mayo de ese año asistí casi por 
casualidad a una de las reuniones mensuale s que la 
sociedad de Psicología Médica. Medicina Psico:'omátlca 
y Psicoanálisis realizaba en la Asociaci?n Me dica Ar 
gentina y me encontré con un cuadr<? ins()lito dentro de 
mi quehacer profesional: un psiquiatra muy s~p~Ulco. 
IIJ.UY carismático y m(Jy preparado hablaba con un entu-
siasmo contaglante sobre-su trabajo con los viejos. Contó 
lo que él hacía en cl ·Hospltal Moyana. en su consultorio 
particular, lo que se hacía en otros lugares del mundo. lu 
11 
que se podría hacer, las condiciones que él creía que de-
bería reunir un profesional para trabajar en este campo y 
muchas otras cosas más. Este psiquiatra era Mario Stre-
j ilevich. 
Quedé tan sorprendido y fascinado a la vez con lo que 
había e;scuchado, que ese día se definió mi tercera identi-
dad profesional: prácticamente desde entonces soy psico-
geriatra. Nunca voy a terminar de felicitarme lo bastante 
por haber concurrido esa noche a la AMA. Cuandopoco 
tiempo después, un par de amigos que ocupaban cargos di-
rectivos en el Centro de Salud Mental N 11 l de la Munici-
palidad de Buenos Aires me pidieron que fuera a trabajar 
al servicio con ellos, no tuve ninguna duda y les propuse 
que me dejaran intentar hacer psicoterapia con viejos, lo 
cual fue calurosamente acogido porque - me dijeron- no 
sabían qué hacer con los pacientes mayores de 50 anos 
(?) .Así nació el equipo de Psico eriatrfa y Psicoprofilaxis 
pe la Vejez. que comenzó a uncionar en oc u re e y 
cuyo desarrollo y forma de funcionamiento se describen 
en el capitul_o- 6. Este. servicio fue el primero de su· género 
que funciono en el pa1s, durante mucho tiempo el úntco, y 
~luego s1rv1ó de estimulo y modelo para los que después se 
· fueron creando en otras instituciones. 
Es interesante destacar que en la elección del nombre 
para el equipo se nota nuestra inexperiencia de aquella 
época, así como- el prejuicio que sobre la ·vejez teníamos, 
.porque el.término "profilaxis" remite a l concepto de pre-
vención de enfermedades ... y la vejez no es una enferme-
dad. 
El trabajo en el Centro se extendió hasta principios de 
1976, cuando la asfixia política imperante en el país hizo 
insostenible la construcción de proyectos en las institu-
ciones oficiales y, sobre todo, los ligados al psicoanálisis 
Y a la psicoterapia, pero mientras duró fue un período de · 
aprendizaje muy fructífero durante el cual se gestaroñ 
gran parte de las ideas que luego he.ido perfeccionando en 
la clínica psicogeriátrica y que son las que, en definitiva, 
trataré de transmitir desde estas páginas. · 
Hasta aquí la historia y su contexto; ahora el libro. . 
En el capitulo l,"Viejismo. Los prejuicios contra la.ve-
~ me ocupo detalladamenfé de las formas de discri-
minación que se ejercen contra los viejos y las conse-
cuencias que ello provoca. Este es un tema que rne ha pre.-
ocupado especialmente y al que he dedicado mucho tiem-
po, no sólo en estudiarlo sino en difundirlo por todos los 
medios de comunicación masiva de ·las que dispuse, 
12 
porque considero que solamente tomando conci~ncia de 
estos prejuicios, y de nuestra propia participacion en e-
llos, será posible comenzar a encarar una verdadera 
acción social tendiente a erradicar esta práctica tan per-
niciosa. Los profesionales que pretendan dedicarse a la 
psicogeriatría, para que su accionar sea efectivo y repa-
ratorio, deberán empezar por aceptar que ellos mismos 
son su etos que llevan dentro de sí el proceso de enve eci-
miento. in en an negar o se regan o a os viejos, o 
periñltlendo que otros lo hagan, pagarán caro su error: no 
se reconocerán en el viejo que serán. 
Las teorías del apego y del desapego son estudiadas en 
detalle porque brindan el marco conceptual para la discu-
sión en profundidad sobre este tópico. 
El otro punto que trato en este capitulo es la diferencia 
entre los diagnósticos basados en "el crtterto médico de la 
salud" y en "el criterio funcional". Esto apunta a dejar de 
considerar la vejez solamente desde el punto de vista defi-
citario y encarar la comprensión de sus aspectos saluda-
bles. 
El capitulo 2, "Factores biológicos y sociales que inc i-
den en la -psicología del envejecimiento". es la transcrip-
ción del trabajo original obligatorio que presenté en el 
concurso por el cual gané, en 1987, el cargo de profesor ti-
tular de la cátedra de Tercera edad Ve ez de la Facultad 
de Psicolo ia versi a de Buenos Aires. Al consi-
derar es os emas pre en cen rarme en un aspecto nove-
doso en nuestro país, pero de gran repercusión en los me-
dios científicos de otros lugares como EEUU o Inglaterra, 
y que es la Mediana Edad. Más a lla de las dificultades 
para su definición cronológica, la caracterización que 
hago de ella pennitirá al lector ubicarse rápidamente en 
el período que se describe. Creo que es de'fundamental im-
portancia desarrollar este tema porque es en esta edad 
cuando h«.cen eclosión situaciones conflictivas 
individuales resultantes de las series complementarias, 
tal como las describe Freud, y que detenninarán los dis-
tintos modos del proce.so del envejecimiento humano. ¡ 
\
Aquí también intento rebatir el concepto tan repetido de 
que el envejecimiento es ui:a crisis, y para ~acerlo recu-
rro a la discusión sobre el termino crtsts en s1 mismo. 
El capitulo 3 se adentra en el problema más acuciante 
de la psicopatologia que se presenta en esta edad, "Las de-
presiones en la vejez". Este es un tema arduo y dificil, tan-
to por su extensión como por las discrepancias que se ob-
servan en su conceptualización al revisar la bibliografia 
13 
.... 
pertinente. He preferido centrarme en el aspecto cfüuco 
con alguna apoyatura teórica. en lugar. de. utilizar el méto-
do más corriente que es el abordaje teórtco con ejempli-
ficación clinlca. He . pensado qu.e_de .esta manera puede 
servir de guía para los colegas que comienzan a aden-
trarse en este terreno. 
· He dejado de lado Ja clásica denominación psi-
quiátrtca de "depresión reactiva" y la he sustituido por la 
de "duelo patológico". y para sustentar este punto de vista 
dedico una parte importante del trabaj o a la descripción 
del "duelo normal" y a las simllitudes y diferen cias entre 
runbos. · 
"El narcisismo en la vejez y su conexión con las depre-
siones", el terna del capítulo 4, puede considerarse como 
parte de la discusión teórica de lo expu esto en el anterior. 
Al elegir. entre las múltiples deflnlciones que tiene el tér-
mino "narcisismo". a uella ll ada con la autoestllna, es-
tudio la escala de v ores ue o os os·su e os construye:µ 
_en re ac n con su yo ideal. A p e • s o as c -
tudes ae la interioridad, y, en relación con el aumento de 
ésta durante el envejecimiento, describo sus dos posibles 
estructuraciones: reminJscencia o nostalgia. De ellas de-
penderá, en gran medida, lo ~ue llamamos el "buen" o el 
"mal" enve ecer también a elanto la hlpotesJS de la re:-
ac n entre la nosta la y a cons ruccion e 
s ones endógenas. rem scencia está adquiriendo 
cada vez .más trascendencia en la literatura psicoge-
riátrtca mundial en función de considerársela una herra-
mienta eficaz ara e tra 
e resiones en a ve ez, or eso necesita de su pro un -
zación teórtca. Para ejemp car p e e- o· pues o re-
curro al estudio de un aspecto de la personalidad del doc-
tor Fausto, tal como lo describe Goethe en su obra más co-
nocida. 
En el capítulo 5 abordo el tema tan apasionante como 
revulsivo de.. !'La....sex.ualidad- en la- vejez(. Es iinpresio-
nante lo poco que se sabe, más aun, lo poco que se dice so-
bre ella. especialmente en los círculos cientif1~ds, eh 
donde se debería esperar un menor nivel de mojigatería 
y/o prejuicio, pero, ¿a cuántos de ustedes les han explica-
do algo sobre esta forma de la sexualidad en las facultades 
de medicina o de pslcologia? Me propongo en este capítulo 
tratar_ de suplir este déficit y brindar la mayor cantidad 
de trú.:,rrnación posible para un enfoque adecuado del 
tema, comenzando por deslindar los conceptos de sexua-
Udad y genitalidad; luego paso revista a las mayores con-
14 
tribuciones re;sllutdas en el mundo en este campo, y pos-
teriormente fo ubico desde una perspectiva fundamental-
mente clínica. 
E l capítulo 6 , "Psicoterapia en la vejez", resume mejor 
que ninguno mi experiencia psicoterapéutlca con los vie-
jos. Empleo aquí un método que, creo, resultará novedoso 
para el lector aun cuando le demandará un poco más de 
atención que la corriente. Se trata de una revisión bi-
bliográfica de- diez artículos de· autor.i;:s nacionales y ex-
tranjeros que considero de gran trascen_?encia por sus 
iinpllcaciones técnicas y que nos permitlra ver cuáles son 
los esquemas referenciales utilizados y cuál su aplicación 
clínica. Luego comento. en- forma crítica o ampliada, al-
gunos puntos que me parecen e~pecialmente importai_:ites. 
con lo que haré una puesta al dia de los mismos y as1 po-
dré mostrar mis propias ideas, fruto de mi experiencia 
personal. 
El capítulo7, último. "El trabajo con las familias en la 
clínica psicogeriátrtca", fue presentado en el Priiner Con-
greso Argentino de Psicoanálisis de PareJa y Familia. en 
1987. Ahí sostengo el papel priiilordial que reviste el tra-
bajo con la familia en el tratamiento de· los pacientes vie-
jos. colocándolo. en cuanto a eficacia. junto a la psicote-
rapia y a los psicofánnacos. No propongo rece-tas para su 
abordaje sino que ofrezco los modelos teóricos que creo 
que hay que utilizar para conceptualizar. los fenómenos 
observables. modelos que deben ser extraídos tanto de las 
teorías psicológicas como de las culturales y sociales. 
Esto es todo. Espero que además de interesante, el libro 
les sea útil; ése es.mi objetivo. 
15 
1. VIEJISMO. LOS PREJUICIOS CONTRA lA VEJEZ 
: .. 
16 l . 
1. LAS DOS TEORIAS 
Cuando uno · observa el trabajo de los colegas en el con-
sultorio de una institución. O· cuando escucha las refle-
xiones y los pedidos de las familias de los viejos que vie-
nen a la consulta. o cuando repasamos la literatura 
gertátrtca que proviene de cualquier parte del mundo. nos 
es fácil advertir que hay dos formas prevruentes de enfo-
car la prob~emática de la vejez y que ambas se contrapo-
nen. Corresponde que revisemos la bibliografia para ubi-
carnos en sus orígenes y fundamentos. 
A flnes .de la década del 50 el Comité sobre el desarrollo 
humano de la Universidad de Chicago intció una inves-
tigación sobre los aspectos .sociale"s de. la vejez que ·cul-
m1nó en i,m libro publicado en 1961, titulado Growlng oZd· 
the process of dtsengagemen~ sus autores fueron E. Cum-
mings y W. ;E. Heruy. Desde su aparición, al postular :la 
teoría del desapeg~ {disengagement theory), l este libro se 
lía constituido en e punto cH!iligado de refereneia =cte todos 
los investigadores sobre los aspectos psicosociales ae la 
veje.z;· y prá,cticamente nadie ha dejado .. de citarlo en sus 
trabajos. ya sea a su favor o contra él. . 
J)e ij<;;uen1o con estij teoría .. a medida gue el sulJto enve-
ece se r duce una reducción de su inter~s vit l 
ac ivi a es ob etas ue 1 va enerando 
un s s ema ca a a amiento. de toda clase de in era. 
socia. ra ualmente la vida e as personas viejas se se-
para de Ja vida de los.,demá~. se v~ sintiendo menos com-
prometidas emocionalmente. con problemas ajenos. y 
están cada vez más absortas en los suyos propios y en sus 
circunstancias. Este proceso - según los autores~ no s ólo ~ 
pertenece al desarrollo normal del individuo. sino que es 
deseade y buscado por él, apoyado en el lógico declinar de 
l. En e l presente trabajo utillzarl: la palabra desapego como traduc-
ción de dlsengagement. La prefiero- a otras que a veces se utJLlzan, .como 
desarraigo, ·desvtnculaclón o desenganch~. 
17 
una 
e esta premisa s~ desprende ·claramente que la con-
ducta que es aconsejable seguir frente a los viejos, ya sea 
como profesionales, como familiares o como amigos. 
debe ser inducir o favorecer un apartamiento progresivo 
de sus acUVidades como un paso de preparación necesaria 1 
para la muerte. · . . . . . . . . . . . . 
Esta teoria del desapego, luego de su publicación ~ausó 
un considerable impácto porque en su conjunto recogía 
una cantidad de hechos observables que, al ser conve-
nientem~nte . estructurados y re1ac1onados ... entre .. -sí, 
proveían una sólida base para enfrentar .problemas deri-
vados de una sociedad de producción capitall&ta, Más ade-
lante veremos cómo está instrumentada socialmente Y a 
qué finalidades puede servir, pero entretanto digamos 
que a partir de 1963 cox;nenzó a ser obj eto de fuertes 
ctjtlcas, que aún no han cesado'y que es preciso revisar 
detenidamente. 
Bromley ( 1966) señ.ala que ~as criticas a la teoria del 
~esapego ueden a ru arse convenientemente en tres 
c a es: rae leas a em 
na o 1tica e se r el n o renci ac a os 
viejos o a esarrollar la actitud nihilista de que 
18 
servir como llave para comprender las reacciones a los 
cambios biológicos y sociales que se producen con la 
edad. Esta teoría estaba apoyada en el estudio de sujetos 
notables que habían creado obras de arte, realizado des-
cubrimientos científicos u obtenido logros político- . 
sociales a edad avanzada y, a pesar de que las excepciones 
no sirven para establecer teorias generalizadoras, hay en 
este trabajo lineas de pensamiento muy Importantes que 
conviene desarrollar en profundidad. como veremos más 
adelante. 
La crítica teórica ha recibido .entre nosotros un Impor-
tante refuerzo en un interesante trabajo de Andrés y 
19 
( 
f 
( 
Gastrón (1979). en donde, entre otras cosas, señalan que 
·e1 problema principal reside en la dificultad de encon-
trar contraejemplos. Los autores resuelven las criticas 
presentando hipótesis ad hoc: l) frente a casos anómalos . 
de desarraigo, se trata de desarraigos no exitosos. Una 
persona está desarraigada, sea bien o mal desarraigada. 
pero en ningún caso está arraigada: 2 ) en otros casos 
anómalos el problema está en la edad. El desarraigo está 
fuera de época; o bien ya ocurrirá o bien se está en 'el ca-
mino de'· 3) otros casos anómalos formarían parte de un 
grupo s~lecto desde el punto de vi.Sta biológico, y hasta 
psicológico. A tal grupo pertenecería ¡:lertrand Russell, 
por ejemplo: 4) otros casos anómalos son tratados como 
variaciones de formas del desarraigo: tales los trabajos 
antropológicos'". Más adelante los autores_ señalan que 
·1as hipótesis ad hoc sólo concluyen mostrandonos una 
teoría sin contraejemplos; esto es, UTefutable. Y. como 
sabemos, una teoría irrefutable, en el sentido poppertano, 
pasa a ser no científica". 
Como vemos, las criticas a la teoría del desapego son 
muchas y provienen de campos diversos: por eso la argu-
mentación no ha llegado a estructurarse en una teoría ho-
mogénea que .se le pueda contraponer íntegramente. 
Además, la mayoría de los investigadores que se ha.t:l _OCl,l-
pado de ella pro~enen del mismo I11edio ·sociocultural en 
que fue acuñada, Estados Unidos; y. en consecue_ncia, no 
han podido· des rend rse de las 
.. una ividua ista. f e · . 
o e, ere es prec o recoger los puntos. funda-
mentales de estas criticas y tratar de agruparlos en lo ·que 
podríamos llamar razonablemente Ja tcoria del iilfJB!'J"· . 
Comencemo~ por ubicar· el protilema. E}l~ger JJ_~§3) 
decía: •se supone que el ser bm:iiario es-ortgtnartaY.'Plimf-
ttvamente ....,. tanto como especie cuánto corno individuo..,.,-_ 
un ser aislado. no social, que astmila con esfuerzo y gra-
dualmente la· necesidad de relacionarse con otros indtirt-
duos: de esta manera. un problema que se le planteaba a 
la psicología era el de investigar cómo los seres humanos 
entran en relación los unos con los otros Y.· para ello, se 
em1t16 la hipótesis - entre otras- de un inStinto gregario 
o de una energía especial. la libido. El problema viene jus-
tamente, en la actualidad. a plantearse en términos total-
mente invertidos: ya no se trata de saber cómo individuos 
aislados devienen seres sociales, sino cómo de inte-1 
grantes de una cultura y de seres emtnentement~ sociales, 
llegan a producirse o resultar hombres aislados . 
20 / 
-.. 
.. 
1 
1 
l ... 
Esta cita pone el dedo en la llaga de toda la controver-
sia: el hombre aislado es un problema y no un ideal; por 
lo tanto, mat puede argufrSe el apartamiento y el desapego 
como un proceso intrínseco del ser humano y deseado por 
él. Los procesos intrínsecos puros no existen como tales. 
sino que las conductas hay-que estudiarlas y comprender-
las como resultado d,e la dialéctica del ·ser humano con el-
. medio y el niorneriti:i h istórico-social en el cual se desen- · 
vuelve. No hay que olvtd~. por otra parte, las enseñanzas 
que se desprenden del estudio de la historia de la humani-
dad. en la C\lal se ve que el pasaje de la naturaleza a la cul-
.tura se ht.zo fundamentalmente por la posibilidad de 
compartir que tuvieron algunos homínidos primitivos. A 
partir de alli ha quedado arraigada en toda la especie hu:-
mana una tendencia a asociarsecon •otros y a participar 
en grupos y asuntos comunitarios. Por lo tanto. toda po-
sibilidad de ser· dentro del contexto humano es pos ible 
solaI11ente en .relación con otro, o con los objetos contin-
gentes. Toda satisfacción de necesidades o deseos es pro-
vista sólo en estas relaciones objetales, y la separación o 
el aislamiento deben. ser comprendidos como formando 
parte de la patología ó de la acción prejuiciosa y segrega-
cionista contra los viejos de ciertas estructuras sociales, 
pero de ninguna manera como normalidad. "Para que la 
vejez no sea una parodia ridícula de nuestra existencia 
anterior no hay más que una solución:'.., dice S. de Beau-
voir ( 1970). s se uir ersi utendo fines ue den un sen-
. ttdo a nuestra vida: e 1cación a individuos. colecti~­
dades. causas,. traba o social o politico, intelcctual:--crea-
.QQL_ on rartamen e a o que aconsejan los moralistas. 
lo deseable es conservar a una edad avanzada pasiones lo 
bastante fuertes como para que nos eviten volvernos so~ 
bre nosotros Illismos. La. Vida conserva valor Ill1entras se . 
acuerda valor a la de los otros a traves del amor, la amis-. 
tad, la indignación, la c·ompasión". Por otra parte, no 
decirnos nada nuevo con esto: Hipócrates aconsejaba 
moderación en todos los terrenos, pero sin interrumpir 
sus activtdades, y en el siglo 11, Galen o decía •que el viejo 
tome baños calientes. beba vino y además .sea activo". · 
Cuando se invoca la d isminución de las capacidades 
sensoriomotrtces como el argu:mento de apoyo que sos-
tiene Ia· teoría del desapego. se está cometiendo el error 
tan común de juzgar la posibilidad de satisfacción que 
pueden obtener los viejos en sus act!vtdades con la óptica 
· comparr-ttva de las personas más jóvenes. En otro lugar 
me he referido a esto (1973). pero vale la pena insistir con 
21 
1 
I 
22 
Estas son las dos teorías, antagqnicas y con conse-. 
cuencias diametralmente opuestas~ Personalmente no 
tengo n1nguna duda de que la segunda, la del apego, es la 
correcta y la que hay que tratar de utilizar operativa-
mente, pero tampoco tengo dudas de que la otra, la del de-
sapego, está mucho más arraigada y extendida, cons-
ciente o inconscientemente, en todos los estratos de nues-
tra sociedad, y que produce un fenómeno que, parafra-
seando la teoria, podríamos llamar de desapego hacia los 
viejos . 
2. PREJUICIOS CONTRA l.A VEJEZ 
~ 
La vasta mayoría de la población de todas las culturas 
tiene un cúmulo de conductas negativas hacia las perso-
nas Viejas, inconscientes algunas veces, pero muchas 
conscientes y activas. Butler (1973) ha sido el primero en 
llaxnar la atención sobre este fenómeno y fo ha estudiado 
concienzudamente tratando de establecer su ortgen y con;-
secuencias. Basado en estas investigaciones ha acui\ado' 
un ténnino, agetsm, cuya traducción al castellano pre-
senta algunas. dificultades. Luego de un prolongado estu-
dio, estas dificultades nos han llevado a la necesidad de 
crear un neologtsmo para su cguivalen~ia¡ u!f'ismo . 
. Por lo ·tanto, el término u~lSmo de lne e coajunto de 
EreJuicios. esterc2Upos y discriminaciones que se apU-
can a los vie!os simplemente en función de su edad. En 
sus consecuencias son comparables a los prejuicios que se 
sustentan contra las:perscinas. de d.IStlnto color, raza o re-
ligión, o contra las mujeres en función de su sexo. La dife-
rencia radica sólo en el hecho de que los viejos rio poseen· 
ese estado en.razón de su nacimiento en un medio deter-
minado, sino que lo adquieren en razón de· la acumula-
ción de cierto número de cumpleaños. Veremos luego la 
1mportancia que esta diferencia comporta.~ 
Hay otro término, gei-ontofobta, que· también es utili-
zado con frecuencia pero que defie...ser convenientemente 
dlstitiguido del viejlsmo. Gerontofobia se refiere a una 
más rara ·conducta de temor u odio irracional hacia los 
·viejos, de manera que es menos abarcatlva y debe ser in- . 
cluida dentro del viejismo y no utilizarla como 
sinónimo. 
Los prejuicios contra la vejez, como cualquier otro pre-
juicio, son ad0p!J1~~ d11rapte la iIÚ5!nCia y l11ego se yap 
asentando y r-aclori.allzando durante el re:¡to de la viga de 
23 
( 
( 
t 
t 
los s res re uiciosos. Generalmente son el resultado de 
i enUficac ones primitivas con las conductas de perso-
nas significativas del entorno familiar y, por lo tanto, no 
forman parte de un pensamiento racional adecuado, sino 
que se limitan a una respuesta emocional directa ante un 
estimulo determinado. Estos orígenes quedan luego su-
mergidos en el inconsciente. y a los individuos prejuicio-
sos les resulta dificil. cuando no imposible. reconocer el 
tremendo impacto que estas identificaciones tienen sobre 
su pensamiento o conducta. que resultan en una mala in-
terpretación de los hechos, reacciones inapropiadas. 
desinterés o rechazo segün el caso. Busse (1980) señala 
que las. personas prejuiciosas muestran una llamativa 
disociación en sus conductas. pues al serles requerida una 
explicación sobre su manera de comportarse la dan en 
términos lógicos y adultos. en tanto que sus respuestas 
emocionales muestran una sobreexageración irracional 
l e la ansiedad, desesperación, temor o furia que corres-onden a patrones de conducta infantiles de respuesta a stimulos externos difictles de controlar. 
El resultado de la identificación infantil en la cons-
trucción del prejuicio contra la vejez se ve muy bien en un 
cuento de Grtmm. citado por SJmone de Beauvoir (1970). 
que no requiere mayores explicaciones: NUn campesino 
hace comer. ·a su padre separado de la familia, en una 
pequefta escudilla de madera: sorprende a su h~ojuntan­
do maderttas: 'Es para cuando tü seas viejo', dice el ~o. 
"Inmediatamente el abuelo recobra su lugar en la mesa 
comünN.· 
El mismo Busse ( 1980) intenta explicar el origen del 
prejuicio hacia los viejos diciendo que Men cierto momen-
to durante los años de formación educativa, los niños ob-
servan que la vejez va asociada con declinación mental y 
fisica. Ven en sus abuelos la pérdida de la vitalidad. un 
declinar del vigor mental y del atr~cUvo corporal. De par-
ticular importancia en los cambios corporales son la pér-
dida de la suavidad y tersura de la .piel y las modifica-
ciones fisicas asimétricas. · Se .. agregan a éstos otros mu-
chos cambios tales como la pérdida del cabello; la pig-
mentación de la piel, arrugas y la tristeza de la mirada. La 
persona en desarrollo ve estos cambios indeseables que 
acompaflan a la vejez e inconscientemente rechaza tanto 
el proceso de envejecimiento como a las personas que son 
portadoras de élN. . . - . . 
Butler ( 1973) señala que otro factor que se ag!"ega es la 
propensión humana de hostilidad hacia los dfscapac.tta-
24 
j 
1 
1 
'f 
dos, con los cuales son identificados los viejos. MEstá esti-
mada en 300 millones la cantidad de gente en el mundo 
con deformidades fisicas visibles. Esto causa problemas. 
emocionales. en parte a causa de la actitud de la sociedad 
hacia ellos. En las culturas primitivas estos decrépitos (a 
los cuales se les agregaban los viejos) eran frecuente-
mente impulsacJ.qs_. a morir. Esta 'solución final' no es ob-
via en las sociedad.es actuales, pero ciertas actitudes apa-
recen sorprendentemente sim1lares". En un estudio efec-
tuado por dos psicólogos alemanes sobre las actitudes de 
escolares normales. niños y jóvenes, hacia los discapaci-
tados. la mayoría (63%) pensaba que las víctimas debían 
ser institucionalizadas (es decir colocadas fuera de la vis-
ta). Muchos creían que Mellas seguramente preferirían 
morir". Cuanto más jóvenes menos piedad sentían y era 
mayor la aversión. El temor es la base de la hostilidad, y 
la ignorancia la prolonga. El temor es de que esto me pue-
da pasar a mi, por lo tanto o debo escaparme o debo lu-
char activamente en contra. 
Estos sentim1entos irracionales, estructurados en con-
ductas prejuiciosas, como he señalado más arriba. están 
ampliamente extendidos en toda la población p ero son 
especialmente peligrososcuando los poseedores de ellos 
son _los médicos o psicólogos que tienen a su cargo la res-
ponsabilidad de la salud mental de los viejos. En ellos el 
viejismo está internalizado de tal manera que les es su-
ma;m~nte dificil reconocerlo conscientemente y brinda la 
base de la 1nst1tuc1';mallzación de la teoría del desapego. 
Gibson (1970) señala que los psiquiatras son pesim1s-
tas con respecto al tratamiento de los _pacientes viejos. 
Revisando las htstorfas clínicas de .1.3~ . pacientes ma-
yores de 65 años ·que füeion adritlüdos en un hospital psi-
quiátrico -privado durante · uri perio'do-·de ·tres- ·años:···en'-
contró que el pronóstico fue considerado p"obre en el 80 % 
d~_ los .casos; -aun más:· et 60· % · foe desahuciada-y- enviado 
de vuelta a su domicilio dentro de los 90 días. Gallagher y 
otros (1965) observaron que de los pacientes comprendi-
dos entre les 15 y los 29 años, el 66,7 % recibían psicote-
rapia; entre los 30 y los 39 años la recibieron el 38,5 %, y 
entre los 40 y los 65 años sólo el 15,4 %. 
En un estudio realizado por Ford en 1980 sobre el com-
portamiento de 179 psiquiatras con respecto a los viejos·, 
encontró que aquéllos consideraban a éstos menos inte-
resantes como pacientes que a jóvenes con iguales 
síntomas. Al mismo tiempo. se sentían mucho menos ir¡.-
cllnados a practicar psi<;oterapia (especialmente con vie-
25 
jos depresivos) que con los jóvenes y, consecuentemente, 
prefirieron utilizar drogas, en el convencimiento de que 
la psicoterapia no seIVJ.ría de mucho. 
Butler (1973) pone especial énfasis en la amplia evi-
dencia de ufeji.smo detectable en ciertas publicaciones en 
el campo de la salud mental, y cita un párrafo del texto de 
Noyes y Kolb, Modem Clintcal Psychtatry, muy difundi-
do y conocido en todos los países. en donde describen a los 
viejos de la siguiente manera: "Un disgusto por los cam-
bios. una reducción en la ambición y en la actividad, una 
tendencia a· concentrar el interés en sí mismo, una difi-
cultad incrementada para la comprensión, un incremen-
to en el tiempo y en el esfuerzo para adaptarse a nuevas 
circunstancias, una disminución de la simpatía hacia 
ideas nuevas y una tendencia a la remJniscencia y a la 
repetición deben ser considerados como síntomas de la 
demenc ia senil aun si éstos pueden pasar desapercibidos 
como formando parte de la regresión de la personalidad. 
Muchos viejos tienen poca capacidad· de expresar senti-
mientos cálidos y espontáneos hacia los demás ... El pa-
ciente resiente lo que considera como interferencias de 
las pers onas jóvenes y muchos se sienten rechazados por 
ellos. Muchos muestran una hostil pero ansiosa y. teme-
rosa dependencia. Cierta tendencia _al aislamiento está 
presente". En esta descripción hay sólo verdades a ~edias 
en la caracterización de la demencia senil, pero mas ob-
via es la vis.ión pesimista que intenta generalizar sobre la 
vejez. El joven estudiante que lee este material se ve refor-
zado en sus actitudes negativas y prejuiciosas, más que 
alentado a comprender y acercarse a los viejos. . 
El Group for the Advancement of Psychiatry enumero 
en 1971 algunas de las razones de las actitudes negativas 
de los psiquiatras pata tratar a las personas viejas: 
1 . Los viejos estimulan a los terapeutas temores so.bre su 
propia vejez. · 
2. Reactualizan en los terapeutas conflictos reprimidos 
en relación con sus propias figuras parentales. · 
3. Los terapeutas piensan que no tienen nada que ofrecer 
a los viejos porque creen que éstos no van a cambiar su 
conducta o porque sus problemas están relacionados 
con eruermedades cerebrales orgánicas intratables. 
4. Los terapeutas creen que no vale la pena hacer el esfuer-
zo de prestar atención a los psicodinamismos de los 
viejos porque están muy cerca de la muerte; algo siml-
lar a lo que ocurre en el sistema médico militar de ur-
26 
gencia. en el cual el más grave recibe menos aten~ión 
porque es menos probable su recuperación. . 
5. El paciente puede morir durante el tratamiento, lo c u al 
afecta el sentimiento de importancia (¿omnipotencia?) 
del terapeuta. 
6 . Los terapeutas se sienten disminuidos en su esfuerzo 
por sus propios colegas. Habitualmente se escucha de-
cir que los gerontólogos o los geriatras tienen una Pre-
ocupación morbosa por la muerte: su interés por los 
viejos es o "enfermizo" o, por lo menos, sospechoso. 
Las conclusiones 1, 2 y 6 concuerdan casi exactamente 
con las investigaciones que personal.Inente he realizado 
durante mi trabajo institucional en el Centro de Salud 
Mental N 11 1 y que he publicado en 1973, no así las 3 .4 y 5 , 
que considero poco relevantes en un equipo de profesio-
nales convenientemente entrenados. ~n el trabato m en-
cionado señalaba ustamente. la cantlaad de 15roma s 
os co egas a as que esta amos enosamen e u es tos 
os u ico e a a, a c1a 
ca ie en ultad ue tuvimos ara conse u ir 
personal ue 1n resara a tra a ar con noso QS, .a esar 
e que o g,s os años se presen an en e y p ro-
f eslónales solicitando trabajo como psicoterapeutas en la 
instftución. Pudimos caracterizar el conflicto a . partir de 
nuestra propia inserción dentro de la práctica médica . 
. Todos. sabemos. que ésta se realiza en condiciones de, gran 
dificultad porque el enfrentamiento con la enfenned~d 
s iempre genera. un cierto grado de ansiedad. y que la. posi-
bilidad de desarrollar ·con mayor o menor éxito nuestro 
quehacer profesional dependerá de la instrumentación de 
nuestras conductas defensivas frente a ella. La más 
común y elemental está constituida por el par defensivo 
disociación-negación. Para ello recurrimos sim-
bólicamente al escritorio, que interponemos entre noso-
tros y el paciente, y nos permite separar omrupotente-
mente la salud de la enfermedad. Por ejemplo, si entrevis-
tamos a un señor con un cáncer de laringe ubicamos 
rápidamente las cosas: el enfermo es el que está del otro 
lado del escritorio, no nosotros. Las estadísticas médica s 
nos permiten protegernos en el porcentaje de los no can-
cerosos, y sabemos que las posibilidades de que lo con -
traigamos son bastante lejanas. Otro tanto ocurre cuando 
entrevistamos a un psicótico. Las estadísticas nos ayudan 
otra vez el enfermo allá, aquí la salud; la posibilidad de 
confundÍrnos es otra vez remota. Pero la única oporturu-
27 
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1 
1 
~ 
28 r 29 
3. PREJUICIO MAS COMUN CONTRA LA VEJEZ 
Uno de los prejuicios más comúrunente extendidos,' 
tanto entre legos com9 entre profesionales. es el de que 
los vie os son todos isca acitados. 
P more sel'i.ala que un tercio e común de la 
gente asegura que los viejos Mpasan· _mucho tiempo en 
cama a causa de enfermedades": ·uenen muchos acci-
dentes en el hogar"; Mtienen pobre coordinación psicomo-
trtz"; ·desarrollan infecciones fácilmente". Otros este-
reotipos comunes que se escuchan es que una gran pro-
porción de los viejos. están hospitalizados, viven en resi-
dencias ge:riátrtcas o en otros establec1m1entos especiali-
za dos, y que la salud y las capacidades de los viejos mues-
tran un alto grado de declinación según pasan los al'i.os. 
El r esultado de estos prejuicios es que se ·establece una 
fuc;:rte sinonhnia: viejo=enfenno .. que entraña un enorme 
riesgo, p ues pasa a comportarse como una profecía auto-
predictiva que tenµina por intemallzarse aun en 105 des-
tinatarios del prejuicio, es decir en los propios viejos. 
Cuando intentaIIlos romper esta sinonimia, el primer 
.•problema que se nos presenta es el de -resolver qué .signifi-
can los términos salud y ~rifennedad, problema que se· 
torna cada vez más. complicado .. como lo demuestra. la 
enorme cantidad de trabajos científicos.sobre el. temª y ~J 
grado de controversia establecido_ en torno .. a él,. __ pbVta-
mente relacionado con el. esquema ~eóricq ref:.ttIC::ns::ia) qj.je 
cada uno utilice. Esta dJscusiqn adquiere_ ~~pc;c:i~ c;_qµi-
plicación en geriatria por las caracterisÜcas propias del 
objeto de estudio, donde al efecto conocido.a.e ·deterniina-
dasnoxas que actúan como ge;neradoras o concllcioná.cfo-
ras de patología se suman los factores aún c;lesconoddos 
que, independientemente de aquéllas, producen el proce-
so universal de envejecimiento de todos ·los· seres vi-
vientes. Por lo tanto, el enfoque del problema debe con-
templar aquí algunas variables distintas de las -que se 
emplean habitualmente en otros momentos evolutivos 
del ciclo vital, 
La relación entre edad cronológica enfermeda es 
bien conoc a y es a ocumen a en as a las de 
expectativa de vida al nacer y en los estudios epidemio-
lógicos sobre la distrtbución de las enfermedades por 
edades. Cronológicamente la edad es el factor que se toma 
30 
r · 
como indicador último de la predicción de los índices de 
mortalidad; la edad es también asociada con morbilid ad 
Y se toma su incldencia en la prevalencia de eruermedad o 
dJscapacitación. Tenemos a nuestra dis-posición una gran 
cantidad de investigaciones sobre salud y enfermedad que 
··.sacan conclusiones sobre su relación colocándolas en 
.categorias tales como "45 a 64, 65 a 74, 75 o más" y que in-
. tentan demostrar repetidamente~la expectativa de la aso-
. elación entre edad y enfermedad. Pero cuando tratamos 
de trasladar estos resultados a nuestros pacientes o a 
nuestros viejos conocidos, muchas veces tenemos la iln-
presión de que no concuerdan. Las estadísticas p asan a 
ser una mera abstracción, números sin sujetos, deforma-
dores de la realidad. · 
Cuando uno trata de pensar qué es la salud. y si n uestro 
rol profesional es el de médico por ejemplo, ademá s d el 
generalizado poco interés por las personas viejas. nos da-
mos cuenta que est amos influenciados por n uestra for-
mación universitaria. en la cual la c iencia y la m edic ina 
han estado históricamen más re u adas or lo 
sos ue an an ma " que en clarificar los elementos -
... erv entes qu_e concurren para pro ucir y man ener esa 
s1Ihtd (DtltlCI . l S'13). La OrgmlliáCiod MUnlllál de la Sruücf ·-
( OM_s. 1946) señala que la salud debe deflnlrse como "un 
estado de completa· satisfacción-fisica, mental· y social y 
no solamente por la ausencia de enfermedad". Esta es , por 
supuesto, una definición ideal y pasible de distinta s in-
terpretaciones, pero la inclusión en ella de las tres áreas 
de la conducta donde la salud se eXpresa - fisica. mental y 
social- nos provee puntos de partida ilnportantes para 
pensar qué es lo que debe Mfuncionar" en contraposición a 
lo que Mno funciona". Pero en la prácUcá, más allá de esta 
definición, la salud de los viejos se describe gen eral-
mente: l) en función de la presencia o ausencia de enfer-
medad, o 2) en función de cuán satisfactorio es su funciD-
nwniento en cualquiera de las tres áreas de la conducta 
mencionadas·. 
definición en función de la enfermedad es la que 
utilizan abltua mente os pro esiona es médic os y 
afines. A esto se le puede llamar "modelo médico de la 
perspectiva de la salud" (Shanas y Maddox, 1976). El jui-
cio sobre la salud basado en la presencia o ausencia de 
patología es .el resultado de la observación, exámenes 
clínicos y hallazgos de laboratorio y. aunque intenta se1 
objetivo, está no obstante sujeto a la sofisticación de los 
medios tecnológicos disponibles, tanto como a las carac 
31 
-
teristicas que reflejan el clima social del momento en Slue 
_§e proauce. 
La definición alternativa de la salud de los viejos 
según su nivel de funcionantiento,. que por otra parte es la 
que va ganando adeptos día a día; está resuntida por el 
I 
Advisory Group de la OMS (1959): "La salud de los viejos' 
es mejor medirla en términos de función: ... el grado de 
ajuste más que la falta de patología debe ser.usado como 
la medida del monto de servicios que el viejo requiere de 
la comunidad~. De esta manera, las cosas que una perso-
na vieja puede. o cree que puede. son usualmente mdica-
doras del grado de su salud tanto como de los servicios 
que necesita. Naturalmente, la perspectiva funcional de 
la definición de salud lleva a desestimar las generalJza-
ciones estadísticas a las que he hecho mención anterior-
mente (que forman parte. por supuesto. del modelo médi-
co propuesto) y crea un conflicto entre ambos puntos de 
vista. Sin embargo. pueden no ser trreconcillabies si s ·e 
tienen en cuenta las sensaciones que relatan los propios · 
viejos y se confrontan con los hallazgos de· los exámenes 
fisicos. Un estudio realizado en Polonia (Piotrowsk:y. 
1970) ha demostrado el valor del modelo funcional com-
parando las respuestas de los viejos á un conjunto de pre-
guntas estandartzadas en un vasto estudio nacional que 
trataba de establecer su capacidad funcional con los re-
sultados de un examen fisico completo (Shanas, 1976). 
Maddox y Douglas (1973), al describir un estudio longi-
tudinal programado por la Duke University sobre la eva-
luación médica y funcional de la salud de los viejos reali-
zada con seis observaciones a lo largo de quince años. 
sostienen que con el correr del tiempo los dos tipos de ob-
servaciones tienden a ser cada vez más congruentes; pero 
qutzás el hallazgo más significativo de estos autores sea 
que de una observación a la siguiente eran más predeci-
bles los informes personales de los pacientes que los re-
sultados de los exámenes clínicos. Por supuesto que las 
autopredicclones de los pacientes no deben tomarse como 
sustitutos del dla nóstico clínico, pero si deben tenerse en 
cuenta e.orno un criterio ealista de su capacidad de fun-
c onamiento comunitario.1 
En 1974 el Contité de Expertos de la OMS señalaba: "Es 
ahora aceptado por la profesión médica que la morbili-
dad debe medirse no solamente en ténninos de la falta de 
procesos patológicos sino también en términos del im-
pedimento de las funciones en las personas afectadas por 
tales condiciones patológicas ... El diagnóstico funcional 
32 
' 
1 
1 
es uno de los más importantes elementos que deben ser 
introducidos en la gertatria. En este. sentido la distinción 
debe hacerse entre el impedimento y la discapacitación 
producida por una condición patológica~. El Comité va un 
poco más allá al definir la diferencia entre impedimento 
y discapacidad. El primero es una anormalidad psi-
cológica o fisiológic~,.que no interfiere con la actividad 
vital normal del individuo, en tanto que la segunda es 
una condición que resulta en una total o parcial limita-
ción de esas actividades. 
Esta declaración del Contité de Expertos de la OMS re-
fleja el crecin11ento del consenso general sobre el deseo de 
aceptar el crtterto de salud funcional de los viejos. La 
medida de la salud. hasta hace poco considerada prerro-
gativa de los médicos y resultado objetivo de los 
exámenes de laboratorio. debe incluir en alguna medida 
el cómo el individuo se siente frente a su impedimento y, 
por extensión. cómo ese impedJ.rnento interfiere con su 
rutina vital:· al comentarlo Shanas ( 1976) señala que el 
concepto funcional provee una herramienta mucho más 
conceptual que el modelo médico, porque a partir de allí 
se puede predecir cómo la patologia se traslada a la con-
ducta enferma y, en última instancia, condiciona el rol de 
enfermo. Por supuesto que en la consideración de la auto-
evaluación de su salud que hacen los viejos y sus con-
gruencias e incongruencias con la apreciación médica, no 
hay que dejar de mencionar dos aspectos extremos y 
opuestos de suma importancia: uno es la negación 
maníaca de la enfermedad y otro es su exacerbación hi o-
con nac Ainbas son e su por sus canse-
s posibles y constituyen manifestaciones visibles 
de trastornos de la personalidad francamente pa-
tológicos. 
Creo necesario señalar aqui que la introducción de los 
modelos médico y f unctonal no zanja la discusión sobre 
qué es salud y qué es enfermedad. puesto que. cualquiera 
que sea nuestra posición, no podemos negar el hecho ob-
e o e on la edad, im edJ.rnentos enfe.rrnedades 
crecen constantemente y alJ!( espués e os 65 años soja-
_mente una minanª de. lQ~!lMill,ios están libres de un 
alagn6sflco dea~1&una afección crónica, pero Sl nOS...Q.U>vee 
trtm-posrunmac e Trm'mtm1'i'ül're!"emenTc:>dTSrtñttvo'O:.-
··"fu:atñiO:aia::ócmSiñ ... _ - ·-· 1 1 de 1 
gan en a utilización del pre!ulclo contra la "ejez 
'7o1viendo a esta forma del prejuicio que estamos tra-
33 
tando y, aun sabiendo que las estadísticas no reflejan e-
xactamente la realidad, es preciso reviSar algunas de e-
llas para ver la falacia del pensamiento y la con d u cta pre-
j uiciosos. . 
Mientras una vasta mayoría de la población cree que 
'
entre el 20. y el 50 % de los viejos están hospitalizados o 
vtven en instituciones cspecialJ.z.adas, en realidad la cifra 
alcanza aproximadamente al . 5 o/o de la población mayor 
de 65 años. Estudios realizados en la década del 60 en so-
ciedades industrializadas mostraron lo siguiente: Esta-
dos Unidos, 3,7 %; Inglaterra, 4,5 %; Dinamarca, 5,3 o/o. 
Las diferencias entre estos resultados son más el fruto de 
una política distinta con respectC' a la institu cionaliza-
ción de los viejos que de variantes en 1InpecUnlentos Y sa-
lud. Arriba de los 75 años el promedio trepa hasta el 8 % 
(Shanas. 1976). 
Cori respecto a la idea de que los viejos pasan mucho 
tiempo en caxna debido a sus enfermedades, la verdad c:s 
que pasan el doble de días en cama que las personas mas 
jóvenes. pero esto solamente representa e13 % del total de 
días del año, 10 días para los hombres y 13 para las mu-
jeres (Censo del USGPO. Washington, 1977). Solamente el 
16 o/o de las personas viejas no institucionalizadas son 
incapaces de desarrollar el máxlmo potencial de sus ca-
pacidades operativas permanentemente. El número de 
días anuales de actividad restringida es de sólo 38. 
Con referencia. al estereotipo de que los viej os desa-
rrollan más fácilmente infecciones y tienen más acci-
dentes, en realidad hay entre ellos muchas menos condi-
ciones agudas de este Upo que entre las personas más 
jóvenes (1,1 por persona y por año contra 2,3 por persona 
y por año debajo de los 65 años). Es cierto que los viejos 
tienen más problemas crónicos (81 %) , pero sólo una vez Y 
media más que las personas entre · 17 y 64 años (54 %). si 
se incluyen algunas condiciones menores tales como uso 
de anteojos. reducción de la audición y alergias (Palmare. 
1980). En el estudia mencionado de la Puke Univ~rsity, ~l 
51 % de los viejos consideraba que s~ salud era buena • 
el 33 % que era "aceptable" y solrunente el 16 o/o que era 
"pobre". 
Hay frecuentes noticias de viejos que corren mara-
tones, trepan montañas., nadan largas distancias. _o_s1In-
plemente dan muestra~ de .~u excelente funcio_i:i~~~~to 
fislco. Un estudio (H. Devrtes, 1968) soI?re un prog~a de 
un año de duración con ejercicios realizados por pei:sonas 
mayores de 70 años demostró que su salud y el ajuste de 
34 
-
ue e -
a u e o sa emos muy bien todavía cuáles son as cau-
as que detenninan el proceso de envejec1Inlento, aunque 
seguramente podremos esperar respuestas en un período 
relativaxpente breve. provenientes del campo de la genéti-
ca. pero obseivando los procesos individuales de enveje-
cilnlento podemos ver la enorme variación que se pro-
duce de sujeto a sujeto: así encontraremos personas de 8 0 
afias que "no lo parecen". en tanto verexnos otras de 60 t o-
talmente decrépitas. Sin ninguna duda la discrepancia 
estará dada por la interco rr nci de fact ores 
excesiva 
35 
( 
l sisten a aceptar estos hechos y siguen aferrados a sus con-
W cepciones prejuiciosas sobre la vejez.\ 
4. BIBLIOGRAFIA 
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37 
f j 
1¡ 
2. FACTORES BIOWGICOS Y SOCIALES QUE 
INCIDEN EN lA PSICOLOGIA DEL ENVEJECIMIENTO 
l. INTROOUCCION 
Uno de los mayores problemas que enfrenta el estudio-
so de la gerontología y la geriatría es la excesiva tenden-
cia a la generalización y/ o universalización de los te!llas 
que se abordan, como también la utilización de un 
sinnúmero de "lugares comunes" sobre la vejez- y los vie-
jos. Es probable que ambas conductas estén íntimamente 
relacionadas, y que el folklore y la mitología invadan el 
espíritu científico de los investigadores en un intento de 
encontrar explicaciones totalizadoras para ün fenómeno 
psicoló ico ue se uiere evitar ue es tomar conciencia 
even!L ~.!i§ r . .Q .. 12.!:0 o enve c,!!nieU..2· ea cua 
fuere la edad del que esc:;:ri e so re estos temas o del que 
los lee, siempre estamos hablando de nosotros mismos. 
de lo que somos o de lo que seremos; .. si el tiempo nos lo 
permite. Tornar conciencia de esto es el punto· de partida 
para poder comprender los vastos. complejos e intrinca-
dos fenómenos que se presentan en el proceso ~e nuestro 
envejecimiento y las diversas conductas que surgirán de -
ellas, conductas ·qu e si bien representan y están integra-
l 
das en un todo, tendrán su manifestación preponderante. 
ún 1 s casos en el área 1 ( sicoló lea),· en el área 2 
(blo ógica o erre a rea soc a . 
o os os au ores importantes en el campo de la ge-
riatría (Neugarten, Bourllere. Gutmann, Bromley, Streji-
levich. entre otros) insisten en ·1a. imposibilidad de esta 
generalización, basándose fundamentalmente en el crite-
rio de "dispersión", esto es, la mayor disparidad de con:.. 
ductas o de sus rasgos que se advierten con el paso del 
Uerripo: son más homogéneas, y por lo tanto más pasibles 
38 
de s~r computadas estadísticamente. las conductas de 111 
reclen nacidos o de los chicos de 6 años que las de los vh 
jos de 70 años. Pero no es ésta la única dificultad meto 
dológi<;a. La investigación gerontológica y geriátrica 1 f'! 
9uerinaun~ mayor realización de estudios de Upu 
lon ltudinal uellos ue ermitan el ·estu<.lio 
e los sujetos durante la mayor l}arte J;?O~ible e su vtdu 
para po<!_~-~!l~!:.!.~ vi9~!!.udes de su créeiifil.~n. r1,.Qíl 
ITOllov '"Ove' '""'""''· :r.::-.- ~ · · · - - ""-·~""' ~u.,-'-"-Y-·--·11..t<."':<~.f",c;p.IJ.l..-p,cl:Q_c:au:;_ nrnrPdiin.lPntO es muy 
01 . .ucil de realizar or re u · ~----·¡¡"-·~-·~"-
figada-·relafFiiüñ-;~{'[9.~C:._biQ_~d!;!n~-~l".e._q~~~~ 
.. _ - . ...... ._. ·-· - -- ·--"'~~ - .... ~§ •. é!! . e y ,1~. n oniu e. v un~~uu1u1no 1ct· · trabajo 1 ,.., ~~ ... =v~. ___ ,..,,, ..• ~.. :.-:=-::" 
T d c1o~ -ª -~9n~g,µl~P.~~.-~tab~dª9.Y.~r~}§ .~n~la..a..lu _argo e ps ~9~, .l.';ste sena el metodo más recomendable 
objetivamente, pero no obstante tendría el inconveniente 
subjetivo de que investigado e investigador envejecerían 
al ~smo tiempo, lo .cual en un detenninado momento 
podría producir inteñerencias y desvirtuar los resulta-
dos. 
;enemas que recurrir entonces al método Mtransver-
sal . que compara una o varias funciones en grupos d e 
igual edad cronológica. Este método es· el más utilizado 
pero es el menos confiable científicamente en cuanto a 
sus resultados porque tiene el lI:J.conveniente de inducir 
errores al no contemplar la variable "tiempo histórico" 
(Neugarten, 1970). El método Mtranscultural", es decir el 
que compara individuos de la misma edad en diversas 
culturas (por ejemplo, Gutmann. 1977) tiene el inconve-
niente de d·esesUmar la variable MUempo ·social" (Neugar-
ten, 1970). Sobre estas dos variables volveré a hablar más 
adelante. 
Finalmente, la elección del lugar donde se realiza el 
muestreo de la población Uené fundamental importan-
cia. Generalmente los investigadores empiricos en estos 
temas tienden a sacar sus conclusiones a partir de los 
consultorios privados o de las Jnstltuciones. y luego tra-
tan de ex_trapolar estos resultados a la población general. 
Pero aqu1 el error es más peligroso porque hace una ex-
tensión de observaciones realizadas sobre Mpactentes" -
es ~ecir, enfermos- hacia individuos sanos, sean éstos 
organicos o funcionales. Este error deriva del prejuicio 
más asenta~o sobre la población vieja y que es la utiliza-
ción automauca de la categoría viejo=enfermo. Las in-
vestJgaci~nes sobre menopausia (Neugarten. 197,0). sobre 
declinacion mental (Botwinick. 1966) o sobre depresión 
(Palmare,_ 1980) entre otras; desestiman este prejuicio. 
Como el titulo de este trabajo se presta para caer en algu-
39 
no (o en la totalidad) de los errores que señalo, corres-
ponde acotar su intención. 
El término envejecimiento de por sí puede inducir a 
ambigüedades sobre su ubicación temporal. De las diver-
sas acepciones que de él se pueden dar, elegiré para esta 
exposición su aspecto de desarrollo, de "procesoM de tran-
sición del ser humano hacia la vejez, y para ello lo cen-
traré en las interacciones psicológicas, biológicas y so-
ciales de lo que últimamente los autores ingleses y amerl-
canos especialmente, han comenzado a estudiar bajo la 
denominación de mediana edad (Middle Age. Bromley. 
1977; Butler. 1982: Howells, 1981: Norman. 1980; 
Jacques, 1966: Neugarten, 1977). Esta pretenderá también 
ser la introducción a un estudio a desarrollar todavía: la 
de establecer cuales de las características descriptas por 
los autores anglosajones se corresponden con la realidad 
de nuestro país, y cuál es su impacto sobre la psicología 
del envejecer aquí, ahora. 
2. ¿QUE ES l.A MEDIANA EDAD? 
Una de las dificultades con el término mediana edad 
reside en que no es una fase que pueda definirse muy cla-
ramente, sino que guarda diferentes significados para la 
gente según su edad, sexo, status, clase social. etc. El pri-
mero en estudiarla fue E. Jacques (1966) y la situó cro-
nológicamente de los 35 años en adelante, pero a mi jui-
cio cometió una equivocación, pues constituían la mues-
tra de su estudio fundamentalmente artistas de siglos pa-
sados. cuando la expectativa de vida al nacer era mucho 
menor de lo que es ahora y, en consecuencia, si quisiéra-
mos· recurrir al mismo método, arbitrario por cierto, de-
beríamos situar actualmente este periodo entre los 45 y 
los 65 años. 
Esta es la época en que la, mayor~a de la gente ha en-
contrado el modo de' subsistencia propio y el de su fami-
lia, ·y el momento en el cual han terminado la crianza y 
cuidado de sus hijos, actividad que suele suplantarse con 
el cuidado y preocupaci0n por los propios padres, cuando 
éstos aún existen. En ciertos sectores de la población, en 
la mediana edad se está al mando de la sociedad en térmi-
nos de poder, influencia y toma de decisiones, lo cual trae 
aparejado suma responsabilidad en el manejo de temas 
tales como los relacionados con la juventud y la vejez, por 
ejemplo (Butler, 1 9 82). Alred edor d e la s tres cuartas 
40 
:1 
1 . i 
partes de la producción intelectual de cientifl.cos y escri-
tores está distribuida en el rango de edad comprendido 
entre los 30 y los 59 años; la mitad de los descubr1mientos 
y desarrollos en medicina y en psicología se producen en 
la década de los 40 (Bromley, 1977). Entre los 30 y los 60 
años se distribuye el 80 % del total de los puestos 
políticos. militares o industrtales de la sociedad. 
Estas consideraciones relativas a las clases medias y 
altas, tienen su correlato en las clases bajas en cuanto a 
status y jerarquías en sus respectivos grupos de funciona-
miento e influencia. Los trabajadores manuales tienen su 
lugar en fábricas y/o sindJcatos, en las organizaciones 
barriales, clubes, parroquias. etcétera. 
Las personas que han adquirido un nivel socio-
económico ue les brlnda se uridad ue mantienen un 
buen esta o e sa u . ue en sentir esta é oca como la 
~flor de la vida". La experiencia acumu a a y as con u c-
tas estabilizadas en las relaciones interpersonales h acen 
ue en eneral les resulte fácil responder a las demandas 
·del entorno socia aun mantener a ecua as e r or-
mances isicas, at eticas o eportivas, aunque sean m o-
dificadas or la ex eriencla y or cierto rada de líirilta-
_ciones. (Por ejemplo, pueden jugar go en lugar e jugar 
al fútbol o correr dos veces por semana en lugar de jugar a 
la paleta, pero obteniendo, de todos modos. la satisfac-
ción de sentirse activas y deportistas.) 
Para otras personas la mediana edad constituye un 
Mnicho ecológico" (Bromley, 1977). es decir que se han 
adaptado a un entorno limitado y que su ajuste a las a c':::-
tividades de la vida cotidiana se reduce a una rutina regu-
lar, lo cual les proporciona sent!Inientos de seguridad y 
así se sienten protegidos de los conflictos que podrían 
provocarles ansiedad. La experiencia los provee de la p a-
ciencia necesaria para hacer frente a los problemas y, al 
mismo tiempo, para sentir confianza en si mismos. La 
gran profusión de contactos sociales que surgen del status 
y la jerarquía conseguidos· hacen que se esté en condi-
ciones óptimas de recoger la información necesaria para 
resolver los problemas. tanto en el campo de la investiga-
ción científica como en el mundo de los negocios. Como es 
fácil comprender, el objetivo de todas estas conductas es 
el mantenimiento de un adecuado nivel de autoestima. 
Para gran parte de la gente la mediana edad es la época 
de la autorreal!zación y la gratificación, pero al mismo 
tiempo, para toda la gente sin excepción ésta es también 
la época que marca el paso LTlexorable hacia la vejez y, en 
4 1 
consecuencia, gran parte de lo que denornlnrunos "buen o 
mal envejecer" está conterudo en este pasaje. Pero antes 
de examinar qué es lo que detenninará la calidad de este 
proceso y sus consecuencias ulterlores debemos pregun-
tarnos ·si existen algunos rasgos intrínsecos y particu-
lares de esta etapa y que puedan adscnbirse a toda la po-
blación que envejece. · 
3. CARACfERISrICAS DE l.A MEDIANA EDAD 
Aun manteniendo muchas reservas sobre las genera-
lizaciones, tal como lo he señalado más arriba, la 
mayoría de los estudios, tanto los longitudinalescomo 
los transversales y transculturales, muestran la presen-
cia de algunos rasgos intrapsíquicos con la suficiente 
constancia como para tomarlos como punto de partida 
pa ra una futura investigación comparativa. . 
Partiré de la "Qase de que en la meclJana edad hay dos te-
m a s predomlnantes que prestan una especie de telón de 
fondo sobre el que aquélla se. desarrolla.y que son:. la.pro-
gresiva toma de conciencia del pa~o del tiempo con el con-
siguiente envejecimiento personal, por un lado, y por el 
otro, que los cambios en los patrones vitales muestran 
que los hijos crecen, los propios padres envejecen cada 
vez más y mueren , y que eso lo coloca al individuo ante la 
sensación ineludible de ser "el próximo en la fila". Las 
formas de expresión ~trapsíquicas de -esta temática son 
las siguientes: 
3 . 1. Incremento de la tnterioridad 
Neugarten (1970) ha sido la plimera en llamar la aten-
ción, basada en estudios realizados en la Universidad de 
Chicago, acerca de que en la mediana edad hay· un énfasis 
en la introspección y en el balance vital con un intento de 
revaluar el sí-mismo (selj). La preocupación por el mundo 
interno se intensifica; las catexls. emocionales sobre per-
sonas y objetos del mundo externo decrecen: la disponi-
bilidad para distnbulr actividades y afectos en las perso-
nas del entorno se reducen; es el momento del movimien-
to desde el mundo externo al mundo interno. La autora 
insiste en que este incremento de la interioridad es un 
proceso íntrinseco atiibuible a la edad más que a una 
res puesta ada ptativa a procesos de c:ambio, ya que puede 
s e r medida, di.ce, en personas con ·uuen funcionanúento 
42 
1 
.1 
1 
1 
1 
mental antes de que ocurran las inevitable~didas !'111 ) 
~inherentes al envejeciiniento, o antes de que h oy 1 
'aigüil" cambio detectable en la per:fonnance o competem 1 , 
de los sujetos en los roles sociales adultos. 
Partiendo de la similitud entre este planteo y la am 
veración popular de que "en la vejez hay un aumento th 1 
narcisismo", utilicé en otro lugar (Salvarezza. 1985) lu 
metodología psicoanalítica para confrontar ambos co11 
ceptos - intenondad y narcisismo- . y sostuve que s i IJlr 11 
el incremento de la interioridad debe considerarse 1 11 
prinlera instancia como un fenómeno universal, h ay qw 
verlo como el resultado de la disociación que produce , 1 
conflicto de envejecer o ciertas situaciones vitales dcnlt 11 
del proceso de ·ser viejo". ~ste repliegue sobre sí ~u1v 
podrá tener las características de remtntscencia, en c 11 y11 
caso se canse uirá la tnle H.dad del su eto, o ad uirh ?t 1 1 
orma de nostal la. al no oder es a ecer a e 1 <I 11 I 
. 
1 
se ransformará" en esesperac n. e cu qu er m a u c-1.1 '" 
~el narcisismo.pasa a ser la consecuencia y no la causa clrl 
.u..tt Iñcremento de la interlortdad (véase cap: 4) . 1 • 
3.2. Cambio en-la pe~cepclón del tiempo 
En su mediana edad la gente comienza a pens111 1 1 
tiempo, su tiempo, desde una perspectiva distinta. e 11 
mienza a medir el tiempo más en función de lo qu e 11111 11 
por vivir que de lo que ha pasado desde el nacimiento. 1"" 
hay solamente una mv;erslón de la direccionalidad. tt l11 11 
que aparece la conciencia de que el tiempo es finito. N' 11 
garten ( 1970) sefüila que en esta época existe una m a1 t •111 I 1 
dificultad para situarse en la propia edad y que cuamJ11 , 
algunas personas se les pregunta de improviso por s u c-dw I 
no pueden dar de .inmediato la respuesta adecuada; 11111 
rrumpen su pensamie nto y frecuentemente clln 11 
"¿Cuántos ... 51? No, 52. Sí. sí, 52". 
3 .3 . Personalización de la muerte 
· Intimamente relacionado con lo anterior a paren 1 , 
personalización de la muerte. La muerte de pares y 011 11 
gos. especiahnente los últimos, hace que ésta se couvh 1 I u 
en ui:ia posibilidad real para uno mismo y que deje <.le 11 1 
la magica o extraordinarla ocurrencia que parec ía c rn111 
do éramos j ovenes. 
··· Jacques, en su importante trabajo de 1966, a l anoll 111 
las causas que provocan un cambio en la conducta <.le 111 11 
43 
personas en la mitad de la v1da decía: "Considero, y trata-
. ré de demostrarlo. que el hecho . de que en el escenario 
psíquico entren la realidad y la inev1tabilidad de la pro-
pia muerte personal eventual, es el rasgo central y básico 
de la fase de la mitad de la v1da, el rasgo que precipita la 
naturaleza crítica de este p~Iiodo. ~ muerte - en el nivel 
consciente- , en lu ser una concepción general 0 i.m 
aco en o en érminos CTu la erdiaa 
de algún ser. se c;;onv1srte eu...mi.P;ro _S:....11l~~~~::io!!al,lá 
propta: muerte, la propia mortalidad real y ac~Freüer 
(1915) describió con precisión este problema: ".Está]Jamos 
E!eparadgs...;p.ara sostenc~ la muerte era el resultado 
necesario de la v1da .. . Sin embargo, en reail3ad, estaoá-
mosacosfo~:§r:~~Qs_~:É,9ñ~ffi~ C?~O. s!.[tffrac1eotr~. 
marrett .. ~~~_g_tfáD~~~D'ª-..Yicofil1l-fil1ffil.Ji1~i!.i;@fifilá' ·ª·-·· 
'arCl'ilva;~ . ,LllJ.~~t;r~1.1m!!?:~J"J.~ .. 2~~-.Y.!9.f!:J!.f!,t.~J~?~ºs .. ~ 
de-'O'C!\lTl'.ar1a ... Se rra a ae nuestra propia vida, por supues-
to:-::-mttrre cree en sfcr!o¿Ia-miféñé':::'""En ei"'füconséte•nte . 
tottos-t!Man convenét os .. e"s1:t'-ro~r-··i.iuñOrC kíaci''" ..... .... .. 
..... Eff·-esfe-p~iito~"ün"rasga··rrn:arlan~"Cfeor~en c~fturat 
parece determinar una distinta conducta según los sexos: 1 
mientras el hombre aparece preocupado por la proxtmt-
dad de su muerte, la mujer está preocupada por la 1nrn1-
nencia de su v1udez. . 
Es importante señalar que en condiciones normales, 
al instalarse la vejez. de los tres rasgos intrapsíqutcos 
mencionados, los dos últimos tienden a perder importan-
cia y a desaparecer como factor preocupante, en tanto que 
el primero persiste y aun puede llegar a ·incrementarse 
considerablemente (Salvarezza. 1985). 
4. DISTINTOS TIPOS DE ENVEJECIMIENTO 
Los estudios realizados muestran que en general la 
mayoría de la gente se ajusta y adapta relativamente bien 
a los problemas y demandas que presenta la mediana 
edad. pero que también muchas veces ocurren' dificul-
tades en ese tránsito y aparecen las llamadas "crisis de la 
mediana edad". Más adelante voy a considerar si esto 
debe o no considerarse una "crisis". pero entre tanto. pa-
rafraseando a Butler (1982) y a H. Ey (1969) describiré las 
conductas más comunes que suelen presentarse en la , , 
mediana edad y que denotan stntomáticamente que, el 
proceso de "buen envejecerM está perturbado. 
44 
·• 
t : • 
H. Ey señala que el ser que envejece debe hacer un es-
fuerzo extra. porque al contrario del niño o del adulto, 
debe adaptarse no solamente al medio sino. además. a su 
propia vejez. La Imposibilidad de aceptar las nuevas con-
diciones que impone el envejecimiento puede llevar a que 
aparezca una "reacción global de rechazoM: rechazo de ad-
mitir el enve ecimiento de las ca acidades intelectuales 
el envejecimiento . lS ao o a dis inu · - l sexuali-
a . s e rechazo puede convertirse en una auténtica for-
mación reactiva que se traducirá en la adopción de ras-
gos, maneras y conductas inapropiadas, correspon-
dientes a otra época, en un intento de -detener el reloj". La 
frustración llbidinal puede llevar al sujeto que envejece a 
sentirse inferior a los jóvenes. puede fomentar senti-
mientos de enVidia, lo cual se traducirá en un rechazo glo-
bal de todo lo relacionado con la juventud u eta se 
mos rara impacten e. agres vo. au oritario y critico ha-
cia las generaciones menores. La preocupación por los 
cambios corporales irievitables puede llegar a ser exage-
rada. y aparecerá en forma de trastornos.hipocondriac os. 
COíldepresión alcoholtsmo o algun otro ti o de adicción 
- especialmente medtcarnen osa- corno posibles conse-
cuencias. El .. emor a los cambios, especialíñente en lo cor-
poral, relacionado con el funcionamiento sexual. puede 
-e,roducir dos tipos de reacciones opuestas: por un lado, 
pfoñllscuidad tratar de probar que aun se es jo-
ven y atractivo. Esto puede con uc a ernpes vas rup-

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