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I I . Biblioteca de PSICOLOGIA PROFUNDA Algunos títulos publicados: 20. A. Ganna - Psicoanálisis de los sueños 21. O. Fcnlchel - Teoría psicoanalftica de las neurosis 22. Maric Langcr -Maternidad y sexo 24. Hanna Segal - Introducción a la obra de Me/ante Klein 2S. W. R. Bion -Aprendiendo de la expe- riencia 29. C. G. Jung - P1icologia y rlmbólica del arqueripo 30. A. Ganna - Nuevas aportaciones al psicoandlisis de los sueños 31. Annlnda Aberutury - Aportaciones al psicoanálisis de niffos 32. A. Garma - El psicoanálüis. Teoría, c/fnica y técnica 33. R. W. Whitc - El yo y la realidad en la teorfa p!TicoanaUtica 3S. W. Reich - La función del orgasmo 36. J. Bleger - Simbiosis y ambigüedad 3 7. J. Sandlcr, a.·:-~- Holder - El pacitm te y el analista 40. Anna Freud - Normalidad y patologt'a en la nfflez · 41. A. Ganna - El dolor de cabeza. Géne· sis psicosomdtlca y tratamiento pd· coanalftico 42. S. Leclaire y J. D. Nulo -Desenmas- carar lo real. El objeto en psicoanálisis 43. D. Llbennan y D. Maldavsky - Psicoa- nálirls y semiótica. Sentidos de reali· dad y categorlmciones esti/fsticas 44. l. Berenstein - Familia y enfermedad mental 4S. l. Berenstein - El complejo de Edipo. Estructura y significación 46. A. Annando - LA vuelta a Freud. Mi· to y realidad 47. León Grlnberg - Teoría de la ldentifi· cación 48. J. Bowlby-EI vinculo afectivo · 49. J. Bowlby -1.A separación afectiva Sl. E. H. Rolla - Familia y personalidad S 2. M. Shepa.rd - Fritt Peris. l.A terapia guestáltica S3. León Grlnberg (comp.) - Prácticas psicoanalíticas comparadas en las ne¡1- . rosls S4. León Grinberg (comp.)- Prácticas psi· coana/fdcas comparadas en las psicosis SS. León Grinberg (comp.)- Prácticas p:tl· coanalitlcas comparadas en niños y adolescentes S6. l. Bcrenstcin - Psicoanálisis y semióti· ca de los sueño:r S1. Anna Freud - Estudias psicoanalíticos S8. P. L. Assoun - Freud: la filosof1'a Y los filósofos ·'.:,. S9. O. J(cmberg - Lq teori'a de la1 relacio- nes objeta/es \ · 61. M. Sapir, F. Rcvcrchon, J. J. Prévost •. y otros - La relajación. Su enfoque "f psicoanalítico ;1 62. W. R. Bion - Seminarios de psicoaná· ~ lisis ~~· 63. J. Chuseguet-Smirgel - Los caminos '~ del anti-Edipo •!f.f 64. G. Groddeck - Conferencias pslcoana· · ~~· líticas para enfermos - · -.~· 6S. M. A. Mattoon - El análisis funguiano . ~;· de los sueños ' l~ 66. D. Foulkes - Gramática de lo:r sueños ·~',¡n 67. Anna Freud - El yo y los mecanismos . :~~ 'i de defensa ~1\: 68. Heinz Kohut - La restauración del ti- ;~ 69. ~~s;'~ch y otros - Escritos psicoana- l'.I?. líticos fundamentales . ~?! 70. Georl!es Amado - Del niffo al adulto . . :\!' ~ El psicoanálids y el ser ,~;11~t~ . . .,,. 71. Jean Guillaumin - Lo1 sueñot y el yo. ·1~\Hg 1 ._ .. ~. Ruptura, continuidad, creación en la .;~~fl , · · · vida psíquica .. ; 72. l. Bcremteln - Psicoanálisis de la es· ;' tructura familiar ·: 73. M. A. Mauu - Paradojas psicoanaliti·· cas 74. M. Yampey-Psicoanálisis de la cultura 76. L. Grlnberg - Psicoanálisis. Aspectos .. teóricos y clínicos 77. D. J. Feldfogel y A. B. Zimemian. (comps.) - El psiquismo del niño e'!-.' f ermo orgánico ·: 78. C. G . Jung - Energética psíquica y esencia del sueflo · (Continúa en la última págini/ Leopoldo Salvarezza. PSICOGERIATRIA Teoría y clínica . ~ PAIDOS Bueno1 Aires Barcelona M•><lco ,¡ l ·1 1 i 1 ' 1 ! i l l 1 1 ·. 1 !·· ·. .. PSICOGERIATRIA Teoría y clínica • 1 1 1 1 l 1 1 1 ' 1 1 ( 1 :., ·.:".: - Cubierta de Gustavo Macri Impresión de tapa: Talleres Gráficos JC Carlos Maria Ramírez 2409, Buenos Aires 1 a. edtcibn. 1 988 Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Queda hecho el depósito que prevtene la ley 11 723 La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, ldentlca o modificada, escrita a máquina, por el sistema "multlgraph", mimeógrafo, Impreso, por fotocopia, fotodupllcactón, etc., no autoriza- da por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utlll.zaclón debe ser previamente solicitada. © Copyright de todas ediciones by Editorial Paidós SAICF Defensa 599; Buenos Aires Ediciones Paidós Ibérica SA Mariano Cubí 92: Barcelona Editorial Paldós Mexicana SA Guanajuato 202-A; MWco ISBN 950 - 12 - 4124 - 6 INDICE INTRODUCCIONY PRESENTACION 1. VIEJISMO. LOS PREJIBCIOS CONTRA l.A VEJEZ l. Las dos teorías ..................... .. .................................... . . 2. Prejuicios contra la vejez ............................................. . 3. Prejuicio más común contra la vejez .......... . ............... .. . 4. Bibliografia .......................... .. ..... . .............................. . 2. FACTORES BIOLOGICOS Y SOCIALES QUE INCIDEN EN l.A PSICOLOGIA DEL Ef\.'VEJECIMIENTO 1. Introducción ................ ..... ..... ............................... ..... . 2. ¿Qué es larnedtanaedad? .. ... ............................... ... ... . 3. Características de la mediana edad ... .... ..... ................ . 4. Distintos tipos de envejecimiento ........................... .... . 5. Factores psicológicos en el envejec1rniento ................ . . 6. Factores biológicos en el envejecimiento .. ....... .. .. .... . . . . 7. Factores sociales en el envejecimiento ....................... . 8. Conclusiones ..................... . ....... ... ............................ .. 9. Bibliografía .......... ..................................................... .. 3 . l.AS DEPRESIONES EN l.A VEJEZ 1. Introducción ..... .... ..... .... ........ .... ............................... .. 2. G!?~lf.!~ac!_q_n_g~_ J?s gepresiones ........ ......................... . 3. Depresiones neuróticas ...................................... ....... . 4. Depresiones psicóticas .............................................. . 5 . Depresiones secundarias ....... ...................... . ... ......... . . 6. ·Diagnóstico diferencial .............................................. . 7. Apéndice ......................................... .......................... . 8. Bibliografía ................................................................ . 4. EL CONCEPTO DE NARCISISMO EN l.A VEJEZ Y SU CONEXION CON LAS DEPRESIONES. UN ESTIJDIO PRELIMINAR l. El narcisismo en la teoría psicoanalítica . ................... .. 2. La interioridad ................................ .. ........ .. ..... .......... . 3. Los destinos de la interioridad .......................... .. ........ . 4. La perfección narcisista . ............................................ . 5. La moral culposa .... . .. .... : . .......................................... . 5 9 16 17 23 30 36 38 38 40 42 44 46 48 50 54 55 58 58 61 65 78 89 90 92 100 102 102 106 108 115 120 6. EJemplillcación de la teoria con un viejo conocido: Fausto............................................................ 123 7. Conclusiones................. . .. ........ ....... .......................... 132 8. Bibliografia ..............................•................................. 132 5. l.ASEXUAUDAD EN LA VEJEZ 134 l. Introducción............................................................... 134 2. DatosestaaíStlcos .......... ·............................................. 143 3. Datos fisiológicos................................ ....................... 145 4. Consideraciones psicológicas .................................... ~ 149 5. Consideraciones clínicas . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . ... . .. . .. 152 6. Conclusiones.............................................................. 164 7. Bióllogralia . . . . . . ... . .. . . . . . . .. .. . ... . . . . .. .. . . .. . . .. .. . . . ... .. . ... . ... ... . 166 6. PSICOTERAPIA EN· LA VEJEZ. REVISION BIBLIOGRAFICA COMENTADA 168 a . Revisión bibliográfica .. . ... . . .. .. . .. . .. . . . . ... . . . .. .. . . .. .. . ... . ... . . . 1 70 b. Comentartos critlcos y actualizaciones .. . . . . .... . .......... .. 187 · c. Bibliografiacomplementarta ...... ..................... ........... ! 210 7. ELTRABAJOENLASFAMIUAS EN LA CLINICAPSICOGERIATRICA 212 l. Teorias psicológicas..... . . . . .. . . . . .. . . .. .. .. . . .. . . . . .. .. .. .......... 213 2. Teoría cultural ........................................ ;.................. 217 3. Teoría sociológica....................................................... 218 4. Conclusiones . . . . . ... . . .. .. . . . . .. . . . . .. . . . . .. .. . .... .. . ... . . . ..... ... . . . .. 220 5. Bibliografia ........................ :".... ... ... ... ....................... .... 221 6 Para RaqtJelita. con quien será muy lindo enuejecer juntos. INTRODUCCION Y PRESENTACION Wtll you sttU need me, will you sttllfeed me, when rm stxty fow? THE BEATLES ... década del sesenta. Cuando me ubico como lector frente a una publicación científica, además de su contenido me interesa saber quién es su autor, cómo llegó a desarrollar su pensamien- to sobre eCtema y en qué momento histórico-socia l lo hizo. No siempre encuentro respuesta a estos Interro- gantes, y entonces tengo la sensación de que a m1 lectura le falta algo. Como supongo que esta inquietud puede ser compartida por muchos de mis lectores, les ahorraré el trabajo y me presentaré personahnente. En primer lugar - cronológicamente hablando- soy médico. A través del estudio de la medicina aprendí mu- chas cosas ilnportantes, pero una sobresale entre las demás: la gente que padece viene en busca de los médicos para que curemos o aliviemos su padecilntento, y noso· tros estamos obligados, por nuestro conoclmiento y por nuestro juramento, a hacer todo lo posible para lograrlo. Esta convicción ha regido mi actuación durante toda mi vida profesional, y es lo que ahora pretendo transmitir en este libro, el cual ha sido pensado para ayudar opera- tivamente a los colegas ante el requerlmlento sufriente de sus pacientes viejos. · En segundo lugar -siempre cronológico- soy psicoa- nalista. No me alcanzaba solamente con curar - o tratar de hacerlo- . sino que tuve necesidad de saber cómo y por qué enfermaba la gente. El psicoanálisis me brindó los instrumentos necesarios para procesar el conoclmiento extraído del eontacto y observación de otros seres huma- nos. sufrientes o no, desde .una perspectiva distinta de la que me habían enseñado mis maestros en la Facultad. El 9 ' apasionamiento por esta nueva ciencia me llevó a cursar 1 los estudios en el Instituto de la Asociación Psicoa- nalítica Argentina. En aquella época, tanto el aprendizaje como el ejerci- cio del psicoanálisis eran bastante distintos de como son a hora. Una pequeña élite monopolizaba ambas activi- dades y distribuía conocimientos y posibilidades de tra- bajo dentro de un círculo muy estrecho. lo que les asegu- raba el ejercic io continuado del poder. Pero lo que sobre- salía como resultado de esta estructura era que los psicoa- nalistas desempeñaban su profesión casi exclusivaxnente en sus consultorios privados, lo gue llevaba a un desco- nocimiento de las necesidades reales de an arte de la Eoblación. Como consecuenc . rea a an sus o serva- ciones en el pequeño mundo de sus pocos pacientes y lue- go, a partir de allí. sacaban conclusiones que luego no siempre demostraron ser aplicables fuera del consulto- rio. Demás está decir que su. repercusión social era casi n ula. Sin embar go, algunos psicoanalistas visionarios , imaginativos y creadores decidieron rebelarse contra esta estructura· de poder centralizada y en la segunda nú- tad de los años 50 comenzaron una apertura intelectual y pedagógica desde las aulas de la Facultad de Medicina, a uspiciada por los Jóvenes directivos del Centro de Estu- diantes. Esta apertura tuvo una enorme e inmediata re- percusión, .sobre todo entre la intelectualidad joven, constltu~da principalmente por estudiantes de medicina .. médicos recién recibidos y. un poco más ~delante, por los primeros estudiantes de psicología que cursaban sus-estu- dios en la Facultad de Filosofia y Letras. Arnalqo Ras- covsky, Angel Garma, Enrique Pichón-Riviere, Arminda Aberastury, José Bleger y David Liberman entre otros, fueron los maestros de esta generació :i que hJzo su irrup- ción masiva dentro del enorme fermento intelectual que fue la década de 1960. Por influjo de la tecnología. con la 1V a la cabeza de los medios de comunicación masiva, Buenos Aires dejó de ser p rovinciana y todos nos vhnos envueltos, y más o menos c omprometidos, con situaciones y personajes de otras latitudes: la Cuba de Fidel Castro y del Che Guevara, Ken- nedy, los Beatles. la guerra de Vietnam. los hippies, la marihuana. la revolución s exual, Luther Klng •. el mayo francés, Althuss er, Marcuse, Lacan, las guerras de libera- c ión naciona l. Argelia, Fanon, la s ideologías, la guerri- lla. Nuestro país t a mbién tuvo lo suyo: Frondiz1, la resis- 10 tencia, Illla, Onganía. la noche de los bastones largos, el secuestro y muerte de Aramburu, el cordobazo, la guerri- lla. el Perón de Madrid, Lanusse. Nadie quedó afuera de esta corunoción y. por supuesto, tampoco el psicoanálisis y los psicoanalistas. Al tomar conciencia de la problemática soc ial en la que estaban Ullñersos. la re ercuslon ue esto tenía so- re u men e o a a o ación, comenzaron a a rtrse en su a or erapéutica acia a comu a Y se insertaron en los pocos seí'Vlclos ollclales que entonces exishan. El prlirier lfitento CX!toso de acción comülllta- ria resultante del encuentro de la psiquiatría y el p s i- co~isis, fue el servicio del Hospital de Lanús, bajo la dirección de Mauricio Goldemberg. No sólo debe recono- cerse la labor asistencial alli realizada, sino que en ese tiempo y lugar se formó un grupo Importante de jóvenes profesionales que marcaron nuevas pautas ·en el nianejo de la salud mental en nuestro medio. Muchos de ellos. lue- go del período de oscurantismo que hemos vivido recien- temente, han retomado su actividad directiva en alas de la democracia. Esta apertura hacia la comunidad, este salirse d el en- cierro del consultorio privado. llevó a los psicoanalist as a manejar masivamente situaciones terapé':1ticas ,distin~ tas y que necesitaban un nuevo abordaje teorico-tecnico. adolescentes, parejas, familias, comunidades .• instit u- ciones y hospitales de día pero, como de costumbre, un ran sector de la oblación uedó. olVidado, los. v os. u o. usto es reconocerlo, a unos tentos ind ivi- duales de aplicación del psicoanálisis a la aten ción . geriátrica. pero que lamentablemente no trascendieron en una ex.tensión comunitaria adecuada. No obstante es importante recalcar la visión antlcipatoria que tuvieron Edgardo Rolla y Natalio Cvicls_-del grave problema social Involucrado y el enorme esfuerzo solitario que realiza- ron. · Así llegamos·a 1970. En mayo de ese año asistí casi por casualidad a una de las reuniones mensuale s que la sociedad de Psicología Médica. Medicina Psico:'omátlca y Psicoanálisis realizaba en la Asociaci?n Me dica Ar gentina y me encontré con un cuadr<? ins()lito dentro de mi quehacer profesional: un psiquiatra muy s~p~Ulco. IIJ.UY carismático y m(Jy preparado hablaba con un entu- siasmo contaglante sobre-su trabajo con los viejos. Contó lo que él hacía en cl ·Hospltal Moyana. en su consultorio particular, lo que se hacía en otros lugares del mundo. lu 11 que se podría hacer, las condiciones que él creía que de- bería reunir un profesional para trabajar en este campo y muchas otras cosas más. Este psiquiatra era Mario Stre- j ilevich. Quedé tan sorprendido y fascinado a la vez con lo que había e;scuchado, que ese día se definió mi tercera identi- dad profesional: prácticamente desde entonces soy psico- geriatra. Nunca voy a terminar de felicitarme lo bastante por haber concurrido esa noche a la AMA. Cuandopoco tiempo después, un par de amigos que ocupaban cargos di- rectivos en el Centro de Salud Mental N 11 l de la Munici- palidad de Buenos Aires me pidieron que fuera a trabajar al servicio con ellos, no tuve ninguna duda y les propuse que me dejaran intentar hacer psicoterapia con viejos, lo cual fue calurosamente acogido porque - me dijeron- no sabían qué hacer con los pacientes mayores de 50 anos (?) .Así nació el equipo de Psico eriatrfa y Psicoprofilaxis pe la Vejez. que comenzó a uncionar en oc u re e y cuyo desarrollo y forma de funcionamiento se describen en el capitul_o- 6. Este. servicio fue el primero de su· género que funciono en el pa1s, durante mucho tiempo el úntco, y ~luego s1rv1ó de estimulo y modelo para los que después se · fueron creando en otras instituciones. Es interesante destacar que en la elección del nombre para el equipo se nota nuestra inexperiencia de aquella época, así como- el prejuicio que sobre la ·vejez teníamos, .porque el.término "profilaxis" remite a l concepto de pre- vención de enfermedades ... y la vejez no es una enferme- dad. El trabajo en el Centro se extendió hasta principios de 1976, cuando la asfixia política imperante en el país hizo insostenible la construcción de proyectos en las institu- ciones oficiales y, sobre todo, los ligados al psicoanálisis Y a la psicoterapia, pero mientras duró fue un período de · aprendizaje muy fructífero durante el cual se gestaroñ gran parte de las ideas que luego he.ido perfeccionando en la clínica psicogeriátrica y que son las que, en definitiva, trataré de transmitir desde estas páginas. · Hasta aquí la historia y su contexto; ahora el libro. . En el capitulo l,"Viejismo. Los prejuicios contra la.ve- ~ me ocupo detalladamenfé de las formas de discri- minación que se ejercen contra los viejos y las conse- cuencias que ello provoca. Este es un tema que rne ha pre.- ocupado especialmente y al que he dedicado mucho tiem- po, no sólo en estudiarlo sino en difundirlo por todos los medios de comunicación masiva de ·las que dispuse, 12 porque considero que solamente tomando conci~ncia de estos prejuicios, y de nuestra propia participacion en e- llos, será posible comenzar a encarar una verdadera acción social tendiente a erradicar esta práctica tan per- niciosa. Los profesionales que pretendan dedicarse a la psicogeriatría, para que su accionar sea efectivo y repa- ratorio, deberán empezar por aceptar que ellos mismos son su etos que llevan dentro de sí el proceso de enve eci- miento. in en an negar o se regan o a os viejos, o periñltlendo que otros lo hagan, pagarán caro su error: no se reconocerán en el viejo que serán. Las teorías del apego y del desapego son estudiadas en detalle porque brindan el marco conceptual para la discu- sión en profundidad sobre este tópico. El otro punto que trato en este capitulo es la diferencia entre los diagnósticos basados en "el crtterto médico de la salud" y en "el criterio funcional". Esto apunta a dejar de considerar la vejez solamente desde el punto de vista defi- citario y encarar la comprensión de sus aspectos saluda- bles. El capitulo 2, "Factores biológicos y sociales que inc i- den en la -psicología del envejecimiento". es la transcrip- ción del trabajo original obligatorio que presenté en el concurso por el cual gané, en 1987, el cargo de profesor ti- tular de la cátedra de Tercera edad Ve ez de la Facultad de Psicolo ia versi a de Buenos Aires. Al consi- derar es os emas pre en cen rarme en un aspecto nove- doso en nuestro país, pero de gran repercusión en los me- dios científicos de otros lugares como EEUU o Inglaterra, y que es la Mediana Edad. Más a lla de las dificultades para su definición cronológica, la caracterización que hago de ella pennitirá al lector ubicarse rápidamente en el período que se describe. Creo que es de'fundamental im- portancia desarrollar este tema porque es en esta edad cuando h«.cen eclosión situaciones conflictivas individuales resultantes de las series complementarias, tal como las describe Freud, y que detenninarán los dis- tintos modos del proce.so del envejecimiento humano. ¡ \ Aquí también intento rebatir el concepto tan repetido de que el envejecimiento es ui:a crisis, y para ~acerlo recu- rro a la discusión sobre el termino crtsts en s1 mismo. El capitulo 3 se adentra en el problema más acuciante de la psicopatologia que se presenta en esta edad, "Las de- presiones en la vejez". Este es un tema arduo y dificil, tan- to por su extensión como por las discrepancias que se ob- servan en su conceptualización al revisar la bibliografia 13 .... pertinente. He preferido centrarme en el aspecto cfüuco con alguna apoyatura teórica. en lugar. de. utilizar el méto- do más corriente que es el abordaje teórtco con ejempli- ficación clinlca. He . pensado qu.e_de .esta manera puede servir de guía para los colegas que comienzan a aden- trarse en este terreno. · He dejado de lado Ja clásica denominación psi- quiátrtca de "depresión reactiva" y la he sustituido por la de "duelo patológico". y para sustentar este punto de vista dedico una parte importante del trabaj o a la descripción del "duelo normal" y a las simllitudes y diferen cias entre runbos. · "El narcisismo en la vejez y su conexión con las depre- siones", el terna del capítulo 4, puede considerarse como parte de la discusión teórica de lo expu esto en el anterior. Al elegir. entre las múltiples deflnlciones que tiene el tér- mino "narcisismo". a uella ll ada con la autoestllna, es- tudio la escala de v ores ue o os os·su e os construye:µ _en re ac n con su yo ideal. A p e • s o as c - tudes ae la interioridad, y, en relación con el aumento de ésta durante el envejecimiento, describo sus dos posibles estructuraciones: reminJscencia o nostalgia. De ellas de- penderá, en gran medida, lo ~ue llamamos el "buen" o el "mal" enve ecer también a elanto la hlpotesJS de la re:- ac n entre la nosta la y a cons ruccion e s ones endógenas. rem scencia está adquiriendo cada vez .más trascendencia en la literatura psicoge- riátrtca mundial en función de considerársela una herra- mienta eficaz ara e tra e resiones en a ve ez, or eso necesita de su pro un - zación teórtca. Para ejemp car p e e- o· pues o re- curro al estudio de un aspecto de la personalidad del doc- tor Fausto, tal como lo describe Goethe en su obra más co- nocida. En el capítulo 5 abordo el tema tan apasionante como revulsivo de.. !'La....sex.ualidad- en la- vejez(. Es iinpresio- nante lo poco que se sabe, más aun, lo poco que se dice so- bre ella. especialmente en los círculos cientif1~ds, eh donde se debería esperar un menor nivel de mojigatería y/o prejuicio, pero, ¿a cuántos de ustedes les han explica- do algo sobre esta forma de la sexualidad en las facultades de medicina o de pslcologia? Me propongo en este capítulo tratar_ de suplir este déficit y brindar la mayor cantidad de trú.:,rrnación posible para un enfoque adecuado del tema, comenzando por deslindar los conceptos de sexua- Udad y genitalidad; luego paso revista a las mayores con- 14 tribuciones re;sllutdas en el mundo en este campo, y pos- teriormente fo ubico desde una perspectiva fundamental- mente clínica. E l capítulo 6 , "Psicoterapia en la vejez", resume mejor que ninguno mi experiencia psicoterapéutlca con los vie- jos. Empleo aquí un método que, creo, resultará novedoso para el lector aun cuando le demandará un poco más de atención que la corriente. Se trata de una revisión bi- bliográfica de- diez artículos de· autor.i;:s nacionales y ex- tranjeros que considero de gran trascen_?encia por sus iinpllcaciones técnicas y que nos permitlra ver cuáles son los esquemas referenciales utilizados y cuál su aplicación clínica. Luego comento. en- forma crítica o ampliada, al- gunos puntos que me parecen e~pecialmente importai_:ites. con lo que haré una puesta al dia de los mismos y as1 po- dré mostrar mis propias ideas, fruto de mi experiencia personal. El capítulo7, último. "El trabajo con las familias en la clínica psicogeriátrtca", fue presentado en el Priiner Con- greso Argentino de Psicoanálisis de PareJa y Familia. en 1987. Ahí sostengo el papel priiilordial que reviste el tra- bajo con la familia en el tratamiento de· los pacientes vie- jos. colocándolo. en cuanto a eficacia. junto a la psicote- rapia y a los psicofánnacos. No propongo rece-tas para su abordaje sino que ofrezco los modelos teóricos que creo que hay que utilizar para conceptualizar. los fenómenos observables. modelos que deben ser extraídos tanto de las teorías psicológicas como de las culturales y sociales. Esto es todo. Espero que además de interesante, el libro les sea útil; ése es.mi objetivo. 15 1. VIEJISMO. LOS PREJUICIOS CONTRA lA VEJEZ : .. 16 l . 1. LAS DOS TEORIAS Cuando uno · observa el trabajo de los colegas en el con- sultorio de una institución. O· cuando escucha las refle- xiones y los pedidos de las familias de los viejos que vie- nen a la consulta. o cuando repasamos la literatura gertátrtca que proviene de cualquier parte del mundo. nos es fácil advertir que hay dos formas prevruentes de enfo- car la prob~emática de la vejez y que ambas se contrapo- nen. Corresponde que revisemos la bibliografia para ubi- carnos en sus orígenes y fundamentos. A flnes .de la década del 50 el Comité sobre el desarrollo humano de la Universidad de Chicago intció una inves- tigación sobre los aspectos .sociale"s de. la vejez que ·cul- m1nó en i,m libro publicado en 1961, titulado Growlng oZd· the process of dtsengagemen~ sus autores fueron E. Cum- mings y W. ;E. Heruy. Desde su aparición, al postular :la teoría del desapeg~ {disengagement theory), l este libro se lía constituido en e punto cH!iligado de refereneia =cte todos los investigadores sobre los aspectos psicosociales ae la veje.z;· y prá,cticamente nadie ha dejado .. de citarlo en sus trabajos. ya sea a su favor o contra él. . J)e ij<;;uen1o con estij teoría .. a medida gue el sulJto enve- ece se r duce una reducción de su inter~s vit l ac ivi a es ob etas ue 1 va enerando un s s ema ca a a amiento. de toda clase de in era. socia. ra ualmente la vida e as personas viejas se se- para de Ja vida de los.,demá~. se v~ sintiendo menos com- prometidas emocionalmente. con problemas ajenos. y están cada vez más absortas en los suyos propios y en sus circunstancias. Este proceso - según los autores~ no s ólo ~ pertenece al desarrollo normal del individuo. sino que es deseade y buscado por él, apoyado en el lógico declinar de l. En e l presente trabajo utillzarl: la palabra desapego como traduc- ción de dlsengagement. La prefiero- a otras que a veces se utJLlzan, .como desarraigo, ·desvtnculaclón o desenganch~. 17 una e esta premisa s~ desprende ·claramente que la con- ducta que es aconsejable seguir frente a los viejos, ya sea como profesionales, como familiares o como amigos. debe ser inducir o favorecer un apartamiento progresivo de sus acUVidades como un paso de preparación necesaria 1 para la muerte. · . . . . . . . . . . . . Esta teoria del desapego, luego de su publicación ~ausó un considerable impácto porque en su conjunto recogía una cantidad de hechos observables que, al ser conve- nientem~nte . estructurados y re1ac1onados ... entre .. -sí, proveían una sólida base para enfrentar .problemas deri- vados de una sociedad de producción capitall&ta, Más ade- lante veremos cómo está instrumentada socialmente Y a qué finalidades puede servir, pero entretanto digamos que a partir de 1963 cox;nenzó a ser obj eto de fuertes ctjtlcas, que aún no han cesado'y que es preciso revisar detenidamente. Bromley ( 1966) señ.ala que ~as criticas a la teoria del ~esapego ueden a ru arse convenientemente en tres c a es: rae leas a em na o 1tica e se r el n o renci ac a os viejos o a esarrollar la actitud nihilista de que 18 servir como llave para comprender las reacciones a los cambios biológicos y sociales que se producen con la edad. Esta teoría estaba apoyada en el estudio de sujetos notables que habían creado obras de arte, realizado des- cubrimientos científicos u obtenido logros político- . sociales a edad avanzada y, a pesar de que las excepciones no sirven para establecer teorias generalizadoras, hay en este trabajo lineas de pensamiento muy Importantes que conviene desarrollar en profundidad. como veremos más adelante. La crítica teórica ha recibido .entre nosotros un Impor- tante refuerzo en un interesante trabajo de Andrés y 19 ( f ( Gastrón (1979). en donde, entre otras cosas, señalan que ·e1 problema principal reside en la dificultad de encon- trar contraejemplos. Los autores resuelven las criticas presentando hipótesis ad hoc: l) frente a casos anómalos . de desarraigo, se trata de desarraigos no exitosos. Una persona está desarraigada, sea bien o mal desarraigada. pero en ningún caso está arraigada: 2 ) en otros casos anómalos el problema está en la edad. El desarraigo está fuera de época; o bien ya ocurrirá o bien se está en 'el ca- mino de'· 3) otros casos anómalos formarían parte de un grupo s~lecto desde el punto de vi.Sta biológico, y hasta psicológico. A tal grupo pertenecería ¡:lertrand Russell, por ejemplo: 4) otros casos anómalos son tratados como variaciones de formas del desarraigo: tales los trabajos antropológicos'". Más adelante los autores_ señalan que ·1as hipótesis ad hoc sólo concluyen mostrandonos una teoría sin contraejemplos; esto es, UTefutable. Y. como sabemos, una teoría irrefutable, en el sentido poppertano, pasa a ser no científica". Como vemos, las criticas a la teoría del desapego son muchas y provienen de campos diversos: por eso la argu- mentación no ha llegado a estructurarse en una teoría ho- mogénea que .se le pueda contraponer íntegramente. Además, la mayoría de los investigadores que se ha.t:l _OCl,l- pado de ella pro~enen del mismo I11edio ·sociocultural en que fue acuñada, Estados Unidos; y. en consecue_ncia, no han podido· des rend rse de las .. una ividua ista. f e · . o e, ere es prec o recoger los puntos. funda- mentales de estas criticas y tratar de agruparlos en lo ·que podríamos llamar razonablemente Ja tcoria del iilfJB!'J"· . Comencemo~ por ubicar· el protilema. E}l~ger JJ_~§3) decía: •se supone que el ser bm:iiario es-ortgtnartaY.'Plimf- ttvamente ....,. tanto como especie cuánto corno individuo..,.,-_ un ser aislado. no social, que astmila con esfuerzo y gra- dualmente la· necesidad de relacionarse con otros indtirt- duos: de esta manera. un problema que se le planteaba a la psicología era el de investigar cómo los seres humanos entran en relación los unos con los otros Y.· para ello, se em1t16 la hipótesis - entre otras- de un inStinto gregario o de una energía especial. la libido. El problema viene jus- tamente, en la actualidad. a plantearse en términos total- mente invertidos: ya no se trata de saber cómo individuos aislados devienen seres sociales, sino cómo de inte-1 grantes de una cultura y de seres emtnentement~ sociales, llegan a producirse o resultar hombres aislados . 20 / -.. .. 1 1 l ... Esta cita pone el dedo en la llaga de toda la controver- sia: el hombre aislado es un problema y no un ideal; por lo tanto, mat puede argufrSe el apartamiento y el desapego como un proceso intrínseco del ser humano y deseado por él. Los procesos intrínsecos puros no existen como tales. sino que las conductas hay-que estudiarlas y comprender- las como resultado d,e la dialéctica del ·ser humano con el- . medio y el niorneriti:i h istórico-social en el cual se desen- · vuelve. No hay que olvtd~. por otra parte, las enseñanzas que se desprenden del estudio de la historia de la humani- dad. en la C\lal se ve que el pasaje de la naturaleza a la cul- .tura se ht.zo fundamentalmente por la posibilidad de compartir que tuvieron algunos homínidos primitivos. A partir de alli ha quedado arraigada en toda la especie hu:- mana una tendencia a asociarsecon •otros y a participar en grupos y asuntos comunitarios. Por lo tanto. toda po- sibilidad de ser· dentro del contexto humano es pos ible solaI11ente en .relación con otro, o con los objetos contin- gentes. Toda satisfacción de necesidades o deseos es pro- vista sólo en estas relaciones objetales, y la separación o el aislamiento deben. ser comprendidos como formando parte de la patología ó de la acción prejuiciosa y segrega- cionista contra los viejos de ciertas estructuras sociales, pero de ninguna manera como normalidad. "Para que la vejez no sea una parodia ridícula de nuestra existencia anterior no hay más que una solución:'.., dice S. de Beau- voir ( 1970). s se uir ersi utendo fines ue den un sen- . ttdo a nuestra vida: e 1cación a individuos. colecti~ dades. causas,. traba o social o politico, intelcctual:--crea- .QQL_ on rartamen e a o que aconsejan los moralistas. lo deseable es conservar a una edad avanzada pasiones lo bastante fuertes como para que nos eviten volvernos so~ bre nosotros Illismos. La. Vida conserva valor Ill1entras se . acuerda valor a la de los otros a traves del amor, la amis-. tad, la indignación, la c·ompasión". Por otra parte, no decirnos nada nuevo con esto: Hipócrates aconsejaba moderación en todos los terrenos, pero sin interrumpir sus activtdades, y en el siglo 11, Galen o decía •que el viejo tome baños calientes. beba vino y además .sea activo". · Cuando se invoca la d isminución de las capacidades sensoriomotrtces como el argu:mento de apoyo que sos- tiene Ia· teoría del desapego. se está cometiendo el error tan común de juzgar la posibilidad de satisfacción que pueden obtener los viejos en sus act!vtdades con la óptica · comparr-ttva de las personas más jóvenes. En otro lugar me he referido a esto (1973). pero vale la pena insistir con 21 1 I 22 Estas son las dos teorías, antagqnicas y con conse-. cuencias diametralmente opuestas~ Personalmente no tengo n1nguna duda de que la segunda, la del apego, es la correcta y la que hay que tratar de utilizar operativa- mente, pero tampoco tengo dudas de que la otra, la del de- sapego, está mucho más arraigada y extendida, cons- ciente o inconscientemente, en todos los estratos de nues- tra sociedad, y que produce un fenómeno que, parafra- seando la teoria, podríamos llamar de desapego hacia los viejos . 2. PREJUICIOS CONTRA l.A VEJEZ ~ La vasta mayoría de la población de todas las culturas tiene un cúmulo de conductas negativas hacia las perso- nas Viejas, inconscientes algunas veces, pero muchas conscientes y activas. Butler (1973) ha sido el primero en llaxnar la atención sobre este fenómeno y fo ha estudiado concienzudamente tratando de establecer su ortgen y con;- secuencias. Basado en estas investigaciones ha acui\ado' un ténnino, agetsm, cuya traducción al castellano pre- senta algunas. dificultades. Luego de un prolongado estu- dio, estas dificultades nos han llevado a la necesidad de crear un neologtsmo para su cguivalen~ia¡ u!f'ismo . . Por lo ·tanto, el término u~lSmo de lne e coajunto de EreJuicios. esterc2Upos y discriminaciones que se apU- can a los vie!os simplemente en función de su edad. En sus consecuencias son comparables a los prejuicios que se sustentan contra las:perscinas. de d.IStlnto color, raza o re- ligión, o contra las mujeres en función de su sexo. La dife- rencia radica sólo en el hecho de que los viejos rio poseen· ese estado en.razón de su nacimiento en un medio deter- minado, sino que lo adquieren en razón de· la acumula- ción de cierto número de cumpleaños. Veremos luego la 1mportancia que esta diferencia comporta.~ Hay otro término, gei-ontofobta, que· también es utili- zado con frecuencia pero que defie...ser convenientemente dlstitiguido del viejlsmo. Gerontofobia se refiere a una más rara ·conducta de temor u odio irracional hacia los ·viejos, de manera que es menos abarcatlva y debe ser in- . cluida dentro del viejismo y no utilizarla como sinónimo. Los prejuicios contra la vejez, como cualquier otro pre- juicio, son ad0p!J1~~ d11rapte la iIÚ5!nCia y l11ego se yap asentando y r-aclori.allzando durante el re:¡to de la viga de 23 ( ( t t los s res re uiciosos. Generalmente son el resultado de i enUficac ones primitivas con las conductas de perso- nas significativas del entorno familiar y, por lo tanto, no forman parte de un pensamiento racional adecuado, sino que se limitan a una respuesta emocional directa ante un estimulo determinado. Estos orígenes quedan luego su- mergidos en el inconsciente. y a los individuos prejuicio- sos les resulta dificil. cuando no imposible. reconocer el tremendo impacto que estas identificaciones tienen sobre su pensamiento o conducta. que resultan en una mala in- terpretación de los hechos, reacciones inapropiadas. desinterés o rechazo segün el caso. Busse (1980) señala que las. personas prejuiciosas muestran una llamativa disociación en sus conductas. pues al serles requerida una explicación sobre su manera de comportarse la dan en términos lógicos y adultos. en tanto que sus respuestas emocionales muestran una sobreexageración irracional l e la ansiedad, desesperación, temor o furia que corres-onden a patrones de conducta infantiles de respuesta a stimulos externos difictles de controlar. El resultado de la identificación infantil en la cons- trucción del prejuicio contra la vejez se ve muy bien en un cuento de Grtmm. citado por SJmone de Beauvoir (1970). que no requiere mayores explicaciones: NUn campesino hace comer. ·a su padre separado de la familia, en una pequefta escudilla de madera: sorprende a su h~ojuntan do maderttas: 'Es para cuando tü seas viejo', dice el ~o. "Inmediatamente el abuelo recobra su lugar en la mesa comünN.· El mismo Busse ( 1980) intenta explicar el origen del prejuicio hacia los viejos diciendo que Men cierto momen- to durante los años de formación educativa, los niños ob- servan que la vejez va asociada con declinación mental y fisica. Ven en sus abuelos la pérdida de la vitalidad. un declinar del vigor mental y del atr~cUvo corporal. De par- ticular importancia en los cambios corporales son la pér- dida de la suavidad y tersura de la .piel y las modifica- ciones fisicas asimétricas. · Se .. agregan a éstos otros mu- chos cambios tales como la pérdida del cabello; la pig- mentación de la piel, arrugas y la tristeza de la mirada. La persona en desarrollo ve estos cambios indeseables que acompaflan a la vejez e inconscientemente rechaza tanto el proceso de envejecimiento como a las personas que son portadoras de élN. . . - . . Butler ( 1973) señala que otro factor que se ag!"ega es la propensión humana de hostilidad hacia los dfscapac.tta- 24 j 1 1 'f dos, con los cuales son identificados los viejos. MEstá esti- mada en 300 millones la cantidad de gente en el mundo con deformidades fisicas visibles. Esto causa problemas. emocionales. en parte a causa de la actitud de la sociedad hacia ellos. En las culturas primitivas estos decrépitos (a los cuales se les agregaban los viejos) eran frecuente- mente impulsacJ.qs_. a morir. Esta 'solución final' no es ob- via en las sociedad.es actuales, pero ciertas actitudes apa- recen sorprendentemente sim1lares". En un estudio efec- tuado por dos psicólogos alemanes sobre las actitudes de escolares normales. niños y jóvenes, hacia los discapaci- tados. la mayoría (63%) pensaba que las víctimas debían ser institucionalizadas (es decir colocadas fuera de la vis- ta). Muchos creían que Mellas seguramente preferirían morir". Cuanto más jóvenes menos piedad sentían y era mayor la aversión. El temor es la base de la hostilidad, y la ignorancia la prolonga. El temor es de que esto me pue- da pasar a mi, por lo tanto o debo escaparme o debo lu- char activamente en contra. Estos sentim1entos irracionales, estructurados en con- ductas prejuiciosas, como he señalado más arriba. están ampliamente extendidos en toda la población p ero son especialmente peligrososcuando los poseedores de ellos son _los médicos o psicólogos que tienen a su cargo la res- ponsabilidad de la salud mental de los viejos. En ellos el viejismo está internalizado de tal manera que les es su- ma;m~nte dificil reconocerlo conscientemente y brinda la base de la 1nst1tuc1';mallzación de la teoría del desapego. Gibson (1970) señala que los psiquiatras son pesim1s- tas con respecto al tratamiento de los _pacientes viejos. Revisando las htstorfas clínicas de .1.3~ . pacientes ma- yores de 65 años ·que füeion adritlüdos en un hospital psi- quiátrico -privado durante · uri perio'do-·de ·tres- ·años:···en'- contró que el pronóstico fue considerado p"obre en el 80 % d~_ los .casos; -aun más:· et 60· % · foe desahuciada-y- enviado de vuelta a su domicilio dentro de los 90 días. Gallagher y otros (1965) observaron que de los pacientes comprendi- dos entre les 15 y los 29 años, el 66,7 % recibían psicote- rapia; entre los 30 y los 39 años la recibieron el 38,5 %, y entre los 40 y los 65 años sólo el 15,4 %. En un estudio realizado por Ford en 1980 sobre el com- portamiento de 179 psiquiatras con respecto a los viejos·, encontró que aquéllos consideraban a éstos menos inte- resantes como pacientes que a jóvenes con iguales síntomas. Al mismo tiempo. se sentían mucho menos ir¡.- cllnados a practicar psi<;oterapia (especialmente con vie- 25 jos depresivos) que con los jóvenes y, consecuentemente, prefirieron utilizar drogas, en el convencimiento de que la psicoterapia no seIVJ.ría de mucho. Butler (1973) pone especial énfasis en la amplia evi- dencia de ufeji.smo detectable en ciertas publicaciones en el campo de la salud mental, y cita un párrafo del texto de Noyes y Kolb, Modem Clintcal Psychtatry, muy difundi- do y conocido en todos los países. en donde describen a los viejos de la siguiente manera: "Un disgusto por los cam- bios. una reducción en la ambición y en la actividad, una tendencia a· concentrar el interés en sí mismo, una difi- cultad incrementada para la comprensión, un incremen- to en el tiempo y en el esfuerzo para adaptarse a nuevas circunstancias, una disminución de la simpatía hacia ideas nuevas y una tendencia a la remJniscencia y a la repetición deben ser considerados como síntomas de la demenc ia senil aun si éstos pueden pasar desapercibidos como formando parte de la regresión de la personalidad. Muchos viejos tienen poca capacidad· de expresar senti- mientos cálidos y espontáneos hacia los demás ... El pa- ciente resiente lo que considera como interferencias de las pers onas jóvenes y muchos se sienten rechazados por ellos. Muchos muestran una hostil pero ansiosa y. teme- rosa dependencia. Cierta tendencia _al aislamiento está presente". En esta descripción hay sólo verdades a ~edias en la caracterización de la demencia senil, pero mas ob- via es la vis.ión pesimista que intenta generalizar sobre la vejez. El joven estudiante que lee este material se ve refor- zado en sus actitudes negativas y prejuiciosas, más que alentado a comprender y acercarse a los viejos. . El Group for the Advancement of Psychiatry enumero en 1971 algunas de las razones de las actitudes negativas de los psiquiatras pata tratar a las personas viejas: 1 . Los viejos estimulan a los terapeutas temores so.bre su propia vejez. · 2. Reactualizan en los terapeutas conflictos reprimidos en relación con sus propias figuras parentales. · 3. Los terapeutas piensan que no tienen nada que ofrecer a los viejos porque creen que éstos no van a cambiar su conducta o porque sus problemas están relacionados con eruermedades cerebrales orgánicas intratables. 4. Los terapeutas creen que no vale la pena hacer el esfuer- zo de prestar atención a los psicodinamismos de los viejos porque están muy cerca de la muerte; algo siml- lar a lo que ocurre en el sistema médico militar de ur- 26 gencia. en el cual el más grave recibe menos aten~ión porque es menos probable su recuperación. . 5. El paciente puede morir durante el tratamiento, lo c u al afecta el sentimiento de importancia (¿omnipotencia?) del terapeuta. 6 . Los terapeutas se sienten disminuidos en su esfuerzo por sus propios colegas. Habitualmente se escucha de- cir que los gerontólogos o los geriatras tienen una Pre- ocupación morbosa por la muerte: su interés por los viejos es o "enfermizo" o, por lo menos, sospechoso. Las conclusiones 1, 2 y 6 concuerdan casi exactamente con las investigaciones que personal.Inente he realizado durante mi trabajo institucional en el Centro de Salud Mental N 11 1 y que he publicado en 1973, no así las 3 .4 y 5 , que considero poco relevantes en un equipo de profesio- nales convenientemente entrenados. ~n el trabato m en- cionado señalaba ustamente. la cantlaad de 15roma s os co egas a as que esta amos enosamen e u es tos os u ico e a a, a c1a ca ie en ultad ue tuvimos ara conse u ir personal ue 1n resara a tra a ar con noso QS, .a esar e que o g,s os años se presen an en e y p ro- f eslónales solicitando trabajo como psicoterapeutas en la instftución. Pudimos caracterizar el conflicto a . partir de nuestra propia inserción dentro de la práctica médica . . Todos. sabemos. que ésta se realiza en condiciones de, gran dificultad porque el enfrentamiento con la enfenned~d s iempre genera. un cierto grado de ansiedad. y que la. posi- bilidad de desarrollar ·con mayor o menor éxito nuestro quehacer profesional dependerá de la instrumentación de nuestras conductas defensivas frente a ella. La más común y elemental está constituida por el par defensivo disociación-negación. Para ello recurrimos sim- bólicamente al escritorio, que interponemos entre noso- tros y el paciente, y nos permite separar omrupotente- mente la salud de la enfermedad. Por ejemplo, si entrevis- tamos a un señor con un cáncer de laringe ubicamos rápidamente las cosas: el enfermo es el que está del otro lado del escritorio, no nosotros. Las estadísticas médica s nos permiten protegernos en el porcentaje de los no can- cerosos, y sabemos que las posibilidades de que lo con - traigamos son bastante lejanas. Otro tanto ocurre cuando entrevistamos a un psicótico. Las estadísticas nos ayudan otra vez el enfermo allá, aquí la salud; la posibilidad de confundÍrnos es otra vez remota. Pero la única oporturu- 27 e e ( ( ( ( 1 1 ~ 28 r 29 3. PREJUICIO MAS COMUN CONTRA LA VEJEZ Uno de los prejuicios más comúrunente extendidos,' tanto entre legos com9 entre profesionales. es el de que los vie os son todos isca acitados. P more sel'i.ala que un tercio e común de la gente asegura que los viejos Mpasan· _mucho tiempo en cama a causa de enfermedades": ·uenen muchos acci- dentes en el hogar"; Mtienen pobre coordinación psicomo- trtz"; ·desarrollan infecciones fácilmente". Otros este- reotipos comunes que se escuchan es que una gran pro- porción de los viejos. están hospitalizados, viven en resi- dencias ge:riátrtcas o en otros establec1m1entos especiali- za dos, y que la salud y las capacidades de los viejos mues- tran un alto grado de declinación según pasan los al'i.os. El r esultado de estos prejuicios es que se ·establece una fuc;:rte sinonhnia: viejo=enfenno .. que entraña un enorme riesgo, p ues pasa a comportarse como una profecía auto- predictiva que tenµina por intemallzarse aun en 105 des- tinatarios del prejuicio, es decir en los propios viejos. Cuando intentaIIlos romper esta sinonimia, el primer .•problema que se nos presenta es el de -resolver qué .signifi- can los términos salud y ~rifennedad, problema que se· torna cada vez más. complicado .. como lo demuestra. la enorme cantidad de trabajos científicos.sobre el. temª y ~J grado de controversia establecido_ en torno .. a él,. __ pbVta- mente relacionado con el. esquema ~eóricq ref:.ttIC::ns::ia) qj.je cada uno utilice. Esta dJscusiqn adquiere_ ~~pc;c:i~ c;_qµi- plicación en geriatria por las caracterisÜcas propias del objeto de estudio, donde al efecto conocido.a.e ·deterniina- dasnoxas que actúan como ge;neradoras o concllcioná.cfo- ras de patología se suman los factores aún c;lesconoddos que, independientemente de aquéllas, producen el proce- so universal de envejecimiento de todos ·los· seres vi- vientes. Por lo tanto, el enfoque del problema debe con- templar aquí algunas variables distintas de las -que se emplean habitualmente en otros momentos evolutivos del ciclo vital, La relación entre edad cronológica enfermeda es bien conoc a y es a ocumen a en as a las de expectativa de vida al nacer y en los estudios epidemio- lógicos sobre la distrtbución de las enfermedades por edades. Cronológicamente la edad es el factor que se toma 30 r · como indicador último de la predicción de los índices de mortalidad; la edad es también asociada con morbilid ad Y se toma su incldencia en la prevalencia de eruermedad o dJscapacitación. Tenemos a nuestra dis-posición una gran cantidad de investigaciones sobre salud y enfermedad que ··.sacan conclusiones sobre su relación colocándolas en .categorias tales como "45 a 64, 65 a 74, 75 o más" y que in- . tentan demostrar repetidamente~la expectativa de la aso- . elación entre edad y enfermedad. Pero cuando tratamos de trasladar estos resultados a nuestros pacientes o a nuestros viejos conocidos, muchas veces tenemos la iln- presión de que no concuerdan. Las estadísticas p asan a ser una mera abstracción, números sin sujetos, deforma- dores de la realidad. · Cuando uno trata de pensar qué es la salud. y si n uestro rol profesional es el de médico por ejemplo, ademá s d el generalizado poco interés por las personas viejas. nos da- mos cuenta que est amos influenciados por n uestra for- mación universitaria. en la cual la c iencia y la m edic ina han estado históricamen más re u adas or lo sos ue an an ma " que en clarificar los elementos - ... erv entes qu_e concurren para pro ucir y man ener esa s1Ihtd (DtltlCI . l S'13). La OrgmlliáCiod MUnlllál de la Sruücf ·- ( OM_s. 1946) señala que la salud debe deflnlrse como "un estado de completa· satisfacción-fisica, mental· y social y no solamente por la ausencia de enfermedad". Esta es , por supuesto, una definición ideal y pasible de distinta s in- terpretaciones, pero la inclusión en ella de las tres áreas de la conducta donde la salud se eXpresa - fisica. mental y social- nos provee puntos de partida ilnportantes para pensar qué es lo que debe Mfuncionar" en contraposición a lo que Mno funciona". Pero en la prácUcá, más allá de esta definición, la salud de los viejos se describe gen eral- mente: l) en función de la presencia o ausencia de enfer- medad, o 2) en función de cuán satisfactorio es su funciD- nwniento en cualquiera de las tres áreas de la conducta mencionadas·. definición en función de la enfermedad es la que utilizan abltua mente os pro esiona es médic os y afines. A esto se le puede llamar "modelo médico de la perspectiva de la salud" (Shanas y Maddox, 1976). El jui- cio sobre la salud basado en la presencia o ausencia de patología es .el resultado de la observación, exámenes clínicos y hallazgos de laboratorio y. aunque intenta se1 objetivo, está no obstante sujeto a la sofisticación de los medios tecnológicos disponibles, tanto como a las carac 31 - teristicas que reflejan el clima social del momento en Slue _§e proauce. La definición alternativa de la salud de los viejos según su nivel de funcionantiento,. que por otra parte es la que va ganando adeptos día a día; está resuntida por el I Advisory Group de la OMS (1959): "La salud de los viejos' es mejor medirla en términos de función: ... el grado de ajuste más que la falta de patología debe ser.usado como la medida del monto de servicios que el viejo requiere de la comunidad~. De esta manera, las cosas que una perso- na vieja puede. o cree que puede. son usualmente mdica- doras del grado de su salud tanto como de los servicios que necesita. Naturalmente, la perspectiva funcional de la definición de salud lleva a desestimar las generalJza- ciones estadísticas a las que he hecho mención anterior- mente (que forman parte. por supuesto. del modelo médi- co propuesto) y crea un conflicto entre ambos puntos de vista. Sin embargo. pueden no ser trreconcillabies si s ·e tienen en cuenta las sensaciones que relatan los propios · viejos y se confrontan con los hallazgos de· los exámenes fisicos. Un estudio realizado en Polonia (Piotrowsk:y. 1970) ha demostrado el valor del modelo funcional com- parando las respuestas de los viejos á un conjunto de pre- guntas estandartzadas en un vasto estudio nacional que trataba de establecer su capacidad funcional con los re- sultados de un examen fisico completo (Shanas, 1976). Maddox y Douglas (1973), al describir un estudio longi- tudinal programado por la Duke University sobre la eva- luación médica y funcional de la salud de los viejos reali- zada con seis observaciones a lo largo de quince años. sostienen que con el correr del tiempo los dos tipos de ob- servaciones tienden a ser cada vez más congruentes; pero qutzás el hallazgo más significativo de estos autores sea que de una observación a la siguiente eran más predeci- bles los informes personales de los pacientes que los re- sultados de los exámenes clínicos. Por supuesto que las autopredicclones de los pacientes no deben tomarse como sustitutos del dla nóstico clínico, pero si deben tenerse en cuenta e.orno un criterio ealista de su capacidad de fun- c onamiento comunitario.1 En 1974 el Contité de Expertos de la OMS señalaba: "Es ahora aceptado por la profesión médica que la morbili- dad debe medirse no solamente en ténninos de la falta de procesos patológicos sino también en términos del im- pedimento de las funciones en las personas afectadas por tales condiciones patológicas ... El diagnóstico funcional 32 ' 1 1 es uno de los más importantes elementos que deben ser introducidos en la gertatria. En este. sentido la distinción debe hacerse entre el impedimento y la discapacitación producida por una condición patológica~. El Comité va un poco más allá al definir la diferencia entre impedimento y discapacidad. El primero es una anormalidad psi- cológica o fisiológic~,.que no interfiere con la actividad vital normal del individuo, en tanto que la segunda es una condición que resulta en una total o parcial limita- ción de esas actividades. Esta declaración del Contité de Expertos de la OMS re- fleja el crecin11ento del consenso general sobre el deseo de aceptar el crtterto de salud funcional de los viejos. La medida de la salud. hasta hace poco considerada prerro- gativa de los médicos y resultado objetivo de los exámenes de laboratorio. debe incluir en alguna medida el cómo el individuo se siente frente a su impedimento y, por extensión. cómo ese impedJ.rnento interfiere con su rutina vital:· al comentarlo Shanas ( 1976) señala que el concepto funcional provee una herramienta mucho más conceptual que el modelo médico, porque a partir de allí se puede predecir cómo la patologia se traslada a la con- ducta enferma y, en última instancia, condiciona el rol de enfermo. Por supuesto que en la consideración de la auto- evaluación de su salud que hacen los viejos y sus con- gruencias e incongruencias con la apreciación médica, no hay que dejar de mencionar dos aspectos extremos y opuestos de suma importancia: uno es la negación maníaca de la enfermedad y otro es su exacerbación hi o- con nac Ainbas son e su por sus canse- s posibles y constituyen manifestaciones visibles de trastornos de la personalidad francamente pa- tológicos. Creo necesario señalar aqui que la introducción de los modelos médico y f unctonal no zanja la discusión sobre qué es salud y qué es enfermedad. puesto que. cualquiera que sea nuestra posición, no podemos negar el hecho ob- e o e on la edad, im edJ.rnentos enfe.rrnedades crecen constantemente y alJ!( espués e os 65 años soja- _mente una minanª de. lQ~!lMill,ios están libres de un alagn6sflco dea~1&una afección crónica, pero Sl nOS...Q.U>vee trtm-posrunmac e Trm'mtm1'i'ül're!"emenTc:>dTSrtñttvo'O:.- ··"fu:atñiO:aia::ócmSiñ ... _ - ·-· 1 1 de 1 gan en a utilización del pre!ulclo contra la "ejez '7o1viendo a esta forma del prejuicio que estamos tra- 33 tando y, aun sabiendo que las estadísticas no reflejan e- xactamente la realidad, es preciso reviSar algunas de e- llas para ver la falacia del pensamiento y la con d u cta pre- j uiciosos. . Mientras una vasta mayoría de la población cree que ' entre el 20. y el 50 % de los viejos están hospitalizados o vtven en instituciones cspecialJ.z.adas, en realidad la cifra alcanza aproximadamente al . 5 o/o de la población mayor de 65 años. Estudios realizados en la década del 60 en so- ciedades industrializadas mostraron lo siguiente: Esta- dos Unidos, 3,7 %; Inglaterra, 4,5 %; Dinamarca, 5,3 o/o. Las diferencias entre estos resultados son más el fruto de una política distinta con respectC' a la institu cionaliza- ción de los viejos que de variantes en 1InpecUnlentos Y sa- lud. Arriba de los 75 años el promedio trepa hasta el 8 % (Shanas. 1976). Cori respecto a la idea de que los viejos pasan mucho tiempo en caxna debido a sus enfermedades, la verdad c:s que pasan el doble de días en cama que las personas mas jóvenes. pero esto solamente representa e13 % del total de días del año, 10 días para los hombres y 13 para las mu- jeres (Censo del USGPO. Washington, 1977). Solamente el 16 o/o de las personas viejas no institucionalizadas son incapaces de desarrollar el máxlmo potencial de sus ca- pacidades operativas permanentemente. El número de días anuales de actividad restringida es de sólo 38. Con referencia. al estereotipo de que los viej os desa- rrollan más fácilmente infecciones y tienen más acci- dentes, en realidad hay entre ellos muchas menos condi- ciones agudas de este Upo que entre las personas más jóvenes (1,1 por persona y por año contra 2,3 por persona y por año debajo de los 65 años). Es cierto que los viejos tienen más problemas crónicos (81 %) , pero sólo una vez Y media más que las personas entre · 17 y 64 años (54 %). si se incluyen algunas condiciones menores tales como uso de anteojos. reducción de la audición y alergias (Palmare. 1980). En el estudia mencionado de la Puke Univ~rsity, ~l 51 % de los viejos consideraba que s~ salud era buena • el 33 % que era "aceptable" y solrunente el 16 o/o que era "pobre". Hay frecuentes noticias de viejos que corren mara- tones, trepan montañas., nadan largas distancias. _o_s1In- plemente dan muestra~ de .~u excelente funcio_i:i~~~~to fislco. Un estudio (H. Devrtes, 1968) soI?re un prog~a de un año de duración con ejercicios realizados por pei:sonas mayores de 70 años demostró que su salud y el ajuste de 34 - ue e - a u e o sa emos muy bien todavía cuáles son as cau- as que detenninan el proceso de envejec1Inlento, aunque seguramente podremos esperar respuestas en un período relativaxpente breve. provenientes del campo de la genéti- ca. pero obseivando los procesos individuales de enveje- cilnlento podemos ver la enorme variación que se pro- duce de sujeto a sujeto: así encontraremos personas de 8 0 afias que "no lo parecen". en tanto verexnos otras de 60 t o- talmente decrépitas. Sin ninguna duda la discrepancia estará dada por la interco rr nci de fact ores excesiva 35 ( l sisten a aceptar estos hechos y siguen aferrados a sus con- W cepciones prejuiciosas sobre la vejez.\ 4. BIBLIOGRAFIA Andrés, H. y Gastrón, L.: "Criticas a la teoría del desapego. El hospital de día como una alternativa de integra- ción", Rev. Española de Gerontología y Geriatria, XIV, 5, 1979. Bleger, J.· (1963): Psicología de la conducta. Buenos Aires, Patdós, 1987. " · Bromley, D. B.: The psychology of human ageing, Ingla- terra. Penguin Books Ltd .• 1966. Busse, E. W. y Blazer, D.: lhe theortes and processes of agtng". en Handbook of geriatrtc psychiatry, Nueva York, Van Nostrand Reinholdt Ca., 1980. Butler, R. N. y Lewts, M. l. (1973) : Aging and mental health: postttve psychosocial and btomedical approaches, St. Louis,C. V. Mosby -Ca., 1982. ~ Cummings, E. y Henry, W. E.: Growtng old: the processof dtsengangement, Nueva York, Baste Books Inc. 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INTROOUCCION Uno de los mayores problemas que enfrenta el estudio- so de la gerontología y la geriatría es la excesiva tenden- cia a la generalización y/ o universalización de los te!llas que se abordan, como también la utilización de un sinnúmero de "lugares comunes" sobre la vejez- y los vie- jos. Es probable que ambas conductas estén íntimamente relacionadas, y que el folklore y la mitología invadan el espíritu científico de los investigadores en un intento de encontrar explicaciones totalizadoras para ün fenómeno psicoló ico ue se uiere evitar ue es tomar conciencia even!L ~.!i§ r . .Q .. 12.!:0 o enve c,!!nieU..2· ea cua fuere la edad del que esc:;:ri e so re estos temas o del que los lee, siempre estamos hablando de nosotros mismos. de lo que somos o de lo que seremos; .. si el tiempo nos lo permite. Tornar conciencia de esto es el punto· de partida para poder comprender los vastos. complejos e intrinca- dos fenómenos que se presentan en el proceso ~e nuestro envejecimiento y las diversas conductas que surgirán de - ellas, conductas ·qu e si bien representan y están integra- l das en un todo, tendrán su manifestación preponderante. ún 1 s casos en el área 1 ( sicoló lea),· en el área 2 (blo ógica o erre a rea soc a . o os os au ores importantes en el campo de la ge- riatría (Neugarten, Bourllere. Gutmann, Bromley, Streji- levich. entre otros) insisten en ·1a. imposibilidad de esta generalización, basándose fundamentalmente en el crite- rio de "dispersión", esto es, la mayor disparidad de con:.. ductas o de sus rasgos que se advierten con el paso del Uerripo: son más homogéneas, y por lo tanto más pasibles 38 de s~r computadas estadísticamente. las conductas de 111 reclen nacidos o de los chicos de 6 años que las de los vh jos de 70 años. Pero no es ésta la única dificultad meto dológi<;a. La investigación gerontológica y geriátrica 1 f'! 9uerinaun~ mayor realización de estudios de Upu lon ltudinal uellos ue ermitan el ·estu<.lio e los sujetos durante la mayor l}arte J;?O~ible e su vtdu para po<!_~-~!l~!:.!.~ vi9~!!.udes de su créeiifil.~n. r1,.Qíl ITOllov '"Ove' '""'""''· :r.::-.- ~ · · · - - ""-·~""' ~u.,-'-"-Y-·--·11..t<."':<~.f",c;p.IJ.l..-p,cl:Q_c:au:;_ nrnrPdiin.lPntO es muy 01 . .ucil de realizar or re u · ~----·¡¡"-·~-·~"- figada-·relafFiiüñ-;~{'[9.~C:._biQ_~d!;!n~-~l".e._q~~~~ .. _ - . ...... ._. ·-· - -- ·--"'~~ - .... ~§ •. é!! . e y ,1~. n oniu e. v un~~uu1u1no 1ct· · trabajo 1 ,.., ~~ ... =v~. ___ ,..,,, ..• ~.. :.-:=-::" T d c1o~ -ª -~9n~g,µl~P.~~.-~tab~dª9.Y.~r~}§ .~n~la..a..lu _argo e ps ~9~, .l.';ste sena el metodo más recomendable objetivamente, pero no obstante tendría el inconveniente subjetivo de que investigado e investigador envejecerían al ~smo tiempo, lo .cual en un detenninado momento podría producir inteñerencias y desvirtuar los resulta- dos. ;enemas que recurrir entonces al método Mtransver- sal . que compara una o varias funciones en grupos d e igual edad cronológica. Este método es· el más utilizado pero es el menos confiable científicamente en cuanto a sus resultados porque tiene el lI:J.conveniente de inducir errores al no contemplar la variable "tiempo histórico" (Neugarten, 1970). El método Mtranscultural", es decir el que compara individuos de la misma edad en diversas culturas (por ejemplo, Gutmann. 1977) tiene el inconve- niente de d·esesUmar la variable MUempo ·social" (Neugar- ten, 1970). Sobre estas dos variables volveré a hablar más adelante. Finalmente, la elección del lugar donde se realiza el muestreo de la población Uené fundamental importan- cia. Generalmente los investigadores empiricos en estos temas tienden a sacar sus conclusiones a partir de los consultorios privados o de las Jnstltuciones. y luego tra- tan de ex_trapolar estos resultados a la población general. Pero aqu1 el error es más peligroso porque hace una ex- tensión de observaciones realizadas sobre Mpactentes" - es ~ecir, enfermos- hacia individuos sanos, sean éstos organicos o funcionales. Este error deriva del prejuicio más asenta~o sobre la población vieja y que es la utiliza- ción automauca de la categoría viejo=enfermo. Las in- vestJgaci~nes sobre menopausia (Neugarten. 197,0). sobre declinacion mental (Botwinick. 1966) o sobre depresión (Palmare,_ 1980) entre otras; desestiman este prejuicio. Como el titulo de este trabajo se presta para caer en algu- 39 no (o en la totalidad) de los errores que señalo, corres- ponde acotar su intención. El término envejecimiento de por sí puede inducir a ambigüedades sobre su ubicación temporal. De las diver- sas acepciones que de él se pueden dar, elegiré para esta exposición su aspecto de desarrollo, de "procesoM de tran- sición del ser humano hacia la vejez, y para ello lo cen- traré en las interacciones psicológicas, biológicas y so- ciales de lo que últimamente los autores ingleses y amerl- canos especialmente, han comenzado a estudiar bajo la denominación de mediana edad (Middle Age. Bromley. 1977; Butler. 1982: Howells, 1981: Norman. 1980; Jacques, 1966: Neugarten, 1977). Esta pretenderá también ser la introducción a un estudio a desarrollar todavía: la de establecer cuales de las características descriptas por los autores anglosajones se corresponden con la realidad de nuestro país, y cuál es su impacto sobre la psicología del envejecer aquí, ahora. 2. ¿QUE ES l.A MEDIANA EDAD? Una de las dificultades con el término mediana edad reside en que no es una fase que pueda definirse muy cla- ramente, sino que guarda diferentes significados para la gente según su edad, sexo, status, clase social. etc. El pri- mero en estudiarla fue E. Jacques (1966) y la situó cro- nológicamente de los 35 años en adelante, pero a mi jui- cio cometió una equivocación, pues constituían la mues- tra de su estudio fundamentalmente artistas de siglos pa- sados. cuando la expectativa de vida al nacer era mucho menor de lo que es ahora y, en consecuencia, si quisiéra- mos· recurrir al mismo método, arbitrario por cierto, de- beríamos situar actualmente este periodo entre los 45 y los 65 años. Esta es la época en que la, mayor~a de la gente ha en- contrado el modo de' subsistencia propio y el de su fami- lia, ·y el momento en el cual han terminado la crianza y cuidado de sus hijos, actividad que suele suplantarse con el cuidado y preocupaci0n por los propios padres, cuando éstos aún existen. En ciertos sectores de la población, en la mediana edad se está al mando de la sociedad en térmi- nos de poder, influencia y toma de decisiones, lo cual trae aparejado suma responsabilidad en el manejo de temas tales como los relacionados con la juventud y la vejez, por ejemplo (Butler, 1 9 82). Alred edor d e la s tres cuartas 40 :1 1 . i partes de la producción intelectual de cientifl.cos y escri- tores está distribuida en el rango de edad comprendido entre los 30 y los 59 años; la mitad de los descubr1mientos y desarrollos en medicina y en psicología se producen en la década de los 40 (Bromley, 1977). Entre los 30 y los 60 años se distribuye el 80 % del total de los puestos políticos. militares o industrtales de la sociedad. Estas consideraciones relativas a las clases medias y altas, tienen su correlato en las clases bajas en cuanto a status y jerarquías en sus respectivos grupos de funciona- miento e influencia. Los trabajadores manuales tienen su lugar en fábricas y/o sindJcatos, en las organizaciones barriales, clubes, parroquias. etcétera. Las personas que han adquirido un nivel socio- económico ue les brlnda se uridad ue mantienen un buen esta o e sa u . ue en sentir esta é oca como la ~flor de la vida". La experiencia acumu a a y as con u c- tas estabilizadas en las relaciones interpersonales h acen ue en eneral les resulte fácil responder a las demandas ·del entorno socia aun mantener a ecua as e r or- mances isicas, at eticas o eportivas, aunque sean m o- dificadas or la ex eriencla y or cierto rada de líirilta- _ciones. (Por ejemplo, pueden jugar go en lugar e jugar al fútbol o correr dos veces por semana en lugar de jugar a la paleta, pero obteniendo, de todos modos. la satisfac- ción de sentirse activas y deportistas.) Para otras personas la mediana edad constituye un Mnicho ecológico" (Bromley, 1977). es decir que se han adaptado a un entorno limitado y que su ajuste a las a c':::- tividades de la vida cotidiana se reduce a una rutina regu- lar, lo cual les proporciona sent!Inientos de seguridad y así se sienten protegidos de los conflictos que podrían provocarles ansiedad. La experiencia los provee de la p a- ciencia necesaria para hacer frente a los problemas y, al mismo tiempo, para sentir confianza en si mismos. La gran profusión de contactos sociales que surgen del status y la jerarquía conseguidos· hacen que se esté en condi- ciones óptimas de recoger la información necesaria para resolver los problemas. tanto en el campo de la investiga- ción científica como en el mundo de los negocios. Como es fácil comprender, el objetivo de todas estas conductas es el mantenimiento de un adecuado nivel de autoestima. Para gran parte de la gente la mediana edad es la época de la autorreal!zación y la gratificación, pero al mismo tiempo, para toda la gente sin excepción ésta es también la época que marca el paso LTlexorable hacia la vejez y, en 4 1 consecuencia, gran parte de lo que denornlnrunos "buen o mal envejecer" está conterudo en este pasaje. Pero antes de examinar qué es lo que detenninará la calidad de este proceso y sus consecuencias ulterlores debemos pregun- tarnos ·si existen algunos rasgos intrínsecos y particu- lares de esta etapa y que puedan adscnbirse a toda la po- blación que envejece. · 3. CARACfERISrICAS DE l.A MEDIANA EDAD Aun manteniendo muchas reservas sobre las genera- lizaciones, tal como lo he señalado más arriba, la mayoría de los estudios, tanto los longitudinalescomo los transversales y transculturales, muestran la presen- cia de algunos rasgos intrapsíquicos con la suficiente constancia como para tomarlos como punto de partida pa ra una futura investigación comparativa. . Partiré de la "Qase de que en la meclJana edad hay dos te- m a s predomlnantes que prestan una especie de telón de fondo sobre el que aquélla se. desarrolla.y que son:. la.pro- gresiva toma de conciencia del pa~o del tiempo con el con- siguiente envejecimiento personal, por un lado, y por el otro, que los cambios en los patrones vitales muestran que los hijos crecen, los propios padres envejecen cada vez más y mueren , y que eso lo coloca al individuo ante la sensación ineludible de ser "el próximo en la fila". Las formas de expresión ~trapsíquicas de -esta temática son las siguientes: 3 . 1. Incremento de la tnterioridad Neugarten (1970) ha sido la plimera en llamar la aten- ción, basada en estudios realizados en la Universidad de Chicago, acerca de que en la mediana edad hay· un énfasis en la introspección y en el balance vital con un intento de revaluar el sí-mismo (selj). La preocupación por el mundo interno se intensifica; las catexls. emocionales sobre per- sonas y objetos del mundo externo decrecen: la disponi- bilidad para distnbulr actividades y afectos en las perso- nas del entorno se reducen; es el momento del movimien- to desde el mundo externo al mundo interno. La autora insiste en que este incremento de la interioridad es un proceso íntrinseco atiibuible a la edad más que a una res puesta ada ptativa a procesos de c:ambio, ya que puede s e r medida, di.ce, en personas con ·uuen funcionanúento 42 1 .1 1 1 1 mental antes de que ocurran las inevitable~didas !'111 ) ~inherentes al envejeciiniento, o antes de que h oy 1 'aigüil" cambio detectable en la per:fonnance o competem 1 , de los sujetos en los roles sociales adultos. Partiendo de la similitud entre este planteo y la am veración popular de que "en la vejez hay un aumento th 1 narcisismo", utilicé en otro lugar (Salvarezza. 1985) lu metodología psicoanalítica para confrontar ambos co11 ceptos - intenondad y narcisismo- . y sostuve que s i IJlr 11 el incremento de la interioridad debe considerarse 1 11 prinlera instancia como un fenómeno universal, h ay qw verlo como el resultado de la disociación que produce , 1 conflicto de envejecer o ciertas situaciones vitales dcnlt 11 del proceso de ·ser viejo". ~ste repliegue sobre sí ~u1v podrá tener las características de remtntscencia, en c 11 y11 caso se canse uirá la tnle H.dad del su eto, o ad uirh ?t 1 1 orma de nostal la. al no oder es a ecer a e 1 <I 11 I . 1 se ransformará" en esesperac n. e cu qu er m a u c-1.1 '" ~el narcisismo.pasa a ser la consecuencia y no la causa clrl .u..tt Iñcremento de la interlortdad (véase cap: 4) . 1 • 3.2. Cambio en-la pe~cepclón del tiempo En su mediana edad la gente comienza a pens111 1 1 tiempo, su tiempo, desde una perspectiva distinta. e 11 mienza a medir el tiempo más en función de lo qu e 11111 11 por vivir que de lo que ha pasado desde el nacimiento. 1"" hay solamente una mv;erslón de la direccionalidad. tt l11 11 que aparece la conciencia de que el tiempo es finito. N' 11 garten ( 1970) sefüila que en esta época existe una m a1 t •111 I 1 dificultad para situarse en la propia edad y que cuamJ11 , algunas personas se les pregunta de improviso por s u c-dw I no pueden dar de .inmediato la respuesta adecuada; 11111 rrumpen su pensamie nto y frecuentemente clln 11 "¿Cuántos ... 51? No, 52. Sí. sí, 52". 3 .3 . Personalización de la muerte · Intimamente relacionado con lo anterior a paren 1 , personalización de la muerte. La muerte de pares y 011 11 gos. especiahnente los últimos, hace que ésta se couvh 1 I u en ui:ia posibilidad real para uno mismo y que deje <.le 11 1 la magica o extraordinarla ocurrencia que parec ía c rn111 do éramos j ovenes. ··· Jacques, en su importante trabajo de 1966, a l anoll 111 las causas que provocan un cambio en la conducta <.le 111 11 43 personas en la mitad de la v1da decía: "Considero, y trata- . ré de demostrarlo. que el hecho . de que en el escenario psíquico entren la realidad y la inev1tabilidad de la pro- pia muerte personal eventual, es el rasgo central y básico de la fase de la mitad de la v1da, el rasgo que precipita la naturaleza crítica de este p~Iiodo. ~ muerte - en el nivel consciente- , en lu ser una concepción general 0 i.m aco en o en érminos CTu la erdiaa de algún ser. se c;;onv1srte eu...mi.P;ro _S:....11l~~~~::io!!al,lá propta: muerte, la propia mortalidad real y ac~Freüer (1915) describió con precisión este problema: ".Está]Jamos E!eparadgs...;p.ara sostenc~ la muerte era el resultado necesario de la v1da .. . Sin embargo, en reail3ad, estaoá- mosacosfo~:§r:~~Qs_~:É,9ñ~ffi~ C?~O. s!.[tffrac1eotr~. marrett .. ~~~_g_tfáD~~~D'ª-..Yicofil1l-fil1ffil.Ji1~i!.i;@fifilá' ·ª·-·· 'arCl'ilva;~ . ,LllJ.~~t;r~1.1m!!?:~J"J.~ .. 2~~-.Y.!9.f!:J!.f!,t.~J~?~ºs .. ~ de-'O'C!\lTl'.ar1a ... Se rra a ae nuestra propia vida, por supues- to:-::-mttrre cree en sfcr!o¿Ia-miféñé':::'""En ei"'füconséte•nte . tottos-t!Man convenét os .. e"s1:t'-ro~r-··i.iuñOrC kíaci''" ..... .... .. ..... Eff·-esfe-p~iito~"ün"rasga··rrn:arlan~"Cfeor~en c~fturat parece determinar una distinta conducta según los sexos: 1 mientras el hombre aparece preocupado por la proxtmt- dad de su muerte, la mujer está preocupada por la 1nrn1- nencia de su v1udez. . Es importante señalar que en condiciones normales, al instalarse la vejez. de los tres rasgos intrapsíqutcos mencionados, los dos últimos tienden a perder importan- cia y a desaparecer como factor preocupante, en tanto que el primero persiste y aun puede llegar a ·incrementarse considerablemente (Salvarezza. 1985). 4. DISTINTOS TIPOS DE ENVEJECIMIENTO Los estudios realizados muestran que en general la mayoría de la gente se ajusta y adapta relativamente bien a los problemas y demandas que presenta la mediana edad. pero que también muchas veces ocurren' dificul- tades en ese tránsito y aparecen las llamadas "crisis de la mediana edad". Más adelante voy a considerar si esto debe o no considerarse una "crisis". pero entre tanto. pa- rafraseando a Butler (1982) y a H. Ey (1969) describiré las conductas más comunes que suelen presentarse en la , , mediana edad y que denotan stntomáticamente que, el proceso de "buen envejecerM está perturbado. 44 ·• t : • H. Ey señala que el ser que envejece debe hacer un es- fuerzo extra. porque al contrario del niño o del adulto, debe adaptarse no solamente al medio sino. además. a su propia vejez. La Imposibilidad de aceptar las nuevas con- diciones que impone el envejecimiento puede llevar a que aparezca una "reacción global de rechazoM: rechazo de ad- mitir el enve ecimiento de las ca acidades intelectuales el envejecimiento . lS ao o a dis inu · - l sexuali- a . s e rechazo puede convertirse en una auténtica for- mación reactiva que se traducirá en la adopción de ras- gos, maneras y conductas inapropiadas, correspon- dientes a otra época, en un intento de -detener el reloj". La frustración llbidinal puede llevar al sujeto que envejece a sentirse inferior a los jóvenes. puede fomentar senti- mientos de enVidia, lo cual se traducirá en un rechazo glo- bal de todo lo relacionado con la juventud u eta se mos rara impacten e. agres vo. au oritario y critico ha- cia las generaciones menores. La preocupación por los cambios corporales irievitables puede llegar a ser exage- rada. y aparecerá en forma de trastornos.hipocondriac os. COíldepresión alcoholtsmo o algun otro ti o de adicción - especialmente medtcarnen osa- corno posibles conse- cuencias. El .. emor a los cambios, especialíñente en lo cor- poral, relacionado con el funcionamiento sexual. puede -e,roducir dos tipos de reacciones opuestas: por un lado, pfoñllscuidad tratar de probar que aun se es jo- ven y atractivo. Esto puede con uc a ernpes vas rup-
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