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Mexico revolucionario

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Reporte de lectura 
México revolucionario, 1920-1928. 
Capitalismo transnacional, luchas locales y formación del nuevo Estado
 (Richard Tardanico)
En esta lectura se dan puntos clave para entender la formación del nuevo Estado después de la Revolución. En esta época, la coalición revolucionaria mexicana (encabezada por los ejércitos constitucionalistas) constaba de caudillos locales, comerciantes, grupos como pequeños granjeros, burócratas y profesionistas, así como empresarios rurales y urbanos medianos y ricos. Todos ellos tenían en común que habían sido desfavorecidos con el gobierno de Díaz.
En 1917 se hizo el compromiso de crear una organización estatal centralizada a favor del desarrollo capitalista nacional (que regularía el capital extranjero) así como del orden. Sin embargo, la burguesía mexicana estaba debilitada y desunida, mientras que la autoridad no estaba bien centralizada, ello sumado al gobierno de caudillos regionales que se adueñaron de territorios personales. Tales caudillos solían defender intereses individuales y arrebatar tierra a campesinos, hacendados o generar alianzas con éstos para ir en contra de reformas sociales. 
Así también, el nuevo régimen tuvo que enfrentar intereses contrarevolucionarios del capital extranjero, de la élite porfirista aún vigente, y de los caudillos aliados a ésta. Al mismo tiempo, Carranza no incorporó a las masas en el Estado lo que no ayudó a la centralización de la autoridad política. Las clases bajas estaban políticamente fraccionadas y no tenían gran conciencia de clase, además de que la revolución agraria no abarcaba toda la nación. Los campesinos pobres y los obreros tenían diferencias socioculturales e intereses conflictivos entre sí, lo que dificultó su apoyo mutuo. 
Ante todos esos problemas, el poder central hizo alianzas tácticas con intereses tanto estadounidenses como de las clases bajas autóctonas. En parte esto fue lo que provocó un golpe en 1920, que daría paso a los gobiernos de Obregón y Calles.
Durante el gobierno de Obregón, se empezaría una “política de colaboración” que daría concesiones al capital extranjero y que dejaría en mayor o menor medida que tales intereses subordinaran a grupos locales. Sin embargo, por otro lado se buscaría estabilizar el nuevo Estado y reconstruir la economía nacional, lo que se alcanzaría paradójicamente con préstamos y capitales del vecino del norte. Con esas estrategias, el nuevo aparato de Estado fue capaz de resistir a desafíos militares en el interior del país.
A diferencia del gobierno de Carranza, el de Obregón usó como táctica incluir a dirigentes de algunas facciones de las clases bajas y repartir algunas tierras, además de impulsar reformas agrarias en determinados estados. Esto sería el enfoque populista de tal administración y de esta forma penetró en el campo y apaciguó a las masas rurales, las cuales al mismo tiempo estaban enfrentadas entre sí mismas por el mismo reparto de tierras. Además, mediante la militancia empezó la tarea de profesionalizar a las fuerzas armadas y subordinarlas al control de la política central.
El gobierno de Plutarco Elías Calles tendría la prioridad de centralizar el aparato de estado aún más, mientras que se seguiría enfrentando a las mismas incidentes dificultades: la resistencia local y extranjera. En esta administración, los poderes fiscales y los ingresos siguieron siendo limitados. Este gobierno también logró exacerbar la desunión de las masas campesinas mediante la reforma agraria al mismo tiempo que incentivó la modernización agrícola y la producción para la exportación, creando así un banco de crédito agrario y construyendo sistemas de irrigación, carreteras y escuelas rurales.
Aún con lo anterior, el objetivo de la construcción de un Estado más fuerte se vio en cierta medida perjudicado por el “personalismo” de la política mexicana, la lealtad se daba hacia personas en especial (de las cuales Calles era una), y no a la figura del Estado en sí. 
En 1928 se formó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) para neutralizar opocisiones militares, y con ello se logró integrar a caudillos y caciques regionales, pues gracias a estas alianzas frágiles existía estabilidad. La formación de tal partido resultó en cierta medida contraproducente, pues se formaron facciones dentro de él (así como en la burocracia estatal y el ejército) que querían modificar el nacionalismo populista.

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