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La Occisión del espíritu del árbol del Cap XXVIII de La rama

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“La Occisión del espíritu del árbol” del Cap. XXVIII de La rama dorada
Es particular la manera de denominar el apartado que vamos a tratar, “Entierro del carnaval”, pues puede remitirnos un tanto al concepto de carnaval que conocemos ahora, nada menos lejano que ello, sin embargo los orígenes de tal pueden y deberían ser rastreados hacia el pensamiento primitivo. Habiendo dejado las bases sentadas en lo que respecta a la muerte necesaria del rey por su sucesor relacionado con la muerte de los dioses. Es curioso la manera de representar el carnaval, pues en un primer paso se simula un personificación de la muerte, y en un segundo paso se da la muerte en sí misma. 
	Como podemos ver, las fechas del calendario en que este tipo de festividades se llevan a cabo coinciden en algunos puntos con los que la religión cristiana tiene, pues a pesar de que esta religión se haya intentado desligar de las creencias primitivas como se ha expuesto aquí, el carnaval, sigue rigiendo por los ciclos solares, al igual que las comunidades con pensamiento primitivo. Este fenómeno de expulsión de la muerte no es otra cosa que una suerte de una reactualización del caos que conlleva la calma, un nuevo comienzo, un nuevo nacimiento. 
	Entre los lugares o comunidades que celebran un rito similar se destacan la fiesta de Frosinone, cerca de Roma y Nápoles, conocida como La Radica. En dicha celebración, se pasea por la plaza principal una carroza arrastrada por caballos en la que va el personaje o símbolo de la fiesta: un muñeco de yeso de tres metros de largo, ataviado con botas y casco y una especia de túnica. Mientras este objeto va dando su recorrido, la gente se vuelca alrededor, cargando varas o hierbas largas que, después de la procesión, se arrojan poe el aire acompañado de gritos y ruido, para al final quitarle el atuendo al muñeco y quemarlo, tradición que por lejana que parezca, no puede sino recordarnos a los judas que se queman en las tradiciones cristianas del carnaval como una purificación del mal. 
	Es particular la relación que esta tradición europea mantiene con la que también se nos presenta en las tierras de Normandía, al caer la tarde del que establecemos nosotros como Miércoles de Ceniza, se acostumbra a celebrar el entierro. Ahora también existe una figura que, vestida con harapos, y en representación de la vieja calavera, va en hombros de una persona sumamente robusta, aquí es particular la adición de la música como acompañamiento, y los insultos de esa figura que representaba los pecados de las personas y que también hacia el final de esta tradición era quemado como símbolo de un nuevo resurgimiento espiritual. 
No es mal conocida la tradición mexicana, en muchos aspectos sincrética con creencias indígenas, acerca del culto a la muerte, incluso la burla o mofa hacia ellas. Así pues, y sentando la semejanza que existe entre el entierro del carnaval y la expulsión de la muerte, vemos que existe un pensamiento más marcado respecto a la búsqueda de la vida, pues se trata de atraer la primavera, representación por excelencia de lo que puede significar vital. Ceremonia celebrada el cuarto domingo de cuaresma, hay una serie de ejemplos que sirven para ilustrar o intentar representar un poco lo que esto significa. 
En los territorios de una provincia de Baviera, en Franconia central, se acostumbra que los niños hagan una figura que representa la muerte a base de paja, misma que es objeto de burlas y bromas mientras la van paseando por el pueblo y que es igualmente quemada cuando se llega al final de la celebración. Hacia las tierra de Erlangen, en las mismas tierras bávaras de Alemania, existe la tradición de que un grupo de mujeres, vestidas con la mejor de sus ropas, cargan unas muñecas que representan la muerte, y van pidiendo monedas en las puertas cantando que van a tirar la muerte al agua, cosa que realizan hacia en el final del peregrinaje, deshaciendo de las muñecas en un río cercano a la provincia; cabe destacar que esta ceremonia también servía como una búsqueda de protección hacia posibles pestes y enfermedades. 
Es normal que estas tradiciones expuestas, así como muchas que se enlistan en el texto muestren un miedo a la efigie de la muerte, o el concepto que tienen de ella, por eso es que le dan señales de odio, aborrecimiento, y realizan todo los posible para ahuyentarla de sus poblaciones, ya sea en modo simbólico que implique “matar a la muerte”, como un modo en el que se represente a la muerte, pero en este caso se busca no seguirle el paso en su camino.

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