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Índices de Miller En los cristales de red periódica regular, a menudo es necesario indicar el sistema de planos dentro del cristal que corren en diferentes direcciones, cortando varios conjuntos de átomos. De tal manera que, las capas con empaquetamiento compacto de las redes cúbicas centradas en la cara y hexagonal con empaquetamiento compacto, forman sistemas muy definidos e importantes de planos cristalinos. La orientación de estos sistemas de planos dentro del cristal se especifica mediante tres números denominados índices de Miller, que se pueden determinar de la siguiente manera: 1. Se toma como origen cualquier átomo del cristal y se levantan ejes de coordenadas a partir de dicho átomo en las direcciones de los vectores base. 2. Se encuentran las intersecciones de un plano que pertenece al sistema, expresándolos como múltiplos enteros de los vectores base a lo largo de los ejes cristalinos. 3. Se sacan los recíprocos de estos números y se reducen a la tríada más pequeña de enteros h, k, l, que tienen la misma relación. De donde, la cantidad (hkl) constituye los índices de Miller de dicho sistema de planos. Notación abreviada de las estructuras superficiales simples Por ejemplo, en la Ilustración 4 se muestra un plano cuyas intersecciones son el doble de la distancia reticular a, tres veces la distancia reticular b y 4 veces la distancia reticular c. Los índices de Miller de la familia a la que pertenece este plano se obtienen sacando los recíprocos de estos números, es decir, ½, 1/3,1/4, y reproduciéndolos e la tríada más pequeña posible de enteros que tengan la misma relación. Esto se logra multiplicando cada uno de los recíprocos por doce, que en este caso dan 6, 4, y 3. Los índices de Miller se escriben simplemente encerrando estos tres números entre corchetes; en este ejemplo, el plano forma parte de una familia de planos [643] o sea, un plano (McKelvey, 1996). Ilustración 4.- Plano cristalográfico y las intersecciones en la red. Deberán observarse varios puntos acerca del uso de los índices de Miller para las direcciones: 1. Dado que las direcciones son vectores, una dirección y su negativo no son idénticas; [100] y [100] no son iguales. Representan a la misma línea, pero su dirección es opuesta. 2. Una dirección y su múltiplo son idénticos; [100] es la misma dirección que [200]. Simplemente se omitió hacer la reducción a mínimos enteros. 3. Ciertos grupos de direcciones son equivalentes; sus índices particulares dependen de cómo se construyen las coordenadas. Por ejemplo, en un sistema cúbico, una dirección [100] es equivalente a [010] si se redefine el sistema de coordenadas. Es posible referirse a grupos de direcciones equivalentes como familias de direcciones. Se utilizan los paréntesis angulares <> para indicar este conjunto. Ciertos planos de átomos en un cristal también son significativos; por ejemplo, los metales se deforman a lo largo de aquellos planos de átomos que están empaquetados más estrechamente (Askeland, 1998). Se utilizan los índices de Miller como una notación abreviada para identificar estos planos importantes, tal como se describe en el procedimiento siguiente: 1. Identifique los puntos en los cuales el plano interseca los ejes de coordenadas x, y, y z en función del número de parámetros de red. Si el plano pasa a través del origen, el origen del sistema de coordenadas deberá moverse. 2. Tome los recíprocos de estas intersecciones. 3. Elimine las fracciones, pero no reduzca a los mínimos enteros. 4. Encierre los números resultantes entre paréntesis. De nuevo, los números negativos se escribirán con una barra sobre los mismos. La red inversa La red inversa o recíproca es una estructura reticular de puntos, que está relacionada en cierta forma con la red cristalina real. La condición de Bragg para la difracción de rayos X se puede expresar de una forma sencilla con ayuda de la red recíproca (Pavplov, 1985). Si a, b y c son los vectores primitivos de translación de una red cristalina real, los vectores primitivos de translación de la red recíproca, a*, b* y c* se definen mediante las siguientes relaciones: a* · a = b* · b = c* · c = 1 y a* · b = a* · c = b* · c = b*· a = c* · a = c* · b = 0 Dado que a* · b = a* · c = 0, el vector a* es perpendicular al plano determinado por b y c. En consecuencia, es paralelo al vector b x c y se puede expresar como un múltiplo de ese vector, es decir a* = A (b x c), donde A es una constante escalar. Sin embargo a* · a = A (b x c) · a = 1 de donde, resolviendo para A y sustituyendo el valor así obtenido se tiene que a* = (b x c) / (a · b x c) De la misma manera se puede demostrar que b* = (c x a) / (a · b x c) y c* = (a x b) / (a · b x c) Si se utiliza el mismo planteamiento general, se pueden obtener las siguientes transformaciones inversas (Pavplov, 1985): a = (b* x c*) / (a* · b* x c*) b = (c* x a*) / (a* · b* x c*) y c = (a* x b*) / (a* · b* x c*) Difracción sobre las superficies En 1912 von Laue descubrió los efectos de la difracción de los rayos X en muestras de un monocristal, también predijo que los átomos de un espécimen monocristalino producirían la difracción de un haz de rayos X monocromático y paralelo, originando una serie de haces difractados cuyas direcciones e intensidades dependerían de la estructura de la red y la composición química del cristal. Estas predicciones se verificaron en un plazo muy corto, gracias a los trabajos de Friedrich y Knipping. En la Ilustración 5 se observa un diagrama de representativo del arreglo experimental correspondiente. La ubicación de los máximos de difracción fue explicada por W. L. Bragg, a base de un modelo muy simple en el que se supone que la radiación X se refleja especularmente desde los planos sucesivos de los diversos sistemas (hkl) del cristal, y en el que los máximos de difracción sólo se encuentran para direcciones de incidencia y reflexión tales que las reflexiones de los planos adyacentes de un sistema interfieran en forma constructiva, con diferencias de fase de 2πn radianes, en donde n es un numero entero (McKelvey, 1996). Ilustración 5.- Diagrama representativo de la difracción de rayos X según Laue Según este experimento, la diferencia de trayectoria para reflexiones sucesivas sería igual a un número entero de longitudes de onda de los rayos X. Sin embargo, esta diferencia de trayectoria, es 2d sen θ, en donde d es el espaciamiento entre los planos atómicos adyacentes, y θ es el ángulo de incidencia entre el plano atómico y el haz incidente (McKelvey, 1996). De tal manera que, los haces fuertemente difractados deben propagarse, fuera del cristal, en direcciones para las que se satisface la ecuación de Bragg nλ= 2d sen θ Los rayos X se pueden producir fácilmente permitiendo que electrones de alta energía choquen contra un ánodo metálico que constituye el blanco. Los rayos X producidos de esta forma poseen, además de un espectro de fondo continuo, algunas líneas espectrales muy intensas y casi monocromáticas cuya frecuencia es característica de del material blanco. Estas líneas se originan debido al paso de electrones de capas internas del átomo a estados de mayor energía de los cuales se apartan para volver al estado base original con la consecuente emisión de rayos X (McKelvey, 1996). Difracción de electrones de baja energía Para un voltaje de 10 KV se indica que la longitud de onda mínima de rayos X que se puede excitar es 1.24 x 10-8 cm, es decir, 1.24 unidades Ångstrom. Esta magnitud es del orden de las distancias interatómicas de cristales reales y, de acuerdo con la ecuación de Bragg, es la apropiada para producir efectos de difracción observables sin recurrir a valores extremos de d y θ. Por tanto, en un tubo de rayos X en el que los electronesse aceleran mediante un potencial de unas cuantas decenas de kilovoltios, se puede considerar satisfactorio para producir rayos X apropiados para el trabajo de difracción de cristalográfica. Cuando los átomos de un cristal están sometidos a una radiación electromagnética, por ejemplo, los rayos X, se ejercen sobre ellos fuerzas eléctricas debidas a la interacción de las partículas cargadas de átomos con el vector del campo eléctrico de la onda electromagnética. Debido a esto, los electrones atómicos vibran armónicamente a la frecuencia de la radiación incidente sufriendo una aceleración. Estas cargas aceleradas vuelven a irradiar energía electromagnética, de acuerdo con la teoría electromagnética, a la frecuencia de vibración, es decir, a la de la onda incidente. A las frecuencias de la luz visible en donde la longitud de onda incidente es mucho mayor que las distancias interatómicas, la superposición de las ondas dispersas en esta forma por los átomos individuales del cristal, produce solamente los efectos bien conocidos de la refracción y la reflexión ópticas. Sin embargo, a las frecuencias de los rayos X, la longitud de onda incidente es comparable al espaciamiento interatómico y se puede observar la difracción de la radiación de los átomos del cristal. Estructura de las superficies a escala atómica Con el desarrollo de tecnología se ha logrado obtener materiales de dimensiones muy pequeñas (de unas cuantas micras, o nanómetros) que tienen propiedades distintas a las que tiene un materiales de misma composición pero a escala macrométrica, por lo que dicho confinamiento condiciona al material para obtener propiedades específicas; sin embargo, es muy difícil realizar observaciones a simple vista, por lo que se han desarrollado instrumentos que permiten la caracterización de dichos materiales, desde un análisis morfológico y morfométrico, hasta análisis químicos y energéticos, como es el caso de la microscopía electrónica, y las diversas espectroscopias. Referencias McKelvey. (1996). Física del Estado Sólido y de Semiconductores. México: Grupo Noriega Editores. Pavplov, P. V. (1985). Física del Estado Sólido. URSS: Mir Moscú.
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