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LA SOCIEDAD MODERNA

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CONCIENCIA UNVIERSITARIA 2021 
LIBRO VII LA SOCIEDAD MODERNA 
1. Introducción. 
En esta semana de trabajo nos abocaremos a la dimensión Social desde la Modernidad. 
Caracterizaremos las tecnologías de control social que los estados modernos aplican ante la 
necesidad de regular cantidades crecientes de población conformada por cuerpos productivos, 
cuerpos generadores de valor. 
Inmediatamente abordaremos la cuestión de la estructura de clases sociales, retomando la teoría 
marxista, y revisando los modelos de sociedad imperantes en las sociedades capitalistas del siglo 
XX, a la luz de dos instituciones que operaron como constructoras del sentido de la acción social: 
El Salario y el Consumo. Luego ingresaremos a la reflexión sobre nuestra América Latina, a partir 
de la implantación forzada de los modelos neoliberales con las dictaduras de la década del 70, 
cuando se profundiza la principal característica del continente: no es el continente más pobre, sino 
el más desigual. Esta condición significa que el nudo del problema para obtener condiciones 
sociales desarrolladas, es eminentemente político: el eje de análisis debe centrarse en las 
cuestiones del acceso y de la distribución de la riqueza. Esta situación se agrava con las políticas 
Neoliberales, cuando en Argentina se dinamitó la estructura de ascenso social distintiva durante 
casi todo el siglo XX, instaurando la pobreza estructural como un fenómeno de época, del cual no 
encontramos aún senderos de salida para lograr una sociedad más igualitaria, democrática y 
equilibrada. 
LIBRO VII LA SOCIEDAD MODERNA 
2. Las tecnologías sociales y el disciplinamiento de las poblaciones. 
Recordemos que la cuestión social es el núcleo de la reflexión política, económica y social en las 
sociedades modernas. Por eso la regulación de las poblaciones es uno de los mayores desafíos 
que se enfrentan al desplegar los mecanismos de dominación social. ¿Cómo hacer para que las 
poblaciones (cada vez más masivas, diversas y concentradas en ciudades) acepten como 
naturales ciertos preceptos, tales como las formas de propiedad, las desigualdades de condición 
entre personas, colectivos o clases sociales, cómo aceptamos vivir como cuerpos dóciles y 
productivos? 
Michel Foucault (1926-1984) fue un filósofo francés que dedicó gran parte de sus estudios a tratar 
de entender el funcionamiento del poder en las sociedades. Una de las principales definiciones 
respecto a este problema es la que lo lleva a separarse de la visión marxista ortodoxa que 
entendía al poder como un “lugar”, manifestado a través de una o varias instituciones a 
considerarlo como una relación, algo que está inserto en el seno de las sociedades y que funciona 
de acuerdo al equilibrio o desequilibrio que exista en la misma sociedad. Siguiendo esta tesis, llega 
a la conclusión de que el poder se infiltra en las relaciones sociales hasta un nivel capilar que 
identifica como “microfísica”. 
Al analizar las relaciones de poder descubre el funcionamiento de lo que llama “tecnologías del 
poder” que se implementan o se ejercen desde el Estado para gestionar y/o controlar a las 
poblaciones. En esta línea de argumentación, acuñará el neologismo “biopolítica”, en el que se 
englobarán este conjunto de tecnologías de control social. 
Si bien, el concepto de biopolítica lo aplicará de manera específica para referirse a una de las 
etapas del desarrollo de las tecnologías del poder, el término en sí engloba los dos momentos que 
describiremos a continuación. 
En un primer momento, Foucault describe el funcionamiento de una tecnología asociada a un 
particular momento del orden político que identifica con la soberanía clásica, esto es, más o menos 
correspondiente con los sistemas de absolutismo monárquico donde los monarcas son, 
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literalmente, dueños de vidas y haciendas de sus súbditos. Esta situación de extremo desequilibrio 
entre el poder soberano y la sociedad lo resumirá en la frase “hacer morir y dejar vivir”, dando 
cuenta de que el poder soberano tiene la facultad de matar a sus súbditos sin rendir cuentas a 
nadie, y que si viven es también por gracia del soberano. A partir de esta situación se desarrollará 
una tecnología que bautizará como la “anatomopolítica”, que se encaminará a imponer disciplina. 
La tecnología disciplinaria estará dirigida a los cuerpos, ya que es ahí donde pueda realizarse y 
conseguir los efectos de obediencia necesarios: conseguir “cuerpos dóciles”. 
La tecnología disciplinaria es, a su vez, una tecnología individualizante en la medida en que cada 
cuerpo debe adquirir de manera individual los hábitos disciplinarios. El desarrollo de esta 
tecnología se vincula a las nuevas formas de organización del trabajo, donde los tiempos de la 
fábrica deben ser medidos, cronometrados y la ubicación de los cuerpos debe responder a la 
maximización de la producción. Para que sea efectiva la aplicación de esta tecnología debe 
desarrollarse, además, un aparato de vigilancia tal que pueda controlar fehacientemente el orden 
disciplinado. 
El ejemplo máximo del desarrollo de las tecnologías disciplinarias se encuentra en el diseño de los 
establecimientos carcelarios, que siguen el modelo conocido como “Panóptico”, desarrollado por 
Jeremy Bentham a fines del siglo XVIII. El “ojo que todo lo ve”, pero que no puede ser visto. El 
modelo de panóptico se trasladará a otras instituciones como fábricas, escuelas y hospitales. 
A continuación, Foucault, describe la evolución de las tecnologías de control hacia el modelo típico 
de la biopolítica, tecnología que ya no es tanto “disciplinaria” sino “normalizadora”, pero que al no 
tener el mismo blanco de aplicación, no suprime la anterior, sino que la engloba, 
complementándose. La biopolítica no se dirige ya al cuerpo individual sino al conjunto, al hombre 
como especie, se convierte de esta manera en una tecnología eficaz para el control de las 
poblaciones. 
La tecnología biopolítica viene a invertir, en parte, la noción de la soberanía clásica, por el “hacer 
vivir y dejar morir”, en la medida de que se dirige a la gestión de las poblaciones que se van 
convirtiendo en el fundamento de las nuevas formas de soberanía. 
Como se dijo más arriba, la biopolítica no suprime la tecnología disciplinaria porque se aplica sobre 
otro sujeto, no ya el sujeto individual, sino el sujeto “especie” o la población. Sus efectos no son 
disciplinarios sino normalizadores, por lo que en última instancia se combina con la anterior 
consiguiendo el resultado de cuerpos dóciles y a la vez uniformes. El desarrollo de la biopolítica se 
basará en herramientas estadísticas que permitirán la gestión de la población, se cuantificarán los 
índices de mortalidad, natalidad y morbilidad. A partir de ahí se podrán desarrollar políticas como 
las del sanitarismo orientadas a la conservación de la vida, no ya de los individuos sino de las 
poblaciones. La muerte como fenómeno natural pondrá en crisis el objetivo del “hacer vivir”, por lo 
que en última instancia, aparecerá como un cierto fracaso de la tecnología biopolítica, de ahí que el 
aparato ritual de las sociedades alrededor de la misma tenderá a desaparecer para convertirse 
paulatinamente en un acto administrativo (certificado de defunción). 
La combinación de las tecnologías disciplinarias y normalizadoras tendrá un punto máximo en la 
sociedad alemana de mediados del siglo XX, la sociedad nazi, donde se llevarán a la máxima 
expresión. No conocemos en la historia sociedad más disciplinadora y a la vez más normalizadora 
que la sociedad nazi. En este contexto, vuelven a funcionar combinados los principios de la 
soberanía clásica –hacer morir- que ahora están en manos de cualquier persona, todos tienen el 
poder de eliminar a los otros, mediante distintos mecanismos como la delación o la acusación de 
pertenecer a un grupo particular (judíos, negros, gitanos, homosexuales, etc.). El ejercicio extremo 
de esta la tecnología disciplinaria permite,a su vez, el pico máximo del orden normalizado, de 
modo que lo que sigue es el desarrollo del racismo de Estado como forma de conseguir la 
homogeneidad total de la población en una ‘raza superior’, exterminando cualquier forma diferente 
o disidente. 
Si bien la sociedad nazi resulta en el paroxismo de las sociedades de control, todos los estados 
modernos aplican de una u otra forma estas tecnologías disciplinarias. En el transcurso de la 
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pandemia, ha sido su práctica generalizada la que posibilitó que miles de millones de ciudadanos 
hayamos podido responder de manera vertiginosa y eficaz a lo que se denomina “el gran 
confinamiento”. El discurso de la medicalización opera como el generador de un orden legítimo, 
acompañando y orientando las decisiones de política de los estados. 
LIBRO VII LA SOCIEDAD MODERNA 
3. El orden de la Modernidad y las sociedades de clases. 
Recuperando la teoría marxista 
Sin embargo, la cuestión del ‘orden social’ resulta de fenómenos bastante más complejos que la 
aplicación de ciertas tecnologías de control en base a los dictámenes de los estados nacionales. 
Otros órdenes se generan y estabilizan partiendo de diversos factores estructurantes, y los análisis 
de las clases sociales tienen bastante que decirnos al respecto. 
Cuando nos abocamos a conocer las principales corrientes de la teoría social, dedicamos una 
parte del estudio a la perspectiva marxista. Allí entendimos ejes explicativos centrales de la teoría: 
la mercancía como institución central del sentido capitalista, la propiedad privada como existencia 
ideológica de la apropiación desigual de los medios de producción, la plusvalía como el excedente 
de valor apropiable y núcleo de la pugna por la distribución de la riqueza en las relaciones de 
producción; el mercado de trabajo como el principal asignador de las posiciones de los sujetos en 
las sociedades modernas, los modos de producción en la historia humana como modelo explicativo 
de las estructuras y el cambio, y la lucha de clases como la manifestación dialéctica de la historia… 
El análisis de clases en la época de Marx, presentaba una linealidad bastante más esquemática ya 
que la complejidad del sistema productivo aún se encontraba en germen. Podemos decir que la 
burguesía y el proletariado eran entidades sociales aprehensibles, visibles, evidentes, polarizadas, 
de alguna manera, brutales. En este marco, el análisis de clases era el principio organizador por 
excelencia para el análisis político y social. Pero partiendo del materialismo histórico como 
herramienta analítica, es necesario reconocer que en el siglo XX las cosas resultan un poco 
diferentes, sobre todo por la paulatina complejización de la estructura social. Esta afirmación no 
indica que reneguemos del principio ordenador por excelencia: en el Capitalismo, la estructura de 
las clases sociales encuentra una divisoria de aguas fundante según la sea la apropiación privada 
de los medios de producción; a lo que se suma la relación de explotación necesaria para la 
apropiación privada del plusvalor desde una clase sobre otra. Sucede simplemente, que en 
nuestro tiempo el panorama se hace bastante más diverso. 
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4. Las clases sociales en el capitalismo industrial 
El material de lectura indicado para estudiar este eje de trabajo es el de Ralph Miliband, escrito en 
1987 y publicado en castellano en 1990. El autor sostiene que no es suficiente el análisis 
económico de las clases para explicar la dinámica social en el siglo XX. Es necesario integrar la 
perspectiva de la dominación, debe recuperarse la dimensión del poder como recurso “estratégico”. 
En este punto les recomendamos recuperar el análisis Weberiano de la dominación como la forma 
de manifestación del poder en las relaciones sociales. El núcleo del problema es que la explotación 
existe, pero además es necesario que para que la sociedad no colapse en conflicto, encuentre 
manera de aceptar la explotación como legítima. 
Miliband postula que una clase dominante se constituye como tal en virtud del control efectivo de 
tres fuentes de dominación: el control de los medios de producción, los medios de administración 
del estado (coerción), y los medios de comunicación (consenso). De la lectura del capítulo podrán 
extraer las diversas alternativas y combinaciones. 
https://virtual.unju.edu.ar/mod/resource/view.php?id=131076
https://virtual.unju.edu.ar/mod/resource/view.php?id=131076
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Deben poner especial atención en la composición de la Elite de poder, en la que integra también 
una burguesía que a menudo denominamos clase media, así como sus alianzas objetivas y la 
conflictividad que se encauza a través de los modelos de representación más o menos 
democrática. 
En otro plano, la existencia de clases subordinadas integra a la mayoría de la población. Les 
recomendamos poner especial atención en el significado que otorga al concepto “clase obrera”, la 
clase trabajadora, y su composición. Finalmente refiere a los “inactivos”. 
Las condiciones histórico-sociales de las sociedades concretas son las que de una u otra manera 
inciden en el modo en que estas clases se relacionan, se dimensionan, sus miembros y familias 
ascienden, descienden…. Estos procesos se denominan la movilidad social (ascendente o 
descendente) 
 
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5. ¿Por qué estudiar la estructura de clases sociales? 
Miliband explicita tres objetivos: se las estudia para elaborar “mapas sociales”, también para 
demostrar cuales son las estructuras y mecanismos de dominación y explotación, y además para 
poder comprender y explicar las fuentes objetivas de los conflictos sociales. En este sentido, la 
disputa por la subordinación es un eje de estudio que indica los senderos sobre los que se 
conforman las diversas formas de representación política en los sistemas de poder: sean 
conservadores, reformistas o revolucionarios, devienen de una situación de clase que los posiciona 
objetivamente en la cuestión social, según sea la conformación del recurso poder que tengan bajo 
su control, y que se manifiesta en construcciones ideológicas. 
Asimismo es importante reconocer los mecanismos a través de los cuales estos conflictos se 
manifiestan. Miliband refiere a la “presión desde arriba” y la “presión desde abajo” y la incidencia 
de la opinión pública y los medios de comunicación. 
Presión desde arriba, es el modo en que se libra la lucha por la Hegemonía, en el campo de la 
socialización de las poblaciones subordinadas. Son diversos los operadores que aspiran a 
mantener el orden social, generando estrategias discursivas o simbólicas contra las posiciones que 
resisten la dominación y explotación a la manera de “antihegemonía”. Es importante aquí que 
pongan especial atención en la función específica del Estado a este respecto, así como en el 
disciplinamiento que opera en los procesos productivos para la extracción del plus trabajo, y para 
la existencia de formas de trabajo no remunerado. 
La presión desde abajo, se encuentra plasmada en las reivindicaciones obreras, en la organización 
de los partidos obreros, y en el denominado Reformismo. Sin duda, las transformaciones de las 
luchas de clases durante el siglo XX han conseguido atenuar la crudeza de la dominación y la 
explotación clasista, beneficiando a la población subordinada en su conjunto (por ejemplo el caso 
del derecho laboral), y esto en base al sistema político de la democracia capitalista, como sendero 
para la reducción del conflicto. 
Es importante que realizar un esfuerzo comparativo para interpretar estos postulados de Miliband a 
la luz del modelo de sociedad, de estado y de intervención que propone Offe, y seguramente 
podrán encontrar más de una analogía entre ambas propuestas teóricas. 
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6. ¿Las clases sociales son solo nacionales? 
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El material de Miliband es una excelente síntesisintroductoria para comprender la estructura de 
clases. En ciencias sociales, suele ser importante tener en consideración las fechas de publicación 
de los libros o artículos, ya que los cambios sociales resultan vertiginosos. Algunas de las 
aseveraciones que el autor expone se han visto algo transformadas en un lapso de treinta años. 
Refiere a que las clases sociales son “nacionales” en las sociedades occidentales enfrentadas al 
comunismo. El mismo año en que Miliband escribe este material, el muro de Berlín es derrumbado, 
y junto con él comienza la desintegración del eje socialista, iniciando una transformación de la 
geopolítica que nos encuentra en la actualidad con un mundo regido por principios un poco 
diferentes. Sin embargo, refiere a la trasnacionalización de las luchas de clases a la manera en 
que se da al interior de los estados nacionales, siempre que podamos observar la dominación a 
través de los tres medios: de producción, de administración y coerción, y de comunicación. Es 
sugestiva su caracterización de las clases sociales en las sociedades de partido único (en la 
actualidad podríamos aplicar al caso de China). 
Algo similar sucede con la explicación otorgada a la cuestión sexista, racial, originaria. Considera 
que primero son integrantes de una clase, y que su “ser social” no está exento de complejidades y 
conflictos. La segregación social tiene fuertes fundamentos económicos, pero está atravesada por 
otros factores que dan sentido a las torsiones y conflictos sociales, como por ejemplo la incidencia 
de la ideología. 
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7. El giro fordista y la sociedad de masas del capitalismo industrial 
Es casi un mito que Henry Ford modificó sustancialmente los modos de producir en la industria, 
instaurando lo que se denomina el Modelo Fordista. En la próxima semana introduciremos las 
principales características de este modelo productivo que rigió la producción en serie durante el 
último siglo. Comenzaremos ahora reflexionando sobre las características y magnitud de los 
efectos sociales que dicho modelo productivo imprimió a las sociedades occidentales de la época. 
Henry Ford es quien implementa la Cadena de Montaje en la fábrica de automóviles desde 1908, 
cuando presenta el primer auto Ford A fabricado con este sistema. 
Comencemos por ubicarnos en la época. Los inicios de la actividad industrial en la zona norte de 
los Estados Unidos resulta de un proceso interno de vertiginosa urbanización, normalización y 
salarización de la clase obrera industrial en el territorio desde donde se irradiará el modelo hacia el 
resto del mundo. 
Seis años después de ese cambio en la organización del proceso productivo, en 1914, Henry Ford 
informa que duplicará el salario de sus operarios, implementando el “Five Dollars Day”, cuando en 
ese momento la media salarial industrial en Detroit se ubicaba en los dos dólares y medio. Lejos 
estaba del ejercicio de la beneficencia. Veamos por qué. 
La productividad industrial enfrentaba serias restricciones. La eficacia de la cadena de montaje en 
la fábrica dependía de la disminución de los denominados “Tiempos muertos”. Seis años de 
cadena de montaje en el establecimiento demostraban que la tecnificación de los procesos había 
revolucionado la producción, pero las prácticas obreras influían profundamente en los niveles de 
productividad. La cadena de montaje necesitaba un operario como Chaplin, en el clásico del cine 
“Tiempos Modernos”. Alguien escribió por esa época: “El cerebro del patrón se encuentra bajo la 
gorra del obrero” 
Entre otros, tenían incidencia factores socioculturales, tales como la cultura rural que perduraba 
como práctica en los trabajadores de la línea; esta característica incidía de manera directa en los 
niveles de ausentismo y deficiencias en el estilo de trabajo de los operarios que la cadena de 
montaje demandaba. 
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La determinación de duplicar los salarios de sus operarios fue capaz de revolucionar estas 
cuestiones: Un salario muy alto con relación a la media de la época operó de manera directa como 
disciplinador de los sectores obreros, ya que “todos querían trabajar para Ford”. No solo se 
garantizaba la disponibilidad ininterrumpida de mano de obra, sino que también le resultaba 
propicio imponer las condiciones morales “del buen trabajador” quien, entre otros aspectos, debía 
ser capaz de tolerar el mando indiscutido de un gerente, ingeniero, capataz. La apropiación del 
saber obrero por parte del capital se profundiza. La norma y el cronometro resultaron los socios 
exitosos de la época. 
Finalmente, Ford tuvo la capacidad de inventar “la sociedad de consumo norteamericana”, cuando 
comprendió que su trabajador podía ser a la vez el comprador del auto que producía en su fábrica. 
La producción en cadena, o producción de masa, necesitaba consumidores masivos de una 
industria que multiplicaba sus bienes de manera exponencial. Y encontró en los trabajadores su 
mejor inversión. 
La estructura social comienza a complejizarse aún más, y se instala durante décadas la movilidad 
social ascendente. Con Ford, se inicia el proceso de expansión de las sociedades de masas, de 
consumo. Por primera vez los trabajadores, que hasta entonces estaban excluidos del disfrute de 
los bienes materiales, fueron integrándose en una sociedad en donde el acceso a una “vida mejor” 
se visualizaba en el estilo de vida americano centrado en el consumo, en una clase media en 
continua expansión que se consolida como modelo mundial a través de las industrias culturales de 
la época: el cine, la radio, luego la televisión. El mundo occidental será entonces muy otro. En 
síntesis… mejores empleos industriales = más capitalismo. La clase trabajadora es integrada por 
medio de la institución salarial, el trabajo en blanco industrial era la regla. Mejor y más estado: 
democracias más consolidadas en el ejercicio de los derechos individuales y en las regulaciones 
estatales entre trabajo y capital. 
Mientras este modelo industrial se impone en EEUU y desde allí se expande por el Mundo, 
difundiendo el pleno empleo (de los recursos productivos) con el estado Keynesiano, en la Europa 
de las guerras mundiales y de los partidos obreros consolidados, se instaura el Estado de 
Bienestar y sus instituciones. La sociedad salarial alcanza su madurez. 
Es el salario la institución que opera asignando los factores de la economía y de la política, son las 
regulaciones estatales (como en Argentina las leyes paritarias) las que asignan los equilibrios de 
los factores de producción. Es el salario indirecto de los servicios estatales y públicos el que mejora 
sustancialmente las condiciones de vida de las poblaciones urbanas, y libera una parte importante 
del salario obrero para el consumo en las góndolas de los supermercados y las grandes tiendas. El 
Modelo se corresponde con la estructura de clases sociales que aproximamos con Miliband. Los 
treinta gloriosos años están en plena expansión. Nunca las sociedades capitalistas de occidente 
fueron más inclusivas, equitativas y democráticas. Es el momento en que la producción industrial 
de bienes llega a su punto culminante y domina el sistema productivo. 
 
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8. La crisis del bienestar y la imposición del Neoliberalismo desde 
los ’70. 
En la semana cinco dedicamos un tiempo a exponer y comprender el neoliberalismo a través de la 
transformación de los estados nacionales. En la semana siete entraremos en los fundamentos del 
neoliberalismo en la economía, manifiesto entre otros ámbitos en la Financiarización como la 
principal estrategia de enriquecimiento, concentración y desigualdad. Para ello pueden observar el 
cuadro de la estructura de desigualdad en la sociedad norteamericana. 
En esta oportunidad puntuaremos las principales consecuencias que el neoliberalismo tuvo en las 
sociedades, con especial atención en el contexto latinoamericano y en Argentina en particular. La 
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historia argentina del siglo XX está absolutamente integrada a los procesos del continente 
americano. 
Los años setenta significaron la supresión de las democracias condicionadas como régimen 
político de las décadas anteriores. El golpe al radicalismo en los años treinta y el golpe del ’55 al 
peronismo, fueron hitos que demostraron la resistencia de los sectores dominantes a la inclusión 
de nuevos actores sociales en el escenario nacional (clase media y clase obrera). La instauración 
de las dictaduras latinoamericanas de los setenta impone por la fuerza situaciones traumáticas, 
que pueden observarse en el cuadro disponible en el aula virtual, sobre los conflictos bélicos en 
América Latina. 
La dictadura militar del 76 en Argentina significó el fin de un modelo y la imposición de nuevas 
reglas de juego que en la cuestión social se presentan aún en la actualidad como una deuda social 
de la que no logramos salir. 
Por una parte, la supresión de la democracia como sistema político y de la ciudadanía como 
derecho de los habitantes del país redundó en una política de estado inédita hasta ese momento: 
la desaparición forzada de personas ejercida por un estado nacional, como estrategia de 
disciplinamiento social. El aniquilamiento de opositores al régimen constituyó el modo de operar de 
los sectores que controlaban el aparato de estado. En el plano de lo visible, se disolvieron el poder 
legislativo y el judicial fue intervenido, los que solamente fueron recompuestos con la reapertura 
democrática del ’83. 
En la Argentina del peronismo y hasta el 76, la estructura social argentina se caracterizó por el 
movimiento social ascendente; fue la época de la consolidación de las clases medias, del acceso a 
los estudios superiores en la universidad pública, el desarrollo industrial (con vaivenes), el 
crecimiento económico sostenido (aunque también con particularidades), el consumo urbano. En 
1974, la pobreza afectaba solamente al 4% de la población del país y la indigencia era una 
excepción. En líneas generales, eran pobres quienes se encontraban en situación de tránsito entre 
el mundo rural y el mundo urbano, hasta tanto encontraran inserción en el empleo productivo de 
los cinturones industriales del Gran Buenos Aires y de las capitales de provincias. Ese tránsito rara 
vez excedía los dos años en las biografías de las personas y las trayectorias familiares. 
La dictadura militar es derrotada en la guerra de Malvinas, y las elecciones de diciembre del 83 le 
dan el golpe de gracia. Sin embargo, la Argentina era otra. Desindustrializada, financiarizada y 
endeudada a nivel estructural, encuentra una estructura social desarticulada, fracturada, 
empobrecida. 
La pobreza estructural nos sorprendió, y se territorializó; la exclusión social se instaló durante 
muchos años; la informalidad y la precariedad son actualmente estructurales y tienen su momento 
de inicio en esa dictadura. La desigualdad y la polarización social, que parecían realidades de una 
Latinoamérica lejana, llegaron para quedarse. 
 
 
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9. El retorno de las democracias en contexto de políticas 
neoliberales 
 La síntesis de la situación de fractura social de nuestro país se puede observar en el cuadro que 
tienen disponible en el aula virtual: estructura social argentina desde la dictadura del 76. 
En 1983 la mayoría de la sociedad argentina era mucho más pobre que dos o tres décadas atrás. 
Como la otra cara de la moneda, encontramos menos ricos mucho más ricos. El desempleo afecta 
entonces a una parte significativa de la población, y se convierte en un fenómeno estructural. La 
https://virtual.unju.edu.ar/mod/resource/view.php?id=128221
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informalidad y la exclusión condicionaron cualquier política de reconstrucción del entramado 
productivo, dado que los grandes capitales se habían “trasnacionalizado”, y la industria resultó 
diezmada en los diferentes territorios; la primarización de la economía con el retorno al modelo 
agroexportador presenta límites objetivos para generar condiciones de inclusión para una parte de 
la población con tradición obrera industrial, y además derivó en un mercado de alimentos local 
cada vez más inaccesible por lo oneroso para las mayorías. 
A modo de aproximación sobre el proceso de reconstrucción del entramado social, les 
recomendamos la lectura del artículo de Daniel Arroyo: La pertinaz pobreza. Allí encontrarán una 
esquemática pero acertada segmentación de las realidades sociales que se afrontaron y las 
políticas que se implementaron luego del quiebre institucional, político, social y económico que 
derivó de la crisis estructural del 2002. Los gobiernos latinoamericanos del siglo XXI están 
signados por ingentes esfuerzos para recuperar la integración social de sociedades condicionadas 
por la polarización y la desigualdad. 
Vale mencionar como cierre de esta semana que la manifestación de organización política de los 
excluidos y desocupados no encontraba lugar en la tradición sindical de los obreros industriales. Es 
así que desde la apertura democrática la capacidad de organización colectiva se plasmó en los 
denominados Movimiento Sociales. Por su parte, la informalidad y precariedad del trabajo, se 
fueron organizando alrededor de la denominada Economía Popular, Social y Solidaria. Nuevos 
actores sociales se conforman y fortalecen políticamente; también se vislumbran nuevas 
alternativas económicas para la sobrevivencia de las familias y los territorios. 
Para una radiografía de la situación en América latina, les recomendamos la lectura del texto de 
Daniel Filmus que se titula El fin del casillero vacío, y que analicen el cuadro de situación de 
América Latina en 2012, según los modelos políticos dominantes en cada país de la región.

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