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ICS LIBRO 6 EL ESTADO Y SUS MANIFESTACIONES

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LIBRO VI 
EL ESTADO Y SUS MANIFESTACIONES 
Por Alejandra Agustinho y Carlos Garcés 
 
Semana 5: El estado y sus manifestaciones 
Introducción general 
En este bloque abordaremos la problemática de las instituciones estatales en el 
capitalismo, y lo haremos siguiendo dos objetivos simultáneos. Por una parte, 
comprobaremos que, en tanto los estados son los que conforman y delimitan una 
nación, tienen una trayectoria histórica compleja, singular y diversa. Según la 
perspectiva como los analicemos, podemos entenderlos partiendo de las 
particularidades de cada país o región, ya sea porque vehiculice los procesos de 
transformación, o bien porque resulte como cristalización de los conflictos 
inherentes al orden social y al orden del mercado. También estudiaremos las 
condiciones estructurales más generales, que lo conforman como estado moderno, 
ya que tienen en común, más allá de cualquier diferencia contextual, la capacidad y 
el mandato de organizar a las sociedades capitalistas en tanto sistemas. 
Comenzaremos por el texto de Ozslak, quien despliega las características de los 
estados latinoamericanos que se conforman en estados nacionales como una 
reconfiguración de los estados coloniales, en un proceso que el autor denomina 
“estatalidad”. Concentraremos la interpretación en la formación del Estado 
Argentino desde mediados del siglo XIX. El material nos permitirá aproximarnos a 
la sistemática sobre la institución estatal, pero también y simultáneamente, 
comprender las características históricas que han conformado a los estados 
latinoamericanos con sus particularidades. 
Luego trabajaremos los modelos de Estado bismarckiano y de bienestar, para 
diferenciarlos del Estado Keynesiano, y concentrarnos en la institucionalidad que 
cada modelo despliega. En cualquier caso, estaremos abordando la cuestión social, 
en especial cuando refieren a los estilos de protección hacia las poblaciones. El 
desarrollo de este eje lo abordarán desde la lectura de Aldo Isuani. 
La década de los ochenta del siglo veinte, encontró a las ciencias sociales 
discutiendo al Estado de Bienestar, en especial cuando se manifiestan las fracturas 
y debilidades de los gloriosos treinta años. Por eso, recurriremos a Offe, quien 
aborda el problema de la crisis del EB, el del rol de los estados nacionales de 
postguerra, y del probable “fin del trabajo” postulado desde diversas corrientes 
analíticas. Este segundo problema lo abordaremos con mayor profundidad en la 
semana ocho. 
Finalmente, caracterizaremos a los modelos estatales denominados “neoliberales” 
que son los que rigen, con hegemonía dispar, en el mundo global que venimos 
transitando en las últimas cuatro décadas. 
La formación del Estado 
La fórmula clásica que suele definir al Estado como la comunidad jurídicamente 
organizada puede ser analizada con profundidad a fin de desentramar la enorme 
complejidad del fenómeno. 
La formación del Estado es un proceso de organización de las sociedades 
condicionado por un conjunto de elementos tanto internos como externos en una 
circunstancia histórica particular. Intervienen el desarrollo relativo de las fuerzas 
productivas, las relaciones de producción, el sistema de jerarquización social, los 
recursos disponibles y las posibilidades de inserción en las relaciones económicas 
y políticas internacionales. 
El Estado aparece toda vez que el ejercicio del poder se objetiva en una institución 
diferente de la comunidad que le da origen, esto es, se separa, por decirlo de algún 
modo del cuerpo social. Sus funciones no se limitan a la regulación del orden jurídico 
de una comunidad sino que además abarcan la creación de símbolos de carácter 
identitario y el desarrollo del aparato de coerción. Un punto central en la 
conformación de cualquier Estado es además el de su reconocimiento interestatal. 
El desarrollo de las sociedades estatales está vinculado históricamente a los 
procesos y/o posibilidades de acumulación diferenciada de las formas de renta, allí 
donde el excedente productivo lo permitió, en general se desarrollaron modalidades 
de Estado, las primeras formas estaban vinculadas a las prácticas religiosas con el 
modelo de los Estados teocráticos para ir evolucionando en el tiempo hacia formas 
de civilidad más parecidas a las que conocemos en la actualidad. 
El principio de la “estatidad” debe, por cierto, manifestarse objetivamente en sus 
capacidades de intervención y control sobre las sociedades. Estas formas de 
exteriorización de las capacidades del Estado se gestionan a través de organismos 
específicos creados a esos fines (como la policía). 
El Estado, en tanto institución social, va adquiriendo a través del tiempo diferentes 
modalidades de organización hasta llegar a las formas actuales. No obstante esto, 
aún en las distintas clasificaciones que podamos realizar según las denominaciones 
que le asignemos, Estado absolutista, Despotismo Ilustrado, Democracia antigua, 
República antigua, etc., podemos encontrar un hilo conductor que nos permite 
asociar los modos de producir y asociarse con las formas de la estatidad en tanto 
manifestación de lo político. 
La democracia de la Grecia antigua se basaba en el principio de desigualdad social, 
ya que las tareas productivas estaban en el trabajo de los esclavos, quienes no 
gozaban de uno de los derechos característicos del Estado contemporáneo, cual es 
el de ciudadanía. 
Formación del Estado argentino 
Para empezar a estudiar la formación del Estado argentino y su institucionalidad, 
debemos partir del estado que lo precedió. Los Estados hispanoamericanos van a 
tener algunas características comunes dado su origen en el Estado colonial español 
vigente hasta principios del siglo XIX. La formación de otros Estados americanos, 
como el estadounidense y el brasilero, van a presentar características propias a 
causa de los procesos de colonización en el primero, y los de emancipación en el 
segundo. 
La eclosión de las naciones hispanoamericanas se produce en un contexto 
internacional particular, por un lado la penetración de las ideas ilustradas y el 
relativamente reciente triunfo de la revolución francesa, que seguido por las guerras 
napoléonicas provocarán una situación de acefalía en la metrópoli, lo que no se 
dará de igual forma en la colonia portuguesa, ya que al contrario del monarca 
español que fue tomado prisionero por las tropas de Napoleón, la casa real lusitana 
huirá de la Europa invadida por Napoleón y se establecerá en la colonia del Brasil. 
Es a partir de la presencia de la monarquía portuguesa en Brasil, que su proceso 
de independencia tendrá características particulares, realizándose 
fundamentalmente sin mediar un conflicto bélico, como en el caso de las antiguas 
colonias españolas. 
La impronta de las instituciones del Estado colonial seguirá gravitando por casi un 
siglo en los nuevos Estados americanos, instituciones coloniales como los cabildos 
y las audiencias casi se corresponderán en el futuro con las nuevas jurisdicciones 
políticas. En la formación de algunos Estados como el argentino, incluso, convivirán 
ideas monárquicas con ideas republicanas generando una importante tensión al 
interior de los actores revolucionarios de principios del siglo XIX. Esta situación 
estará también presente en otros procesos de constitución de los Estados 
americanos, siendo el caso de México el que llegue a establecer, si bien de manera 
efímera, un sistema monárquico. El caso de Brasil se diferencia del resto de los 
países, ya que al finalizar las guerras napoléonicas el rey de Portugal volverá a 
Lisboa (1821), dejando a su hijo como regente del Brasil, quien en 1822 proclamará 
la independencia del país bajo el modelo de imperio. El imperio del Brasil llegará a 
tener dos emperadores, Pedro I y Pedro II, hasta el establecimiento de la república 
oligárquica en 1889. 
La formación del Estado argentino parte dela institucionalidad colonial y se 
desarrolla a partir de profundas asimetrías locales y regionales. Este no es un 
fenómeno exclusivo del caso argentino, ya que a lo largo del continente la 
consolidación de los Estados se logrará tras muchas décadas de conflictos internos 
y guerras civiles. El caso de las décadas llamadas de “anarquía” (particularmente la 
de 1820) es consecuencia de estos factores. 
El desarrollo del Estado argentino atraviesa las contradicciones propias del modelo 
institucional colonial hasta fines del siglo XIX cuando se sientan las bases para el 
efectivo control jurídico y territorial. 
La consolidación del Estado argentino se completará una vez que se alcance el 
dominio territorial efectivo, permitiendo la acumulación originaria del capital. La 
llamada “Conquista del desierto”, iniciada por Rosas (1833) y terminada por Roca 
(1878-1885), con el exterminio del “indio”, asegurará la incorporación de grandes 
extensiones territoriales que sentarán las bases del sistema de latifundio como 
estructura de propiedad y la expansión del modelo económico agroexportador de 
dependencia británica en el período 1880-1930. Por otra parte, y en el contexto de 
las ideas positivistas de la época (Orden y progreso) se comenzará con la incipiente 
modernización del Estado, extendiendo la laicidad a funciones administrativas de 
gestión de la población, que hasta el momento estaban a cargo de la Iglesia 
Católica, como el caso del registro Civil (1885). 
Orígenes del Estado de Bienestar 
Hasta el siglo XIX las funciones de lo que después se llamará “bienestar social” 
estaban a cargo de la iglesia y en menor medida de instituciones benéficas civiles, 
y se incluían en el concepto general de “obras de caridad”, lo que no implicaba, de 
ninguna manera, el reconocimiento de derechos de los sectores a los que se dirigía 
esta actividad, sino que funcionaba como un resguardo moral para los sectores 
acomodados ante la desigualdad social. Será a partir de las reformas llevadas 
adelante por el gobierno de Bismarck en Alemania, que algunas de estas funciones 
pasarán a la órbita del Estado y comenzarán, ahora sí, a garantizar el ejercicio de 
derechos que empezarán a ser reconocidos como tales. 
La Alemania de fines del siglo XIX acababa de concretar su unificación política de 
la mano del canciller Bismarck (1871) estableciéndose el II Reich, bajo el mando del 
káiser Guillermo II. 
Por entonces se estaba produciendo un proceso acelerado de industrialización que 
generaría una serie de cambios en las estructuras sociales, con un creciente 
número de trabajadores asalariados que constituirán la clase obrera local. A ejemplo 
de lo que estaba sucediendo en Inglaterra, comenzaron los procesos de 
sindicalización y de protestas sociales derivadas de las malas condiciones en el 
esquema del trabajo industrial, sumado a esto, un creciente desarrollo de grupos 
políticos (partidos socialistas, comunistas y anarquistas) que empezaban a 
cuestionar las bases del sistema social y económico. 
Es en este contexto particular, que el hombre fuerte de Alemania, el canciller 
Bismarck, sentará las bases institucionales de lo que luego se conocerá como el 
Estado de Bienestar. 
La entrada en vigencia de este marco institucional funcionará como un inhibidor de 
las protestas revolucionarias que podían poner en tela de juicio el orden del sistema 
y consistían, genéricamente, en lo que se denomina el “seguro social”. El seguro 
social de la Alemania de fines del siglo XIX consistió en una serie de normas y 
regulaciones que empezaron incipientemente a proteger a la parte más vulnerable 
de las relaciones de producción, es decir al factor trabajo. La incorporación de la 
mano de obra en calidad de asalariada que se venía dando desde los inicios de la 
revolución industrial en Inglaterra, habían generado por un lado una nueva clase 
social con identidad propia, pero por otro las condiciones de trabajo y remuneración 
distaban de ser las óptimas. Las jornadas laborales se extendían a 12 o más horas 
diarias durante 6 días a la semana, quedando sólo en el mejor de los casos vigente 
el descanso dominical. No existía ningún tipo de protección para la enfermedad, los 
accidentes de trabajo o la situación de despido arbitrario. De más está decir, que 
tampoco existía la posibilidad de acceso a la salud ni las vacaciones, jubilación o 
seguro de desempleo. 
Ley de seguro por enfermedad 1883 es el antecedente de lo que en el siglo XX se 
consolidará como el modelo de Estado de Bienestar, sólo que en este primer 
momento el Estado actuaba solamente como regulador de las prestaciones médicas 
que eran brindadas por actores privados y cuyo coste era aportado tanto por los 
trabajadores como por los empresarios. 
Ya en el siglo XX, las convulsiones provocadas por la primera guerra mundial 
impidieron en parte el desarrollo del sistema de seguridad social. No obstante, tras 
la crisis mundial de 1929 se va a desarrollar un modelo, fundamentalmente en 
EEUU, que por el momento poco tiene que ver con las instituciones alemanas del 
siglo XIX, pero sin embargo cumplirá un papel fundamental después de la segunda 
guerra mundial 
La crisis del 29 no sólo se extendió a todo el mundo capitalista de entonces con 
desigual impacto según las características propias de los diferentes países, sino 
que, además, se prolongó durante toda la década de 1930. 
EEUU no sólo fue el epicentro de la crisis financiera mundial sino que además 
experimentó en carne propia sus efectos devastadores en la economía. A partir de 
una serie de decisiones de políticas de Estado, el entonces presidente Franklin 
Roosevelt estableció la política del New Deal (nuevo acuerdo 1936-1938), echando 
mano a la teoría no ortodoxa de John Maynard Keynes. 
Estado de Bienestar y Estado Keynesiano 
A partir de la puesta en marcha del New Deal se empieza a configurar un modelo 
que conocemos como Estado Keynesiano, caracterizado por el abandono de la 
prescindencia del Estado en materia económica a través de mecanismos tales 
como, el impulso de la creación de empleo a través de la obra pública y el aumento 
de los sueldos de este sector de manera de convertirlos en índice testigo para la 
actividad privada. El Estado también empezó a actuar como empresario en áreas 
estratégicas. Conjuntamente con esto, se establecen algunas leyes sobre la 
seguridad social al estilo bismarckiano. 
El objetivo central de las políticas de intervención basadas en los postulados de 
Keynes consistía, no obstante, en políticas anti crisis o anti cíclicas, pensadas 
fundamentalmente en el corto plazo, a modo de ejemplo, la depresión de los 30 
provocó un gran aumento del desempleo, la implementación de los programas de 
obra pública tienden a paliar los efectos del desempleo en el corto plazo. 
En líneas generales el modelo keynesiano se orienta a la implementación de 
políticas no permanentes sino coyunturales para paliar los efectos de las crisis 
cíclicas del sistema. 
El desarrollo pleno de lo que será el Estado de Bienestar se dará luego de la 
segunda guerra mundial, y ahora sí se establecerá normativa de carácter 
permanente que fijará las instituciones del Estado de Bienestar por las siguientes 
tres décadas. 
Decimos que la diferencia de base entre el Estado Keynesiano y el Estado de 
Bienestar consiste en que en el primero se desarrollan instituciones de carácter 
permanente orientadas al bienestar social y fundamentalmente a los sectores 
trabajadores. De este modo se genera toda la legislación de protección del trabajo 
donde se incluyen la limitación de la jornada laboral, el salario mínimo, las 
vacaciones, el seguro médico y la jubilación. 
El modelo típico del Estado de Bienestar es el que se desarrolló en los países de la 
Europa Occidental entre el final de la II guerra y mediados de los años 70, en que 
el modelo entrará en crisis por distintas causas,sin embargo, en algunos países 
latinoamericanos se desarrolló un modelo similar aproximadamente en la misma 
época. El caso de la Argentina se corresponde con el primer peronismo entre 1946 
y 1955, en ese período se establecieron las instituciones del Estado de Bienestar, 
que, como dijimos más arriba, tienen pretensión de permanencia y que se sostiene 
hasta el presente. 
El Estado de Bienestar resultó en una fórmula pacificadora del conflicto social capaz 
de conjurar el posible cambio de sistema mediante procesos revolucionarios. 
Recordemos que en esta época, aproximadamente la mitad de la población mundial 
vivía en regímenes socialistas, en los cuales, por lo menos en teoría, eran 
innecesarias las políticas puntuales del bienestar ya que en sí el estado socialista 
era un Estado que garantizaría las condiciones generales del bienestar. El llamado 
socialismo real, es decir el vigente en la Europa oriental, China y otros países, sin 
embargo no logró solucionar todos los problemas sociales durante su periodo de 
vigencia. 
Es importante establecer ahora, una diferenciación entre el origen de las 
instituciones del Estado de Bienestar y el de las políticas anticíclicas del Estado 
keynesiano. Cuando hablamos de “instituciones” del Estado de bienestar, estas se 
originan en el reconocimiento legal de derechos por lo que le sigue la institución que 
tutela el ejercicio efectivo del derecho consagrado. Por ejemplo, cuando se 
reconoce el derecho de dejar de trabajar a partir de una edad determinada, se 
genera la institución de la jubilación para permitir el ejercicio del derecho. 
El Estado de Bienestar al encaminarse a la protección, fundamentalmente, del factor 
“trabajo” contará con una activa participación de los sindicatos, como parte de los 
actores en la toma de decisiones. 
Las políticas anticiclicas del modelo keynesiano tenderán a que la intervención del 
Estado sea capaz de iniciar círculos virtuosos mediante mecanismos como los de 
la oferta agregada, de modo tal que la política de corto plazo tienda a volverse 
estable a nivel macroeconómico. 
Crisis del Estado de Bienestar 
A mediados de los años ’70 del siglo XX, las políticas de bienestar sostenidas por 
los Estados occidentales empezarán a experimentar un cierto número de problemas 
tanto internos como externos. La llamada crisis del petróleo (1973-74) se derivará 
de la elevación del precio del crudo a niveles que ponen en jaque las bases de 
consumo energéticas de la Europa occidental, provocando desajustes en las 
balanzas de pago domésticas. A esta crisis se suman otros factores como el de la 
pérdida de lealtad de las masas que llevarán a giros en la orientación de las políticas 
gubernamentales. El resultado de la crisis será la restauración del modelo liberal, 
rebautizado como “neoliberal” que alcanzará su máxima expresión a partir, 
fundamentalmente de los gobiernos de Margaret Thatcher (1979-1990) en Gran 
Bretaña y Ronald Reagan (1981-1989) en Estados Unidos. 
La restauración neoliberal se extenderá a los países latinoamericanos mediante 
mecanismos de quiebre institucional como los golpes de Estado militares durante la 
década de los ’70, que alentados fundamentalmente por la política exterior 
norteamericana colocarán gobiernos afines, que más allá del modelo supresor de 
derechos e instituciones, alinearán las políticas económicas con los dictados de 
Washington, sobre todo en la toma indiscriminada de deuda externa que situarán a 
las economías domésticas en una situación de extrema vulnerabilidad, terminando 
en la llamada “crisis de la deuda externa” de la década de los ’80. 
El resultado de la crisis de la deuda será la profundización del modelo neoliberal en 
el marco de los postulados del Consenso de Washington (John Williamson, 1979), 
que en política fiscal avanzarán sobre la disolución, tanto de los Estados de 
bienestar como de la implementación del modelo keynesiano. Durante la década 
siguiente, con la llegada al poder en varios países latinoamericanos de partidos de 
centroizquierda o progresistas (Brasil, 2003, Argentina, 2003, Venezuela, 1999, 
Bolivia, 2006, Ecuador, 2007), se iniciará un ciclo de aproximadamente una década 
de recomposición de las instituciones del Estado de Bienestar. 
Crisis en el manejo de las crisis, o sobre el estado de bienestar como 
generador de crisis sistémicas. 
Claus Offe1 publica “Contradicciones en el estado de bienestar” en 1984. Allí 
propone un modelo de interpretación que abreva en el marxismo y también en la 
perspectiva sistémica sobre las organizaciones. Aunque les pueda parecer un 
material ajeno a sus disciplinas, la propuesta de Offe es una propuesta encuadrada 
en la teoría de la administración y las teorías sobre el estado. 
A los fines de comprender de manera más integral su propuesta, ingresaremos a su 
análisis y comprensión en dos etapas: en esta oportunidad, profundizaremos su 
mirada acerca de las crisis propias de las sociedades capitalistas, y articularemos 
los principales conceptos por medio de los cuales explica el modelo sistémico de la 
institución estatal. En la semana 8, retomaremos y trabajaremos con mayor 
detenimiento el modelo de organización social del trabajo que propone en este 
capítulo. 
Una de las razones por las que la cátedra propone estudiar al estado a la luz del 
modelo de Offe, es que su modelo vincula de manera indisociable las dimensiones 
política y económica. Demuestra que la regulación política y la acumulación de 
capital son caras de la misma moneda (el sistema capitalista), que Estado y 
Mercado no pueden disociarse, lo que de otra manera nos haría caer en el error 
analítico de concebir a la economía como neutral en referencia al poder. Toda su 
propuesta se sostiene en el postulado de que el mercado no puede funcionar de 
manera “estable y durable” sin un estado que contribuya activamente a regular y 
normalizar a la sociedad a través de la ideología hegemónica. La política como 
manifestación del poder, necesita de la organización estadal para su canalización, 
y en el capitalismo, opera como la legitimadora del modo de producción capitalista 
y sus procesos de acumulación. De esta dualidad, es que surgen las tensiones 
propias de la institución estatal, que son el núcleo del análisis en el capítulo que 
trabajaremos. 
A los fines de facilitar el acceso a la comprensión del texto: consideren que Offe 
está proponiendo un modelo explicativo para interpretar al Estado como una 
organización compleja, y que en ese marco, no se refiere a un tipo de estado en 
particular, sino a los estados modernos en general, en tanto Sistemas2. 
 
1 Vale recordarles que la presente síntesis “comprensiva” para seguir el capítulo de Offe de ninguna manera reemplaza 
su lectura. Varios aspectos centrales de su propuesta se encuentran aquí solamente mencionados, y deben estudiarlos 
del material original. Esperamos haber cumplido con la esquematización de una bitácora para que puedan trabajarlo y 
comprenderlo en su verdadera dimensión. 
2 Wikipedia viene ahora en nuestra ayuda: Un “sistema” (del latín systēma,) es "un objeto complejo cuyas partes o 
componentes se relacionan con al menos alguno de los demás componentes"; puede ser material o conceptual. Todos 
https://es.wikipedia.org/wiki/Lat%C3%ADn
https://es.wikipedia.org/wiki/Materia
https://es.wikipedia.org/wiki/Concepto
Dice Offe que el estado capitalista ya no puede caracterizarse como un instrumento 
al servicio del capital, según la tradición marxista clásica. Este estado “se 
caracteriza por estructuras organizativas y constitucionales cuya selectividad 
específica se ordena a reconciliar y armonizar la economía capitalista ‘organizada 
privadamente’ y los procesos de socialización disparados por esta economía”. A 
medida que avancemos, la definición se irá comprendiendo en su magnitud. Por 
ahora, solo mencionarla aquí.Cuando la actividad de las burocracias estatales se interpreta como la principal 
estabilizadora del cambio social planificado, es posible aseverar que lo que se 
plasma en el siglo XX es una “Crisis en el manejo de las crisis”. La pregunta que 
orienta sus reflexiones en este capítulo es por qué la eficacia del estado es tan 
limitada, por qué es tan escasa su capacidad regulatoria, por qué tiene tantas 
dificultades para anticipar las deficiencias y limitaciones de la actividad estatal 
estabilizadora, en especial en las sociedades capitalistas tardías. Analizado desde 
el marxismo, el enigma es por qué los sistemas capitalistas han sido capaces de 
sobrevivir, aunque no exista una ideología burguesa intacta, capaz de negar u 
ocultar de manera total las contradicciones propias de la dinámica del modo de 
producción. Podemos afirmar que Offe sugiere la necesidad de la explicación 
marxista para las crisis de acumulación de capital, pero a la vez sostiene que esta 
perspectiva resulta impotente para explicar crisis de nivel de la organización estatal, 
que más adelante denominará “crisis de segundo orden”. Para Offe, la crisis 
sistémica responde centralmente a problemas de la organización del estado en 
tanto regulador. Iremos viendo por qué. 
Si posicionáramos las crisis como acontecimientos extraños al sistema, o 
destructivos para él, estaríamos aplicando un concepto esporádico. Esta manera de 
abordaje, aunque puede resultar de mucha utilidad para el análisis de subsistemas 
bien demarcados (como por ejemplo las organizaciones empresariales), sin 
embargo presenta dificultades al tratar de explicar la tendencia o la proclividad a la 
crisis de un sistema social total. 
Por el contrario, si abordamos el problema desde la teoría sistémica, sostendremos 
que las crisis son procesos que ponen en peligro la identidad del sistema, en donde 
se pone en cuestión su estructura por medio de mecanismos propios que derivan 
en la generación de crisis. Para comprender las crisis sistémicas del capitalismo, 
 
los sistemas tienen composición, estructura y entorno, pero solo los sistemas materiales tienen mecanismos (o procesos), 
y solo algunos sistemas materiales tienen figura (forma)…. todos los objetos son sistemas o componentes de otro sistema. 
Un sistema se define como una entidad con límites y con partes interrelacionadas e interdependientes cuya suma es 
mayor a la suma de sus partes. El cambio de una parte del sistema afecta a las demás y, con esto, al sistema completo, 
generando patrones predecibles de comportamiento. El crecimiento y la adaptación de un sistema dependen de cómo se 
ajuste en relación a su entorno. Además, a menudo los sistemas existen para cumplir un propósito común (una función) 
que también contribuye al mantenimiento del sistema y a evitar sus fallos. El objetivo de la teoría de sistemas es el 
descubrimiento sistemático de las dinámicas, restricciones y condiciones de un sistema, así como de principios 
(propósitos, medidas, métodos, herramientas, etc.) que puedan ser discernidos y aplicados a los sistemas en cualquier 
nivel de anidación y en cualquier campo. 
https://es.wikipedia.org/wiki/Forma_(figura)
Offe propone analizarlas a la luz de los mecanismos que generan los 
acontecimientos, comprendiendo que son generadas de manera procesual, 
llegando a violar la gramática de los procesos sociales. Son tendencias de 
desarrollo, que pueden ser confrontadas por tendencias contrarias, impredecibles. 
Lo más dificultoso consiste en identificar y definir las fronteras de esos mecanismos 
productores de acontecimientos. Para ello propone, por un lado, reconocer los 
postulados de Dahl y Lindblom, quienes afirman que Intercambio, Elección política, 
Burocracia y Procesos de Negociación son los modos que generan acontecimientos 
sociales en las sociedades industriales. Por otro lado, recupera la tipología 
desarrollada por Amitai Etzioni, quien sostiene que las organizaciones se pueden 
diferenciar según se basen en Estructuras normativas, en Relaciones de 
intercambio o en Relaciones coercitivas. Debe ponerse especial atención en que, 
en ambas propuestas, las categorías sustantivas se diferencian por medio de 
mecanismos relacionales, más que por delimitaciones objetivas de los 
componentes. 
El principio universal de intercambio 
Offe sostiene que en las sociedades capitalistas el Principio Organizativo de 
Intercambio prima sobre los otros, por eso sostiene que es Universal; el mismo se 
basa y sostiene en una distribución desigual de la propiedad desde los procesos de 
acumulación originaria del capital; es también fundamental porque a partir de él se 
determina la mercantilización de la mano de obra. Por ser universal, se hace 
dominante, porque queda liberado de las restricciones normativas de la coerción 
política, las que se subordinan a él. 
El Principio Universal de Intercambio se refuerza a través de lo que denomina 
Subsistemas flanqueadores, en los que los individuos son socializados en 
estructuras normativas que lo refuerzan, y que operan por medio de lo que llama el 
Sistema familiar y el Sistema legal. Por eso, cuando analizamos las crisis 
sistémicas, necesitamos concentrarnos en la relación entre los tres ámbitos 
organizativos de la sociedad (el Principio Universal y los dos subsistemas), y 
observar si se presentan subordinaciones positivas o negativas. 
Para la primera forma de subordinación, los subsistemas de adaptan a los procesos 
económicos del Principio Universal de Intercambio, ajustando los contenidos a sus 
necesidades. Son necesarios todos aquellos elementos que permiten crear 
plusvalía, en donde el sistema ideológico y político es producido y requerido para la 
reproducción de la economía capitalista. Por el contrario, para la segunda forma de 
subordinación, la dinámica tiende a evitar interferencias generando fronteras e 
interfiriendo en su propio dominio de la producción y distribución de bienes. Lo hace 
por medio del crecimiento de organizaciones extra-mercantiles, que si bien no 
atentan contra el principio universal, sin embargo no son necesariamente requeridas 
por él. En la medida en que los procesos de subordinación son defensivos, 
“negativos”, se van generando fenómenos sociales que provocan “lastre” al sistema, 
ya que no son requeridos por la estructura capitalista que los produce3. Contienen 
la semilla de formas organizativas no capitalistas, por lo tanto, los problemas 
sistémicos del desarrollo capitalista se encuentran en la creciente fuente de 
generación de estructuras defensivas, no mercantiles, y que a menudo son 
funcionalmente inútiles o irrelevantes para el crecimiento del capital. Se le presentan 
problemas con la identidad, o dicho de otra forma, con la demarcación (que es y 
que no es capitalismo). 
A nivel sistémico, para la generación de valor en el capitalismo, la relación entre el 
tiempo vital4 y el tiempo social de trabajo, se organiza de maneras diversas según 
se va dando el proceso de despliegue del sistema. Esa relación no es la misma en 
el origen del capitalismo, en el capitalismo industrial, o en el capitalismo tardío. En 
este último caso, comienza a darse un proceso de desarrollo diferente, en donde 
cada vez menores porciones del tiempo vital se orientan a la generación de valor, 
lo que comienza a manifestar tensiones internas al sistema. 
En este punto, Offe propone el modelo sectorial de organización de la fuerza social 
de trabajo, basado en cuatro sectores (Monopolio, Competitivo, Estatal, Fuerza 
residual de Trabajo) y las variables asociadas. Este apartado lo abordaremos con 
exhaustividad un poco más adelante, cuando nos concentremos en las formas de 
organización del trabajo (Semana 8). Sugerimos ubicar estas tensiones en lo que 
denomina Crisis de primer orden, generadas por “obstrucciones” en los procesos de 
acumulación del capital. 
Por ahora,mencionaremos que en el capitalismo tardío (donde predomina el Estado 
de Bienestar) los procesos de acumulación capitalista son a la vez dominantes y 
recesivos, ya que se despliega un proceso de paulatina y creciente autonomía del 
poder administrativo, controlando las relaciones privadas de intercambio, proceso 
que debería ser evitado para preservar el principio universal de intercambio; sin 
embargo, se presenta un creciente uso del poder estatal no-mercantil como medio 
regulador, “infiltrando” estructuras no capitalistas. 
La responsabilidad del estado capitalista se centra en compensar los procesos de 
socialización disparados por el capital. El estado protege la relación capitalista de 
las condiciones sociales que produce, sin ser capaz de alterar el estatus de esta 
relación como relación dominante, y lo hace de manera oportunista, o sea 
 
3 La liberalización de la mano de obra de los vínculos agrarios precapitalistas, o la racionalización de los 
transportes y las comunicaciones por parte de los estados nacionales, son formas de subordinación positiva, 
ya que propenden a mejorar la extracción de plusvalía; por el contrario, las guerras imperiales en el tercer 
mundo, tienen como principal propósito obstruir los procesos de emancipación que amenazan la hegemonía 
capitalista, más que expandir precondiciones económicas para la integración capitalista de esas naciones. 
Estos últimos son procesos de subordinación negativa. 
4 Aproximamos una definición de tiempo vital, como la totalidad del tiempo de vida de las personas que se 
desempeñan en una sociedad, desde que nacen hasta que mueren, en el que se despliegan todas las 
actividades humanas, incluyendo el trabajo, el descanso, la alimentación, el esparcimiento, la reproducción, 
etc. En este tiempo vital está incluido el tiempo social de trabajo, o tiempo productivo 
combinando intervención y abstención, planificación y libertad, por lo que no tiene 
capacidad para poder determinar sus propias estrategias, o bien por consenso de 
ciudadanos, o por cálculo tecnocrático. 
Offe denomina Crisis de primer orden a las que refieren a la auto-obstrucción 
acumulativa en el proceso de creación de plusvalía. En cambio, con el estado de 
bienestar, predominan otro tipo de crisis sistémicas. En cualquier caso se presentan 
serios problemas de demarcación, debido a las continuas tensiones entre el sistema 
económico y el sistema normativo en el que basa la legitimidad de su poder, en 
especial referidos a los niveles adecuados de intervención. Estos problemas de 
demarcación (¿de identidad’) los caracteriza como Crisis de Segundo Orden, y son 
las crisis que se generan por las instituciones del estado de bienestar, ya que las 
economías capitalistas se ven forzadas cada vez más a utilizar mecanismos 
reguladores externos. De manera esquemática, podríamos resumir la tensión en 
dos términos “extremos”: ¿incremento la acumulación del capital –recurso $$$-, o 
incremento del bienestar de los ciudadanos –recurso poder/lealtad de masas-? 
Pretendemos entender si el sistema político-administrativo puede regular 
políticamente el sistema económico sin politizar su substancia negando su identidad 
como sistema económico capitalista, basado sobre la producción y la apropiación 
privada. 
En función de los medios reguladores específicos propone observar tres 
subsistemas: el sistema económico; el sistema político-administrativo; el sistema 
normativo (analizar figura 2). A su vez, identifica vínculos relacionales específicos 
entre los tres, los que encontrarán debidamente desarrollados en el texto. Offe 
sostiene que el problema del sistema político administrativo (aparato del estado, el 
estado como organización) no es solo mantener un relativo equilibrio estable al 
interior de sus relaciones con cada uno de ellos, sino que la verdadera disyunción 
que debe afrontar consiste en evitar que la mejora de uno de los subsistemas 
empeore la situación del otro (evitación de defectos económicos de funcionamiento, 
conflictos políticos). Aquí es donde integra a la explicación los niveles de 
intervención siempre necesarios, pero siempre peligrosos (analizar figura 3), 
cuando opera en el proceso de socialización capitalista, aplicando lo que denomina 
Recursos Reguladores. 
Offe explica las crisis haciendo referencia a la incapacidad del sistema político para 
prevenir y compensar crisis económicas, sosteniendo que la misma proviene de 
imperativos auto-contradictorios de la política estatal.

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