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Paramagnetismo de Pauli de Pauli El paramagnetismo de Pauli se debe a la respuesta de los electrones de conducción de un metal cuando se aplica un campo magnético. Como los responsables del fenómeno son los electrones de conducción del modelo de Sommerfeld, podemos decir que el paramagnetismo de Pauli es la respuesta magnética del gas de Fermi cuando se aplica un campo magnético y los electrones ven alterada su energía por el mismo, de la misma manera que el calor específico era la respuesta térmica cuando se encendía la temperatura y los electrones ganaban energía térmica. La función respuesta que pretendemos calcular ahora, en vez del calor específico, será la susceptibilidad magnética, ya que las funciones respuesta son cantidades medibles en experimentos. Tal como sucedió con el calor específico, debido al apilamiento en energía de los electrones por el principio de exclusión de Pauli, tan solo podrán ser exitados los electrones que estén en una pequeña franja energética alrededor de la energía de Fermi, pues nuevamente la energía de la excitación, o sea la energía magnética ganada por los electrones, será de mucho menor mangitud que la energía de Fermi. Electrones libres inmersos en un campo magnético. Cuando un electrón es colocado en un campo mangético B, a su energía cinética se le suma una energía magnética, que proviene de su momento magnético inmerso en el campo B. En un metal existen por un lado electrones de conducción y por otro iones que forman una red cristalina. Los iones tienen en general capas electrónicas llenas, por lo que su respuesta magnética es puramente orbital (o sea diamagnética) y en general muy débil. Por otro lado los electrones de conducción o valencia, cuando colocados en un campo magnético B, suman a su energía cinética la energía magnética debida de su momento magnético inmerso en el campo. Además de este efecto paramagnético, existe un efecto diamagnético debido al movimiento orbital de los electrones de conducción (recordemos que un electrón libre en un campo B gira en una órbita circular). Este efecto se denomina diamagnetismo de Landau. No lo estudiaremos en este curso, pero es bueno decir que para electrones puramente libres se puede mostrar que da una suceptibilidad magnética = -1/3 de la susceptiblidad paramagnética de Pauli que procederemos a calcular. Consideraremos entonces tan solo momento magnético de spin, el cual es: La energía magnética del electrón en un campo magnético que consideraremos aplicado en la dirección z, B= Bzez =Bez es Como gS=2: Nota: de aquí en más, cuando pongamos una flecha ↑ o ↓ o digamos up o down, nos estaremos refiriendo a la proyección de spin Sz. En algunos libros se refieren al momento magnético μS, que tiene el signo opuesto. En base a lo que vimos para el gas de electrones degenerado, volvemos a la imágen de estados ocupados hasta la energía de Fermi, para B=0. Es conveniente pensar al gas como dos distribuciones, una para spin up y otra para spin down. A la hora de encender el campo magnético, la distribución up sube en energía y la down baja B=0 B≠0 B=0 B≠0 pero esto lleva a una rápida redistribución de partículas, pasando las que subieron en energía a ocupar el lugar vacío que dejaron las que bajaron en energía (esto ocurre en un tiempo característico del orden de 10-11 s) En las figuras previas los cambios de energía están muy exagerados, pues típicamente μB.B ≈ 10-6 eV si B=0.1 Tesla, mientras que la Ef ≈ 1eV. Procedemos, en base a la figura anterior, a calcular la magnetización del sistema. Para ello notamos que La última igualdad viene del hecho de que tenemos que computar tan solo el exceso de electrones down respecto a los up cuando el campo magnético está presente. Como el exceso de down y el defecto de up son proporcionales al corrimiento de las respectivas bandas (figura superior derecha en la página anterior), y que estos corrimientos se pueden considerar infinitesimales, también podemos considerar infinitesimales al exceso o defecto de electrones down o up, respectivamente. Si notamos que g(ε)=dN /dε : ya que los corrimientos de las bandas ocurren muy cerca del nivel de Fermi. Llegamos entonces a: por lo que la susceptibilidad paramagnética debida a los electrones de conducción, denominada paramagentismo de Pauli, resulta: donde hemos podido escribir que χ=M /H gracias a que la misma es pequeña. Nuestra expresión para el paramagneismo de Pauli es independiente de la temperatura, pero esto se debe a que comenzamos ignorando la deformación de la superficie de Fermi debido a una posible finitud de la temperatura. Sin embargo, si el efecto de la temperatura es incluido, se produce tan sólo una pequeña corrección. Esta es la corrección de T finita a la susceptiblidad paramagnética de Pauli, o sea la del gas de fermiones degenerado. Es muy pequeña ya que kBT << Ef El paramagnetismo de Pauli es un efecto débil, mucho más pequeño que el paramagnetismo observado en los aisladores a la mayoría de las temperaturas, que obedece a la ley de Curie. Esto es porque en aislantes paramagnéticos al menos un electrón en cada átomo magnético contribuye al magnetismo, pero en un metal tan (1) solo aquellos electrones muy cercanos al nivel de Fermi de entre los electrones de conducción son los que juegan un papel en el paramagnetismo de Pauli. La magnitud relativamente pequeña de la susceptibilidad paramagnética de la mayoría de los metales era una especie de rompecabezas hasta que Pauli señaló que se debía al hecho de que los electrones obedecen a una estadística de Fermi Dirac, en lugar de a una estadística clásica. El efecto de la estadística de Fermi-Dirac y la transición desde el paramagnetismo de Pauli hacia el de paramagnetismo de Curie de momentos magnéticos localizados se puede ver mejor derivando nuevamente la susceptibilidad de Pauli. El exceso y defecto de electrones down y up se escribe donde n(E) es el número de ocupación de Fermi-Dirac. Esto es así ya que si integramos desde 0, a la densidad de spin up hay que bajarla y a la down subirla en la energía magnética. La magnetización M = μB(n↓ - n↑) y si multiplicamos y dividimos por la energía magnética (considerada infinitesimal) como g(0)=0 y n(∞)=0 (ver figura más arriba), el primer término es 0, por lo que en el límite de alta degeneración (T=0) la derivada de la función de Fermi-Dirac es una delta centrada en la energía de Fermi Ef de forma tal que recobramos tal como antes. Si nos vamos al límite no degenerado n(E)≈e−(E−μ)/kBT donde cada nivel está muy parcialmente ocupado, las partículas se vuelven distinguibles con lo que la magnetización queda y con lo que recuperamos la susceptibilidad de Curie de n momentos magnéticos distinguigles (de magnitud μB) por unidad de volumen. Es importante notar que en la susceptiblidad paramagnética de Pauli se debe a que los fermiones forman el mar de Fermi al cumplir con el principio de exclusión. Por ello, solo unos pocos responden a la excitación magnética del campo B. Si vamos al límite donde la estadística es clásica de Maxwell-Boltzmann, las funciones de onda térmicas de los electrones ya no se solapan, por lo que se vuelven distinguibles entre sí. En ese límite (de alta temperatura), todos los electrones de conducción contribuyen al paramagnetismo, y se recupera el paramagnetismo clásico de Curie. Esto se nota claramente si comparamos las fórmulas del el paramagnetismo de Pauli (1) y del de Curie (2). La de Pauli está dividida por la energía de Fermi Ef, una energía grande, mientras que la de Curie está dividida por kBT, con lo que está claro que χP << χC Como mostramos en la clase anterior, el límite no degenerado no se alcanza nunca en metales, pues requiere una temperatura delorden de la Tf de decenas de miles de grados, por lo que antes el metal se fundiría. Hay sin embargo materiales que, teniendo electrones de conducción (o sea sin ser aislantes), tienen una densidad de portadores de carga baja (por ejemplo los semiconductores) y que entonces tienen una Ef, que es proporcional a n2/3, mucho menor que la de los metales. En ellos, el límite clásico de baja degeneración puede alcanzarse, obteniéndose una susceptibilidad de Curie a altas temperaturas. (2)
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