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3 Sergio García de la Cruz- Resumen de Lectura de George Makari

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Cátedra “Psicología” 
 
Año lectivo 2023 
 
 
REVOLUCIÓN EN MENTE. LA CREACIÓN DEL PSICOANÁLISIS 
George Makari 
 
RESUMEN DE LECTURA Y COMENTARIOS 
Autor: Prof. Dr. Sergio García De La Cruz 
 
 
Datos del autor: George Makari (Estados Unidos, 1956), historiador y psiquiatra. 
Datos del libro: George Makari Revolución en mente. La creación del psicoanálisis. 
Barcelona: Editorial Sexto piso, año 2012. Traducción de Daniela Morábito Rojas. 
 
PRIMERA PARTE: CONSTRUIR LA TEORÍA FREUDIANA 
 
CAPÍTULO 1: UNA MENTE PARA LA CIENCIA 
 
I) 
“Conforme la Ilustración proyectaba el racionalismo científico hacia los cuerpos 
celestiales para descender hasta la inextricable vida microscópica, hubo un objeto que 
parecía imposible penetrar: la mente. El representante de la ciencia y el escepticismo 
racional en Francia, René Descartes, determinó esto en su Discurso del método cuando 
declaró que el “yo” estaba más allá de la investigación racional, al no ser otra cosa que 
el alma inmaterial descrita por los padres de la Iglesia. Las creencias religiosas 
relacionadas con la vida interior demostraron ser duraderas e influyentes, pero durante 
la segunda mitad del siglo XIX dichas nociones comenzaron a perder popularidad, y en 
esa tierra abandonada echó raíz una ciencia de la vida mental. 
» Cuando Sigmund Freud llegó a París en 1885, Francia se había posicionado como el 
centro de investigación de vanguardia en materia psicológica. Pocos científicos en 
Berlín o Viena se preocupaban por investigar la psique, el “yo”, el alma, el self o la 
mente —reinos contaminados por la religión o la metafísica especulativa-. Sin embargo, 
en París, los científicos estaban dedicados al estudio del mundo interno gracias a un 
nuevo método. Este método, la psychologie nouvelle, transformó Francia en un 
semillero de estudios sobre sonambulismo, los automatismos humanos, la personalidad 
múltiple, la doble consciencia y los segundos yo, así como las posesiones demoníacas, 
estado de fuga, curas de fe y fantasías diurnas. Lo maravilloso y milagroso se abrió 
camino desde lejanas aldeas y abadías hasta salones de fiesta, desde los exorcistas, 
charlatanes y viejos hipnotizadores hasta los grandes recintos franceses de la ciencia 
académica” (p. 21-22). 
En la segunda mitad del siglo XIX se da el nacimiento de una nueva psicología. La 
revolución francesa contaba ya con un siglo y Francia sufre una dolorosa derrota militar 
ante los prusianos en 1870. Muchos atribuyen esta derrota militar a la imposibilidad de 
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los franceses de estar a la altura de los avances científicos alemanes, es así que el 
republicanismo francés combina el anticlericalismo con el compromiso de revitalizar la 
ciencia. “Conforme disminuía la autoridad de la Iglesia Católica francesa para dictar el 
pensamiento acerca del alma, emergía una nueva y atrevida psicología científica” (p. 
22). 
 
“En ese tiempo, la psicología era considerada una rama de la filosofía, no una ciencia, 
pero el defensor de la psychologie nouvelle, Théodule Ribot, se propuso cambiar esto” 
(p. 22). 
 “Las nociones convencionales de filosofía y ciencia hacían imposible el estudio 
objetivo de la mente, explicó Ribot. Atacó filosofías como las de Descartes y Cousin, 
insistiendo en que la psicología debía librarse de la metafísica y la religión. Los 
psicólogos no podían comentar sobre cuestiones trascendentales, tampoco hablar 
honestamente sobre el alma. Y no podían apoyarse en los métodos de cajón de la 
filosofía, necesitaban emplear los métodos de las ciencias naturales” (p. 23). 
Ribot retomó las críticas de Augusto Comte. Con el surgimiento de la Tercera 
República, en 1870, la visión del progreso de Comte fue acogida por la élite política 
francesa como modelo para reforma científica y social. “El pensamiento de Comte 
representó un gran dilema para Ribot, ya que el fundador del positivismo creía que en el 
corazón del conocimiento psicológico yacía un problema sin solución. Los psicólogos 
se apoyaban en la autobservación para llegar a cosas como el pensamiento, el 
sentimiento y el deseo. Tal observación interior —el conocimiento proveniente de una 
mente mirándose a sí misma- era exactamente lo que constituía la subjetividad. Por lo 
tanto, Comte resolvió que la psicología nunca podría ser objetiva, y su rápida 
investigación de esfuerzos previos parece sostener esta conclusión condenatoria: «(…) 
Esta observación interior da origen a casi tantas teorías como observadores». 
» En la segunda mitad de siglo XIX, todo aquel que buscara establecer principios para 
una psicología científica (…) habría de enfrentarse a la devastadora acusación de 
Auguste Comte. 
» Comte señaló a los positivistas el único camino defendible que veía para la psicología: 
el campo debía restringirse a signos observables como la fisonomía o la conducta” (p. 
23-24). 
Ribot se negó a disociar la psicología del pensamiento, la emoción y todas las demás 
experiencias internas. Para ello propuso una psicología que utilizaba la introspección 
pero también la percepción e interpretación de signos y gestos, la inducción y los 
razonamientos por analogía. Es decir, una combinación de métodos subjetivos y 
objetivos. 
 “Entre 1870 y 1900, Ribot forjó una psicología científica que hizo famosa a Francia. 
Pero su fama fue eclipsada por un médico que durante años pareció no guardar ningún 
respeto por la psicología” (p. 27) 
“El francés Jean-Martin Charcot era uno de los médicos más legendarios de Europa, 
pero antes 1884 había mostrado poco interés en la línea de trabajo de Ribot. Médico, 
neurólogo y un estricto positivista, creía que la mente era sencillamente un epifenómeno 
del funcionamiento cerebral, nada más que la espuma arrastrada por el mar. Pero como 
el mismo Ribot descubrió, el famoso neurólogo se había visto obligado a reconsiderar 
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esta creencia, y en el proceso comenzó a hacer extraordinarias afirmaciones sobre la 
vida psíquica que cautivarían a los círculos médicos del mundo occidental”. (p. 28) 
“(…) Charcot entró en el dudoso terreno de las névroses, o neuroses, como las llamaban 
los ingleses. Hasta entonces definidas por lo que no eran, las névroses eran trastornos 
nerviosos que no mostraban lesiones cerebrales o espinales. Una maraña de complejos 
sintomáticos y trastornos difíciles de definir, que incluía uno de los más antiguos y 
misteriosos de todos: la histeria” (p. 28-29). 
“Diagnosticada por primera vez hace dos mil quinientos años, durante mucho tiempo se 
pensó que la histeria era una enfermedad femenina. Como lo denotaba la etimología de 
la palabra, este mal fue considerado inicialmente como una migración del útero; durante 
la primera mitad del siglo XIX, la histeria seguía vinculada a la sexualidad femenina. 
Esto comenzó a cambiar cuando, en 1859, el médico parisino Paul Briquet publicó un 
estudio sobresaliente. Al examinar más de cuatrocientos casos, descubrió que la histeria, 
que se presentaba predominantemente en mujeres, no era exclusiva de este género (…)” 
(p. 29) 
Charcot retomó los trabajos de Briquet para abordar esta enfermedad. La histeria 
parecía no tener un patrón objetivo, muchos pensaban que no era una enfermedad sino 
producto de una simulación femenina. “Jean-Martin Charcot encontró orden donde 
otros no lo hallaron. (…) Los síntomas eran fácilmente observables; la causa era una 
mala herencia genética. Nada necesitaba ser dicho acerca de los pensamientos o 
sentimientos de la histérica, de su psicología, de su mundo subjetivo. La histeria podía 
ser entendida simplemente mediante signos externos objetivamente observables” (p. 
30). 
En 1878 el neurólogo francés realiza un importante giro: retoma el estudio de la 
hipnosis. Esta, que desde mediados del siglo XVIII venía siendo aceptada y denostada, 
es definida por Charcot como una disrupción fisiológica y neuropatológica. Charcot 
detalló que las dramáticas contracturasy los fenómenos que se producen en las hipnosis 
no eran milagros ni charlatanería sino el resultado de un estado nervioso anormal. 
“Charcot había resuelto dos misterios médicos monumentales: la histeria y la hipnosis 
(…). Estos estados mentales eran el resultado de una disrupción neurológica. La 
causalidad era de una sola dirección que iba desde el cuerpo hasta la mente. O eso 
pensaba Charcot” (p. 32). 
La trasformación de Charcot comenzó cuando él y sus colaboradores descubrieron que 
“si sugerían a una histérica hipnotizada que su brazo estaba paralizado, seguiría una 
parálisis. Increíblemente, en este extraño estado, la idea de una parálisis parecía crear 
una parálisis. Para explicar cómo era esto posible, se necesitaba un modelo que 
explicara cómo una idea podría afectar al cuerpo. Es decir, Charcot necesitaba una 
psicología. Y con esto, el renombrado positivista y sus seguidores incursionaron en el 
jardín prohibido de Auguste Comte” (p. 32). 
Charcot y sus seguidores se sumergen en el estudio de cómo las ideas y las emociones 
podían causar síntomas neurológicos, y para ello adoptan el modelo de Ribot: utilizaron 
la psicología asociacionista junto con explicaciones de la herencia genética. 
“Una sugestión hipnótica, concluyó, permite que una idea entre en la mente en un 
estado disociado, inconsciente y aislado. Las sugestiones caían en un espacio distinto al 
conjunto entretejido de asociaciones que normalmente forman la consciencia. En esa 
oscura región, las ideas disociadas parecían actuar en el cuerpo de manera libre y 
automática” (p. 33). 
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Charcot afirma que un trauma –puede ser un golpe o un accidente- actúa tanto en la 
mente como en el cuerpo; un golpe en el cuerpo puede actuar como una sugestión 
verbal. Concluye entonces que un trauma puede desatar un espiral en el sistema 
nervioso hacia algo similar a un estado hipnótico y a partir de allí incubarse una idea 
que funcione posteriormente como una autosugestión (por ejemplo, la idea “no puedo 
mover el brazo”). La imaginación podía enfermar a un hombre, pero solo en casos de 
trauma. 
“Si la autosugestión tenía su origen en la propia mente del paciente, ¿cómo terminaba 
esta idea fuera de los confines de la consciencia? La hipnosis demostró cómo las 
sugestiones externas podían aterrizar en lo inconsciente, pero ¿cómo podía suceder esto 
con las ideas propias? Charcot razonó que una mente traumatizada era proclive a la 
disociación, de manera que las ideas se despegaban de la matriz estable de las 
asociaciones conscientes. Además, sugirió que emociones intensas como la ira o el 
terror podían funcionar como traumas, dando como resultado la disociación y la 
autosugestión. 
» La teoría psicológica en desarrollo de Charcot tenía implicaciones terapéuticas 
fascinantes. Si una idea podía producir una parálisis, entonces quizás una idea podía 
también curarla” (p. 34-35). 
“La sugestión terapéutica pretendía contrarrestar la autosugestión y aliviar los síntomas, 
aunque no era una cura como tal. Charcot nunca se apartó de su creencia de que la 
neurosis traumática sólo podía darse en individuos afectados por una herencia genética 
degenerativa. Eso era algo que ninguna terapia hablada podía remediar” (p. 35) 
 
II) 
Sigmund Freud nace en Freiberg, Moravia, en 1856, y recibe una instrucción clásica de 
altísimo nivel académico. Se interesa en su primera juventud por la política y el 
derecho, pero cambia sus planes cautivado por un ensayo sobre la naturaleza de Goethe, 
acercándose a la ciencia y a la medicina. “Después de matricularse en el programa de 
medicina, se inscribió en anatomía, química, «biología general y darwinismo», botánica, 
filosofía y física. En el invierno de 1874, comenzó también sus estudios en filosofía, la 
única disciplina no científica que estudió, trabajando con un profesor recién refugiado 
en Viena, llamado Franz Brentano” (p. 38). 
“Brentano, al igual que Ribot, se propuso separar la psicología de la filosofía sin 
permitir que la empresa entera colapsara frente a las nociones positivistas de la ciencia” 
(p. 38). 
“Brentano aconsejó a sus alumnos que estudiaran a Locke, Hume, Kant y Comte, y les 
advirtió contra cualquier intento prematuro de casar la fisiología con la psicología, 
argumentando que la ciencia de la mente estaba muy poco desarrollada para dicha 
unión. Fue una lección que Freud aceptaría solo después de años de resistencia, pero 
que más tarde repetiría a sus propios alumnos” (p. 39). 
“Gran parte de la generación de Freud compartía su creencia en que la ciencia 
reformaría la vida política y social. Los científicos contribuirían a la derrota de las 
supersticiones, las ficciones religiosas y las ilusiones ideológicas, proveyendo un 
conocimiento válido que proporcionara una visión más clara de la realidad por medio de 
la cual las élites políticas pudieran gobernar de manera más justa y racional” (p. 40). 
5 
 
Hay varios nombres que segmentan el recorrido de Freud antes de su estancia en París 
con el maestro Charcot. Sus intereses versaban sobre las ciencias duras; formó parte del 
laboratorio fisiológico de Ernst Wilhelm von Brücke, del laboratorio del psiquiatra 
Theodor Meynert y trabajó con el neuropatólogo Hermann Nothnagel. De este modo, se 
formó en lo más alto de la neurología positiva, investigó los efectos analgésicos de la 
cocaína y sus funciones sustitutivas en las adicciones a la morfina, investigaciones que 
resultaron polémicas. Aun así, consigue el apoyo de sus colegas para la obtención de 
una beca para estudiar en París en la Salpêtrière. En principio su objeto eran las 
neuropatologías atróficas en niños, pero fundamentalmente buscaba hacerse un nombre 
en el mundo de los trastornos nerviosos. 
Lo que encontró Freud en París resultó abrumador, el mundo de Freud se puso de 
cabeza. Escribió en una carta (en p. 45): 
Verdaderamente me siento cómodo ahora y pienso que estoy cambiando mucho. Le diré en 
detalle lo que me está afectando. Charcot, que es uno de los grandes médicos y un hombre 
cuyo sentido común raya en lo genial, simplemente está destruyendo todas mis metas y 
opiniones. A veces salgo de sus conferencias como si saliera de Notre Dame, con una idea 
completamente nueva de la perfección. 
Freud vuelve de Francia impactado por el maestro francés y sus discípulos, aspira a ser el 
representante de Charcot en Viena y se propone traducir sus obras al alemán; los temas eran 
la histeria y la hipnosis. 
“En casa, Freud se preparó para la guerra en Viena, sabiendo que sus colegas eran 
escépticos respecto de lo psicológico, de lo originado por las ideas, de lo hipnótico, lo 
histérico, sin mencionar lo francés. Sin embargo, comenzó a dar conferencias sobre las 
teorías de Charcot ante las sociedades fisiológicas y psiquiátricas y aceptó escribir un 
informe sobre sus experiencias para la Asociación Médica de Viena. En ese informe, Freud 
presentó el pensamiento francés sobre la histeria masculina. Algunos médicos de público 
concedieron que la histeria en varones era posible, pero otros cuestionaron agudamente los 
estados descritos por Charcot. Meynert deliberadamente presionó a Freud para que 
encontrara un solo caso de parálisis traumática en Viena” (p. 46). 
Al mes, Freud realiza la demostración, pero sus ideas lo ubican en la oposición. “Sin miedo 
de pertenecer a la minoría, se aferró al gran Charcot y a sus teorías de la histeria, del trauma 
y la hipnosis, abrazando la psicología asociacional y, por un tiempo, incluso su énfasis en la 
herencia genética. El futuro para Sigmund Freud ahora estaba claro. Se casó con su 
prometida, comenzó una consulta médica privada y retomó el papel de leal representante 
vienés del pensamiento de Jean-Martin Charcot, justo cuando la reputación del neurólogo 
parisino comenzaba a desplomarse” (p. 47). 
 
III) 
A partir de 1886 comenzó a plantearse que gran parte del trabajo de Charcot sobrehisteria 
e hipnotismo estaba equivocado. “Este inminente desastre obligo a Freud a madurar 
rápidamente y pasar de ser un acólito a ser un pensador más independiente, esforzándose de 
manera desesperada para reformular sus propias posiciones. Mientras se aferraba con 
tenacidad a las metas de la psicología científica y las nociones de trauma psíquico de 
Charcot, Freud aceptaría finalmente que los más grandes logros del parisino en el 
entendimiento de la neurosis eran producto de su imaginación. 
» El David que dio muerte a este Goliat médico fue Hyppolyte Bernheim” (p. 47). 
6 
 
“Charcot había conquistado la histeria y la hipnosis conceptualizando estos misterios como 
simples disfunciones neuronales heredadas genéticamente que tenían como resultado 
estados alterados de conciencia. Poco convencido, Bernheim comenzó a experimentar con 
la hipnosis y decidió que tales estados no eran patológicos. De hecho, advirtió que los 
trances hipnóticos eran fáciles de producir en la gran mayoría de los hombres y mujeres con 
todo tipo de temperamento. Concluyó que la hipnosis simplemente exageraba una 
propiedad común de la vida psicológica y no constituía una disfunción psicológica. 
» Bernheim fue más lejos. La hipnosis, creía, no era necesaria para inducir sugestiones en 
otra persona. Las ideas pasaban de una mente inconsciente a otra todo el tiempo. (…) Las 
falsas impresiones e ideas eran fácilmente aceptadas por la mente gracias al pensamiento 
automático inconsciente, la fragilidad de la razón y la muy humana necesidad de creer. (…) 
La credulidad no era rara o inusual, sino básica en la vida psíquica normal” (p. 48). 
Las investigaciones de Bernheim chocaban con la autoridad que se había ganado el 
prestigio de Charcot, pero “Bernheim poseía un poderoso as bajo la manga. Como un 
excelente ejemplo de sugestión y credulidad, señaló la investigación de Jean-Martin 
Charcot. Las etapas de la hipnosis de Charcot, insistió, eran completamente imaginarias. De 
acuerdo con el médico de Nancy, Charcot y sus seguidores habían sugerido, sin querer, las 
etapas de la hipnosis a sus pacientes, quienes después las siguieron. En lugar de mirar 
dentro de la mente de otro, estos científicos habían estado mirando un espejo. Bernheim 
llamó a esta danza de expectación y mímica una «cultura de la histeria» e informó (…) que 
ninguna de las supuestas etapas universales de la hipnosis de Charcot podía encontrarse en 
Nancy” (P. 49). 
La batalla que se libra no solo confronta con la escuela de la Salpêtrière sino 
fundamentalmente con el proyecto de la psicología científica. “Si Bernheim estaba en lo 
correcto, si las sugestiones y la credulidad eran realmente tan comunes, ¿cómo podría uno 
esperar conocer empíricamente algo sobre el mundo interno del otro? Si todo el mundo 
estaba infectado por la sugestión y la ciega creencia, ¿quién podría ser un observador 
imparcial o un sujeto no influenciado? Bajo la perspectiva de Bernheim el observador y el 
observado, sugestionador y sugestionado, científico e histérico, en última instancia sujeto y 
objeto, eran imposibles de distinguir con claridad. No había forma de que los científicos de 
la psicología pudieran escapar a esta corriente, ya que estaban siendo sugestionados incluso 
mientras ellos sugestionaban” (p. 49-50). 
Según la teoría de Bernheim “«Todo hombre razonable estaría entonces constantemente 
bajo la influencia de la sugestión»”. ¿Podía una mujer asesinar a su amante bajo la 
influencia de otro? “¿Podía un pueblo levantarse en contra de su gobierno por sugestión?” 
(p. 50). 
“Para Sigmund Freud, los desafíos de Bernheim no podían pasar desapercibidos. La 
reputación y práctica de Freud estaban cercanamente asociadas al prestigio de la escuela 
Salpêtrière. Comprendía que los argumentos de Bernheim darían alas a aquellos en 
Alemania –y eran muchos- que siempre consideraron a la hipnosis como una gran farsa. 
Freud se embarcó en la traducción al alemán del libro de Bernheim, convencido de que lo 
ayudaría a escapar de una crítica potencialmente devastadora” (p. 50). 
“Freud se enfrentaba a un dilema: por un lado existía una teoría psicológica que minaba la 
legitimidad científica de la investigación psicopatológica de la hipnosis y la histeria. Por el 
otro, había una teoría científica legal de psicopatología que cada vez más parecía estar 
completamente equivocada” (p. 51). Después de 1888, Freud se distanció de los planteos de 
la escuela de la Salpêtrière, aunque continuaba defiendiendo la realidad de la hipnosis. 
Además, sostenía que tanto la histeria como la hipnosis debían apegarse a ciertas reglas y 
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seguir algunas leyes inherentes, cosa que Bernheim, aseguraba Freud, no se había 
preguntado. 
“Para llevar esto más lejos, Freud sugirió a los lectores de Bernheim que dejaran de pensar 
en el encuentro hipnótico como un drama interpersonal entre un hipnotizador inexperto y 
un sujeto indefenso. En lugar de esto, debían dirigir su atención a las condiciones 
intrapsíquicas que hacían que un hombre fuera propenso a la sugestión de otro. Si se 
conocieran, aquellos cambios internos explicarían tanto el fenómeno interpersonal descrito 
por Bernheim como los cambios corporales clasificados por Charcot” (p. 52). 
“Sus críticas a Bernheim y Charcot trazaron el esquema de lo que se convertiría en el 
particular territorio freudiano” (p. 56-57) 
 
IV) 
“Para 1892, Freud comenzó a distinguirse entre un sobrepoblado campo de psicopatólogos 
y terapeutas de la sugestión. El traductor de Bernheim se presentó a sí mismo como 
pensador (…) comprometido con el estudio de los procesos intrapsíquicos. Se convirtió en 
un agresivo defensor de este enfoque. El traductor de Charcot se presentaba como un 
hombre que no creía que la degeneración causara la histeria o muchas otras aflicciones. 
Más bien, reconocía la fuerza del trauma psíquico y la autosugestión inconsciente como 
factores principales, otra idea que se llevaría consigo. 
» A medida que Freud desarrollaba las ideas que formarían la base de su teoría, en casa se 
enfrentaba con una vehemente oposición a las nociones francesas de la hipnosis, la 
sugestión y la enfermedad mental” (p. 57). 
No obstante, no era el único que defendía la práctica de la hipnosis. Desde la década de 
1870 tanto el fisiólogo Ernst Fleischl, como los psiquiatras Richard von Krafft-Ebing y 
Auguste Forel, y fundamentalmente el fisiólogo e internista Josef Breuer retomaron la 
hipnosis como una vía posible del tratamiento de las enfermedades nerviosas. 
Josef Breuer fue un destacado fisiólogo en el medio intelectual y aristocrático de la Viena 
de fines del siglo XIX. “El joven Freud era un invitado frecuente en el hogar de Breuer y, 
durante una de esas visitas, su anfitrión contó la historia de una paciente, Berta 
Pappenheim, una mujer cuyo caso sería considerado fundacional por legiones de 
psicoanalistas que llegarían a conocerla como «Anna O»” (p. 59). 
En el año 1887, Freud comenzó a experimentar con tratamientos de sugestión, incluido el 
método de Josef Breuer, el llamado “método catártico”. Freud en esos momentos 
argumentaba que “el funcionamiento nervioso de la histeria podía ser alterado por una idea 
patogénica. Si esa idea «fuera olvidada o su recuerdo debilitado», el trastorno podría ser 
curado. 
» Los shocks nerviosos, el trauma, la disociación interna, las ideas inconscientes, la cura 
mediante el recuerdo; para 1882, Freud y Breuer comenzaron a entrelazar estos elementos 
de un modo único. Pronto, Freud añadiría un elemento crítico y sintetizaría estos 
planteamientos al postular el papel central de una batalla interna de ideas, un conflicto 
mental” (p. 62). 
“En 1892, Sigmund Freud y Josef Breuer plasmaron sus descubrimientos por escrito. Un 
año después, publicaron apresuradamente «Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos 
histéricos: comunicación preliminar» para proteger su primicia en un campocompetido. 
(…) Apoyaban la opinión de Charcot de que las ideas podían causar síntomas histéricos 
8 
 
(…). Y extendieron la noción del trauma para incluir emociones como el miedo, el cual 
creían que conducía a ideas disociadas y síntomas simbólicamente relacionados. En los 
casos de histeria, concluyeron, el trauma resultaba en una escisión de la conciencia, la cual 
era la double conscience tan comúnmente encontrada en los casos clínicos franceses” (p. 
65). 
Hasta este momento el aporte de Freud y Breuer consistía en la tesis de que el conflicto 
psíquico y la supresión de ideas eran suficientes para crear histeria. “La gran idea de Breuer 
fue su terapia de los recuerdos, en la que el recuerdo de ideas disociadas podía traer alivio 
sintomático. «El histérico padece principalmente de reminiscencias», declararon 
conjuntamente los autores. Separados de las asociaciones normales, ciertos recuerdos 
actúan como cuerpos extraños y nunca son disipados. El tratamiento con hipnosis traía esos 
recuerdos a la conciencia y ocasionaba un poderoso sentimiento de alivio —un «efecto 
catártico»-. Un antiguo término, catarsis, había sido empleado por Aristóteles para explicar 
los efectos emocionales que la tragedia dramática tenía en su público” (p. 65) Este término 
“servía ahora para nombrar la innovación de Breuer: era el método catártico” (p. 66). 
“En 1894 Freud publicó un artículo en el que desarrolló sus incipientes pensamientos sobre 
intenciones y defensas psicológicas, teorizando que la resultante guerra interna causaba una 
forma adquirida de histeria, neurosis obsesiva y psicosis alucinatoria. Freud trató de 
demostrar que la escisión de las asociaciones de la conciencia era ocasionada por la mente 
obrando en contra de sí misma y que no era cuestión de herencia. 
» Freud había conferido a la mente el poder de herirse a sí misma (…). Estas patologías 
neuróticas se desarrollaban desde el peligro interno y la defensa, resultando en ideas 
escindidas y conexiones erróneas que Freud llamo «enlaces falsos»” (p. 68). 
Así Freud comienza a separarse del discurso hipnótico. “A diferencia de Breuer, Freud 
utilizaba un lenguaje más dependiente de la psicología asociacional (…). Había 
abandonado la hipnosis, que encontraba difícil de practicar. En los Estudios
1
, declaró que 
su método ahora incluía una búsqueda consciente de rupturas en la asociación y los enlaces 
falsos, un proceso que llamó «análisis psíquico». 
» Llevando esto más lejos, Freud confesó albergar dudas acerca de la teoría de Breuer sobre 
los «estados hipnoides», atreviéndose a sugerir que esta escisión de la mente no se debía a 
un funcionamiento cerebral patológico sino a un conflicto psíquico” (p. 68-69). 
“Freud había trabajado duro para asegurar la posición científica del médico en un campo 
que algunos describían como plagado de credulidad y sugesión. (…) Afirmó 
categóricamente que las histéricas (…) eran inmunes a la sugestión durante el análisis 
íntimo de su mundo interno. (…) Esta era la teoría inicial de la técnica freudiana, un 
método qué pretendía hacer manifiestas las asociaciones internas del paciente, que se 
enfocaba en ideas, afectos, recuerdos y lagunas de la experiencia interna, un modelo de 
investigación en el que la sugestión no era un problema” (p. 70). 
Habiendo sido el representante de las ideas de Charcot en Viena, Freud adoptó muchas de 
sus teorías y gran parte de su lógica con respecto a la naturaleza de la psicología científica. 
“Cuando esta corriente se vio atacada, concibió posiciones sintéticas basadas en un enfoque 
intrapsíquico, mientras rechazaba con vehemencia el postulado de que la histeria se debía a 
una herencia genética defectuosa. De acuerdo con Bernheim en la naturaleza psicológica de 
los estados hipnóticos, Freud se opuso a la teoría de la sugestión del médico de Nancy, 
 
1
 Se refiere a la obra que escribió conjuntamente con Breuer, Estudios sobre la histeria, aunque en la misma 
hay capítulos de autoría individual de cada uno. 
9 
 
optando en su lugar por su modelo de guerra entre deseos y defensas internas. Para 1895, 
Sigmund Freud se había distinguido entre otros psicopatólogos con orientación francesa por 
sus nociones de neurosis defensiva, conflicto mental, análisis psíquico y transferencia. En 
el proceso, comenzó a refinar la antigua sentencia: conócete a ti mismo. Si Freud estaba en 
lo correcto, los humanos no podían soportar conocerse plenamente” (p. 72). 
 
 
CAPÍTULO 2: CIUDAD DE ESPEJOS, CIUDAD DE SUEÑOS 
 
I) 
“Mientras Freud añadía los últimos detalles a Estudios sobre la histeria, enfocó su energía 
hacia una nueva y desafiante tarea. Necesitaba desarrollar un modelo de la mente en el que 
sus teorías sobre el conflicto psíquico adquirieran sentido. Precisaba entender cómo podía 
una mente escindirse en contra de sí misma ¿Cómo podían las ideas y los sentimientos 
crear enfermedades? ¿Qué clase de mente hacía eso?” (p. 77) 
“Como científico del cerebro de finales del siglo XIX, Freud hubiera rechazado cualquier 
sugerencia de un alma como un oscuro desafío a la lógica y el conocimiento científicos. El 
cerebro era el órgano de la mente, repetiría orgullosamente a sus colegas científicos. Sin 
embargo, persistían muchas inquietantes preguntas. ¿Acaso la mente era controlada 
completamente por el cerebro? ¿Podían reducirse sus funciones a funciones cerebrales más 
simples? ¿Podrían la poesía, el arte y la moralidad ser explicados en su totalidad por la 
fisiología de los nervios? 
» Al enfatizar las causas psíquicas, Freud se vio obligado a abordar estos interrogantes. 
Para hacerlo, recurrió a viejos debates de la filosofía y la ciencia alemanas sobre la 
naturaleza de la mente” (p. 77-78). 
“En el inicio de esta tradición se encontraba Immanuel Kant (…). En 1781, Kant se hizo 
famoso por su «revolución copernicana», en la que integraba a dos adversarios filosóficos: 
el empirismo y el racionalismo. Los empiristas, siguiendo a Aristóteles, creían que la mente 
reflejaba la realidad. Por lo tanto, el mundo podía conocerse directamente mediante la 
experiencia sensorial. Para muchos empiristas, la mente era esencialmente pasiva, una 
arcilla moldeada por acontecimientos, no moldeadora en sí. En contraste, los racionalistas 
como Descartes veían el «yo» como un constructor y organizador central de la percepción y 
la realidad. Ambas posiciones habían mostrado sus debilidades desde hace mucho tiempo. 
Los empiristas estrictos fueron incapaces de explicar fenómenos como las ilusiones 
visuales, y los racionalistas hacían del mundo real poco más que una fabricación de la 
mente, de manera que la realidad se convirtió (…) en poco más que un sueño. 
» ¿Era la mente un espejo o una máquina de sueños? En Crítica de la razón pura, Kant le 
concedió gran peso a la solidez del conocimiento empírico recogido por los sentidos, pero 
también colocó un límite a dicho conocimiento. La mente no solo reflejaba la realidad. Se 
apoyaba en formas a priori para organizar el flujo y el reflujo de lo que de otra manera 
parecería caótico. Espacio, tiempo y causalidad no eran solamente percibidos; eran 
categorías trascendentales no derivadas de la experiencia. Estas categorías a priori 
estructuraban el mundo «fenoménico», permitiendo la experiencia consciente unificada. De 
este razonamiento se desprendía que existía un mundo fuera de la percepción humana, un 
mundo más allá del conocimiento humano. Kant lo llamó el espectro «noumenal» de las 
cosas-en-sí que son imposibles de conocer” (p. 78-79). 
10 
 
La concepción kantiana abrió paso a una serie de movimientos de gran trascendencia en el 
campo del pensamiento. 
“Quizá la filosofía poskantiana más influyente que surgió fue la filosofía de la naturaleza 
de Friedrich Schelling” (p. 79). 
“Para la psicología, el mensaje central de Schelling fue que la mente y el cerebroeran dos 
modos distintos de aproximarse a la misma esencia unificada. Ninguno podía ser explicado 
a partir del otro; ambos necesitaban ser entendidos como facetas de un mismo todo (…)” 
(p. 80). 
“La filosofía de la naturaleza tuvo un amplio impacto en las artes y ciencias de la primera 
parte del siglo XIX (…). Los poetas y escritores románticos alemanes retomaron el trabajo 
de Schelling, que los impulsó a forjar un íntimo vínculo entre sus propias vidas internas y el 
mundo natural” (p. 80). 
Kant dio origen a un gran número de posiciones teóricas acerca del carácter formativo de 
las ideas y la vida mental. Por ejemplo teorías llamadas “psicologismo”, en las que se 
reducían preguntas filosóficas a preguntas subjetivas y psicológicas. Por otro lado, por 
ejemplo, “el influyente Johann Fichte desechó el mundo trascendental de Kant como un 
reinado de espectros, fantasmas y dioses, pero lo retomó con avidez para justificar su 
creencia en que el estudio de la subjetividad y la propia conciencia eran tareas cruciales 
para la filosofía” (p. 80-81). 
“Una vez despojado de su dimensión metafísica, el pensamiento poskantiano se encontraba 
sólo a un paso de la ciencia del cerebro” (p.81). La figura que tendió el puente entre estos 
dos mundos fue Arthur Schopenhauer. “Todas nuestras representaciones mentales eran el 
resultado de procesos psíquicos internos que habían sido proyectados en el mundo. 
Schopenhauer llamó a la fuerza interna que causaba dichas proyecciones la «voluntad», la 
cual, afirmaba, era la cosa-en-sí incognoscible de Kant. (…) La voluntad era una fuerza 
ciega, impulsora, inconsciente y biológica: era la tormenta de la naturaleza en nuestro 
interior. La voluntad presionaba y empujaba. Avasallaba el intelecto y moldeaba y 
distorsionaba de manera invisible nuestras representaciones mentales del mundo” (p. 81). 
 
II) 
“Después de 1850, la medicina romántica, la filosofía de la naturaleza y la mayoría de las 
formas de la filosofía poskantiana habían caído en descrédito. La metafísica alemana se 
enfrentó a una tremenda reacción científica que impidió cualquier tipo de enfoque 
filosófico hacia la mente durante las siguientes décadas. (…) 
En 1847, junto con sus alumnos Emil Du Bois-Raymond, Hermann von Helmholtz y Ernst 
Brücke “formaron la Sociedad Física de Berlín y declararon que su objetivo era estudiar la 
vida humana sin recurrir a la metafísica. (…) acordaron que las especulaciones sobre 
energías vitales debían ser estrictamente prohibidas. Se negaban a asumir que una energía 
de vida o mental animara el cuerpo; pocedían, en cambio, como si la vida estuviera 
completamente determinada por procesos mecanicistas. Creían que la vida podía ser 
explicada simplemente por procesos químicos y físicos. Con esta visión compartida, el 
movimiento biofísico comenzó su investigación” (p. 83). 
“La Viena de Freud albergaba a tres célebres investigadores del cerebro dedicados al 
programa biofísico: Ernst Brücke, Sigmund Exner y Theodor Meynert” (p. 85). En general, 
consideraban que “todo el funcionamiento nervioso, incluyendo el cerebral, consistía en un 
acto reflejo mediante el cual la excitación entrante viajaba a través de nervios sensoriales y 
11 
 
era descargada por nervios motores. Los sucesos psíquicos eran efectos secundarios del 
acto reflejo y nunca producían sucesos biológicos como tales. (…) El hombre era una 
vigorosa máquina impulsada por los reflejos. 
» Freud decidió estudiar medicina después de haber leído el ensayo «Sobre naturaleza e 
historia natural» de Goethe (…). Sin embargo, cuando entró al laboratorio de Brücke en 
1876, sintió que había encontrado su hogar intelectual. Durante los siguientes seis años, 
trabajó con entusiasmo en proyectos sobre neuroanatomía y se alió fuertemente con la 
comunidad de investigadores dentro y alrededor del laboratorio de Brücke” (p. 85-86). 
“Tras dejar el laboratorio de Brücke, Freud deseaba mantenerse fiel a los principios 
mecánicos que había aprendido, y no le resultó difícil. En el Hospital General de Viena 
trabajó para Theodor Meynert –el profesor que más tarde se afligió a causa del interés de 
Freud en las concepciones francesas sobre la histeria” (p. 87). 
Meynert enraizaba las funciones psíquicas complejas en regiones particulares del cerebro. 
“Los críticos se preguntaban si había traducido simplemente la psicología asociativa a un 
lenguaje anatómico y fisiológico. Fue lo que hizo” (p. 89) 
“Creía que la mente no era un espejo, sino que creaba experiencias internas a partir de 
patrones interiores. Mujeres y hombres estaban dominados por esta voluntad en una 
búsqueda corporal primaria del placer. Presagiando la posterior teoría de Freud, Meynert 
describió el «yo» primario como un conjunto de sensaciones corporales placenteras. Las 
sensaciones desagradables se alejaban de sí mediante defensas. Además, un «yo» 
secundario emergía con el tiempo y podía entrar en intenso conflicto con el «yo» corporal 
primario. A pesar de estas semejanzas con el modelo del conflicto mental de Freud, 
Meynert difirió de manera fundamental: se mantuvo en la creencia de que las ideas podían 
no tener un papel causal en estos procesos. La suya era una mente de reflejos 
contrapuestos” (p. 90). 
 
III) 
“Cuando Sigmund Freud se embarcó en el arduo trabajo de crear una nueva teoría de la 
mente, en 1895, podía apoyarse en los esfuerzos pasados de sus maestros más brillantes. 
Tanto Exner como Meynert estaban comprometidos con la cuantificación científica y la 
explicación mecanicista. Ambos pensaban que la mente podía reducirse a la fisiología y la 
anatomía del cerebro” (p 90-91). 
“La preparación de Freud en el laboratorio de Brücke y su lealtad a la biofísica fueron 
formativos, pero como buscaba crear un modelo de la mente que incluyera a la etiología 
psíquica de la enfermedad, se hizo claro que la biofísica simplemente no resultaba útil. Esto 
fue parte de un fracaso mayor, ya que, para la década de los ochenta del siglo XIX, el 
programa biofísico había encallado. Los físicos se dieron cuenta de que las teorías de la 
naturaleza puramente mecánicas eran inadecuadas y los fisiólogos dirigieron su energía 
hacia otros proyectos. En ningún lugar eran más evidentes los límites de la biofísica que en 
la psicología. La biofísica no ofrecía manera alguna de entender la psicología excepto 
eliminando el objeto de estudio en sí, la psique, y postulaba de facto que todos los sucesos 
psíquicos eran idénticos a los sucesos cerebrales subyacentes. Incluso los más acérrimos 
defensores de la biofísica con el tiempo reconocieron la derrota” (p. 91). 
“Mientras la biofísica mostraba sus límites, emergía un enfoque científico distinto de la 
mente. Freud se encontraba entre un número de científicos que había abandonado la 
biofísica por esta alternativa: la psicofísica. 
12 
 
» El pionero de la psicofísica fue el extraordinario Gustav Fechner” (p. 92). 
“En 1850, Fechner retomó el estudio experimental de los estímulos externos y sus 
representaciones psíquicas” (p. 93). En 1860 publica Elementos de psicofísica; este libro 
“ofrecía una aproximación innovadora al estudio de las relaciones exactas entre mente y 
cuerpo” (p. 93). 
“A diferencia de la biofísica, la psicofísica no buscaba reducir las experiencias psíquicas 
internas a un sustrato biológico. Siguiendo la propuesta dual de Schelling, Fechner 
consideró a lo psíquico y lo material como dos caras de una misma entidad (…). El reino 
interno (…) era subjetivo y psíquico. El reino exterior era objetivo y material. La 
psicofísica uniría a ambos en el estudio de las interacciones, y rastrearía la transformación 
de energía de los estímulos psíquicos a la experiencia mental cualitativa” (p. 93-94). 
“El paralelismo psicofísico pudo haber sido útil para el estudio del habla, pero a la larga su 
ineficacia se hizo evidente para Freud. Apartar a la mente del cuerpo no ayudabaa un 
médico que estaba profundamente comprometido con el estudio de la histeria. Las 
experiencias en el Salpêtrière lo convencieron de que la mente afectaba al cerebro y al 
cuerpo. (…) Freud no podía permitirse aislar la mente del cerebro. Debía encontrar otro 
camino” 
 
IV) 
“Conforme Estudios sobre la histeria se acercaba a su publicación, Sigmund Freud 
trabajaba con fervor para integrar una teoría del funcionamiento mental en la que hubiera 
un papel para el conflicto psíquico y la defensa” (p. 99-100). 
Freud trabajaba con intensidad buscando integrar la física, la biología, la neurología y la 
psicología; quería forjar una ciencia natural de la psicología, un trabajo que llegó a 
conocerse con el título de Proyecto de psicología para neurólogos. 
Para hacer este proyecto “Freud adoptó una aproximación a todas luces kantiana. Para la 
década de 1880, un movimiento de «regreso a Kant» había ganado importancia en círculos 
alemanes, exigiendo el rechazo de las metafísicas especulativas, así como de las 
especulaciones materialistas que comúnmente pasaban por ciencia. Durante este período, 
Freud leyó y tomó notas sobre la Crítica de la razón pura de Kant, y la influencia de éste es 
evidente en el Proyecto. Al igual que el filósofo, Freud se dejó guiar por teorías deductivas 
en la búsqueda de evidencia empírica y organizó su psicología científica alrededor de dos 
teoremas a priori que conectarían los hechos. (…) Los teoremas a priori de Freud venían de 
la física y la biología. Primero aparecieron las leyes del movimiento y de la conservación 
de la energía de Newton. (…) Este principio guiaría todo el funcionamiento mental en el 
Proyecto de Freud. El segundo teorema de Freud se basaba en la unidad anatómica básica 
del sistema nervioso: la neurona. Estas células constituían la unidad esencial para procesar 
la energía neuronal y, a su vez, estaban cargadas de ésta” (p. 100-101). 
“En el Proyecto, Freud también tuvo la oportunidad de evaluar el potencial de la 
psicofísica. Al defender una dimensión psíquica en su modelo de cerebro, Freud le dio 
lugar a la consciencia, a la acción humana, a la causalidad y la defensa psíquica, y fue 
capaz de utilizar la información proveniente de la introspección. Pero este modelo estaba 
bastante restringido ya que requería de un enfoque en fenómenos en los que la psicología 
pudiera, de alguna manera, ser vinculada con los cambios físicos. (…) En 1890, el portavoz 
más destacado de la psicofísica, Wilhelm Wundt, renunció públicamente a este enfoque y 
se abocó solamente al estudio de la psicología. (…) A medida que la psicología 
13 
 
experimental de Wundt obtenía popularidad y prestigio, quedó establecida como una 
denuncia al viejo y desalentador proyecto. 
» El Proyecto de Sigmund Freud se escribió y abandonó bajo este escenario teórico. Para 
1896, los viejos leones —Brücke, Meynert y Helmholtz- habían muerto. Freud aún 
perseguía el sueño de esbozar un gran esquema de la mente, pero parecía perdido” (p. 103). 
 
V) 
“El 23 de octubre de 1896, el padre de Sigmund Freud, Jacob, murió. Fue un suceso 
catastrófico que agitó al médico de cuarenta años e inauguró un período de dolor y 
autoinspección. (…) Freud, quien sospechaba que presentaba un caso de neurosis, comenzó 
un autoanálisis psíquico” (p. 104). 
Freud recurrió a sus sueños. 
“El hecho de dirigir su atención a este teatro interno condujo «a profundizar en la 
psicología más todavía de lo que imagine». Así fue. Después de mucho escribir y reescribir, 
Sigmund Freud publicó La interpretación de los sueños en noviembre de 1899” (p. 106). 
“El mundo de los sueños había sido una fuente de fascinación para filósofos, poetas y 
escritores durante mucho tiempo. ¿Por qué soñamos? ¿Qué representan los sueños? ¿El 
soñar es una forma de consciencia fundamentalmente distinta? ¿Por qué recordamos 
algunos sueños y otros no? En La Interpretación de los sueños Freud volvió a visitar estos 
misterios, fundiendo sus propias reflexiones con aquellas de filósofos como Aristóteles, 
Artemidoro, Kant, Schelling y Schopenhauer” (p. 107). 
“La vida onírica también había sido retomada por los psicofísicos a pesar de las graves 
dificultades que esto representaba para ellos. Se enfocaron en la manera en que los 
estímulos externos se registraban en la percepción y en la consciencia. Parecía que los 
sueños eran la antítesis de eso. Aquí había una experiencia vívida que ocurría mientras los 
ojos estaban cerrados. Poca o ninguna estimulación perceptual parecía estar involucrada. 
Sin embargo, los psicofísicos se aferraron a su método y postularon que los estímulos 
externos invadían silenciosamente la conciencia al dormir y provocaban una ráfaga de 
actividad psíquica” (p. 108). 
“Si la vida mental era científicamente cognoscible, Freud perseveraba, entonces debía 
guiarse por leyes, ser determinista y no estar basada en eventos azarosos. (…) Muchos 
habían sugerido ya que los estímulos físicos internos como los retortijones de hambre o la 
indigestión podían catalizar los sueños. Pero ¿y las fuentes psicológicas internas? Wundt 
negó esta posibilidad, y Freud, a su vez, descalificó a Wundt y a sus seguidores como 
ideólogos prisioneros de sus propias creencias. Como experimentalistas psicológicos, 
sobrevaluaban todo lo que estaba sujeto a experimentación. (…) Si los científicos aún no 
podían indagar con profundidad en la vida mental para encontrar conexiones con la 
biología, ésa no era una razón para rehuir el problema. 
» Freud se encontraba en tierra firme con esta crítica. Wundt y sus colegas simplemente 
revelaron los límites de la psicofísica al insistir en la remota noción de que las señales 
externas generaban todas las experiencias perceptuales en los sueños. En contraste, Freud 
propuso un método para el estudio de las causas psíquicas internas. Tal y como lo había 
intuido mientras escribía sobre la histeria, en 1895, dicho método sería un puente entre la 
literatura y la física, y requeriría de un análisis literario, así como de un modelo para el 
procesamiento de la energía corporal” (p. 108-109). 
14 
 
Para Freud “el estudio de los sueños podía producir lo que «habíamos esperado en vano de 
la filosofía»: un válido y amplio modelo de la vida mental” (p. 111). 
El resultado de este objetivo fue conocido como “el modelo topográfico de la mente de 
Freud. Aquí, su pensamiento no sólo fue estimulado por su exploración de los sueños sino 
también por la lectura de Gustav Fechner. En 1898, Freud le escribió a su amigo Wilhelm 
Fliess para quejarse acerca de los incontables y aburridos textos sobre los sueños que había 
leído. Sin embargo, un autor había llamado la atención. «La única palabra razonable le pasó 
por la mente al viejo Fechner con su sublime sencillez. El proceso del sueño se desenvuelve 
en otro terreno psíquico. Es el primer mapa aproximado de este terreno el que 
comunicaré»” (p. 111). 
En La Interpretación de los sueños lo dice de una manera distinta: “«El gran Fechner 
adelantó la idea de que el escenario de los sueños es otro que el de la vida de 
representaciones de la vigilia. Ningún otro supuesto permitiría conceptualizar las 
peculiaridades de la vida onírica». Inspirado en esta revelación, Freud creó una nueva 
teoría. 
» Para hacer esto, no desechó el viejo principio a priori que insistía en que todos los 
fenómenos psíquicos fueran encuadrados dentro de las leyes físicas del universo, pero sí 
descartó todo intento de vincular las funciones psíquicas a cualquier neurona o región del 
cerebro específica” (p. 112) 
“Los sucesos mentales podían ahora ser entendidos a través del análisis de dos fuerzas 
psíquicas opuestas: deseos y censura. Siguiendo a Kant, el inconsciente de Freud era 
incognoscible en sí mismo y no estaba estructurado siguiendo consideraciones de tiempo, 
espacio y causalidad. No albergaba opuestos, ninguna antítesis y ninguna categoría lógica,más bien constituía el material de la pasión animal. El poder de este escondido dominio era 
sólo conocido de manera indirecta a través de sus efectos en la consciencia. Ningún 
elemento del inconsciente alcanzaba la conciencia sin pasar las defensas. 
» Sigmund Freud, como los filósofos románticos y naturalistas alemanes, creía que el 
inconsciente jugaba un papel vital en la vida psíquica, cosa que los sueños hicieron 
evidente. Si este énfasis en la vida onírica remitía al romanticismo, estaba contrarrestado 
por la profunda confianza de Freud en la lógica mecanicista” (p. 113). 
“Con La Interpretación de los sueños, el esfuerzo de Freud por explicar la causalidad 
psicológica y los conflictos mentales estaba completo. Sus estudios sobre la histeria y su 
compromiso con la psicopatología francesa lo condujeron a reconocer que las causas 
psíquicas eran reales y, cinco años más tarde, después de recorrer un largo camino poblado 
por filósofos, biofísicos y psicofísicos poskantianos, Freud dio con un modelo de la mente 
que serviría de base a sus ideas de los años venideros. Después de experimentar con la 
biofísica, la psicofísica, el paralelismo psicofísico, Freud descubrió una forma de estabilizar 
científicamente su objeto de estudio —la mente-cerebro- de un modo que dejaba espacio 
para las causas psíquicas sin sucumbir al reduccionismo biológico ni a la metafísica” (p. 
116). 
 
 
 
 
 
15 
 
Comentarios sobre el resumen y algunas sugerencias para el estudio 
 
Como método de estudio sería bueno que tenga a mano un diccionario, una enciclopedia y 
ahora, con los recursos que nos ofrece Internet, los tenga en cuenta, ya que le puede resultar 
muy útil. Por ejemplo: el texto comienza haciendo una alusión a la “Ilustración”; podría 
buscarlo, o por ejemplo también podría buscar “filosofía de la naturaleza”. Puede tomar 
algún texto que usted haya leído o servirse de Google o Google académico e informarse; tal 
información seguramente le va ayudar a tener una mayor ubicación conceptual del trabajo 
que está estudiando. 
Este es un trabajo de estudio e investigación histórica, por lo tanto, intente tener en claro 
los siguientes puntos para poder ir leyendo los distintos datos en función de tales objetivos, 
de este modo evitamos la innecesaria metodología memorística: 
Tomaremos dos ejes generales para la lectura de estos textos: uno, la relación cuerpo y 
alma, el otro, la concentración en la razón. Dos ejes que van a ir moldeando el modo de 
pensar la subjetividad. 
El escrito en principio va mostrando cómo se construye en Francia un nuevo campo en el 
que convergen importantes tradiciones científicas y culturales; esto resulta de mucho 
interés en tanto allí podemos ver dos temas importantes para nuestro programa de estudio. 
El primero es histórico: poder ubicar cómo nace un campo de pensamiento y de prácticas –
“la nueva psicología”. El segundo: ver que la construcción de tal campo será determinante 
para la creación del psicoanálisis en tanto que Freud se nutre del romanticismo y de la 
psicopatología francesa. 
Este trabajo muestra también cómo algunos sistemas entran en crisis, por ejemplo el 
modelo de Charcot, lo que obligará a Freud a pensar nuevas configuraciones en sus 
investigaciones. En el marco de los modelos biofísicos y psicofísicos las diversas nociones 
de histeria e hipnosis no resultaban satisfactorias por lo que Freud se encuentra impulsado a 
crear su propio campo de pensamiento 
Cuando Freud empieza a enfatizar causas psíquicas, empieza a construir su propio campo 
de ideas, a construir su propia psicología y para esto -al menos en sus modelos iniciales- le 
resulta muy útil el modelo kantiano. 
Para poder ubicar la construcción del campo freudiano, en su época fundacional, es 
necesario ubicar los movimientos de la historia de la filosofía, los que nos ilustran el modo 
en que, por influencia de Kant, se abren la filosofía de la naturaleza por un lado y el 
cientificismo por el otro. 
A partir de mediados del siglo XIX la filosofía de la naturaleza entra en un descrédito 
importante y el cientificismo impone el modelo biofísico en el que el psiquismo se reducía 
a un epifenómeno. En el centro de este escenario Freud empieza a formarse como hombre 
de ciencia. 
Algo a tener en cuenta cuando se lee este resumen es la superposición de las categorías de 
mente y psiquismo, empleadas como sinónimos; es que Geroge Makari no hace un uso 
diferente entre uno y otro término. Aclaración necesaria ya que son dos conceptos que 
refieren a historicidades conceptuales y tradiciones propias y específicas, tal como lo 
venimos sosteniendo desde el inicio del programa de estudios de nuestra asignatura. La 
sumisión del psiquismo a la mente podría resultar tendenciosa. A medida que Freud va 
construyendo el campo propio del psicoanálisis va deconstruyendo el campo del cual 
16 
 
partió, que es el de la psicología científica (Ribot-Charcot) y en ese trabajo deconstructivo 
la diferencia mente-psiquismo deviene fundamental. 
 
 
Temas y preguntas para autoevaluar la comprensión del texto 
 
Capítulo 1. Una mente para la ciencia. 
l) ¿Por qué Charcot necesitó de una psicología para la investigación de la histeria? 
2) ¿Cuál era la formación previa de Freud antes de viajar a París? ¿Cuáles fueron las 
nociones que aprendió durante su estancia en la escuela de Charcot? 
3) ¿Cuál fue el avance de Bernheim en relación con la hipnosis comparándolo con la 
noción de Charcot? 
4) ¿Por qué la idea de la “sugestión” cuestiona al método objetivo de la “nueva psicología 
científica”? ¿Cuál es la salida que encuentra Freud a la disyuntiva entre Charcot y 
Bernheim? 
5) ¿Cuál es el elemento crítico determinante que Freud aporta en sus trabajos con Breuer? 
6) ¿A partir de qué nociones Freud empieza a separarse del método hipnótico y de las 
teorías que lo explican? 
 
Capítulo 2. Ciudad de espejos, ciudad de sueños. 
1) ¿Por qué Freud abandona el modelo psicofísico? 
2) ¿Por qué fue tan importante la publicación de La interpretación de los sueños? ¿Cuáles 
son las ideas principales que Freud articula allí respecto de la vida psíquica?

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