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Ensayo Mentes Criminales

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Ensayo de: Mentes Asesinas
María Isabel
UNIVERSIDAD JUÁREZ AUTÓNOMA DE TABASCO 
División Académica de Ciencias de la Salud
Licenciatura en Psicología
5 A
Fecha: 23 de octubre de 2019
¿Qué motiva a una persona a hacer daño a su familia, amigos, a la sociedad?, ¿Qué causo que esa persona fuera llevada a cometer esas acciones?
Las conductas violentas crecen día d día de manera exponencial en todo lugar, ya sea en los hogares, escuelas o nuestros propios lugares de trabajo.
Día a día las probabilidades de ser víctimas de actos violentos crecen a cada instante y estamos conscientes de eso y muchos viven con miedo constante a ello. A muchos no les importa porque así han vivido toda su vida, rodeados de violencia que la creen completamente normal en sus vidas y en la de los demás.
La violencia y la agresión parecen ser palabras sinónimas, sin embargo, al analizar cada una de ellas nos damos cuenta que tienen varias diferencias; por un lado, la violencia es una conducta agresiva cuyo objetivo es causar daño físico o psicológico al prójimo y se diferencia de la agresión en que esta última cumple una función biológica en la adquisición y defensa del territorio. Por otro lado, la agresión puede ser benigna, reacción espontánea y breve para protegernos de algún peligro, y maligna, la cual implica el deseo de dañar a los demás por placer. Cabe recalcar que todos los seres humanos somos portadores de un animal que quiere manifestarse, pero que logra reprimirse gracias a la intervención de un sistema de control muy enérgico, cuyo principal órgano, el que rige nuestra conducta y ha sido objeto de estudio fundamental para conocer el origen del comportamiento, es el cerebro.
Existen varias nociones para explicar el origen de la agresión, entre las principales tenemos: las teorías de Rousseau, la cual menciona que los seres humanos nacen buenos y se vuelven agresivos durante su desarrollo como resultados del aprendizaje cultural (Teoría del aprendizaje social), es decir, una persona es agresiva debido a las conductas que ha aprendido de su entorno durante su desarrollo evolutivo, las mismas que estas asociadas a la frustración y al aprendizaje a través de la observación; y la teoría de Hobbes y Lorenz, quienes mencionan que todos nacemos con tendencias agresivas y egoístas, las mismas que necesitamos aprender a inhibirlas durante nuestro desarrollo.
Nuestro enojo y hostilidad nos puede llevar la agresión y a ser violentos como repuesta de un estado emocional. El estado permanente del enojo se denomina hostilidad. Con el enojo expresamos alguna inconformidad o desacuerdo ante algo o alguien y eso nos lleva a la hostilidad a ese problema. Esto puede ser en momentos cortos que pueden manifestarse desde una simple jerga de molestia hasta una explosión de ira.
Cuando estamos enojados utilizamos nuestro enojo como motor para obtener lo que deseamos, pero el enojo no solo pude afectar a los demás o a algo sino a nosotros mismos también, ya que podemos utilizarla conscientemente para encubrir algún o cualquier tipo de limitación que tengamos, para justificar alguna reacción el cómo elevar nuestro ego, disfrazar sentimientos u ocultar emociones. En el fondo simplemente tenemos miedo.
La agresión es una respuesta a un estado emocional. Uno de estos estados emocionales puede ser el enojo. El enojo se lo define como una respuesta a diversos factores, entre los que podemos mencionar: frustración al no obtener algo que deseamos, acontecimientos negativos del diario vivir, perdida que algo amado, entre otros; sin embargo al mismo tiempo el enojo puede verse como un motor que nos ayuda, en algunas ocasiones, a obtener lo que deseamos, en síntesis, estamos hablando de un arma de doble filo, el que lo podemos utilizar de manera consciente o inconsciente para obtener algo o hacer daño a los demás.
Las emociones son el pilar fundamental de todo ser humano, son acciones que preparan al organismo para emitir conductas de aproximación evitación, esto es, nos alejan de los estímulos peligrosos y desagradables, y nos acercan a los estímulos agradables, su importancia radica en que son las responsables de guiar y controlar nuestra conducta, por ende si estas se ven afectadas de algún modo, ya sea por factores internos (biológicos) o cualquier factor externo, pueden ocasionar algún tipo de daño irreversible en nuestro cerebro como puede ser la psicopatía o alguna otra clase de trastorno que afectará seriamente al individuo durante el resto de su vida.
El cerebro está construido por diversas estructuras que trabajan en conjunto para producir sentimientos, pensamientos; tiene la capacidad de tomar decisiones y actuar de acuerdo a estas. También es el responsable de nuestras relaciones con los demás y nuestro ambiente. Una de estas estructuras es el sistema límbico, también conocido como el cerebro emocional y está constituido por el hipotálamo, la amígdala, el tálamo, y la corteza anterior. Cada estructura cumple su función específica, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en la amígdala. La amígdala puede discernir y expresar los matices emocionales como el amor, afecto, la amistad, y la desconfianza, pero su mayor responsabilidad es el miedo, por lo tanto, es esencial destacar que, si existe un daño en esta estructura, el comportamiento de los individuos va a ser impredecible pues no sabría la manera en cada uno de ellos va a expresar sus emociones.
La corteza prefrontal es el área encargada de nuestra autoconciencia, de la capacidad de abstracción, inteligencia, planeación, inhibición de conductas inapropiadas, regulación de las emociones, funciones sensoriales, motoras y de orientación; su desarrollo ha permitido que la civilización crezca y genere arte, ciencia, cultura e instituciones sociales, es precisamente aquí que se encuentra nuestra personalidad e identidad, así como la integración de emociones y pensamiento, entonces como se menciona en el libro, una alteración en esta estructura importante de nuestro cerebro podría ser una de las principales causas para que una persona sea agresiva únicamente por placer.
La violencia es una conducta agresiva que tiene la intención de causar daño (físico o psicológico), esta se puede dar por diversos motivos, desde factores psicológicos en relación a variables sociales, así como por factores genéticos interactuando con los ambientales, sin embargo, la generalización que el ser humano hace sobre este tema, no permite su clara y profunda investigación. La violencia puede ser primaria y secundaria, pero la diferencia radica en estar conscientes o no del daño que se está haciendo, ya que algunas personas pueden tener conductas violentas como producto de otras alteraciones como: depresión, abuso de drogas, alcoholismo, golpes severos en la cabeza, padecer trastornos psiquiátricos o de personalidad, además de otros factores cotidianos tales como: privación del sueño, uso de estimulantes, calor excesivo hasta frustraciones cotidianas.
La tensión que produce en las personas los traumas físicos, emocionales o sexuales, o la exposición a ambientes altamente traumáticos como la guerra y el hambre que el individuo tiene, puede ocasionar una serie de cambios hormonales que a su vez, generan cambios cerebrales permanentes que transforman la manera en que las personas manejarían sus emociones en el futuro, es decir, el verse sometido a presiones muy fuertes ocasiona que el colapso de las funciones cognitivas de las personas por lo que aparecen distintas alteraciones psicológicas tales como: estrés, depresión o hasta llegar a extremos como lo es la psicosis.
La personalidad limítrofe es un trastorno en el cual las personas ven a los demás en blanco o negro, colocan a las personas en un pedestal y después los consideran los peores seres humanos que existen. También presentan explosiones de agresión, periodos de paranoia o psicosis, son personas inseguras, vacías, mentirosas y frecuentemente experimentan impulsos de autodestrucción. Personas con este tipo de personalidad buscan escapar de sus problemas através del consumo de sustancias psicotrópicas, sin pensar que al mismo tiempo se están enredando en un problema más grave.
Los celos son emociones que surgen cuando se desea poseer a la persona amada; se da por el miedo que experimenta la persona a la pérdida, real o imaginaria de algo que ama. Es un sentimiento normal siempre y cuando no se salga de los límites, sin embargo, cuando esto sucede se convierte en un trastorno conocido como: colopatía en el cual se da un enorme sufrimiento tanto para la víctima como para el protagonista. Detrás de una persona celosa por lo general se esconde un sentimiento de dependencia, inseguridad y falta de autonomía, lo que hace que el celoso se aferre al objeto del amor de manera obsesiva y actué de una forma que no es bien vista por la sociedad. Este problema se presenta tanto en hombre como mujeres y el fondo de esta pesadilla emocional suele ser un fuerte problema de baja autoestima. 
La violencia impulsiva es un trastorno explosivo en personas que no son agresivas, es decir, es una agresión incontrolada que posee una carga emocional. Los individuos que presentan este trastorno muestran agresión impulsiva o arranques episódicos de violencia por lo que constituyen un peligro para ellos mismos, sus familiares y la sociedad en sí. Las intensidades de sus arranques de violencia incluyen tanto agresiones verbales como físicas y puede incluso llegar al homicidio. Este tipo de violencia se da porque existe una alteración en la corteza prefrontal, específicamente en el área orbifrontal, la que está encargada de inhibir los impulsos agresivos y modular nuestras reacciones emocionales. Cuando existe una desconexión en una de estas estructuras la persona puede presentar graves dificultades para moderar sus reacciones emocionales, por lo que se vuelve impulsiva.
El desarrollar un trastorno de personalidad (psicosis) muchas veces no solo depende de la parte biológica, existen otros factores que también pueden desencadenar esta clase de comportamiento; uno de ellos pueden ser los factores medioambientales, pues como menciona el libro existen dos teorías sobre esta conducta: Por una parte dice que los psicópatas pueden haber sido creído por padres que los sobreprotegían, entonces, cuando eran niños aprendieron a esperar un trato especial de todos y a obtener y lograr sin obstáculos lo que desean, por otro lado están los psicópatas que cuando eran niños fueron descuidados por sus padres, entonces desarrollan un trastorno de personalidad como mecanismo protector para esconder su baja autoestima.
La conducta violenta no es un comportamiento natural, sino un producto del aprendizaje de todo lo que vivimos a diario, es por eso que es responsabilidad de los padres y los maestros ayudar a los niños a que comprendan que este tipo de conducta no constituye una forma para resolver los conflictos, además de crear una atmósfera libre de violencia, ya que los niños aprenden de lo que cada día observan de su alrededor, es decir, el ambiente puede provocar un cambio conductual a largo plazo
Desde el punto neurobiológico, la causa principal para que los asesinos manifiesten violencia predadora es que existe una amígdala y un hipotálamo hiperactivos, órganos donde se ha acumulado rencor, enojo, frustración, durante un largo periodo, además de una zona orbifrontal subdesarrollada, incapaz de controlar los impulsos agresivos disparados por la amígdala y el hipotálamo; la cual en lugar de regular la conducta como corresponde, coloca las capacidades al servicio de los malévolos planes que esta clase de personas tiene.
Existen muchos factores que nos lleva a considerar que la criminalidad no está necesariamente asociada con la falta de recursos materiales, sino se trata de un fenómeno que nace muchas veces en familias disfuncionales, en donde no existió atención paterna y la relación existente con la madre estuvo marcada con frialdad, distancia, abandono y falta de calor emocional y corporal; además de la existencia de maltrato intrafamiliar, la misma que marco profundamente la vida de estas personas.

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