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LA EVALUACIÓN DEL TRASTORNO DE PÁNICO Y LA AGORAFOBIA 1. EL TRASTORNO DE PÁNICO Y AGORAFOBIA En el DSM-IV (APA, 1994) se plantea la conveniencia de diferenciar entre ataques de pánico (AP) y trastorno de pánico (TP) · Los AP son períodos discretos de miedo o malestar intenso en los que, por lo menos, se observan cuatro de un listado de 13 síntomas cognitivos y/o somáticos. Estos ataques tienen un inicio súbito y en poco tiempo (en 10 minutos o menos) llegan a su máxima intensidad. · Las personas suelen indicar que durante los ataques experimentan una sensación de peligro inminente y una necesidad de escapar. · Los AP pueden darse en muchos trastornos (fobia específica, fobia social, etc.), y para poder establecer un adecuado diagnóstico es importante tener en cuenta el contexto en el que se produce el AP Tipos de AP: · Inesperados - cuando no se dan por un desencadenante claro · Determinados situacionalmente - se producen cuando hay exposición a un determinado estímulo · Predispuestos situacionalmente - ocurren en determinadas situaciones, pero no es seguro que se vayan a producir siempre NOTA: Para poder establecer el diagnóstico de TP tienen que estar presentes AP recurrentes e inesperados. IMPORTANTE: es muy frecuente que el TP se acompañe de agorafobia El carácter «espontáneo» de los AP, junto con la percepción que experimentan de no poder ejercer ningún control sobre ellos o sobre la propia reacción somática, da lugar a una sensación de indefensión y desamparo 2. OBJETIVOS DE LA EVALUACIÓN a. Diagnóstico diferencial: Esto resulta especialmente importante en aquellos casos en los que, dependiendo del diagnóstico, se aplican distintos programas de tratamiento que pueden ser más o menos adecuados para los problemas que padezca una persona concreta. No es lo mismo si una persona evita subir en ascensor debido a que padece claustrofobia o debido a la presencia de un TPA b. Descripción clínica general. En segundo lugar, la evaluación también posibilita obtener información valiosa sobre el paciente y sobre el problema, desde información sobre la aparición y el curso del problema, las características de los patrones cognitivos y los patrones de evitación asociados a él hasta información relacionada con aspectos de funcionamiento vital c. Formulación del caso. Para poder realizar la formulación del caso resulta necesario obtener información tanto sobre el problema (datos relativos al inicio, el curso, posibles factores de mantenimiento, otros problemas relacionados, etc.) como sobre la persona y su funcionamiento cotidiano. desde distintas perspectivas (ámbito familiar, laboral, ocio, etc.) d. La planificación detallada del tratamiento. La información que nos proporcione la evaluación nos va a ayudar de forma determinante a la hora de delimitar un plan de acción detallado para la aplicación del tratamiento e. La obtención de datos a lo largo del tratamiento y en los seguimientos. La evaluación se debe extender a lo largo de todo el proceso de terapia. Por una parte, hemos podido cometer errores en algún aspecto de la evaluación inicial y, si continuamos obteniendo datos, la nueva información nos puede permitir tomar decisiones que mejoren nuestra intervención 3. CONSIDERACIONES A TENER EN CUENTA EN LA EVALUACIÓN DEL TRASTORNO DE PÁNICO Y LA AGORAFOBIA Los aspectos clave debatidos en la conferencia fueron los siguientes: 1) la utilización de entrevistas estructuradas a la hora de realizar el diagnóstico; 2) los ataques de pánico y episodios de síntomas limitados; 3) la ansiedad anticipatoria; 4) la evitación y los síntomas fóbicos; 5) el grado en que el problema interfiere en la vida cotidiana 6) la comorbilidad 7) la definición de buena respuesta al tratamiento, remisión y recaída y 8) la necesidad de establecer seguimientos 3.1 Aspectos diagnósticos: Se considera necesario establecer un adecuado diagnóstico diferencial, que permita delimitar si el problema es un TPA a) Enfermedad médica o consumo de sustancias psicoactivas: Hay posibilidad de que los AP se den como consecuencia de una enfermedad médica general o debido a la ingesta de alguna sustancia psicoactiva. Ahora bien, se puede establecer el diagnóstico de TPA en el caso de que los ataques se sigan produciendo después de que haya transcurrido el tiempo suficiente como para que desaparezcan los efectos del consumo. b) Otros trastornos de ansiedad y problemas relacionados: El grupo de trabajo de Shear y Maser (1994) logró un consenso pleno acerca de la importancia de utilizar una serie de entrevistas diagnósticas estructuradas desarrolladas expresamente para este propósito, tanto para evaluar el TPA como para detectar la posible comorbilidad con otros problemas. 3.2. Los distintos tipos de ataques de pánico y el centro del temor Como señala McCabe (2001), los AP que se producen en otros trastornos de ansiedad suelen tener un desencadenante identificable, ya sea un objeto, una situación o un pensamiento. Los AP que están desencadenados por pensamientos específicos que se producen en el marco de otros trastornos de ansiedad (por ejemplo, en el trastorno de ansiedad generalizada o en el trastorno obsesivo-compulsivo) se deberían considerar AP predispuestos situacionalmente Es importante también prestar atención al centro del temor durante el AP. En el TP la persona suele temer el ataque de pánico en sí mismo, es decir, el hecho de experimentar una serie de síntomas físicos y las consecuencias que dichos síntomas pudieran tener. Una buena estrategia es preguntar al paciente por lo que teme que pueda ocurrir durante el AP. Finalmente, conviene delimitar cuáles son las razones para que se produzca la evitación. En el caso del TPA, las personas suelen evitar determinadas situaciones o comportamientos por el miedo a que se produzca un AP. La información obtenida con el diario de pánico es de vital importancia para mantener una evaluación continuada del problema. El mismo paciente aprende a identificar los pensamientos que aparecen en sus crisis y la importancia de éstos en el desencadenamiento del pánico Estos autorregistros deberían incluir al menos: · El momento del día y la situación en la que se produce el AP. · La duración y la gravedad del episodio. · La gravedad de cada uno de los síntomas individuales. · El tipo de ataque (inesperado, predispuesto o determinado situacionalmente). · Se recomienda también registrar el grado de incremento de la ansiedad desde el momento en que empezó el ataque. Muchas veces los pacientes utilizan de forma similar «pánico» y «ansiedad», o no distinguen entre episodio de pánico y episodio de síntomas limitados. Para asegurarse de que el paciente registra adecuadamente los AP, es conveniente tener una entrevista con él y explicarle detalladamente las diferencias existentes entre ellos 3.3. La evaluación de aspectos centrales en el TPA 3.3.1. La ansiedad anticipatoria: la noción de ansiedad anticipatoria en el contexto del TPA engloba, al menos, la aprensión acerca de tener un AP, la expectativa acerca de que el AP se producirá y será peligroso para la persona y la tendencia a temer el AP o las sensaciones corporales relacionadas con el AP 3.3.2. Los acontecimientos vitales negativos: existen diferencias individuales respecto a la vulnerabilidad biológica y/o psicológica a padecer un TPA. Ciertas personas son susceptibles al estrés producido por acontecimientos vitales negativos debido a factores constitucionales, falta de apoyo social y/o alguna combinación de variables cognitivas y de personalidad 3.4. Evitación agorafóbica y síntomas fóbicos: El clínico puede rastrear directamente los patrones de evitación que presenta la persona analizando las situaciones concretas que evita por el miedo a tener un AP o por el miedo a las posibles consecuencias del AP. Se debe construir un listado de las situaciones o contextos temidos valorando de forma separada el grado de temor y de evitación que produce al paciente. Por otra parte,es necesario evaluar sutiles estrategias de evitación o maniobras que lleva a cabo el paciente para protegerse de los peligros asociados al AP 3.5. La interferencia, gravedad y mejoría globales: Si consideramos la complejidad del TPA y los distintos criterios de gravedad y/o de mejoría que es posible utilizar, no nos puede extrañar la recomendación de Shear y Maser (1994) acerca de la conveniencia de obtener un índice compuesto global que tendría que incluir, al menos, la presencia de episodios de pánico y de episodios de síntomas limitados, la ansiedad anticipatoria, síntomas de evitación y deterioro debido al TPA o interferencia 3.6. La comorbilidad: Se considera necesario delimitar si están presentes otros trastornos de los Ejes I (básicamente, trastornos ansiedad, del estado de ánimo, somatoformes, abuso y dependencia de sustancias), II y III 3.8. El seguimiento: se debe establecer algún período de seguimiento nada más finalizar el tratamiento y otros a más largo plazo. en estas evaluaciones se debería incluir: · Entrevista estructurada para evaluar la presencia del TPA y/o de otros trastornos que se hubieran detectado previamente. · Gravedad de los AP, ansiedad anticipatoria y síntomas fóbicos. · Grado de deterioro, gravedad y mejoría globales. · Tipo y frecuencia de los tratamientos recibidos en el intervalo temporal entre la finalización del tratamiento y el seguimiento que se esté evaluando. · Presencia de enfermedades médicas durante ese mismo intervalo temporal. · Información acerca de acontecimientos vitales importantes y la calidad de vida de los pacientes. 4. MÉTODOS DE EVALUACIÓN DEL PROBLEMA 4.1. Entrevistas 1. Entrevista clínica. Desde una perspectiva clínica, la entrevista resulta fundamental para obtener información. Una buena entrevista debe cubrir los siguientes aspectos: -Breve descripción del problema: Evaluar los síntomas, su gravedad y una breve descripción clínica inicial, que le sucede cómo y dónde le sucede. Las circunstancias en las que aparece el problema o que lo exacerban. -Historia y curso del problema: Desde cuando está presente el problema- Como se inició. SI existe relación con algún acontecimiento vital identificable -Problemas anteriores: Información sobre la presencia de episodios anteriores del mismo problema o de otros. -Historial médico: Rastrear de forma fundamental aquellas características que tengan relación con los síntomas o que puedan interferir con el tratamiento. -Historia personal (anamnesis): Rastrear los acontecimientos biográficos importantes a lo largo de todo el desarrollo vital. -Antecedentes familiares: Historia familiar respecto a la presencia de trastornos mentales, tratamiento etc -Personalidad: Evaluar cómo era la personalidad del paciente antes del inicio del problema y analizar si se ha producido cambios drásticos a este respecto. Explorar el concepto que tiene la persona de sí misma y cómo suele reaccionar ante acontecimientos vitales negativos. En resumen, la entrevista clínica nos permite conocer aspectos relevantes del problema y de la situación vital de la persona.
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