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LIBRO VIII 
ÉTICA Y MEDICINA 
María T. Curia 
133 
1. EL MÉDICO Y LA ÉTICA 
La tecnología en Medicina en los últimos años y el nuevo rol asignado al 
paciente como sujeto de derecho, han creado situaciones que motivaron el 
surgimiento de la Bioética como lugar de debate y reflexión de estos problemas. 
Los contenidos más frecuentes de esta área de las Ciencias Médicas, por nom-
brar solo algunos son: inseminación artificial, cesión de vientres y de esperma, 
aborto, consentimiento informado, producción y uso de medicamentos, 
encarnizamiento terapéutico, problemática social del S.I.D.A. y clonación de 
seres humanos. 
Si bien el término Bioética fue utilizado por primera vez por Von Rensselaer, 
Poter en 1971 , en su libro "Bioethics: bridge to the future", la exigencia de un 
obrar con contenido ético, exigible a los médicos tiene una larga tradición. 
También se remonta al origen de la medicina el vínculo entre el médico y el 
poder que lograba a través de sus conocimientos y habilidades especiales. 
Con el devenir histórico, el médico pasó de su condición de esclavo en Gre-
cia y Roma hasta lograr un progresiva ¡erarquización de su tarea relacionada, 
principalmente, con un compromiso moral cada vez mayor en su relación con el 
paciente. El inicio de esta actitud podemos ubicarlo en el Juramento Hipocrático 
en donde se establecen el respeto por la vida humana desde su concepción y se 
dan las pautas de lo que es el Secreto Médico. 
Con el devenir de los tiempos, la formación médica se centralizó en las Uni-
versidades, lo que contribuyó al monopolio del saber y también a la jerarquización 
de la labor médica lo que, como contrapartida, exigía altos niveles de moral y 
virtudes personales así como normas de cortesía y urbanidad en el trato con el 
paciente y la familia. De ese modo en el siglo XIX campeaba lo que podría 
denominarse la "ética de la virtud, el respeto y la cortesía". 
El médico actuaba dando lo mejor de su saber y formación procurando el 
mayor beneficio para el paciente el que, en la gran mayoría de casos, con total 
y tal vez, inconsciente sumisión, era ajeno a toda intervención en las decisiones 
médicas. A través de la emergencia de la paulatina democratización social, que 
se inicia en la Revolución Francesa, se comenzó a cuestionar la ausencia del 
sujeto-paciente en la toma de decisiones médicas, situación que sufrió un enor-
me retroceso con la realización de los experimentos médicos en los campos de 
concentración a partir de la Segunda Guerra Mundial. 
Este intento de reversión de la relación médico-paciente en cuanto a la toma 
de decisiones, tomó nuevo impulso en la década de los años sesenta con la 
eclosión de los movimientos reivindicatoríos de las minorías raciales, religiosas 
y étnicas que, en cierto modo, confluyeron en el reclamo de los pacientes que 
podría denominarse como de "oposición frente a la tiranía del experto". 
MEDICINA LEGAL 
Esta nueva posición o rol del paciente como sujeto activo en la relación con 
el médico coincidió con los avances científicos que mencionamos al comienzo 
de este capítulo y continúa en la actualidad. 
2. BIOÉTICA 
En la obra mencionada previamente, Potter define a esta disciplina como el 
"estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida 
y atención de la salud, examinándola a la luz de los principios y valores mora-
les" 
Etimológicamente esta palabra proviene del griego: Bios (vida) y Ethiké (mo-
ral) constituyéndose en un conjunto de principios éticos que brindan el sustento 
moral de las acciones médicas. Es un área del saber en la que confluyen la 
Medicina, el Derecho y la Filosofía aportando sus respectivos métodos. 
Se define a la ética como la ciencia de "lo bueno, lo moral y lo justo". No 
debe interpretarse que, previo al nacimiento de la b/oéf/ca como nueva discipli-
na, la ética era ajena al médico. Lo que caracterizaba a esa concepción ética 
en la actuación profesional era asimilar "lo bueno" con el "orden natural" y "lo 
malo", con el apartamiento de dicho orden. El médico munido de su saber y 
ante la enfermedad (desviación del orden natural) actuaba en el enfermo (apar-
tado del orden natural), para restablecer el equilibrio. Así, el médico era el 
sujeto activo en esa relación mientras que el enfermo era el sujeto pasivo o 
paciente. 
El médico actuaba en virtud de su conocimiento para el bien de su paciente. 
De esta forma, el principio de beneficencia estaba estrechamente ligado a un 
criterio paternalista o proteccionista. 
Como ya señalamos, la progresiva democratización de la sociedad hizo que 
el paciente dejara de ser un sujeto pasivo para constituirse un sujeto con autono-
mía moral con derecho a ser consultado a la hora de la toma de decisiones 
trascendentes. 
a) Principios y agentes morales de la bioética 
Conforme lo hemos desarrollado, en la relación médico-paciente, a partir de 
los años 60 ¡unto a la figura, hasta entonces hegemónica del médico, se perfila 
y emerge la figura del paciente como sujeto autónomo. 
Alrededor de ambos se cristalizan dos de los principios de la Bioética. 
Con el médico se identifica el principio de beneficencia. Ello es así, por la 
propia función del médico que implica realizar aquello que sea beneficioso 
para su paciente, evitándole en lo posible todo daño. En la unión de los princi-
pios de beneficencia con su contracara, el de no maleficencia, se logra el 
paradigma de hacer el bien con el mínimo de daño. 
Con el paciente se asimila el principio de autonomía, según el cual, toda 
persona capaz tiene el derecho a tomar decisiones sobre su persona y a que 
sean respetados sus principios morales. Consecuentemente, será sujeto 
participativo y decisorio en las medidas atinentes a su salud. 
Vale aquí destacar que siempre que nos referimos al derecho al respeto a la 
autonomía del paciente, entendemos como tal, a un paciente capaz, en pleno 
ETICA Y M E D I C I N A 
uso de sus facultades mentales, es decir, libre. Su decisión deberá tomarse con 
intención, discernimiento y libertad, para componer un acto voluntario pleno. 
Junto al principio de beneficencia, ejercido por el médico y al de autonomía, 
ejercido por el paciente, surge un tercer elemento equivalente en jerarquía. El 
médico y el paciente ¡nteractúan en y con la sociedad. Por una parte, toda la 
sociedad pretende tener acceso a las prestaciones de salud en igualdad de 
condiciones vehiculizadas por distintas vías: Hospitales Públicos, Obras Socia-
les, empresas de medicina prepaga u otras formas de tercerízacíón y ambos 
elementos o sea la sociedad y las fuentes de las prestaciones médicas constitu-
yen el tercer elemento o sujeto de la Bioética conocido como principio de justi-
cia. 
b) Interacción de los principios 
Los principios actúan en forma conjunta y dinámica, y, con igual jerarquía, 
sin preeminencia de uno sobre otro: 
Beneficencia: médico 
interacción 
Autonomía: paciente Justicia: sociedad 
Estos principios se rigen por reglas que son: 
1. Veracidad: la información que se da al paciente debe ser veraz y comple-
ta. 
2. Confidencialidad: la relación está protegida por el Secreto Médico. 
3. Consentimiento informado: toda decisión médica debería contar con la 
aprobación o rechazo por parte del paciente. Este tema se desarrolla en el 
punto 3) al que nos remitimos. 
De acuerdo al ámbito de discusión y aplicación de los postulados de la Bioética 
se habla de: 
a) Microbioética: son los temas vinculables a la relación médico-paciente; 
b) Mesobioética: concierne a la toma de decisiones en general, o sea princi-
pios generales del actuar médico como lo relativo a distancia, clonación, etc. 
c) Macrobioética: se ocupa de temas vinculados a la salud medioambiente 
como conservación del ecosistema, escasez de recursos naturales, etc. 
3. EL CONSENTIMIENTO INFORMADO 
a) Concepto 
Es la declaración de la voluntad de un sujeto capaz y libre con respecto a la 
propuesta del médico acerca de la aplicación de un procedimientodiagnóstico

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