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LOS SIGNOS DEL GOCE asociativa sino disociativa, y que es incluso en el momento en que se produce esta ruptura cuando el discurso analitico verifica su instalación, hav que admitir que la identificación no es del orden de la representa- cón signiticante. La identificación primordial Aunque sin duda hay un estatuto de la identificación que sílo es. Esta identiticación -que puede abreviarse S,-S,- es una articulación. Pero la primordial, esa que Lacan intenta abordar a partir de la insignia, no es una representación. Y para referirse a la posición de sustancia que en esta identiticación conduce al sujeto a creer que no está articulado con nada, que es Uno solo, introduce el concepto hipóstasis del sujeto. Tendremos que insistir en esto porque habitualmente la identificación está situada en una problemática de representación. Ahora bien, para separar la iden tificación y la representación tampoco basta indicar: el punto desde donde el sujeto se mira, lo cual parece querer decir que el sujeto se representa ante el ideal. Parece querer decirlo y lo dice, porque es verdad. Es cierto que el ideal del yo es ese punto desde donde el sujeto se mira, diferente del lugar del espejo donde se ve. Pero de lo que se trata en relación con la insignia es de captar la identificación allí donde no es una representa- ción, ali donde el sujeto se toma por un Uno solo. Y la idea de la constelación de insignias implica, justamente, esto. Io- memos el ejemplo clásico de la histérica que tose y dice-en realidad con- tiesa-que tose como su padre. En ese lugar la identificación establece una relación con el padre, se descifra a partir de esa relación, y parece ser del orden de la identificación representativa. Pero cuando decimos que esta tos tiene valor de insignia, estamos indicando otra cosa; no decimos que en esta identificación el sujeto está representado ante el Otro. Después de todo, frente al Otro que tose uno estaría mejor representado por pastilli- tas contra la tos y no por la tos misma. Con esta tos el sujeto no está representado ante el Otro sirno que está en el lugar del Otro, lo que es completamente diferente. Y sólo podemos formular una hipóstasis del sujeto o sea que el sujeto se toma por el Uno, por una sustancia y una entidad- a propósito de ese en el lugar del Otro. Con el término insignia, y establecido el ideal del yo como una constelación de insignias, Lacan apunta, precisamente, a la reducción del Otro en tanto sistema sig- nificante. Por eso no hay que confundirse: el significante vale comno in- signia siempre y cuando estésuelto, es decir, fuera del sistema. Tres reuniones atrás tomaba como ejemplo de insignia el diploma, o el 149 JACQUES-ALAIN MILLER titulo. Evidentemente, un diploma o un titulo- es un significante que for- ma parte del sistema, pero sólo adquiere valor de insignia cuando es extrai do de éste. De aquí que muchas veces se intente obtener ese significante incluso contra el sistema, o sea, obtenerlo a pesar de. De modo que ese significante -el diploma o el titulo-que está hecho naturalmente para re- presentar al sujeto ante el sistema, adquiere valor de insignia justo cuando no funciona con ese estatuto, cuando funciona como reducción del Otro. Sincronia-diacronía Existe aquí una diticultad conceptual a la que me propongo acercar- los mediante la experiencia. Yo diría que hay dos S,: el S, solo y el S, ar ticulado con el S. Esta división está inscripta en el funcionamiento mismo de dicho algoritmo. Para ubicar el término insignia -primer nombre, todavía imagina- rio, del S, en Lacan-hará falta abordarlo en su valor contradictorio. De este modo podremos orientarnos tanto en la experiencia como en el la- berinto de los Escritos. Porque no vayan a creer que las insignias de un sujeto se distinguen de las otras mediante lucecitas. Evidentemente, todo esto esta tomado por el discurso. Existe entonces un nivel contra- dictorio en la insignia, porque a nivel de la articulación S,-S,, la insig- nia es aquello por medio de lo cual el sujeto está representado ante el Otro. La insignia es allí un sigrnificante mediador, civilizador. Es el gra- do, el título, el diploma; es decir, todas las funciones que encarnan y acentúan la domesticación del sujeto por parte del Qtro, y le permiten adelantarse ante el Otro haciéndose reconocer. En este nivel la insignia es mediación ante elOtro. Pero cuando está sola tiene un valor opuesto: es un significante reductor del Otro, un significante que, paradójicamen- te, se instala fuera del sistema. De aquí las complicaciones inusuales que Lacan aporta a la teoría de la alienación en el esquema que retomé hace cinco años, al comienzo de esta serie de cursos. Como recordarán, se trata de dos círculos que se cortan y permiten situar la reunión, pero no la intersección. 150
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