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1 APUNTES DE ANATOMÍA ROBERTO MARTÍN MIGNACO TOMO II, TÓRAX, ABDOMEN y PELVIS 2 3 PRIMERA PARTE HUESOS, ARTICULACIONES Y MÚSCULOS DEL TRONCO ESQUELETO DEL TRONCO Está formado por la columna vertebral, los huesos ilíacos o coxales, las cos- tillas, los cartílagos costales y el esternón. COLUMNA VERTEBRAL El eje sobre el que se constituye el esqueleto del tronco (y de todo el cuer- po) está formado por veintiseis piezas óseas que incluyen siete vértebras cervi- cales, doce dorsales, cinco lumbares, el sacro y el coxis, resultado los últimos de la soldadura de vértebras inicialmente independientes. La columna cervical ya fue descripta (tomo I, pág. 70 y sig.). 4 Vértebras dorsales Consideradas las vértebras tipo, las dorsales son doce huesos cortos que presentan un cuerpo anterior y un complejo apofisiario o arco posterior cir- cunscribiendo el agujero raquídeo o vertebral. El cuerpo es irregularmente cilín- drico, escotado por detrás, y presenta dos caras articulares, superior e inferior, excavadas, rodeadas por un borde discretamente saliente (cresta marginal). La superficie cilíndrica circunferencial es cóncava en sentido vertical, tiene en la mitad superior de su extremo posterior la implantación de los pedículos, y en la unión con los bordes superior e inferior sendas carillas articulares planas, obli- cuas hacia abajo y afuera las superiores y hacia abajo y adentro las inferiores, en realidad hemicarillas que en dos vértebras contiguas forman una superficie articular en cuña, destinada a recibir al extremo posterior de las costillas (carillas costales). Los pedículos son dos fuertes tabiques ánteroposteriores aplanados transversal- mente, con un borde superior horizontal y otro inferior profundamente escotado hacia abajo, que limita con el pedículo de la vértebra inferior el agujero de con- junción para la salida de los nervios raquídeos. El complejo apofisiario está formado por las apófisis articulares, las apó- fisis transversas, las láminas y la apófisis espinosas. Cada vértebra presenta cuatro apófisis articulares planas superiores e inferiores, dispuestas detrás de los pedículos y orientadas de manera inversa, las superiores mirando hacia atrás, afuera y arriba, las inferiores hacia adelante, adentro y abajo. Entre cada par se implanta la base de la apófisis transversa que, aplanada de adelante atrás, se dirige hacia fuera y atrás para terminar en un vértice romo que en su cara anterior presenta una carilla articular excavada, destinada a recibir a la tuberosidad cos- tal. En la unión de la cara posterior de las apófisis transversas y articulares se desprenden las láminas, cuadriláteras, algo más altas que los cuerpos vertebra- les a los que exceden hacia abajo, oblicuas hacia atrás y adentro, que convergen en la línea media donde forman la raíz de la apófisis espinosa. Ésta es prismática triangular, muy oblicua hacia atrás y abajo y termina en un borde posterior vertical, abultado y procidente bajo la piel del dorso. Las carillas articulares costales son uno de los rasgos diferenciales de las vértebras dorsales. Las de los cuerpos, en realidad hemicarillas, permiten distin- guir a las vértebras primera, con carilla superior completa y hemicarilla inferior, y undécima y duodécima, con única carilla completa. También se diferencian por el agujero vertebral, cilíndrico y reducido, y por la longitud y oblicuidad de las espinas. Su tamaño aumenta regularmente hacia abajo y las últimas van adqui- riendo características de las lumbares, sobre todo en la forma y orientación de las 5 apófisis articulares y el tamaño y la forma de los cuerpos vertebrales y de las apófisis espinosas. Vértebras cervicales (descriptas en el tomo I) Vértebras lumbares Son las vértebras más voluminosas y también las más móviles, soporte del peso corporal suprayacente que transmiten a la cintura pelviana y los miembros inferiores. El cuerpo vertebral es alto, reniforme, cóncavo por su cara posterior, con el diámetro mayor transversal. Sus caras articulares superior e inferior, exca- vadas, están rodeadas por una cresta marginal ancha y roma. Los pedículos, gruesos y cortos, son rectangulares, con eje mayor vertical. Las apófisis transver- sas son muy largas (apófisis costales). Las apófisis articulares son cilíndricas, verticales y sus carillas articulares en segmento de cilindro, miran hacia adentro y atrás, cóncavas, las superiores, y hacia afuera y adelante, convexas, las inferio- res. Sobre la apófisis articular superior hay una pequeña eminencia lateral llama- da apófisis mamilar; en la cara posterior de la apófisis transversa, cerca de su raíz, una espina llamada apófisis accesoria. Las láminas son cortas y gruesas, a- largadas verticalmente, convergen hacia atrás en la raíz de la apófisis espinosa que es horizontal, gruesa, rectangular, aplanada en sentido transversal y termina en un borde romo vertical. La fuerte curvatura posterior (lordosis) de la columna lumbar condiciona la orientación de la cara inferior del cuerpo de la quinta vértebra, que mira hacia atrás y abajo para su articulación con el sacro formando el promontorio. Las 6 presiones que dicha vértebra soporta desde la infancia determinan una disminu- ción de la altura del cuerpo en su margen posterior, dándole al corte un típico aspecto cuneiforme, lo que a su vez condiciona una menor altura del último agu- jero de conjunción de la columna móvil, predisponiendo al pinzamiento compre- sivo del quinto nervio lumbar. Sacro Es un hueso plano, curvo, cóncavo hacia adelante, que se forma por la sol- dadura de las cinco primitivas vértebras sacras, soldadura de la que quedan vesti- gios en el adulto en forma de crestas transversales en la cara anterior, producidas por la osificación de los discos intervertebrales. Se le describen dos caras, dos bordes, una base y un vértice. La base parece la cara superior de una vértebra lumbar cuyas apófisis transversas hubieran sufrido una fuerte expansión anterior, las alas del sacro, convexas, lisas, triangulares de base externa, desplegadas desde la cara lateral del cuerpo cuya cara articular superior ocupa el centro. Detrás del cuerpo, el orifi- cio triangular de entrada al conducto sacro, las apófisis articulares superiores, cilíndricas cóncavas, las láminas y la apófisis espinosa. La cara anterior o pelviana, cóncava hacia delante y abajo, es triangular y en ella se observa una eminencia roma, vertical y media, interrumpida por crestas transversales, producida por los cuerpos y discos vertebrales soldados, flanquea- da a nivel de las crestas por cuatro orificios circulares, agujeros sacros anterio- res, prolongados lateralmente por canales impresos por los pares raquídeos sa- cros. La cara anterior da inserción, a nivel de la segunda, tercera y cuarta vérte- bras, al músculo piramidal del plano profundo de la región glútea. 7 La cara posterior, muy anfractuosa, presenta una cresta media discontinua (la sucesión de las apófisis espinosas primitivas), y lateralmente a ella otra menos marcada formada por los tubérculos sacros pósterointernos (cresta inter- media), vestigio de la soldadura de las apófisis articulares. Por fuera los cuatro agujeros sacros posteriores,redondos, irregulares, y lateralmente a ellos, otra cresta interrumpida (cresta lateral) producto de la solda- dura de las apófisis transversas, los tubérculos sacros pósteroexternos (tubér- culos conjugados). Los agujeros sacros anteriores y posteriores resultan del des- doblamiento, por la fusión de las apófisis articulares, del agujero de conjunción único de las otras vértebras. En toda la superficie de la cara posterior se insertan numerosos ligamentos tendidos entre sus anfractuosidades y entre el sacro y la tuberosidad ilíaca, que se describen como formando parte del plano ligamentoso posterior de la articulación sacro-ilíaca (en nuestra opinión, estos ligamentos resultan de la fibrosis de la porción inmóvil de los músculos de los canales verte- brales). Los más superficiales y externos van a incorporarse a los ligamentos sacrociáticos mayor y menor (ver pág. 22). Más superficialmente toman inserción los músculos de los canales vertebrales, que forman la llamada masa común, cubiertos por una gruesa lámina aponeurótica que comparten superficialmente el músculo dorsal ancho, hacia arriba, y el glúteo mayor, hacia abajo. Los bordes laterales son anchos arriba, a nivel de las dos primeras vértebras, formando una superficie articular irregular, la carilla auricular (en forma de oreja), con una parte central excavada rodeada por un rodete marginal, destinada a articularse con la opuesta del hueso coxal. En la parte inferior los bor- des dan inserción al músculo perineal isquiocoxigeo. 8 El vértice (apex), romo, presenta el hiatus sacralis triangular, flanqueado lateralmente por dos eminencias verticales cilíndricas, las astas del sacro. El sacro es diferente en cada género: el sacro femenino (transparencia verde) es menos cóncavo y algo más ancho que el masculino (adaptación vincu- lada a la maternidad, para la formación del canal del parto). Coxis Este pequeño hueso vestigial, unido firmemente al sacro, es el recuerdo de la cola que perdimos y está formado por la soldadura de cinco o seis segmentos vertebrales en forma de cono aplastado, como en eslabones. Presenta una base superior donde se destacan dos expansiones, una transversal, el proceso transversario o asta lateral (mayor) y otro vertical, corta columnita lateral, el asta menor, que articula con el asta del sacro. Articulaciones de la columna vertebral 9 Las vértebras están unidas entre si por anfiartrosis entre los cuerpos verte- brales y por un complejo articular y ligamentoso para los arcos posteriores. Las anfiartrosis de los cuerpos están constituidas por las caras inferior y su- perior de dos vértebras contiguas unidas por un ligamento interóseo, el disco intervertebral, de estructura muy particular, reforzadas por delante y por detrás por los ligamentos vertebrales comunes anterior y posterior extendidos a lo largo de toda la columna. Las caras articulares son discretamente cóncavas con un borde circunferencial elevado, la cresta marginal, y están revestidas por cartí- lago hialino. El disco que las une está formado por láminas anulares concéntricas de fibras verticales y oblicuas en sentidos opuestos, en una trama entrecruzada que aumenta su resistencia sobre todo a los movimientos de rotación. El centro del disco está ocupado por un nudo gelatinoso, el núcleo pulposo, aproximadamen- te esférico, que aumenta la elasticidad del conjunto. La altura del disco varía en los movimientos de flexión, extensión y lateralidad de la columna (en la flexión disminuye la altura del espacio intervertebral por delante y aumenta por detrás, y el núcleo se deforma de igual manera). La actitudes posturales de cada individuo condicionan, con el correr del tiempo, la posición del núcleo, que de acuerdo a ellas, se desplaza gradualmente en el sentido de la demanda funcional más fre- cuente (generalmente hacia atrás) llegando a protruir en el margen posterior del disco y a comprimir a la médula espinal (hernia de disco). 10 El ligamento vertebral común anterior es una cinta fibrosa blanca, nacara- da, extendida por delante de los cuerpos vertebrales desde la cara exocraneal de la apófisis basilar del occipital hasta el sacro, donde termina generalmente a nivel de la segunda vértebra. Delgado y acintado en la columna cervical, se ensancha hacia abajo, llegando a cubrir las caras laterales de las vértebras en la zona dorso-lumbar, para disminuir luego hasta su terminación. Está formado por fibras cortas profundas, extendidas entre dos vértebras conti- guas, adhiriendo fuertemente al disco y al margen óseo del espacio y más laxa- mente al resto de la cara anterior (de la que a veces lo separa tejido célulo- adiposo); y por fibras largas superficiales, de longitud variable, extendidas entre varias vértebras. El ligamento vertebral común posterior se aplica a la cara posterior de los cuerpos vertebrales desde su comienzo, en el canal basilar del occipital en el endocráneo, hasta su terminación en la base del sacro. Está formado por fibras profundas que unen dos vértebras vecinas y se extienden lateralmente sobre la cara posterior del disco, al que adhieren, dando al ligamento su aspecto festo- neado (ligamento dentado); y por fibras longitudinales superficiales que forman una delgada cinta, que a nivel lumbar se reduce a un cordón medio. Las uniones de los arcos posteriores incluyen una diartrosis entre las apófisis articulares y numerosos ligamentos. Las articulaciones cigapofisiarias (de las apófisis articulares) son artrodias en la columna dorsal, entre carillas arti- culares planas que miran hacia arriba y atrás, las superiores, y hacia abajo y ade- lante las inferiores. En la columna lumbar estas articulaciones son trocoides, con superficies articulares con forma de segmento de cilindro, cóncavas las superiores 11 y convexas las inferiores. Una cápsula articular densa cierra la cavidad articular, reforzada en la columna lumbar por un fuerte ligamento transverso. Las apófisis transversas están unidas por ligamentos intertransversarios en forma de cordones cilíndricos verticales. Las apófisis espinosas por una lámina fibrosa sagital, el ligamento interespinoso, que se inserta en los bordes superior e inferior de dos vértebras contiguas, y por un cordón medio posterior, el liga- mento supraespinoso, tendido entre los vértices de dichas apófisis. Entre las láminas, una membrana fibrosa rectangular, llamada por su color ligamento amarillo, se extiende entre el borde superior de la lámina subyacente y la cara anterior de la superior, cerca del borde inferior. Los ligamentos amarillos cierran por detrás el conducto raquídeo. La columna articulada Considerada en conjunto, la columna se presenta como un largo tallo espinoso, cónico y sinuoso, en el eje dorsal del esqueleto (espina dorsal), que termina abruptamente por abajo en el triángulo sacrocoxígeo. Por delante presen- ta la superposición de los cuerpos y discos vertebrales que sobresalen en la línea media como un semicilindro que termina hacia atrás en las aletas de las apófisis transversas cuya longitud aumenta gradualmente hacia abajo, al igual que el ta- maño de los cuerpos vertebrales (hasta el sacro). Lateralmente, los cuerpos y dis- cos se interrumpen en los agujeros de conjunción limitados entre los pedículos, cuya altura es de la mitad superior de los cuerpos, y detrás el complejo apofisiario donde las apófisis articulares forman una columna lateral estrecha entre las apófisis transversas, delantede las láminas y las apófisis espinosas que le dan al conjunto una imagen erizada. Por detrás se destaca la cresta espinal, limitando medialmente el hueco de los canales vertebrales extendidos entre dicha cresta y el vértice de las apófisis transversas, cuyo fondo son cara dorsal de las láminas y las articulaciones cigapofisiarias. 12 La columna presenta cuatro curvaturas en el plano sagital, las cuales res- ponden a demandas posturales del entrenamiento motriz del individuo: la lordo- sis cervical, cóncava hacia atrás, se forma alrededor de los tres meses, cuando el niño sostiene la cabeza; la cifosis dorsal, cóncava hacia delante, aparece ha- cia los seis meses cuando el niño se mantiene sentado, posición que acompaña la curvatura sacrocoxígea, también cóncava hacia adelante; la lordosis lumbar, cóncava hacia atrás, se produce con la bipedestación y la marcha, alrededor del año. Estas curvaturas son compensatorias para desplazar el eje longitudinal del cuerpo en posición erecta, para que caiga en el centro del plano basal de susten- tación. En el adulto y como consecuencia de los hábitos posturales de cada indi- viduo, se produce normalmente una discreta curva lateral (escoliosis). 13 Esqueleto del tórax Esternón, costillas y cartílagos costales. Lo forman veinticuatro costillas tendidas entre la columna dorsal y el esternón, hueso plano y frontal al que alcanzan por intermedio de sus cartílagos costales, que tiene la mitad de la altura de la columna dorsal, de modo que sólo las seis primeras costillas (verdaderas) tienen una relación directa entre sus extremos con la columna y el esternón, en tanto las cuatro siguientes (falsas) doblan sus cartílagos hacia arriba para alcanzar al de la sexta, soldándose en un extenso cartílago de conjunción, y las dos últimas se acoplan al conjunto sólo a través de sus inserciones musculares, sobre todo las del diafragma (costillas flotantes). Esternón Es un hueso largo por sus ejes, pero plano por su estructura y origen, ya que se forma por la soldadura de cortas piezas superpuestas llamadas ester- nebras de osificación fibrosa como los huesos del cráneo y que como aquéllos presenta un diploe esponjoso rico en médula ósea roja (el esternón es el hueso de elección para punciones de médula hematopoyética), entre dos tablas de tejido compacto. Se diferencian en el hueso adulto tres porciones: la superior, más ancha, llamada manubrio, la media es el cuerpo y la inferior de forma variable el apéndice xifoides, unidas por anfiartrosis menos móviles con la edad. La cara anterior es plana y lisa, perforada por pequeños orificios vasculares, la atraviesan los vestigios transversales de la soldadura de las esternebras, de las que desta- can la unión del cuerpo con el manubrio que forma un diedro saliente (ángulo de Louis) y la unión inferior con el xifoides, generalmente deprimida. El manubrio es un hexágono irregular ancho, cuyo borde superior grueso está escotado (hor- quilla) entre dos carillas articulares oblicuas hacia abajo y afuera, cóncavas en sentido vertical y convexas en sentido sagital, destinadas a recibir a la extremidad interna de la clavícula y al primer cartílago costal (articulación esterno-costo-cla- vicular que es la única unión articular entre los huesos de la cintura escapular y el tórax). Luego el borde lateral del manubrio se cierra hacia abajo y adentro para 14 alcanzar el borde inferior horizontal de la articulación con el cuerpo, presentando en dicha unión una escotadura lateral para recibir al segundo cartílago costal. Los bordes laterales del cuerpo, descendentes, se van alejando hacia abajo hasta su cuarto inferior, estrechándose luego hacia la unión con el xifoides. Ofrecen cuatro escotaduras laterales para los cuatro siguientes cartílagos costales, la última en la unión con el borde lateral del xifoides que suele ser más larga cuando se unen las articulaciones del sexto cartílago costal y la del cartílago de conjunción. El apéndice xifoides, de forma y longitud variables, es irregularmente triangular, de base superior y bordes laterales libres (no recibe articulaciones condrales excepto en su base), en muchos casos de estructura cartilaginosa, a veces perforado por un orificio central (casi constante en los individuos de las cos- tas del mar Mediterráneo). Oblicuo hacia abajo y atrás queda hundido en el ángulo xifoideo y es difícilmente palpable. La cara posterior del hueso es discre- tamente cóncava y muy lisa. Así constituido el esternón se dispone en el medio de la superficie anterior de tórax en un plano oblicuo hacia abajo y adelante, que se interrumpe brusca- mente a nivel del xifoides, cayendo lateralmente hacia abajo, afuera y atrás, en el ángulo xifoideo que forman los bordes inferiores de ambos cartílagos de conjun- ción. Tiene muchas inserciones musculares: el borde superior da inserción lateral- mente al tendón esternal del esterno-cleido-mastoideo, y por detrás de él al ester- no-cleido-hioideo por dentro y al esterno-tiroideo por fuera (también a las aponeu- rosis anterior y media del cuello). En la cara anterior se inserta lateralmente sobre toda su extensión el pectoral mayor (la línea media no tiene inserciones) y en su extremo inferior el recto mayor del abdomen que entrecruza fibras tendinosas con el pectoral. En la cara posterior del cuerpo, en el tercio inferior, se inserta el triangular, que desparrama sus fibras en abanico hacia fuera, y en el xifoides los haces medios anteriores del diafragma, repartidos en tres haces que dejan entre sí las hendiduras laterales de Larrey, o en tres hendiduras y cuatro haces (hendi- duras de Larrey-Morgagni). Costillas 15 Estos veinticuatro huesos largos y planos (arqueados) son el elemento estructural de la caja torácica, de cuya elasticidad y resistencia depende la protec- ción de los vitales corazón y pulmones. Son arcos óseos convexos hacia fuera, tendidos de atrás hacia delante desde la columna dorsal, en los que se reconocen dos caras, externa e interna, dos bordes, superior e inferior, y dos extremidades, posterior o cabeza y anterior. Desde la tercera y hasta la décima, los arcos se descomponen en tres segmentos separados por dos ángulos: el segmento poste- rior, que aumenta de longitud gradualmente en cada costilla inferior hasta la sexta, se dirige hacia fuera, atrás y abajo, se dobla en el ángulo posterior y se extiende en arco externo muy convexo directamente hacia delante y algo hacia abajo, hasta el ángulo anterior, poco marcado, donde dobla hacia adentro, adelante y abajo. Estas costillas describen una larga S itálica acostada en el plano parasagital, adaptada a la expansión transversal del tórax en la inspiración. Las dos últimas costillas son dos arcos transversales descendentes, cóncavos hacia adelante. Todas las costillas son semejantes en sus extremos: la cabeza posterior, más voluminosa y cilíndrica que el resto del hueso, termina por dentro en una cuña articular plana, destinada a la articulación con dos vértebras contiguas, excepto la primera y las dos últimas que ofrecen una superficie circular plana para otra similar de la cara lateral de los cuerpos vertebrales. Inmediatamente por fuera un estrechamiento, el cuello, y mas afuera una tuberosidad cilíndrica, horizontal, la tuberosidad costal (en la primera costilla está en el borde externo), que será recibida por una concavidad cilíndrica de la cara anterior de la apófisis transversa de la vértebra inferior. El borde superior de las costillas es romo y convexo, y da inserción a los músculos intercostales. El borde inferior, en cambio, es agudo, por la presencia del canal subcostal, excavado a todo su largo, que alojará a los vasos y nerviosintercostales, y da inserción entre sus bordes a los músculos homónimos. La extremidad anterior se corta abruptamente y está ocupada por una cavidad destinada a recibir el extremo costal del cartílago costal correspondiente. La 16 primera costilla, distinta, es aplanada de arriba abajo, con lo que sus caras se transforman en superior e inferior y sus bordes en externo e interno. Su dirección es oblicua hacia delante y abajo, su extremo anterior queda unos cuatro centíme- tros por debajo del posterior, en el tórax en reposo respiratorio. La cabeza presen- ta una carilla articular circular y plana para articularse con una similar de la cara lateral de la primera vértebra dorsal en una diartrosis artrodia. Ensanchándose hacia delante, describe un segmento de círculo regular que delimita el contorno de la base del cuello, formando con la del lado opuesto y el esternón el orificio oval de comunicación entre el cuello y el tórax. Sobre la cara superior, en el tercio anterior, se aprecia en su centro una eminencia bastante marcada, el tubérculo de Lisfranc, inserción del músculo escaleno anterior, entre dos canales transver- sales marcados en su superficie por el paso de la vena (adelante) y de la arteria (atrás) subclavias. También se insertan en la cara superior el músculo subclavio, (en su extremo anterior), el escaleno medio (detrás del canal de la arteria subclavia), y en el borde externo, por fuera del escaleno medio la primera digita- ción del serrato mayor. La costilla termina por delante en una elipse excavada para la extremidad interna del primer cartílago costal (que se une por dentro a la escotadura lateral del manubrio esternal formando parte de la articulación esterno-costo-clavicular). La cara inferior es lisa ofreciendo sobre su borde externo la inserción de los primeros músculos intercostales. La segunda costilla es de transición entre la primera y la tercera, se aplana transversalmente y presenta canal subcostal. Las costillas dan inserción: por sus bordes a los músculos intercostales, que cierran el espacio intercostal en el tórax articulado; sobre sus caras externas, hacia arriba, a los músculos que van hacia el cuello y el miembro superior (pectorales, serrato mayor, trapecio, esplenio, dorsal ancho); hacia abajo a los músculos de la pared ántero-lateral del abdomen (recto mayor, oblicuos mayor y menor); por detrás a los serratos menores y el sacro-lumbar; y en sus caras 17 internas al diafragma, al transverso profundo del abdomen y al triangular del esternón. Estas inserciones se hacen en general por digitaciones o dientes sepa- rados por los espacios intercostales. Cartílagos costales Completan por delante el esqueleto del tórax y son los responsables mayores de la elasticidad de la caja. Del primero al sexto se presentan como cortas barras frontales entre las costillas y el esternón. Del séptimo al décimo se van soldando de abajo arriba en un amplio cartílago de conjunción, de forma triangular a base externa, fenestrado, que termina en un vértice superior, interno y medial a nivel de la unión xifo-esternal. Compone con el del lado opuesto el ángu- lo xifoideo que limita por arriba a la pared abdominal anterior. Articulaciones costo-vertebrales Son las articulaciones de las costillas con los cuerpos vertebrales, diar- trosis artrodias con características particulares, y las diartrosis trocoideas que ligan la tuberosidad costal de las costillas a las apófisis transversas de esas mismas vértebras dorsales. Las superficies articulares de los cuerpos vertebrales son las hemicarillas costales de dos vértebras contiguas y el disco intervertebral entre ambas. Delimi- 18 tan una cavidad en diedro entrante, revestida de cartílago hialino, que recibe al diedro saliente en cuña de la cabeza costal, también revestida de cartílago. Una cápsula fibrosa solidariza estas superficies, reforzada por varios ligamentos. El ligamento radiado anterior es un denso cono truncado de fibras que divergen desde el borde lateral de la cápsula, por arriba, delante y abajo, a la cara lateral de los cuerpos vertebrales. El ligamento costo-transversario está formado por fibras horizontales anteropos- teriores entre la costilla y la apófisis transversa por detrás y afuera de la cápsula. El ligamento costo-transversario lateral está formado por fibras transversales extendidas del vértice de la apófisis transversa y la cara posterior de la costilla, por fuera de la tuberosidad costal. 19 el ligamento costo-transversario superior se extiende del borde superior de la costilla al borde inferior de la apófisis transversa suprayacente, encima de la tuberosidad costal; a distancia y más afuera está el cordón vertical del ligamento intertransversario, extendido entre los vértices de las apófisis transversas. Las costillas primera, undécima y duodécima articulan por artrodias de superficies articulares planas, circulares, con las caras laterales de los cuerpos vertebrales correspondientes, que ofrecen sus carillas articulares únicas cerca de su borde superior. La carilla articular de la cara anterior de la apófisis transversa es redondeada, excavada en segmento de cilindro con eje mayor transversal, ubica- da cerca del vértice de la apófisis. Revestida de cartílago se opone a otra similar, convexa, en la tuberosidad costal, configurando una trocoide cerrada por una densa cápsula articular. El ligamento costo-transversario lateral es en realidad un refuerzo de esta articulación. 20 Articulaciones costo-condrales y cóndro-esternales Las costillas reciben en la cavidad de su extremo anterior a la extremidad externa del cartílago costal correspondiente, con el que establecen una sincon- drosis fija. La extremidad interna del cartílago costal articula con la escotadura costal del borde lateral del esternón, articulación que para algunos es otra sin- condrosis en tanto otros describen una cavidad articular. En ambas descrip- ciones la articulación está reforzada por delante por un ligamento radiado que diverge hacia adentro, en tanto que en la cara posterior, a nivel de las costillas segunda a sexta, se insertan los haces del músculo triangular del esternón. Caja torácica El esqueleto del tórax, desprovisto de la cintura escapular, tiene la forma de un pequeño barrilito irregular, de bases desiguales, al que se le hubiera quitado un amplio triángulo ánteroinferior. Los arcos costales son los que definen este aspecto, y están todos dirigidos hacia delante y abajo, de modo que los cartílagos costales corrigen este declive con trayectos ascendentes hacia el esternón, tanto más pronunciados cuanto más inferiores. Se le describen cuatro caras convexas hacia fuera, y dos bases u orificios. La cara posterior es la más extensa, donde la cresta espinal aparece hundida en el centro de la pronunciada curva posterior de las costillas, de modo que en un corte horizontal sobresale apenas del ángulo posterior costal, y en el seno entre ambas queda el ancho canal ocupado en fresco por los músculos espinales. Las caras laterales son regularmente convexas entre los ángulos anteriores y posteriores de las costillas. La cara anterior, la más corta, es plana, oblicua hacia delante y abajo, interrumpida en su mitad inferior por la profunda escotadura del ángulo xifoideo, y presenta por arriba el saliente ángulo de Louis de la articulación del manubrio con el cuerpo del esternón. La base inferior desciende hacia fuera y atrás, desde elángulo xifoideo hasta las costillas flotantes. La cintura escapular se apoya alrededor del orificio o base superior, delimitado por la primera vértebra dorsal, la primera costilla y la horquilla esternal, orificio que es marcadamente oblicuo hacia delante y abajo. La clavícula articula con el esternón y se dirige hacia afuera y atrás para encontrar al acromion en el ángulo externo del omóplato, el que va a quedar apoyado por la musculatura sobre la superficie pósteroexterna de la caja entre la primera y la séptima costillas. 21 Huesos ilíacos (coxales), cintura pelviana Articulados entre sí por delante en la línea media (sínfisis del pubis), y por detrás al sacro (articulación sacro-ilíaca), forman una especie de gran cesta o ensaladera inferior del tronco, la cintura pelviana, desde la que asciende, como un tallo posterior, la propia columna vertebral. 22 Cada ilíaco, de forma muy irregular, está constituido por tres partes solda- das entre sí, que proceden de tres puntos de osificación diferentes, ilion, isquion y pubis y se sueldan alrededor del cotilo, la cavidad articular ilíaca de la articula- ción coxofemoral. Presentan dos caras, externa e interna (pelviana), cuatro bor- des, superior, anterior, inferior y posterior, y cuatro ángulos. La cara externa tiene tres partes superpuestas: el ala ilíaca (fosa ilíaca externa), la cavidad cotiloidea, superficie articular para la cabeza del fémur, y el agujero obturador con su marco óseo. La fosa ilíaca externa es una amplia su- perficie curva en sentido ánteroposterior, convexa hacia fuera por delante, dis- cretamente cóncava por detrás, extendida desde el borde superior del hueso (cresta ilíaca) hasta el borde superior de la cavidad cotiloidea (acetábulum). Superficie de inserciones musculares, éstas determinan crestas que dividen la fo- sa, las líneas glúteas posterior, anterior e inferior, cóncavas hacia abajo y adelante. Detrás de la cresta posterior se inserta el glúteo mayor; entre la posterior y la anterior el glúteo mediano; entre la anterior y la inferior el glúteo me- nor. Debajo de la cresta inferior, un canal ánteroposterior, el canal supracoti- loideo, da inserción al tendón reflejo del músculo recto anterior, componente del cuádriceps crural. 23 La cavidad cotiloidea (cotilo, acetábulum) tiene la forma de un segmento de esfera cóncavo, de unos seis centímetros de diámetro, que ocupa el centro de la cara externa y mira hacia fuera, hacia abajo y hacia adelante. Un borde agudo, la ceja cotiloidea, la limita por delante (donde se prolonga sobre la superficie iliopectínea), por arriba (hasta el ya visto canal supracotiloideo) y por detrás (donde se continua en una eminencia obtusa y convexa), formando el límite peri- férico de la superficie semilunar que en la cavidad va a recibir a la cabeza femoral. Esta superficie, en forma de herradura abierta hacia abajo, cóncava, lisa, termi- nada en extremos redondeados y procidentes, delimita una cavidad anfractuosa, el transfondo, que se prolonga por abajo hasta el borde del agujero obturador. El agujero obturador, triangular en la mujer, ovalado en el hombre, queda enmarcado debajo del cotilo, entre la lámina cuadrilátera del pubis por delante y 24 la tuberosidad isquiática por detrás. Tiene un borde en espiral, como el anillo de un llavero, que comienza por delante y arriba en la cresta obturadora que limita por delante la superficie pectínea, contornea el orificio por arriba, atrás y abajo y termina ascendiendo para perderse hacia atrás, en la cara interna, sobre la línea innominada. Entre los extremos de la espira queda un canal liso, anteroposterior y cóncavo hacia abajo, el canal subpubiano (da paso a los vasos y nervios obtu- radores). La mitad anterior del marco del agujero lo forman la lámina cuadrilá- tera del pubis y sus ramas superior (iliopubiana) e inferior (isquiopubiana), de superficie lisa cubierta de inserciones musculares. La mitad posterior es isquiática y la forman la cara externa del isquion y sus ramas superior (ilioisquiática) e inferior (isquiopubiana). En el contorno del agujero se inserta el músculo obtura- dor externo y periféricamente a él los músculos pectíneo y aproximador mediano (en la rama iliopubiana y la lámina cuadrilátera), aproximador menor y recto inter- no (en la lámina cuadrilátera y en el borde inferior de la misma), aproximador ma- yor (en toda la rama isquiopubiana y su borde inferior) y cuadrado crural (en la cara externa del isquion por detrás del agujero). La cara interna también puede ser dividida en tres partes superpuestas, la superior, formada por la fosa ilíaca interna y la tuberosidad ilíaca, la superficie innominada y el agujero obturador. 25 La superficie articular para el sacro, llamada por su forma carilla auricular, divide al segmento superior en dos partes: adelante, prevertebral, la fosa ilíaca interna: atrás, retrovertebral, la tuberosidad ilíaca. La aurícula es curva, de con- cavidad póstero-superior, con bordes salientes que limitan una superficie conve- xa, más o menos lisa, separada del borde por un contorno acanalado. Delante, la fosa ilíaca interna, cóncava, lisa, mira hacia delante, arriba y adentro, limitada por la cresta ilíaca hacia arriba, el borde anterior del coxal adelante, y una cresta irregular, anfractuosa, tendida del cuarto posterior de la cresta ilíaca al borde anterior de la carilla auricular, que forma su límite posterior. La fosa ilíaca, que da forma con la del lado opuesto a la llamada pelvis mayor, está limitada hacia abajo por un obtuso borde romo, la línea innominada, línea arqueada o línea del estrecho superior, extendida desde el promontorio al borde superior del pubis donde se prolonga como el vertedero de un embudo, en la eminencia ilio- pectínea del borde anterior. Da inserción al músculo ilíaco. La tuberosidad ilíaca es una superficie anfractuosa irregularmente triangular, elevada en su centro por una eminencia obtusa llamada pirámide. Da inserción a los ligamentos sacroilía- cos posteriores. Debajo de la línea arqueada, la cara interna del coxal forma la pared lateral de la pelvis menor y tiene dos partes: una superficie innominada cuadrilátera y lisa que corresponde al fondo de la cavidad cotiloidea y debajo el ya descripto agujero obturador, con el comienzo del canal subpubiano por arriba, y cuyo marco da inserción al músculo obturador interno, inserción que se prolonga en la superficie innominada. Debajo, en la cara interna de la rama isquiopubiana, toman inserción los músculos del periné anterior. 26 El borde superior, la cresta ilíaca, se extiende en arco entre las dos espi- nas ilíacas superiores (que constituyen los ángulos anterior y posterior del hueso). Gruesa y roma, describe de adelante atrás una S alargada, convexa hacia afuera por delante y cóncava por detrás, y tiene numerosas inserciones muscu- lares que marcan su superficie con crestas más o menos notables: sobre su labio interno se inserta el transverso del abdomen en los dos tercios anteriores y detrás el cuadrado lumbar; en el intersticio entre los labios el oblicuo menor por delante y la masa común de los músculos espinales por detrás; sobre los dos tercios anteriores del labio externo el oblicuo mayor y en el tercio posterior el dorsal ancho. Por fuera del oblicuo mayor, en la mitad anterior, el tensor de la facia lata, y más atrás, en el tercio posterior del labio externo, el glúteo mayor.La cresta ilíaca es generalmente palpable y constituye con el reborde costal infe- rior una referencia de la anatomía de superficie: su punto culminante o vértice co- rresponde en la línea media a la posición normal del ombligo, sus extremos, las espinas ilíacas ánterosuperior y pósterosuperior marcan los límites inferiores de los flancos abdominales. El borde anterior desciende oblicuamente hacia delante y adentro desde la espina ilíaca ántero-superior, marcando el límite inferior de la pared abdominal anterior, y presenta una sucesión de reparos óseos entre dicha espina y la sínfi- sis del pubis: la escotadura innominada por la que emerge del abdomen el ner- vio fémoro-cutáneo, la espina ilíaca ántero-inferior (inserción del tendón directo del músculo recto anterior del muslo), la superficie lisa, convexa y triangular de la eminencia ilio-pectínea, limitada por delante por la cresta obturadora y por detrás por la cresta pectínea (inserción superior del músculo homónimo), y finalmente la espina o tubérculo del pubis, algo por fuera de la sínfisis, inserción inferior del recto mayor del abdomen. Por dentro de la espina del pubis el borde se hace vertical y discretamente oblicuo hacia atrás, y presenta la superficie articular de la sínfisis del pubis. Se trata de una superficie elíptica, vertical, con el eje mayor oblicuo hacia abajo y atrás, que articula con la del lado opuesto cerrando por delante la cintura pelviana. 27 El borde inferior es el más corto y se extiende en arco convexo hacia abajo, desde la sínfisis a la tuberosidad isquiática, dirigiéndose hacia atrás y afuera. Da inserción, contra la sínfisis, al músculo recto interno, y en el resto de su extensión, al aproximador mayor. El borde posterior, irregular, de espesor variable, comienza en la espina ilíaca pósterosuperior, limita por detrás la tuberosidad ilíaca, y en la espina ilíaca posteroinferior se dirige horizontalmente hacia delante, para descender luego hacia abajo y atrás delimitando la escotadura ciática mayor, terminando en una punta aguda, la espina ciática. Debajo de la espina el borde muestra una escotadura cóncava vertical, la escotadura ciática menor. Esta parte del borde posterior es angosta y lisa, pero debajo de la escotadura se expande bruscamen- te en la tuberosidad isquiática, gruesa, voluminosa, que constituye el apoyo del tronco cuando nos sentamos descargando de peso a los miembros inferiores. La espina ciática da inserción, en su vértice, al ligamento sacrociático menor y al músculo isquiocoxigeo, y en su borde inferior al gémino superior. En el borde inferior de la escotadura ciática menor se inserta el gémino inferior. En la cara posterior de la tuberosidad isquiática se insertan el músculo semimembranoso hacia fuera, y el tendón común de la porción larga del bíceps crural y del semi- tendinoso hacia adentro (una cresta poco marcada separa estas inserciones) y, sobre el borde interno, el ligamento sacrociático mayor. 28 De los cuatro ángulos las espinas ilíacas anterosuperior y postero- superior forman los superiores, el extremo inferior de la superficie articular de la sínfisis el anteroinferior y el borde inferior de la tuberosidad isquiática el posteroinferior. Articulaciones y ligamentos de la cintura pelviana La cintura pelviana se forma por dos articulaciones de parecida estructura, la sacro-ilíca y la articulación de la sínfisis del pubis, y varios ligamentos que parti- cipan en su constitución y cierre, los ligamentos sacrociáticos mayor y menor y la membrana obturatriz. Hombre mujer Articulación sacro-ilíaca La articulación sacro-ilíaca es difícil de definir morfológica y funcional- mente: la forma de sus superficies articulares, las aurículas, no responde a las definiciones que clasifican las articulaciones, y hay confusión entre quienes ven en ella un encaje recíproco o una condilea, si la consideran una diartrosis, lo que también es discutible, ya que su estructura responde más bien a una anfiartrosis con ligamento interóseo (de hecho evoluciona como tal en el hombre) o diartro- anfiartrosis con esbozo de cavidad persistente en la mujer (hasta el climaterio). En todo caso sólo se comporta como diartrosis durante el parto, cuando por acción hormonal adquiere movilidad permitiendo la báscula posterior del sacro-coxis, aumentando el diámetro anteroposterior del estrecho inferior. La aurícula sacra es cóncava en el centro, rodeada por un rodete periférico que se adapta a un canal que contornea una superficie convexa central en la aurícula ilíaca. Ambas tienen delgado y discontinuo revestimiento fibrocartilagino- so. Estas superficies están unidas entre sí por un ligamento interóseo denso, de 29 cortas fibras transversales, completo en el niño, donde luego se esboza una hendidura como cavidad articular, que persiste en la mujer durante su período fertil, pero no en el hombre. Están rodeadas por una cápsula, para algunos, o directamente por liga- mentos, para otros, los ligamentos sacroilíacos anterior y posterior. El ligamento anterior es una cinta ancha de fibras transversales que cubre toda la cara anterior de la superficie articular, con algunos manojos de fibras más conspicuos, tendidos oblicuamente hacia adentro y arriba en el extremo superior, y hacia adentro y abajo, en el extremo inferior, que forman los llamados frenos de nutación superior e inferior (la nutación es la báscula hacia atrás del sacro para ampliar el canal del parto). El ligamento sacroilíaco posterior es un complejo entrecruzamientos de haces fibrosos entre la tuberosidad ilíaca y la cara posterior del sacro, par- ticularmente las dos primeras vértebras sacras, que se describe en tres planos. El más profundo o anterior, oblicuo hacia abajo y adentro, entre la tuberosidad ilíaca y los dos o tres primeros tubérculos sacros póstero-externos, el ligamento conjugado, es para nosotros el verdadero ligamento sacro-ilíaco posterior, en tanto los más superficiales son el resultado de la regresión fibrosa de los múscu- los espinales transverso-espinoso y sacro-lumbar, producida por la inmovilidad de la columna sacrocoxígea. 30 Encima, desde la tuberosidad ilíaca y la espina ilíaca posterosuperior, dos gruesos manojos de fibras divergen hacia las apófisis transversas lumbares cuarta y quinta, constituyendo los ligamentos iliolumbares superior e inferior, fuertes tensores de la columna lumbar inferior. Articulación sacrocoxígea Une por un ligamento interóseo (anfiartrosis) al vértice del sacro con la base del coxis, ligamento que generalmente se osifica. Por delante los ligamentos sacrocoxígeos anteriores, dos delgadas cintas entre- cruzadas, unen las caras anteriores de ambos huesos. En la cara posterior de la articulación dos ligamentos sacrocoxígeos posteriores, uno profundo entre el 31 cara anterior del hiatus sacralis y la cara posterior del coxis, y otro superficial, entre el asta del sacro y el asta menor del coxis, refuerzan la unión por detrás. Ligamentos sacrociáticos El ligamento sacrociático mayor (ligamento sacrotuberositario) es un grue- so haz fibroso ancho y plano, que se extiende formando un arco cóncavo hacia fuera, entre el borde posterior del ilion (entre las dos espinas ilíacas posteriores), el borde lateral del sacro (debajo de la articulación sacroilíaca), y el labio interno de la tuberosidad isquiática(en su mitad inferior). Aquí emite una prolongación anterior falciforme, estrecha, triangular y cóncava hacia arriba, a lo largo labio interno del borde inferior de la rama isquiopubiana (en fresco formará el conducto de Alcock que contiene a los vasos y nervios pudendos internos). Limita con el borde posterior del hueso coxal un gran agujero sacrociático, que el ligamento sacrociático menor, delgada membrana triangular de base interna, extendida entre el borde lateral de la quinta sacra y el coxis (como el músculo isquio-coxígeo que lo cubre por delante), y la espina ciática, divide en dos aguje- ros superpuestos en ocho invertido. 32 El superior, más grande, da paso al músculo piramidal y a los paquetes glúteos superior, glúteo inferior y pudendo interno; el inferior da paso al tendón del músculo obturador interno y al paquete pudendo interno que reingresa a la pelvis contorneando la espina ciática. Los ligamentos sacrociáticos cierran por detrás, lateralmente, la cavidad pelviana. Membrana obturatriz Extendida entre los bordes del agujero obturador, es una lámina fibrosa delgada, resistente, formada por fibras en su mayor parte horizontales, que pasa en puente debajo de los bordes del canal subpubiano, transformándolo en conducto (por el que pasan los vasos y nervios obturadores). Da inserción por ambas caras a los músculos obturadores externo e interno, cuyas fibras tendido- sas de inserción refuerzan la membrana. Articulación de la sínfisis del pubis Es considerada el ejemplo de diario-anfiartrosis del organismo, presentando entonces dos superficies articulares elípticas, alargadas sobre el eje mayor obli- cuo hacia abajo y atrás, unidas por un ligamento interóseo en el que se abre un esbozo de cavidad articular revestida por sinovial. Las superficies articulares, lisas y cubiertas por fibrocartílago, presenta unas crestas anteroposteriores romas que permiten antropológicamente, precisar la edad del esqueleto por la configuración y número de dichas crestas. La articulación posee una cápsula, reforzada por ligamentos anteriores y posteriores, de cortas fibras transversales, un largo ligamento superior, en 33 continuidad lateral con el ligamento o arco inguinal, y un filoso ligamento arquea- do inferior, que cierra por arriba el ángulo del pubis. Ligamento inguinal externo, arco femoral Se trata de un fuerte cordón fibroso que se extiende entre la espina ilíaca ántero-superior y la espina o tubérculo del pubis, por fuera de la articulación de la sínfisis cuyo ligamento superior parece estar en continuidad con el arco. Sirve a la inserción de los músculos anchos de la pared abdominal y su aponeurosis superficial hacia arriba y a la aponeurosis femoral hacia abajo y da paso por debajo al músculo psoas-ilíaco (el flexor más importante de la cadera) y al nervio crural por fuera y a los vasos ilíacos externos (femorales) por dentro. La soldadu- ra de las aponeurosis superficiales del abdomen y el muslo marca el pliegue cutáneo de la ingle. Pelvis en general La pelvis articulada es el extremo inferior del tronco y la raíz de los miem- bros inferiores (cintura pelviana), y como tal da inserción inferior a los músculos que cierran la cavidad del tronco, los músculos de la pared abdominal ántero- lateral y los músculos del periné (entrepierna), a la vez que cumple idéntica fun- ción con los músculos del miembro inferior. En su cavidad, la línea arqueada o innominada separa la pelvis mayor o falsa, formada por las alas ilìacas (fosas ilíacas internas) de la pelvis menor o 34 verdadera, dispuesta como un cilindro vertical entre esta línea (estrecho superior) y el orificio inferior (estrecho inferior; los parteros imaginan un estrecho medio entre ambas espinas ciáticas). Su forma es algo diferente en ambos sexos, pro- ducto de la adaptación de la pelvis femenina al parto, que se manifiesta en una relativa mayor anchura y menor altura de ésta con relación a la masculina, formando un conducto o canal del parto que en promedio tiene un diámetro de once a doce centímetros en una mujer de talla media. Algunos detalles menores completan estas diferencias, la concavidad sacrocoxígea es más profunda, la sínfisis es más baja, los agujeros obturadores son más grandes y triangulares (en el hombre son redondeados). La función de la cintura pelviana en la transmisión de fuerzas (del peso cor- poral) en posición anatómica, es dividir el vector de la columna vertebral en dos vectores secundarios para cada miembro inferior (más un vector residual vertical hacia el vértice del coxis), lo que cumple a través de un arbotante (viga de soporte) que sigue la línea del estrecho superior desde el promontorio hasta el fondo de la cavidad cotiloidea, donde descarga sobre la cabeza femoral. Cuando el sujeto está sentado la descarga del peso suprayacente se hace propor- cionalmente sobre ambas tuberosidades isquiática. 35 Músculos del tronco Debemos distinguir los músculos propios del tronco de aquéllos que lo unen al resto del cuerpo, en particular al cuello y los miembros. Los propios son los músculos de los canales vertebrales (músculos dorso-espinales), los músculos parietales que cierran y completan las paredes de la cavidad del tronco ocupando los espacios intercostales, el gran espacio entre las costillas y la pelvis y el orificio pelviano inferior (músculos intercostales, músculos de la pared abdominal y músculos del periné), y algunos músculos que refuerzan y completan la estructura (triangular del esternón, serratos menores posteriores, cuadrado lumbar o de los lomos, psoas-ilíaco). El segundo grupo lo integran los músculos que uniendo al tronco con el miembro superior y el cuello, forman parte al mismo tiempo de la estructura parietal del mismo. Los músculos de la región glútea y el psoas-ilíaco unen el tronco al 36 miembro inferior. Finalmente, la gran cavidad del tronco está dividida interna- mente por el gran tabique muscular tóraco-abdominal, el diafragma. Músculos dorsoespinales Son un conjunto de numerosos músculos cortos extendidos entre apófisis vertebrales y entre apófisis vertebrales y costillas, en el plano profundo, y otros más superficiales, voluminosos y largos que ocupan los canales vertebrales des- de el sacro hasta el cuello, configurando un complejo funcional que participa en la movilización de las vértebras, la respiración y la erección del tronco (posturales). Los músculos cortos del plano profundo unen entre sí las apófisis del arco posterior de las vértebras y a nivel del tórax estas apófisis con las costillas. De la unión de la lámina con la base de la apófisis espinosa parten dos haces musculares que terminan en el borde superior de la apófisis transversa de las dos vértebras subyacentes, los músculos rotadores vertebrales corto (a la primera) y largo (a la segunda). Entre el vértice de dos apófisis espinosas contiguas uno o dos músculos inter- espinosos (extensores breves de la columna). Entre el vértice de las apófisis transversas dorsales y el borde superior de las dos costillas subyacentes por fuera de la tuberosidad costal, los músculos elevadores costales corto (a la primera) y largo (a la segunda). Entre las apófisis transversas dos músculos intertransversarios, uno medial en forma de cordón entre las bases de dichas apófisis y otro lateral, más ancho, entre el borde inferior de una y el superior de la subyacente (inclinación lateral de la columna). En lacolumna dorsal, entre las apófisis espinosas de la primera a la duodécima, el músculo espinoso (epiespinoso) del tórax se superpone a los descriptos y a la parte interna del transversoespinoso (de las seis últimas a las seis primeras, extensor). Los tres grandes extensores de la columna van desde el sacro a la parte inferior del cuello, dispuestos en dos planos, el profundo formado por el transverso espinoso y el superficial formado por el dorsal largo por dentro y el sacro-lumbar o iliocostal por fuera, que ensancha los canales vertebrales lateralmente hasta el ángulo posterior de las costillas (estos músculos son continuados en el cuello por los complexos mayor y menor). Tienen origen en una masa muscular carnosa que adhiere a la cara posterior del sacro y a la tuberosidad ilíaca, la masa común de los músculos espinales. Una fuerte aponeurosis tóraco-lumbar superficial, en forma de rombo, cubre esta masa 37 dando inserción, además, al músculo dorsal ancho hacia arriba y al glúteo mayor hacia abajo. El transverso espinoso (multífido del tronco) se forma por segmentos de cinco haces extendidos del vértice de una apófisis transversa inferior a las lámi- nas y las apófisis espinosas de las cuatro vértebras suprayacentes (versión Trolard) o de los vértices de las apófisis transversas de cuatro vértebras superpuestas a la lámina y apófisis espinosa de la quinta, de abajo arriba (versión Winckler), configurando un músculo largo y grueso que ocupa el fondo del canal espinal. Los músculos dorsal largo y sacrolumbar cubren al transverso espinoso. El dorsal largo, desde la masa común y hasta la segunda costilla, va perdiendo fibras que toman inserción, las externas o costales en el borde inferior y la cara externa de las costillas, las internas o transversarias en las apófisis transversas lumbares y dorsales. El sacrolumbar, por fuera del anterior, comienza también en la masa común, sus fibras inferiores se agotan en las seis (o diez según Winkler) últimas costillas por dentro del ángulo posterior, pero en ellas nacen nuevas fibras que recomponen el músculo y que terminan en las seis primeras costillas y en los tubérculos posteriores de las apófisis transversas de las cuatro o cinco últimas cervicales. 38 Los músculos dorsoespinales están todos inervados (e irrigados) por las ramas dorsoespinales de los nervios sacros, lumbares, torácicos y cervicales (y los vasos homónimos), son los músculos de la erección del tronco al que también imprimen rotaciones homo y contralaterales según sus inserciones. Músculos intercostales Cada espacio intercostal está cerrado, total y herméticamente, por mús- culos intercostales que son la suma de pequeños músculos tendidos entre las dos costillas que limitan el espacio, uno externo (periférico) y otro interno (central). El músculo intercostal externo comienza por detrás en el borde de la articulación costo-vertebral, contra los cuerpos vertebrales. Sus fibras, oblicuas hacia abajo y adelante, se insertan por arriba en el borde cortante del canal subcostal y por abajo en el borde superior de la costilla inferior, y se extienden cerrando el espacio hasta la articulación costocondral, donde se continúa con una membrana aponeurótica que llega hasta el borde del esternón. Se llaman múscu- los supracostales los que describimos como elevadores en la página 41. 39 El músculo intercostal interno comienza por detrás a distancia del cuerpo vertebral, cinco o seis centímetros por fuera, pero se extiende hasta el borde lateral del esternón, cerrando por delante el espacio que deja libre la terminación del intercostal externo (esta disposición permite, por detrás, el ingreso al espacio homónimo de los vasos y nervios intercostales). Sus fibras, oblicuas hacia abajo y atrás (inversas a las del externo), se insertan por arriba en el canal subcostal, pero su inserción está dividida por el paso del paquete vásculo-nervioso que separa al músculo en un haz externo que llega por delante hasta el esternón (músculo intercostal medio) y un haz interno que termina a la misma altura que el intercostal externo, descubriendo por delante al paquete intercostal. Músculos infracostales: Son unas delgadas cintas musculares ascen- dentes que, por delante de la parte posterior e interna del espacio intercostal, se extienden del labio interno del borde superior de una costilla al borde inferior de la primera (infracostal corto) o de la segunda costilla superiores (infracostal largo), haces espiratorios antagonistas de los supracostales (ver pág. 41). Irrigados e inervados por los vasos y nervios intercostales, la función de estos músculos es el cierre hermético de la cavidad del tórax y mantener per- manentemente su tono muscular para permitir la generación de presión negativa en el tórax en inspiración y evitar el colapso del espacio intercostal durante los movimientos respiratorios. Topografía del espacio intercostal Cada espacio intercostal está ocupado por los músculos y sus aponeurosis y los vasos y los nervios intercostales La disposición muscular ya descripta deter- mina que el paquete vásculo-nervioso que transcurre en el canal subcostal por 40 dentro del intercostal externo y por fuera del haz interno del intercostal interno, quede expuesto en ambos extremos del espacio, en la cavidad del tórax. Las arterias forman arcos vasculares completos en cada espacio por las anastomosis de las posteriores, que proceden de la aorta de la cuarta a la duodécima y de la intercostal superior, rama de la subclavia, las primeras; y las intercostales anteriores que son ramas de las mamarias internas. Las venas drenan por detrás en las ácigos menores a la izquierda y en la ácigos mayor a la derecha, y se ubican encima de las arterias. Los nervios proceden de la médula dorsal y son los más inferiores del paquete. Esta disposición contra el canal subcostal de la costilla superior determina que cualquier penetración al tórax a través del espacio intercostal deba hacerse tangente al borde superior de la costilla inferior del espacio Músculo triangular del esternón También llamado transverso del tórax, es un músculo plano, extendido en abanico en la cara posterior del plastrón esternocostal. Se inserta por dentro en la mitad o el tercio inferior de la cara posterior del esternón por fuera de la línea media, desde donde sus fibras, divididas en cintas o digitaciones divergentes, se dirigen hacia la cara posterior de la unión condrocostal, desde la sexta o ceptí- ma hasta la tercera. Cubre a los vasos mamarios internos que descienden verti- calmente a un centímetro y medio del borde lateral del esternón. Su función es es- piratoria. Músculos serratos menores posteriores 41 Ubicados sobre la superficie posterior del tórax, los serratos menores posteriores son dos músculos planos, uno superior y otro inferior, formados por cuatro cintas tendinosas en sus dos tercios internos y musculares en el tercio externo, que se insertan por dentro en la cresta espinal y por fuera en las cuatro primeras y las cuatro últimas costillas. El superior se extiende de la parte inferior del ligamento cervical posterior, la apófisis espinosa de la séptima cervical y las dos primeras dorsales, es oblicuo hacia abajo y afuera y termina en el borde superior y la cara externa de las costillas segunda, tercera, cuarta y quinta, pasando por detrás de los músculos espinales y su aponeurosis, cubierto por el músculo romboides; el inferior va de las apófisis espinosas de las dos primeraslumbares y las dos últimas dorsales al borde inferior y la cara externa de las cuatro últimas costi- llas, y es oblicuo hacia fuera y arriba. Inervados por los ramos dorsoespinales de su nivel, el superior levanta las costillas (inspirador), el inferior las deprime (espi- rador). Músculo cuadrado de los lomos Es un músculo ancho, cuadrilátero, que cierra por detrás el espacio látero- vertebral entre la duodécima costilla y la cresta ilíaca. Tiene fibras de dos oríge- nes: la mitad externa procede de la duodécima costilla donde se insertan por fibras tendinosas cortas; las internas nacen en el vértice de las apófisis trans - versas de la duodécima dorsal y de las cuatro primeras vértebras lumbares. Descienden hacia abajo y afuera hasta el cuarto posterior del labio interno de la cresta y la tuberosidad ilíacas. La aponeurosis de inserción posterior del 42 músculo transverso del abdomen cubre la cara posterior del músculo, en busca de sus inserciones en las apófisis transversas de las vértebras lumbares (facia tóraco-lumbar profunda). Inervado por colaterales del plexo lumbar, el cuadrado de los lomos es espirador y extensor del tronco. Músculo psoas-ilíaco Recostado contra la columna lumbar, el psoas es un músculo largo, fusi- forme, grueso, ubicado por delante del cuadrado lumbar, que desciende lateral- mente a la columna, hacia abajo y algo hacia fuera, sigue después el borde interno de la fosa ilíaca interna apoyado sobre el músculo ilíaco y abandona con este la pelvis entre el borde anterior del coxal y el arco femoral para terminar en la extremidad superior del fémur (trocánter menor). Se inserta por arriba por haces internos y externos, en la duodécima vértebra dorsal y en las cuatro primeras lumbares. Las fibras internas en la cara lateral de los cuerpos vertebrales, las externas en las apófisis transversas. Entre ambas se disponen las raíces nerviosas del plexo lumbar. A veces las fibras que proceden de la duodécima dorsal destacan un haz acintado, separado del músculo y que se une a él en el tendón terminal, llamado músculo psoas menor, inconstante. Grueso y fusiforme desciende hacia afuera de la columna lumbar, cruza por delante de la articulación sacro-ilíaca y se adosa por delante al músculo ilíaco, que se inserta y ocupa toda la fosa ilíaca interna (en el intersticio entre ambos desciende el nervio crural). Ambos músculos dosados continúan su descenso encima del estrecho superior, cruzan el borde anterior del hueso coxal por debajo (detrás) del ligamento inguinal, se dirigen hacia abajo y atrás del borde anterior del coxal, por delante de la articulación coxo-femoral, y terminan por abajo por un fuerte tendón cónico común en el trocánter menor del fémur. Es el flexor más importante del muslo, siendo además el psoas tensor de la lordosis lumbar (postural) antagonizando a los extensores de la masa común. Está inervado por el plexo lumbar. La situación topográfica del psoas en la pared posterior de la cavidad abdo- minal le confiere importantes relaciones con los órganos, vasos y nervios de la re- gión lumbar (riñones, glándulas suprarrenales y uréteres, duodeno-páncreas, ple- xo solar, aorta, vena cava inferior y vasos ilíacos). 43 Músculos tóracobraquiales: pectoral mayor Es un músculo grueso, radiado, que desde un gran arco en la pared ante- rior del tórax converge sobre la cresta subtroquiteriana del extremo superior del húmero. Músculo subclavio Es un pequeño músculo fusiforme, extendido de dentro afuera y de abajo arriba, entre la cara superior de la primera unión condro-costal, por fuera del ligamento romboidal, y el canal del subclavio de la cara inferior de la clavícula. Músculo pectoral menor Es un músculo plano, delgado, triangular de base inferior, aplicado a la pared anterior del tórax, debajo del subclavio y detrás del pectoral mayor. 44 Se extiende de las costillas tercera, cuarta y quinta a la apófisis coracoides del omóplato. Músculo serrato mayor Es un músculo ancho, plano, irregularmente cuadrilátero, que se aplica sobre la pared lateral del tórax y se extiende desde las diez primeras costillas al borde espinal del omóplato. Romboides Se extiende desde la parte inferior del ligamento cervical posterior, la apófisis espinosa prominente (C7) y las apófisis espinosas de las cuatro primeras 45 vértebras dorsales hasta el borde espinal del omóplato, y cierra por detrás la cintura escapular. Músculos tóraco-cervicales: trapecio Es uno de los dos músculos más extensos del cuerpo (el otro es el dorsal ancho) y se extiende desde una larga inserción dorsal en el tercio interno de la línea curva occipital superior, la protuberancia occipital externa, el ligamento cervi- cal posterior, las apófisis espinosas de la séptima cervical y de las seis a diez pri- meras dorsales desde donde converge como un gran triángulo de base interna sobre el muñón del hombro (clavícula, acromión y espina del omóplato). Esterno-cleido-mastoideo Es una ancha y gruesa banda muscular rectangular extendida desde el esternón y la clavícula a la base del cráneo, donde se inserta en la apófisis mastoides y en el occipital. Músculo dorsal ancho Es el músculo más extenso del cuerpo (latissimus dorsis), cubre la mitad inferior de la espalda y es el único músculo que vincula ambas cinturas podálicas. Es un músculo ancho, plano, triangular con base en la cresta espinal, que se extiende desde la mitad inferior del tronco al miembro superior. 46 Se inserta por dentro, por fibras tendinosas, en las apófisis espinosas de las seis últimas vértebras dorsales, de las cinco lumbares y en la cresta sacra. Las fibras tendinosas, cada vez más largas hacia abajo, configuran una lámina aponeurótica en forma de rombo, la facia lumbar superficial (aponeurosis de la masa común), en cuyo lado postero-inferior toma inserción el músculo glúteo mayor, debajo del gran dorsal, aponeurosis que se extiende hasta el tercio poste- rior del labio externo de la cresta ilíaca, insertando en ésta a los dos músculos. El dorsal ancho toma inserción además por cuatro lengüetas carnosas en la cara superficial de las cuatro últimas costillas. Desde esta vasta inserción las fibras carnosas se extienden, horizon- talmente las superiores, cada vez más oblicuas hacia arriba y afuera las más infe- riores, convergiendo sobre el ángulo inferior de la escápula. La parte medial su- perior del músculo está cubierta por el ángulo inferior del trapecio. Cuando alcanza al omóplato emite una lengüeta de inserción secundaria al ángulo inferior del hueso y luego contornea por afuera y por delante al redondo mayor, invir- tiendo sus fibras (la cara posterior se hace anterior), para terminar insertándose por un fuerte tendón frontal, delante y por fuera del redondo mayor, detrás del trapecio y del tendón de la porción larga del bíceps, en el fondo de la corredera bicipital del húmero. El dorsal ancho es el músculo más superficial del dorso, cubre por dentro a los músculos de los canales vertebrales, hacia fuera al serrato menor posterior e inferior y al espacio de Grynfelt, y forma en el hombro el borde pos- terior del hueco axilar. Sobre la cresta ilíaca su borde lateral limita con el poste- rior del oblicuo mayor del abdomen el triángulo de Petit. 47 Su inervación es doble: su parte inferior y medial está inervada por las ramas dorso-espinales de los nervios raquídeos de sunivel; en el hombro recibe una colateral posterior del plexo braquial. Actúa deprimiendo el muñón del hombro y lleva el brazo hacia adentro y atrás, al tiempo que extiende la columna vertebral (acción postural). Invirtiendo el punto fijo es elevador del tronco. Músculos de la pared abdominal anterolateral Son cinco músculos a cada lado, los músculos anchos (transverso, oblicuo menor y oblicuo mayor, en ese orden desde la profundidad), el músculo recto mayor, y un pequeño músculo anterior al recto mayor, el piramidal. Con el ya descripto cuadrado lumbar cierran el espacio entre el tórax y la pelvis. Músculos anchos. Los músculos anchos se disponen concéntricos desde la columna lumbar, el tórax y la cresta iliaca hasta la línea media anterior y el arco femoral, y los tres terminan por delante en sendas extensas aponeurosis de inserción que van a formar la vaina de los rectos en la parte media y la zona débil de la pared del 48 triángulo de William Hessert (entre la espina ilíaca ánterosuperior, el arco femoral y dicha vaina) en la región ínguino-abdominal. Inserciones posteriores y superiores El músculo transverso es el más profundo y el único que se extiende desde la columna lumbar (y las siete últimas costillas) a la línea media anterior. Se inserta por detrás por una aponeurosis posterior que se desdobla en el borde externo de los músculos espinales (charnela o bisagra aponeurótica lumbar) en dos hojas: la hoja profunda se inserta por dentro en el vértice de las apófisis transversas lumbares, en el borde inferior de la duodécima costilla por arriba y en el labio interno del cuarto posterior de la cresta ilíaca por abajo y se dirige hacia fuera, por detrás del cuadrado lumbar, constituyendo la facia lumbo-costal o tóraco- lumbar profunda; la hoja superficial pasa por detrás de los músculos espinales para insertarse en el vértice de las apófisis espinosas lumbares formando parte de la aponeurosis lumbo-costal o tóracolumbar superficial (aponeurosis de la masa común). La aponeurosis se continúa con fibras carnosas a nivel del vértice de la duodécima costilla. Por arriba de la columna lumbar, el músculo se inserta en la cara interna de las seis o siete últimas costillas, por digitaciones carnosas que engranan con las del diafragma. Las fibras carnosas son horizontales (transversales, dan el nombre al músculo) se dirigen hacia delante y se continúan con la aponeurosis 49 anterior en una línea semilunar cóncava hacia adentro, que sigue por arriba el reborde costal y termina por abajo en el tercio interno del arco femoral. El músculo tiene un revestimiento aponeurótico propio en ambas caras que lo separa de los músculos adyacentes. La hoja profunda, llamada facia trans- versalis, adquiere jerarquía propia ya que constituye el revestimiento profundo de toda la pared muscular abdominal, cerrando en profundidad todos los espacios o hiatos que quedan entre las inserciones musculares y los huesos que limitan la cavidad. El oblicuo menor o interno se inserta en el medio de la cresta ilíaca en una extensión variable por detrás, ya que puede llegar al tercio o al cuarto pos- terior de la cresta (lo más frecuente) o aún insertarse en la aponeurosis posterior del transverso, inserción que por delante alcanza los dos tercios externos del arco femoral. Se inserta además en el borde inferior de los siete últimos arcos costales por digitaciones carnosas que progresan hacia arriba, adelante y adentro siguiendo el 50 reborde costal. Sus fibras carnosas son oblicuas hacia arriba y adentro y se continúan con la aponeurosis anterior siguiendo una línea oblicua hacia abajo y adentro desde el cartílago de conjunción a la altura de la línea hemiclavicular al tercio interno del arco femoral. Sus aponeurosis de revestimiento y un plano célu- loadiposo más o menos infiltrado de grasa según el grado de obesidad del pacien- te lo separan del transverso, por dentro, y del oblicuo mayor, superficialmente. Por el espacio entre el transverso y el oblicuo menor pasan los siete últimos paquetes vásculo-nerviosos intercostales cuando abandonan por delante los es- pacios intercostales a nivel de las uniones costocondrales (plano de los inter- costales), que atraviesan toda la pared a la que irrigan e inervan hasta la línea media. Debajo del duodécimo intercostal (subcostal, T XII) los nervios abdómino- genitales mayor y menor del plexo lumbar (LI) siguen un trayecto similar para la parte inferior e interna de la pared. El músculo oblicuo mayor o externo, el más superficial, se inserta por arriba en la cara externa de las últimas siete costillas por digitaciones carnosas que engranan por detrás con las del dorsal ancho y por delante con las del serrato mayor. Se inserta también en todo el labio externo de la cresta ilíaca y en todo el arco femoral, cuya estructura contribuye a formar. 51 Sus fibras carnosas, oblicuas hacia delante y abajo se continúan con la aponeurosis anterior siguiendo una vertical que corresponde a la línea hemicla- vicular. El ángulo ánteroinferior de estas fibras forma una saliente redondeada llamada cabo, de donde proceden las cintas de fibras tendinosas de la aponeu- rosis anterior que forman los pilares del oblicuo mayor (ver más adelante). Como resulta fácil observar de la disposición de las fibras musculares de los tres músculos anchos, estos forman una trama entrecruzada que da solidez y consistencia a la pared, a manera de faja muscular de cuya tensión dependen las funciones respiratorias y evacuatorias del cuerpo. Inserciones anteriores Las aponeurosis anteriores de los músculos anchos se extienden hasta la línea media, desde el ángulo xifoideo hasta el pubis, envolviendo entre sus hojas al recto mayor del abdomen formando la vaina de los rectos. El eje de la formación de esta estructura es la aponeurosis del oblicuo menor, que al alcanzar el borde externo del recto mayor se desdobla en una hoja anterior, que pasa por delante de aquél, y otra posterior que lo hace por detrás, en los dos tercios o tres cuartos superiores de la vaina, entrecruzando sus fibras por dentro del músculo con la del lado opuesto, en la línea media, para formar la línea blanca. Las aponeurosis anteriores del oblicuo mayor y del transverso adhieren respectivamente a dichas hojas anterior y posterior. 52 En el tercio o cuarto inferior de la pared las tres aponeurosis pasan por delante del recto mayor, dejando descubierto al músculo por detrás (sólo lo cubre la facia transversalis), formando la arcada de Douglas. 53 La línea blanca tiene casi un centímetro de ancho y profundidad encima del ombligo y es lineal por abajo, presentando a la mitad de la distancia xifo-pubiana la cicatriz umbilical, el ombligo, que se forma por el corte y posterior cicatri- zación del cordón umbilical. La cara cutánea del ombligo es un muñón cónico más o menos hundido dentro de un anillo fibroso palpable a través de la piel. La cara abdominal es una depresión en el peritoneo de la que se desprenden cuatro cordones fibrosos, uno superior, el ligamento redondo del hígado, y tres inferiores, el uraco, medial (va a la vejiga), y los cordones de regresión fibrosa de las arterias umbilicales, laterales (terminan en las arterias umbilicales pelvianas). La línea blanca es avascular en toda su extensión. El borde lateral de la vaina de los rectos, oblicuo hacia abajo y adentro en ligero arco convexo hacia fuera, se marca en los individuos musculosos como una
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