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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-538

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506 Capítulo 25 COMPORTAMIENTO ANIMAL
pelo, viven en grandes colonias subterráneas en el sur de Áfri-
ca y tienen una forma de organización social parecida a la de
una colonia de hormigas, que no existe en ninguna otra socie-
dad de mamíferos. Una reina domina la colonia, pues hay una
sola hembra reproductora a la cual están subordinados todos
los demás miembros.
La reina es el individuo más grande de la colonia y mantie-
ne su categoría mediante un comportamiento agresivo, que
consiste principalmente en empujones. La reina empuja a los
obreros perezosos, estimulándolos para que se vuelvan más
activos. Al igual que en las colmenas de abejas, los obreros se
reparten el trabajo, en este caso con base en el tamaño. Las
ratas pequeñas jóvenes limpian los túneles, reúnen alimento y
escarban. Al hacer túneles, las ratas forman una fila y despla-
zan la tierra excavada por el túnel ya terminado hasta una
abertura. Justo abajo de la abertura, una rata topo más gran-
de avienta la tierra hacia arriba, añadiéndola a un montículo
cónico. Los biólogos que observaron este comportamiento
desde la superficie lo llamaron “hacer volcanes”. Además de
hacer volcanes, las ratas topo grandes defienden a la colonia
contra depredadores y miembros de otras colonias.
Si otra hembra comienza a volverse fértil, la reina, al pare-
cer, detecta cambios en los niveles de estrógeno de la orina de
la hembra subordinada. Entonces, la reina empuja selectiva-
mente a su rival y le causa tensión para impedir que ovule.
Los machos grandes tienen mayores posibilidades de apa-
rearse con la reina que los pequeños, aunque todos los machos
adultos son fértiles. Cuando la reina muere, unas cuantas de
las hembras aumentan de peso y comienzan a empujarse mu-
tuamente. La agresión se intensifica hasta que una de las riva-
les muere. Al final una sola hembra se vuelve dominante. Su
cuerpo se alarga, se convierte en reina y comienza a reprodu-
cirse, dando camadas de 14 crías en promedio unas cuatro veces
al año. Durante el primer mes, la reina amamanta a sus crías
y los obreros alimentan a la reina. Luego los obreros comien-
zan a alimentar a las crías con comida sólida.
25.6 ¿LA BIOLOGÍA LOGRA EXPLICAR 
EL COMPORTAMIENTO HUMANO?
El comportamiento de los seres humanos, al igual que los de
todos los demás animales, tiene una historia evolutiva, de ma-
nera que las técnicas y los conceptos de la etología pueden
ayudarnos a entenderlo y explicarlo. No obstante, la etología
humana es, y seguirá siendo, una ciencia menos rigurosa que
la etología animal. No podemos tratar a las personas como
animales de laboratorio, ideando experimentos que controlen
y manipulen los aspectos que influyen en nuestras actitudes y
acciones.Además, algunos observadores afirman que la cultu-
ra humana se liberó de las restricciones de su pasado evoluti-
vo hace tanto tiempo que no es posible explicar nuestra
conducta en términos de evolución biológica. No obstante,
muchos científicos han adoptado un enfoque etológico evolu-
tivo para estudiar el comportamiento humano y sus trabajos
han producido un efecto importante sobre la perspectiva de
nosotros mismos.
El comportamiento de los recién nacidos tiene 
un componente innato importante
han tenido mucho tiempo para aprender. El movimiento rít-
mico de la cabeza de un bebé en busca del pecho de la madre
es un comportamiento innato que se expresa en los primeros
días después del nacimiento. La acción de chupar, que se pue-
de observar incluso en los fetos humanos, también es innata
(FIGURA 25-28). Otros comportamientos que se observan en
los recién nacidos e incluso en bebés prematuros incluyen asir
con las manos y los pies, así como movimientos que simulan
la marcha cuando el cuerpo está suspendido.
Otro ejemplo es la sonrisa, que puede presentarse poco
después del nacimiento. En un principio, casi cualquier obje-
to que aparezca ante los ojos del recién nacido podría susci-
tar una sonrisa, pero la experiencia pronto modifica este
comportamiento inicial indiscriminado. Bebés de hasta dos
meses de edad sonríen en respuesta a un estímulo que consta
de dos manchas oscuras, del tamaño de un ojo, sobre un fon-
do claro, que en esa etapa del desarrollo es un estímulo más
potente para provocar la sonrisa que una representación
exacta de un rostro humano. Sin embargo, conforme el niño
crece, el aprendizaje y el desarrollo ulterior del sistema ner-
vioso interactúan para limitar la respuesta a representaciones
más correctas de un rostro.
Es posible condicionar a un recién nacido durante sus pri-
meros tres días de vida para producir ciertos ritmos de suc-
ción cuando la voz de su madre se utiliza como reforzamiento.
En los experimentos, los bebés prefirieron escuchar la voz de
sus propias madres que otras voces femeninas, como indica-
ron sus respuestas (FIGURA 25-29). La capacidad del bebé pa-
ra distinguir la voz de su madre y responder positivamente a
ella dentro de los primeros días después del nacimiento tiene
una fuerte analogía con la formación de la impronta y puede
ayudar a iniciar el vínculo con la madre.
Los humanos adquieren el lenguaje fácilmente 
desde pequeños
FIGURA 25-28 Un instinto humano
La succión del pulgar es un hábito difícil de erradicar en los niños
pequeños porque chupar objetos del tamaño apropiado es un
comportamiento instintivo de búsqueda de alimento. Este feto se
chupa el pulgar a los cuatro y medio meses de su desarrollo.

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