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508 Capítulo 25 COMPORTAMIENTO ANIMAL va y nuestra herencia cultural. El debate acerca de la impor- tancia relativa de la herencia y el ambiente para determinar la conducta humana continúa y es poco probable que alguna vez se resuelva plenamente. La etología humana todavía no se reconoce como una ciencia rigurosa y siempre enfrentará obstáculos porque no podemos vernos a nosotros mismos con total objetividad, ni realizar experimentos con la gente como si se tratara de ratas de laboratorio. Pese a tales limitaciones, hay mucho que aprender acerca de la interacción del apren- dizaje y las tendencias innatas en los seres humanos. CONEXIONES EVOLUTIVAS ¿Por qué juegan los animales? Pigface, una tortuga africana de caparazón blando de 50 años de edad, pasa varias horas del día dando aletazos a una pelo- ta en su tanque del Zoológico Nacional de Washington, D. C., para el deleite de miles de visitantes y la perplejidad de los biólogos del comportamiento. El juego siempre ha sido una especie de misterio. Se ha observado en muchas aves y en la mayoría de los mamíferos, pero, hasta que los cuidadores del zoológico lanzaron una pelota a Pigface hace unos años, nun- ca se había observado en animales tan antiguos desde el punto de vista evolutivo como las tortugas. Los animales que juegan son fascinantes. Los hipopótamos pigmeos se empujan unos a otros, sacuden y avientan la cabe- za, chapotean en el agua y hacen piruetas parados sobre sus patas traseras. A las nutrias les encanta efectuar complejas acrobacias. Los delfines nariz de botella equilibran peces so- bre su hocico, lanzan objetos y los llevan en la boca mientras nadan. Los murciélagos vampiro recién nacidos se persiguen unos a otros, forcejean y se dan palmadas con las alas. Incluso se ha observado a pulpos jugar a atrapar cosas: empujan un objeto de forma que se aleje para que luego una corriente de agua lo regrese, lo que repiten una y otra vez. Un animal que juega solo por lo regular manipula algún objeto, como un gato con una bola de estambre, el delfín con un pescado o un macaco que hace una bola de nieve y juega con ella. El juego también puede ser social. Es común que in- dividuos jóvenes de la misma especie jueguen juntos, pero sus progenitores podrían unírseles (FIGURA 25-30a). El juego so- cial por lo regular incluye persecución, huida, forcejeo, pata- das y mordidas suaves (FIGURA 25-30b, c Aún no se ha esclarecido la naturaleza de las moléculas que causaron los efectos documentados por McClintock y tampo- co su función. (¿De qué podría servir a una mujer influir en el ciclo menstrual de otras mujeres?). Todavía no se han encon- trado receptores de mensajes químicos en el ser humano, y no sabemos si las “feromonas menstruales” son el primer ejem- plo conocido de un importante sistema de comunicación o si sólo constituyen un caso aislado de una capacidad residual. Pese a los optimistas anuncios de “feromonas de atracción se- xual” en los programas de televisión nocturnos, la comunica- ción química en el ser humano es un misterio científico que aún no se resuelve. Estudios con gemelos revelan los componentes genéticos del comportamiento Los gemelos presentan la que quizá sea la mejor oportunidad de examinar la hipótesis de que las diferencias en el compor- tamiento humano están relacionadas con diferencias genéti- cas. Si en un comportamiento dado influyen de manera importante los factores genéticos, deberíamos observar una expresión similar de ese comportamiento en los gemelos idén- ticos (que provienen de un solo óvulo fecundado y, por lo tan- to, tienen genes idénticos), pero no en los gemelos fraternos (que provienen de dos óvulos distintos y no son más similares genéticamente que dos hermanos). Datos de estudios con ge- melos, y de otras investigaciones intrafamiliares, en general han confirmado el carácter hereditario de muchos rasgos del comportamiento humano. Tales estudios han documentado un importante componente genético de rasgos como nivel de actividad, alcoholismo, sociabilidad, ansiedad, inteligencia, dominancia e incluso actitudes políticas. Con base en pruebas diseñadas para medir muchos aspectos de la personalidad, sa- bemos que los gemelos idénticos tienen personalidades dos veces más parecidas que los fraternos. Los resultados más fascinantes obtenidos con gemelos se basan en observaciones de gemelos idénticos separados poco después del nacimiento, que se criaron en entornos distintos y que se reencuentran por primera vez cuando son adultos. Se ha descubierto que los gemelos idénticos que se crían por se- parado tienen personalidades tan parecidas como los que se criaron juntos, lo que indica que las diferencias en sus entor- nos casi no influyeron sobre el desarrollo de su personalidad. Se ha visto que tienen gustos casi idénticos en cuanto a alhajas, ropa, humor, alimentos y nombres para sus hijos y mascotas. En algunos casos, estos gemelos que no se conocen compar- ten idiosincrasias personales como emitir risitas, comerse las uñas, patrones para beber, hipocondría y fobias menores. La investigación biológica del comportamiento humano genera controversia El campo de la genética del comportamiento humano genera controversias, especialmente entre los legos, porque desafía la creencia arraigada durante mucho tiempo de que el entorno es el determinante más importante del comportamiento hu- mano. Como vimos antes en este capítulo, ahora se acepta que todos los comportamientos tienen alguna base genética y que un comportamiento complejo en animales no humanos por lo regular combina elementos de comportamientos tanto innatos como aprendidos. Por consiguiente, es probable que en nuestro comportamiento influyan nuestra historia evoluti-
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