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OTRO VISTAZO AL ESTUDIO DE CASO 509 go promueve la fuerza y la coordinación y permite desarrollar destrezas que podrían haber ayudado a nuestros antepasados cazadores a sobrevivir. El juego tranquilo con otros niños, con muñecas, cubos y otros juguetes, prepara a los pequeños para interactuar socialmente, criar a sus propios hijos y enfrentar el mundo físico. Aunque Shakespeare nos dice que “el juego no necesita excusa”, hay pruebas convincentes de que la tendencia a ju- gar ha evolucionado como un comportamiento adaptativo en animales capaces de aprender. Literalmente, el juego es ¡di- versión en serio! a) b) c) FIGURA 25-30 Animales jóvenes que juegan juego es la “teoría de la práctica”, que sugiere que el juego permite a los animales jóvenes adquirir experiencia en diver- sos comportamientos que usarán de adultos. Al realizar estos actos de forma repetida en un contexto poco serio, el animal practica destrezas que más adelante serán importantes al ca- zar, huir o sostener interacciones sociales. Investigaciones más recientes apoyan y extienden esta propuesta. El juego es más intenso al principio de la vida, cuando el cerebro está en pleno desarrollo y se están forman- do conexiones neuronales cruciales. John Byers, un zoólogo de la Universidad de Idaho, ha observado que los animales con encéfalo de mayor tamaño suelen ser más juguetones que los que tienen un encéfalo más pequeño. Puesto que un encé- falo más grande generalmente está asociado con una mayor capacidad de aprendizaje, esta relación apoya la idea de que las destrezas propias de la vida adulta se aprenden durante el juego juvenil. Si observamos cómo los niños forcejean brusca- mente o juegan a la “roña”, nos daremos cuenta de que el jue- En el experimento descrito al principio de este capítulo, las mujeres consideraron que los hombres con los cuerpos más simétricos eran los más atractivos. Pero, ¿cómo supie- ron cuáles hombres eran los más simétricos? Después de todo, la medición que los investigadores hicieron de la sime- tría de los sujetos se basaba en pequeñas di- ferencias en el tamaño de ciertas partes del cuerpo que las mujeres que fungieron como jueces ni siquiera vieron durante la prueba. Quizá la simetría corporal de un hombre se refleja en la simetría facial y las mujeres prefieren los rostros simétricos. Para probar esta hipótesis, un grupo de investigadores utilizaron computadoras para alterar foto- grafías de rostros masculinos, ya sea para aumentar o disminuir su simetría (FIGURA 25-31). Luego, varias mujeres calificaron ca- da rostro por su grado de atractivo. Las ob- servadoras mostraron una fuerte preferencia por los rostros más simétricos. Algunas evidencias sugieren que las muje- res ni siquiera necesitan mirar a los hombres para determinar su simetría. En un estudio, los investigadores midieron la simetría cor- poral de 80 hombres y luego dieron una ca- miseta nueva a cada uno. Cada sujeto usó la camiseta para dormir durante dos noches consecutivas. Un grupo de 82 mujeres olie- ron las camisetas y calificaron los olores que O T R O V I S TA Z O A L E S T U D I O D E C A S O S E X O Y S I M E T R Í A
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