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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-810

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778 Capítulo 38 EL SISTEMA NERVIOSO Y LOS SENTIDOS
38.5 ¿CÓMO PRODUCE EL ENCÉFALO 
LA MENTE?
Históricamente, siempre hemos tenido problemas para imagi-
nar cómo unos cuantos kilogramos de material blando permi-
ten generar toda la gama de pensamientos, emociones y
recuerdos de la mente humana. Este problema “mente-encéfa-
lo” ha ocupado a varias generaciones de filósofos y, en fechas
más recientes, de neurobiólogos. A partir de observaciones de
personas con lesiones en la cabeza y siguiendo con avanzados
experimentos quirúrgicos, fisiológicos y bioquímicos, estamos
comenzando a comprender a grandes rasgos cómo el encéfa-
lo crea la mente. Aquí sólo mencionamos unos cuantos de los
aspectos más fascinantes.
El “hemisferio izquierdo” y el “hemisferio derecho” 
del cerebro se especializan en diferentes funciones
Aunque el cerebro consiste en dos hemisferios de aspecto
muy parecido, se ha sabido desde principios del siglo XX que
esta simetría no se extiende a la función cerebral. Gran parte
de lo que se sabe acerca de las diferencias funcionales de los
hemisferios proviene de estudios de víctimas de lesiones o ac-
cidentes cerebrovasculares que presentan daños localizados
en un hemisferio, de pacientes que tienen un hemisferio tem-
poralmente anestesiado o a los que se les ha cercenado el
cuerpo calloso (el cual conecta los dos hemisferios). Este pro-
cedimiento quirúrgico todavía se practica en ciertos casos de
epilepsia incontrolable para evitar la propagación de ataques
de un hemisferio al otro. Como las señales sensoriales llegan
a ambos hemisferios y cada lado dirige respuestas apropiadas
con base en sus capacidades, una persona cuyo cuerpo callo-
so se ha cercenado puede desenvolverse con bastante norma-
lidad. Conforme leas acerca de las diferencias entre los
hemisferios, recuerda que el encéfalo funciona como una uni-
dad coordinada. Una persona con un cuerpo calloso intacto
no puede usar selectivamente uno de los lados; ambos hemis-
ferios contribuyen de maneras complejas a nuestras percep-
ciones, pensamientos, comportamientos y capacidades.
En la década de 1950, Roger Sperry, un neurobiólogo del
Instituto Tecnológico de California, estudió a personas cuyos
hemisferios se habían separado quirúrgicamente mediante 
el corte del cuerpo calloso. En sus estudios, Sperry aprovechó el
hecho de que los axones dentro de cada tracto óptico (que no
se cercenaron quirúrgicamente) siguen un camino de forma
que la mitad izquierda de cada campo visual se proyecta en el
hemisferio cerebral derecho, mientras que la mitad derecha se
proyecta en el hemisferio izquierdo (FIGURA 38-15
bro es superior al izquierdo en destrezas musicales y artísti-
cas, reconocimiento de rostros, visualización espacial, así co-
mo en la capacidad para reconocer y expresar emociones. Por
sus trabajos pioneros, Sperry recibió el Premio Nobel de Fi-
siología o Medicina en 1981.
Sin embargo, experimentos recientes indican que la dicoto-
mía entre hemisferio izquierdo y derecho no es tan rígida como
se creía. Una persona que sufre un accidente cerebrovascular,
el cual interrumpe el suministro de sangre a partes específicas
de su hemisferio izquierdo, pierde la capacidad de hablar, leer
o escribir. Por fortuna, en muchos casos la terapia física per-
mite superar parcialmente estas deficiencias, aunque el he-
misferio izquierdo en sí no se haya recuperado. Esto sugiere
que el hemisferio derecho tiene cierta capacidad latente para
el lenguaje. Resulta interesante el hecho de que las mujeres
tengan un cuerpo calloso un poco mayor que los hombres, lo
que sugiere una diferencia sexual en el grado de las interco-
nexiones entre los dos hemisferios. Las imágenes de la activi-
dad neuronal en el cerebro de sujetos normales mientras
realizan diversas tareas mentales constituyen una evidencia
de esta diferencia. Cuando se pidió a los sujetos comparar lis-
tas de palabras buscando las que hicieran rima, se activó una
región específica de la corteza cerebral de los sujetos mascu-
linos, pero en las mujeres se activaron áreas similares en am-
bos hemisferios. (Se describen otros estudios con imágenes
cerebrales en “Investigación científica: Una mirada al interior
de la ‘caja negra’”).
Dilucidar los mecanismos del aprendizaje y la 
memoria es el objetivo de profundas investigaciones
Aunque abundan las hipótesis acerca de los mecanismos celu-
lares del aprendizaje y la memoria, estamos lejos de compren-
der por completo estos fenómenos. No obstante, sabemos
mucho acerca de la memoria “de trabajo” a corto plazo, la
memoria a largo plazo y algunos de los sitios del cerebro im-
plicados en el aprendizaje, la memoria y la recordación en los
mamíferos, en particular en los seres humanos.
La memoria puede ser efímera o duradera
Los experimentos muestran que el aprendizaje se efectúa en
dos etapas: una memoria de trabajo inicial seguida de una me-
moria a largo plazo. Por ejemplo, si buscamos un número en el
directorio telefónico, probablemente lo recordaremos el tiempo
necesario para marcarlo; ésta es la memoria de trabajo. Pero,
si llamamos a ese número con frecuencia, llegará el momento en
que lo recordemos de forma más o menos permanente, pues se
habrá almacenado en la memoria a largo plazo.
Parte de la memoria de trabajo parece ser de naturaleza
eléctrica e implica la actividad repetida de un circuito neuro-
nal específico del encéfalo. En tanto el circuito esté activo, la
memoria persistirá. En otros casos, la memoria de trabajo im-
plica cambios bioquímicos temporales dentro de las neuronas
de un circuito, con el resultado de que las conexiones sinápti-
cas entre ellas se fortalecen.
En contraste, la memoria a largo plazo parece ser estructu-
ral, es decir, tal vez es el resultado de cambios persistentes en
la expresión de ciertos genes. Quizá requiera la formación de
nuevas conexiones sinápticas duraderas entre neuronas espe-
cíficas o el fortalecimiento a largo plazo de conexiones sináp-
ticas existentes pero débiles (por ejemplo, aumentando la

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