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organismo durante la época en que produce y alimenta a su prole. Los mecanismos de reparación que prolongan la vida más allá de este periodo no se han visto favorecidos por la se- lección natural. Además, las mutaciones perniciosas cuyos efectos se manifiestan sólo después de que un organismo ha terminado de reproducirse se transmiten a la descendencia, por lo que se diseminan rápidamente y se acumulan dentro de una población. Un factor que contribuye al daño celular que se va acumu- lado con el envejecimiento es la producción de radicales li- bres (véase el capítulo 2), los cuales atacan a los componentes celulares. Los radicales libres se generan como productos de muchas reacciones bioquímicas cruciales, en particular aque- llas que aprovechan la energía. Un organismo moriría casi in- mediatamente si se detuviera la producción de energía; sin embargo, resulta irónico que las mismas reacciones metabóli- cas que producen la energía útil puedan, indirectamente y con el tiempo, llevar a la muerte a un organismo. La capacidad pa- ra reparar un daño, particularmente del DNA, reside en las enzimas que también están codificadas por el DNA. Estas en- zimas llegan a ser menos funcionales a medida que se acumu- lan las mutaciones en los genes que las codifican, condenando al organismo a la gran cantidad de errores genéticos y al mal funcionamiento metabólico. Los investigadores han criado animales genéticamente simples —como las moscas de la fruta y los nematodos— pa- ra que vivan más tiempo y están estudiando las diferencias ge- néticas entre los individuos cuyo periodo de vida es normal y aquellos que viven más tiempo. Todavía está por verse si los cambios genéticos hechos como resultado de este conoci- miento pueden hacer la diferencia en la duración de la vida humana. Es posible que cientos de rutas bioquímicas determi- nadas genéticamente desempeñen un papel interrelacionado en la longevidad. ¿Sería deseable prolongar la vida humana, a pesar de los problemas de salud que acompañan a la vejez y a la reducción de los recursos de un planeta superpoblado? Na- die lo sabe, pero podemos estar seguros de que esto aún está lejos de volverse realidad. 854 Capítulo 41 DESARROLLO ANIMAL Seguramente has visto películas de animales que están parien- do. En comparación con lo que experimentan las mujeres cuando dan a luz, en los animales este acto pareciera indoloro y que no demanda esfuerzo. ¿Entonces, por qué el parto en el caso de los humanos es tan diferente? Las investigadoras Karen Rosen- berg y Wenda Trevathan encontraron que el parto asistido es universal a través de la inmensa escala de las culturas humanas. Ellas y otros investigadores consideran que la ayuda en un na- cimiento es el resultado de dos rasgos humanos. Primero, cami- namos erguidos y este bipedalismo ha alterado la forma de la pelvis. Segundo, tenemos una cabeza relativamente grande cuando nacemos, que apenas cabe por la abertura de la pelvis y que por lo regular se deforma temporalmente durante el par- to. Estos rasgos humanos fuerzan al infante a salir tomando una posición extraña, un poco hacia atrás y a los lados (véase la fi- gura 41-15). La cabeza grande del bebé hace que el parto re- sulte difícil y doloroso, de manera que la madre se encuentra algo incapacitada a medida que va naciendo el bebé. Los si- mios, cuyas cabezas son relativamente más pequeñas, nacen casi sin ningún esfuerzo, con la cabeza y el cuerpo hacia delan- te, lo que permite a la madre agacharse para ayudar a que sal- ga la cría y llevarlo hacia su pecho sin ninguna ayuda. Los investigadores postulan que como los cerebros y las cabezas de nuestros ancestros primitivos aumentaron de tamaño en forma drástica, al mismo tiempo aumentó la dificultad e incomodidad relacionadas con el parto, por lo que se hizo necesaria la asis- tencia durante el proceso. ¿Por qué el parto es tan difícil?ENLACES CON LA VIDA O T R O V I S TA Z O A L E S T U D I O D E C A S O L O S R O S T R O S D E L S Í N D R O M E D E A L C O H O L I S M O F E TA L La madre de John Kellerman llegó ebria a un hospital de Denver. Cuando se le rompió la fuente (se refiere a la liberación del líquido amniótico cuando se rompe el am- nios, generalmente durante el tra- bajo de parto), el olor a alcohol llenó toda la sala de partos del hospital. El recién nacido literalmente nadaba en él. Y aunque nunca había bebido alcohol, John nació intoxica- do. Su madre adoptiva explica que si John no toma su medicamento, su comporta- miento se asemeja al de una persona alco- holizada: se muestra necio, veleidoso y carente de control de sus impulsos. Lo que escriben los jóvenes con SAF nos permite conocer las dificultades a las que se enfren- tan cada día durante toda su vida. John, en su poema Help (Ayuda), nos dice: Cuando mi cerebro no está trabajando bien, permito que me ayude alguien en quien confío para sentirme seguro y tranqui- lo otra vez. Cuando mi cerebro no está trabajando bien, me siento como si fuera en un tren que va cuesta abajo, con el maquinista dormido; no puedo despertarlo y no puedo aplicar los frenos. Por su parte, CJ, una víctima del SAF, de Ca- nadá, nos explica: Soy pequeña, tengo una cara diferente y bastantes problemas de aprendizaje. Las mamás no hicieron esto a propósito, por eso no hay que culparlas ni enojarse con ellas. Tengo 17 años y he padecido el SAF to- da la vida. Lo tendré para siempre, nunca desaparecerá. No me culpen ni se enojen conmigo. Piensa en esto En unas 20 entidades de Es- tados Unidos la legislación establece que las mujeres que consuman drogas ilegales o abusen del alcohol durante el embarazo se- rán juzgadas por la ley con el fin de proteger los derechos del feto. ¿Cómo piensas que la sociedad debe enfocar el dilema de las mu- jeres embarazadas que de manera incons- ciente y con frecuencia causan daños a sus hijos que están por nacer? ¿Es esto un abu- so en contra de los niños? Con base en lo que sabes ahora acerca del desarrollo, ¿qué harías si una amiga tuya que está embaraza- da continúa fumando, bebiendo o consu- miendo drogas ilegales?
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