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Había pasado un año desde que aquel pavoroso estruendo despertó a todos los habitantes del pueblo poco antes de la media noche. Javier y sus hermanas despertaron aterrados, sin saber cuál había sido la causa de tan tremendo escándalo aquella noche lluviosa. Al día siguiente, los tres pequeños se diri- gieron junto con sus padres y otros vecinos al lugar del desastre. Al llegar, descubrieron con gran sor- presa que una parte del gran cerro ubicado al norte del poblado se había venido abajo. “Seguramente tanta lluvia aflojó la tierra”, dijo don Alberto. La casa abandonada donde Fermín y su esposa vivían antes de marcharse a la capital del estado en busca de trabajo quedó destruida. Comenzaba la época de lluvias del año siguiente cuando Javier y su padre regresaban de la milpa. En el camino pasaron por el lugar donde aún estaba acumulado el enorme montón de tierra, debajo de la ladera rocosa que había quedado desnuda, desprovista de su cubierta de suelo y árboles. “Mira papá, —comentó Javier—, sobre toda esta tierra están naciendo varios tipos de plantas, como las que brotan en la milpa y que nosotros siempre quitamos para que no le estorben al maíz; ¡y también hay muchos arbustos ya grandes!”. Pero al levantar la vista para ver si pasaba lo mismo en la parte de arriba del des- lave, sobre las rocas desnudas, se sorprendió al notar que ahí no había plantas de ese tipo, sino una gran diversidad de helechos, musgos y líquenes de varios colores. Su padre le explicó que lo mismo había pasado en el deslave que había ocurrido hacía doce años (figura 3.1), cerca del lugar donde se juntan los dos arroyos, donde ahora ya había, además de helechos y musgos, pastos y algunos arbustos pequeños. 41 CAPÍTULO 3 Ecología de comunidades Para la imaginación3.1 UNIDAD I Bases biológicas de la ecología CAPÍTULO 3 Ecología de comunidades
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